Una hermosa plaza, hoy ubicada frente a la Universidad Nacional de Catamarca (UNCa), cuando esta no existía, se llama plaza Ameghino (me imagino que en homenaje a Florentino Ameghino), muy bien arbolada, y con muy poco mantenimiento, sobre todo de luces en las noches, se constituía en una virtual "villa cariño". Allí solíamos recaer, hacia la medianoche, con Alina, que luego de fogosos besuqueos y toqueteos por todas partes, inexorablemente pasábamos al sexo.
La intimidad del entorno, sobre todo en invierno, hacia imprescindible culminar la caminata nocturna con un polvo. Generalmente cogíamos de parados, afirmados en algunos arboles que ya, los conocedores del sector, teníamos detectado; o a veces, tirados en sobre el mullido césped.
Había un viejo y abandonado surtidor de agua, allí, Alina se solía sentar, y en esa posición generalmente la penetraba como nunca, con sus cortas piernas enlazadas en mi cintura. No solía ser tan sencillo, ya que debía convencerla y contribuir a bajar su ropa interior poco a poco. Por fortuna por esos años las mujeres no usaban pantalones, lo cual constituía una gran ventaja para el sexo al aire libre.
Esa placita, como le decíamos, ha tenido historias, no en todas he participado yo, que algún día contaré.
La clave estaba en no permanecer mucho tiempo allí y estar muy atentos, ya que la policía, por aquellos años del gobierno de Onganía, cuando entraba, hacia estragos entre los jóvenes.
Gracias Alina por esos hermosos momentos vividos !!!
0 comentarios - Alina en el paseo