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Secreto en la familia. Capítulo XI:

“Hermano”

Capítulo 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/4485799/Secretos-en-la-familia-Capitulo-l.html
Capítulo anterior: http://www.poringa.net/posts/relatos/4585623/Secretos-en-la-familia-Capitulo-X.html

El rostro de April estaba inquieto y confundido, desde que había revelado que mi padre se llamaba Enrique, parecía estar distraída y discutiendo con sí misma. –April, ¿te encuentras bien?- le pregunté, ella me miró y anotó algo en su libreta, –“Sí, sí… Disculpa, solo me quedé sorprendida, con el asunto de tu padre. Por cierto ¿has tenido un acercamiento con él?”- me consultó todavía tratando de asimilar lo que había dicho, –No, sinceramente no tengo ninguna intensión de conocerlo- contesté. 

April: Ya veo… ¿Tus hermanas o tu madre no te dijo acerca de la familia de ese hombre?

Yo: No, nadie me ha hablado más de él y como le dije, me da lo mismo, no lo quiero conocer, aunque claro, si me gustaría poder hablar con mis posibles otros hermanos. 

April: Entiendo, ahora ¿pasó algo interesante en la casa de Eduardo?  

Volver a recordar los días en la casa de Eduardo, fue más sencillo que revivir lo de ese mes maldito. Es decir, ahí di mi primer paso para enfrentar mi compleja realidad, aunque claro, todo no inició de la mejor manera. Al día siguiente, seguía abrumado por todo lo que había descubierto, me sentía extraño y deseando que jamás hubiera abierto los ojos. La vida llena de secretos, de engaños, de misterios, después de todo parecía más simple que aquella que estaba enfrentando.

No sabía en quién confiar o con quién hablar sobre lo que me estaba atormentando, me explicó, no tenía amigos y si los hubiera tenido lo más seguro es que me tomaban como un loco. Nadie iba a creer que mi madre estaba enamorada y obsesionada de mí, que habíamos tenido sexo e hizo que la chica que me gustaba desapareciera. La angustia me perturbaba y me daba cuenta que había perdido todo lo que yo creía que era felicidad en un mes, mientras más pensaba en aquello, más me deprimía. 

Esa incertidumbre cambio ligeramente, cuando mi tía me dijo que pasaríamos unos días en la casa de Eduardo. Al principio imagine que Vicky hacía eso, para aproximarse a ese hombre al que no había dejado de amar, pero luego comprendí que mi tía solo buscaba que yo volviera a conectar con la realidad, pues con Eduardo las cosas solían ser muy movida, esto se multiplicó al saber que él vivía con dos hermosas muchachas, al principio me la presentaron como las hijas de su amiga. 

El primer contacto que tuve con ellas, fue en un hospital, pues Vicky fue a un control y Eduardo quiso estar presente, luego me enteraría que tomó una decisión que simplemente me asombró, resulta que él tomó la responsabilidad del bebé que esperaba mi tía. En fin, en ese primer acercamiento con ellas, yo estaba todavía muy acomplejado, así que relativamente las ignoraba, no obstante, una de esas muchachas se me aproximó y debo admitir que logró sacarme por unos minutos de mi mundo deprimido. 

Quedé anonadado con el físico que tenía y el tamaño de sus bustos, levemente tuve la sensación que la había visto en alguna parte, sin embargo, era incapaz de recordar en dónde. Ella se presentó, al escuchar su nombre quedé igual de intrigado, porque sabía que había escuchado recientemente el nombre de Romina, pero no pude darme cuenta que se trataba de la amiga de Vanessa. Ella me hizo unas preguntas, intentó sacarme alguna información, aunque no hablamos mucho, pues cuando salió Eduardo con mi tía, ella dio un brinco para engancharse al brazo de él.

Luego de aquello, Eduardo nos llevó hasta el hotel en donde mi tía y yo nos estábamos hospedando. Esa fue la última noche en ese lugar, antes de irnos a la casa del ex de Vicky. Esa noche, fue la peor de todas para mí, porque apenas me dormí, empezó una horrible pesadilla en donde todo quedó oscuro y escuchaba una voz distorsionada que me juzgaba por mis pecados y los de mi familia, veía figuras tétricas y máscaras de demonios, a la vez que el oxígeno me escaseaba. 

Me desperté todo sudoroso, con el cuerpo helado y el corazón acelerado, –Ma… Mamá… Má…- expresé con el miedo recorriendo por mi cuerpo, igual como cuando era niño, busqué cobijo en mi madre, no obstante, ella no estaba en ese momento conmigo. Ignorando aquello, simplemente me metí en la cama de mi tía Victoria, la cual de seguro pegó un brinco al sentir que la abracé de la nada y me aferré a ella, mientras no dejaba de nombra a mi madre. 

–“Bru-Bru… Bruno, tranquilo”- me susurró ella, buscando que me tranquilizada, sin embargo, no podía sacarme esa sensación de sentirme culpable de todo y que nadie me quería.  Luego de unos minutos de tener mi rostro entre los senos de mi tía, comencé a sentir ese aroma que me excitaba y sin darme cuenta mi polla se puso muy dura. Al retirar mi cara de esos maravillosos senos, recordé que no estaba con mamá, sino con Vicky y me disculpé con ella, por haberme metido en su cama. 

Victoria en vez de juzgarme o pedirme que me fuera, me dijo que solo por esa noche, podía ser su niño. Supongo que lo hizo por tres simples motivos, el primero es que teníamos una relación bastante sana, la segunda que ella le prometió a mi madre cuidarme y la tercera, por su lado materno. Ninguno de los dos se percató que entre mis piernas una erección había florecido y que en el más ligero roce se haría notar, acostados juntos, pensábamos que dormiríamos tranquilamente. 

Sin embargo, ocurrió, ella pasó a tocar mi tronco con su pierna y eso hizo que ambos nos colocáramos incomodos. De di vuelta al otro lado y sin hacer contacto con mi tía, intenté dormir pero no podía conciliar el sueño y mi polla no dejaba de estar dura. El calor solo aumentó, me sentía como en una sauna y mi inquietud cada vez era más grande. Pensé en irme, sin duda era lo mejor que podía hacer, no obstante, apenas intenté colocar un pie fuera, mi tía me abrazó. 

–Vi… Vicky- afirmé asombrado al sentir sus senos en mi espalda, pero Victoria no dijo nada, solo se quedó así y para mí significó que fuera imposible cerrar los ojos. Sentí que el tiempo no avanzaba y el respiro de mi tía solo hacía que se volviera todo una tortura, no obstante, mi límite llegó, cuando sutilmente la mano de mi tía acarició mi entrepierna. Quise decir algo, pero en realidad me encantó ese roce, quería volver a sentirlo y nuevamente después de unos minutos, experimenté ese alucinante toque. 

La gran diferencia con el primer contacto, fue que con una de sus uñas pasó a sobarme la cabeza de mi polla que había sobresalido de mi pantalón. Solté un pequeño gemido, con cada toque perdía más la cabeza, al paso del quinto roce, ya no me importó nada y me bajé el pantalón de pijama, lo suficiente, para que así mi tía pudiera tocar mi duro miembro sin que se interponga la tela. Como si estuviera jugando conmigo, Vicky no tocó mi verga desnuda, sus manos se quedaron quietas. 

Impaciente, comencé a pajearme para obtener alivio, solo quería dejar de sentir mi polla dura y dormir. Estaba en lo mejor, cuando Victoria volvió a sobarme con sus manos, otra vez gemí y lo hice de nuevo, cuando finalmente ella agarró mi tronco, con ambas manos fue masajeándome con tranquilidad. Fue así como por fin logré acabar, soltando una gran cantidad de semen, que se derramó por las sabanas y en las manos de ella. Gracias a esa paja, pude dormir plácidamente. 

A la mañana siguiente, cuando abrí los ojos Victoria no estaba acostada a mi lado, ya se encontraba preparando nuestras cosas, para irnos a la casa de Eduardo. Yo evité hacer algún comentario de lo que había ocurrido en la noche y ella hizo lo mismo. Mi primer día en ese hogar, me quedé básicamente en el cuarto, echado en la cama mirando hacía el techo. Suspiraba y pensaba, buscando aceptar todo lo que había descubierto y sin dejar de preguntarme en dónde podía estar Agustina. 

No obstante, mis pensamientos se detuvieron cuando escuché el “toc toc” en la puerta. Miré a hacía esta y contemple cómo se abrió, de ella se asomó Romina, a pesar de que ella llamaba tío a Eduardo, sabía que entre los dos había algo más que una simple relación de “tío y sobrina”. Aun así, verla acercándose a mí, hizo que me sonroje, debido a su delantera que a cualquiera le resultaría bastante letal y en ese instante estaba usando una pequeña blusa con un escote divino.

Desconociendo el motivo por el cual fue a visitarme, se senté en la cama y le dije hola, Romina me sonrió y se sentó a mi lado. Tenerla tan cerca resultaba algo incómodo, más porque ella buscaba el contacto visual conmigo, parecía bastante intrigada con lo que me pasaba y mi actitud tan solitaria y poco amigable. 
Romina: Sabes, mi tío salió a comprar con tu tía y mi hermana está durmiendo. Lo que significa que tú y yo, podemos hablar tranquilamente. 

Yo: ¿Hablar? 

Romina: Sí, hay muchas cosas de las que quiero preguntarte, la más importante, ¿qué relación tienes con Vanessa?

Escuchar su nombre después de unos días, me hizo darme cuenta que no estaba tan solo, es decir, para encontrar a Agustina, siempre iba a tener a Vanessa. En ese instante, recordé cuando esa chica rubia habló de Romina con mi tía.  

Romina: Oh vamos, no te quedes callado, Vanessa es mi amiga y no me oculta nada, excepto lo de ustedes dos. 

Yo: ¿No viste el vídeo?
 
Le dije dándome cuenta que estaba malinterpretando las cosas, sobre su amiga y yo.  

Romina: ¿Qué vídeo? 

Yo: Uno que Vanessa subió en sus redes sociales. 

Esa chica parecía no haber estado conectada al internet en días, ya que no sabía lo que había compartido su amiga. Tras mirar el vídeo me quedó mirando con una sonrisa juguetona. –“Ya veo, perdiste a tu novia y la quieres de vuelta. Sin embargo, ¿por qué te ayuda Vanessa?”- expresó curiosa y sin quitarme los ojos de encima, –Porque somos amigos- respondí. Por más que no me parecía mala persona Romina, no quería interactuar con ella, me sentía todavía inseguro para establecer una comunicación.   

Romina insistió, intentaba de miles maneras poder sacarme algo relacionado a Vanessa, no obstante, mis repuestas eran escueta o simplemente no le respondía. Creo que llegué a caerle mal a esa chica, pero yo solo quería estar solo y así se fue mi primer día en esa casa. Al siguiente, mi tía me hizo que interactué más con Eduardo, con las muchachas, por suerte Valentina a diferencia de Romina, entendía que no quería hablar e interactuar. 

Eduardo parecía también entenderlo y me daba mi espacio, sin embargo, ya en el cuarto día en su casa, se me acercó. –“Hey Bruno, ¿me acompañas a comprar?”- me consultó, mientras yo me encontraba en el jardín de su casa, observando unas flores. –¿A comprar?- le contesté intrigado, –“Sí, quiero ir a comprar unas cosas para el bebé, pero quiero que sea sorpresa para Vicky”- dijo de manera amigable, –¿Por qué no vas con Romina o Valentina?- respondí tratando de evitar su invitación. 

Entonces soltó una pequeña risa, –“Parece que en verdad estás en otro planeta, Romi y Vale, salieron”- afirmó, –“No seas malhumorado Bruno, ven y acompáñame”- agregó buscando convencerme. Suspiré y me di vuelta, pensando que con eso él se iba a dar cuenta que no quería, pero después de un minuto me volteé y Eduardo seguía ahí parado. –No te vas a mover de ahí, hasta que vaya contigo, ¿verdad?- exclamé algo molesto, él rio y me dijo que lo hiciera por mi futuro primo o prima y no por él o por Vicky.

Resignado acepté salir con él, durante el trayecto traté de no hablar, a pesar de que él no paraba de contarme sus ideas para remodelar una habitación y que sea apta para ese infante. Sinceramente, no comprendía por qué él estaba tan emocionado con el hijo de Victoria, es decir, él no era el papá, lo más seguro que el padre era uno de los colegas con los cuales mi tía le había colocado los cuernos. En un escenario así, cualquier hombre común, no le abriría las puertas a su ex, tampoco se haría cargo de su bebé.

A pesar de esas dudas, no quise interactuar con él, solo me límite a escucharlo. Al llegar a la tienda, Eduardo eligió algunas prendas para el bebé y me preguntó si el diseño le gustaría a tía. Sinceramente, sabía que todo eso era una tonta excusa para que yo me abriera con él y le confesara el dolor que me estaba perturbando, porque estuvo mucho tiempo saliendo con Vicky, era imposible que no conociera los gustos de ella y esos días habían estado muy cercanos por el tema del bebé.

Eduardo: Bueno Bruno, ¿cuál crees que le gustará más a Vicky?

Me volvió a preguntar, solo para probar mi punto, iba a elegir la prenda que evidentemente no iba a gustarle a mi tía, no obstante, antes de que pudiera decir algo o señalar cual atuendo, una chica rubia apareció. Ver ese color de pelo, hizo que mi corazón latiera velozmente y sintiera el aire pesado. Ella se le acercó a Eduardo, dándole un fuerte abrazo y la ansiedad que tenía, fue disminuyendo porque me percaté que ella no era Agustina, al mismo tiempo me sentí idiota por un segundo al pensar que se trataba de mi vecina. 

Eduardo: Vaya, Gabriela, ¿qué haces aquí? 

Consultó, mientras que esa chica se colocaba de puntilla, para poder rozar los labios de él, dejándome confundido, por la cercanía que tenían ambos. 
 
Gabriela: Ando de compras, porque uno de mis hermanos va ser padre y estoy buscando algo para mi futuro sobrina, ¿y tú qué haces en la sesión de bebé? 

Esa muchacha me ignoró completamente y sin ningún pudor sobó su boca con la de Eduardo, dio la impresión que en cualquier momento iba a besarlo fogosamente.  

Yo: Comprando ropa para su hijo.  

Manifesté inconscientemente y por la reacción que tuvo esa chica, supe que ella no sabía nada, por lo cual después de haber soltado esa bomba, quise escuchar la respuesta de Eduardo. 

Gabriela: ¿Hijo? 

Eduardo: Sí, verás Vicky está embarazada y asumí la paternidad, no hay nada más que decir. 

Gabriela: Es joda, ¿verdad? 

Eduardo: No, claro que no, ¿por qué jugaría con eso?

Ella quedó impactada, no le fue muy sencillo digerir eso, por mi parte, seguía cuestionándome la actitud y decisión de Eduardo ante ese embarazo. 

Gabriela: ¿Romina qué dice de todo esto? 

Eduardo: Está de acuerdo. 

Gabriela: Joder y no me dijeron nada, ¿por lo menos tienes garantía que ese bebé es tuyo? 

Eduardo: (Sonríe) Te lo iba a decir, pero por ahora solo quería mantener la sorpresa. Sobre lo otro, da igual si es mío o no, solo quiero que ese niño nazca en un hogar en donde sea feliz. 

Yo: ¿En serio? ¿No tienes ninguna motivación más que esa? ¿Qué pasa cuando crezca y sepa que en realidad no eres su padre? ¿Te has puesto a pensar cómo se va a sentir en haber vivido en un engaño? Y si quiere conocer a su verdadero padre, ¿se lo vas a impedir?

Solté palabras al viento totalmente indignado y el agobio de las mentiras con las cuales había vivido. Para mi sorpresa, Eduardo no dejó de sonreír, tampoco se molestó por mis preguntas, al contrario parecía feliz porque me estaba manifestando contra algo que no me agradaba. –“Sé que es difícil entender mi decisión, porque todos buscan un razonamiento lógico y yo suelo hacer lo contrario. Si te soy sincero no tengo una motivación más a la que he dicho y estoy agradecido con Vicky por permitirme ser quien la acompañe en este proceso”- expresó. 

–“Ahora bien, nadie sabe con seguridad si no soy su padre, porque por muy poca que sea hay una chance que sí, y si no, pues en algún momento lo va saber, tampoco voy a impedirle que conozca a su verdadero padre”- agregó, no vi malicia en sus palabras, menos mentiras. No obstante, solo suspire y me di la media vuelta, a la vez que oí que esa chavala le consultó a Eduardo, quién era y él contestó que me llamaba Bruno y era el sobrino de Vicky. 

–“Ah, el hijo de Isidora”- afirmó, solo escuchar el nombre de mi madre me dejó más agobiado. Me aparte de ellos, para poder tener tranquilidad y calmar mis emociones, era todo complejo, ya que sentía que extrañaba a mi mamá, que quería verla, abrazarla y que me cobije entre sus senos. Pero al mismo tiempo, me llenaba de ira, al recordar sus mentiras, sus acciones perversas y el daño que me había ocasionado principalmente al alejarme de Agustina. 

Pase cerca de una hora ahí cuestionándome diversos temas y asuntos, sin claridad de nada, suspiré, dándome cuenta que a pesar de todo, no me encontraba listo con ver a mi vecina. No sabía que cosa decirle si la tuviera frente de mí, menos sabría cómo iba a lidiar con ella y su odio a mi madre, porque de seguro después de todo lo que había hecho, la odiaba y yo en el fondo, era incapaz de hacerlo, por más que trataba de verla como era, no logre nunca sentir rencor hacia ella, solo enojo.

Regresé hacía la tienda para ver si Eduardo se encontraba todavía por ahí, para mi mala fortuna solo fue una pérdida de tiempo, porque ya se había ido de ese sector. Como no tenía nada que perder y dudaba que se haya ido sin mí, bajé hasta el parking. Una vez allí me dirigí a donde él había aparcado su automóvil. Al estar cerca, hubo algo que me llamó la atención y es que podía escuchar ligeramente unos gemidos, quise pensar que eran imaginaciones mía, que estaba delirando, sin embargo, al aproximarme más, contemple algo que me resultó deslumbrante. 

Eduardo se encontraba apoyado en su coche y con el pantalón por las rodillas, mientras que aquella muchacha rubia, estaba en cuclillas, afanada con el pene de Eduardo. Ella con su lengua dibuja sobre ese tronco que destacaba por su tamaño, recorría cada rincón y parecía estar embriagada por el sabor. Ser espectador de aquello, me produjo cierto dilema, pues quería dejar de mirar e irme a otro lado, pero al mismo tiempo, era tan erótico que mis ojos no se apartaban de esos dos, principalmente de la chavala. 

Y, es que en ese instante, me di cuenta que esa chica, tenía una cola llamativa. Sus glúteos eran bien firmes, redonditos y un tamaño peculiar, era más grande que la de mamá, Emma o Agustina, quizás como el de mi tía Vicky. Mientras más lo observaba, más se me colocaba dura la verga y los recuerdo de la noche en donde mi tía me masturbo, se me venían a la cabeza. Sin apartar mis ojos de Gabriela, empecé a anhelar una mamada tan guarra como la que le estaba dando a Eduardo. 

Hechizado con esa escena, fui levemente tocando mi miembro y apreciando como ella se engullía lentamente esa polla hasta al fondo su garganta. Era impresionante aquello y más que tuvieran los cojones de hacer algo así en un sector en donde los podían ver. Ligeramente se me vinieron a la cabeza las travesuras de Agustina, creando así una pequeña fantasía en donde veía aparecer a mi vecina, la cual se me allegaba con su sonrisilla coqueta. 

Sin decirme absolutamente nada, apegó sus labios a mi boca, masajeando su lasciva lengua con la mía. Sus manos recorrieron mi cuerpo, yo por mi parte me quede tieso y lo único que hacía era disfrutar de esa boquita tan sensual y atrevida. Agustina se apartó de mí, mordiendo mi labio inferior, luego se relamió y se acercó a mi oído, –“Veo, que me echabas mucho de menos, Brunito”- me susurró, a la vez que me sujetaba el pene con sus manos. 

Sus finos dedos se fueron metiendo dentro de mi pantalón, para luego rasgar mi tranca con sus uñas, haciendo que se me ponga más dura. Su cara reflejaba lujuria, la misma cuando se metió a mi cuarto por primera vez y me besó. Muda, se agachó y me bajó el pantalón, liberando mi verga, la cual lamió y después le dio un tierno beso. Ella abrió la boca y tragó la punta de mi polla, la cual seguía creciendo entre sus labios, algo que la entusiasmaba y cachondeaba. 

Poco a poco, fue cubriendo mi tronco con su boca y con sus uñas arañaba mis huevos, quería que yo perdiera la cabeza. Sin poder aguantar mucho más, terminé soltando una gran cantidad de esperma dentro de su garganta y un gran bramido. Al abrir los ojos me daba cuenta que tenía mi pene en la mano y me había pajeado, mientras que Eduardo y Gabriela, parecían estar terminando. Pues, él tenía sus manos apoyada en la nuca de ella y le daba unas cortas estocadas.

Sus piernas temblaban, al mismo tiempo que soltaba unos chillidos llenos de placer y tras unos segundos, comenzó a rellenar la garganta de esa chica. Soltó una gran cantidad, ya que esa muchacha fue incapaz de sostener todo ese semen dentro de ella y dejó salir una cascada que recorrió por su barbilla hasta caer en el suelo. Gabriela se saboreó cada rincón de su boca y luego se levantó, mientras que él se subió el pantalón cubriendo su aún vigorosa verga. 

Gabriela: Pensé que querías darme por el culo. 

Afirmó, sobando su endemoniada cola contra el paquete de Eduardo. 

Eduardo: Me encantaría, pero no tengo mucho tiempo ahora, así que mañana en la oficina voy a complacer ese deseo y voy a cumplir cada uno de tus caprichos, Gabrielita. 

Gabriela: Entonces te voy a estar esperando ansiosa mañana en tu despacho, para que me revientes el culo y luego nos divirtamos haciendo otras cosas. 

Ella sin dejar de menear su trasero contra el garrote de él, lo besó apasionadamente, para luego irse con una sonrisilla traviesa. Yo me quedé oculto por unos minutos, pensando en lo que había visto, interrogándome, qué clase de relación tenía entonces Eduardo con Romina. Mis pensamientos se vieron interrumpidos, cuando sonó mi móvil, era un mensaje de Eduardo, quién me señalaba que estaba esperándome en su coche, yo le contesté que ya iba. 

Me tomé unos minutos, antes de irme hacía donde él, para que pensada que todavía estaba dentro del centro comercial. Al llegar, simplemente me senté y solté un pequeño suspiro, todavía cuestionándome algunas cosas de ese hombre. –“¿Ocurre algo Bruno?”- preguntó a la vez que se colocaba en marcha, –No, no… Solo quería pedirte disculpa por mi actitud- le respondí. –“Tranquilo, no tienes que disculparte de nada, te entiendo perfectamente”- me dijo.    

–Ah ¿sí?- expresé entretanto miraba por la ventana, –“Sí, verás, Vicky me comentó un poco lo que pasó, no dio muchos detalles y yo tampoco se los pedí, porque imagino que es un momento difícil para ti y no quieres que unos adultos que se dan de sabio, te sermoné, cuando claramente no han estado en tus zapatos”- manifestó, dejándome bastante satisfecho con su opinión, ya que era algo que realmente pensaba o sentía en ese momento. 

Yo: Ya veo, aprovechando la instancia, ¿puedo hacerte unas preguntas? 

Eduardo: Claro, adelante, dime ¿qué quieres saber?

Yo: Sé que tú y Romina, tienen algo más que la relación de “tío y sobrina”, es claro cuando te das cuenta de los mínimos detalles, pero a la vez, también pareces tener algo con esa chica rubia, que apareció en el centro comercial. 

Eduardo: (Interrumpe) Al momento solo es una relación de sexo, no estoy comprometido con Romina, tampoco salgo con ella, simplemente follamos y ya. Ella está consciente de que Gabriela también coge conmigo y no es la única, no le molesta ni le lastima, así que, digamos que disfruto de mi soltería. 

Expresó con total serenidad, dejándome impactado porque no buscó ninguna excusa para decirme alguna mentira, de hecho me reveló más información de lo que esperaba. 

Eduardo: De seguro no te esperaba que fuera sincero contigo, ¿verdad? 

Yo: N-no… 

Eduardo: Y te preguntas ¿por qué lo he sido? Bueno, es algo difícil de explicarlo, pero tú estás harto de las mentiras, buscas a alguien en quien confiar y que pueda orientarte en este proceso. Lo único que puedo yo es ser sincero contigo, para que puedas permitirme apoyarte. 

Yo: ¿Por qué te importo tanto? Es decir, soy el sobrino de la mujer que te fue infiel con tu mejor amigo y tus compañeros del trabajo, además de que ahora te está metiendo un hijo. 

Eduardo: Porque tú no tienes la culpa de lo que pasó con Vicky, además ella y yo ya arreglamos nuestras diferencias y no me está metiendo un hijo, yo quiero ser el padre de ese niño, ya te lo he dicho. 

A pesar de la honestidad de Eduardo, yo no tenía la facilidad de poder hablarle de mis líos, porque tenía miedo de que en realidad él no estuviera siendo sincero y solo jugaba conmigo. Así que solté una consulta que tal vez fue más hecha con la excusa de buscar un motivo para no confiar en él. 

Yo: Mi mamá es una mujer muy guapa y la primera vez te conocí me di cuenta que te quedaste embobado con ella… Tú, no intimaste con mi madre, ¿verdad?

Al voltearme para mirarlo me percaté que estaba nervioso y a diferencia de antes, se tomó el tiempo antes de contestarme, aunque igual que la vez anterior me sorprendió. 

Eduardo: Eehh… No, solo tuve una relación de cuñados con tu madre. Sin embargo, estás en lo correcto, Isidora me calentó en más de una ocasión y eso se debe a que me recordaba a la madre de Romina. 

Yo: ¿Ella nunca se te insinuó? 

Eduardo: Joder, Bruno, si busca saber si hubo algún momento en que me dejé llevar por la lujuria, te diré que solo una vez tu madre y yo estuvimos cerca de rendirnos la tentación y fue el día cuando anuncié mi compromiso con Vicky, yo había tomado mucho, ella se encontraba sola en el salón y por muy poco terminamos haciendo algo que no debía, pero solo eso, nada más.  

Era algo asombroso, él estaba dispuesto a ser lo más honesto conmigo, aun así, yo no pude hablarle de mí y lo que había pasado en ese mes. Para desviar la conversación, le dije algo que le resultó interesante.

Yo: Sabes que Vicky aún te ama, ¿verdad? 

Eduardo: ¿Qué? 

Yo: Pensé que te habías dado cuenta, es decir mi tía es muy orgullosa y no suele pedirle ayuda a sus ex. Ella buscaba criar a su hijo, sola, pero surgió mi inconveniente, ella acudió a ti por mí y terminó dándote la paternidad de su bebé. Si ella no te amara, no lo hubiera hecho. 

Tras esa afirmación, Eduardo quedó completamente en silencio y durante el regreso a casa, no abrió más la boca, solo se escuchó el murmullo del viento. Al llegar a la casa, sin decir nada me fui a la habitación en donde me estaba quedando, al paso de unos minutos, sentí que golpearon la puerta, señalé que pasaran y mientras abrían la puerta, yo me volteé a ver. Era mi tía, la cual por cierto lucía jodidamente sensual y atractiva, me dejó con la boca abierta, sin querer. 

Como de costumbre, ella estaba usando unos tacones finos, los cuales la ayudaban para resaltada aún más, con el vestido que llevaba puesto. Si bien, no era uno que mostrada mucho, pues le cubría tos hombros y muy bien esa potente delantera, solo le llegaba hasta los muslos, regalando así un vistazo espectacular de sus interminables piernas, sin mencionar que ese atuendo se ajustaba perfectamente a su cuerpo. Las palabras no me fluyeron y ella se dio cuenta de eso, solo soltando una pequeña risita se acercó a mí. 

–“Bruno, ¿tienes tiempo para hablar un momento conmigo?”- me preguntó parándose al frente de mí. Yo sin modular alguna frase, solo moví mi cabeza de arriba hacia abajo, ella sonrió y se sentó a mi lado, inquietándome así un poco, ya que sentía que mi polla empezó a cobrar vida. –“Vaya sobrino, parece que esa es tu forma de decir, luces bella, Vicky”- expresó entre risas, –“En fin, he venido a verte porque quiero decirte que me tomé la libertad de agendarte una hora para mañana con el mejor psicólogo del país”- añadió. 

–¿Hora con un psicólogo?- consulté saliendo de mi atolondramiento, –“Sí, verás, lo que has vivido no es normal y sé que no puedo obligarte a que te quiebres conmigo, menos soy la persona más indicada para darte consejos, pero sé que con él si podrás desahogarte, además de encontrar respuesta a tus agobios. Sin embargo, solo es una recomendación y si aceptas, mañana a primera hora tienes un pasaje para regresar a la capital”- contestó preocupada por mí. 

–¿Por qué crees que voy a hablar eso con un desconocido?- le pregunté, tratando de entender su decisión. –“Porque Tomás tiene un don, un ángel, que apenas lo tienes frente tuyo sientes confianza. Por algo la mayoría por no decir todos, quieren atenderse con él, además, lo conozco y sé que es el único que puede ayudarte a aliviar todos tus problemas”- aseguró Vicky. Yo le dije a mi tía que lo iba a pensar, ella volvió a sonreírme y luego se despidió de mí, dejándome solo en ese cuarto, en donde había pasado mi mayor tiempo en ese hogar.   

April: Vaya, que Vicky haya dicho esas palabras de mi esposo, es bastante gratificante. 

Interrumpió April, yo le sonreí y miré el suelo, porque comenzaba a sentir vergüenza por las palabras que le había dicho a ese hombre y haber desconfiado de él. Además, sentía que tenía una conexión con Tomás, una que me permitía relajarme más al relatarle ciertos sucesos. Volviendo con mi historia, recuerdo que aquella tarde me pasé pensando detenidamente si debía aceptar la recomendación de mi tía o no, no obstante, por mucho que lo meditaba no encontraba una decisión idónea. 

Ya de noche, bajé a comer, para mi sorpresa no vi a nadie en el primer piso ni en la cocina, me senté y comí solo, todavía con muchas dudas en mi interior. Frustrado, golpeé la mesa y me rompí en llanto recordando cada una de esas terribles verdades que fui descubriendo. Pero sin duda lo que más me lastimaba es que no me veía aún listo para volver a ver a la chica que me gustaba. Fue en ese instante en que decidí aceptar la propuesta de Vicky y probar suerte con Tomás. 

Terminando de lavar los cubiertos que había usado al igual que el plato, subí al segundo piso, para decirle a mi tía sobre mi decisión. Sin embargo, no la encontraría en su habitación, pensé ingenuamente que tal vez, había salido, pero todo cambió cuando empecé a escuchar unos jadeos. Confundido, me fui acercando hacía donde venían esos suspiros, quedé atónito al darme cuenta que eran de la habitación de Eduardo, con la curiosidad ya metida, fui abriendo la puerta de manera cautelosa. 

Mi primera reacción fue de asombro y luego pase a estar más alegre, pues ver a Vicky siendo amada otra vez, me dio cierta satisfacción después de todo, mi tía se merecía algo de felicidad. Ella había sido muy buena conmigo y luchó contra sus deseos carnales, por un mes. La única persona con la que estuvo cerca de tener sexo, fue conmigo y básicamente porque me aproveché de su debilidad y amabilidad. Aunque claro, también estaba esa paja que me dio mientras compartimos cama en el hotel, fácilmente ese día ella me hubiera permitido satisfacerla, pero no lo hizo.  

En ese momento el vestido de ella, caía paulatinamente al suelo y los dedos de Eduardo jugaban con su coño. Victoria trataba de ahogar sus chillidos, sin embargo, le resultaba muy complejo, más si él le mordisqueaba los pezones y con su otra mano, estrujaba esos senos. –“Ooohh… E-E… Edu… Debemos parar”- exclamó con su voz fatigada. Aquella declaración fue toda una sorpresa para mí, porque era algo que ella anhelaba y más porque seguía enganchada a ese hombre.   

Él en vez de parar, continuó, haciendo que Vicky apoyara sus manos en sus hombros y dejará salir unos aullidos. –“E… Ed-Eduardooo… Ba-basta”- volvió a expresar, a diferencia de la vez anterior, Eduardo si se detuvo. Alejándose de ella, la quedó mirando fijamente, –“Uuuff… Eso estuvo cerca…”- dijo mi tía, no obstante, él solo se había detenido, para poder quitarse el pantalón y cuando Victoria vio esa polla erecta frente de ella, sus ojos se hicieron enormes, reflejando su deseo por ese trozo de carne.   

–“No quieres, porque crees que vamos a lastimar a Romina, ¿verdad?”- consultó Eduardo, disminuyendo la distancia entre ambos y frotando su miembro entre los muslos de mi tía. –“Sin embargo, no debes preocuparte por eso, ella no se va a enojar ni menos sufrir, si te confesé que estoy teniendo algo con ella, es porque quiero que tú también formes parte de esta relación liberal”- agregó, tomándola de su mentón y allegándola a su boca. 

–“Con Romina al momento solo follamos, no es que ella sea mi novia, así que tampoco le seré infiel contigo. Además, ya me he cogido a otras, como a Gabriela”- susurró, dejando a mi tía desconcertada, –“Sí, la hija de mi jefe es mi perrita, al igual que Valentina, mi prima y Belén, la amiga de Romi. Todas ellas son mis zorritas y lo hacen espectacular, no obstante, le hace falta una mentora y no hay ninguna candidata mejor que tú, Vicky”- sentenció, agarrándole las nalgas a mi tía.  

Vicky: E… Es, es una locura, Eduardo.

Eduardo: Sí, es una jodida locura, pero estoy convencido que ellas lo aceptaran y te verán como su madre, la que le enseñará muchas más guarradas de las que saben. 

Vicky: Ooohh, Dios míooo… 

Comentó mi tía temblando y casi delirando de placer. 

Eduardo: Te encanta la idea, ¿verdad? 

Victoria no dijo nada, sin embargo, era evidente que le gustaba esa pervertida propuesta. 

Eduardo: Incluso podemos jugar a ser una familia y dejar que nuestra imaginación nos lleve a diversos placeres. Pero dime, ¿aceptas o no?

Vicky: S-sí… Sí joder, quiero ser tu putita también y la madre de esas perritas, con gusto le transmitiré mi experiencia para que te complazcan cada vez mejor. 

Ellos se besaron eufóricamente, como si se hubiera reconciliado y volverían a estar comprometido. En la cabeza de mi tía de seguro pasaban miles de guarradas, al igual que en la de Eduardo, quien de un jalón terminó quitándole el vestido a Victoria, para luego cargarla y llevarla a su cama. Ambos no paraban de comerse los labios, estaban totalmente locos de lujuria tras concretar su trato, mi tía de un tirón le abrió la camisa de él y se la quitó sin que sus bocas se separen.  

Eduardo con sus manos moldeaba la figura exquisita de mi tía y su polla rozaba esa húmeda vulva, que se moría por ser penetrada. Después de ese denso y fogoso beso, él trazó con pequeños besos el cuello de Victoria, a la vez que sus manos apretaban esas gordas tetas, ella no podía controlar sus gemidos y soltaba uno tras de otro. Eduardo se alejó de ella y sin ningún aviso, descendió hasta su coño, con solo rozarlo con sus labios, hizo que mi tía tiemble. 

Él sonrió completamente fascinado y tras eso empezó a dar unas tiernas lamidas, las que hicieron que la respiración de Vicky se acelere. Eduardo conocía perfectamente el cuerpo de mi tía, sabía en qué zonas era más sensible al placer, así que no fue tonto y usó sus dedos, los cuales parecían perderse en ese chocho necesitado. Vicky se agarró de las sabanas y con sus piernas abrazó el cuello de su amante, quien parecía cada vez sumergirse más en esa vagina. 

Con el paso de unos minutos, Victoria terminó liberando su néctar, quedando tendida en la cama, recuperándose de ese gran orgasmo. Eduardo disfrutó aquello y se acercó a los labios carnosos de mi tía para besarla, dándole de probar el sabor de sus jugos que él aún tenía en su boca. –“Sabes, me alegro que hayas aceptado, porque desde que te vi en el hospital he tenido unas ganas de follarte”- le murmuró mordiendo su lóbulo, Vicky soltó un pequeño bramido y le brillaron los ojos al oír eso.      

–“Yo, quedé muy cachonda ese día, solo quería estar a solas contigo para que me des lo que más amo”- le respondió mi tía a él, entretanto tomaba esa verga entre sus manos. Los dos se rieron y no apartaban los ojos del otro, –“Entonces, ¿qué esperas? Cabalga mi polla como lo sabes hacer”- le susurró. Ellos se apartaron brevemente para acomodarse en la cama, Eduardo quedó acostado con su tranca empinada y mi tía antes de montarse sobre ella, pasó su lengua por sus labios y le dio una ligera lamida a esos huevos.

Después fue dibujando con su lengua por el largor de ese tronco, llegando a esa cabeza dura y roja. Ella no pudo contenerse y la chupó, mientras lo hacía con sus dedos jugaba con su coño, sin que lo sospechada me estaba regalando una vista impresionante, pues su culo pomposo y su chocho maduro que brillaba por lo mojado que estaba, literalmente estaban en frente de mí. Vicky parecía totalmente adicta a ese pene, porque no lo dejaba de saborear. 

Con sus manos apretaba esas bolas, al mismo tiempo de forma gradual fue tragando ese tronco. Sabía que tenía que dejar de verlos, aun así, como si fuera un fetiche, me sentía impulsado por observar detenidamente todo lo que pasara en esa noche de pasión entre mi tía y Eduardo. Verla a ella tan motivada y perdida al tragarse ese sable de carne y al él disfrutar de la mamada que le daba Vicky, me hipnotizaba. Cada vez que se retiraba ese miembro de sus labios, se notaba más lo húmedo que lo dejaba por su baba. 

Los hilos de salivas que se desprendían se hacían más gruesos y llegaban a brillar con la luz nocturna. Victoria se relamió la boca y luego allegó sus tetas a ese pene y de manera lenta fue masajeándolo, abriendo su boca para esperar esa descarga de leche que tanto ansiaba. Eduardo trataba de resistirse, pero fue inútil y terminó soltando una gran cantidad de semen en los senos y boca de mi tía. Ella degustó con felicidad esa leche que había bañado sus labios. 

Con un rostro lleno de libido, le limpió toda la polla y después se levantó para finalmente montarla. Ver cómo se fue metiendo esa tranca vigorosa dentro de su coño ardiente, fue impresionante y muy excitante. Sus paredes vaginales volvieron a extenderse para recibir ese trozo de carne que la rellenaba, Vicky jadeó muy fuerte y se mordió los labios de tanto deleite que recibía. Sin perder el tiempo ella fue saltando sobre esa verga y todo su cuerpo parecía estremecerse.
Secreto en la familia. Capítulo XI:


Ya no podía callar ningún gemido, simplemente soltaba uno tras otro, lleno de deseo y lujuria, sin darme cuenta otra vez, tenía mi mano sobre mi polla, masturbándome con la cogida que recibía mi tía. Ver sus tetas rebotar y danzar al ritmo de cada estocada era una maravilla, poco a poco comenzaba a querer unirme a ellos, de poder clavar mi miembro en uno de los agujeros de Vicky y perderme completamente en esa locura ferviente, sin embargo, cuando los ojos de ella hicieron contacto con los míos, sentí vergüenza. 

Al principio me quedé perplejo, no obstante, a medida que pasaban los segundos y ella no dejaba de mirarme, fui sintiéndome incómodo y nervioso. Que yo la estuviera observando, al parecer la cachondeó mucho más, porque se movía de manera más intensa. Avergonzado dejé de pajearme y guarde mi polla, para irme a mi cuarto, ahí me tiré en la cama y me pregunté una y otra vez, qué hubiera pasado si tenía el valor de entrar a ese cuarto.

Con aquella depravada idea cerré los ojos, aquel plano oscuro de mis sueños se fue transformando y fui abriendo los ojos, todo lo que observaba era una imagen difusa mientras escuchaba un ruido bastante particular. Al abrir bien los ojos me di cuenta que mi verga estaba siendo engullida y quien me la comía con tanta vehemencia no era otra que mi tía. –Vi-Vi… ¿Vicky?- exclamé asustado y tartamudeando, ella no se detuvo y continuó mamando.   

Podía haberla detenido sin embargo, era algo que me encantaba, porque joder esa mujer sabía muy bien cómo devorar una polla. No obstante, se dejó de hacer aquello al escucharme aullar, apartó sus labios de mi tranca y con una sonrisa juguetona se allegó a mí. Apoyando sus tetas en mi pecho, me preguntó si quería disfrutar de su cuerpo maduro, yo no sabía qué responder, pero entre más me demoraba en dar una respuesta, más su dulce aroma inundaba la recamara y me hechizaba. 

–“Bruno, yo sé que te mueres por probar el coño de tu tía”- murmuró, –“Y yo quiero saber qué tan bueno es mi sobrino”- agregó, mordiéndome los labios y obligándome a decir que sí. Vicky al oír esa palabra se entusiasmó y subiéndose en mis piernas fue moviendo sus caderas, haciendo que sus labios vaginales se flotaran con mi pene. Cada roce era maravilloso y me daba la impresión que mi mástil no dejaba de crecer y ejercía presión sobre ese chochito. 

Finalmente mi verga que había estado frotándose con esa vagina entraba en su interior. Victoria bufó y sus labios tocaron tiernamente los míos, antes que me diera cuenta estaba besándola perdidamente. Las penetraciones se hicieron intensas, pero para Vicky no era suficiente, no para una hembra como ella, el sexo era más que una simple estocas. Antes de que me diera cuenta, ella pellizcaba mis pezones y besaba mi lóbulo, todo eso me encendió y termine soltando una gran descarga.

Cerré los ojos de satisfacción y al abrirlo me di cuenta que todo fue un sueño, había vuelto a esa rutina, de fantasear con mujeres. Me sentí estúpido y luego me dio vergüenza porque había dejado las cobijas cubiertas de semen. Rápidamente después de haberme colocado algo de ropa, bajé con esas sabanas para poder dejarlas lavando y luego tomar una ducha para irme. Mi idea era salirme sin que nadie me viera, pero al salir de mi cuarto con la maleta me encontré con Eduardo. 

Pensé que él me iba a interrogar a dónde me iba, sin embargo, me solo me abrazó y me dijo que podía regresar cuando me diera la gana, yo solo sonreí, le di las gracias y le dije que cuide muy bien de mi tía. Así fue cómo terminé llegando donde Tomás, –Bueno, ese día hable muchas cosas con Tomás y ahora terminé de relatarle a usted cómo llegué hasta aquí y mis principales miedos y problemas que tengo- expresé mirando a April. –“Anoche,  ¿qué sentiste al volver a tu casa y ver a tu madre?”- preguntó ella, yo me quedé en silencio, pensé que me sería fácil describir lo vivido, pero me di cuenta que no lo era. 

–“¿Bruno?”- exclamó ella con cierta preocupación, –Sí, sí… Disculpe, estoy pensando en la respuesta y es que es difícil de explicar, porque al principio sentí rabia, tristeza, amargura pero ahora que me pregunta no siento nada- contesté, –“Además del contacto que hubo anoche cuando Tom te fue a dejar, ¿no tuviste otro con Isidora?”- consultó, –Nop… No tuve ningún otro contacto, la evite porque no me siento listo para hablar con ella del tema- respondí sereno. –“Por último, ¿ver el cuarto de Agustina desde tu ventana te produjo algo?”- 

Nuevamente me quedé callado y tras un breve intercambio de miradas le dije, –Sentí esperanza de poder verla, es raro, porque solo quiero verla y tenerla a mi lado, incluso si ella tras esto no quiere nada conmigo, me conformo con volver a verla. No obstante, no sé qué decirle si la tuviera frente mío o qué hacer si ella desea iniciar algo, pero lejos de mamá- le contesté agachando la cabeza. –“Tienes miedo a enfrentar ese escenario y es natural Bruno”- afirmó.

–“Agustina es la chica que amas e Isidora a pesar de todo es tu madre y tú la quieres como tal, sin mencionar que la sigues deseando sexualmente. Por lo cual quieres evitar a toda costa elegir entre ambas”- añadió levantándose. –“Bueno Bruno, diría que terminamos por hoy, no obstante, quiero pedirte un favor”- concluyó, mirándome a los ojos. –Un… ¿Un favor?- consulté intrigado, –“Sí, quizás no quieras hacerlo, pero lo siguiente que te diré no quiero que lo sepa aún Tom”- expresó nerviosa. 

Yo: ¿Qué cosa? 

April: (Suspira) De seguro Tommy ya te dijo que él fue vecino de tu mamá y tu tía, cuando eran niños y jóvenes. 

Yo: Sí, ¿qué tiene eso de especial?  

April: El papá de Tom se llama Enrique, lo que significa que mi esposo es tu hermano. 

No fui capaz de decir algo al respeto, me quedé atónito y ligeramente fui sintiendo que el pecho se me oprimía. Nunca hubiera imaginado que ese hombre resultaría ser otro de mis hermanos. Ella esperaba mi respuesta, no obstante, antes de que pudiera haber dirigido esa información, Tomás abrió la puerta y entró junto a Emma. Mi hermana lucía bastante deprimida, de hecho sus ojos parecían estar rojos e hinchados por tanto llorar, April me miró y confió que iba a guardar silencio. 

–“¿Pasa algo amor?”- consultó esa Milf intrigada, –“Princesa, voy a acompañar a Emma hasta su casa, porque debo hablar seriamente con Isidora”- expresó él, mirándome ligeramente y haciendo que sintiera un escalofrió recorrer por todo mi cuerpo. –“¿Dónde Isidora? ¿Por qué?”- manifestó preocupada, –“Porque al momento es la única que puede ayudarme a dar con mi padre”- replicó Emma, dejándome todavía más desconcertado, de qué padre hablaba.  

April: ¿Cómo?  

Emma: Ya debe saber que soy adoptada, que Isidora y Daniel se hicieron cargo de mí, cuando mis padres murieron. Sin embargo, hace unos meses descubrí que mi padre biológico está vivo y he hecho de todo, para conocer su identidad.  

Tomás: Intenté llamar a Vicky porque quería consultarle algo, pero no me contestó, imagino que debe estar ocupada.

Solté una irónica risa, –Joder, ¿cuándo van a acabar los secretos y mentiras en esa casa?- dije sin parar de reírme –Bien, vamos todos a preguntarle a mamá sobre tu padre y de paso yo le pregunto algunas cosas- expresé observando a April, la cual se veía incomoda con esa propuesta. –“Princesa, ¿estás bien?”- exclamó Tomás preocupado por su esposa, –“S… Sí Tom, solo que no me trae buenos recuerdo Isidora, pero vamos”- afirmó.  

Me quedé en silencio, durante toda la caminata hacía donde estaba el coche de Tomás. Aún no podía creer que él fuera mi hermano, cada vez que lo veía me sentía extraño y todo empeoró cuando me pregunto si me había sentido a gusto hablando con su esposa. –Her… Hermano- murmuré entre dientes, –“¿Dijiste algo?”- me preguntó él. –No nada, que April es una estupenda profesional y bueno, quería pedirte perdón por mi actitud- afirmé, –“Bueno, también te pido disculpa, si no fui del todo sincero en un principio”- dijo.

Durante el trayecto, Emma les consulto a la pareja, qué les había hecho mi madre, ya que parecía que en el pasado hubo un conflicto entre ellos. April explicó que todo sucedió cuando estaba embarazada de Vanessa, tenía unos 4 meses aproximadamente y que tras una pequeña visita a sus suegros, tomó su coche para regresar a su casa. Sin embargo, al poco tiempo de haber comenzado a conducir se percató que los frenos no funcionaban, esto fue porque mi madre se los había cortado. 

Si me hubieran dicho eso de mi mamá antes de verla con un cuchillo amenazando a Vanessa, lo más probable es que me hubiera espantado, pero para ese momento me esperaba cualquier cosa de ella. Por fortuna no terminó aquello en una tragedia y mi tía jugó un rol importante, ya que apenas supo lo que hizo mi madre, corrió a ayudar a April, la cual pudo mantener la calma, sin embargo, fue una experiencia que la dejó muy mal por un tiempo. 

Al llegar a la casa, Tomás miró a su mujer, de seguro era para comprobar si ella quería bajar del coche y ver mi madre, después de todo, April había señalado que lindos recuerdos de mi madre no tenía. Ella sonrió y abrió la puerta, todos nos bajamos y caminamos hasta la entrada, yo me quedé atrás mirando a Tomás, poco a poco aceptaba que era mi hermano y extrañamente eso me hacía feliz. Al tocar el timbre, pasaron unos dos minutos, para que mamá abriera la puerta, ella al vernos acompañados por ese matrimonio quedó desconcertada. 

Isidora: ¿Qué clase de reunión es esta?

Dijo sarcásticamente y en ese leve cruce de miradas que ella tuvo con April, note tensión y remordimientos.  

Tomás: Solo queremos preguntarte algo y espero que seas sincera. 

Isidora: (Ríe) Déjame adivinar, ¿quieres saber si en verdad Bruno es tu hermano? Y así es mi querido chico de al lado. Tu papi se aprovechó de mi corazón roto. 

Esa declaración dejó confundido a Tomás, por mi parte quedé sorprendió por la frialdad con la que había revelado aquello, mi madre, no se colocó nerviosa ni tampoco buscó alguna excusa para desviar el tema, al contrario fue directa, al parecer ya había dejado las mentiras de lado. Por otra parte, April tenía un rostro de espanto y mamá al ver la cara de Tomás, se dio cuenta que tal vez había cometido un error. 

Isidora: ¿Qué? ¿Dije algo que no debía? 

Tomás: Tú… ¿Tú estuviste con mi papá? ¿Bruno es hijo de mi padre? 

Él se volteó y miró a April, quien suspiró y movió la cabeza de manera afirmativa. 

April: Sí, o sea fue uno de los tantos secretos que Bruno descubrió y sin saber que él era tu padre, terminó en tu consulta. Imagino que Vicky no quiso decírtelo, para que atendieras a Bruno de la manera más profesional. 

Isidora: Espera, ¿tú atendiste a mi hijo? Bruno, cualquier cosa que te haya dicho esta desgraciada sobre mí, no es verdad. 

April: Oh vamos Isidora, deja de ser infantil. No voy a perder mi tiempo y mi credibilidad, al crear metiras sobre ti, además lo que pasó entre nosotras, ya es pasado.
 
Isidora: Para mí no, aún me duele que me hayas robado a Tomás y sabes que, no voy hablar contigo, así que por favor mantén la boca cerrada. 

Tomás: Isidora, es una broma, ¿verdad? Tú y mi papá, no pudieron hacerlo. 

Expresó con una risa nerviosa, buscando negar la posibilidad de que su padre haya estado con mi mamá.
 
Isidora: Tomás, me sorprende que todavía creas que tu padre sea un santo. Por lo que tengo entendido tú y él, ya están muy distanciados, después de todo piensan muy distintos. Pensé que ya habías sospechado que él tuvo amantes. 

Tomás: No es que crea que mi padre sea un santo, no… Hay veces que me cuestiono muchas cosas de él, incluso de que pudo tener un hijo fuera del matrimonio, pero lo que no puedo creer es que tu locura haya llegado tan lejos. ¿Cómo pudiste meterte con mi padre?

Isidora: Lo dices cómo si yo busque quedarme embarazada de él y no fue así, simplemente pasó y ya. Además, eso no hubiera pasado si tú no me dejabas.   

Tomás: Jamás te dejé, mujer. Si nunca tuvimos nada, solo eras mi vecina a la cual ayudaba a estudiar, no hubo nada entre los dos.
 
Isidora: Durante todo ese tiempo que vivimos como vecinos te envíe señales para que te dieras cuenta que me gustabas, que me moría de ganas de salir contigo, que me vieras como la chica perfecta. Solo te pedía ayuda para estudiar porque quería estar cerca de ti. Sin embargo, te fuiste a estudiar lejos y eso me dolió, aun así te esperé pacientemente y cuando regresaste, llegaste con esa mujerzuela, ahí me terminaste de clavar un puñal en el corazón. 

Mamá comenzó a llorar, la razón por la que habíamos ido hasta ahí, se desvaneció por los aires, el misterio del padre de Emma pasó a un segundo plano y mientras ellos discutían, yo me daba cuenta que mi madre seguía muy enamorada de ese hombre, que era mi hermano. 

Isidora: Una vez incluso viaje para verte, quería pedirte disculpa por mis errores, pero te encontré revolcándote con tu “Princesa” y una mujer madura. Desde entonces odio con toda mi alma a tu esposa, porque ella sabía perfectamente que me moría de ganas de estar contigo, aunque sea una vez, pero jamás me invitó a divertirme con ustedes. 

Tomás: Estás totalmente demente, siempre buscas justificarte y hacerte la victima de todo, hazte responsable de tus errores de una vez Isidora. Esta obsesión tuya ha ido tan lejos que hasta lastimas a tus propios hijos y no me sorprendería que tuvieras en un sótano a Agustina.
 
April: Tom, relájate, vinimos aquí para averiguar si Isidora sabía algo del padre de Emma. 

Isidora: No sé nada, si eso es todo, pueden irse, a menos que Tomás quiera pasar a tomar una taza de café.

Tomás: ¿En serio crees que voy a tomar un café contigo? 

Isidora: Sí, porque tal vez me puedes refrescar la memoria sobre el papá de Emma. 

Ver a mi madre pasar del llanto a ser tan coqueta con Tomás, me molestó, se le estaba insinuando en ese momento, incluso después de que me había prometido fidelidad hace una semana. Comenzaba a sospechar que su capricho conmigo, solo se debía que me parecía un poco a ese hombre, ya no me sorprendía saber que tenía el mismo corte de cabello cuando él tenía mi edad. De hecho hasta pensaba que cuando teníamos sexo ella se imaginaba a Tomás. 

Estaba a punto de decir algo, cuando entonces, en un susurro del viento, escuche una voz que me tranquilizó, –“Eduardo Urriaga”-, al voltearme observo esos bellos ojos esmeralda y esa melena rubia que brillaba con la luz del atardecer del sol. –“Ese es el nombre del padre de Emma”- sentenció, al mismo tiempo que se acercaba a mí y me abrazaba fuertemente. Todo quedó en silencio, –A… A-Agustina…- balbuceé, con una sonrisa trazada.      
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Bueno, cada vez queda poco para la conclusión de esta historia, espero que os guste el relato y muchas gracias por su apoyo. Perdón por no ir publicándolo de manera más activa, pero los días se me hacen muy cortos y los viernes suelo tener más tiempo.    

2 comentarios - Secreto en la familia. Capítulo XI:

JukUik
Simplemente ESPECTACULAR! Que enredo mas interesante es esta historia!!!! 😅😅😅😂😵😵
20-ole
esto es mas enredado que una tela de araña. en pasajes rellenaste el capitulo con pura mierda que me tuve que saltar porque hincha las bolas, pero cuando comenzo el verdadero contenido de esta historia se te ocurre finalizarlo en lo mejor jajajaj QUEDO IMPACIENTE PARA SABER QUE MAS OCURRE. pero no rellenes con tanta hincha pelota jajaj