Ella me pidió que le escriba esto. Yo lo comparto con ustedes
Habíamos logrado tomarnos unas vacaciones solos, fuera de la provincia. Aprovechamos el viaje para pasear, conocer nuevos lugares y vivir nuevas experiencias. Si bien las experiencias sexuales nuevas no estaban como un plan, la idea de concretar algunas fantasías pendientes estaba dando vueltas en mi cabeza. Unos días antes de viajar empecé a buscar información sobre diferentes lugares para aprovechar nuestras noches solos. Las actividades de día estaban todas preparadas, pero las noches nos quedaban libres para aprovechar. Restaurantes, bares, shows boliches, lugares que fui mirando y agendando como posibilidad para nuestras visitas. Todo venía bien hasta que me topé con un boliche que ofrecía shows de strippers. Entré a la web para conocer un poco más, y ahí noté que no era un show de una noche. Y el lugar no era un boliche. Era más bien un club nocturno, con shows de stripper los viernes. Shows de Drag Queen los sábados. Espectáculo de sexo explícito los domingos. Y lo que más me llamó la atención, encuentros swingers los jueves. El aviso ya despertó mi curiosidad. Tomé nota y pensé que hay estaba la chance de cumplir una de las fantasías pendientes. No te dije nada. Pensé que lo mejor era esperar a estar allá, y avanzar con la idea bien cerca de ese momento. No teníamos que pensarlo mucho. Tenía que salir.
Los días pasaron con normalidad. Mucho paseo de día. Cenas, bares y boliches de noche. Y mucho sexo en el hotel, a la vuelta de cada salida. Estábamos activos como hacía mucho no habíamos estado. Lo estábamos disfrutando. Cuando llegó el jueves, decidí que había que dar el paso adelante con el tema de las fantasías. Fuimos a comer, y después a u bar. El alcohol corría desde la cena y en el bar las charlas fueron subiendo su temperatura. En ese contexto me animé a contarte mi idea. Te conté de que se trataba, y todo lo que había averiguado. Vos estabas entre sorprendida y entusiasmada. Con risa nerviosa preguntabas a cada rato si estaba seguro. Yo estaba decidido. Después de terminar unas copas te decidiste. Te paraste de una y me dijiste, “bueno, vamos entonces”. Pagamos la cuenta y salimos. Era cerca, un par de cuadras, pues había planeado eso para que no se nos haga complicado movernos.
En el camino los nervios se notaban. Manos transpiradas y silencios prolongados. No sabíamos que decir, pero cada cruce de miradas derivaba en sonrisas. Sabíamos lo que íbamos a buscar, y estábamos nerviosos. Pero seguros de lo que hacíamos. Llegamos al club y entramos, sin muchas vueltas. Nos sentamos en una mesa, en una esquina, y pedimos algo para tomar. La verdad es que estábamos ahí, pero no teníamos ni idea de que había que hacer. “Porque no leía algo sobre como actuar en un lugar como este”, pensaba en silencio, mientras te miraba y vos me sonreías. Al menos la música era bastante buena, por lo que al menos, si no nos salía bien, pasaríamos un buen rato juntos, tomando algo y escuchando música. No pasó mucho tiempo hasta que noté que estabas cruzando miradas con un muchacho que estaba en la barra, junto con una chica. Las miradas eran correspondidas con sonrisas. Pensé que la cosa se empezaba a caminar, pero no sabía que hacer, como actuar. Te hablé. Te dije que se estaban mirando, te reíste. ¿Te gusta?, te dije. Está bueno, respondiste. Entonces, ya sin disimular me di vuelta para verlos bien. Ella también estaba buena. Me gustó. Él saludo con la cabeza, levantando su copa. ¿Será así que se empieza?, pensé. No había tiempo de pensar, respondí igual. Sonrisa, cabeza y copa. Giré otra vez. Cuando estaba por hablarte dijiste como sorprendida, “ahí vienen”.
Se acercaron y saludaron. Se presentaron. Él Pablo, ella Laura. Más o menos mi edad los dos. La charla empezó como cualquier charla con desconocidos en un boliche. El típico de donde son, que hacen por acá, les gustó nuestro lugar y cosas así. No fueron muchas preguntas hasta que llegó una clave. ¿Es la primera vez que entran a un lugar así no? Se notaba mucho nuestra inexperiencia en el tema, por lo visto. Respondimos que si. Contamos lo que pasaba, lo que buscábamos y como decidimos llegar hasta ahí. Ellos tenían bastante experiencia, y nos contaron que era habitual la llegada al club de turistas que buscaban una primera experiencia. ¿Si quieren los podemos ayudar? Dijeron entre risas. También nos reímos, y sin mirarnos, contestamos al mismo tiempo. “si, claro”. En ese momento, empezaba una nueva experiencia para nosotros.
Después de unos tragos, un poco de charla y muchas risas. Él se paró y te agarró de la mano para salir a bailar. Ella hizo lo mismo conmigo. Nos pusimos a bailar algo alejados, pero uno a la vista del otro. Cada tanto cruzábamos miradas como viendo si estaba todo bien. No se en que momento pasó, pero dejamos de mirarnos. El baile se había puesto intenso. Yo podía sentir como ella se acercaba a mi buscando el contacto. Entre vuelta y vuelta miré para donde estaban ustedes. El baile había derivado en un intenso beso. Sus manos tomaban tu cuelo y sus dedos se enredaban en tu pelo. Tus manos se habían enredado en su cintura. Estaban muy pegados. Tus pechos casi explotaban contra los suyos. Sentí como ella se me acercó, no lo dude. La besé con pasión. Mis manos recorrieron su espalda, hasta su cintura, sus manos recorrían mi espalda. La apreté fuerte contra mi, pude sentir como sus pechos se explotaban contra mi. Ella se movía suavemente, como buscando que mi pija, bastante dura para ese entonces, recorriera su entre piernas. Los besos se repetían, uno tras otro. No nos dimos cuenta, pero ustedes estaban al lado nuestro. Un “¿nos vamos?” de él fue suficiente para un si. Nos fuimos a un hotel que quedaba a la vuelta, y que conociendo las prácticas del club habilitaba el ingreso de parejas. Vos caminaste con él, como si fueran pareja. Yo iba más atrás con ella. Eran apenas dos cuadras las que había que recorrer para dar la vuelta a la manzana. Las recorrimos casi trotando. Las ganas de seguir con lo que había empezado se notaban. Llegamos y entramos a una habitación. Ustedes entraron adelante. Como si nosotros no viniéramos detrás. El empezó a besarte y sus manos apretaron fuerte tus nalgas. Te t llevó contra él, y mientras te besaba comenzó a desnudarte.
Mientras tanto yo la desnudaba a ella, recorría su cuerpo con mis manos mientras le sacaba la ropa y la besaba el cuello. Cada tanto, de reojo, miraba como el te desnudaba y te besaba. Mi cabeza explotaba. Todavía no lograba determinar si me calentaba más desnudarla a ella o verte a vos. Era todo muy intenso. Quedaste desnuda. Le sacaste la remera y le desabrochaste el pantalón. Ella, ya desnuda, se separó un paso y comenzó a desnudarme. Vos te agachaste frente a él. Le desabrochaste el pantalón y de un tirón bajaste todo. Quedó desnudo. Saltó del bóxer una pija de un tamaño considerable. Para que al agarrarla tus dedos se toquen, tenías que apretar la mano. Fuiste directo a chupársela. Mientras ella me desnudaba pude ver como tu lengua le recorría la pija, y como entraba en tu boca, un poco más de la mitad.
Me concentré en ella, que se agachaba enfrente mío y comenzaba a chupármela despacio, recorría mi pija con su lengua una y otra vez. Me concentré en disfrutarlo. Escuchaba como el gemía mientras vos se la chupabas. La agarré a ella de los brazos y la llevé a la cama. Subí hasta sus tetas. Se las empecé a besar. Mi lengua recorría sus pezones. Los mordía despacio, mientras mi mano bajaba por su cuerpo hasta su concha. La primera caricia le hizo soltar un suspiro. La sentí muy mojada, con las siguientes caricias los suspiros se transformaron en gemidos. Empecé a bajar mientras mi lengua recorría su cuerpo. Llegué a su concha. Antes de comenzar a besarla levanté la vista. Estabas en el otro costado de la cama, con las piernas muy abiertas. Gimiendo, y él entre tus piernas jugando con su lengua en tu concha, mientras sus manos te pellizcaban las tetas. Me concentré en lo mío. Mi lengua se puso a jugar en su concha. Empezó a acelerar la respiración. Los gemidos se hicieron más fuertes. Los tuyos también. Era un concierto de gemidos entre las dos. Explotó ella. Sentí como me apretó con sus piernas. Sentí como se mojó. Te escuché gemir a vos. Volvía besar su concha con suavidad, y me paré. Vi como él se subió arriba tuyo, y de golpe te la metía. Soltaste un gemido muy fuerte. Te aferraste a su espalda. El se empezó a mover, despacio, pero hasta el fondo. Gemías muy fuerte. La agarré a ella y la llevé al borde de la cama. Me paré detrás de ella. El espectáculo era genial. Ella tenía una cola que no pasaba desapercibida, y yo la tenía frente a mi, abierta. Un poco más allá estabas vos, abierta como no recordaba haberte visto. Gimiendo fuerte mientras él entraba una y otra vez. La agarré de las caderas y se la metí con fuerza. Gimió casi gritando. Sentí como sus valgas rebotaban contra mi. Mi pija resbalaba dentro de ella de lo mojada que estaba.
Tus gemidos se hicieron intensos, cada vez más fuertes. Él aceleró. Yo empecé a acelerar también. Escuché su gemido. Escuché como gemiste fuerte. Te aferraste aún más a él. Te temblaron las piernas. Él se desplomó encima tuyo. Yo aceleré. Sentía sus nalgas rebotando contra mi. Ella gemía y yo sentía como se mojaba cada vez más. Soltó un gemido fuerte en el momento que exploté adentro de ella. Bajé el ritmo y seguí moviéndome un poco más, quería descargar hasta el último latido de mi pija. Ella se desplomó en la cama. Yo me tiré al lado. Te miré. Me miraste. Sonreímos.
Nos tomamos un tiempo para recuperarnos. De repente veo que ella se te acerca, te comienza a besar. Vos te dejás llevar con el beso. Sus manos empiezan a recorrerte. Las tuyas la recorren a ella. Ella te acuesta y te empieza a morder los pezones. Él se acerca a vos. Tus manos lo buscan. Agarrás su pija y se la empezas a acariciar. Yo me empiezo a recuperar. Me acerco a ella por detrás. Ella se corre y él te agarra de la mano, te levanta y te da vuelta. Te acomodas al borde de la cama. Vos y ella quedan frente a frente. Ella te besa. Me acerco, se la voy a meter despacio y siento su mano agarrando mi pija. La redirecciona. La acomoda para que se la meta por la cola. Empiezo a entrar despacio. Ella gime. Veo que él se acomoda atrás tuyo, y empieza separarte las nalgas, se acomoda y veo que respiras hondo. Él empieza a entrar, empezar a gemir. Y a acelerar la respiración. Yo empiezo a entrar. Ella te besa. Me empiezo a mover. Ella empieza a gemir entre los besos que te da. Veo que las manos de él buscan tu concha para acariciarla mientras te penetra por atrás. Entra y sale con suavidad. Su mano se mueve en tu concha. Tus gemidos son cada vez más intensos. Los de ella también. Siento que soltás un gemido. El acelera, pero no mucho. Sigue buscando que todo sea con suavidad. Gemís muy fuerte. El suelta también un gemido. Yo siendo como mi pija explota dentro de ella mientras ella también gime muy fuerte. Te veo caer desplomada en la cama. La pija de el queda al aire, y veo como sus últimas gotas caen sobre tus nalgas y se pierden como buscando llegar a donde estaba. Ella cae en la cama. Yo caigo rendido al lado de ella.
Recuperarnos cuesta un poco más. Ellos, con más experiencia se reponen. Se miran, sonríen. Se acerca. Se besan. Proponen tomar algo. Recuperamos el aliente, nos miramos, nos reímos. Decimos que es una buena idea, y nos fundimos en un beso antes de cambiarnos, solo ropa interior, para tomar algo con nuestros nuevos amigos.
Habíamos logrado tomarnos unas vacaciones solos, fuera de la provincia. Aprovechamos el viaje para pasear, conocer nuevos lugares y vivir nuevas experiencias. Si bien las experiencias sexuales nuevas no estaban como un plan, la idea de concretar algunas fantasías pendientes estaba dando vueltas en mi cabeza. Unos días antes de viajar empecé a buscar información sobre diferentes lugares para aprovechar nuestras noches solos. Las actividades de día estaban todas preparadas, pero las noches nos quedaban libres para aprovechar. Restaurantes, bares, shows boliches, lugares que fui mirando y agendando como posibilidad para nuestras visitas. Todo venía bien hasta que me topé con un boliche que ofrecía shows de strippers. Entré a la web para conocer un poco más, y ahí noté que no era un show de una noche. Y el lugar no era un boliche. Era más bien un club nocturno, con shows de stripper los viernes. Shows de Drag Queen los sábados. Espectáculo de sexo explícito los domingos. Y lo que más me llamó la atención, encuentros swingers los jueves. El aviso ya despertó mi curiosidad. Tomé nota y pensé que hay estaba la chance de cumplir una de las fantasías pendientes. No te dije nada. Pensé que lo mejor era esperar a estar allá, y avanzar con la idea bien cerca de ese momento. No teníamos que pensarlo mucho. Tenía que salir.
Los días pasaron con normalidad. Mucho paseo de día. Cenas, bares y boliches de noche. Y mucho sexo en el hotel, a la vuelta de cada salida. Estábamos activos como hacía mucho no habíamos estado. Lo estábamos disfrutando. Cuando llegó el jueves, decidí que había que dar el paso adelante con el tema de las fantasías. Fuimos a comer, y después a u bar. El alcohol corría desde la cena y en el bar las charlas fueron subiendo su temperatura. En ese contexto me animé a contarte mi idea. Te conté de que se trataba, y todo lo que había averiguado. Vos estabas entre sorprendida y entusiasmada. Con risa nerviosa preguntabas a cada rato si estaba seguro. Yo estaba decidido. Después de terminar unas copas te decidiste. Te paraste de una y me dijiste, “bueno, vamos entonces”. Pagamos la cuenta y salimos. Era cerca, un par de cuadras, pues había planeado eso para que no se nos haga complicado movernos.
En el camino los nervios se notaban. Manos transpiradas y silencios prolongados. No sabíamos que decir, pero cada cruce de miradas derivaba en sonrisas. Sabíamos lo que íbamos a buscar, y estábamos nerviosos. Pero seguros de lo que hacíamos. Llegamos al club y entramos, sin muchas vueltas. Nos sentamos en una mesa, en una esquina, y pedimos algo para tomar. La verdad es que estábamos ahí, pero no teníamos ni idea de que había que hacer. “Porque no leía algo sobre como actuar en un lugar como este”, pensaba en silencio, mientras te miraba y vos me sonreías. Al menos la música era bastante buena, por lo que al menos, si no nos salía bien, pasaríamos un buen rato juntos, tomando algo y escuchando música. No pasó mucho tiempo hasta que noté que estabas cruzando miradas con un muchacho que estaba en la barra, junto con una chica. Las miradas eran correspondidas con sonrisas. Pensé que la cosa se empezaba a caminar, pero no sabía que hacer, como actuar. Te hablé. Te dije que se estaban mirando, te reíste. ¿Te gusta?, te dije. Está bueno, respondiste. Entonces, ya sin disimular me di vuelta para verlos bien. Ella también estaba buena. Me gustó. Él saludo con la cabeza, levantando su copa. ¿Será así que se empieza?, pensé. No había tiempo de pensar, respondí igual. Sonrisa, cabeza y copa. Giré otra vez. Cuando estaba por hablarte dijiste como sorprendida, “ahí vienen”.
Se acercaron y saludaron. Se presentaron. Él Pablo, ella Laura. Más o menos mi edad los dos. La charla empezó como cualquier charla con desconocidos en un boliche. El típico de donde son, que hacen por acá, les gustó nuestro lugar y cosas así. No fueron muchas preguntas hasta que llegó una clave. ¿Es la primera vez que entran a un lugar así no? Se notaba mucho nuestra inexperiencia en el tema, por lo visto. Respondimos que si. Contamos lo que pasaba, lo que buscábamos y como decidimos llegar hasta ahí. Ellos tenían bastante experiencia, y nos contaron que era habitual la llegada al club de turistas que buscaban una primera experiencia. ¿Si quieren los podemos ayudar? Dijeron entre risas. También nos reímos, y sin mirarnos, contestamos al mismo tiempo. “si, claro”. En ese momento, empezaba una nueva experiencia para nosotros.
Después de unos tragos, un poco de charla y muchas risas. Él se paró y te agarró de la mano para salir a bailar. Ella hizo lo mismo conmigo. Nos pusimos a bailar algo alejados, pero uno a la vista del otro. Cada tanto cruzábamos miradas como viendo si estaba todo bien. No se en que momento pasó, pero dejamos de mirarnos. El baile se había puesto intenso. Yo podía sentir como ella se acercaba a mi buscando el contacto. Entre vuelta y vuelta miré para donde estaban ustedes. El baile había derivado en un intenso beso. Sus manos tomaban tu cuelo y sus dedos se enredaban en tu pelo. Tus manos se habían enredado en su cintura. Estaban muy pegados. Tus pechos casi explotaban contra los suyos. Sentí como ella se me acercó, no lo dude. La besé con pasión. Mis manos recorrieron su espalda, hasta su cintura, sus manos recorrían mi espalda. La apreté fuerte contra mi, pude sentir como sus pechos se explotaban contra mi. Ella se movía suavemente, como buscando que mi pija, bastante dura para ese entonces, recorriera su entre piernas. Los besos se repetían, uno tras otro. No nos dimos cuenta, pero ustedes estaban al lado nuestro. Un “¿nos vamos?” de él fue suficiente para un si. Nos fuimos a un hotel que quedaba a la vuelta, y que conociendo las prácticas del club habilitaba el ingreso de parejas. Vos caminaste con él, como si fueran pareja. Yo iba más atrás con ella. Eran apenas dos cuadras las que había que recorrer para dar la vuelta a la manzana. Las recorrimos casi trotando. Las ganas de seguir con lo que había empezado se notaban. Llegamos y entramos a una habitación. Ustedes entraron adelante. Como si nosotros no viniéramos detrás. El empezó a besarte y sus manos apretaron fuerte tus nalgas. Te t llevó contra él, y mientras te besaba comenzó a desnudarte.
Mientras tanto yo la desnudaba a ella, recorría su cuerpo con mis manos mientras le sacaba la ropa y la besaba el cuello. Cada tanto, de reojo, miraba como el te desnudaba y te besaba. Mi cabeza explotaba. Todavía no lograba determinar si me calentaba más desnudarla a ella o verte a vos. Era todo muy intenso. Quedaste desnuda. Le sacaste la remera y le desabrochaste el pantalón. Ella, ya desnuda, se separó un paso y comenzó a desnudarme. Vos te agachaste frente a él. Le desabrochaste el pantalón y de un tirón bajaste todo. Quedó desnudo. Saltó del bóxer una pija de un tamaño considerable. Para que al agarrarla tus dedos se toquen, tenías que apretar la mano. Fuiste directo a chupársela. Mientras ella me desnudaba pude ver como tu lengua le recorría la pija, y como entraba en tu boca, un poco más de la mitad.
Me concentré en ella, que se agachaba enfrente mío y comenzaba a chupármela despacio, recorría mi pija con su lengua una y otra vez. Me concentré en disfrutarlo. Escuchaba como el gemía mientras vos se la chupabas. La agarré a ella de los brazos y la llevé a la cama. Subí hasta sus tetas. Se las empecé a besar. Mi lengua recorría sus pezones. Los mordía despacio, mientras mi mano bajaba por su cuerpo hasta su concha. La primera caricia le hizo soltar un suspiro. La sentí muy mojada, con las siguientes caricias los suspiros se transformaron en gemidos. Empecé a bajar mientras mi lengua recorría su cuerpo. Llegué a su concha. Antes de comenzar a besarla levanté la vista. Estabas en el otro costado de la cama, con las piernas muy abiertas. Gimiendo, y él entre tus piernas jugando con su lengua en tu concha, mientras sus manos te pellizcaban las tetas. Me concentré en lo mío. Mi lengua se puso a jugar en su concha. Empezó a acelerar la respiración. Los gemidos se hicieron más fuertes. Los tuyos también. Era un concierto de gemidos entre las dos. Explotó ella. Sentí como me apretó con sus piernas. Sentí como se mojó. Te escuché gemir a vos. Volvía besar su concha con suavidad, y me paré. Vi como él se subió arriba tuyo, y de golpe te la metía. Soltaste un gemido muy fuerte. Te aferraste a su espalda. El se empezó a mover, despacio, pero hasta el fondo. Gemías muy fuerte. La agarré a ella y la llevé al borde de la cama. Me paré detrás de ella. El espectáculo era genial. Ella tenía una cola que no pasaba desapercibida, y yo la tenía frente a mi, abierta. Un poco más allá estabas vos, abierta como no recordaba haberte visto. Gimiendo fuerte mientras él entraba una y otra vez. La agarré de las caderas y se la metí con fuerza. Gimió casi gritando. Sentí como sus valgas rebotaban contra mi. Mi pija resbalaba dentro de ella de lo mojada que estaba.
Tus gemidos se hicieron intensos, cada vez más fuertes. Él aceleró. Yo empecé a acelerar también. Escuché su gemido. Escuché como gemiste fuerte. Te aferraste aún más a él. Te temblaron las piernas. Él se desplomó encima tuyo. Yo aceleré. Sentía sus nalgas rebotando contra mi. Ella gemía y yo sentía como se mojaba cada vez más. Soltó un gemido fuerte en el momento que exploté adentro de ella. Bajé el ritmo y seguí moviéndome un poco más, quería descargar hasta el último latido de mi pija. Ella se desplomó en la cama. Yo me tiré al lado. Te miré. Me miraste. Sonreímos.
Nos tomamos un tiempo para recuperarnos. De repente veo que ella se te acerca, te comienza a besar. Vos te dejás llevar con el beso. Sus manos empiezan a recorrerte. Las tuyas la recorren a ella. Ella te acuesta y te empieza a morder los pezones. Él se acerca a vos. Tus manos lo buscan. Agarrás su pija y se la empezas a acariciar. Yo me empiezo a recuperar. Me acerco a ella por detrás. Ella se corre y él te agarra de la mano, te levanta y te da vuelta. Te acomodas al borde de la cama. Vos y ella quedan frente a frente. Ella te besa. Me acerco, se la voy a meter despacio y siento su mano agarrando mi pija. La redirecciona. La acomoda para que se la meta por la cola. Empiezo a entrar despacio. Ella gime. Veo que él se acomoda atrás tuyo, y empieza separarte las nalgas, se acomoda y veo que respiras hondo. Él empieza a entrar, empezar a gemir. Y a acelerar la respiración. Yo empiezo a entrar. Ella te besa. Me empiezo a mover. Ella empieza a gemir entre los besos que te da. Veo que las manos de él buscan tu concha para acariciarla mientras te penetra por atrás. Entra y sale con suavidad. Su mano se mueve en tu concha. Tus gemidos son cada vez más intensos. Los de ella también. Siento que soltás un gemido. El acelera, pero no mucho. Sigue buscando que todo sea con suavidad. Gemís muy fuerte. El suelta también un gemido. Yo siendo como mi pija explota dentro de ella mientras ella también gime muy fuerte. Te veo caer desplomada en la cama. La pija de el queda al aire, y veo como sus últimas gotas caen sobre tus nalgas y se pierden como buscando llegar a donde estaba. Ella cae en la cama. Yo caigo rendido al lado de ella.
Recuperarnos cuesta un poco más. Ellos, con más experiencia se reponen. Se miran, sonríen. Se acerca. Se besan. Proponen tomar algo. Recuperamos el aliente, nos miramos, nos reímos. Decimos que es una buena idea, y nos fundimos en un beso antes de cambiarnos, solo ropa interior, para tomar algo con nuestros nuevos amigos.
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