Yo creí que todo había terminado, cuando él derramó su leche en la mano de ella, y empezaron a aplaudir la erección que se notaba debajo de mi pantalón por solo verlos.
Es que la situación era por demás erótica. Ella y él, una pareja consolidada, estaban cogiendo para darse placer, pero también me estaban dando el espectáculo de movimientos, de jadeos, incluso del extasiante aroma que embriagaba la habitación.
Decía que estaba convencido de que ahora, mientras aplaudían y ella me sobaba la pija por encima del pantalón, empezaríamos a charlar, a reírnos un poco para que ellos recuperaran energías y volvieran a empezar, quizás, incluyéndome.
Nada estaba pactado de antemano, y yo no iba a ser el que apurara la situación.
Pude ver tres cosas cuando ella me besó la boca, y sin disimulo alguno, me penetró con su lengua.
Vi que él la había tomado de las caderas; vi que ella estaba poniendo el culo en pompa, y ví que él se empinaba otra vez y se la estaba haciendo puertear.
Y allí empezó a pasar algo que jamás olvidaré.
Sin despegarse de mi boca, ella empezó a murmurar, y a contarme lo que estaba pasando.
Con voz gruesa, entrecortada, gutural, empezó a decirme
-Ves lo que haces? A vos se te pone dura, y eso es como un efecto contagio… él no quiere ser menos, y ay… me empieza a buscar de nuevo. No solo lo hiciste acabar mmmm como los dioses, sino que además ahhh está poniendo la vida en esto… porque ahhhh siiii
Recién ahi, cuando el placer la invadía abandonó mis labios. Todo eso me lo decía encima de mi boca, y yo sentía en mis labios cada golpe de caderas de él, que se la estaba garchando de atrás…
Entonces ella… me hizo señas, como si yo fuera un perro. Golpeó la mesa con la palma abierta, no hizo falta que dijera nada, yo había entendido que me estaba diciendo, sentate ahi, chiquito, que mami va a darte cariño.
Lo cierto es que me senté en el borde de la mesa, y desde ahí podía ver el espejo, y las tres figuras ensartadas cada cual desde un lugar distinto… él aferrado a las caderas de ella, y dándole pija, cubriéndola de placer, y ella, devolviendo toda esa energía con su boca en mi pija, que se la tragó entera.
Me la estaba chupando con maestría, cuando de repente dejó de hacerlo. Apoyó sus manos en mi pecho, cerró los ojos, y acompañó el ritmo de los movimientos de su marido.
-Voy a acabar, voy a acabar … acabooooo
Gritó de un modo que se debe haber escuchado en todo el barrio.
Soltó todos los golpes eléctricos que estaba recibiendo en su cuerpo. Se tensó, y luego un gemido final, intenso y largo, para derrumbarse en mis brazos.
Y cuando digo derrumbarse, lo digo en serio. Tuve que aferrarla a mi brazo para que no cayera.
La senté en el sillón suavemente, y ahora éramos los dos hombres del trío los que aplaudíamos.
Así se cerraba el segundo acto, pero no hubo intervalos. Ella me agarró con su mano la pija, y al dicho de “acá falta terminar lo que empecé con la boca” decidió… pero eso lo vamos a dejar para la próxima entrada.
Es que la situación era por demás erótica. Ella y él, una pareja consolidada, estaban cogiendo para darse placer, pero también me estaban dando el espectáculo de movimientos, de jadeos, incluso del extasiante aroma que embriagaba la habitación.
Decía que estaba convencido de que ahora, mientras aplaudían y ella me sobaba la pija por encima del pantalón, empezaríamos a charlar, a reírnos un poco para que ellos recuperaran energías y volvieran a empezar, quizás, incluyéndome.
Nada estaba pactado de antemano, y yo no iba a ser el que apurara la situación.
Pude ver tres cosas cuando ella me besó la boca, y sin disimulo alguno, me penetró con su lengua.
Vi que él la había tomado de las caderas; vi que ella estaba poniendo el culo en pompa, y ví que él se empinaba otra vez y se la estaba haciendo puertear.
Y allí empezó a pasar algo que jamás olvidaré.
Sin despegarse de mi boca, ella empezó a murmurar, y a contarme lo que estaba pasando.
Con voz gruesa, entrecortada, gutural, empezó a decirme
-Ves lo que haces? A vos se te pone dura, y eso es como un efecto contagio… él no quiere ser menos, y ay… me empieza a buscar de nuevo. No solo lo hiciste acabar mmmm como los dioses, sino que además ahhh está poniendo la vida en esto… porque ahhhh siiii
Recién ahi, cuando el placer la invadía abandonó mis labios. Todo eso me lo decía encima de mi boca, y yo sentía en mis labios cada golpe de caderas de él, que se la estaba garchando de atrás…
Entonces ella… me hizo señas, como si yo fuera un perro. Golpeó la mesa con la palma abierta, no hizo falta que dijera nada, yo había entendido que me estaba diciendo, sentate ahi, chiquito, que mami va a darte cariño.
Lo cierto es que me senté en el borde de la mesa, y desde ahí podía ver el espejo, y las tres figuras ensartadas cada cual desde un lugar distinto… él aferrado a las caderas de ella, y dándole pija, cubriéndola de placer, y ella, devolviendo toda esa energía con su boca en mi pija, que se la tragó entera.
Me la estaba chupando con maestría, cuando de repente dejó de hacerlo. Apoyó sus manos en mi pecho, cerró los ojos, y acompañó el ritmo de los movimientos de su marido.
-Voy a acabar, voy a acabar … acabooooo
Gritó de un modo que se debe haber escuchado en todo el barrio.
Soltó todos los golpes eléctricos que estaba recibiendo en su cuerpo. Se tensó, y luego un gemido final, intenso y largo, para derrumbarse en mis brazos.
Y cuando digo derrumbarse, lo digo en serio. Tuve que aferrarla a mi brazo para que no cayera.
La senté en el sillón suavemente, y ahora éramos los dos hombres del trío los que aplaudíamos.
Así se cerraba el segundo acto, pero no hubo intervalos. Ella me agarró con su mano la pija, y al dicho de “acá falta terminar lo que empecé con la boca” decidió… pero eso lo vamos a dejar para la próxima entrada.
2 comentarios - Experiencia HMH digna de ser contada -2da. parte
Y a mi me gustaría repetir la experiencia una vez más!