En la cocina.
Es domingo, día de levantarse tarde, hoy estamos solos pues los niños durmieron en casa de sus primos pues quisieron organizar una pillamada, despierto y no estás en cama, me pongo de pie, entro al baño, cepillo mis dientes y salgo ea boxer pues el estar solos nos brinda esa libertad.
Bajo a la cocina y ahí estás tú lavando unos trastos, te doy los buenos días y pongo agua a calentar para dos cafés, mientras se caliente el agua tomo una silla del comedor, me siento y te observo mientras estás de espalda, traes puesta una camiseta blanca que te queda cortita y se alcanza a ver el cachetero de encaje color azul, al inclinarte se ve tu hermoso trasero y no puedo evitar excitarme y por mi mente pasa el hacértelo en ese momento, me acerco a ti y te abrazo por la espalda besando tu cuello y te digo al oído que te ves riquísima así como estás vestida, no traes brasier y al acariciar tu senos siento como tus pezones crecen deliciosamente, giras tu cabeza y me ofreces tu boca para un rico beso mientras una de mis manos baja por la curva deliciosa de tus caderas hasta tus lindas piernas para luego subir en medio de ellas y acariciar ese rinconcito lleno de deseo que comienza a humedecer el cachetero azul que traes puesto. Continúo acariciándote y es imposible que sientas en tu trasero la excitación de mi miembro y una de tus manos lo busca y comienzas a acariciarlo sobre el bóxer.
Mis dedos comienzan a sentir la humedad en tu panti y siento el deseo de probarte por lo que te pongo de frente y te cargo para sentarte en la barra y deslizando mis manos por tus piernas saco completamente tu prenda íntima quedando al descubierto esa rajada de exquisitos pliegues cubiertos de deliciosa humedad que me invita a saborearla y embriagarme con su aroma a deseo.
Siento como recorres tu trasero hasta el borde de la barra para quedar ma expuesta y permitir que mi boca y mi lengua puedan abrirse paso y besar, chupar y penetrar esa deliciosa rajada tan llena de humedad y deseo.
Es tan bello sentir como disfrutas y te retuerces de placer mientras emites dulces gemidos que música para mis oidos y oigo tu voz diciéndome: iQue rico, cógeme, te quiero dentro!
Estás muy en alto así que te bajo y te pongo de espalda inclinada sobre la barra para penetrarte y comenzar a entrar y salir de forma deliciosa hasta hacerte estallar e inundar con mi venida tu interior, terminado temblorosos y agotados.
El agua que puse a calentar se consumió, creo debí apagarle antes de iniciar esta rica escena de amor, pongamos más agua, gracias amor por estos momentos, buenos días, te amo.
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