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Aislado Entre Mujeres [11].




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Aislado Entre Mujeres [11].


Capítulo 11.

Invasión de Tetas.

El día había transcurrido en paz y armonía, hasta parecíamos una familia feliz. Me pasé la mayor parte de la tarde en living, charlando con Macarena y Estefanía, esto resultó bastante complicado, porque Tefi estaba sentada justo delante mío y estaba en tanga. Para colmo el sillón era tan grande que le permitía subir las piernas, al tenerlas tan separadas, prácticamente le podía ver la concha. A Maca esto parecía no importarle, ya que ella también estaba en tanga, la cual por suerte yo casi no veía, al estar sentada a mi derecha, me la tapaban los apoyabrazos de su sillón. Pero sí podía ver sus tetas… ¿acaso esta chica no pensaba volver a usar una remera en toda su vida? O al menos un corpiño. La verga de me paró dos veces durante la charla, ninguna de las dos hizo un comentario al respecto, pero pude notar que Tefi se aguantaba la risa. Esto no fue tan humillante como hubiera esperado, ya me estaba acostumbrando a este tipo de situaciones. 
Conversábamos sobre cualquier tema que nos resultara mínimamente interesante: yo les hablé del nuevo libro que estaba leyendo, y Macarena comentó que ya estaba terminando de leer el que le presté. Estefanía pasó como una hora contándonos lo mucho que estaba disfrutando con mis juegos de PlayStation. 
Cuando llegó Gisela no pude dejar de sorprenderme, ella estaba usando una pequeña tanga negra y un corpiño haciendo juego. Se paró cerca de Macarena y le pidió que le cebara un mate. 
Macarena se puso de pie y comenzó a caminar alrededor de Gisela, mirándola de arriba abajo. La mayor de mis hermanas se puso roja, seguramente ella se sentía muy incómoda al estar vestida así, por más que hubiera participado del concurso de culos con un atuendo similar. Para sorpresa de todos, Macarena le dio un fuerte cachetazo a una de las nalgas de Gisela, dejando una tenue marca de sus dedos. La pobre Gise dio un salto y abrió tanto los ojos que casi se le salen de sus cuencas. 
―¡Qué orto que tenés, hermana! ―dijo Macarena, con una sonrisa―. Tengo que reconocer que te merecés el primer puesto. 
―Em… gracias, pero… ¿podemos hablar de otra cosa? 
―¿Qué pasa? ¿Te da vergüenza reconocer que tenés tremendo culo? Si yo tuviera esas nalgas, me sentiría sumamente orgullosa, andaría todo el día con pantalones super ajustados. 
―No me gusta usar ropa tan ajustada, lo sabés.
―Sí, pero también sé que tenés algunos pantalones que te quedan como si estuvieran pintados. En la oficina debés tenes loco a más de uno… o a más de una.
―Es cierto ―dijo Tefi―. No lo había pensado, pero a veces vas a trabajar con pantalones ajustados. Te deben mirar el orto todo el día. 
―Sí, directamente vamos a asumir que te miran el culo, ―acotó Macarena―. Si dijeras que no, estarías mintiendo.
―Me miran el culo, no lo voy a negar. Es una situación de lo más incómoda.
―¿Y te enojás? ¿Les decís algo? ―Quiso saber Estefanía.
―Por lo general, no digo nada. Prefiero hacer de cuenta que eso no ocurrió. Aunque a veces es muy evidente que me están mirando… y no solo los hombres.
―Es que cualquier mujer fantasearía con volverse lesbiana para poder poner la cara entre estas nalgas.
―¡Ay, Macarena! ―Exclamó Gise, cuando su hermana le apretó las nalgas con ambas manos―. No digas esas cosas. No quiero pensar mal de mis compañeras de trabajo.
―No solo tenés tremendo culo, sino que además tenés unas tetas inmensas… y a veces, aunque no te guste, usás escotes para ir a trabajar. ¿Me vas a decir que ninguna te insinuó nada?
―Nada que ver....
―Mm… me parece que está mintiendo ―dijo Tefi. 
―Ya me puedo imaginar la escena ―continuó Macarena―. Estás dentro de la cocina de la oficina, esos lugares son muy chiquitos… y con lo culona que sos, debés tapar todo el camino. Alguna de tus compañeras, que quiera prepararse un café, pasaría por detrás tuyo… y quien sabe… podría caer en la tentación de agarrar estas hermosas tetas.
Macarena, que estaba parada justo detrás de Gisela, estiró sus manos, creí que la iba a abrazar, pero no, la chica fue por otro objetivo. Sus manos se aferraron a los grandes pechos de Gisela y empezaron a moverlos. Esas grandes tetas amenazaban con salirse del corpiño en cualquier momento.
―¡Ay, Maca… que soy tu hermana! 
―Justamente, sos mi hermana. No pasa nada. 
―No me toques así delante de Nahuel.
―Nahuel ya es grande, tiene las bolas por el piso. Vive en una casa llena de mujeres. Mamá siempre intentó que nosotras teníamos que acostumbrarnos a vivir con un hombre en la casa, yo digo que es él quien se tiene que acostumbrar a vivir con mujeres. Al fin y al cabo nosotras somos más.
―No lo veo así ―dijo Gisela. Al parecer estaba tan sorprendida que ni siquiera intentó apartar a Macarena, que seguía amasándole las tetas―. No me parece prudente que el chico tenga que encontrarse con esta clase de situaciones.
―Gisela tiene razón.
Si la situación ya era incómoda, ahora directamente pasaría a ser peligrosa. Mi mamá entró al living y por su cara pude notar que no le gustaba nada la situación.
―Hola, mami ―saludó Tefi, con naturalidad. Quizás en un intento por aliviar la tensión.
―Macarena ―dijo mi madre―. No toques así a tu hermana, menos en frente de Nahuel.
―No estoy haciendo nada malo ―se defendió Macarena―. Solo estoy soñando… ¡Qué lindo sería tener unas tetas como estas! ―Metió sus manos dentro del corpiño, ahora las estaba tocando directamente. La pobre Gisela se estaba poniendo cada vez más roja. ―Es mi hermana, no deberían hacer tanto escándalo. Estamos en confianza.
―Sí, pero tu hermano…
―Ay, mamá ―esta vez fue Tefi la que intervino―, ¿podés dejar de tratar a Nahuel como si fuera un bebé? Ya tiene más de dieciocho años. Se debe pasar el día mirando porno en internet. 
Alicia retrocedió, como si hubieran intentado golpearla.
―Tefi tiene razón, mamá ―dijo Maca, mientras sus manos estrujaban las tetas de Gisela. A mí se me estaba poniendo dura―. Si Nahuel vive rodeado de mujeres, y vos lo tenés siempre entre algodones, vas a terminar criando un maniático homicida. ¿Querés que tu hijo sea un maniático homicida?
―No… claro que no.
―Entonces dejalo ver un poco de tetas de vez en cuando ―Macarena tiró hacia arriba el corpiño. Las grandes tetas de Gisela rebotaron en libertad. Sus sonrosados pezones estaban duros, hasta yo pude notarlo―. Le va a venir muy bien acostumbrarse a la anatomía femenina, a verlo como algo natural. Además, a mí me gusta andar en tetas, y no pienso usar corpiño solo porque el nenito de la casa está presente…
―Pero… pero… ―mi mamá intentaba buscar palabras, pero evidentemente no le salían.
―Está bien, mamá. Macarena tiene razón ―dije, intentando apaciguar las aguas―. El que se tiene que acostumbrar soy yo, en la casa hay puras mujeres, yo soy el único varón. Es lógico que sea yo quien tenga que adaptarse a ustedes, y no ustedes a mí.
―¿Ven? Hasta es un poquito inteligente, cuando quiere ―añadió Macarena. Sus dedos ce cerraron como pinzas y apretaron los pezones de su hermana mayor―. Che, Gise… de verdad. ¿Ninguna de tus compañeras de trabajo te agarró las tetas?
―Bueno, sí… una lo hizo… supuestamente fue una broma. A mí no me causó gracia.
―Seguramente lo hizo para saber qué se siente apretar tetas tan grandes.
―No lo creo, porque ella también tiene mucho busto. Casi tanto como yo.
Allí supe que, indirectamente, Gisela me estaba diciendo que la compañera que le agarró las tetas era Celeste, la rubia tetona que me mandaba fotos desnuda. De pronto mi medidor de morbo comenzó a elevarse. Casi podía imaginar la escena de Celeste apretándole las tetas… mientras, a su vez, apoyaba las suyas contra la espalda de Gisela. Nunca fui muy fan de las relaciones lésbicas, no me suelen calentar mucho; pero al ver a Macarena pellizcando los pezones de Gise, empecé a notar cierto encanto en este tipo de situaciones.
―Macarena tiene razón en algo ―dijo Estefanía―. A mí también me resulta incómodo el corpiño, y no me lo voy a dejar puesto todo el día porque haya un solo boludo en toda la casa. 
Acto seguido, se desprendió el corpiño y dejó en libertad sus tetas. No son tan grandes como las de Gise, pero sí son muy redondas y macizas. 
―Así me gusta ―dijo Macarena―. Con esto Nahuel se va a acostumbrar a ver tetas, las va a tomar como algo natural ... y no como un secreto taboo que la mami le prohíbe. ¿Qué decís, Gise? ¿Te sumás al ejército de liberación popular de tetas? Con estas gomas, vos podrías ser la jefa. ―Agarró las tetas desde abajo y las hizo saltar tres o cuatro veces.
―Em… está bien, no me agrada para nada tener que mostrar los pechos delante de todas… y mucho menos delante de Nahuel; pero tengo que reconocer que usar corpiño todo el día es muy molesto… y coincido con vos, Maca, en que Nahuel debería ver las tetas como algo natural, y no como algo prohibido. 
Sabíamos que si Gisela estaba de acuerdo, la moción se aprobaría. Mi mamá no podría decir nada, porque si hay alguien en la casa que logra tener más autoridad que ella, esa es Gisela.
―¡Excelente! ―dijo Maca, presionando una vez más las tetas de su hermana―. Estoy segura de que a Ayelén le va a encantar la idea. Solo faltaría sumar a las otras tres.
―Yo no voy a andar en tetas, ni loca ―aseveró mi mamá.
―Bueno, con seis de siete me conformo ―dijo Macarena―. ¡Queda decretado que, mientras dure esta puta cuarentena, en esta casa no se usa más corpiño! A menos que seas una vieja amargada y llena de prejuicios. ¡He dicho!

Diario de Cuarentena:
<¡Auxilio! ¡Nadie me dijo que después del ataque de los culos, venía la invasión de tetas! Y lo peor de todo, es que no puedo tocar nada… ¡porque me cortan las pelotas!

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Me pasé el resto del día encerrado en la pieza de Estefanía, jugando a la Play. En realidad no tenía tantas ganas de hacer esto, porque ya terminé con los pocos juegos que tengo. Me vi obligado a comenzar desde cero el Grand Theft Auto V, solo porque no quería estar en el living. Allí estaba Gisela, con sus grandes tetas a plena vista, y no quería pasar un momento incómodo, porque por mucho que lo intente, mis ojos siempre caen en esos pezones. Con Macarena ya no me siento tan incómodo al mirarle las tetas, porque sé que ella se lo toma de otra manera. Sin embargo a Gisela le avergüenza mucho que la estén mirando. 
De pronto la puerta del cuarto se abrió, algo que ocurre todo el tiempo en esta casa. Por suerte en esta ocasión me encontraron con el pantalón puesto y las manos ocupadas en los videojuegos. 
―Hola ―me saludó Tefi, sonriendo de buen humor―. ¿A qué estás jugando?
―Em… al GTA V ―le respondí, mirándola extrañado. Por lo general ella no se suele mostrar tan simpática conmigo.
―¿Y está bueno? 
―Sí, es buenísimo. Algún día de estos podés probarlo. 
―No me gustan los juegos de autos.
―Pero esto no es simplemente un juego de autos, en GTA tenés que hacer muchas cosas… ―me quedé mudo a mitad de la frase. Tefi solamente tenía puesta su tanga y yo me esforzaba por no mirarle las tetas; pero cuando se quitó la única prenda de vestir que la cubría, quedando completamente desnuda, me fue imposible seguir hablando.
―Se te van a salir los ojos, Nahuel. Ni que nunca me hubieras visto la concha.
―Em…
―No te hagás el boludo, sé que habrás estado revisando las fotos que tenés. Sé que me debés conocer la concha mejor que yo misma. Justamente de eso quería hablarte.
―¿De tu concha?
―No, pajero ―dijo, dándome un leve golpecito en un brazo―. De las fotos.
―¿Ahora sí querés que las borre?
―No, eso ya me da igual. Hasta me hice la idea de que, con tu mente sucia, te habrás hecho un montón de pajas mirándolas. Eso no está bien, porque soy tu hermana… pero es tu culpa, no mía. De lo que te quiero hablar es de las fotos. Vos ya sabés que estoy intentando venderlas. ―Asentí con la cabeza―. Bueno, ya vendí varias. Estoy usando un poco de Twitter y un poco de los estados en el WhatsApp para publicitar mis fotos. Por suerte hoy en día existen un montón de formas de hacer pagos a través de internet. Con todo este asunto de la cuarentena, un montón de gente se tuvo que acostumbrar a usar estos medios de pago, quieran o no. 
―Mamá odia tener que pagar todo por internet.
―Sí, lo sé. Pero a mí me vino muy bien. Estoy haciendo buena plata, Nahuel. Y sé que puede ser mejor. Vos ya viste cuál es nuestra situación económica. Mamá no quiere decir nada, pero las compras que hicimos al supermercado no van a alcanzar para todo el mes… a menos que saquemos plata de algún lado. Yo quiero darle a mamá lo que tengo, pero…
―Pero te va a preguntar de dónde lo sacaste.
―Exacto. No sé qué decirle. No me pude inventar ninguna excusa creíble. Si se llega a enterar que estoy ganando plata por vender fotos de mi concha, se puede llegar a morir…
―O te puede llegar a matar.
―Em… sí, creo que eso es lo más probable. En fin, de momento lo único que importa es que estoy ganando plata. Pero… necesito tu ayuda con algo. La gente a la que le vendo fotos se va a terminar cansando de que todas sean medio parecidas. Necesito variar un poquito el repertorio. Vos me podés ayudar de dos maneras. 
―¿Cuáles? 
―La primera… como fotógrafo. ―Al decir esto me alcanzó su celular. Luego se subió a la cama y comenzó a gatear sobre el colchón―. Sacame fotos, de todos lados… y si se me ve la concha, mejor. 
―¿Estás segura? ¿Por qué no le pedís ayuda con esto a Ayelén?
―Porque ella solo me puede ayudar de una forma, y necesito que vos me ayudes con otra cosa.
―¿Qué cosa?
―Después te cuento. Dale, sacame fotos.
―Em… pero… es que…
―Sí se te para la pija, no me voy a enojar. Te lo prometo. Ya entendí que no podés controlar eso. 
―Estás muy buena conmigo. ¿Me estoy muriendo y nadie me dijo nada?
―No, tarado. ¿Acaso no nos podemos llevar bien alguna vez? Tomalo como una forma de agradecimiento, por prestarme la Play. Yo nunca le di importancia a los videojuegos, pero te puedo asegurar que esta cuarentena hubiera sido una mierda si no hubiera tenido algo con qué entretenerme. 
―Está bien… pero te advierto que yo no sé nada de fotografía.
―No importa… mientras se me vea el culo, voy a poder vender la foto. Al menos van a ser imágenes diferentes. 
―Ok… empiezo.
Ella sonrió, como si yo fuera el mejor hermano del mundo. Un segundo después me di cuenta de que en realidad no me estaba sonriendo a mí, sino a la cámara. Le saqué un par de fotos de perfil, ella estaba muy hermosa, sin nada de ropa, moviéndose como una gata en celo. Nunca creí que una de mis hermanas pudiera ser tan sensual. 
Comencé a girar a su alrededor. Ella a veces miraba fijamente a la cámara, con sus imponentes ojos de felina, y otras veces miraba hacia puntos perdidos en la nada, como si yo la hubiera sorprendido al fotografiarla de repente. La parte más interesante llegó cuando Tefi giró y dejó su culo apuntando hacia mí, con las piernas separadas. Pude ver su preciosa concha, abriéndose, como si me estuviera invitando a pasar… o como si estuviera invitando a quienes vieran la foto. Me costó un poco mantener centrada la cámara, pero al final logré tomar varias fotografías medianamente decentes. 
Mi verga comenzó a despertarse, como era de esperar, y ya para las últimas fotos estaba completamente dura, dentro del pantalón.
Cuando Tefi se sentó en la cama, otra vez mirando hacia mí, se fijó en mi erección. 
―Perdón ―dije, de forma automática.
―No, está bien. Esto es algo bueno. Viene muy bien para la segunda forma en la que me podés ayudar ―lo miré intrigado y confundido―. Pero antes de hacer cualquier cosa, quiero dejar algo en claro: Todo lo que haga es solamente para conseguir buenas fotos, y ganar más dinero. No pretendo alimentar ninguna fantasía absurda que tengas conmigo o con cualquier otra mujer. ¿Está claro?
―Más o menos… porque no sé qué es lo que tengo que hacer. 
―Siempre te vi como a un inútil…
―Gracias.
―...más de una vez me pregunté cuándo ibas a empezar a hacer algo útil con tu vida. Como trabajar. Llegué a preguntarme cómo mamá tolera que estés todo el puto día sin hacer nada. Yo ya te hubiera echado a la calle.
―Sos una hermana muy buena y considerada.
―Creo que en una familia todos debemos aportar algo, sumar algo, para estar mejor. Pero vos no sumás nada. Al contrario, restás.
―Es lo más lindo que me dijeron en mi vida.
―Te juro que me da mucha bronca ver cómo te rascás las pelotas todo el día.
―Por suerte ya nos estamos llevando bien. ¿Te acordás lo cruel que eras conmigo cuando nos llevábamos mal?
―No estoy siendo cruel, sino sincera. Si la sinceridad te lastima, no es mi culpa. 
―Esa es tu opinión, porque…
―Callate, y dejame terminar. Es cierto que hasta hace poco pensé que eras un inútil; pero ahora creo que podés servir para algo. Cuando te sorprendí pajeándote con MIS fotos, algo que ya no podés negar, descubrí que tenías un talento bien escondido ―señaló hacia la carpa que se había formado en mi pantalón―. Nunca imaginé que teniendo tanta cara de boludo, podrías tener una verga tan grande.
―No sé si tomarlo como un halago o un insulto. 
―Tomalo como quieras ―dijo, encogiéndose de hombros―. Me da igual. Entonces, ¿me vas a ayudar de la segunda forma? Te prometo que voy a compartir mis ganancias con vos. Aunque… yo me llevo la mayor parte, porque al fin y al cabo lo que la gente quiere es verme a mí. Vos sos solamente un accesorio.
―Hoy estás muy halagadora, Tefi…
Ella puso sus ojos en blanco.
―¿Me vas a ayudar o no?
―¿Con qué?
―¿Te tengo que explicar todo con detalles? ¿Querés que te haga un dibujo también? ¿Acaso no es obvio? ―Me miró y como no dije nada, prosiguió―. Me parece que toda la sangre se te fue a la cabeza de la chota y ya no podés pensar con claridad. Lo que quiero es usar tu pija para algunas fotos. ¿Ves? Encontré algo para lo que podés ser útil. Y no tenés que hacer nada, más que mantener la pija dura. 
―¿Estás hablando en serio, Tefi?
―Sí, muy en serio. Mucha gente me dijo que pagarían más si yo les mandara fotos en las que esté interactuando con alguna verga. Y como la única verga que tengo a mano es la tuya… 
―Pero… soy tu hermano. 
―Nadie se va a dar cuenta de eso, porque solamente se te va a ver la verga. Pueden pensar que estoy con algún novio o un amigo.
―Sí, pero estamos en cuarentena. No podés salir para ver a un novio.
―¿Y cómo mierda va a saber la gente si las fotos son actuales o no? Además, la mayoría de las personas que compran mis fotos son completos desconocidos que no saben nada de mi vida. 
―¿Pero si alguna de esas fotos queda en internet, y alguien te reconoce?
―Eso no me importa. Ya lo tengo asumido. Sé que tarde o temprano se van a enterar todos. 
―¿Y qué vas a hacer con mamá, cuando se entere?
―No sé, ya veré. Ahora mismo no quiero pensar en eso. Prefiero centrarme en ganar plata. Estaba pensando… podemos sacar algunas fotos. Por ejemplo, alguna en la que yo esté agarrando tu verga. Solamente se me vería la cara a mí… y vos, a pesar de tener tanta cara de pajero, tenés una verga como de actor porno. No me agrada, para nada, tener que usarte como modelo… pero no puedo recurrir a otra persona. Lo pensé mucho, durante estos últimos días, y estoy segura de que puedo hacerlo… siempre y cuando colabores.
A mí todo este asunto me tomó por sorpresa. Ella había tenido tiempo para asimilarlo, pero yo no. La verga me palpitaba dentro del pantalón, como si me estuviera diciendo: “Aceptá, idiota. Esto puede ser algo muy bueno”. Sin embargo, mi sentido común me decía que era un error, que alguien podría darse cuenta… o que mi relación con Tefi podría volverse incluso peor de lo que era antes, si llegamos a discutir por algún inconveniente relacionado con las fotos. No me importó en absoluto que ella ofreciera compartir las ganancias, yo no necesito dinero. Lo que me da más miedo es no poder controlar mi verga. Quise explicarle a Tefi que tengo un pequeño problemita de eyaculación precoz; pero me dio mucha vergüenza mencionarlo. 
―¿Empezamos? ―Preguntó.
―Bueno, está bien ―no se me ocurrió decir otra cosa.
Ella se quedó mirando mi erección, en silencio, después levanto la mirada y dijo:
―¿No la vas a sacar?
―¿Ahora?
―Sí, boludo. Ahora. 
En otra circunstancia me hubiera quejado de su maltrato, le hubiera exigido que me hablara bien; sin embargo ahora tenía tantas cosas en la cabeza que no me importó mucho que me dijera boludo. Además no quería empezar a discutir con ella.
Saqué la verga del pantalón y Tefi abrió mucho los ojos, como si estuviera viendo una serpiente venenosa.
―Carajo… ―dijo―, de cerca parece más grande. Espero que todo esto te sirva para perderle un poco el miedo a las mujeres, porque no puede ser que, con tanta pija, todavía no tengas novia. 
―Yo también lo espero ―dije, con sinceridad. 
Ella sujetó mi verga y el contacto con su tibia piel me hizo estremecer. La sostuvo justo delante de su cara y miró hacia arriba… directamente hacia mis ojos.
―Dale, sacá una foto. Mientras más rápido hagamos esto, antes vamos a terminar.
En eso tenía razón. Me apresuré a fotografiarla, pero por los nervios las primeras imágenes salieron muy borrosas. En mi defensa puedo decir que no es fácil ver a tu propia hermana sonriendo mientras te agarra la pija como si se la fuera a comer toda. 
―Creo que ya está ―le dije cuando conseguí un par de fotos decentes.
Estefanía salió de la cama y se arrodilló en el suelo, justo frente a mí. Volvió a agarrar mi verga y esta vez la apoyó contra uno de los lados de su cara. La aferró con las dos manos y sonrió, como si la pija fuera un premio que ganó por ser tan bonita. Pude sentir el palpitar de mi miembro mientras me apresuraba a tomar más fotos. Ella no explicó que habría tanto contacto, creí que solo posaría con la verga delante de la cara y nada más. En ese momento recordé que Tefi ya tenía experiencia sexual, ella ya había disfrutado de una buena verga. Sabía lo que se sentía tener sexo con otra persona. Quizás por eso esto le estaba resultando tan fácil… o tal vez era muy buena disimulando, y en realidad estaba tan nerviosa como yo.
Luego de unos segundos volvió a la cama, se acostó boca arriba, con las piernas colgando por el borde, y luego las levantó, hasta dejar las rodillas a la altura de su cabeza. Me quedé anonadado viendo su concha, completamente abierta y expuesta para quien quisiera aprovecharse de ella. Esta que veía ya no era la misma hermana con la que tantas peleas había tenido. Ahora veía a una mujer sumante sensual… y sexual. Parecía una verdadera actriz porno. 
―Sacame fotos de la concha ―me pidió―. Desde cerca.
Primero la fotografié desde donde estaba, sin moverme. Pero para poder tomar las imágenes que ella me pedía, tuve que arrodillarme. Acerqué el celular y en la pantalla apareció toda la concha de Tefi y su culo. Pude notar que estaba mojada, eso me relajó un poco, nos ponía en las mismas condiciones. Por más que ella se estuviera comportando de forma tan natural, también mostraba signos de que la situación le afectaba de una forma que no podía controlar.
―Acercá un poco la pija ―dijo.
―¿Qué?
―Sí, poné la pija cerca de mi concha. Dale, Nahuel, no me hagas explicar todo veinte veces. Para mí también es difícil hacer esto. Poné la pija acá, y sacá algunas fotos.
Señaló su monte de Venus. 
Volví a pararme y con mucho cuidado me acomodé frente a ella. Me vi obligado a flexionar las rodillas. La posición era muy incómoda, pero se logró el efecto deseado. Mi verga quedó apoyada sobre el pubis de Estefanía. Daba la impresión de que en cualquier momento la penetraría. Esto fue muy fuerte para mí… y Tefi lo empeoró cuando comenzó a mover su cadera, provocando que sus húmedos labios vaginales se deslizaran contra el tronco de mi verga. Pasó lo que tenía pasar. Eso que yo no era capaz de controlar.
El primer chorro de leche fue tan fuerte que llegó a trazar una línea entre sus tetas. El segundo y el tercero le marcaron el abdomen y los últimos chorros, con menos potencia, pero igual de abundantes, cayeron directamente sobre su pubis. El semen comenzó a deslizarse por los gajos vaginales de mi hermana.
―Perdón… perdón ―me apresuré a decir.
―No te muevas ―dijo ella, justo cuando yo intenté apartarme―. Quedate quiero y sacá fotos. ―La quedé mirando sin decir o hacer nada―. Dale, Nahuel. Reaccioná. 
La bronca de su voz me puso en movimiento. Apunté la cámara y tomé varias fotos del desastre que había hecho sobre el cuerpo de mi hermana. Debo haber sacado como quince fotos en total. 
―Bueno, listo, ahora sí podés salir. 
Me aparté. Fue un alivio poder enderezar las rodillas. Mi verga aún palpitaba y un hilo de semen colgaba de la punta. Tefi lo tomó entre sus dedos y luego se acarició la concha.
―Tendría que matarte por haberme acabado así, pero… tengo que pensar en el negocio. Me llenaste de leche y eso me da mucho asco. Sin embargo sé que a mucha gente le va a gustar verme así. 
―Te pedí perdón…
―Sí, ya te escuché. No importa. Seguí sacando fotos.
Tefi cerró los ojos y con la misma mano que había recolectado el semen de mi verga, comenzó a masturbarse. Es decir, no se acarició suavemente la concha, ni se limitó a abrirla, sino que directamente empezó a frotarse el clítoris y luego se coló dos dedos. Tardé varios segundos en reaccionar. Por suerte ella no pudo ver mi momento de duda. Cuando mi cuerpo se puso en marcha, me apresuré a sacar tantas fotos como me fue posible. Ahora sí que Tefi parecía una verdadera actriz porno, con todo el cuerpo cubierto de espeso semen y los dedos bien metidos en la concha. 
Con la mano que tenía libre comenzó a frotar el semen contra su cuerpo, como si se estuviera poniendo bronceador justo antes de tomar sol. Eso me pareció sumamente excitante, tanto que la verga se me puso como un garrote otra vez. No podía creer que mi hermana se estuviera pajeando delante de mí, usando mi semen como lubricante. Nunca había presenciado una acción tan pornográfica. 
En ese momento se me ocurrió que Tefi podría hacer buen uso de un video, aunque fuera algo de pocos segundos. Ella siguió tocándose, como si yo no estuviera allí, y yo puse la cámara en modo grabación y me encargué de capturar todo. Después de unos segundos Tefi comenzó a sacudir todo su cuerpo, dándome a entender que lo estaba disfrutando de verdad, no se trataba de una mera actuación. Creí que llegaría al clímax si seguía mandándose dedo de esa forma, pero recobró el sentido de la ubicación. Abrió los ojos y se fijó en la cámara.
―¿Estás filmando? ―Preguntó.
―Ahora no, acabo de cortar. Creo que quedó un lindo video. Podrías venderlo a buen precio. ―Me di cuenta de que ella estaba sonrojada, quizás por la calentura o tal vez porque le dio vergüenza el haber perdido la compostura frente a mí. 
―Em, sí… puede ser. No estoy pensando en vender videos, porque si grabo algo, después me van a pedir más. Con vos puedo hacer una especie de pantomima, para las fotos. Con toda la leche que me tiraste encima parece que me hubieran cogido, cualquier que viera las fotos pensaría eso… y está bien, la ilusión funciona. Sin embargo…
―En los videos es más difícil aparentar.
―Exacto. 
―Pero bueno, vos sos dueña de tu contenido. No creo que tenga nada de malo que ofrezcas algunos videos masturbándote… menos si lo hacés de forma tan natural.
―No soy tan pajera como pensás…
―No estoy pensando nada. Vos sos libre de hacerte la paja cuando quieras.
―No quiero hablar de eso ahora. 
―Está bien ―no la culpaba por querer evitar un tema tan incómodo. Hasta con Macarena me resulta difícil hablar de la masturbación, incluso después de todo lo que pasó con ella. 
―Vení, se me ocurrió otra idea para una buena foto.
Tefi se puso de pie y se apoyó en una pared, dándome la espalda. Puso su culo en pompa. Esta vez no esperé órdenes, no quería hacerla enojar. Me puse a tomar fotos desde todos los ángulos que se me ocurrió. Las mejores imágenes fueron las que saqué desde abajo, apuntando directamente a su concha. 
―Bueno, estas fotos van a estar bien ―me dijo―. Pero no me refería a esto cuando te comenté sobre mi idea. 
―¿A qué te referías entonces?
―Vení, acercate… aprovechemos que todavía tenés la verga dura.
Eso era cierto, mi verga había recuperado toda su rigidez, como si yo no hubiera eyaculado hace apenas unos minutos.
Me paré detrás de mi hermana, manteniendo una distancia prudencial, y saqué fotos. Mi verga apuntaba directamente hacia sus nalgas y cualquiera pensaría que estas imágenes retrataban el paso previo a la penetración, tal y como había dicho Tefi: la ilusión funciona.
―¿Qué hacés? ―Preguntó ella.
―Estoy sacando fotos.
―Eso ya lo sé… pero te dije que te acercaras.
―Estoy cerca.
―No, tarado… más cerca. 
―Em… ¿qué tan cerca? ―Pregunté, confundido.
―Lo suficiente como para que parezca que me la vas a meter. 
Ella agarró mi verga y levantó más la cola, al mismo tiempo que su retaguardia se acercaba a mí. Pude sentir sus húmedos labios vaginales apoyándose sobre mi glande. Se me aceleró el pulso, especialmente cuando Tefi retrocedió un poco más. Pude ver cómo su concha se abría, dándole lugar a la cabeza de mi pija. Incluso fui capaz de sentir el agujero de su sexo justo delante de mi verga.
―Si yo me hubiera acercado así de entrada, me hubieras matado. ―Aseguré.
―No, porque yo te lo estoy pidiendo. Es solo para la foto… y apurate, porque no me gusta nada esta situación. 
―Bien.
Mientras sacaba las fotos me mantuve lo más estático que me fue posible, no debería costarme nada, porque mi cuerpo estaba totalmente tenso. Sin embargo, después de la cuarta o quinta foto, cometí el error de mover una pierna, lo hice para acomodarme mejor… pero esto provocó que casi todo mi glande se perdiera dentro de la concha de Estefanía.
―¡Ay! No tan cerca… tené cuidado.
―Perdón, es que…
―Es que nada. Suficientes quilombos psicológicos voy a tener por haberme sacado estas fotos con vos. No quiero que una penetración de mi hermano se sume a eso.
―Sí, ya sé… perdón. Fue sin querer.
―Bueno, ahora que ya estás ahí, al menos aprovechá para sacar un par de fotos.
―Al menos van a ser buenas fotos. De verdad parece que te la estuviera metiendo.
―¡Ay, callate! Sacá las fotos y salí de ahí. Ya no aguanto más todo esto.
Hice lo que ella me pidió. Cuando me alejé, Tefi dio media vuelta. Sus ojos se dirigieron directamente hacia mi pija, luego desvió la mirada. Cruzó los brazos frente a su pecho, como si intentara cubrir sus tetas. Nunca la había visto tan frágil y avergonzada. 
―¿Estás bien? ―Le pregunté.
―Más o menos ―me dio la impresión de que quería llorar―. Creo que esta idea fue un error. Pensé que podría manejarlo, pero…
―No te hagas tanto la cabeza. Ya pasó. Ya tenés las fotos. Ahora solamente tenés que venderlas, y por lo que me contaste, esa va a ser la parte más fácil.
―Sí, pero igual… no tendría que haber hecho esto con vos. Sos mi hermano. Tampoco tendría que haber permitido que te quedaras con mis fotos. Es… raro. Demasiado raro.
―En esta casa pasan cosas raras.
―¿Te referís al torneo de culos?
―En parte, sí. Pero también me refiero a otras cosas.
―¿Qué cosas?
―Em… bueno, no quiero entrar en detalles, pero tuve algunas charlas bastante intensas con Macarena… sobre sexo. Como ella tiene más experiencia, y además está estudiando psicología… me dio buenos consejos sobre la materia. 
―A mí me sorprendió mucho cuando la vi en tetas. Sin embargo eso me ayudó a perder la vergüenza. Mirá, ahora estoy en concha delante tuyo… 
―¿No te molesta que yo te vea desnuda?
―Un poquito sí; pero… no podíamos sacar estas fotos con la ropa puesta. 
―Bueno, no te sientas tan mal. A Maca también la vi desnuda.
―¿Completamente desnuda?
―Sí. Tal y como estás vos ahora. A ella no le molesta. Dice que sería más feliz si pudiera andar desnuda todo el día. 
Tefi sonrió, contagiándome con su pequeña alegría.
―Esa chica me sorprende cada vez más. Me gustaría tomarme estas cosas de forma más natural.
―Fuiste de las primeras en quedarte en tanga… y en mostrar las tetas. Pensé que ya te lo tomabas con naturalidad.
―No, para nada. Lo que pasa es que… no, dejá. Si te lo digo vas a pensar que soy una boluda.
―Me sorprendiste haciéndome una paja mientras miraba tus fotos…
―¡Ajá! ¿Entonces lo admitís?
―Sí, está bien… lo admito. Perdón por eso, fue una estupidez. Lo que quiero decir es que no importa qué me cuentes, no puedes ser más vergonzoso que eso.
―En eso tenés razón. Te lo digo, pero si le contás a alguien, te corto las pelotas. 
―Prometo no decirle nada a nadie. 
―Bien. A mí todo este asunto de andar en tanga delante de mi familia se me hace de lo más extraño. Puede que me muestre segura y que diga cosas para reforzar esa seguridad. Pero por dentro me carcome la duda. 
―Entonces ¿por qué lo hacés? Si nadie te obliga. 
―Ya sé que nadie me obliga. Lo hago para quitarme la vergüenza, para acostumbrarme a que otras personas me vean desnuda. Para mí es muy difícil esto de vender fotos eróticas ―una lágrima rodó por su mejilla, fue tan espontánea que me hizo retroceder un paso, por la sorpresa―. No me gusta tener que exhibir mi cuerpo ante tanta gente…
―Pero vos me dijiste que…
―Sí, sí… ya sé qué dije; pero la mayor parte de lo que dije no es cierta. De verdad me cuesta mucho. Nunca tuve intenciones de ganar dinero con esto. Justo antes de empezar a venderlas, me llamó mi jefa y dijo que con todo el asunto de la cuarentena le era imposible mantener los costos del local. Decidió cerrarlo… para siempre… y yo me quedé sin trabajo. Ni siquiera me van a pagar una indemnización, porque la señora declaró que estaba en banca rota. Una mierda total. ―Se limpió las lágrimas con el dorso de la mano. No pude contener el impulso de abrazarla. Ella también me rodeó con sus brazos.
―Lo siento mucho ―le dije. 
―Cuando me enteré de eso me desesperé. ¿Cómo voy a ganar plata, sin moverme de casa? Y bueno, justo apareció un tipo en Twitter, preguntándome si vendía fotos eróticas. Estuve a punto de mandarlo a la mierda, pero después lo pensé mejor. Averigüé qué medios de pago podía usar… y lo hice. Le vendí fotos de mi concha. Todavía me siento mal por haberlo hecho… pero después le vendí a otros… y a otros. Y empecé a subir fotos más sugerentes… en fin, fue todo como una bola de nieve.
―Pero te está yendo bien.
―Se puede decir que sí. O sea, todavía no gano lo mismo que ganaba trabajando en la tienda de ropa; pero es algo. Es mejor que nada.
―Bueno, eso es lo único que te tiene que importar. 
―No es así, Nahuel. ¿Qué van a pensar las demás cuando se enteren? Capaz que Macarena se lo toma como algo normal. Pero… ¿qué van a pensar Pilar y Gisela? Ellas no lo van a entender… y la que menos lo va a entender…
―Es mamá.
―Así es.
―Vos misma lo dijiste: eso lo manejaremos cuando se enteren. De momento solo tenés que concentrarte en ganar plata. Y yo no quiero que me pagues, te podés quedar con todo.
―¿Lo decís en serio?
―Sí. Al fin y al cabo mi sueño en la vida es ser un mantenido, al menos hasta que cumpla los cuarenta.
Ella comenzó a reírse. Se limpió las lágrimas, que ahora eran más abundantes y se sentó en la cama. 
―Gracias, Nahuel. De verdad me estás ayudando un montón. No solo con las fotos, sino con todo. No sé cómo lo hacés, pero últimamente sos la única persona que logra sacarme una sonrisa. Incluso me diste una nueva forma de entretenerme ―señaló la Play―. Ahora mismo me viene muy bien tener la mente ocupada en otra cosa, que no sean problemas de dinero… o la puta pandemia.
―¿Querés que te muestre el Grand Theft Auto V? Te aseguro que te va a gustar. Podés empezar una nueva partida, desde el principio. La historia es muy buena. Si no te distraés con este juego, no te distraés con nada.
―Está bien, mostrame cómo es.
Pasamos toda la noche jugando a la Play. Bueno, en realidad jugó ella, y yo le fui dando indicaciones. También le comenté sobre distintos aspectos del juego y le mostré curiosidades del inmenso mapa de GTA V. Nunca había pasado una noche más divertida con Estefanía y lo mejor de todo es que estuvimos desnudos todo el tiempo. Después de unas horas ya no me sentí tan raro al verle la concha y ella misma me aseguró que se le estaba haciendo más fácil esto de que yo la vea sin ropa. 

2 comentarios - Aislado Entre Mujeres [11].

pedrosolumis +4
Por un lado muy bueno y caliente el relato, pero la ultima parte donde nahuel tiene un rato feliz con tefi sin que sea forzado. Se sintio como esos finales felices de las pelis. Tengo la verga dura pero feliz jajaj.
JRider3 +2
Hasta con sentimientos. Buenísima obra Nokomi. Me está encantando. Olé tú, oooolleee tú!!! 👏