Las cosas con mi mujer se ponían cada vez más calientes. Sus ausencias, sea por el motivo que sea, me empezaba a excitar. Mis ratones corrían por la jaula de ardilla que se había transformado mis pensamientos.
Una noche, desnudos en la cama, mirábamos al techo y nos acariciábamos. Mi pija estaba erecta, mi corazón latía a un ritmo vertiginoso. Ella jugaba con mi pene, recorriéndolo cada centímetro de su longitud. Se iba acomodar para chupármela cuando la detengo, me levanto para abrir un cajón de la cómoda y tomo un consolador de buen tamaño. Mi mujer me mira y no entendía nada. Había cortado el clima cachondo entre los dos. Cuando intentó emitir una opinión la callo poniendo mi dedo índice en sus bellos labios. Poco después empiezo a lamer su conchita por varios minutos. Trato de ser suave, de provocarle leves cosquilleos, casi sutil. Mi mujer suspiraba entrecortado. Cuando interrumpí, ella se empezó a tocar y a gemir lentamente. Poco después le di su consolador con el que empezó a jugar. Lo lamía, lo chupaba y acariciaba. Al mirarla le susurré algo y con el mismo tono me siguió el juego.
- De quien es esa pija, puta golosa?
- Es la del pendejo.
- Qué pendejo? -contesté sin perder el tono suave y monocorde.
- Uno que me coge sabroso.
- Ah, si?
- Si!!! Tiene una pija enorme
- Y que te hace?
- Me obliga a que se la chupe.
- Y vos?
- Yo quiero chupársela toda. Es una pija hermosa
- Que más querés?
- Quiero que el muy pendejo me coja y me rompa toda.
- Y yo?
- Vos no. No la tenés como él.
- Que puta que sos!!!
- Si!!! Muy puta!!!!
El diálogo seguía, al mismo tiempo que hundía su consolador en su jugosa conchita. Ella jadeaba y hablaba entrecortado.
- Que más te hace ese pendejo de mierda?
- Me escupe la cara y me golpea con su chota.
- Así putita? -le pregunto y le pego con mi chota en la cara
- No, cornudo!!! Tu chota no es tan firme. Él me hace doler!!!
- Como me calienta que seas tan trola!!!
- Y yo le pido que me rompa la cola... Que soy su puta...
Fue en ese momento que empezó a gritar, al borde del éxtasis. Para ese momento, ya le había acabado en la cara y en las tetas.
- Que más? - le digo.
- AAAAYYYYYY!!!!! No puedo maaaaás!!!!!
Ella explotaba de excitación, ya no podía más; pero tenía resto para algo más.
Mi pija lucía algo flácida después de haber acabado un par de veces. Ella me lo chupó hasta revivirla. Después empezó a lamer mis huevos y pasarme lengua por mi ano ansioso. Cuando estaba bien jugoso empezó a meterme uno de sus dedos de su mano derecha. Al rato empezó a decirme:
- Tu cola me pide algo más que mis dedos.
Que puto cornudo!!!!
Te gustaría que el pendejo nos coja a los dos, cornudito?
Que nos rompa el culo a los dos? Porque él si tiene resto.
Al cabo de unos minutos me ardía mi agujero, pero me gustaba como ella me trataba. Lejos de sentirme humillado, me calentaba aún más.
Minutos más tarde, mi pija expulsaba el semen con fuerza y mi mujer lo recogía con los dedos y se los devoraba.
Era ver a mi esposa devota, hermosa, madre de mis hijos, dar rienda a su doble vida de puta de cualquier extraño. Tan solo una pregunta quedó para el final:
- Cuando me vas a dejar que te vean como te cogen?
Una noche, desnudos en la cama, mirábamos al techo y nos acariciábamos. Mi pija estaba erecta, mi corazón latía a un ritmo vertiginoso. Ella jugaba con mi pene, recorriéndolo cada centímetro de su longitud. Se iba acomodar para chupármela cuando la detengo, me levanto para abrir un cajón de la cómoda y tomo un consolador de buen tamaño. Mi mujer me mira y no entendía nada. Había cortado el clima cachondo entre los dos. Cuando intentó emitir una opinión la callo poniendo mi dedo índice en sus bellos labios. Poco después empiezo a lamer su conchita por varios minutos. Trato de ser suave, de provocarle leves cosquilleos, casi sutil. Mi mujer suspiraba entrecortado. Cuando interrumpí, ella se empezó a tocar y a gemir lentamente. Poco después le di su consolador con el que empezó a jugar. Lo lamía, lo chupaba y acariciaba. Al mirarla le susurré algo y con el mismo tono me siguió el juego.
- De quien es esa pija, puta golosa?
- Es la del pendejo.
- Qué pendejo? -contesté sin perder el tono suave y monocorde.
- Uno que me coge sabroso.
- Ah, si?
- Si!!! Tiene una pija enorme
- Y que te hace?
- Me obliga a que se la chupe.
- Y vos?
- Yo quiero chupársela toda. Es una pija hermosa
- Que más querés?
- Quiero que el muy pendejo me coja y me rompa toda.
- Y yo?
- Vos no. No la tenés como él.
- Que puta que sos!!!
- Si!!! Muy puta!!!!
El diálogo seguía, al mismo tiempo que hundía su consolador en su jugosa conchita. Ella jadeaba y hablaba entrecortado.
- Que más te hace ese pendejo de mierda?
- Me escupe la cara y me golpea con su chota.
- Así putita? -le pregunto y le pego con mi chota en la cara
- No, cornudo!!! Tu chota no es tan firme. Él me hace doler!!!
- Como me calienta que seas tan trola!!!
- Y yo le pido que me rompa la cola... Que soy su puta...
Fue en ese momento que empezó a gritar, al borde del éxtasis. Para ese momento, ya le había acabado en la cara y en las tetas.
- Que más? - le digo.
- AAAAYYYYYY!!!!! No puedo maaaaás!!!!!
Ella explotaba de excitación, ya no podía más; pero tenía resto para algo más.
Mi pija lucía algo flácida después de haber acabado un par de veces. Ella me lo chupó hasta revivirla. Después empezó a lamer mis huevos y pasarme lengua por mi ano ansioso. Cuando estaba bien jugoso empezó a meterme uno de sus dedos de su mano derecha. Al rato empezó a decirme:
- Tu cola me pide algo más que mis dedos.
Que puto cornudo!!!!
Te gustaría que el pendejo nos coja a los dos, cornudito?
Que nos rompa el culo a los dos? Porque él si tiene resto.
Al cabo de unos minutos me ardía mi agujero, pero me gustaba como ella me trataba. Lejos de sentirme humillado, me calentaba aún más.
Minutos más tarde, mi pija expulsaba el semen con fuerza y mi mujer lo recogía con los dedos y se los devoraba.
Era ver a mi esposa devota, hermosa, madre de mis hijos, dar rienda a su doble vida de puta de cualquier extraño. Tan solo una pregunta quedó para el final:
- Cuando me vas a dejar que te vean como te cogen?
2 comentarios - Mi hotwife (4ta parte: Palabras sucias)