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Trío mhm

Relato dirigido a mi novia, en primera persona y desde mi perspectiva.



FMF
 Sábado a la madrugada. Salimos a un boliche en algún lugar por Palermo. Es primavera llegando al verano, de esas noches claras que brindan una temperatura cálida que te permite usar un vestido negro entallado que te descubre la piel de la espalda, por adelante muestra lo suficiente de escote para llamar la atención de muchos ojos, y deja a tus piernas mostrarse a partir de la mitad de  tus muslos. Tu tez está tomando color de a poco gracias a los días soleados que la vienen pintando, y el brillo combinado con el color se refleja en cada luz de la calle que vamos pasando de camino al boliche a través de la ventana del auto. También se reflejan en esas luces, los brillos del glitter que te pusiste en los labios y cachetes. En la previa tomaste vino blanco y dulce, lo suficiente para salir bailando del edificio, esa cantidad justa que hace que tengas una actitud y una habilidad increíble para el baile. Esa cantidad te despierta el ritmo y el amor por la música, y también despierta otras cosas…
 Entramos al boliche y  se te antoja pedir un trago, algo suave y frutal para entrar en calor. Caminando con una energía y un aura que te hacen brillar y una actitud que levanta varias miradas por todo el lugar, te dirigís a la barra. A unos pasos de llegar, te chocas con una chica que, por lo que podés distinguir tiene más o menos tu edad, unos ojos almendrados color miel que te miran techados por un flequillo castaño oscuro, y su cara contorneada por un pelo que cae  hasta sus hombros descubiertos por un vestido gris con dos cortes en semicírculo a la altura de la cintura que ocultan un abdomen firme, de tez bronceada casi morena. Y por su torpeza, con su mano derecha te toma de la cintura justo en la curva que tu vestido ayuda a denotar, y entre la música fuerte del boliche, escuchas:
–Discúlpame- con una natural sonrisa distinguida por las luces de la barra. Este tacto efímero pero marcado te genera una sensación cálida, y devolviéndole la sonrisa aceptas su disculpa. En una rápida mirada, llegas a ver que su mano izquierda sostiene un vaso con un trago que te llama la atención por sus colores y le preguntas el nombre, con intención de pedirte lo mismo.
 -Mi nombre? Así nomás me lo vas a pedir?- dice riéndose como si hubiese sido un malentendido y mirando su trago, y volviendo sus ojos hacia vos te dice -es un Cosmopolitan, te lo recomiendo-, y  dándose media vuelta, aun con la sonrisa puesta, se retira hacia atrás para volver a bailar con su grupo. 
Te veo volver sonriente de la barra, caminando al ritmo de la música y de muy buen humor. Viendo el vaso en tu mano, te pregunto que te pediste, a lo que con actitud cómplice, contestas: “Un Cosmopolitan”. Sin entender mucho por haberme perdido la secuencia anterior, me río y le adjudico tu buen humor al alcohol. De una forma muy efusiva me das un beso y empezamos a bailar.
Los temas van pasando y dejamos todo en la pista. Muy sumergida en la actividad y una hora después, te percatas de que acabas de tomarte un par de tragos y necesitas ir al baño, por lo que me despedís temporalmente con otro beso. Te veo irte caminando con tu figura espectacular y lo radiante que te ves esa noche.
 Llegando y ya de lejos ves la tediosa fila típica de baño de mujeres. Rendida a la idea de tener que esperar, te colocas en lo último de la fila. Para tu sorpresa (porque habíamos salido sólo nosotros dos), escuchas unos gritos de mujer llamándote desde más adelante:
-Amiga! Amiga! Ahí estás! Vení boluda!.-
Entre el humo de boliche, las luces y el alcohol, llegas a divisar la sonrisa y las manos agitándose de “la chica de la barra”. Viéndola desde esta distancia, ves algo que no habías podido notar previamente: unas piernas largas y delgadas con tatuajes que las decoran a partir de lo que su vestido gris deja ver, sostienen a una mujer que desde esa distancia parece tener una excelente figura, lo cual admiras durante unos cortos segundos. A pesar de no entender bien el contexto, cualquier situación que signifique quedar posicionada más adelante en la fila te viene bien en ese momento, por lo que le seguís la corriente y te le pones a la par. Para agregar acting, cuando llegas la abrazas al grito de “Amiiiiiigaaaa” como quien pierde a su compañera durante toda la noche y recién se reencuentran. Este abrazo te permite sentir la textura suave de su piel en tus manos en la parte que su vestido deja desnudo, y rodeás su cintura dejando tus manos invadiendo los cortes de  la tela. Las yemas de tus dedos sintiendo la piel de su cintura firme, sumado a un perfume plasmado en su cuello que tu olfato no puede evitar percibir como dulce  con notas de jazmín y frutas que no podes distinguir, le transmiten a tu sistema nervioso un leve escalofrío.
De nada, no “amiga”?- te dice en el oído disimuladamente durante el actuado abrazo -. Primero te recomiendo un trago y ahora te salvo de hacer fila, estás en deuda conmigo-.
Majo me llamo - le decís sonrojada por la situación -, y si; definitivamente te estaría debiendo una. Decime tu nombre también, digo, ya que vamos a simular que nos conocemos... - sugerís con picardía y viveza.
Anto- te dice. - Y como segundo pago por mis favores, de acá nos vamos a bailar juntas. Te estuve viendo bailar y la rompés.
Ah. Me estuviste mirando bailar?- decis mas sonrojada aún al darte cuenta de que habias captado su atención sin querer- No lo noté, perdón. Me compenetro mucho con la música y me desconecto de donde estoy y de qué pasa alrededor.
Me pasa lo mismo, que bien que nos vamos a llevar entonces- te dice.
 Ese comentario te dibuja media sonrisa en la cara y entran al baño, porque durante esos breves segundos y sin darse cuenta, perdieron la noción del tiempo y la fila se fue adelantando hasta llegar su turno.
Cuando al verte salir del baño después de unos minutos y volver a donde estabamos apareces de la mano con una nueva amiga, mi primera impresión es que es la clásica “bañoamiga” que se hacen las chicas cuando se juntan, se hacen la segunda, se sacan fotos, se tienen la puerta... Quién sabe qué hacen las mujeres en el baño?..
 Confirmando mi hipótesis, te acercas y me comentas que es tu nueva amiga, su nombre, y que te salvó la vida evitando que te hagas pis. A lo que yo le digo:
Hola, un gusto! Soy Fran y te agradezco por no haberla dejado pasar papelones en el baño- digo riendo. Como estoy con un poco de ganas de descansar las piernas porque todo ese rato yo seguí bailando, les propongo- quieren que les traiga algo para tomar así pueden seguir bailando ustedes? ¿Qué se les antoja?
¡Un Cosmopolitan!- responden al unísono y sin querer. Lo cual las hace explotar en una carcajada que denota claramente un chiste interno. Y aún sin entender mucho, voy a la barra a pedir el trago.
 Cuando vuelvo de la barra, ustedes dos están metidas en un perreo intenso causado por la increíble música de reggaeton que están pasando, y su entendimiento y conexión para bailar. Traigo dos tragos que rápidamente me arrebatan de las manos, por la sed que les generó el baile. Entre medio de tanto baile en triangulo, van girando miradas y mínimos roces de manos junto con el trago. En pleno tema, Anto te pasa el trago y cuando tu mano entra en contacto con el vaso, adelanta su mano y te toma del antebrazo acercándote hacia ella. Desde mi perspectiva, veo que se te acerca al oído derecho y te susurra algo, que no llego a escuchar qué es, pero te hace sonreír pícaramente y morderte los labios, y después de decírtelo desconozco si por el alcohol o la poca luz,  apenas veo que te da un beso en la comisura de la boca, donde todavía está dibujada tu sonrisa. Cuando saca la cara, me mira provocativamente con un poco de tu glitter perteneciente a tu pintalabios en su boca. Un escalofrío me recorre el cuerpo.
Tus ojos se desvían hacia mi, como buscando consentimiento y complicidad. Me ves mirándolas a ambas con deseo, y asintiendo con la cabeza las tomo a las dos de la cintura. Ella busca primero tus labios y después tus ojos. Vos no perdés el tiempo y la traes hacia vos para comerle la boca. Con esa imagen, el escalofrío que me había dado con su beso inocente en media boca, me energiza el cuerpo y sin cortarles el beso, corro tu pelo hacia un costado para besarte el cuello. Su beso se termina y ahora sos vos quien busca mi boca todavía con tu mano en su cintura, y con un sutil movimiento, la orientas hacia mi y la presionas contra mi cuerpo. Sin dudarlo, se enlaza con mi cuello. Quizás sabiendo que iban a ser mis últimos minutos con voluntad suficiente para decirlo, digo “basta” y decido cortar la situación sugiriendo que vayamos a algún lugar más privado, porque el boliche no era el mejor lugar para lo que se venía.
En común acuerdo, los tres decidimos que era lo más sabio para hacer. Vos y ella se van a buscar sus cosas al guardarropas y nos reencontramos afuera.
El plan? Hace rato vos y yo veníamos viendo un telo con muy buena pinta que nunca habíamos ido a probar. Con un poco de suerte y memoria, recordamos la dirección y nos dirigimos hacia allá.
Al entrar a este lugar con luces azules y ultravioletas que hacen brillar el glitter compartido en distintas partes de cara, cuello y manos (fruto del viaje en auto en el que nos fuimos conociendo todos), nos encaminamos a la habitación que pedimos; un cuarto que al entrar se deja ver una cama King, con sábanas blancas que caen sobre un piso oscuro apenas iluminado por la misma gama de ultravioletas acompañadas por unas tenues luces dicroicas que reduzco casi al mínimo para ambientar.
El lugar nos recibe con 3 copas de champagne en la mesa de entrada. Al final de la habitación, a la derecha, se deja asomar un baño dividido en 2 sectores: el primero, una mesada amplia de mármol con grifería dorada perpendicular a un espejo que ocupa media pared, y un acceso al jacuzzi que separado por una pared de vidrio, deja ver todo desde la cama.
Como amigas que son, me avisan que iban a pasar al baño a refrescarse. Momento que yo uso para poner algo de música acorde. Pasan unos minutos y escucho risas silenciadas saliendo del baño que tiene la puerta entreabierta. Escucho que me llamás, pidiéndome con una voz agitada disfrazada de calma. Me paro y me dirijo hacia donde están, y para mi sorpresa te veo sentada encima de la mesada de marmol, con las piernas a 90 grados, con Anto de pie entre ellas y de frente a vos. Tu pelo se ve un poco desordenado, como si alguien hubiese jugado con él, tu pintalabios está en su cuello, y tu glitter está en sus manos y bordes de la boca. Esa imagen me pone como nunca antes; tus cachetes están colorados de lo rápido que fluye tu sangre en ese momento y por tu alta temperatura. Como desafiandome, Anto me mira y se agacha para poner su boca en el lado interior de tu pierna derecha, que cuelga de la mesada al igual que la izquierda. Su lengua va dibujando tus muslos subiendo por tu piel y llega a tu bombacha, que tiene distintos tonos de color por las porciones mojadas ocasionadas por la situación. Tus ojos se pierden en el techo al mismo tiempo que tus labios son alcanzados por tus dientes con fuerza, e involuntariamente te sale un sonido de la garganta que demuestra tu estado. Las veo compenetradas, inspiradas en una danza sensual entre tus manos en su pelo y su boca en la superficie de tu piel. 
Tu pierna izquierda se abre un poco más, y se estira en mi dirección, invitándome a venir. Sin dudarlo un segundo, me inclino sobre vos y lentamente te sacamos la tanga hacia tus pies, uno por cada pierna, volviendo a besarlas en dirección opuesta hasta encontrarnos en el lugar que la bombacha acaba de abandonar. En un instante, mis labios y los de Anto se fusionan con los tuyos, que empapados entre tus piernas esperan nuestro tacto. Nuestras lenguas te exploran, se chocan entre ellas, con tus labios como principal atracción. Mi lengua, quizás más larga que la de Anto, se mete adentro tuyo mientras ella se encarga de besarte el clítoris suavemente y con una delicadeza que solo una mujer podría aportar. Le miras los ojos color miel y la direccionás hacia lo que te da placer con tus dedos entrelazándose con su pelo lacio y castaño. Relámpagos de electricidad se inician donde nuestras bocas terminan, y te endurecen los abductores presionandonos como resultado. Las manos de Anto, suaves como seda, suben por tu cintura y se adhieren a tus pezones. Yo las sigo, celoso, y succiono tu pezón izquierdo con mis labios, mientras siento que ella las sujeta y sostiene para facilitarme la tarea. Me inundan tus sonidos, que ya sin silenciador resuenan en los azulejos. La suma de la situación hace que de la boca de Anto empiecen a salir sonidos afinados con los tuyos, que por su intensidad, generan vibraciones en su  lengua y sus labios hinchados y por ende, suma a su tacto suave una vibración que resuena en tus adentros y te enloquece. 
Por Dios- decís-, no puedo más, basta que voy a gritar demasiad.-- y un beso mio corta tu falsa petición, y colocando tu frente contra la mía, mirándome a los ojos con la boca entreabierta te corregis:- por favor no paren.
No pensabamos parar.- aclara Anto, disfrutando la situación y acatando la orden incrementa su intensidad.- Ahora yo te pido que grites.- y arremete contra tu sexo recorriendote con su lengua a lo ancho de arriba abajo, haciendo circulos rapidos sobre tu clítoris con habilidad digna de alguien con experiencia, volviendote a hacer gritar. - Así, gritame así.
Sí, me encanta, me encantan los dos- y en un grito altísimo y cargado de placer, sintiendo como ella se empapa de vos y no disminuye su velocidad ni ritmo, acabas en un orgasmo que a mi boca la hace temblar de tanto volumen.
Anto se incorpora con la cara brillosa por el glitter y tus liquidos pintandole los labios. Sonriendo, se relame y se detiene para besarte las tetas en la subida y culmina en un beso de lengua con vos, para escucharte respirar por la nariz agitada sobre sus mejillas, como en agradecimiento.
 Con viveza, preguntas:
¿Por qué Anto es la única que sigue vestida? O este juego es volvamos loca a Majo nomas? - y con las piernas aún temblando, bajas del mármol.
Perdón. Nos distrajimos en el camino- digo riéndome, y me paro detrás de Anto, dejándola de frente a vos,  y con un leve tacto le descubro el vestido desde los hombros, dejandote de frente a dos tetas  paradas y firmes que te apuntan, ansiosas y expectantes.
Tus manos rápidamente se dirigen a una, guiadas por un  impulso fuerte de tocarlas y sentirlas. Sus pezones pequeños y redondos tienen un color rosado que combina con sus labios. La suavidad de su piel y la textura de sus tetas, reforzadas por su mano posicionándose sobre la tuya y haciendo que las presiones, te deja correr más fluidos por tus piernas. Viendo tu cara de enamorada por tu anhelo de ver ese perfecto par, te dice:
¿Queres morderlas un poco?
Antes de que termine, su oración se ve interrumpida por un suspiro; tu boca se pone en firme contacto con sus tetas, y tus dientes rodean sus pezones e intercaladamente vas jugando con ellos, mordiéndolos suavemente como fue pedido. Elevas la vista y me ves comiéndole el cuello desde atrás, y una mano mía aparece desde su espalda para apretarle una y mi otra mano te toma de la nuca y te aprieta para que nos peguemos a ella. En el reflejo del espejo del baño la ves con la boca abierta, ves las arrugas en la piel que se forman donde el tabique se encuentra con las cejas, gimiendo disimuladamente.
-Me van a matar- dice.- Amo tu boca, tus labios y lo que me estas haciendo, mi amor. Y vos- dice girando la cabeza en mi dirección y besándome la boca,- no podes tener la pija tan dura y apoyarme así, ¿que queres? Que me moje toda?
Y ahí, con esas palabras mágicas, se te terminan de mojar las piernas. Es conocida tu condición de “Ansiedad Oral”, y tu boca está seca por los gritos de hace unos minutos. Con mucha gracia, dirigís a Anto hacia la mesada de marmol, sacándole el vestido y una tanga negra que baja húmeda hacia el piso. Al momento de sacarla, ves como un hilo líquido separan sus labios de la tela, y tentada llevas tu lengua al lugar de donde salía ese jugo, bañando tu lengua con su calentura. Ella responde con un grito ahogado y un golpe de su mano abierta sobre el mármol, parece que deseaba que  lo hagas... Poniéndola de cara hacia el espejo, la inclinás  a 90 grados boca abajo sobre el mármol todavía con temperatura donde habías estado vos sentada hace un rato. Su cola parada, redonda y firme queda apuntando hacia nosotros dos. Por la luz tenue que proviene de toda la habitación, la imagen es de una columna vertebral sombreada que como escalones van bajando hacia su cola. La línea de su cola comienza donde su espalda termina, y se pierde entre sus piernas hacia abajo y luego hacia adelante. Repitiendo tu movimiento anterior, y con ganas de conseguir la misma reaccion, volves a arremeter con tu lengua hacia ella, haciendo uso de tus labios para ponerte todo su sexo en tu boca. Por detrás, sentis como me arrodillo acomodándome al lado tuyo, para que sea el turno de ella de disfrutar de nuestra atención.
Aparentemente, y no para nuestra sorpresa, nuestra coordinacion en el sexo, nuestro entendimiento y conexion, tambien estan presentes cuando se trata de darle placer a alguien mas. Como si fuese un baile practicado muchas veces, nuestras lenguas se encuentran sobre su piel, lubricadas como pistones de un motor. Las intensidades, y las zonas que tiene que cubrir cada boca, se coordinan sin nadie que dé las órdenes, por pura naturaleza y conexión. Coloco una mano en cada cachete y abro su cola para ayudarte a meter tu cara más adentro, permitiéndole a tu lengua que penetre profundamente dentro de ella. Con cada metida de tu lengua, sus músculos abductores van tensándose y sus manos bajando por el espejo, dejando marcas evidenciando su cercanía al clímax.
 Habiendo poco espacio para que juguemos los dos por la posición en la que estamos, mi boca se encarga suavemente de su rozar su cola y como soy el de la lengua más larga, de penetrar su concha apretada logrando que todo su flujo caiga por sus labios, siendo tu boca la que los recibe y los redistribuye con tu lengua en su clítoris que reacciona eléctricamente a cada tacto tuyo. Desesperada dirige su mano hacia atrás y te toma del pelo para achicar aún más la distancia y pedirte que incrementes la presión solo un poco, prohibiéndote que retrocedas, y nos ruega que no frenemos. 
Claramente no llegamos hasta ahí con intenciones de detenernos. Y motivada por lo que te dijo, tomas un ritmo acelerado; de a poco variando tus besos y golpes con la lengua oscilando entre firmeza y suavidad para llevarla a tu ritmo hasta el orgasmo. Podes sentir mi saliva bajandole por la concha, surcandola, mezclandose con su néctar y cayendo en tu lengua para hacerse uno con tu saliva. En un grito desgarrador, de esos que raspan la garganta, sus piernas pierden fuerza al mismo tiempo que tiemblan y el interior de ellas es recorrido lentamente por este cocktail de líquidos. Alrededor de mi lengua, que permanece dentro de ella todavía, siento como sus músculos se contraen y me la aprietan en sincronía con su orgasmo.
 Semi desnudos y jadeando, veo a nuestra derecha una ducha escocesa, con azulejos brillosos reflejando la luz tenue que entra desde la habitación,  con múltiples chorros y una bañera cuadrada con suficiente capacidad para los 3. Me perfilo hacia las canillas para encender la ducha a una temperatura cálida. Al girarme, veo de reojo como ustedes dos  se están besando suavemente mordiendo el labio de la otra, acariciandose la espalda, suspirando cansadas.
Me desvisto e ingreso a la ducha. Seguido a mi, entran ustedes dos, agarradas de la mano. Las gotas a altas temperaturas chocan y caen por tu panza marcando la línea media de tu abdomen, y denotan su piel dándole un brillo especial a su tez morena. El ruido de la lluvia sobre nuestro cuerpo cubre las respiraciones fuertes que se generan cuando nuestras 3 bocas nuevamente se encuentran en un beso. Ese ruido tapa tus gemidos delicados provocados por mis manos y sus manos dibujando tu cintura, tus curvas y tus pechos. Delicadamente la empujas hacia los azulejos fríos y aun secos de la pared, y ella sola se recoge el pelo hacia arriba, se toca el cuello sensualmente y levanta el mentón, mirandote a los ojos y la boca provocativamente. 
Vos querías mi cuello. ¿No?
Si, creo que me lo habías prometido. 
Sonriendo por el chiste interno, la observas detenidamente.  Gracias a la luz que rebota por los azulejos, su clavícula se ve marcada y brillando por el agua, que refuerza su figura, las gotas cayendo por su cintura, los huesos de su cadera apuntandote, su mirada invitandote a acercarte y su boca entreabierta mirando atenta a tus movimientos, pintan un cuadro del que queres formar parte.
 Tomándola por su pelo recogido a la altura de la nuca colocas tus elogiados labios que hinchados de tanto ser mordidos, se posan sobre su piel mojada. Instantáneamente sentís un escalofrío generado por su mano en la parte inferior de tu espalda llevándote hacia ella, y simultáneamente su pierna subiendo por tus muslos como seda ayudada por el agua que las recorre a ambas. Al mismo tiempo y en el momento del contacto de tus labios con su piel, sentís su piel erizarse, por lo que entendes que el escalofrío fue mutuo y simultáneo.
 Mi respiración cálida llega a tu cuello desde atrás, seguido de un beso detrás de tu oído. Con mi beso llega también una sensación que te genera un escalofrío y te hace morder involuntariamente a Anto, y escuchas con óptima calidad un grito ahogado percibido justo cuando tu oido pasa cerca de sus cuerdas vocales que cae de su boca junto con finos ríos de agua por su piel, surcando su cuello. Desde la línea que divide tu cola en dos, me sentis paseando entre medio de tus piernas. Duro. Y no podes verlo pero en tu cabeza imaginás el color rojo, el aspecto hinchado y las venas marcadas como un brazo recién ejercitado.
Repito, un cuadro. Mi piel contra tu piel, mi sexo contra tu sexo, tu boca en su cuello, su boca en tu oído y sus manos presionandote contra ella.
Tus manos no quieren quedarse quietas, y viendote encerrada por delante y por atras, tu mano izquierda, que sostenía el pelo de Anto, baja acompañada por las gotas de agua para que las yemas de tus dedos tomen contacto con sus labios mojados donde el líquido de la ducha se encuentra con su liquido. Logras distinguir la diferencia entre la textura del agua y sus aguas, la viscosidad que perciben tus dedos es la misma que vos sentis bajando por tus piernas. 
Dos de tus dedos toman la iniciativa y se abren paso entre sus labios. Entran a recorrer ese mundo por dentro, como buscando la fuente de ese líquido. Sentís como van mojandose tus falanges con cada entrada y salida, y mientras más adentro, mejor escuchas sus gemidos. 
Tu oido sigue en contacto con sus cuerdas vocales permitiendote tocarla como a un instrumento, jugando con sus sonidos y sus reacciones, que van desde pequeños espasmos, gemidos, y apretones que sentis en tu espalda con su mano, hasta alaridos y suspiros seguidos de tu nombre y algún elogio a tu habilidad. 
En un rápido movimiento, Anto quita su mano de tu espalda y la dirige hacia abajo contorneando tu la pierna, y desde la altura de tu rodilla sigue río arriba el  surco de tu flujo que cae sobre tus piernas, hasta llegar a la fuente. Ahí comienza un juego de espejo en el que el movimiento que hagan tus dedos, los suyos lo hacen sobre vos. Dos de tus dedos dentro de ella? Dos de sus dedos dentro tuyo. Tres dentro de ella? Tres dentro tuyo.
Tu mano derecha no puede evitar querer participar, pero su interés es otro. Llevas tu mano hacia atrás como cuando sacas el teléfono de tu bolsillo trasero, y con la precisión de un francotirador, tu mano se encuentra con lo que buscaba. Siento como la envolves delicadamente pero con firmeza, acariciándola despacio. Con la misma sensibilidad de tacto que te permite sentirla a ella, su calor, su temperatura subiendo, lo mojada que está, tu mano derecha me siente latir. Sentís la sangre bombeando con cada movimiento hacia atrás y hacia delante. No puedo verlo, pero sé que la velocidad a la que me estas pajeando a mi, es a la velocidad que estas tocándola a ella, y por consecuencia, la velocidad a la que te está tocando a vos. Es una bola de nieve que va incrementando y disminuyendo su intensidad, a requerimiento, acompañada de los gemidos de los 3, y vos sos la activa dandonos placer a los dos y recibiendo de lo que das y controlando la intensidad y la velocidad de todos. Mis dos manos se adelantan y toman tus tetas que están rozando contra las de Anto generando pequeñas corrientes de placer, y voy intercalando entre las de ella y las tuyas, jugando y apretandolas suavemente.
El anuncio de sus máximos de placer se ve reflejado por el arqueo paulatino y casi coreográfico en sus espaldas, la aceleración de su respiración coincidente con la aceleración de sus manos moviéndose dentro y fuera de la otra, y el temblar de tus piernas que casi se te vencen al acabar. Afortunadamente ella te contiene en la quasi-caída, porque ya estaba contra los azulejos, ya no tan fríos y ya no tan secos.
Anto se deja  caer deslizándose lentamente sobre el piso de la bañera, con los músculos de sus piernas cediendo ante el orgasmo que tus manos causaron. Vos, aun de pie resistiendo asistida por mis brazos envolviéndote, me sentis aun entre tus piernas, suavemente posando mi cabeza sobre tus labios empapados. Girando tu cuello me besas, jadeando,  y miras de reojo a Anto que quedó semi tendida con su frente a la altura de tus caderas mordiéndose los labios con la boca entreabierta, y mojando tus dedos en su boca provocativamente, empezas a enseñarle qué es lo que te gusta. 
Ella te mira a los ojos mientras chupa tus dedos y dirige los suyos hacia tu entrepierna para tocarte. Pero no. Tu mano las detiene justo antes de llegar a la mejor parte. Tu sonrisa desafiante y tu cabeza diciendo que no, le sugiere que mire y aprenda. Las yemas de tus dedos se despiden de los labios de su boca y se ponen en contacto con los tuyos. Inicialmente pasas toda tu mano muy suavemente, contorneandotela, dividiendo con dos dedos para cada lado con el clítoris como línea divisoria, quedando atrapado entre tus falanges hasta llegar abajo, que con alta temperatura espera que tus dedos se introduzcan, de a uno, o de a varios.
 Tus dedos entran y salen de adentro tuyo, volviendo ocasionalmente hacia la boca de Anto, que hecha agua espera ansiosa su turno. Realizas círculos antihorarios en tu punto más sensible y apretas los músculos de tu cuerpo con cada roce , generando que se te erice la piel. En paralelo, yo me acerco unos centímetros para meterte muy de a poco la puntita y te levanto simultáneamente una pierna para que ella pueda disfrutar la vista y tener mejor accesibilidad. Cada vez que tus dedos tocan su boca, mi pija se mete un poquito más. 
Como ya es sabido, tu motricidad deja de ser tan buena cuando estás distraída y más aún cuando estoy adentro tuyo y con la sangre bombeando haciendo que sientas mis latidos a través de él. Sabiendo que en cualquier momento ya no vas a poder tocarte a conciencia, llevas hacia adelante tu mano para tomarla del pelo y pegar su frente a tu ombligo, para que imite con su lengua los movimientos  que le mostraste. Sin dudarlo ella se entabla en un beso intenso al mismo tiempo que yo te la meto toda de una vez, lo cual te corta la respiración. Con la boca entreabierta, de tus cuerdas vocales sale un grito que resuena por todos los azulejos.
 Te siento hirviendo por dentro, empapada  y apretada. Tu piel interna abraza a la mía provocando electricidad por todo el cuerpo.
 Anto está ahí con el objetivo de darnos placer mientras nosotros nos damos placer, y cumple su función a la perfección. De tan mojada que estás y con la velocidad incrementando poco a poco, en un empujón me salgo de adentro tuyo. Con gran habilidad, Anto me la agarra y acerca su cuerpo con la boca abierta, antes recorriéndote entera con su lengua y golpeando despacio mi cabeza contra tu concha que desesperada la quiere de nuevo adentro. Siguiendo el camino de tu concha, llega a mi cabeza y desliza su lengua desde ahí hacia los huevos, lamiendo todo el tronco. De a turnos, va haciendonos cortos episodios de sexo oral mirandonos a los ojos.
 Sobre vos ya tiene una idea de que es lo que te gusta, te está aprendiendo a leer y te observó tocandote lo suficiente para saber en 20 segundos posar tu boca sobre vos, succionar suavemente y besarte donde hay que besarte, y está tranquila porque lo que aún no sabe tu mano sobre su pelo le indica direcciones e intensidades. De mi mucho no sabe, cuando se la pone en la boca, saca su lengua y tímida nos mira de a uno pidiendo consejo o buscando ayuda con la mirada y después se la mete unos centímetros abrazándola con los labios. Vos sos muy buena compañera así que llevas tu mano hacia su nuca y mirándome a los ojos buscando mi reacción la agarras del pelo quizás un poco firmemente y la guias hacia atrás y hacia adelante, susurrando por lo bajo lo que tiene que hacerme, que se atragante un poco así puede escupirmela y asi te entra mejor (como si hiciera falta)... No puedo dejar que esta situación se estire porque conozco tu fijación oral y lo mucho que te morís de ganas de metértela entera en la boca, enseñar y dar cátedra sobre como darme placer, es tu especialidad. Aparte yo estaba cogiendote en primer lugar. Así que no, de que te garche un poco más, no zafás.
 Juntando un poco de voluntad… se la saco de la boca y le pido por favor que la vuelva a apoyar en la puerta para esta vez sin tanta lentitud empezar a cogerte mas fuerte y más intensamente. Con cada metida siento como tu concha me va apretando cada vez más. Como aumenta la sensibilidad y lo empapada que estás a medida que más chirlos en la cola te pego. En los reflejos de los azulejos veo tus tetas rebotar al ritmo de cada golpe  y las sujeto firmemente pellizcandote los pezones. Empiezo a sentir que acabas, ese momento hermoso en el que la presión que ejerces me ahorca la pija dentro tuyo y me hace sentir más placer aún. Le pido que nos mire, que se toque si quiere, que disfrute de cómo tu flujo cae por tus piernas cuando acabas a chorros y a gritos. Con una excelente iniciativa propia y sin dejar de tocarse se incorpora, te besa el cuello, me besa la boca, te toca y te chupa las tetas y vuelve a besarte para que grites en su boca, pareciera que le encanta eso. Se pone de frente a vos mirándote desafiante a los ojos, pasa tus manos atravesando por los costados de tu cadera y me toma a mi de la cintura y me impulsa con sus brazos hacia vos, dandole mas intensidad y acentuación a cada metida. 
Subiendo por tu cuello se pega a tu oído izquierdo y con cada empujón te pregunta si te gusta, si queres más, si se siente bien esa pija dura adentro. En tu oído derecho estoy yo, que desde atrás te muerdo el cuello y continuo el interrogatorio: “te gusta mi pija? Me la podes acabar toda, por favor?”. Recorriendo tu cuello con nuestras lenguas y dientes, nuestras bocas se encuentran para darse besos cortos y seguir. Desesperada de izquierda a derecha buscas nuestras bocas para que te besen y te muerdan los labios.
El agua de la ducha ya se confunde con el caudal de agua que emana de vos, indistinguible la diferencia, por lo que corto el agua.
Con un poco más de determinación e ímpetu, las agarro a ambas ya no de las manos como para entrar a la ducha, sino del pelo, y las llevo hacia la habitación donde yace una cama de 3 plazas con sábanas blancas, luces tenues y tonos cálidos que iluminan levemente. 
Quizás con un poco de dureza (directamente proporcional a lo duro que estoy después de todo esto), las tiro sobre la cama dejándolas una al lado de la otra mirando hacia arriba y me coloco entre sus piernas, abriéndolas y sumergiendo mi boca en ellas, de a turnos. Siguiendo tus lunares hacia arriba, las veo tocándose suavemente entre ustedes, acariciandose y besandose con lengua. Al ver ese beso tan delicado, me abro camino lentamente por tu cuerpo y me uno al beso, acariciándolas a ambas y como él ya sabe cómo es la cosa, entra en el mismo movimiento dentro tuyo y con cada beso se hincha y late.
 Anto se encuentra a tu lado izquierdo, quedando como encargada y responsable de su total atención,  mientras que a mi me queda la derecha. Simultáneamente dejamos de besarte para bajar hacia tus tetas que celosas esperan su turno. Tus manos se encuentran una en cada uno de nosotros y dibujan y marcan en nuestras espaldas en sincronía  los rasguños de tu expresión. 
Con cada vez menos sangre en la cabeza y más sangre en la cabeza, viendo que tu orgasmo se está por anunciar, pienso fugazmente que esta vez no quiero que llegues, quiero dejarte caliente y ponerte así más puta. Y rápidamente te la saco para volver a poner a Anto boca arriba y ubicarte a vos sentada encima de su cara, orientada hacia mí. Ella te recibe feliz, abriendo su boca y sacando la lengua para que te pongas cómoda y le bailes encima, pasando sus dos manos por tus piernas, luego cruzando tu cadera sujetando y abriendote la cola. Como recompensa por su buena actitud, levanto sus piernas tipo cuevita y me inclino hacia vos para besarte, metiendosela así toda de un empujón firme pero despacio. 
Su grito resuena de lleno en tu sexo, provocandote una vibracion y haciendo que tus abdominales se endurezcan doblandote sobre su cuerpo. Mi mano izquierda se prende a una de sus tetas mientras voy incrementando la intensidad y mi otra mano te toma de la nuca y el pelo y te pega a mi cara para besarte.
 Aparentemente no sos la única que se distrae cuando se la cogen, pero ella pone esfuerzo en seguir dándote placer con la lengua a pesar de la distribución de la atención, a lo que vos respondes en agradecimiento inclinándote  para quedar en un 69 sobre ella, lo que te permite chupársela, escupirla y de yapa meterte mi pija en la boca cada vez que se te presente la oportunidad. Conociendote la saco a propósito, porque una vez que se te antoja meterte algo en la boca es difícil sacarte esa idea. Así que intercaladamente voy apoyandosela sobre la concha dejándote jugar con ambas de a ratitos para que no te abuses. Y con esa saliva/lubricante que tenes, vuelvo a meterla en ella que sus piernas mojadas tiemblan pidiendo volverme a tener adentro.
Me retiro un poco hacia atrás y te pido que te pongas en cuatro entre ella y yo. Anto está como la dejé, jadeando, empapada, boca arriba, con las piernas abiertas y las manos tocándose las tetas. Vos levantas la colita despacio provocándome a cogerte y gateando lentamente subís por su cuerpo besando cada centímetro cuadrado de piel que te encontrás. Tu camino parte desde sus piernas pasando por la cara interna de sus muslos, apoyando tus labios sobre su conchita que mojada ansía tu atención, pero seguís hacia arriba deteniéndote en sus pezones expectantes, y finalmente te unis en un beso con ella, recibiendo su respiración en tus cachetes colorados. Viendo esta oportunidad (a vos en cuatro encima de ella, y ella boca arriba chapando con vos), me inclino y con los brazos sostengo mi cuerpo a la altura ideal para ir repartiendo besos y lengua entre las piernas de ambas. Sus besos se ven reforzados  por los gemidos que resuenan en la boca de la otra. En tu espalda sentis su mano dibujandote mimos y rasguñandote y mi mano de norte a sur buscando tus  caderas en simultáneo a mi cuerpo incorporándose para garcharte. En tu concha apretada me sentís entrar duro  e hinchado, y gritando cortas un beso que le permite a Anto morderte el labio inferior mientras sonríe sabiendo lo que está pasando. Para aportar al placer, te mete los dedos en la boca pidiendo que los escupas y escabulle una mano entre su cuerpo y el tuyo para tocarte desde abajo, y con su otra mano hace lo mismo para tocarse ella. 
Me sentís latir adentro tuyo. Tus sentidos se agudizan y cada centímetro que entra se diferencia por la textura de las venas hinchadas que te inundan de sensaciones, sumado a los círculos que las yemas de los dedos mojados por tu saliva y tu propio flujo caen sobre tu clítoris. Cada empujón profundo desde esa posición hace que acabes chorros que caen sobre la concha de Anto, y eso me permite sacartela y metersela a ella con mayor facilidad. Cogiendola a ella veo como le das angulo a la colita hacia arriba dejando tu clítoris expuesto a mi pelvis y es golpeado con cada embestida de mi cuerpo.
 Como si tuviesen iniciativa propia, mis dedos se mueven hacia tu conchita abierta y desde mi posición arrodillado te escupo y meto tres dedos, a lo que tus cuerdas vocales responden generosamente  una vez que empiezo a acelerar y a hacerte acabar.
 La tracción que necesito para poder cogerlas a ambas intercaladamente la saco de tenerte agarrada de la cintura y, de la tentación, hacia tu cola se escapan chirlos de mi mano izquierda que resuenan en toda la habitación, acompañados también de nuestros gritos.

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