Desde que Rob cumplió dieciocho años, se había vuelto bastante malhumorado y desagradable. Su madre, Betty, trató de disciplinarlo, pero era una persona pusilánime. Pidió ayuda a su marido. El padre de Rob lo sentó y le dijo que se buscara una chica. Los adolescentes necesitan desahogarse. Rob aceptó. Al día siguiente, después del colegio, Rob se acercó sigilosamente a Betty mientras trabajaba en el fregadero de la cocina y se frotó contra su redondo trasero. "No puedes tocarme así, Robby". Betty se giró y apartó a su hijo con suavidad. "No puedo evitarlo". Los ojos de Rob recorrieron las curvas de su madre, metidas en su vestido verde. "Papá me dijo que tenía que encontrar una chica bonita y hacerla mía". "Entonces, ve a hacer eso y déjame en paz". Betty cruzó los brazos sobre el pecho e intentó parecer severa. "No lo entiendes, mamá". Rob miró a sus bonitos ojos. "Eres la chica que más me gusta". "¿Qué?" Las pálidas mejillas de Betty se sonrojaron de un rojo intenso.
"Eres la única que quiero". Rob dio un paso hacia su madre y se apretó contra su suavidad. "Ahora, Robby". Betty estaba inmovilizada, con el trasero presionado contra el mostrador. Empujó débilmente contra su hombro con las manos. "Eso no puede pasar nunca". Pero no lo dijo con autoridad. "Sé mi chica" Rob puso las manos en su espalda y la atrajo hacia un abrazo. Levantó la cabeza y le robó un beso incómodo a su madre. Muy pronto, estaban besándose en la cocina como una pareja de tortolitos en el pozo de la pasión. ¿Cómo pudo ocurrir esto? se reprendió Betty, pero siguió besando a su hijo. Le dejó explorar su boca con la lengua. Era tan fácil de convencer. Y cuando él le subió las manos a los hombros y la empujó hasta las rodillas, ella le dejó. Él se bajó los pantalones y ella alargó la mano para acariciar su cosa venosa y rígida. La maternidad estaba llena de circunstancias inesperadas y situaciones complicadas. Pero nada la había preparado para el momento en que extendió su lengua para lamer la cabeza del artilugio especial de su hijo. "Oh, Dios mío. Mamá, por favor..." Rob miró su dulce rostro.
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Betty movió la cabeza sobre la herramienta mágica de su hijo, su mano derecha acariciando su longitud, su mano izquierda presionada en su nalga derecha. Después de varios minutos, lo sacó de su boca con un sonoro plop. Le miró a los ojos aturdidos. "A veces hago esto con tu padre. Siempre le relaja meterme sus cosas en la boca. ¿Quieres eso, Robby?" "Sí". Rob asintió y puso ambas manos en la parte posterior de su cabeza. Volvió a acercar la boca de ella a su polla. Betty tomó con cariño el pene de su hijo en su boca, sorbiendo y rebotando su cabeza de un lado a otro. Podía sentir que él se preparaba para una liberación. "Mamá... es..." Rob cerró los ojos, sacudió las caderas y soltó un torrente de semen en la garganta de su madre. Betty tragó, haciendo lo mejor que pudo para tragar el desastre caliente y salado. Cuando terminó, retiró la cabeza y miró su rostro sudoroso: "Ya está, todo mejor". Le subió los pantalones, le metió el pene y le mandó a su habitación para que hiciera los deberes. La maternidad estaba llena de sorpresas.
2 Después de ese día, las compuertas se abrieron
Betty pensó que ayudar a Rob esa vez con su boca sería suficiente para satisfacer al joven de dieciocho años. En lugar de eso, su hijo habló de salir con ella. Eso era absurdo. Le pidió que volviera a ir al sur con él. Ella se negó. Le pidió otro beso. Ella se negó, pero finalmente le dejó explorar su boca en el salón un día después de las clases. Los dos se besaron en el sofá durante horas, con las lenguas entrelazadas y los cuerpos apretados el uno contra el otro. Las sesiones de besos continuaron y Rob se sintió envalentonado. Golpeó el trasero de Betty cuando su padre no estaba mirando. Y se apretó contra su trasero mientras ella trataba de preparar la cena. Incluso empezó a cogerle las tetas, apretándolas y metiéndolas por el vestido, cuando la besaba. Betty era una buena y fiel esposa, pero le costaba decir que no a su hijo. Y Rob quería otra mamada. Un día, madre e hijo volvían a casa después de un viaje de compras a los almacenes. "No puedo soportarlo, mamá. Lo necesito". Rob la miró desde el asiento del copiloto con ojos de dolor. "¿Tanto lo deseas? ¿Ahora mismo?" Betty lo miró. Su pobre chico parecía tan molesto. No podía posponerlo más. "Bien, pero tendremos que ser rápidos". Giró el coche por una calle lateral y aparcó en un callejón vacío. ¿Cómo había llegado a esto? Se inclinó y le sacó el pene de los pantalones. Se inclinó aún más y se lo llevó a la boca. Cuando él se corrió, ella se lo tragó todo. Betty se la chupó una y otra vez, tragándose una carga tras otra. Cada día
Después de la escuela, se arrodillaba en la sala de estar, en el baño, en la cocina, en el dormitorio de él, en el garaje, en el estudio e incluso en el dormitorio que compartía con su marido. Ni siquiera eso fue suficiente para el joven. Un día, en la cocina, mientras Betty babeaba amorosamente la herramienta de su hijo, Rob la puso de pie y la hizo girar. "Necesito más, mamá". Le dio la vuelta y le levantó el vestido alrededor de la cintura. Le bajó las bragas. "No, Robby. Esto es ir demasiado lejos". Betty dijo las palabras correctas, pero se quitó las bragas y abrió un poco las piernas. Se inclinó hacia delante y apoyó las manos en la pared. "No puedes hacer esto". "Papá me dijo que buscara una chica". Rob se puso detrás de ella, vestido sólo con su chaqueta de punto. Miró el maravilloso y redondo trasero de ella. "Eres mi chica, mamá". "Robby, por favor. Tu padre... oh, mi... realmente vas a..." Ella sintió el pene deslizándose allí atrás. "Un poco más abajo, cariño." Era tan fácil de convencer. "Gracias, mamá." Rob tenía problemas para encontrar su entrada. Bajó su pene y se deslizó hacia adentro. Puso sus manos en las caderas de ella y tomó un buen ritmo. Los sonidos de los maullidos de Betty, los gruñidos y los "Oh-mi-Dios" volvieron loco a Rob. Se acopló a su madre por detrás durante más de una hora. "No dentro, Robby". Betty era un desastre sudado. Miró por encima de su hombro a su apuesto hijo. Se dio cuenta de que se estaba acercando. "De acuerdo". Rob sacó y depositó su mayor carga hasta ahora en su culo. Cuando terminó, Betty se enderezó y se dio la vuelta. "Voy a ir a limpiarme. Ahora ve a terminar tus deberes antes de que tu padre llegue a casa". Betty se dirigió a toda prisa hacia el lavadero para evitar que su vestido se manchara. Rob sonrió, su mente ya contemplaba la próxima cópula.
3 Después de aquella vez en que Betty dejó que Rob la montara, él pidió más de lo mismo todos los días. Betty lo rechazó, pero se ofreció a satisfacerlo con su boca. Y así, las mamadas continuaron, pero se las arregló para mantener a su hijo de dieciocho años fuera de sus bragas. Betty perdió la cuenta de cuántas veces su hijo le había chupado la garganta. Tanto semen salado y sucio. Un viernes por la noche, el marido de Betty le informó de que saldría a beber con sus amigos. Betty esperaba pasar una noche especial con su marido, queriendo reavivar un poco de magia en su dormitorio. Pero él se fue. "¿Qué pasa, mamá?" Rob la encontró tumbada en el sofá. "Tu padre se ha ido a beber con sus amigos". Betty se sentó con el ceño fruncido. "Anímate" Rob se sentó a su lado y le pasó el brazo por los hombros. "Vamos al cine". Entonces, Betty los llevó al autocine "The Seven Year Itch". "Esto es divertido". Rob le pasó las palomitas desde el asiento del copiloto. La película acababa de empezar. "¿Por qué no vamos atrás? Será más cómodo". "No lo creo, Robby. Eso es lo que hace un chico con su novia". Betty sacudió su bonita cabeza rubia. "Tú eres mi chica". Rob subió a la parte trasera del automóvil. "Por eso siempre te tiras encima de mí. ¿Verdad? Ahora vuelve aquí". Betty se sonrojó. Era tan fácil de convencer. Se levantó con cautela
sobre el asiento y en el asiento trasero con Rob. Se apoyó
apoyada en su hombro durante un rato. Mirando hacia abajo, pudo ver la tienda de campaña en sus pantalones, esperándola. "¿Robby? ¿Quieres que me encargue de ello?" "Sí". Rob la observó bajarse los pantalones y los calzoncillos. "Estás especialmente grande esta noche, cariño". Betty lo agarró con firmeza, su mano izquierda en su bola izquierda, la derecha acariciando su erección. Bajó la boca en el coche oscuro y movió la cabeza arriba y abajo. El coche se llenó con los sonidos de sus sorbos y arcadas. Al poco tiempo, ella sacó su carga y la engulló. "Gracias, mamá". Rob suspiró. Se había olvidado por completo de Marilyn Monroe en la gran pantalla. "Pero aún nos queda algo de tiempo en la película". Betty le miró con los ojos muy abiertos. "¿Otra vez?" "Sí, pero no eso". Rob la subió a su regazo. Le subió el vestido y le quitó las bragas. Le desabrochó la parte superior del vestido y le bajó el sujetador, dejando al descubierto sus magníficas tetas. "Te sigo diciendo, Robby, que no podemos". Betty miró su duro aparato mientras se movía entre sus piernas. "Ugh", dijo tontamente mientras él se lo metía. A pesar de sus palabras, estaba mojada y acomodada. Betty no pudo evitarlo, sus caderas se balancearon y lo introdujeron profundamente dentro de ella. No pudo conseguir que él la escuchara. Nunca. Veinte minutos después, ella podía decir que él estaba cerca. "No dentro, Robby", dijo débilmente. "Lo siento... Mamá". Rob gruñó como un animal y desató un torrente dentro de ella. Más tarde, Betty los llevó a casa en silencio, con el semen goteando en sus bragas. Su mente estaba en guerra, a partes iguales de satisfacción y culpa. Se preguntaba qué haría Rob a continuación.
4 Hay muchos problemas a la hora de abrir la caja de Pandora. Un problema,
Betty descubrió, es que una vez que se abre la cosa, es casi imposible
cerrarla. Y así, el domingo por la mañana antes de la iglesia, mientras su marido
jugaba al golf, Betty volvió a ceder ante su hijo de dieciocho años. Se pusieron
j "Robby por favor..." Betty ofreció una débil resistencia, ya que Rob, toscamente
ya estaba vestida con sus mejores galas del domingo, pero Rob quería deshacerse de eso.
le quitó el vestido. "Si vas a hacer esto, tenemos que usar uno de los condones de tu padre". Ella se derritió un poco cuando Rob se inclinó para darle un beso.Rob rompió el beso y le quitó el vestido por la cabeza. "Bien, mamá.Pero tienes que ponértelo"."De acuerdo, cariño". Con sólo sus tacones, bragas y sujetador, Betty corrió corriendo hacia arriba. "Tenemos que darnos prisa. Quiero que estemos listas para la iglesia cuando tu padre llegue a casa". Se dirigió a su dormitorio y abrió el
cajón de la mesita de noche. Esperaba que su marido no se diera cuenta de que faltaba un condón que faltaba mientras abría el paquete "Me encanta ver tu trasero mientras te corres". Rob la siguió al dormitorio. "Podría ver eso todo el día". Rob dejó caer la chaqueta de su traje en
el suelo. Tiró los pantalones y la ropa interior detrás de él. Su polla se balanceaba justo debajo de su camisa y corbata. "Tienes un culo tan ancho y redondo,
Mamá". "Oh, Dios mío, Robby". Betty se sonrojó, se acercó a su hijo y se arrodilló. "No digas esas cosas". Ella cuidadosamente enrolló el condón en el pene erecto de Rob. Apenas cabía su gran aparato "Deja el sujetador. Quiero ver tus tetas". Rob sonrió al ver sus tetas salir de su confinamiento.
Unos minutos más tarde, Betty se encontró a cuatro patas en su cama matrimonial con Rob piando por detrás de ella. "No tan... 000hhhh no tan duro, Robby. Eres muy grande". Pensó en su marido. ¿Estaba en el hoyo 15 ahora mismo? ¿El 16? Se preguntó cómo podía ser tan ajeno a algo tan
monumental como su entrega a su hijo.
"Eres mi chica, mamá. No te quejes". Le dio una palmada en el trasero y se emocionó con su pequeño grito de respuesta. "Papá te ha perdido. Ahora eres mía". Rob agarró
su cola de caballo y tiró de su pelo.
"No", chilló Betty. "Yo amo... a tu padre". Se maravilló de la forma en que Rob la manejaba. Todo lo que él quería, Betty se lo daba. Ella sintió el pene de Rob
tocar profundamente dentro de ella y su orgasmo se acercó.
"Bien". Rob volvió a dar una palmada en su blanco trasero. "Pero eres mejor madre que esposa".
Eso hizo que Betty llegara al límite. Con Rob en completo control, ella gritó un clímax masivo.
"Puedes ser mi chica y su chica". El semen de Rob se agitó en sus bolas. Estaba cerca. "No me importa". Él soltó su cabello y agarró sus caderas con ambas manos.
manos. Se convulsionó y descargó en el condón sobrecargado.
Cuando terminó, se retiró de ella y miró el profiláctico hinchado. "¿Qué hago con el condón?" Se lo quitó y entró en el baño de Betty. "Déjalo sobre un pañuelo de papel ahí". Betty se puso de lado, el placer aún la recorría. "Me encargaré de ello. No podemos permitir que tu padre encuentre
un condón usado". Rob hizo lo que le indicaron y se vistió de nuevo Betty se volvió a vestir lentamente, se deshizo del condón y se preparó para ir a la iglesia.
Para cuando su marido regresó, estaban listos para el servicio del domingo.
5 Las pendientes resbaladizas arrastran a una persona al fondo. Betty se encontró resbalando. Su hijo de 18 años, Rob, la había empujado a un descenso licencioso, y ahora no podía encontrar tracción. El ama de casa no sabía dónde estaba el fondo de este pozo de lujuria, pero sabía que se dirigía allí. Una de las paradas de Betty en su descenso fue en la tienda de cinco y diez centavos, para comprar una caja de condones extra grandes. Los condones de su marido apenas podían contener el pene de Rob, así que necesitaban más protección. Además, el padre de Rob seguro que echaría de menos sus condones si Rob usaba demasiados. Betty pagó al dependiente de la tienda, con un profundo rubor en las mejillas, y se apresuró a llegar a casa antes de que terminara el colegio. Varias horas después, Betty se encontró desnuda, de espaldas, con las piernas abiertas al aire. Estaba en la habitación de su hijo, mirando al techo, mientras Rob castigaba su vagina con largos y potentes golpes. A su alrededor, en la cama de Rob, yacían paquetes de condones rotos y preservativos usados. Rob la había llevado a su habitación nada más llegar a casa y desde entonces no había dejado de aparearse con ella. "Tu padre... estará en casa... uh uh uh... pronto". Betty no podía creer que su hijo pudiera seguir así. Se preguntaba si dejaría su pene dentro de ella las 24 horas del día si se lo permitiera. "Tenemos que... 0000hhhhh ... limpiar, Robby. Necesito..." Los grandes pechos de Betty se tambaleaban y se movían de un lado a otro de su pecho con cada empuje. "...hacer la cena." "Sólo un poco más, Morn". Rob movió las piernas de ella sobre los hombros de él para conseguir algo de palanca adicional. ¿Ahora eres mi chica? ¿Es este mi coño?" Betty negó con la cabeza y apartó la mirada de su hijo hacia uno de los pósters de su pared. Había un vaquero sonriente sobre un caballo con una mujer india cabalgando a su lado. Era de alguna película que le gustaba a Rob, pero aun así se preguntó si esa india se había entregado a ese vaquero como Betty se estaba entregando a Rob.
"Papá no se merece tu coño". Rob detuvo sus caderas y presionó su polla hasta el fondo dentro de ella, manteniéndola allí. "Debería tenerte toda para mí". "Comparte con tu... padre". Los ojos de Betty se pusieron en blanco cuando sintió que él movía los órganos dentro de ella. "No debería compartirte toda con papá". Rob se sacó de ella, le agarró la cadera derecha y la puso boca abajo. Se quitó el condón y lo tiró detrás de él. Su polla estaba resbaladiza de semen. Le juntó las piernas y le tocó el culo con su cabeza morada. "¿Papá te ha hecho alguna vez aquí?" "No", chilló Betty. Nunca nadie le había metido su aparato en el trasero. "Este será mi agujero entonces". Rob deslizó varios centímetros en su trasero. Observó cómo su madre tensaba la espalda y agarraba la sábana con fuerza con ambas manos. "Debería tener un agujero que sea todo mío. ¿Te parece bien?" "Sí... Robby. Tan apretado". Betty era tan fácil de convencer. Al principio sintió dolor, pero eso cambió rápidamente cuando Rob se deslizó más dentro de ella. Varios minutos después, sus caderas rebotaban en el colchón mientras Rob le daba por detrás. Sus gritos llenaron la casa. "Tómalo para ti, Robby. Toma mi culo", aulló Después de que Rob terminara, Betty se tambaleó hacia la puerta, sosteniendo su ropa detrás de ella para atrapar el semen que goteaba de su trasero. "Limpia esos condones y cambia la sábana", dijo con voz temblorosa. Se detuvo en la puerta y se apoyó en el marco. "Que tu padre no los vea en la basura". "Claro, mamá". Rob, con la polla finalmente desinflada, recogió los condones usados de la cama. "Voy a limpiarme y a preparar la cena". Betty caminó por el pasillo con piernas inseguras.
6 Betty hacía años que no jugaba a los indios y los vaqueros con su hijo Rob, de 18 años. Pero un día, cuando llegó a casa del colegio, eso es lo que quería hacer. Le pidió que encontrara aquel viejo disfraz de Halloween que había usado para llevarlo a pedir dulces cuando era pequeño. Betty dijo que no sabía dónde estaba y que probablemente ya no le quedaría bien. Pero Rob insistió y Betty acabó yendo a buscarlo. Era tan fácil de convencer. Más tarde, entró en su habitación. Rob la esperaba vestido de vaquero, con el sombrero puesto
en su cabeza. "¿Qué te parece, Robby?" Betty hizo un giro para su hijo. Llevaba un vestido de piel de gamo con anillas colgando de las mangas y los lados. Llevaba una diadema de cuero con una pluma que sobresalía de su pelo rubio. Y se había maquillado las mejillas con rayas horizontales negras para que parecieran pinturas de guerra. "Es perfecto, mamá". La polla de Rob se puso inmediatamente dura como una roca. "Ahora, ¿cómo quieres jugar?" Betty sonrió, dispuesta a divertirse sanamente con su hijo para variar. "Podría fingir que estoy en
un grupo de asalto? ¿O podríamos simplemente pasar el tiempo en el rancho?" "Tenía otra cosa en mente". Rob se bajó las chaparreras y los pantalones y se acarició la polla. "Oh." La sonrisa de Betty se desvaneció y sus ojos se centraron en ese amplio pene. Era sexy ver a Rob en su traje de vaquero. "Ya veo. Bueno, entonces será mejor que cojamos tus condones". Betty se acercó a su mesita de noche. "No." Rob observó su trasero balanceándose bajo el disfraz. "Los indios y los vaqueros no usaban condones".
"Pero..." Betty abrió el cajón y metió la mano, pero su mano se detuvo antes de coger la caja. "No te preocupes. Acabaré en tu culo". Rob se levantó, caminó detrás de ella y le levantó el vestido. "Los indios no llevaban bragas, mamá". Rob le quitó las bragas y las tiró detrás de él. Diez minutos más tarde, Betty estaba sosteniendo la mesita de noche, inclinada y mirando la caja de condones sin usar en el cajón abierto. Su vestido de piel de gamo estaba abultado alrededor de sus caderas. Pensó en lo bien que se sentía el pene desnudo de su hijo dentro de ella y gruñó durante su tercer orgasmo de la tarde. Ya había dejado que se corriera en su vagina, pero no podía dejar que se convirtiera en un hábito. "Mi... culo... Robby. No... mi vagina". Incluso mientras decía las palabras, ella seguía empujando sus caderas hacia él. "Claro, mamá". Rob se sacó de su coño y le metió la polla resbaladiza en el culo. "O0000000hhhhh." Betty sintió que Rob le bajaba el vestido y sus tetas salieron disparadas. "Al menos... uh uh... no llevas sujetador. Los indios no... llevaban sujetador". Rob se agarró a su cadera con la mano derecha y le agarró la teta izquierda con la izquierda. "Así que ... apretado ... Mamá". Le encantaba ese agujero que no tenía que compartir con su padre. "Aquí... viene." Rob dejó escapar un torrente de semen en su culo. "R0000bbbbyyyyyy". Betty se estremeció y tomó su semilla. Le había dicho a su marido cuando se casaron que nunca haría sexo anal. Pero ya estaba acostumbrada a que Rob la aparease allí. Betty miró el póster de vaquero de Rob y volvió a imaginarse a esa mujer india entregándose a ese rudo jinete. "Gracias, mamá. Ha sido el mejor Cowboys and Indians de la historia". Rob se sacó de ella con un plop. "De nada, Robby". Betty se enderezó y se puso el traje en su sitio. "Quizá podamos repetirlo alguna vez". Se dio la vuelta, le dio a Rob un beso en la mejilla y se fue a ponerse de nuevo el vestido.
Betty empezó a ver que tenía dos maridos. Estaba el desatento que no veía las maniobras de su hijo. Y estaba
su hijo de 18 años, Rob. Se encontró realizando más tareas de esposa para Rob que para su verdadero marido. A medida que las demandas de Rob aumentaban,
las otras responsabilidades de Betty se quedaban atrás. Se preguntaba cuándo se daría cuenta su marido.
Una tarde entre semana, como era típico en los días de colegio, Betty se encontró desnuda en la habitación de su hijo. Montó a su hijo de espaldas, con su
sombrero de vaquero posado en su cabeza. Su ropa estaba esparcida por todo el piso de Rob. Y el pene de Rob estaba enterrado profundamente en su trasero.
"Yeeeehaaaawwww, móntalo vaquera". Rob dio una palmada en la nalga derecha de Betty y la vio tambalearse.
"No hagas eso, Robby". Betty le miró por encima del hombro, con la cara sonrojada. ¿Podría decir que le gustaba en secreto? "Soy tu madre y
tienes que mostrarme algo de respeto". Sus caderas continuaron moviéndose.
"Vamos, mamá". Rob se rió y le dio otra palmada en el trasero. "Se nota que te gusta. Además, tienes el culo más increíble". Rob alcanzó sus brazos
brazos y los tiró hacia atrás. Le puso las manos en el culo.
"Um, gracias, cariño. Supongo". El rubor de Betty se intensificó. Se palpó el trasero con los dedos. Cada globo era redondo, firme y deliciosamente
flexible. "Supongo que tengo un buen trasero".
"Sí, lo tienes". Rob miró la mejilla izquierda de su culo y observó el anillo de bodas presionado en su carne. "Abofetéalo". Le encantaba la forma en que ella movía
sus caderas sobre él, hacia adelante y hacia atrás con un pequeño meneo. Antes de convertirla en su chica, nunca habría imaginado que su madre pudiera moverse así.
"Adelante, dale una bofetada". Betty negó con la cabeza y miró
hacia delante, con las manos todavía en el culo.
"Adelante". Rob sacó su mano izquierda de su trasero
y lo volvió a abofetear.
"Así".
"Oh", Betty dio un pequeño grito. Sus caderas
se aceleraron. Ella sintió que él levantaba su mano derecha
y le dio una palmada hacia abajo. "Ooh". Ella
miró sus lindos y redondos dedos de los pies.
¿Cuándo había crecido su hijo? Era...
probablemente en el momento en que él
la convenció de hacer su primera mamada. Betty
golpeó su propio trasero sin ayuda y
sintió cómo se tambaleaba su Iuscious. "¿Así?"
Lo hizo de nuevo y la bofetada
reverberó alrededor de la habitación de Rob.
Betty no podía creer que estuviera haciendo esto, pero después de todo, ella era tan pusilánime.
"Eso es... perfecto". Rob observó las ondas que se extendían de sus bofetadas. Hombre, su padre estaba
se lo estaba perdiendo. "Eres mi... mamá vaquera. Ahora... Voy a correrme
vaquera."
"Hazlo, Robby". Betty golpeó su culo de nuevo y empujó hacia atrás, conduciendo su pene profundamente
dentro de ella. Ella tomó su semen en su trasero por segunda vez esa tarde. Gracias a
Menos mal que le había dado acceso a su culo, porque en los últimos días el chico se había
N se negó a usar los condones que ella había conseguido
Menos mal que le había dado acceso a su trasero, porque en los últimos días el chico se había
N se negó a usar los condones que ella le había conseguido. Betty se inclinó hacia adelante, puso sus manos en los muslos de
los muslos de Rob, y jadeó mientras trataba de recuperar el aliento.
"Eres... la mejor, mamá". Rob le dio una última palmada en el trasero. Disfrutó de la huella roja de la mano
que dejó en su pálida mejilla. Quiero probar eso mientras estoy en tu coño la próxima vez".
"Ahora, Robby". Betty se bajó de él y empezó a recoger su ropa del suelo.
"No quieres dejarme embarazada". La idea de que el esperma de Rob se encontrara con su óvulo le producía una secreta emoción eléctrica. Pero era una buena madre y una esposa casi siempre fiel. Eso no podría
nunca suceder
"Sí, claro, mamá". Rob, desnudo en su cama, puso las manos detrás de la cabeza y suspiró. Cambiaría de opinión sobre la disponibilidad de su coño. Después de todo, no podía decir que no a su hijo.
10 Una vez que has dado una pequeña parte de ti a algo, es bastante difícil guardar el resto. Y Betty se había entregado casi por completo a su hijo de 18 años, Rob. La otrora fiel ama de casa, sentada desnuda y a cuatro patas sobre la cama de su hijo, se miró los nudillos blancos. El sudor goteaba sobre la sábana y ella gruñía mientras Rob le arañaba el culo por detrás. Llevaban así desde que Rob llegó a casa del colegio y estaba oscureciendo. Necesitaba hacer la cena antes de que su marido llegara a casa. "Robby, ¿estás ahí?" Su marido llamó a la puerta del dormitorio. "¿Has visto a tu madre?" Era demasiado tarde. Los ojos de Betty se pusieron redondos como platos. Miró por encima del hombro a Rob. "Estoy aquí, papá". Rob frenó sus caderas y miró hacia abajo mientras su polla se deslizaba lentamente en el agujero del culo de su madre. "No sé dónde está. ¿Salió de compras?" Su mirada se dirigió a los ojos de ella y le guiñó un ojo. "Su coche está aquí". El pomo de la puerta cerrada sonó cuando el padre de Rob lo agitó. "¿Qué haces ahí dentro?" "Hoy tenía un gran examen". Rob pudo notar, por la mirada de pánico en la cara de Betty, que ella quería que él detuviera sus caderas por completo, pero sintió que lento y constante era bueno. Apretó sus dedos en la suave carne alrededor de sus caderas y la sujetó con fuerza. "Estoy tratando de tomar una siesta. ¿Tal vez mamá se fue a dar un paseo?" "Tal vez", refunfuñó el padre de Rob. "De todos modos, tengo que volver a la oficina esta noche. Cuando veas a tu madre, dile que llegaré tarde a casa. Que duermas una buena siesta".
"Gracias, papá". Rob esperó un buen rato, acariciando lentamente dentro y fuera de su madre. Luego se retiró, fue a la puerta, la abrió y escuchó. "Se ha ido". Volvió a la cama y tomó la mano de Betty. "Eso estuvo muy cerca, Robby". Ella dejó que Rob la sacara de la cama, lo siguió al pasillo y luego a su dormitorio. Se sujetó los pechos con un brazo para evitar que se balancearan. "Deberíamos parar". Dejó que él la empujara a su cama matrimonial. Ella rodó sobre su espalda y automáticamente abrió las piernas. "Nunca vamos a parar, mamá". Rob se metió entre sus piernas y le metió la polla en el coño. "Bueno... 000hhhhh Si vas a hacerlo ahí, necesitas un condón". Ella aceptó sus empujones. "Estaba pensando..." Rob encontró un buen ritmo. Puso ambas manos en sus pechos para hacer palanca. "Con papá fuera esta noche, tenemos una oportunidad perfecta para el romance. Tal vez encender algunas velas. Hacer algo especial". "Pero... eh... la cena... Robby". Betty gruñó cuando él tocó lugares profundos dentro de ella que su padre nunca tuvo. "Lo que sería realmente... especial, mamá, es que tú... ah ah ah... tuvieras mi... bebé". Rob se inclinó y besó sus bonitos labios, haciendo girar su lengua alrededor de los suyos. Ella le devolvió el beso con pasión. Él rompió el beso y la miró a los ojos. "Ahora eres mi chica, y vas a tener mi bebé". "No... Robby... no podemos..." Pero a quién quería engañar, ella sabía que lo dejaría. Era tan fácil de convencer. Minutos más tarde, Rob gruñó su primer orgasmo de la noche en su coño. Treinta minutos después de eso, hizo erupción en su vagina por segunda vez. Y una hora y media más tarde, salpicó sus entrañas por tercera vez. Para entonces, ella estaba encima de su hijo, acunando su cabeza contra sus tetas. "Buen chico, Robby. Déjalo salir", ronroneó Betty. Su vagina se agitó alrededor de su larga polla. Cuando su marido volvió a casa, Betty estaba duchada, cambiada y profundamente dormida en su cama matrimonial. Y su vientre estaba lleno de la potente semilla de Rob.
11 Pasaron los meses y Betty se entregó a su hijo de 18 años una y otra vez. Se obsesionó con tener un bebé y, efectivamente, el vientre de Betty empezó a hincharse. Convenció a su marido de que era suyo. Pero, por supuesto, ella sabía que era de Rob. Y Rob se burlaba sin cesar de que llevaba a su propio nieto. Llegó la graduación del instituto y el marido de Betty hizo que madre e hijo posaran cogidos del brazo para una foto. Rob y Betty tenían grandes sonrisas en sus rostros. La gorra Oxford de Rob estaba un poco inclinada hacia un lado con la borla colgando de su oreja izquierda. La barriga de Betty se veía claramente bajo el vestido mientras tiraba de su hijo con fuerza hacia su lado. Tras la ceremonia, el marido de Betty volvió al trabajo después de decirle a Rob que estaba orgulloso de él y que lo único que tenía que hacer era buscarse una chica. Rob sonrió ante eso y Betty se sonrojó. "Supongo que ahora irás a celebrarlo con tus amigos". Betty se puso al lado de Rob mientras veía a su marido salir del aparcamiento de la escuela. "¿Quieres que te deje en algún sitio, Robby?" "No, mamá". Rob miró a su alrededor y luego le dio una rápida palmada en su redondo trasero. "Veré a mis amigos más tarde. Quiero celebrarlo contigo esta noche". Enlazó su brazo con el de ella y la acompañó hasta el coche que les esperaba. "¿De verdad?" Betty no podía borrar la sonrisa de su cara. "¿Cuál es tu plan?" "¿Recuerdas la vez que fuimos a un autocine?" Rob se acercó para susurrarle al oído. "Eso fue..." Betty se sonrojó profusamente. "La primera vez que lo hiciste... en mi... ya sabes qué". "Hagámoslo de nuevo". Rob abrió la puerta del lado del conductor y la sostuvo para su madre. "Primero las hamburguesas". "De acuerdo". Betty se acunó el vientre mientras bajaba al volante. Más tarde esa noche, se sentaron en el asiento trasero del coche de Betty mientras empezaba la película. El asiento delantero estaba lleno de envoltorios de hamburguesas y vasos de papel de sus batidos. "¿Cómo te gustaría celebrarlo, Robby?" Betty se levantó el vestido hasta la cintura y se quitó las bragas. "Voy a celebrarlo con tu coño, mamá". Rob la subió a su regazo para que ambos estuvieran frente a la pantalla de cine. Pero al entrar en ella, ninguno de los dos estaba viendo realmente a Cary Grant y Eva Marie Saint. "Tu padre se estará preguntando dónde estamos". Betty balanceó sus anchas caderas en pequeños círculos. Se echó el vestido por encima de la cabeza de modo que sólo llevaba el sujetador. Su redondo vientre parecía tan obsceno agitándose con sus movimientos. "Deberíamos haberle dejado un ... 00000hhhhhh ... una nota". "Eres mi chica, mamá". Rob la rodeó y le bajó las copas del sujetador para poder agarrar sus crecientes tetas. "Tienes a mi bebé dentro de ti". Tiró de sus tetas hacia arriba y hacia abajo para que rebotara sobre su polla. "Papá puede valerse por sí mismo". "Tienes razón". La bruma del placer nubló la mente de Betty. Ni siquiera reprendió a Rob por su lenguaje. Ella rebotó rápidamente. Sabía que el coche debía estar balanceándose, pero nadie notaría algo así en el autocine. Después, Rob explotó en su vagina, y ella se perdió en su propio orgasmo. "Date la vuelta". Rob le quitó el sujetador y ayudó a su madre desnuda a girarse hacia él sin sacar su polla aún dura de su coño. Le encantaba cómo sus curvas de embarazada se apretaban contra su delgado pecho. Ella lo cabalgó con fuerza, arrullando y gruñendo. La pareja continuó hasta que terminó la película. Después, Betty los llevó a casa, con el semen goteando en sus bragas. Se preguntó qué excusa le diría a su marido. Tal vez le diría que habían ido a comer hamburguesas y a ver una película. Omitiría la parte en la que su hijo era ahora el dueño de su coño.
12
"Tu padre está jugando al golf, Robby. ¿Deberíamos...? Ya sabes". Betty encontró a su hijo de dieciocho años leyendo cómics en su habitación. Ya estaba mojada pensando en lo que podrían hacer ese día. "Sí, mamá". Rob miró a su hermosa madre con una sonrisa. "¿Vaqueros e indios?" "Creo que ese disfraz ya no me queda bien". Betty acunó su barriga de embarazada a través del vestido. "No me importa". Rob sonrió y fue a ponerse el traje de vaquero. "De acuerdo, cariño". Betty fue a buscar su disfraz de india. Se puso la piel de gamo, pero no pudo pasarle la barriga hinchada. Oh, bueno. Suspiró, se pintó las mejillas con rímel y se puso una pluma en el pelo rubio. Se dejó las bragas puestas porque el consumo indio no pasaba de sus tetas y se sentía bastante expuesta. Encontró a Rob en su habitación esperándola, con un aspecto atractivo en su traje de vaquero. "Estás muy guapo, Robby". "Estás increíble, mamá". Rob se puso de pie y se bajó las chaparreras. "¿Qué diría papá si te viera ahora?" Betty se sonrojó y bajó la mirada a la alfombra. "Hazme un favor". La sonrisa de Rob se amplió mientras sacaba la polla de su ropa interior. "Quiero que te acuestes con papá esta noche y que lleves ese conjunto". Rob se rió. "Dime qué dice papá cuando te vea". "Pensé que no te gustaba compartirme con tu padre". Betty se puso de pie jugueteando con su anillo de bodas. "Valdrá la pena". Rob se acercó a ella y frotó el precum de su polla directamente sobre su redondo vientre. "No puedo esperar a que tengas mi bebé, mamá".
"Tu padre está jugando al golf, Robby. ¿Deberíamos...? Ya sabes". Betty encontró a su hijo de dieciocho años leyendo cómics en su habitación. Ya estaba mojada pensando en lo que podrían hacer ese día. "Sí, mamá". Rob miró a su hermosa madre con una sonrisa. "¿Vaqueros e indios?" "Creo que ese disfraz ya no me queda bien". Betty acunó su barriga de embarazada a través del vestido. "No me importa". Rob sonrió y fue a ponerse el traje de vaquero. "De acuerdo, cariño". Betty fue a buscar su disfraz de india. Se puso la piel de gamo, pero no pudo pasarle la barriga hinchada. Oh, bueno. Suspiró, se pintó las mejillas con rímel y se puso una pluma en el pelo rubio. Se dejó las bragas puestas porque el consumo indio no pasaba de sus tetas y se sentía bastante expuesta. Encontró a Rob en su habitación esperándola, con un aspecto atractivo en su traje de vaquero. "Estás muy guapo, Robby". "Estás increíble, mamá". Rob se puso de pie y se bajó las chaparreras. "¿Qué diría papá si te viera ahora?" Betty se sonrojó y bajó la mirada a la alfombra. "Hazme un favor". La sonrisa de Rob se amplió mientras sacaba la polla de su ropa interior. "Quiero que te acuestes con papá esta noche y que lleves ese conjunto". Rob se rió. "Dime qué dice papá cuando te vea". "Pensé que no te gustaba compartirme con tu padre". Betty se puso de pie jugueteando con su anillo de bodas. "Valdrá la pena". Rob se acercó a ella y frotó el precum de su polla directamente sobre su redondo vientre. "No puedo esperar a que tengas mi bebé, mamá".
"No hablemos de eso". El rubor de Betty se intensificó. "¿Cómo me quieres?" "Bueno, los indios no llevaban bragas, ¿recuerdas?" Rob le quitó las bragas. "Hoy voy a tomar tu trasero. Si papá se atreve con tu coño más tarde, quiero tomar lo que no puede tener". Rob tiró de ella hacia su cama. "Bien, Robby". Betty lo montó. Escupió en su mano, se metió debajo de ella y lo guió hacia su culo. "Oh, Dios. Tan... tan... grande". Ella rebotó sobre su aparato durante un largo rato, gimiendo y chillando. Finalmente, Rob la apartó, la agarró del pelo y le acercó la boca a su pene. A Betty no le gustaba pasar directamente del culo a una mamada, pero no podía decir que no a Rob. Era tan fácil de convencer. "Eso es... Mamá ... Voy a ..." Rob tembló y le sacó la boca para poder rociarle la cara. Un disparo tras otro de semen caliente golpeó la cara de Betty. Ella cerró los ojos y lo tomó como
siempre lo hacía. Cuando terminó, su pintura facial corrió por sus mejillas y se limpió el esperma de sus ojos con el dorso de la mano. "Espero que no hayas manchado el traje. ¿Cómo fue eso, Robby?" "Fue increíble. Mucho mejor que el estúpido golf. Papá es un idiota". "Sé amable con tu padre, Robert". Era difícil parecer severo con semen en la cara, pero Betty hizo lo que pudo. "Soy amable con él". Rob sonrió. "Me estoy asegurando de que tenga algo de sexo esta noche". Betty suspiró. "Tienes razón, Robby". Se subió de nuevo al regazo de Rob y deslizó su pene en su vagina. "¿Más?" No esperó a que él respondiera. Ella sabía por experiencia que él podía ir y venir.
"Eres la única que quiero". Rob dio un paso hacia su madre y se apretó contra su suavidad. "Ahora, Robby". Betty estaba inmovilizada, con el trasero presionado contra el mostrador. Empujó débilmente contra su hombro con las manos. "Eso no puede pasar nunca". Pero no lo dijo con autoridad. "Sé mi chica" Rob puso las manos en su espalda y la atrajo hacia un abrazo. Levantó la cabeza y le robó un beso incómodo a su madre. Muy pronto, estaban besándose en la cocina como una pareja de tortolitos en el pozo de la pasión. ¿Cómo pudo ocurrir esto? se reprendió Betty, pero siguió besando a su hijo. Le dejó explorar su boca con la lengua. Era tan fácil de convencer. Y cuando él le subió las manos a los hombros y la empujó hasta las rodillas, ella le dejó. Él se bajó los pantalones y ella alargó la mano para acariciar su cosa venosa y rígida. La maternidad estaba llena de circunstancias inesperadas y situaciones complicadas. Pero nada la había preparado para el momento en que extendió su lengua para lamer la cabeza del artilugio especial de su hijo. "Oh, Dios mío. Mamá, por favor..." Rob miró su dulce rostro.
-
Betty movió la cabeza sobre la herramienta mágica de su hijo, su mano derecha acariciando su longitud, su mano izquierda presionada en su nalga derecha. Después de varios minutos, lo sacó de su boca con un sonoro plop. Le miró a los ojos aturdidos. "A veces hago esto con tu padre. Siempre le relaja meterme sus cosas en la boca. ¿Quieres eso, Robby?" "Sí". Rob asintió y puso ambas manos en la parte posterior de su cabeza. Volvió a acercar la boca de ella a su polla. Betty tomó con cariño el pene de su hijo en su boca, sorbiendo y rebotando su cabeza de un lado a otro. Podía sentir que él se preparaba para una liberación. "Mamá... es..." Rob cerró los ojos, sacudió las caderas y soltó un torrente de semen en la garganta de su madre. Betty tragó, haciendo lo mejor que pudo para tragar el desastre caliente y salado. Cuando terminó, retiró la cabeza y miró su rostro sudoroso: "Ya está, todo mejor". Le subió los pantalones, le metió el pene y le mandó a su habitación para que hiciera los deberes. La maternidad estaba llena de sorpresas.
2 Después de ese día, las compuertas se abrieron
Betty pensó que ayudar a Rob esa vez con su boca sería suficiente para satisfacer al joven de dieciocho años. En lugar de eso, su hijo habló de salir con ella. Eso era absurdo. Le pidió que volviera a ir al sur con él. Ella se negó. Le pidió otro beso. Ella se negó, pero finalmente le dejó explorar su boca en el salón un día después de las clases. Los dos se besaron en el sofá durante horas, con las lenguas entrelazadas y los cuerpos apretados el uno contra el otro. Las sesiones de besos continuaron y Rob se sintió envalentonado. Golpeó el trasero de Betty cuando su padre no estaba mirando. Y se apretó contra su trasero mientras ella trataba de preparar la cena. Incluso empezó a cogerle las tetas, apretándolas y metiéndolas por el vestido, cuando la besaba. Betty era una buena y fiel esposa, pero le costaba decir que no a su hijo. Y Rob quería otra mamada. Un día, madre e hijo volvían a casa después de un viaje de compras a los almacenes. "No puedo soportarlo, mamá. Lo necesito". Rob la miró desde el asiento del copiloto con ojos de dolor. "¿Tanto lo deseas? ¿Ahora mismo?" Betty lo miró. Su pobre chico parecía tan molesto. No podía posponerlo más. "Bien, pero tendremos que ser rápidos". Giró el coche por una calle lateral y aparcó en un callejón vacío. ¿Cómo había llegado a esto? Se inclinó y le sacó el pene de los pantalones. Se inclinó aún más y se lo llevó a la boca. Cuando él se corrió, ella se lo tragó todo. Betty se la chupó una y otra vez, tragándose una carga tras otra. Cada día
Después de la escuela, se arrodillaba en la sala de estar, en el baño, en la cocina, en el dormitorio de él, en el garaje, en el estudio e incluso en el dormitorio que compartía con su marido. Ni siquiera eso fue suficiente para el joven. Un día, en la cocina, mientras Betty babeaba amorosamente la herramienta de su hijo, Rob la puso de pie y la hizo girar. "Necesito más, mamá". Le dio la vuelta y le levantó el vestido alrededor de la cintura. Le bajó las bragas. "No, Robby. Esto es ir demasiado lejos". Betty dijo las palabras correctas, pero se quitó las bragas y abrió un poco las piernas. Se inclinó hacia delante y apoyó las manos en la pared. "No puedes hacer esto". "Papá me dijo que buscara una chica". Rob se puso detrás de ella, vestido sólo con su chaqueta de punto. Miró el maravilloso y redondo trasero de ella. "Eres mi chica, mamá". "Robby, por favor. Tu padre... oh, mi... realmente vas a..." Ella sintió el pene deslizándose allí atrás. "Un poco más abajo, cariño." Era tan fácil de convencer. "Gracias, mamá." Rob tenía problemas para encontrar su entrada. Bajó su pene y se deslizó hacia adentro. Puso sus manos en las caderas de ella y tomó un buen ritmo. Los sonidos de los maullidos de Betty, los gruñidos y los "Oh-mi-Dios" volvieron loco a Rob. Se acopló a su madre por detrás durante más de una hora. "No dentro, Robby". Betty era un desastre sudado. Miró por encima de su hombro a su apuesto hijo. Se dio cuenta de que se estaba acercando. "De acuerdo". Rob sacó y depositó su mayor carga hasta ahora en su culo. Cuando terminó, Betty se enderezó y se dio la vuelta. "Voy a ir a limpiarme. Ahora ve a terminar tus deberes antes de que tu padre llegue a casa". Betty se dirigió a toda prisa hacia el lavadero para evitar que su vestido se manchara. Rob sonrió, su mente ya contemplaba la próxima cópula.
3 Después de aquella vez en que Betty dejó que Rob la montara, él pidió más de lo mismo todos los días. Betty lo rechazó, pero se ofreció a satisfacerlo con su boca. Y así, las mamadas continuaron, pero se las arregló para mantener a su hijo de dieciocho años fuera de sus bragas. Betty perdió la cuenta de cuántas veces su hijo le había chupado la garganta. Tanto semen salado y sucio. Un viernes por la noche, el marido de Betty le informó de que saldría a beber con sus amigos. Betty esperaba pasar una noche especial con su marido, queriendo reavivar un poco de magia en su dormitorio. Pero él se fue. "¿Qué pasa, mamá?" Rob la encontró tumbada en el sofá. "Tu padre se ha ido a beber con sus amigos". Betty se sentó con el ceño fruncido. "Anímate" Rob se sentó a su lado y le pasó el brazo por los hombros. "Vamos al cine". Entonces, Betty los llevó al autocine "The Seven Year Itch". "Esto es divertido". Rob le pasó las palomitas desde el asiento del copiloto. La película acababa de empezar. "¿Por qué no vamos atrás? Será más cómodo". "No lo creo, Robby. Eso es lo que hace un chico con su novia". Betty sacudió su bonita cabeza rubia. "Tú eres mi chica". Rob subió a la parte trasera del automóvil. "Por eso siempre te tiras encima de mí. ¿Verdad? Ahora vuelve aquí". Betty se sonrojó. Era tan fácil de convencer. Se levantó con cautela
sobre el asiento y en el asiento trasero con Rob. Se apoyó
apoyada en su hombro durante un rato. Mirando hacia abajo, pudo ver la tienda de campaña en sus pantalones, esperándola. "¿Robby? ¿Quieres que me encargue de ello?" "Sí". Rob la observó bajarse los pantalones y los calzoncillos. "Estás especialmente grande esta noche, cariño". Betty lo agarró con firmeza, su mano izquierda en su bola izquierda, la derecha acariciando su erección. Bajó la boca en el coche oscuro y movió la cabeza arriba y abajo. El coche se llenó con los sonidos de sus sorbos y arcadas. Al poco tiempo, ella sacó su carga y la engulló. "Gracias, mamá". Rob suspiró. Se había olvidado por completo de Marilyn Monroe en la gran pantalla. "Pero aún nos queda algo de tiempo en la película". Betty le miró con los ojos muy abiertos. "¿Otra vez?" "Sí, pero no eso". Rob la subió a su regazo. Le subió el vestido y le quitó las bragas. Le desabrochó la parte superior del vestido y le bajó el sujetador, dejando al descubierto sus magníficas tetas. "Te sigo diciendo, Robby, que no podemos". Betty miró su duro aparato mientras se movía entre sus piernas. "Ugh", dijo tontamente mientras él se lo metía. A pesar de sus palabras, estaba mojada y acomodada. Betty no pudo evitarlo, sus caderas se balancearon y lo introdujeron profundamente dentro de ella. No pudo conseguir que él la escuchara. Nunca. Veinte minutos después, ella podía decir que él estaba cerca. "No dentro, Robby", dijo débilmente. "Lo siento... Mamá". Rob gruñó como un animal y desató un torrente dentro de ella. Más tarde, Betty los llevó a casa en silencio, con el semen goteando en sus bragas. Su mente estaba en guerra, a partes iguales de satisfacción y culpa. Se preguntaba qué haría Rob a continuación.
4 Hay muchos problemas a la hora de abrir la caja de Pandora. Un problema,
Betty descubrió, es que una vez que se abre la cosa, es casi imposible
cerrarla. Y así, el domingo por la mañana antes de la iglesia, mientras su marido
jugaba al golf, Betty volvió a ceder ante su hijo de dieciocho años. Se pusieron
j "Robby por favor..." Betty ofreció una débil resistencia, ya que Rob, toscamente
ya estaba vestida con sus mejores galas del domingo, pero Rob quería deshacerse de eso.
le quitó el vestido. "Si vas a hacer esto, tenemos que usar uno de los condones de tu padre". Ella se derritió un poco cuando Rob se inclinó para darle un beso.Rob rompió el beso y le quitó el vestido por la cabeza. "Bien, mamá.Pero tienes que ponértelo"."De acuerdo, cariño". Con sólo sus tacones, bragas y sujetador, Betty corrió corriendo hacia arriba. "Tenemos que darnos prisa. Quiero que estemos listas para la iglesia cuando tu padre llegue a casa". Se dirigió a su dormitorio y abrió el
cajón de la mesita de noche. Esperaba que su marido no se diera cuenta de que faltaba un condón que faltaba mientras abría el paquete "Me encanta ver tu trasero mientras te corres". Rob la siguió al dormitorio. "Podría ver eso todo el día". Rob dejó caer la chaqueta de su traje en
el suelo. Tiró los pantalones y la ropa interior detrás de él. Su polla se balanceaba justo debajo de su camisa y corbata. "Tienes un culo tan ancho y redondo,
Mamá". "Oh, Dios mío, Robby". Betty se sonrojó, se acercó a su hijo y se arrodilló. "No digas esas cosas". Ella cuidadosamente enrolló el condón en el pene erecto de Rob. Apenas cabía su gran aparato "Deja el sujetador. Quiero ver tus tetas". Rob sonrió al ver sus tetas salir de su confinamiento.
Unos minutos más tarde, Betty se encontró a cuatro patas en su cama matrimonial con Rob piando por detrás de ella. "No tan... 000hhhh no tan duro, Robby. Eres muy grande". Pensó en su marido. ¿Estaba en el hoyo 15 ahora mismo? ¿El 16? Se preguntó cómo podía ser tan ajeno a algo tan
monumental como su entrega a su hijo.
"Eres mi chica, mamá. No te quejes". Le dio una palmada en el trasero y se emocionó con su pequeño grito de respuesta. "Papá te ha perdido. Ahora eres mía". Rob agarró
su cola de caballo y tiró de su pelo.
"No", chilló Betty. "Yo amo... a tu padre". Se maravilló de la forma en que Rob la manejaba. Todo lo que él quería, Betty se lo daba. Ella sintió el pene de Rob
tocar profundamente dentro de ella y su orgasmo se acercó.
"Bien". Rob volvió a dar una palmada en su blanco trasero. "Pero eres mejor madre que esposa".
Eso hizo que Betty llegara al límite. Con Rob en completo control, ella gritó un clímax masivo.
"Puedes ser mi chica y su chica". El semen de Rob se agitó en sus bolas. Estaba cerca. "No me importa". Él soltó su cabello y agarró sus caderas con ambas manos.
manos. Se convulsionó y descargó en el condón sobrecargado.
Cuando terminó, se retiró de ella y miró el profiláctico hinchado. "¿Qué hago con el condón?" Se lo quitó y entró en el baño de Betty. "Déjalo sobre un pañuelo de papel ahí". Betty se puso de lado, el placer aún la recorría. "Me encargaré de ello. No podemos permitir que tu padre encuentre
un condón usado". Rob hizo lo que le indicaron y se vistió de nuevo Betty se volvió a vestir lentamente, se deshizo del condón y se preparó para ir a la iglesia.
Para cuando su marido regresó, estaban listos para el servicio del domingo.
5 Las pendientes resbaladizas arrastran a una persona al fondo. Betty se encontró resbalando. Su hijo de 18 años, Rob, la había empujado a un descenso licencioso, y ahora no podía encontrar tracción. El ama de casa no sabía dónde estaba el fondo de este pozo de lujuria, pero sabía que se dirigía allí. Una de las paradas de Betty en su descenso fue en la tienda de cinco y diez centavos, para comprar una caja de condones extra grandes. Los condones de su marido apenas podían contener el pene de Rob, así que necesitaban más protección. Además, el padre de Rob seguro que echaría de menos sus condones si Rob usaba demasiados. Betty pagó al dependiente de la tienda, con un profundo rubor en las mejillas, y se apresuró a llegar a casa antes de que terminara el colegio. Varias horas después, Betty se encontró desnuda, de espaldas, con las piernas abiertas al aire. Estaba en la habitación de su hijo, mirando al techo, mientras Rob castigaba su vagina con largos y potentes golpes. A su alrededor, en la cama de Rob, yacían paquetes de condones rotos y preservativos usados. Rob la había llevado a su habitación nada más llegar a casa y desde entonces no había dejado de aparearse con ella. "Tu padre... estará en casa... uh uh uh... pronto". Betty no podía creer que su hijo pudiera seguir así. Se preguntaba si dejaría su pene dentro de ella las 24 horas del día si se lo permitiera. "Tenemos que... 0000hhhhh ... limpiar, Robby. Necesito..." Los grandes pechos de Betty se tambaleaban y se movían de un lado a otro de su pecho con cada empuje. "...hacer la cena." "Sólo un poco más, Morn". Rob movió las piernas de ella sobre los hombros de él para conseguir algo de palanca adicional. ¿Ahora eres mi chica? ¿Es este mi coño?" Betty negó con la cabeza y apartó la mirada de su hijo hacia uno de los pósters de su pared. Había un vaquero sonriente sobre un caballo con una mujer india cabalgando a su lado. Era de alguna película que le gustaba a Rob, pero aun así se preguntó si esa india se había entregado a ese vaquero como Betty se estaba entregando a Rob.
"Papá no se merece tu coño". Rob detuvo sus caderas y presionó su polla hasta el fondo dentro de ella, manteniéndola allí. "Debería tenerte toda para mí". "Comparte con tu... padre". Los ojos de Betty se pusieron en blanco cuando sintió que él movía los órganos dentro de ella. "No debería compartirte toda con papá". Rob se sacó de ella, le agarró la cadera derecha y la puso boca abajo. Se quitó el condón y lo tiró detrás de él. Su polla estaba resbaladiza de semen. Le juntó las piernas y le tocó el culo con su cabeza morada. "¿Papá te ha hecho alguna vez aquí?" "No", chilló Betty. Nunca nadie le había metido su aparato en el trasero. "Este será mi agujero entonces". Rob deslizó varios centímetros en su trasero. Observó cómo su madre tensaba la espalda y agarraba la sábana con fuerza con ambas manos. "Debería tener un agujero que sea todo mío. ¿Te parece bien?" "Sí... Robby. Tan apretado". Betty era tan fácil de convencer. Al principio sintió dolor, pero eso cambió rápidamente cuando Rob se deslizó más dentro de ella. Varios minutos después, sus caderas rebotaban en el colchón mientras Rob le daba por detrás. Sus gritos llenaron la casa. "Tómalo para ti, Robby. Toma mi culo", aulló Después de que Rob terminara, Betty se tambaleó hacia la puerta, sosteniendo su ropa detrás de ella para atrapar el semen que goteaba de su trasero. "Limpia esos condones y cambia la sábana", dijo con voz temblorosa. Se detuvo en la puerta y se apoyó en el marco. "Que tu padre no los vea en la basura". "Claro, mamá". Rob, con la polla finalmente desinflada, recogió los condones usados de la cama. "Voy a limpiarme y a preparar la cena". Betty caminó por el pasillo con piernas inseguras.
6 Betty hacía años que no jugaba a los indios y los vaqueros con su hijo Rob, de 18 años. Pero un día, cuando llegó a casa del colegio, eso es lo que quería hacer. Le pidió que encontrara aquel viejo disfraz de Halloween que había usado para llevarlo a pedir dulces cuando era pequeño. Betty dijo que no sabía dónde estaba y que probablemente ya no le quedaría bien. Pero Rob insistió y Betty acabó yendo a buscarlo. Era tan fácil de convencer. Más tarde, entró en su habitación. Rob la esperaba vestido de vaquero, con el sombrero puesto
en su cabeza. "¿Qué te parece, Robby?" Betty hizo un giro para su hijo. Llevaba un vestido de piel de gamo con anillas colgando de las mangas y los lados. Llevaba una diadema de cuero con una pluma que sobresalía de su pelo rubio. Y se había maquillado las mejillas con rayas horizontales negras para que parecieran pinturas de guerra. "Es perfecto, mamá". La polla de Rob se puso inmediatamente dura como una roca. "Ahora, ¿cómo quieres jugar?" Betty sonrió, dispuesta a divertirse sanamente con su hijo para variar. "Podría fingir que estoy en
un grupo de asalto? ¿O podríamos simplemente pasar el tiempo en el rancho?" "Tenía otra cosa en mente". Rob se bajó las chaparreras y los pantalones y se acarició la polla. "Oh." La sonrisa de Betty se desvaneció y sus ojos se centraron en ese amplio pene. Era sexy ver a Rob en su traje de vaquero. "Ya veo. Bueno, entonces será mejor que cojamos tus condones". Betty se acercó a su mesita de noche. "No." Rob observó su trasero balanceándose bajo el disfraz. "Los indios y los vaqueros no usaban condones".
"Pero..." Betty abrió el cajón y metió la mano, pero su mano se detuvo antes de coger la caja. "No te preocupes. Acabaré en tu culo". Rob se levantó, caminó detrás de ella y le levantó el vestido. "Los indios no llevaban bragas, mamá". Rob le quitó las bragas y las tiró detrás de él. Diez minutos más tarde, Betty estaba sosteniendo la mesita de noche, inclinada y mirando la caja de condones sin usar en el cajón abierto. Su vestido de piel de gamo estaba abultado alrededor de sus caderas. Pensó en lo bien que se sentía el pene desnudo de su hijo dentro de ella y gruñó durante su tercer orgasmo de la tarde. Ya había dejado que se corriera en su vagina, pero no podía dejar que se convirtiera en un hábito. "Mi... culo... Robby. No... mi vagina". Incluso mientras decía las palabras, ella seguía empujando sus caderas hacia él. "Claro, mamá". Rob se sacó de su coño y le metió la polla resbaladiza en el culo. "O0000000hhhhh." Betty sintió que Rob le bajaba el vestido y sus tetas salieron disparadas. "Al menos... uh uh... no llevas sujetador. Los indios no... llevaban sujetador". Rob se agarró a su cadera con la mano derecha y le agarró la teta izquierda con la izquierda. "Así que ... apretado ... Mamá". Le encantaba ese agujero que no tenía que compartir con su padre. "Aquí... viene." Rob dejó escapar un torrente de semen en su culo. "R0000bbbbyyyyyy". Betty se estremeció y tomó su semilla. Le había dicho a su marido cuando se casaron que nunca haría sexo anal. Pero ya estaba acostumbrada a que Rob la aparease allí. Betty miró el póster de vaquero de Rob y volvió a imaginarse a esa mujer india entregándose a ese rudo jinete. "Gracias, mamá. Ha sido el mejor Cowboys and Indians de la historia". Rob se sacó de ella con un plop. "De nada, Robby". Betty se enderezó y se puso el traje en su sitio. "Quizá podamos repetirlo alguna vez". Se dio la vuelta, le dio a Rob un beso en la mejilla y se fue a ponerse de nuevo el vestido.
Betty empezó a ver que tenía dos maridos. Estaba el desatento que no veía las maniobras de su hijo. Y estaba
su hijo de 18 años, Rob. Se encontró realizando más tareas de esposa para Rob que para su verdadero marido. A medida que las demandas de Rob aumentaban,
las otras responsabilidades de Betty se quedaban atrás. Se preguntaba cuándo se daría cuenta su marido.
Una tarde entre semana, como era típico en los días de colegio, Betty se encontró desnuda en la habitación de su hijo. Montó a su hijo de espaldas, con su
sombrero de vaquero posado en su cabeza. Su ropa estaba esparcida por todo el piso de Rob. Y el pene de Rob estaba enterrado profundamente en su trasero.
"Yeeeehaaaawwww, móntalo vaquera". Rob dio una palmada en la nalga derecha de Betty y la vio tambalearse.
"No hagas eso, Robby". Betty le miró por encima del hombro, con la cara sonrojada. ¿Podría decir que le gustaba en secreto? "Soy tu madre y
tienes que mostrarme algo de respeto". Sus caderas continuaron moviéndose.
"Vamos, mamá". Rob se rió y le dio otra palmada en el trasero. "Se nota que te gusta. Además, tienes el culo más increíble". Rob alcanzó sus brazos
brazos y los tiró hacia atrás. Le puso las manos en el culo.
"Um, gracias, cariño. Supongo". El rubor de Betty se intensificó. Se palpó el trasero con los dedos. Cada globo era redondo, firme y deliciosamente
flexible. "Supongo que tengo un buen trasero".
"Sí, lo tienes". Rob miró la mejilla izquierda de su culo y observó el anillo de bodas presionado en su carne. "Abofetéalo". Le encantaba la forma en que ella movía
sus caderas sobre él, hacia adelante y hacia atrás con un pequeño meneo. Antes de convertirla en su chica, nunca habría imaginado que su madre pudiera moverse así.
"Adelante, dale una bofetada". Betty negó con la cabeza y miró
hacia delante, con las manos todavía en el culo.
"Adelante". Rob sacó su mano izquierda de su trasero
y lo volvió a abofetear.
"Así".
"Oh", Betty dio un pequeño grito. Sus caderas
se aceleraron. Ella sintió que él levantaba su mano derecha
y le dio una palmada hacia abajo. "Ooh". Ella
miró sus lindos y redondos dedos de los pies.
¿Cuándo había crecido su hijo? Era...
probablemente en el momento en que él
la convenció de hacer su primera mamada. Betty
golpeó su propio trasero sin ayuda y
sintió cómo se tambaleaba su Iuscious. "¿Así?"
Lo hizo de nuevo y la bofetada
reverberó alrededor de la habitación de Rob.
Betty no podía creer que estuviera haciendo esto, pero después de todo, ella era tan pusilánime.
"Eso es... perfecto". Rob observó las ondas que se extendían de sus bofetadas. Hombre, su padre estaba
se lo estaba perdiendo. "Eres mi... mamá vaquera. Ahora... Voy a correrme
vaquera."
"Hazlo, Robby". Betty golpeó su culo de nuevo y empujó hacia atrás, conduciendo su pene profundamente
dentro de ella. Ella tomó su semen en su trasero por segunda vez esa tarde. Gracias a
Menos mal que le había dado acceso a su culo, porque en los últimos días el chico se había
N se negó a usar los condones que ella había conseguido
Menos mal que le había dado acceso a su trasero, porque en los últimos días el chico se había
N se negó a usar los condones que ella le había conseguido. Betty se inclinó hacia adelante, puso sus manos en los muslos de
los muslos de Rob, y jadeó mientras trataba de recuperar el aliento.
"Eres... la mejor, mamá". Rob le dio una última palmada en el trasero. Disfrutó de la huella roja de la mano
que dejó en su pálida mejilla. Quiero probar eso mientras estoy en tu coño la próxima vez".
"Ahora, Robby". Betty se bajó de él y empezó a recoger su ropa del suelo.
"No quieres dejarme embarazada". La idea de que el esperma de Rob se encontrara con su óvulo le producía una secreta emoción eléctrica. Pero era una buena madre y una esposa casi siempre fiel. Eso no podría
nunca suceder
"Sí, claro, mamá". Rob, desnudo en su cama, puso las manos detrás de la cabeza y suspiró. Cambiaría de opinión sobre la disponibilidad de su coño. Después de todo, no podía decir que no a su hijo.
10 Una vez que has dado una pequeña parte de ti a algo, es bastante difícil guardar el resto. Y Betty se había entregado casi por completo a su hijo de 18 años, Rob. La otrora fiel ama de casa, sentada desnuda y a cuatro patas sobre la cama de su hijo, se miró los nudillos blancos. El sudor goteaba sobre la sábana y ella gruñía mientras Rob le arañaba el culo por detrás. Llevaban así desde que Rob llegó a casa del colegio y estaba oscureciendo. Necesitaba hacer la cena antes de que su marido llegara a casa. "Robby, ¿estás ahí?" Su marido llamó a la puerta del dormitorio. "¿Has visto a tu madre?" Era demasiado tarde. Los ojos de Betty se pusieron redondos como platos. Miró por encima del hombro a Rob. "Estoy aquí, papá". Rob frenó sus caderas y miró hacia abajo mientras su polla se deslizaba lentamente en el agujero del culo de su madre. "No sé dónde está. ¿Salió de compras?" Su mirada se dirigió a los ojos de ella y le guiñó un ojo. "Su coche está aquí". El pomo de la puerta cerrada sonó cuando el padre de Rob lo agitó. "¿Qué haces ahí dentro?" "Hoy tenía un gran examen". Rob pudo notar, por la mirada de pánico en la cara de Betty, que ella quería que él detuviera sus caderas por completo, pero sintió que lento y constante era bueno. Apretó sus dedos en la suave carne alrededor de sus caderas y la sujetó con fuerza. "Estoy tratando de tomar una siesta. ¿Tal vez mamá se fue a dar un paseo?" "Tal vez", refunfuñó el padre de Rob. "De todos modos, tengo que volver a la oficina esta noche. Cuando veas a tu madre, dile que llegaré tarde a casa. Que duermas una buena siesta".
"Gracias, papá". Rob esperó un buen rato, acariciando lentamente dentro y fuera de su madre. Luego se retiró, fue a la puerta, la abrió y escuchó. "Se ha ido". Volvió a la cama y tomó la mano de Betty. "Eso estuvo muy cerca, Robby". Ella dejó que Rob la sacara de la cama, lo siguió al pasillo y luego a su dormitorio. Se sujetó los pechos con un brazo para evitar que se balancearan. "Deberíamos parar". Dejó que él la empujara a su cama matrimonial. Ella rodó sobre su espalda y automáticamente abrió las piernas. "Nunca vamos a parar, mamá". Rob se metió entre sus piernas y le metió la polla en el coño. "Bueno... 000hhhhh Si vas a hacerlo ahí, necesitas un condón". Ella aceptó sus empujones. "Estaba pensando..." Rob encontró un buen ritmo. Puso ambas manos en sus pechos para hacer palanca. "Con papá fuera esta noche, tenemos una oportunidad perfecta para el romance. Tal vez encender algunas velas. Hacer algo especial". "Pero... eh... la cena... Robby". Betty gruñó cuando él tocó lugares profundos dentro de ella que su padre nunca tuvo. "Lo que sería realmente... especial, mamá, es que tú... ah ah ah... tuvieras mi... bebé". Rob se inclinó y besó sus bonitos labios, haciendo girar su lengua alrededor de los suyos. Ella le devolvió el beso con pasión. Él rompió el beso y la miró a los ojos. "Ahora eres mi chica, y vas a tener mi bebé". "No... Robby... no podemos..." Pero a quién quería engañar, ella sabía que lo dejaría. Era tan fácil de convencer. Minutos más tarde, Rob gruñó su primer orgasmo de la noche en su coño. Treinta minutos después de eso, hizo erupción en su vagina por segunda vez. Y una hora y media más tarde, salpicó sus entrañas por tercera vez. Para entonces, ella estaba encima de su hijo, acunando su cabeza contra sus tetas. "Buen chico, Robby. Déjalo salir", ronroneó Betty. Su vagina se agitó alrededor de su larga polla. Cuando su marido volvió a casa, Betty estaba duchada, cambiada y profundamente dormida en su cama matrimonial. Y su vientre estaba lleno de la potente semilla de Rob.
11 Pasaron los meses y Betty se entregó a su hijo de 18 años una y otra vez. Se obsesionó con tener un bebé y, efectivamente, el vientre de Betty empezó a hincharse. Convenció a su marido de que era suyo. Pero, por supuesto, ella sabía que era de Rob. Y Rob se burlaba sin cesar de que llevaba a su propio nieto. Llegó la graduación del instituto y el marido de Betty hizo que madre e hijo posaran cogidos del brazo para una foto. Rob y Betty tenían grandes sonrisas en sus rostros. La gorra Oxford de Rob estaba un poco inclinada hacia un lado con la borla colgando de su oreja izquierda. La barriga de Betty se veía claramente bajo el vestido mientras tiraba de su hijo con fuerza hacia su lado. Tras la ceremonia, el marido de Betty volvió al trabajo después de decirle a Rob que estaba orgulloso de él y que lo único que tenía que hacer era buscarse una chica. Rob sonrió ante eso y Betty se sonrojó. "Supongo que ahora irás a celebrarlo con tus amigos". Betty se puso al lado de Rob mientras veía a su marido salir del aparcamiento de la escuela. "¿Quieres que te deje en algún sitio, Robby?" "No, mamá". Rob miró a su alrededor y luego le dio una rápida palmada en su redondo trasero. "Veré a mis amigos más tarde. Quiero celebrarlo contigo esta noche". Enlazó su brazo con el de ella y la acompañó hasta el coche que les esperaba. "¿De verdad?" Betty no podía borrar la sonrisa de su cara. "¿Cuál es tu plan?" "¿Recuerdas la vez que fuimos a un autocine?" Rob se acercó para susurrarle al oído. "Eso fue..." Betty se sonrojó profusamente. "La primera vez que lo hiciste... en mi... ya sabes qué". "Hagámoslo de nuevo". Rob abrió la puerta del lado del conductor y la sostuvo para su madre. "Primero las hamburguesas". "De acuerdo". Betty se acunó el vientre mientras bajaba al volante. Más tarde esa noche, se sentaron en el asiento trasero del coche de Betty mientras empezaba la película. El asiento delantero estaba lleno de envoltorios de hamburguesas y vasos de papel de sus batidos. "¿Cómo te gustaría celebrarlo, Robby?" Betty se levantó el vestido hasta la cintura y se quitó las bragas. "Voy a celebrarlo con tu coño, mamá". Rob la subió a su regazo para que ambos estuvieran frente a la pantalla de cine. Pero al entrar en ella, ninguno de los dos estaba viendo realmente a Cary Grant y Eva Marie Saint. "Tu padre se estará preguntando dónde estamos". Betty balanceó sus anchas caderas en pequeños círculos. Se echó el vestido por encima de la cabeza de modo que sólo llevaba el sujetador. Su redondo vientre parecía tan obsceno agitándose con sus movimientos. "Deberíamos haberle dejado un ... 00000hhhhhh ... una nota". "Eres mi chica, mamá". Rob la rodeó y le bajó las copas del sujetador para poder agarrar sus crecientes tetas. "Tienes a mi bebé dentro de ti". Tiró de sus tetas hacia arriba y hacia abajo para que rebotara sobre su polla. "Papá puede valerse por sí mismo". "Tienes razón". La bruma del placer nubló la mente de Betty. Ni siquiera reprendió a Rob por su lenguaje. Ella rebotó rápidamente. Sabía que el coche debía estar balanceándose, pero nadie notaría algo así en el autocine. Después, Rob explotó en su vagina, y ella se perdió en su propio orgasmo. "Date la vuelta". Rob le quitó el sujetador y ayudó a su madre desnuda a girarse hacia él sin sacar su polla aún dura de su coño. Le encantaba cómo sus curvas de embarazada se apretaban contra su delgado pecho. Ella lo cabalgó con fuerza, arrullando y gruñendo. La pareja continuó hasta que terminó la película. Después, Betty los llevó a casa, con el semen goteando en sus bragas. Se preguntó qué excusa le diría a su marido. Tal vez le diría que habían ido a comer hamburguesas y a ver una película. Omitiría la parte en la que su hijo era ahora el dueño de su coño.
12
"Tu padre está jugando al golf, Robby. ¿Deberíamos...? Ya sabes". Betty encontró a su hijo de dieciocho años leyendo cómics en su habitación. Ya estaba mojada pensando en lo que podrían hacer ese día. "Sí, mamá". Rob miró a su hermosa madre con una sonrisa. "¿Vaqueros e indios?" "Creo que ese disfraz ya no me queda bien". Betty acunó su barriga de embarazada a través del vestido. "No me importa". Rob sonrió y fue a ponerse el traje de vaquero. "De acuerdo, cariño". Betty fue a buscar su disfraz de india. Se puso la piel de gamo, pero no pudo pasarle la barriga hinchada. Oh, bueno. Suspiró, se pintó las mejillas con rímel y se puso una pluma en el pelo rubio. Se dejó las bragas puestas porque el consumo indio no pasaba de sus tetas y se sentía bastante expuesta. Encontró a Rob en su habitación esperándola, con un aspecto atractivo en su traje de vaquero. "Estás muy guapo, Robby". "Estás increíble, mamá". Rob se puso de pie y se bajó las chaparreras. "¿Qué diría papá si te viera ahora?" Betty se sonrojó y bajó la mirada a la alfombra. "Hazme un favor". La sonrisa de Rob se amplió mientras sacaba la polla de su ropa interior. "Quiero que te acuestes con papá esta noche y que lleves ese conjunto". Rob se rió. "Dime qué dice papá cuando te vea". "Pensé que no te gustaba compartirme con tu padre". Betty se puso de pie jugueteando con su anillo de bodas. "Valdrá la pena". Rob se acercó a ella y frotó el precum de su polla directamente sobre su redondo vientre. "No puedo esperar a que tengas mi bebé, mamá".
"Tu padre está jugando al golf, Robby. ¿Deberíamos...? Ya sabes". Betty encontró a su hijo de dieciocho años leyendo cómics en su habitación. Ya estaba mojada pensando en lo que podrían hacer ese día. "Sí, mamá". Rob miró a su hermosa madre con una sonrisa. "¿Vaqueros e indios?" "Creo que ese disfraz ya no me queda bien". Betty acunó su barriga de embarazada a través del vestido. "No me importa". Rob sonrió y fue a ponerse el traje de vaquero. "De acuerdo, cariño". Betty fue a buscar su disfraz de india. Se puso la piel de gamo, pero no pudo pasarle la barriga hinchada. Oh, bueno. Suspiró, se pintó las mejillas con rímel y se puso una pluma en el pelo rubio. Se dejó las bragas puestas porque el consumo indio no pasaba de sus tetas y se sentía bastante expuesta. Encontró a Rob en su habitación esperándola, con un aspecto atractivo en su traje de vaquero. "Estás muy guapo, Robby". "Estás increíble, mamá". Rob se puso de pie y se bajó las chaparreras. "¿Qué diría papá si te viera ahora?" Betty se sonrojó y bajó la mirada a la alfombra. "Hazme un favor". La sonrisa de Rob se amplió mientras sacaba la polla de su ropa interior. "Quiero que te acuestes con papá esta noche y que lleves ese conjunto". Rob se rió. "Dime qué dice papá cuando te vea". "Pensé que no te gustaba compartirme con tu padre". Betty se puso de pie jugueteando con su anillo de bodas. "Valdrá la pena". Rob se acercó a ella y frotó el precum de su polla directamente sobre su redondo vientre. "No puedo esperar a que tengas mi bebé, mamá".
"No hablemos de eso". El rubor de Betty se intensificó. "¿Cómo me quieres?" "Bueno, los indios no llevaban bragas, ¿recuerdas?" Rob le quitó las bragas. "Hoy voy a tomar tu trasero. Si papá se atreve con tu coño más tarde, quiero tomar lo que no puede tener". Rob tiró de ella hacia su cama. "Bien, Robby". Betty lo montó. Escupió en su mano, se metió debajo de ella y lo guió hacia su culo. "Oh, Dios. Tan... tan... grande". Ella rebotó sobre su aparato durante un largo rato, gimiendo y chillando. Finalmente, Rob la apartó, la agarró del pelo y le acercó la boca a su pene. A Betty no le gustaba pasar directamente del culo a una mamada, pero no podía decir que no a Rob. Era tan fácil de convencer. "Eso es... Mamá ... Voy a ..." Rob tembló y le sacó la boca para poder rociarle la cara. Un disparo tras otro de semen caliente golpeó la cara de Betty. Ella cerró los ojos y lo tomó como
siempre lo hacía. Cuando terminó, su pintura facial corrió por sus mejillas y se limpió el esperma de sus ojos con el dorso de la mano. "Espero que no hayas manchado el traje. ¿Cómo fue eso, Robby?" "Fue increíble. Mucho mejor que el estúpido golf. Papá es un idiota". "Sé amable con tu padre, Robert". Era difícil parecer severo con semen en la cara, pero Betty hizo lo que pudo. "Soy amable con él". Rob sonrió. "Me estoy asegurando de que tenga algo de sexo esta noche". Betty suspiró. "Tienes razón, Robby". Se subió de nuevo al regazo de Rob y deslizó su pene en su vagina. "¿Más?" No esperó a que él respondiera. Ella sabía por experiencia que él podía ir y venir.
3 comentarios - Betty-[JDseal].