Elías era un chico... poco masculino, era pequeño, delgado, lampiño, sumado a todo eso, también tenía un pene patético (tan solo 10 cm erecto). Todo esto hacía que el fuera un chico de poca confianza. Le gustaban las chicas, particularmente las chicas dominantes, voluptuosas y fortachonas, para mala suerte, estas chicas veían como última opción a nuestro pobre Elías. Redondeando, era un virgen debilucho.
Elías pasó toda su adolescencia masturbándose, viendo principalmente sexo que incluyera este tipo de mujeres, escalando se encontró con el pegging, le gustó, luego, alimentando su curiosidad encontró sexo entre trans, mujeres trans. Pero no se detuvo ahí, Elías fue más lejos y se encontró a sí mismo viendo videos gay, hombres musculosos penetrando a chicos como él... Quedó himnotizado, le encantó aún más! Elías se veía en el pasivo, en el dominado, en el humillado, llegó a experimentar el mejor orgasmo, y había sido... viendo porno gay.
Cayó en un ataque de negación, decidió que era demasiado y, sorprendentemente, dejó de ver porno por un muy buen tiempo, en su cabeza no quería caber la idea de que fuera gay. También dejó la masturbación, lo que llevó a que un día, luego de tanto, tuviera un sueño húmedo que empapó toda su sábana, pero lo que lo dejó perplejo fue que el sueño que había tenido fue siento el pasivo de una trans que se lo follaba de perrito.
BASTA! Pensó. Se sentía muy humillado, tanto le había costado dejar su hábito, su subconsciente le dejó ver que su deseo por esos videos con hombres bieeen dotados, no como él. Se aferró al rechazo y decidió que quería ser más masculino, apenas salía de su casa, casi no interactuaba con nadie, pensó y tomo el valor para empezar a ir a un gimnasio.
No escuchó su interior, el no sentía envidia de las vergas de esos hombres, sentía deseo... y ese deseo, no desaparece.
No tenía mucha ropa deportiva pero estaba decidido, fue a un gimnasio que quedaba a unas 10 o 11 cuadras, se llamaba GYM Ultra. Estaba temblando de miedo, ingresó y se dirigió a mesa de entrada, no quería ver al sujeto a los ojos.
- H..hola.
+ Hola, buenas, en qué te puedo ayudar.
- Em.. quería empezar... quiero empezar a entrenar.
+ Bueno, el mes cuesta (tanto) podés venir de lunes a sábados de 8 a 23hs. Te recomiendo que comiences con calma, intercalando.
Elías estaba concentrado viendo la gran cantidad de máquinas, veía que la gente que había no se relaionaba mucho, eso le agradó.
- Bueno, tengo que pagar por adelantado? -Elías volvió su mirada al hombre, sus ojos quedaron fijos en su pecho y brazos, muuuuy trabajados. Automaticamente se sintió intimidado y comenzó a sudar.
+ Sí, cobramos los primeros diez días del mes, cómo es tu nombre?
- Eh... Elías... -no podía sacar sus ojos de ese cuerpo firme que tenía en frente.
El sujeto vio rara la situación, aunque no le molestó, notó que ese flacucho estaba impresionado con su cuerpo y le causó hasta gracia.
+ Elíasss... cuánto? -Preguntó sarcasticamente.
- Ah! perdón jaja -Elías le dijo su apellido.
+ Bueno Elías, acá tenés tu comprobante.
Elías lo tomó, al mismo tiempo que el sujeto le dijo:
+ Mi nombre es Maxi...
En ese instante Elías lo vió por primera vez a los ojos, su rostro era ... divino, con ojos oscuros y pelo rapado.
+ Si estás dispuesto puedo ser tu coach igual hay más gente acá trabajando que podés elegir, también podés hacer la tuya pero si no tenés experiencia no te lo recomiendo.
- Sí, gracias -se sentía confundido, corrió la mirada- emm.. bien, te hablo cuando quiera empezar -en realidad quería empezar ese mismo día pero se sentía demasiado sobrepasado.
+ Dale, no estamos viendo.
Elías se reriraba, mientras se dirigía a la puerta Maxi sonreía por la cómica situación, no era la primera vez que un flacuchito venía al gimnasio pero sí la primera que se quedaba desorientado mientras él le hablaba. No era tonto, notó cómo lo miraba y llegó a su cabeza la idea de que este debilucho se sintió atraído a él. A los segundos esa idea ya no giraba en su cabeza y volvió al trabajo.
Elías salió, una brisa corrió y lo refrescó de lo que tanto sudaba (irónico ya que ni siquiera había empezado a entrenar), tuvo sentimientos encontrados, tuvo miedo y dirigió su mano lentamente a su pequeño miembro, confirmó lo temido: sus pequeños 10 centímetros estaban bien rígidos.
Elías volvió a su casa con un sentimiento de humillación, pero, al caer la noche, al estar acostado en la intimidad de su cama, esa humillación y esa intimidación que sintió de Maxi, de su cuerpo, su voz, su postura, hicieron que se rindiera a su líbido. El pequeño Elías manoseó su pequeña salchichita después de tanto tiempo y se dio placer pensando en ese entrenador que tanto lo intimidó, luego de mojar sus calzones, la vergüenza lo dejó llorando hasta que pudo conseguir dormirse.
(Continuará)
Elías pasó toda su adolescencia masturbándose, viendo principalmente sexo que incluyera este tipo de mujeres, escalando se encontró con el pegging, le gustó, luego, alimentando su curiosidad encontró sexo entre trans, mujeres trans. Pero no se detuvo ahí, Elías fue más lejos y se encontró a sí mismo viendo videos gay, hombres musculosos penetrando a chicos como él... Quedó himnotizado, le encantó aún más! Elías se veía en el pasivo, en el dominado, en el humillado, llegó a experimentar el mejor orgasmo, y había sido... viendo porno gay.
Cayó en un ataque de negación, decidió que era demasiado y, sorprendentemente, dejó de ver porno por un muy buen tiempo, en su cabeza no quería caber la idea de que fuera gay. También dejó la masturbación, lo que llevó a que un día, luego de tanto, tuviera un sueño húmedo que empapó toda su sábana, pero lo que lo dejó perplejo fue que el sueño que había tenido fue siento el pasivo de una trans que se lo follaba de perrito.
BASTA! Pensó. Se sentía muy humillado, tanto le había costado dejar su hábito, su subconsciente le dejó ver que su deseo por esos videos con hombres bieeen dotados, no como él. Se aferró al rechazo y decidió que quería ser más masculino, apenas salía de su casa, casi no interactuaba con nadie, pensó y tomo el valor para empezar a ir a un gimnasio.
No escuchó su interior, el no sentía envidia de las vergas de esos hombres, sentía deseo... y ese deseo, no desaparece.
No tenía mucha ropa deportiva pero estaba decidido, fue a un gimnasio que quedaba a unas 10 o 11 cuadras, se llamaba GYM Ultra. Estaba temblando de miedo, ingresó y se dirigió a mesa de entrada, no quería ver al sujeto a los ojos.
- H..hola.
+ Hola, buenas, en qué te puedo ayudar.
- Em.. quería empezar... quiero empezar a entrenar.
+ Bueno, el mes cuesta (tanto) podés venir de lunes a sábados de 8 a 23hs. Te recomiendo que comiences con calma, intercalando.
Elías estaba concentrado viendo la gran cantidad de máquinas, veía que la gente que había no se relaionaba mucho, eso le agradó.
- Bueno, tengo que pagar por adelantado? -Elías volvió su mirada al hombre, sus ojos quedaron fijos en su pecho y brazos, muuuuy trabajados. Automaticamente se sintió intimidado y comenzó a sudar.
+ Sí, cobramos los primeros diez días del mes, cómo es tu nombre?
- Eh... Elías... -no podía sacar sus ojos de ese cuerpo firme que tenía en frente.
El sujeto vio rara la situación, aunque no le molestó, notó que ese flacucho estaba impresionado con su cuerpo y le causó hasta gracia.
+ Elíasss... cuánto? -Preguntó sarcasticamente.
- Ah! perdón jaja -Elías le dijo su apellido.
+ Bueno Elías, acá tenés tu comprobante.
Elías lo tomó, al mismo tiempo que el sujeto le dijo:
+ Mi nombre es Maxi...
En ese instante Elías lo vió por primera vez a los ojos, su rostro era ... divino, con ojos oscuros y pelo rapado.
+ Si estás dispuesto puedo ser tu coach igual hay más gente acá trabajando que podés elegir, también podés hacer la tuya pero si no tenés experiencia no te lo recomiendo.
- Sí, gracias -se sentía confundido, corrió la mirada- emm.. bien, te hablo cuando quiera empezar -en realidad quería empezar ese mismo día pero se sentía demasiado sobrepasado.
+ Dale, no estamos viendo.
Elías se reriraba, mientras se dirigía a la puerta Maxi sonreía por la cómica situación, no era la primera vez que un flacuchito venía al gimnasio pero sí la primera que se quedaba desorientado mientras él le hablaba. No era tonto, notó cómo lo miraba y llegó a su cabeza la idea de que este debilucho se sintió atraído a él. A los segundos esa idea ya no giraba en su cabeza y volvió al trabajo.
Elías salió, una brisa corrió y lo refrescó de lo que tanto sudaba (irónico ya que ni siquiera había empezado a entrenar), tuvo sentimientos encontrados, tuvo miedo y dirigió su mano lentamente a su pequeño miembro, confirmó lo temido: sus pequeños 10 centímetros estaban bien rígidos.
Elías volvió a su casa con un sentimiento de humillación, pero, al caer la noche, al estar acostado en la intimidad de su cama, esa humillación y esa intimidación que sintió de Maxi, de su cuerpo, su voz, su postura, hicieron que se rindiera a su líbido. El pequeño Elías manoseó su pequeña salchichita después de tanto tiempo y se dio placer pensando en ese entrenador que tanto lo intimidó, luego de mojar sus calzones, la vergüenza lo dejó llorando hasta que pudo conseguir dormirse.
(Continuará)
2 comentarios - Un betamale en el gym: fantasías (1ra parte)