“Vanessa, sensual y peligrosa”
Capítulo 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/4485799/Secretos-en-la-familia-Capitulo-l.html
Capítulo anterior: http://www.poringa.net/posts/relatos/4538388/Secretos-de-la-familia-Capitulo-VII.html
Buscar las palabras que describan perfectamente a Vanessa, es muy complejo, ya que no solo es una cara bonita ni tampoco solamente una chica con un figura espectacular. Ella esa bastante lista, carismática y algo peculiar. Cuando la vi por primera vez, me quedé flipando porque marcaba su presencia con solo respirar. Pero bueno, antes de hablar de esa mágica chica que es la hija de Tomás y April, me enfoqué en relatarle a mi psicóloga mi encuentro previo con su hijo menor.
Tras oír esas palabras de Pedro, me sentí en la obligación de evitar que otro chico sufra lo que paso César y luego yo. Quien sabe cuántos más sufrieron esa mierda de experiencia, por lo que me puse a buscar a Benjamín. Fui a su salón en donde por fortuna me encontré con una de la profesora de matemáticas, con quien me llevaba bien, por mis buenas calificaciones e incluso siempre estuvo tratando de conseguir que fiche para participar en las olimpiadas de matemáticas.
Ella al verme sonrió y yo con lo desesperado que anda, le pregunte de manera directa, si en ese salón había un tal Benjamín. Entonces me apuntó a un chico que estaba en su banquillo aún, él ordenaba sus cosas y parecía estar esperando a alguien. Pensé que tal vez esperaba a un amigo, así que me acerqué sin asegurarme que era el Benjamín que buscaba. Al aproximarme y decirle que su madre estaba en peligro, me miró extrañado, luego me dijo que era imposible, ya que su madre había muerto hace un par de años.
Yo me quedé como una estatua, no tuve reacción, hasta que ese chaval me comunicó que tal vez, buscaba al otro Benjamín que había en el salón, que si quería me llevaba donde él. Acepté y entonces me guio en donde se encontraba él. Le di las gracias y al ir aproximándome donde este chico con el miedo de que tampoco fuera el Benjamín que buscaba, vi como un pequeño grupito de chiquillas se reunieron a su alrededor. Él se mostró algo nervioso y buscaba la manera de que se vayan.
Al ir estando más cerca podía oír, que ellas le estaban coqueteando, inquieto él me miró fijamente, era la primera vez que ambos nos veíamos a pesar de que íbamos en el mismo colegio. –“Ey, amigo”- me dijo pasando sobre esas chicas y fingiendo conocerme, esto me pilló algo imprevisto, pero logré seguirle el juego. –Benjamín, justo te andaba buscando, necesitó decirte algo urgente-, esa declaración dejó perplejo a él, pues no esperaba que supiera su nombre.
Nos miramos fijamente por unos segundos, él por mantenerse lejos de esas tipas, movió la cabeza y se fue conmigo a un rincón. Ahí mientras las chavalas miraban desde la distancia, Benjamín me susurró, –“¿Tú cómo sabes mi nombre?”-, en ese momento recordé que hace un año, Benjamín había participado en una obra de teatro, donde Emma también lo hizo, él fue el protagonista y bueno, por lo visto ganó mucha popularidad desde entonces, teniendo esto en cuenta yo contesté, –Porque hace un año actuaste con mi hermana en una obra-
Benjamín: Ya veo, (suspira). Por casualidad tu hermana no te envió hablar conmigo ¿verdad? Sinceramente estoy harto que me envíen cartas de amor y declaraciones con hermanos o primos. Porque desde esa maldita obra, todas creen que soy un galán, pero en verdad solo soy un chico que le gusta los videojuegos, escribir y dormir.
Yo: No, no… Mi hermana no quiere nada contigo, por lo menos que yo sepa.
Benjamín: Menos mal, porque mi novia comienza a colocarse celosa con todo esto y yo por más que quiero manchar mi imagen, parece que todas están completamente obsesionadas conmigo.
Yo: Me imagino, aunque me gustaría hacerte una consulta, tu madre se llama April, ¿verdad?
Benjamín: Sí, ¿por qué? Si es por una consulta, te digo inmediatamente, que mamá ya no atiende, aunque mi padre sí.
Yo: No, no, no… No quiero una consulta, más bien quiero advertirte que ella está en peligro. Hay unos idiotas de mi curso, que comenzaron con una tradición, la cual consiste en follarse a las mamás de otros compañeros y tu madre, está en la lista.
Tras decir esas palabras, él soltó una carcajada, pensé que no me creía, no obstante, él rápidamente me dejó helado al decir, –“Pues que lo intenten, si no temen perder la vida”-, antes de que yo pudiera decir algo, su novia apareció. –“Espera, ¿en verdad Benjamín tiene novia?”- interrumpió April desconcertada. –Sí, ¿usted no lo sabía?- pregunté dándome cuenta que había soltado una bomba, –“No, aunque ya lo sospechaba. Solo por curiosidad, ¿esa chica es rubia con ojos azules?”- consultó.
Yo: Sí.
Afirmé.
Yo: De hecho, es muy similar a usted, aunque…
April: Aunque sus tetas no son muy grandes, pero tiene un culazo divino, ¿verdad?
Otra vez me había leído con perfección, yo asombrado solo asistí con mi cabeza, entonces ella sonrió y no pregunto nada más relacionado a su hijo. Tras un pequeño silencio, ella expresó, –“Cuando llegó la novia de mi hijo y viste que este se iba, seguramente le preguntaste en dónde podías encontrarme, entonces esa chica te habrá dicho que me encontraba en una tienda de videojuego y así fue cómo finalmente diste conmigo, ¿o me equivoco?”-
–No- afirmé, –Es correcto lo que ha dicho- agregué, reviviendo el momento en que di con esa Milf. Ella se encontraba comprando unos videojuegos, el tipo que la atendía estaba embobado y no lo culpo, porque yo cuando la vi por primera vez estaba igual, lo que si me asombró, por lo menos ahora que lo pienso con calma, es que le hizo una rebaja por los juegos. Bueno, en ese momento yo llegué agitado de tanto correr y al tenerla de frente, le dije, –Disculpe señora, soy Bruno y quiero decirle algo importante-
En ese instante, April me quedó mirando extrañada y cuando le comenté que estaba en peligro porque habían unos chicos que buscaban hacerle daño, ella sonrió y entonces escucho la risa de Vanessa. –“Joder mamá, me estás animando mucho hoy, y te quiero mucho por eso”- dijo esa chica entre risas. Yo al verla me quedé pasmado, porque nunca pensé que iba a encontrarme ese día con una chica que fuera jodidamente ardiente, además de esa Milf que ya era un bombonazo.
Las palabras no me salieron, ella continuaba riendo y radiando su hermosura, mientras su madre le dijo que se había pasado un poco de la raya, a lo que ella contestó, –“No lo creo mamá, ellos quisieron jugar con fuego y si se quemaron no es mi culpa”-, en eso veo que los capullos de Pedro y su banda salen de un cuartillo, totalmente derrotados con los rostros perturbados, ellos ni se acercaron, solo querían salir pronto de ese lugar, entonces Vanessa vio su móvil y dijo –“Creo que esto puede valer oro, para los pobres idiotas que ellos molestan”-
–Pu… ¿Pu-puedo verlo?- pregunté intrigado, Vanessa entonces se percata de mi presencia, es decir ella sabía que yo estaba ahí pero me ignoraba. Al dirigir su mirada hacia mí y contemplar esos ojos cristalinos, simplemente sentí como una ansiedad se apoderó de mí. –“¿Tú quién eres?”- interpeló, yo con lo nervioso que estaba no podía modular una frase, todo lo que decía era tartamudeos. Por suerte April intervino. –“Él es Bruno, vino advertirme de las intenciones de esos chicos”- señaló sonriente.
–“¿Enserio?”- dijo disminuyendo la distancia entre ambos, –“No serás amigos de esos tipos, ¿verdad? Porque de serlo, puedo ser muy cruel si descubro que estás mintiendo”- añadió. Su advertencia me hizo temblar y sentir su presencia tan cerca, simplemente me pareció agobiante. –“Ya basta, Vanessa”- expresó April, aquella chica sonrió y se dio la media vuelta, volviendo hacia donde su madre, en esos segundos fui sintiendo como el aire dejo de ser denso.
Vanessa: Perdón Bruno, pero quería asegurarme que no eras uno de esos tipos. De seguro tú eres uno de los pobres idiotas a quienes fastidian esos sujetos, ¿verdad?
Yo solo pude mover mi cabeza en señal de afirmación, porque aún no me recuperaba del todo de su corte de distancia. Además no podía dejar de admirarla, ¿de dónde había salido esa chica tan preciosa?, era una de las intrigas que tenía. Vanessa sonrió y como señal de que de disculparse, me invitó a comer un helado. Yo acepté, pero aún me costaba hablar, a decir verdad, creo que fui incapaz de hablarle con normalidad ese día. Mientras comíamos el helado en la plaza, ella me comentó cómo lidiaron con Pedro y sus amigos.
Resulta que ellas estaban comprando unos videojuegos para divertirse en familia, sí, cuesta creer que exista una familia así, por lo menos para mí, que he vivido en un hogar donde cada uno hacia lo que quería y vivíamos con mascadas y engaños. Mientras estaban escogiendo, su madre encontró un título que la hizo rememorar cuando era más joven y jugaba dicha entrega con su esposo. En ese instante recuerdo que April mencionó el nombre del hombre, “Tom”, algo que quizás debí tener en cuenta cuando conocí a Tomás.
En fin, continuando con la historia de ellas, tras escoger los títulos que llevarían, aparecieron los gilipollas. Pedro como siempre, fue el único que se acercó, porque en este primer encuentro, lo que buscaba ese idiota era cortejar a April y descubrir algo de ella. No obstante, fue él quien terminó relevando datos importantes, esta información sirvió para que esa Milf, se diera cuenta lo que quería ese capullo. Fue así cómo sorprendió a Pedro, ya que lo retó a un duelo en una de las videoconsolas que habían de muestra.
El idiota aceptó de manera inmediata sin pensar por un segundo en las condiciones, porque si ganaba iba a poder disfrutar el cuerpo de esa hembra, sin embargo, si te eligen una consola que rara vez usas y un juego que quizás nunca hayas probado es una sentencia de derrota. Eso le pasó a Pedro, perdió humillantemente ante April en unas carreras en el Mario Kart, me hubiera gustado presenciar su derrota y ver su frustración, ya que si él perdía aceptaba no molestar más a esa mujer, en el caso de que se vuelva acercarse a ella, April no sería agradable.
Pedro y sus amigos objetaron que no era justo, pues perdió en un videojuego en el que estaba en desventaja, entonces Vanessa se metió y les preguntó en qué juego eran buenos, ellos respondieron en el Fifa. Vanessa aceptó jugar un partido con cada uno de ellos, si le ganaban uno de los partidos, ella tomaría el lugar de su madre y los satisfaría en cada uno de sus caprichos, si ellos no le ganaban ningún partido, deberían someterse a una petición de ella.
Nuevamente Pedro no razonó con la cabeza, ni él ni sus pendejos amigos y aceptaron una apuesta del mismo diablo. El primer duelo Vanessa lo ganó fácilmente 5 a 0, el siguiente 8 a 0 y el tercero 6 a 0. Era una paliza total, el último en tomar el mando y poder tratar de ganar fue Pedro que llamó idiotas a sus amigos, de estar pendiente de las tetas de esa rubia ardiente en vez de jugar. Vanessa lo llamó ridículo por pensar que sus victorias solo fueron porque sus amigos quizás se distraían por su escote.
Ella se colocó una sudadera, con la cual ocultaría su escote y así evitar que Pedro busque una excusa en su derrota. Vaya paliza le dio, pues le ganó 10 a 0, joder, que una chica se lo paseada de esa manera en un juego que él presume ser bueno debió ser épico. Incluso Vanessa en el último minuto le hizo un cambio en las reglas, si él le marcaba solo un gol, ella iba a acceder a complacerlos. Solo tenía que guiar al jugador y chutear, pero ante la presión, terminó tirando el balón a cualquier lado.
Aun no soy capaz de imaginarme del todo, cómo quedó Pedro tras ser derrotado de esa manera. Pero lo mejor de todo fue la petición de Vanessa y es que esa rubia sexy es un peligro, a alguien que no te gustaría tener como enemigo, menos retarla. Su petición fue que ellos se tenían que mamar los pitos, en el instante cuando me mostró el vídeo que había capturado de esos capullos chupándosela al otro, comprendí porqué sus rostros de masacrados y perturbados.
No pude evitar sentirme feliz en esos minutos, es decir esos cabrones en mi vida escolar se la pasaron molestándome. Era el karma que debieron pagar por los años de humillaciones a mí a otros chicos, además que cuando juegas con fuego, es muy probable que termines quemándote. Yo al ver la hora me exaspere un poco, si bien no era tan tarde, debía irme lo más pronto para poder zanjar lo de Agustina, me despedí de esas dos rubias y camine a casa, en un momento me volteé y Vanessa parecía tan tierna.
–“Bruno, Bruno, reacciona Bruno”- dijo April después de que me había perdido en mis pensamientos, le pedí disculpa y retomé de forma inmediata lo que sucedió después nuestro primer encuentro. Me dirigí rápidamente a casa, más que ir a la mía, mi intención era ir a ver a Agustina, sin embargo, antes de que diera un paso al patio de mi vecina, oí la voz de mi madre. Al girarme, mamá me abrazó muy fuerte y sentí su angustia, yo confundido la abracé, más cuando sentí que soltó sus lágrimas.
–Pa… ¿Pasa algo mamá?- pregunté queriendo tranquilizarla y saber el motivo de su llanto, ella solo se apegaba más a mí y no decía nada. Al paso de unos minutos, cuando se había tranquilizado, ella miró hacia arriba, sus ojos transmitían pena y cuando volví a consultarle ¿qué había pasado?, ella dijo que papá se había ido de casa. Eso sinceramente no me afecto, como había dicho, el divorcio de ellos era algo que me esperaba, pero lo que me devastó fue lo siguiente que dijo mamá.
–Ah, ya veo… Así que finalmente el idiota se dignó a irse con Camila- afirmé, no obstante, mamá señaló que no había huido con Camila, sino con Agustina. –No… No mamá, eso es imposible- manifesté moviendo mi cabeza en forma de negación y con una sonrisa desesperada. –“Es verdad hijo, tu padre se fue con esa niñita”- aseguró ella, molesto me separé de mi madre, sorprendida, me dijo que debía aceptar la verdad, –¿Verdad? ¿De qué verdad me hablas? Esto debe ser una broma- respondí entre lágrimas.
–“No Bruno, no es ninguna broma”- me contestó, tratando de tomar mis manos, entonces yo me aparté, –No mamá, no debe ser verdad, cómo quieres que me tragué aquello, cuando ella ha sido más sincera que tú, que te revuelcas con mis primos- declaré enojado. Sus ojos se dilataron de asombro, pero solo fue de manera fugaz. Mamá me dio una bofetada, tan fuerte que su mano quedó marcada en mi rostro, –“No me vuelvas hablar en ese tono jovencito”- manifestó.
Yo: Pero mamá…
Isidora: Nada de pero, esa tipa se fue con tu padre, ¿y tú la defiendes?
Yo: Porque estoy seguro que Agustina no tiene nada que ver con lo que me paso con papá. De seguro él se fue con Camila y tú buscas manchar el nombre de la vecina porque me llevó bien con ella.
Entre tantos gritos, Vicky salió de la casa, yo al verla vi una oportunidad para encontrar paz, no obstante, cuando le dije que mi mamá estaba montando la historia de que Agustina se había ido con mi padre. Ella me tomó las manos y me dijo que era verdad, que ella vio cuando los dos se fueron en el coche de papá, –¡Mientes!- grité, yo no podía aceptar todavía lo que me estaban diciendo, entonces fui hacía la casa de mi vecina y golpeé la puerta, para comprobar que todo era un vil engaño más.
Sin embargo, cuando Samuel abrió y vi su rostro de acomplejado, fue todo derrumbándose en mi interior, poco a poco. –No- susurré, moviendo mi cabeza de lado a lado, –No es verdad- agregué, él solo sacó de sus bolsillos una carta y me la pasó. Yo rápidamente la abrí y la leí con detenimiento, en ella Agustina me pedía perdón por no hacer sido sincera conmigo, argumentando que al principio solo se acercó a mí, porque mi padre le pagó y luego ambos empezaron una aventura, que los llevó a huir.
Esas palabras fueron hirientes y me destrozaron, de mis ojos brotaron unas lágrimas, sabía que esas palabras eran mentiras, por lo menos algo dentro de mí me decía que no las creyera. A pesar de eso me sentía incapaz de hacer algo al respecto, era un incompetente y cobarde, solo me di la media vuelta y cerré los ojos. Samuel mencionó que, para evitar más problemas e incomodidad, él se iba a ir por un par de días. Dentro de la casa, subí al segundo piso para irme a mi habitación, no obstante, cuando estaba en mitad de camino, vi a Emma entrando, ella me miró con una sonrisa y no dijo nada.
Los siguientes dos días yo no fui capaz de levantarme, me quedé en la casa y no quería hablar con nadie. Descubrir que mi madre era una zorra, no fue tan doloroso como eso, que me dejó quebrado y sentí que algo dentro de mí había muerto. Vicky intentó animarme, pero fracasó, parecía que había caído profundamente en una depresión, fue entonces que Vanessa volvió a mi vida para salvarme. –“¿Vanessa?”- exclamó April confundida, –Sí, Vanessa, fue a verme, fue toda una sorpresa que supiera mi dirección- le respondí.
Aquel día como los dos anteriores me había quedado echado en mi cama, mirando el techo, tratando de entender algo que no iba a aceptar. Las manecillas del reloj parecían resonar por toda la casa y su sonido me irritaba, aun así, no me levantaba de esa cama, que era prácticamente mi refugio y ya tenía el molde de mi figura. Cuando está cerca de cerrar los ojos y soñar con mi padre y Agustina haciendo cosas depravadas, sonó el timbre, al principio lo ignoré, no obstante, no dejaron de tocar el timbre y golpear la puerta.
Estaba irritándome más y más, ¿quién podía estar originando ese ruido infernal?, me preguntaba a la vez que me movía por ese colchón y finalmente me levantaba. –¡Ya voy!- grité molesto, cuando iba por las escaleras, sin embargo, no dejaban de tocar, era como un juego para esa persona, al abrir la puerta y querer gritarle al capullo que estaba haciendo eso, me quedé paralizado y la rabia desapareció. Mis ojos contemplaban la caprichosa sonrisa de Vanessa, la cual vestía con un shorts de mezclilla y una camiseta corta de Kirby.
–“Hola, guapo”- me dijo, tomándome de la mano y jalándome donde ella, ignorando que yo estaba en pijama y mi aspecto era un ermitaño, ya que desde aquel día fatal, no me había bañado. –Va… Va… Va-Va-Vanessa…- balbuceé, mientras sus labios con un tinte rosa pastel pasaron a rozar los míos. –“Sí me recuerdas, eso está bien, bueno, quién diablos se podría olvidar de una chica tan especial, ¿verdad?”- manifestó y yo solo asistí con mi cabeza.
–“Sabes, me acaban de entregar mi coche y como mis amigas están ocupadas, he decidido venir por ti para que me acompañes a dar unas vueltas”- dijo con naturalidad, como si fuéramos amigos íntimos. –“Así que vamos, quiero recorrer toda la ciudad y hasta hacer alguna carrera con alguien, también quebrar alguna regla de tránsito, excepto atropellar, aunque si tú quieres que atropelle a alguien que te cae mal, tal vez haga una excepción”- continuó, mareándome con lo rápido que hablaba y su entusiasmo.
Ella hizo que diera unos pasos fuera de mi casa, algo que se sintió algo aliviador, –Va-Va-Vanessa espera. Estoy en pijama y no me he bañado- le dije, –“Oh Bruno, descuida vamos a una tienda y te compró ropa. Sobre el baño, conozco un lugar en donde podemos darnos un chapuzón”- contestó coqueta. Yo no pude oponerme, Vanessa tiene algo que otras personas no y es que ella no aparenta nunca nada, actúa como es, no se oculta detrás de mascadas.
Apenas nos subimos a su coche, ella colocó música de fondo, “With or without you” de U2 fue la que sonó y debo admitir que aquella melodía sonó por gran parte del viaje en mi cabeza. Al primer lugar que fuimos aquel día fue a una playa, en donde Vanessa se tiró al agua con ropa, sin dejar de sonreír, yo no comprendía su alegría, pero de a poco fui cayendo a su locura. Porque me arrastró con ella al agua y me hizo nadar, por primera vez durante esos días torturosos, dejaba de lado el asunto de Agustina y sonreía otra vez.
Sumergirme bajo el agua fue liberador, toda esa carga negativa se fue diluyendo, tras estar ahí por un tiempo, salimos y ella me quitó mi ropa para estrujarla, solo que quedé en bóxer, algo que fue incomodo, pero a Vanessa no pareció importarle, menos desvestirse en frente de mí, ya que se quitó su short y luego su camiseta, mostrándome esas grandes tetas que posee. Yo miré hacia otro lado, eso pareció causarle gracias, ya que soltó una gran carcajada y sin ocultar sus senos me fue abrazar, susurrándome si me incomodaba algo.
Después de eso, fuimos a una tienda de ropa, yo no entendía por qué las chicas que se encontraban trabajando en ese lugar, se quedaron detenidamente mirando a Vanessa, mucho menos por su trato tan especial que le dieron y ella pedía que la llamaran por su nombre, que detesta que le digan señorita, como si fuera una princesa. Vanessa se compró un conjunto elegante, a pesar de que no era tan revelador, ella lucía precisa e hipnotizante. Al llegar mi turno, ella me preguntó mi color favorito que prenda me gustaba usar.
A base de aquello eligió 3 atuendos, 2 de ellos no me agradaban porque no iban conmigo, no eran ropas que acostumbraba a usar, pero la tercera opción fue como si yo lo hubiera elegido. Luego seguimos con unas compras, de hecho ella me llevó a tienda para adultos, donde me sentí avergonzado, Vanessa compró un juguetito y luego me lo paso, diciendo que me lo regalaba para que lo use con una chica algún día y si no conocía a nadie, podía usarlo con ella, para luego soltar una carcajada.
Después fuimos a comer, así se fue gran parte del día, pero la aventura con Vanessa estaba lejos de terminar. Porque tras pasar al baño y volver a su coche, ella buscó a alguien para hacer una carrera, pensé que bromeaba al inicio con eso, pero no, ella en serio quería correr una carrera y romper algunas reglas, todo porque tenía un coche. Debo admitir que me sorprendía que esa chica corriera riesgo y no tuviera miedo.
Sentí envidia de su seguridad, algo que también sentí con Benjamín, que sean tan seguro y almas libres, era algo que yo quería tener. Ya en ese punto, que Vanessa haya ganado la carrera y haya hecho prácticamente todo lo que quería hacer, ya no era algo que me sorprendiera. Sin embargo, aún faltaba algo en su lista, ir a buscar algo que le había pedido una amiga o por lo menos eso me dijo. Para mi asombró o desgracia mejor dicho, terminamos en la casa de los padres de Eduardo.
–Oh no… De nuevo aquí- murmuré recordando lo que sucedió la ocasión que estuve en dicho domicilio. Ella se bajó y saltó la cerca, yo la seguí de mala gana, sin embargo, al escuchar los ladridos del perro, me exasperé. Cuando terminé de saltar la cerca, Vanessa estaba con el perro, lo estaba acariciando, algo que yo jamás haría. Lo que me dejó sin palabras, pues ese canino seguía para mí luciendo peligroso, pero para ella era un simple cachorro adorable.
Estoy muy seguro que ese perro me recordó, ya que apenas me aproximé, mostró sus dientes, no obstante, no hizo nada porque Vanessa parecía domarlo muy bien. Ella se acercó a la puerta y miró fijamente la manilla, pensé que usaría un truco similar al de Agustina y no fue así, en vez de abrir la puerta, ella prefirió tomar uno de los jarrones que había afuera con flores y lo tiró por la ventana, quebrándola, –Pero qué carajos haces- le pregunté exaltado.
–“Es la única manera para entrar”- respondió con naturalidad, evidentemente esto causó que una alarma suene, así que ella se metió rápido por la ventana y me pidió que me quedé afuera vigilando. Joder, en ese momento, comenzaba a lamentar haber seguido a esa chica, estábamos robando, mi corazón se acelerada, mi nerviosismo no dejaba tampoco de incrementar, me sentía asfixiado, entonces, todo empeoró cuando el perro comenzó a ladrarme.
–Tranquilo, chico… Tranquilo- le dije, temblando del susto, él perro no dejó de ladrar, lo que me ponía más inquieto. En eso escuchó la voz de Vanessa, cada vez más cerca diciendo –“¡Bruno corre!”- ella venía corriendo, no entendía el motivo, pero luego me percaté que había otro perro, mucho más grande que estaba detrás de ella y si el otro me resultaba poco amigable, ese can era Cerberus. Me coloqué a correr para salvar mi vida, la adrenalina que sentía, fue rara, ya que la sentí excitante.
Cuando llegamos al auto, Vanessa se largó a reír, no entendía que le causaba tanta gracia, aun así soltó una ligera risa que la acompañó a su carcajada. Ella al mirarme, dejó de reír y colocó un rostro más serio, tomó mi brazo y fue entonces que me di cuenta que tenía un corte y me estaba saliendo sangre. Ella a diferencia de mí, mantuvo la calma y se dio el tiempo de curarme con un botequín de primeros auxilios que andaba trayendo en la cajuela. Fue en ese momento en que me di cuenta que ella además de hermosa, divertida, valiente y sincera era alguien de buen corazón.
No sé el motivo exacto, pero me sentí extraño, su aroma comenzaba a resultarme algo atrapante, su mirada un destello de luz único, su risa la mejor melodía de todas, sus labios atrayentes y su figura, la mejor de todas. Cuando terminó me miró a los ojos y sonrió, me pidió perdón por mi herida y yo le dije que no era nada. Para mi sorpresa ella se subió en mis piernas y llevó sus manos a mi cuello apegando sus pechos al mío y su boca quedaba a nada de la mía.
–“Dime Bruno, ¿por qué me has seguido en toda esta locura sin quejarte al respecto?”- manifestó, con nuestros alientos cada vez siendo más sofocantes y nuestros labios se sobaban. –Po-po… Porque lo he pasado bien- le respondí, ella sonrió y se bajó de mis piernas. Vanessa condujo hasta el centro nuevamente, ahí se aparcó en un café para que vayamos a hablar un rato más. La chica deleitaba a todos, porque apenas entramos no habían quien dejase de mirarla.
Me sentí un poco incómodo, porque las miradas también comenzaban a dirigirse a mí, algunas de esas personas murmullaban, no obstante, no eran para nada discreto sobre lo que comentaban, fue así que me enteré que Vanessa era una modelo y una muy conocida. Al sentarnos, yo no podía dejar de sentirme fuera de lugar, más con las personas comentando que yo era el novio de Vanessa. Ella notó que estaba inquieto y me preguntó directamente ¿qué me molestaba?, mientras tomó una servilleta y comenzó a rayarla con su labial o esa impresión me dio.
Yo: Na-na-nada Vanessa…
Vanessa: Oh vamos Bruno, hemos pasado un día divertido ¿no?, si algo te incomoda dilo. Si no te gusta este lugar por ejemplo, podemos irnos a otro, no hay problema, deja de callar lo que no te gusta o dejar que te pisoteen, por eso esos idiotas se aprovechan de ti en la escuela y estoy segura que varias personas abusan de tu nobleza.
Me dijo eso sin sacarme los ojos de encima, luego agacho su mirada, centrándose en la servilleta, mientras yo, buscaba las palabras idóneas.
Vanessa: Mamá dice que lo peor de callar cuando algo nos desagrada, es que no encerramos en una mentira y puede que terminemos creyendo que todo está bien cuando en realidad no es así. Sin mencionar que eso permite que algunos nos controlen a su antojo sin que no nos demos cuenta, porque debes actuar y dejar de ser alguien que calla.
Yo: Vanessa… (Tragó saliva) Tú… Tú… ¿Tú eres una modelo?
Vanessa: Sí, trabajo para una empresa de moda y me he ganado mi popularidad entre las mujeres, pero principalmente en los hombres, que se derriten por mi cuerpo y mi cara bonita.
Declaró con una sonrisa.
Yo: Y-y-ya… Veo… Y… Y… Y... ¿No te molesta que te vean co-co-conmigo?
Vanessa: No, ¿por qué debería hacerlo? Mi trabajo no debe vincularse con mi vida privada, sé que soy una figura pública, pero eso no quita que yo pueda juntarme con quien me de la puta gana.
Yo: Ya veo…
Vanessa: ¿Te incomoda que digan que eres mi novio?
Yo: Eh… Sí… No quiero generarte problemas, sabes, yo…
Vanessa: (Interrumpe) A mí no, porque no estoy saliendo con nadie y es mejor cuando me vinculan con alguien, así algunos miembros de la prensa se divierten creando cosas que no son, pero descuida, si temes que esto le llegue a tu novia, yo me encargo presencialmente de arreglarlo.
Yo: Yo… Yo… No tengo novia.
Vanessa: ¿Entonces de qué te preocupas? Relájate y disfruta.
Me dijo, justo cuando llegaron nuestros cafés. Las miradas seguían pero como a ella no le importaba absolutamente nada, fui paulatinamente encontrando tranquilidad. Al terminar nuestros cafés ella guardo la servilleta con la que estaba jugando y salimos, después de amargos días, me sentía nuevamente con vida. Vanessa me llevó a casa y antes de que me baje, ella se me acercó, lo que hizo que mis pupilas se dilataran y me colocara nervioso, solo fue un beso en la mejilla, pero hizo que despertada deseo en mí.
Antes de bajarme, ella sacó de su cartera la servilleta de la cafetería y me la pasó, lo que me dejó perplejo, pues en ella, Vanessa me había trazado. Sí, ella me había dibujado, algo que nadie había hecho antes, me sonrió y se fue, dejándome ahí anonadado. Me quedé estático por unos minutos y el viento en ese preciso momento para mí dejó de soplar, acariciando mi mejilla que había besado esa chica y mirando mi retrato en esa servilleta, volví a reaccionar cuando Emma me abrazó muy fuerte por la espalda.
–“Hola hermanito, ¿puedo saber qué haces tú con Vanessa?”- preguntó seria y jugando con mi lóbulo. –T-t-t… ¿Tú la conoces?- repliqué todavía atolondrado, Emma soltó una pequeña risita, lo más seguro que se burlaba de mi ingenuidad, –“Claro hermanito, ¿quién no va a conocer a Vanessa?”- aseguró mordiéndome la oreja. Solté un pequeño bramido, a la vez que sentía como sus manos descendían hacia mi entrepierna, –Tienes, ella es una modelo y por ende debe ser furor entre los adolescentes- contesté apartándome de ella.
Emma sonrió y me fije que ella llevaba un pequeño suéter con unos vaqueros y se veía preciosa. –“No solo porque es una modelo, sino que ella fue a nuestra misma escuela y es difícil olvidar la chica más popular y que inspiraba a las demás”- señaló con bastante alegría, era claro que ella aún la admiraba y de seguro Vanessa marcó algo especial en ella. Emma me volvió a interrogar qué así yo con esa fabulosa chica, pero justo cuando iba a responderle, mamá abrió la puerta.
–“Bruno, ¿en dónde andabas?”- consultó en un tono molesto, mientras se aproximaba y sentía que el aire se comprimía. A esta altura está claro que a mi madre jamás le simpatizó que salga con chicas, es decir, siempre se colocó celosa que yo compartiera incluso con Blanca o sus hijas y principalmente de mi tía Vicky. Así que evidentemente le oculté la información y le mentí como ella lo hacía conmigo, aunque ella me conoce tan bien que se percató de inmediato de mi engaño, sin embargo, la dejó pasar.
Entramos y luego me fui a mi cuarto, necesitaba pintar, agarre nuevamente un lienzo y fui trazando con delicadeza, estaba concentrado en lo que hacía, era extraño, porque se me cruzaban miles de ideas por la cabeza y todo aquello lo plasmaba a la perfección. La sonrisa que tenía en mi rostro no desaparecía, hasta me puse a tatarear una melodía, esto hizo que Vicky se sintiera aliviada, ella me miraba desde la puerta con sus manos apoyada en su vientre.
Al tonar su presencia, me detuve unos segundos, porque quise preguntarle ella entró en mi cuarto y me dijo que estaba contenta que volviera a pintar y quería ver la posibilidad de que le haga un retrato. Yo le dije que no tenía ningún problema en hacerlo, entonces ella me comentó que su petición era más que un cuadro, quería que cada vez le haga un nuevo y luego lo pudiera replicar en uno solo. Yo no entendía qué buscaba con todo eso, entonces entre su sonrisa, sus labios pronunciaron que ella estaba embarazada y por eso quería un recuerdo de esta etapa.
Yo: ¿E-e… Embarazada?
Vicky: Sí, estoy embarazada sobrino y quiero tener el mejor recuerdo de esta etapa.
Yo: Fe-fe… Felicidades… Pe-pero, ¿quién es el padre?
Consulté inocentemente.
Vicky: No lo sé, sin embargo, me da lo mismo, no quiero el apoyo de un bastardo, que se sienta obligado y no le nace desde su voluntad. Sé que será difícil ser madre soltera y conseguirme un trabajo, pero por mi bebé, lo haré.
Esas palabras me dejaron helado, era la primera vez en que sentía seguridad en los dichos de Victoria, se notaba decidirá y madura, no veía en ninguna parte a esa perra caprichosa de siempre. La abracé y le dije que podía contar con todo mi apoyo, ella también me envolvió entre sus brazos y sentí la calidez materna, algo que no sentía hace mucho tiempo. No obstante, el abrazo sería interrumpido por mi madre, que al verlos abrazado pegó un fuerte grito.
Después de aquello, bajamos a comer en donde todo iba normal, hasta que mamá me preguntó de dónde había sacado esa ropa que llevaba puesta. Lo más seguro que ella notó que esas prendas eran nuevas desde que me vio con Emma, porque la muy demente, se sabía de memoria cada uno de los diseños de mi ropa y zapatos. Yo le dije que me la había comprado, la conversación no fluyó más que eso, porque el tema central fue el embarazo de Vicky, mamá siempre que pudo le tiro un comentario desagradable a mi tía.
Ya era de noche y nos fuimos a dormir, yo antes de acostarme, me senté en mi cama y aprecié nuevamente el retrato que me había hecho Vanessa. Con solo recordarla mi cuerpo comenzó a tener un calentón y más cuando me coloqué a buscar fotos de ella en internet. Vanessa logró que se me coloque muy dura, al grado que empecé a tocarme con suavidad e imaginando que ella tenía una actitud más coqueta conmigo, cuando estábamos en el coche y quedó sentada en mis piernas, mientras que sus labios rozaban con los míos.
Sus manos rodeaban mi cuello y sus ojos azules lucían más lujuriosos que nunca, inconscientemente fui abriendo mi boca, a la vez que escuchaba de su enérgica voz, –“Bruno, coqueto”-, fuimos besándonos de una forma muy candente que terminó haciendo que mi verga tomada aquella forma erecta y dura. Ella jocosa fue abriéndome el pantalón y bajando la bragueta para liberar mi miembro, el cual tomó entre sus manos, sin quitar su sonrisilla traviesa me la jala.
–“Uuff…”- exclamé, con esas grandes tetas apoyadas en mi pecho, solo quería desvestirla y ver esos melones botando, para estrujarlos, chuparlos y mordisquearlos. Vanessa no dejaba de pajearme, pero también comprendía mi obsesión por esos senos, ella paró de masturbarme y se acomodó entre mis piernas, para levantarse su camiseta y dejar totalmente libres esas divinidades. Joder aunque era solo una fantasía juro que se sentía muy real y más cuando apreté con mis manos ese par.
En ese momento cuando escuche un chillido claro, comencé a cuestionarme si eso realmente era parte de mi imaginación. Poco a poco dejé de lado esa fantasía con Vanessa y me di cuenta que tenía en frente mío a mi mamá. Estaba flipando y tratando de entender la situación, al mismo tiempo que veía a mi madre aproximarse a mí y me comió los labios. Mi cuerpo actuaba por impulsos y al sentir esa lasciva lengua abrazando a la mía, simplemente hizo que olvidada de todo y le correspondí el beso.
A pesar de que intercambiamos salivas y nuestras lenguas se abrazaban, parecía más bien un tierno e inocente beso, no obstante, con el paso de los segundos se fue convirtiendo en uno fogoso, en donde nuestras lenguas luchaban casi de forma salvaje, llenas de deseos. Aquello provocó en mí un ardor que quería saciar con unas profundas estocadas en su interior, por su parte notaba que mamá tiritaba en ansiedad más cuando su vagina se flotaba con mi polla dura.
Las manos de mi madre recorrían mi espalda, y sentía sus uñas raspar mi piel lo que me ponía más cachondo. Mis manos por mientras tanto masajeaban aún esas grandes tetas, suaves y macizas, simplemente la combinación perfecta. Sin embargo, cuando nuestras bocas se separaron, fui recobrando el conocimiento y quise apartarme de ella, ya que no era correcto que hiciéramos aquello, era mi madre y yo su hijo, no obstante, antes de hacerlo ella me detuvo y colocó su dedo índice en mis labios.
–“Déjate llevar hijo”- susurró y volvió a introducir su lengua en mi boca, pero esta vez desde el inicio era un beso apasionado. El sabor de nuestras babas cada vez me resultaba más y más adictiva, provocando que poco a poco vaya entregándome otra vez a esa lujuria que me había dominado. Sabía que no podía haber marcha a atrás, cuando mis manos dejaron de temblar y se dirigieron a ese abdomen plano, para luego pasar por esa cinturita y mis dedos se aferraban en esa colita.
Nos fuimos recostando en la cama, dejándonos llevar por la pasión y el deseo. Nuestros besos se fueron haciendo largos y ardientes, lo que hacía más especial aquel quiebre de la relación de madre e hijo que teníamos. Totalmente cegados, fuimos desnudando nuestros cuerpos, para luego recorrerlos con acaricias. El roce entre mi pene con su vagina, era mezcla entre gozo y tortura, ya que anhelaba meterla y ella de tenerla dentro, pero ninguno todavía daba la señal para cometer aquel acto.
Finalmente mamá volvía a estar encima de mí y con sus manos se dedicaba exclusivamente a masajear mi polla, que estaba muy cerca de su coñito. Nuestras lenguas dejaron de enroscarse, haciendo que la baba de ese beso prohibido descendiera por nuestros labios. Ella se relamió, con una sonrisa picará, sabía perfectamente que estábamos a nada de hacer algo que no hubiéramos hecho si Agustina estuviese aún en mi vida. Lentamente fui viendo cómo esos labios se abrieron para que mi pene vaya entrando.
Sentir tan solo cómo la cabeza de mi verga entraba en el agujero de mi madre del que me dio a luz, fue algo jodidamente increíble. Ella soltó un pequeño gemido, a la vez que introducía más y más adentro mi tronco. No podía creer que después de todo habíamos cruzado la línea de lo moral y nos transformamos en amantes. El recorrido por esa vulva fue maravilloso, parecía estar muy necesitada mamá, ya que sus paredes me apretaban con fuerzas.
–Ooohhh, mamááá…- expresé al tener mi miembro entero dentro de ella, mi madre sonrió y con su voz agitada, mientras se acomodaba en la cama, dejando sus piernas abiertas y apoyando sus manos detrás de ella, me susurró, –“Dios mío hijo… Esto es maravilloso, finalmente somos uno de nuevo”-, verla disfrutando ese instante, no hizo otra cosa más que motivarme y a complacerla en su capricho. Nuestros cuerpos fueron moviéndose, y yo llevé mis manos hacía sus muslos para sujetarla, mientras ella me decía que no parada, que siguiera, a la vez que que llevó una de sus manos a su coño que embestia.
Yo relajadamente movía mi pelvis y penetraba ese coño que tantas ganas le tenía, porque no veía la necesidad de hacerlo intenso en ese momento. Además ella tampoco movía sus caderas tan fuertes, porque quería disfrutar de esas estocadas y joder, su vagina sí que era una delicia, no quería parar nunca de penetrarla. Mamá me pidió que me acercada a ella, porque quería uno de mis besos de nuevo, yo no me negué a su petición porque me moría de volver a sentir esa dulce saliva mientras la hacía mía.
Llevando mis manos hacía su cintura, me allegué a sus labios y nos envolvimos en un fogoso beso, que nos encendió más y tras eso, comencé a incrementar el ritmo. Mi madre hacía un gran esfuerzo para estar callada y que sus gemidos no se escucharan, yo no ayudaba mucho, ya que, le agarre ese culito sabroso e inicié a jugar con su orificio anal, rozándolo con mis yemas, al mismo tiempo que chupaba esas tetas que habían sido mi debilidad.
Isidora: Ooohhh, Dios míooooo… Bru-Bru-Brunooooo… E-eres muy bueno, pa-pa-para tu primera vez.
Balbuceó imaginando que ella había tomado mi virginidad, en ese momento no quise arruinarle la ilusión que tenía, porque disfrutando. Recordaba todas las cosas pervertidas que había hecho con Agustina y se lo aplicaba a mamá que cada vez estaba más asombrada. Estaba por llegar a mi límite, 10 minutos dentro de mamá había sido eternos y fabulosos, antes de soltar mi descarga, le clavé un dedo dentro de su ano y la besé fervientemente.
Ella no pudo controlarse más y terminó aullando entre mis besos que la daba, sentí entonces que se regocijó y comenzó a soltar su juego, que se mezcló con mi semen. Los dos quedamos cansados y recostado en mi cama, nos dimos unos deliciosos piquitos, a la vez que ella me decía que me amaba, que finalmente era completamente suyo y que nadie nos iba a separar. Debí darme cuenta en ese momento, que mamá estaba algo chiflada, pues al decirme que si me veía con otra, iba a acabar con esa chica.
Nos quedamos dormido, pero entonces en mis sueños todo comenzó a cobrar algo de sentido. Volví al día de mi fiesta de cumpleaños, la que se celebró de noche porque había cumplido los 18. Vicky no pudo asistir porque estaba enferma, aun así Eduardo que era su pareja en ese entonces, se dio el tiempo de ir a compartir con nosotros y llevarme un regalo. Debo confesar que entre todas las parejas que había tenido mi tía hasta ese entonces, Eduardo era el mejor con quien me llevé.
Incluso Emma que no solía socializar mucho con las parejas de nuestros parientes, se sentía a gusto con Eduardo, hasta bromeaba con él. A la fiesta, también asistieron César y sus padres, mis primos, mi tío con Blanca y las hijas de ella. Chloe la hija mayor de Blanca de 23 años, era la que menos cómoda se sentía en esa fiesta, porque ella es una chica rebelde por así decirlo. Desde mi punto de vista es alguien que solo quiere llamar la atención con sus tatuajes y querer ser una antisistema.
Bueno como decía Chloe se sentía fuera de lugar, porque mamá manejaba todo a su gusto en casa, así que ella no podía otra cosa más que estar en la mesa y compartir con los demás. Lo peor para esa chica es que sus otras hermanas, Mar y Luna, la molestaban porque no podía hacer sus berrinches. Mar tiene 21 y Luna 18 como yo, a pesar de eso, Luna y yo éramos muy distintos como para establecer una conversación. Además que me daba la impresión que ellas no tenían ganas de dirigirme la palabra.
La fiesta pasó sin más detalles por lo que recordaba, no obstante, gracias al sueño fui capaz de recordar cosas, como por ejemplo que después de comer y partir la torta, pedí irme a mi habitación con César para poder “jugar”. Mi verdadera intención era irme de ese lugar, porque aunque no estaba interesado en ese instante del sexo, estar con mujeres como Blanca, sus hijas, Natacha, mamá y Emma, era muy tentador para cualquier hombre, si cada una destacaba por algo y lucían jodidamente hermosas.
Al estar en mi habitación con César, todo comenzó a ser aburrido y tedioso, ni siquiera hablábamos. Sin embargo, todo cobró algo de vida, cuando Chloe algo ya borracha entró a mi cuarto y de la nada se apegó a mí, diciéndome que le gustaría hacer enojar a mi madre, por lo que pasaría un momento conmigo. Debo admitir que ese abrazo me incomodo, porque había pasado mucho tiempo que una mujer que no fuera mi madre, Emma o Natacha me abrazaba.
Me quedé sin habla, mientras que César sonrió, pues la vista que tenía era fabulosa, en ese momento Chloe estaba su cola, ya que esa chica estaba usando una pequeña falda de cuero y al agacharse le dejaba todo a la vista para quien fuese mi vecino. Chloe se dio cuenta, no obstante, no se enojó, al contrario le encantó aquello, porque quería molestar a un pobre César, que si bien era más sociable que yo, vivía intimidado por Pedro y su grupito, además de que con las chicas no era muy bueno hablando.
Chloe: ¿Qué pasa nerd? ¿Te gustó lo que viste?
Le dijo riendo y acercándose a él, al mismo tiempo que me regalaba la misma vista que había tenido mi colega. Joder, ahora que lo pienso, vaya vista que fue, pues no solo veía su culo, sino que se notaba muy bien esos labios vaginales, porque esa chica estaba usando una tanga de hilo. Yo no aproveché mucho de ese regalo que me estaba dando Chloe, sino que desvíe mi mirada. César por mientras tanto, no reaccionaba y me dio la impresión que estaba como estatua.
Chloe se rio y sacó una pequeña botella de alcohol del bolsillo de su cazadora de cuero, la que colocó en el suelo y dijo que juguemos, pero quien perdía debía tomar un sorbo de la botella. Yo no di una respuesta, pero César aceptó y terminamos haciendo el juego de Chloe. Mantuve por gran parte mi racha de no beber, sin embargo, finalmente perdí y tuve que hacerlo, por suerte solo quedaba un poco y me lo bebí sin saborear, ya que solo el olor me desagradaba.
No obstante, ese juego estaba muy lejos de terminar, ya que Chloe se encargó de buscar más botellas y al paso de un par más de partida, César estaba totalmente ebrio y yo algo mareado. Me daba muchas vueltas la cabeza, en eso Chloe, me dijo que yo era divertido y tal vez hubiéramos sido amigos, sino fuera por mi madre que me privaba de varias experiencia. Entonces tuvimos una pequeña discusión, porque yo defendí a mi mamá, diciendo que era perfecta y solo quería lo mejor para mí.
Aquello terminó conmigo saliendo de mi cuarto buscando a mi madre, gritando –¡Maaaaaaaa!… Estoy borrachoooooo… Pero quiero decirte que eres la mujer más bella-, pero por más que la buscaba no tenía señal de ella, todo se hizo obscuro en un momento, solo oía la fuerte música. Recuerdo pasar cerca de Natacha que me preguntó por su hijo y yo solo me reí, abrazándola para apoyar mi cara entre esos senos enormes, ella como que se incomodó, sin embargo, me dejó tener mi rostro entre sus pechos.
Juro que no recordaba haber hecho eso, hasta ese sueño y eso explicaría algunas cosas de porqué ella era coqueta conmigo, pues le confesé que me gustaba su voluptuoso cuerpo. Después de aquello, seguí buscando a mamá, hasta que di con ella en una habitación. Al ir abriendo la puerta me encontré con algo que me dejó impactado, vi a mi madre en cuatro, mientras un tipo fornido la jalaba del cabello y la penetraban con gran entusiasmo. Ella por su parte lo disfrutaba mucho, se mordía los labios y rogaba por más.
Sí, vi la verdadera cara mi madre el día de la fiesta de mi cumpleaños, sin embargo, algo hizo que lo olvidada y el sueño no me lo aclaró, porque en él solo vi la figura del tipo era difusa y de la nada saltamos a una momento de discusión, mamá me decía que podía explicarlo todo, pero yo cegado y dolido, no quería nada, solo buscaba irme de ahí, pero luego se mezcló con otra escena, en donde mamá y yo nos estábamos besando, entretanto le susurraba que no quería perderla.
Me desperté con eso agitando y sudando, preguntándome si lo que había soñado era real o solo una parte de mi imaginación. No obstante, al quedarme sentado todo se me olvidaría, porque mamá que estaba ya acariciando mi pene y al verme despierto, se me arrimó, para besarme, –“Buenos días, mi amor”- murmuró, mientras nuestros labios se fundían. Ella sonriendo pasó su lengua por su boca y luego bajó hasta llegar a mi miembro, lo miró con mucho deseo, entonces sacó su lengua y la pasó por la cabeza.
Yo gemí y veía cómo se me colocaba más dura por mi madre que se relamía los labios y se le hacía agua la boca al ver mi tronco listo para jugar con ella. Sin embargo, antes de que ella me diera una mamada, le pedí que me dejaba probar ese coño y ese orificio anal. La idea pareció encantarle, porque rápidamente se dio vuelta y me dejó al alcance sus sabrosos agujeros. Sinceramente, titubeé en decidirme con cual iniciar, pero al final elegí ese trasero, abrí esos glúteos y acerqué mi boca.
Tan solo sobar mis labios con su piel la hizo temblar, yo me embriagué del hedor lascivo que desprendía su cuerpo y contaminaba mi mente. Perdido otra vez en esa lujuria, abrí mi boca y saqué mi lengua, con la cual di unas pequeñas y tímidas lamidas. Mamá jadeo, sin mencionar que seguía estando sorprendida que fuera tan guarro y supiera prácticamente en que zona satisfacerla. Para ella Agustina solo fue una chica que me sacaba de aventura y me quería conquistar, ignoraba que hicimos miles de guarradas y hasta follamos.
Fui moviendo con gentileza y en círculo mi lengua sobre ese apretado hoyito, mi madre parecía encantarle mucho, ya que jadeó continuamente por un par de segundos. Mientras humedecía ese culito, mi verga seguía endureciéndose y ella traviesa fue tocándomela con sus pies. –Ma-mami…- susurré, ella solo sonrió con picardía, abrí más sus nalgas para ver mejor a ese hoyito que estaba comiendo. Mamá de seguro esperaba que siguiera jugando con mi lengua, no obstante, yo decidí enterrar uno de sus dedos en su cola.
–“Aaaahhhgg… Bru-Bru… Brunooooo”- exclamó, en eso notó que su vulva estaba mojadisima, mordiéndome el labio inferior me a ese chocho que pedía a gritos tener algo de placer. Le di unas lamidas que la hizo tiritar y gritar de satisfacción, al mismo tiempo que mi dedo seguía en su culo y se movía lentamente. No sabía si alguna vez alguien la había hecho sentir eso, pero en ese momento parecía loca y para nada callaba sus aullidos, –“Dios mío, Br… Bruno…”- balbuceó mordiendo sus labios.
Isidora: Ooohh síííí hijo… N-nooo… Pa-pares, dale más placer a mami…
Yo seguí jugando con su vagina, mordisqueándola, principalmente su clítoris y pasando mi lengua por todo el largor de esa rajita. La vi agitada, su pecho se le inflamaba con la respiración tan acelerada y su cuerpo no dejaba de temblar, en cualquier momento daba la impresión que iba a convulsionar y soltar todo ese delicioso néctar. Sus pies que había estado masajeando mi polla se habían detenido y solo empuñaba sus manos en las cobijas, en ese momento que vi que ella estaba cerca, saqué mi dedo de su ano y deje de comer su chocho.
Isidora: ¿Q-qué paso hijo? ¿P-po-por qué te deti-tienes…?
Consultó confundida, yo disfrutando ese momento, llevé mi dedo con el que había estado hurgando en ese ano a mi boca, degustando el sabor. Ella seguía mirándome aturdida porque no comprendía la razón por la que me detuve. Era muy simple, durante esos momentos en que la hacía chillar recordé que se había acostado con Jorge y parecía enamorada de su verga cuando se la chupaba afanada, pero no solo eso, sino que también había tenido sexo Antonia y con los idiotas de Pedro y su banda.
En ese instante, tuve celos, me preguntaba con cuantos más había estado mamá, pero la incertidumbre más grande que tenía era si lo nuestro florecía, ¿ella me sería fiel? Quizás si aquello hubiera pasado antes de conocer a Vanessa e incluso a Agustina, le hubiera creído ciegamente a mamá. No obstante, en ese momento ya conocía su verdadera cara o parte de ella y sus palabras no eran prendas de garantías. Si yo iba a tener algo con mi propia madre, tenía que estar seguro de que no sería un simple consolador.
Fue cuando mágicamente oí a Vanessa en mi cabeza, recomendándome que debía hacerle saber a mamá que yo no sería como los pendejos de mis primos. A los cuales solo usaba para bajar su calentón, si ella quería estar conmigo, tenía que comprender que no le iba a permitir que se revolcada con otro. Claro que no, solo tenía que ser mía e incluso para ganarse mi confianza, debía superar unas cuantas pruebas que ya había florecido en mis pensamientos.
Isidora: Bruno, cariño, ¿qué pasa?
Yo: Nada mamá, solo que ya es hora que vaya a la escuela.
Le respondí colocándome de pie y buscando mi ropa.
Isidora: ¿Qué? Bromeas, ¿verdad?
Yo: No mamá, no estoy bromeando. Hace mucho que no voy y de seguro algunas de mis profesoras me han extrañado.
Le dije con la intensión de verla celosa y lo logré.
Isidora: Pero hijo, la estamos pasando bien, ¿para qué te quieres ir a aburrir a la escuela? Tus profesoras no van a motivarme como mami lo hace.
Yo: Tal vez no, pero quizás a alguna se apiade y me dejé hacerle algunas cosas.
Isidora: ¿Pero de qué hablas Bruno?
Señaló mosqueada, sonriendo la tomé de su barbilla y me allegué a su boca.
Yo: Mamá, que tú y yo hayamos cogido, no significa que seré tu consolador como lo eran Jorge y Antonio. Yo tengo orgullo, después de que Agustina me haya roto el corazón, no dejaré que ninguna mujer me domine, ¿te quedó claro?
Isidora: Bru… Bruno…
Yo: Descuida mamá, si me demuestra tu lealtad y que desde ahora solo serás mi mujer, te voy a tratar como corresponde y te complaceré hasta volverte loca. Sin embargo, por ahora solo tendrás que aguantarte.
Le dije sonriendo y colocándome la camiseta, entonces recuerdo el juguete que me había dado Vanessa y mis ojos brillaron. Era la mejor arma que tenía para comprobar la lealtad de una perra como mi madre, lo busque y al encontrarlo me acerque a mi madre que seguía sin comprender mi actitud nueva. Al verme con ese pequeño pero potente juguete quedó más extrañada. –“Bruno, ¿tú qué haces con eso?”- preguntó, dándose cuenta que yo también tenía mis secretos.
Yo: Es un juguetito mami, me lo dio una amiga después de hacerle un favor, me dijo que podía usarlo con ella, pero yo decidí guardarlo para una ocasión especial y esta lo es.
Isidora: ¿Amiga? ¿Tú tienes una amiga?
Yo: Así es mamá, sin embargo, eso no debe importarte, ahora se una buena madre, abre esas piernas y deja que te meta este juguete que te va a dar placer mientras yo no estoy. Si soporta estar todas estas horas con él y no follas con nadie, te ganaras una buena cogida mía.
No sé si mamá asistió porque estaba asimilando todo lo que le había dicho y como mi actitud con ella había dejado de ser dócil para pasar a domarla. Coloqué ese juguetito dentro de su coño y al sentir una vibración ella soltó un gemido. Sería una tortura para ella pasar toda la mañana con ese juguete entre sus piernas y gran parte de la tarde, no obstante, era una prueba con la que tenía que demostrarme su lealtad. La besé tiernamente, para luego terminar de vestirme e irme.
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Vanessa es una rompe corazones, una chica que Isidora no vio venir y mucho menos que en un solo día haya hecho cambiar a Bruno. Espero que hayáis disfrutado del relato, nos vemos hasta la próxima semana.
Capítulo 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/4485799/Secretos-en-la-familia-Capitulo-l.html
Capítulo anterior: http://www.poringa.net/posts/relatos/4538388/Secretos-de-la-familia-Capitulo-VII.html
Buscar las palabras que describan perfectamente a Vanessa, es muy complejo, ya que no solo es una cara bonita ni tampoco solamente una chica con un figura espectacular. Ella esa bastante lista, carismática y algo peculiar. Cuando la vi por primera vez, me quedé flipando porque marcaba su presencia con solo respirar. Pero bueno, antes de hablar de esa mágica chica que es la hija de Tomás y April, me enfoqué en relatarle a mi psicóloga mi encuentro previo con su hijo menor.
Tras oír esas palabras de Pedro, me sentí en la obligación de evitar que otro chico sufra lo que paso César y luego yo. Quien sabe cuántos más sufrieron esa mierda de experiencia, por lo que me puse a buscar a Benjamín. Fui a su salón en donde por fortuna me encontré con una de la profesora de matemáticas, con quien me llevaba bien, por mis buenas calificaciones e incluso siempre estuvo tratando de conseguir que fiche para participar en las olimpiadas de matemáticas.
Ella al verme sonrió y yo con lo desesperado que anda, le pregunte de manera directa, si en ese salón había un tal Benjamín. Entonces me apuntó a un chico que estaba en su banquillo aún, él ordenaba sus cosas y parecía estar esperando a alguien. Pensé que tal vez esperaba a un amigo, así que me acerqué sin asegurarme que era el Benjamín que buscaba. Al aproximarme y decirle que su madre estaba en peligro, me miró extrañado, luego me dijo que era imposible, ya que su madre había muerto hace un par de años.
Yo me quedé como una estatua, no tuve reacción, hasta que ese chaval me comunicó que tal vez, buscaba al otro Benjamín que había en el salón, que si quería me llevaba donde él. Acepté y entonces me guio en donde se encontraba él. Le di las gracias y al ir aproximándome donde este chico con el miedo de que tampoco fuera el Benjamín que buscaba, vi como un pequeño grupito de chiquillas se reunieron a su alrededor. Él se mostró algo nervioso y buscaba la manera de que se vayan.
Al ir estando más cerca podía oír, que ellas le estaban coqueteando, inquieto él me miró fijamente, era la primera vez que ambos nos veíamos a pesar de que íbamos en el mismo colegio. –“Ey, amigo”- me dijo pasando sobre esas chicas y fingiendo conocerme, esto me pilló algo imprevisto, pero logré seguirle el juego. –Benjamín, justo te andaba buscando, necesitó decirte algo urgente-, esa declaración dejó perplejo a él, pues no esperaba que supiera su nombre.
Nos miramos fijamente por unos segundos, él por mantenerse lejos de esas tipas, movió la cabeza y se fue conmigo a un rincón. Ahí mientras las chavalas miraban desde la distancia, Benjamín me susurró, –“¿Tú cómo sabes mi nombre?”-, en ese momento recordé que hace un año, Benjamín había participado en una obra de teatro, donde Emma también lo hizo, él fue el protagonista y bueno, por lo visto ganó mucha popularidad desde entonces, teniendo esto en cuenta yo contesté, –Porque hace un año actuaste con mi hermana en una obra-
Benjamín: Ya veo, (suspira). Por casualidad tu hermana no te envió hablar conmigo ¿verdad? Sinceramente estoy harto que me envíen cartas de amor y declaraciones con hermanos o primos. Porque desde esa maldita obra, todas creen que soy un galán, pero en verdad solo soy un chico que le gusta los videojuegos, escribir y dormir.
Yo: No, no… Mi hermana no quiere nada contigo, por lo menos que yo sepa.
Benjamín: Menos mal, porque mi novia comienza a colocarse celosa con todo esto y yo por más que quiero manchar mi imagen, parece que todas están completamente obsesionadas conmigo.
Yo: Me imagino, aunque me gustaría hacerte una consulta, tu madre se llama April, ¿verdad?
Benjamín: Sí, ¿por qué? Si es por una consulta, te digo inmediatamente, que mamá ya no atiende, aunque mi padre sí.
Yo: No, no, no… No quiero una consulta, más bien quiero advertirte que ella está en peligro. Hay unos idiotas de mi curso, que comenzaron con una tradición, la cual consiste en follarse a las mamás de otros compañeros y tu madre, está en la lista.
Tras decir esas palabras, él soltó una carcajada, pensé que no me creía, no obstante, él rápidamente me dejó helado al decir, –“Pues que lo intenten, si no temen perder la vida”-, antes de que yo pudiera decir algo, su novia apareció. –“Espera, ¿en verdad Benjamín tiene novia?”- interrumpió April desconcertada. –Sí, ¿usted no lo sabía?- pregunté dándome cuenta que había soltado una bomba, –“No, aunque ya lo sospechaba. Solo por curiosidad, ¿esa chica es rubia con ojos azules?”- consultó.
Yo: Sí.
Afirmé.
Yo: De hecho, es muy similar a usted, aunque…
April: Aunque sus tetas no son muy grandes, pero tiene un culazo divino, ¿verdad?
Otra vez me había leído con perfección, yo asombrado solo asistí con mi cabeza, entonces ella sonrió y no pregunto nada más relacionado a su hijo. Tras un pequeño silencio, ella expresó, –“Cuando llegó la novia de mi hijo y viste que este se iba, seguramente le preguntaste en dónde podías encontrarme, entonces esa chica te habrá dicho que me encontraba en una tienda de videojuego y así fue cómo finalmente diste conmigo, ¿o me equivoco?”-
–No- afirmé, –Es correcto lo que ha dicho- agregué, reviviendo el momento en que di con esa Milf. Ella se encontraba comprando unos videojuegos, el tipo que la atendía estaba embobado y no lo culpo, porque yo cuando la vi por primera vez estaba igual, lo que si me asombró, por lo menos ahora que lo pienso con calma, es que le hizo una rebaja por los juegos. Bueno, en ese momento yo llegué agitado de tanto correr y al tenerla de frente, le dije, –Disculpe señora, soy Bruno y quiero decirle algo importante-
En ese instante, April me quedó mirando extrañada y cuando le comenté que estaba en peligro porque habían unos chicos que buscaban hacerle daño, ella sonrió y entonces escucho la risa de Vanessa. –“Joder mamá, me estás animando mucho hoy, y te quiero mucho por eso”- dijo esa chica entre risas. Yo al verla me quedé pasmado, porque nunca pensé que iba a encontrarme ese día con una chica que fuera jodidamente ardiente, además de esa Milf que ya era un bombonazo.
Las palabras no me salieron, ella continuaba riendo y radiando su hermosura, mientras su madre le dijo que se había pasado un poco de la raya, a lo que ella contestó, –“No lo creo mamá, ellos quisieron jugar con fuego y si se quemaron no es mi culpa”-, en eso veo que los capullos de Pedro y su banda salen de un cuartillo, totalmente derrotados con los rostros perturbados, ellos ni se acercaron, solo querían salir pronto de ese lugar, entonces Vanessa vio su móvil y dijo –“Creo que esto puede valer oro, para los pobres idiotas que ellos molestan”-
–Pu… ¿Pu-puedo verlo?- pregunté intrigado, Vanessa entonces se percata de mi presencia, es decir ella sabía que yo estaba ahí pero me ignoraba. Al dirigir su mirada hacia mí y contemplar esos ojos cristalinos, simplemente sentí como una ansiedad se apoderó de mí. –“¿Tú quién eres?”- interpeló, yo con lo nervioso que estaba no podía modular una frase, todo lo que decía era tartamudeos. Por suerte April intervino. –“Él es Bruno, vino advertirme de las intenciones de esos chicos”- señaló sonriente.
–“¿Enserio?”- dijo disminuyendo la distancia entre ambos, –“No serás amigos de esos tipos, ¿verdad? Porque de serlo, puedo ser muy cruel si descubro que estás mintiendo”- añadió. Su advertencia me hizo temblar y sentir su presencia tan cerca, simplemente me pareció agobiante. –“Ya basta, Vanessa”- expresó April, aquella chica sonrió y se dio la media vuelta, volviendo hacia donde su madre, en esos segundos fui sintiendo como el aire dejo de ser denso.
Vanessa: Perdón Bruno, pero quería asegurarme que no eras uno de esos tipos. De seguro tú eres uno de los pobres idiotas a quienes fastidian esos sujetos, ¿verdad?
Yo solo pude mover mi cabeza en señal de afirmación, porque aún no me recuperaba del todo de su corte de distancia. Además no podía dejar de admirarla, ¿de dónde había salido esa chica tan preciosa?, era una de las intrigas que tenía. Vanessa sonrió y como señal de que de disculparse, me invitó a comer un helado. Yo acepté, pero aún me costaba hablar, a decir verdad, creo que fui incapaz de hablarle con normalidad ese día. Mientras comíamos el helado en la plaza, ella me comentó cómo lidiaron con Pedro y sus amigos.
Resulta que ellas estaban comprando unos videojuegos para divertirse en familia, sí, cuesta creer que exista una familia así, por lo menos para mí, que he vivido en un hogar donde cada uno hacia lo que quería y vivíamos con mascadas y engaños. Mientras estaban escogiendo, su madre encontró un título que la hizo rememorar cuando era más joven y jugaba dicha entrega con su esposo. En ese instante recuerdo que April mencionó el nombre del hombre, “Tom”, algo que quizás debí tener en cuenta cuando conocí a Tomás.
En fin, continuando con la historia de ellas, tras escoger los títulos que llevarían, aparecieron los gilipollas. Pedro como siempre, fue el único que se acercó, porque en este primer encuentro, lo que buscaba ese idiota era cortejar a April y descubrir algo de ella. No obstante, fue él quien terminó relevando datos importantes, esta información sirvió para que esa Milf, se diera cuenta lo que quería ese capullo. Fue así cómo sorprendió a Pedro, ya que lo retó a un duelo en una de las videoconsolas que habían de muestra.
El idiota aceptó de manera inmediata sin pensar por un segundo en las condiciones, porque si ganaba iba a poder disfrutar el cuerpo de esa hembra, sin embargo, si te eligen una consola que rara vez usas y un juego que quizás nunca hayas probado es una sentencia de derrota. Eso le pasó a Pedro, perdió humillantemente ante April en unas carreras en el Mario Kart, me hubiera gustado presenciar su derrota y ver su frustración, ya que si él perdía aceptaba no molestar más a esa mujer, en el caso de que se vuelva acercarse a ella, April no sería agradable.
Pedro y sus amigos objetaron que no era justo, pues perdió en un videojuego en el que estaba en desventaja, entonces Vanessa se metió y les preguntó en qué juego eran buenos, ellos respondieron en el Fifa. Vanessa aceptó jugar un partido con cada uno de ellos, si le ganaban uno de los partidos, ella tomaría el lugar de su madre y los satisfaría en cada uno de sus caprichos, si ellos no le ganaban ningún partido, deberían someterse a una petición de ella.
Nuevamente Pedro no razonó con la cabeza, ni él ni sus pendejos amigos y aceptaron una apuesta del mismo diablo. El primer duelo Vanessa lo ganó fácilmente 5 a 0, el siguiente 8 a 0 y el tercero 6 a 0. Era una paliza total, el último en tomar el mando y poder tratar de ganar fue Pedro que llamó idiotas a sus amigos, de estar pendiente de las tetas de esa rubia ardiente en vez de jugar. Vanessa lo llamó ridículo por pensar que sus victorias solo fueron porque sus amigos quizás se distraían por su escote.
Ella se colocó una sudadera, con la cual ocultaría su escote y así evitar que Pedro busque una excusa en su derrota. Vaya paliza le dio, pues le ganó 10 a 0, joder, que una chica se lo paseada de esa manera en un juego que él presume ser bueno debió ser épico. Incluso Vanessa en el último minuto le hizo un cambio en las reglas, si él le marcaba solo un gol, ella iba a acceder a complacerlos. Solo tenía que guiar al jugador y chutear, pero ante la presión, terminó tirando el balón a cualquier lado.
Aun no soy capaz de imaginarme del todo, cómo quedó Pedro tras ser derrotado de esa manera. Pero lo mejor de todo fue la petición de Vanessa y es que esa rubia sexy es un peligro, a alguien que no te gustaría tener como enemigo, menos retarla. Su petición fue que ellos se tenían que mamar los pitos, en el instante cuando me mostró el vídeo que había capturado de esos capullos chupándosela al otro, comprendí porqué sus rostros de masacrados y perturbados.
No pude evitar sentirme feliz en esos minutos, es decir esos cabrones en mi vida escolar se la pasaron molestándome. Era el karma que debieron pagar por los años de humillaciones a mí a otros chicos, además que cuando juegas con fuego, es muy probable que termines quemándote. Yo al ver la hora me exaspere un poco, si bien no era tan tarde, debía irme lo más pronto para poder zanjar lo de Agustina, me despedí de esas dos rubias y camine a casa, en un momento me volteé y Vanessa parecía tan tierna.
–“Bruno, Bruno, reacciona Bruno”- dijo April después de que me había perdido en mis pensamientos, le pedí disculpa y retomé de forma inmediata lo que sucedió después nuestro primer encuentro. Me dirigí rápidamente a casa, más que ir a la mía, mi intención era ir a ver a Agustina, sin embargo, antes de que diera un paso al patio de mi vecina, oí la voz de mi madre. Al girarme, mamá me abrazó muy fuerte y sentí su angustia, yo confundido la abracé, más cuando sentí que soltó sus lágrimas.
–Pa… ¿Pasa algo mamá?- pregunté queriendo tranquilizarla y saber el motivo de su llanto, ella solo se apegaba más a mí y no decía nada. Al paso de unos minutos, cuando se había tranquilizado, ella miró hacia arriba, sus ojos transmitían pena y cuando volví a consultarle ¿qué había pasado?, ella dijo que papá se había ido de casa. Eso sinceramente no me afecto, como había dicho, el divorcio de ellos era algo que me esperaba, pero lo que me devastó fue lo siguiente que dijo mamá.
–Ah, ya veo… Así que finalmente el idiota se dignó a irse con Camila- afirmé, no obstante, mamá señaló que no había huido con Camila, sino con Agustina. –No… No mamá, eso es imposible- manifesté moviendo mi cabeza en forma de negación y con una sonrisa desesperada. –“Es verdad hijo, tu padre se fue con esa niñita”- aseguró ella, molesto me separé de mi madre, sorprendida, me dijo que debía aceptar la verdad, –¿Verdad? ¿De qué verdad me hablas? Esto debe ser una broma- respondí entre lágrimas.
–“No Bruno, no es ninguna broma”- me contestó, tratando de tomar mis manos, entonces yo me aparté, –No mamá, no debe ser verdad, cómo quieres que me tragué aquello, cuando ella ha sido más sincera que tú, que te revuelcas con mis primos- declaré enojado. Sus ojos se dilataron de asombro, pero solo fue de manera fugaz. Mamá me dio una bofetada, tan fuerte que su mano quedó marcada en mi rostro, –“No me vuelvas hablar en ese tono jovencito”- manifestó.
Yo: Pero mamá…
Isidora: Nada de pero, esa tipa se fue con tu padre, ¿y tú la defiendes?
Yo: Porque estoy seguro que Agustina no tiene nada que ver con lo que me paso con papá. De seguro él se fue con Camila y tú buscas manchar el nombre de la vecina porque me llevó bien con ella.
Entre tantos gritos, Vicky salió de la casa, yo al verla vi una oportunidad para encontrar paz, no obstante, cuando le dije que mi mamá estaba montando la historia de que Agustina se había ido con mi padre. Ella me tomó las manos y me dijo que era verdad, que ella vio cuando los dos se fueron en el coche de papá, –¡Mientes!- grité, yo no podía aceptar todavía lo que me estaban diciendo, entonces fui hacía la casa de mi vecina y golpeé la puerta, para comprobar que todo era un vil engaño más.
Sin embargo, cuando Samuel abrió y vi su rostro de acomplejado, fue todo derrumbándose en mi interior, poco a poco. –No- susurré, moviendo mi cabeza de lado a lado, –No es verdad- agregué, él solo sacó de sus bolsillos una carta y me la pasó. Yo rápidamente la abrí y la leí con detenimiento, en ella Agustina me pedía perdón por no hacer sido sincera conmigo, argumentando que al principio solo se acercó a mí, porque mi padre le pagó y luego ambos empezaron una aventura, que los llevó a huir.
Esas palabras fueron hirientes y me destrozaron, de mis ojos brotaron unas lágrimas, sabía que esas palabras eran mentiras, por lo menos algo dentro de mí me decía que no las creyera. A pesar de eso me sentía incapaz de hacer algo al respecto, era un incompetente y cobarde, solo me di la media vuelta y cerré los ojos. Samuel mencionó que, para evitar más problemas e incomodidad, él se iba a ir por un par de días. Dentro de la casa, subí al segundo piso para irme a mi habitación, no obstante, cuando estaba en mitad de camino, vi a Emma entrando, ella me miró con una sonrisa y no dijo nada.
Los siguientes dos días yo no fui capaz de levantarme, me quedé en la casa y no quería hablar con nadie. Descubrir que mi madre era una zorra, no fue tan doloroso como eso, que me dejó quebrado y sentí que algo dentro de mí había muerto. Vicky intentó animarme, pero fracasó, parecía que había caído profundamente en una depresión, fue entonces que Vanessa volvió a mi vida para salvarme. –“¿Vanessa?”- exclamó April confundida, –Sí, Vanessa, fue a verme, fue toda una sorpresa que supiera mi dirección- le respondí.
Aquel día como los dos anteriores me había quedado echado en mi cama, mirando el techo, tratando de entender algo que no iba a aceptar. Las manecillas del reloj parecían resonar por toda la casa y su sonido me irritaba, aun así, no me levantaba de esa cama, que era prácticamente mi refugio y ya tenía el molde de mi figura. Cuando está cerca de cerrar los ojos y soñar con mi padre y Agustina haciendo cosas depravadas, sonó el timbre, al principio lo ignoré, no obstante, no dejaron de tocar el timbre y golpear la puerta.
Estaba irritándome más y más, ¿quién podía estar originando ese ruido infernal?, me preguntaba a la vez que me movía por ese colchón y finalmente me levantaba. –¡Ya voy!- grité molesto, cuando iba por las escaleras, sin embargo, no dejaban de tocar, era como un juego para esa persona, al abrir la puerta y querer gritarle al capullo que estaba haciendo eso, me quedé paralizado y la rabia desapareció. Mis ojos contemplaban la caprichosa sonrisa de Vanessa, la cual vestía con un shorts de mezclilla y una camiseta corta de Kirby.
–“Hola, guapo”- me dijo, tomándome de la mano y jalándome donde ella, ignorando que yo estaba en pijama y mi aspecto era un ermitaño, ya que desde aquel día fatal, no me había bañado. –Va… Va… Va-Va-Vanessa…- balbuceé, mientras sus labios con un tinte rosa pastel pasaron a rozar los míos. –“Sí me recuerdas, eso está bien, bueno, quién diablos se podría olvidar de una chica tan especial, ¿verdad?”- manifestó y yo solo asistí con mi cabeza.
–“Sabes, me acaban de entregar mi coche y como mis amigas están ocupadas, he decidido venir por ti para que me acompañes a dar unas vueltas”- dijo con naturalidad, como si fuéramos amigos íntimos. –“Así que vamos, quiero recorrer toda la ciudad y hasta hacer alguna carrera con alguien, también quebrar alguna regla de tránsito, excepto atropellar, aunque si tú quieres que atropelle a alguien que te cae mal, tal vez haga una excepción”- continuó, mareándome con lo rápido que hablaba y su entusiasmo.
Ella hizo que diera unos pasos fuera de mi casa, algo que se sintió algo aliviador, –Va-Va-Vanessa espera. Estoy en pijama y no me he bañado- le dije, –“Oh Bruno, descuida vamos a una tienda y te compró ropa. Sobre el baño, conozco un lugar en donde podemos darnos un chapuzón”- contestó coqueta. Yo no pude oponerme, Vanessa tiene algo que otras personas no y es que ella no aparenta nunca nada, actúa como es, no se oculta detrás de mascadas.
Apenas nos subimos a su coche, ella colocó música de fondo, “With or without you” de U2 fue la que sonó y debo admitir que aquella melodía sonó por gran parte del viaje en mi cabeza. Al primer lugar que fuimos aquel día fue a una playa, en donde Vanessa se tiró al agua con ropa, sin dejar de sonreír, yo no comprendía su alegría, pero de a poco fui cayendo a su locura. Porque me arrastró con ella al agua y me hizo nadar, por primera vez durante esos días torturosos, dejaba de lado el asunto de Agustina y sonreía otra vez.
Sumergirme bajo el agua fue liberador, toda esa carga negativa se fue diluyendo, tras estar ahí por un tiempo, salimos y ella me quitó mi ropa para estrujarla, solo que quedé en bóxer, algo que fue incomodo, pero a Vanessa no pareció importarle, menos desvestirse en frente de mí, ya que se quitó su short y luego su camiseta, mostrándome esas grandes tetas que posee. Yo miré hacia otro lado, eso pareció causarle gracias, ya que soltó una gran carcajada y sin ocultar sus senos me fue abrazar, susurrándome si me incomodaba algo.
Después de eso, fuimos a una tienda de ropa, yo no entendía por qué las chicas que se encontraban trabajando en ese lugar, se quedaron detenidamente mirando a Vanessa, mucho menos por su trato tan especial que le dieron y ella pedía que la llamaran por su nombre, que detesta que le digan señorita, como si fuera una princesa. Vanessa se compró un conjunto elegante, a pesar de que no era tan revelador, ella lucía precisa e hipnotizante. Al llegar mi turno, ella me preguntó mi color favorito que prenda me gustaba usar.
A base de aquello eligió 3 atuendos, 2 de ellos no me agradaban porque no iban conmigo, no eran ropas que acostumbraba a usar, pero la tercera opción fue como si yo lo hubiera elegido. Luego seguimos con unas compras, de hecho ella me llevó a tienda para adultos, donde me sentí avergonzado, Vanessa compró un juguetito y luego me lo paso, diciendo que me lo regalaba para que lo use con una chica algún día y si no conocía a nadie, podía usarlo con ella, para luego soltar una carcajada.
Después fuimos a comer, así se fue gran parte del día, pero la aventura con Vanessa estaba lejos de terminar. Porque tras pasar al baño y volver a su coche, ella buscó a alguien para hacer una carrera, pensé que bromeaba al inicio con eso, pero no, ella en serio quería correr una carrera y romper algunas reglas, todo porque tenía un coche. Debo admitir que me sorprendía que esa chica corriera riesgo y no tuviera miedo.
Sentí envidia de su seguridad, algo que también sentí con Benjamín, que sean tan seguro y almas libres, era algo que yo quería tener. Ya en ese punto, que Vanessa haya ganado la carrera y haya hecho prácticamente todo lo que quería hacer, ya no era algo que me sorprendiera. Sin embargo, aún faltaba algo en su lista, ir a buscar algo que le había pedido una amiga o por lo menos eso me dijo. Para mi asombró o desgracia mejor dicho, terminamos en la casa de los padres de Eduardo.
–Oh no… De nuevo aquí- murmuré recordando lo que sucedió la ocasión que estuve en dicho domicilio. Ella se bajó y saltó la cerca, yo la seguí de mala gana, sin embargo, al escuchar los ladridos del perro, me exasperé. Cuando terminé de saltar la cerca, Vanessa estaba con el perro, lo estaba acariciando, algo que yo jamás haría. Lo que me dejó sin palabras, pues ese canino seguía para mí luciendo peligroso, pero para ella era un simple cachorro adorable.
Estoy muy seguro que ese perro me recordó, ya que apenas me aproximé, mostró sus dientes, no obstante, no hizo nada porque Vanessa parecía domarlo muy bien. Ella se acercó a la puerta y miró fijamente la manilla, pensé que usaría un truco similar al de Agustina y no fue así, en vez de abrir la puerta, ella prefirió tomar uno de los jarrones que había afuera con flores y lo tiró por la ventana, quebrándola, –Pero qué carajos haces- le pregunté exaltado.
–“Es la única manera para entrar”- respondió con naturalidad, evidentemente esto causó que una alarma suene, así que ella se metió rápido por la ventana y me pidió que me quedé afuera vigilando. Joder, en ese momento, comenzaba a lamentar haber seguido a esa chica, estábamos robando, mi corazón se acelerada, mi nerviosismo no dejaba tampoco de incrementar, me sentía asfixiado, entonces, todo empeoró cuando el perro comenzó a ladrarme.
–Tranquilo, chico… Tranquilo- le dije, temblando del susto, él perro no dejó de ladrar, lo que me ponía más inquieto. En eso escuchó la voz de Vanessa, cada vez más cerca diciendo –“¡Bruno corre!”- ella venía corriendo, no entendía el motivo, pero luego me percaté que había otro perro, mucho más grande que estaba detrás de ella y si el otro me resultaba poco amigable, ese can era Cerberus. Me coloqué a correr para salvar mi vida, la adrenalina que sentía, fue rara, ya que la sentí excitante.
Cuando llegamos al auto, Vanessa se largó a reír, no entendía que le causaba tanta gracia, aun así soltó una ligera risa que la acompañó a su carcajada. Ella al mirarme, dejó de reír y colocó un rostro más serio, tomó mi brazo y fue entonces que me di cuenta que tenía un corte y me estaba saliendo sangre. Ella a diferencia de mí, mantuvo la calma y se dio el tiempo de curarme con un botequín de primeros auxilios que andaba trayendo en la cajuela. Fue en ese momento en que me di cuenta que ella además de hermosa, divertida, valiente y sincera era alguien de buen corazón.
No sé el motivo exacto, pero me sentí extraño, su aroma comenzaba a resultarme algo atrapante, su mirada un destello de luz único, su risa la mejor melodía de todas, sus labios atrayentes y su figura, la mejor de todas. Cuando terminó me miró a los ojos y sonrió, me pidió perdón por mi herida y yo le dije que no era nada. Para mi sorpresa ella se subió en mis piernas y llevó sus manos a mi cuello apegando sus pechos al mío y su boca quedaba a nada de la mía.
–“Dime Bruno, ¿por qué me has seguido en toda esta locura sin quejarte al respecto?”- manifestó, con nuestros alientos cada vez siendo más sofocantes y nuestros labios se sobaban. –Po-po… Porque lo he pasado bien- le respondí, ella sonrió y se bajó de mis piernas. Vanessa condujo hasta el centro nuevamente, ahí se aparcó en un café para que vayamos a hablar un rato más. La chica deleitaba a todos, porque apenas entramos no habían quien dejase de mirarla.
Me sentí un poco incómodo, porque las miradas también comenzaban a dirigirse a mí, algunas de esas personas murmullaban, no obstante, no eran para nada discreto sobre lo que comentaban, fue así que me enteré que Vanessa era una modelo y una muy conocida. Al sentarnos, yo no podía dejar de sentirme fuera de lugar, más con las personas comentando que yo era el novio de Vanessa. Ella notó que estaba inquieto y me preguntó directamente ¿qué me molestaba?, mientras tomó una servilleta y comenzó a rayarla con su labial o esa impresión me dio.
Yo: Na-na-nada Vanessa…
Vanessa: Oh vamos Bruno, hemos pasado un día divertido ¿no?, si algo te incomoda dilo. Si no te gusta este lugar por ejemplo, podemos irnos a otro, no hay problema, deja de callar lo que no te gusta o dejar que te pisoteen, por eso esos idiotas se aprovechan de ti en la escuela y estoy segura que varias personas abusan de tu nobleza.
Me dijo eso sin sacarme los ojos de encima, luego agacho su mirada, centrándose en la servilleta, mientras yo, buscaba las palabras idóneas.
Vanessa: Mamá dice que lo peor de callar cuando algo nos desagrada, es que no encerramos en una mentira y puede que terminemos creyendo que todo está bien cuando en realidad no es así. Sin mencionar que eso permite que algunos nos controlen a su antojo sin que no nos demos cuenta, porque debes actuar y dejar de ser alguien que calla.
Yo: Vanessa… (Tragó saliva) Tú… Tú… ¿Tú eres una modelo?
Vanessa: Sí, trabajo para una empresa de moda y me he ganado mi popularidad entre las mujeres, pero principalmente en los hombres, que se derriten por mi cuerpo y mi cara bonita.
Declaró con una sonrisa.
Yo: Y-y-ya… Veo… Y… Y… Y... ¿No te molesta que te vean co-co-conmigo?
Vanessa: No, ¿por qué debería hacerlo? Mi trabajo no debe vincularse con mi vida privada, sé que soy una figura pública, pero eso no quita que yo pueda juntarme con quien me de la puta gana.
Yo: Ya veo…
Vanessa: ¿Te incomoda que digan que eres mi novio?
Yo: Eh… Sí… No quiero generarte problemas, sabes, yo…
Vanessa: (Interrumpe) A mí no, porque no estoy saliendo con nadie y es mejor cuando me vinculan con alguien, así algunos miembros de la prensa se divierten creando cosas que no son, pero descuida, si temes que esto le llegue a tu novia, yo me encargo presencialmente de arreglarlo.
Yo: Yo… Yo… No tengo novia.
Vanessa: ¿Entonces de qué te preocupas? Relájate y disfruta.
Me dijo, justo cuando llegaron nuestros cafés. Las miradas seguían pero como a ella no le importaba absolutamente nada, fui paulatinamente encontrando tranquilidad. Al terminar nuestros cafés ella guardo la servilleta con la que estaba jugando y salimos, después de amargos días, me sentía nuevamente con vida. Vanessa me llevó a casa y antes de que me baje, ella se me acercó, lo que hizo que mis pupilas se dilataran y me colocara nervioso, solo fue un beso en la mejilla, pero hizo que despertada deseo en mí.
Antes de bajarme, ella sacó de su cartera la servilleta de la cafetería y me la pasó, lo que me dejó perplejo, pues en ella, Vanessa me había trazado. Sí, ella me había dibujado, algo que nadie había hecho antes, me sonrió y se fue, dejándome ahí anonadado. Me quedé estático por unos minutos y el viento en ese preciso momento para mí dejó de soplar, acariciando mi mejilla que había besado esa chica y mirando mi retrato en esa servilleta, volví a reaccionar cuando Emma me abrazó muy fuerte por la espalda.
–“Hola hermanito, ¿puedo saber qué haces tú con Vanessa?”- preguntó seria y jugando con mi lóbulo. –T-t-t… ¿Tú la conoces?- repliqué todavía atolondrado, Emma soltó una pequeña risita, lo más seguro que se burlaba de mi ingenuidad, –“Claro hermanito, ¿quién no va a conocer a Vanessa?”- aseguró mordiéndome la oreja. Solté un pequeño bramido, a la vez que sentía como sus manos descendían hacia mi entrepierna, –Tienes, ella es una modelo y por ende debe ser furor entre los adolescentes- contesté apartándome de ella.
Emma sonrió y me fije que ella llevaba un pequeño suéter con unos vaqueros y se veía preciosa. –“No solo porque es una modelo, sino que ella fue a nuestra misma escuela y es difícil olvidar la chica más popular y que inspiraba a las demás”- señaló con bastante alegría, era claro que ella aún la admiraba y de seguro Vanessa marcó algo especial en ella. Emma me volvió a interrogar qué así yo con esa fabulosa chica, pero justo cuando iba a responderle, mamá abrió la puerta.
–“Bruno, ¿en dónde andabas?”- consultó en un tono molesto, mientras se aproximaba y sentía que el aire se comprimía. A esta altura está claro que a mi madre jamás le simpatizó que salga con chicas, es decir, siempre se colocó celosa que yo compartiera incluso con Blanca o sus hijas y principalmente de mi tía Vicky. Así que evidentemente le oculté la información y le mentí como ella lo hacía conmigo, aunque ella me conoce tan bien que se percató de inmediato de mi engaño, sin embargo, la dejó pasar.
Entramos y luego me fui a mi cuarto, necesitaba pintar, agarre nuevamente un lienzo y fui trazando con delicadeza, estaba concentrado en lo que hacía, era extraño, porque se me cruzaban miles de ideas por la cabeza y todo aquello lo plasmaba a la perfección. La sonrisa que tenía en mi rostro no desaparecía, hasta me puse a tatarear una melodía, esto hizo que Vicky se sintiera aliviada, ella me miraba desde la puerta con sus manos apoyada en su vientre.
Al tonar su presencia, me detuve unos segundos, porque quise preguntarle ella entró en mi cuarto y me dijo que estaba contenta que volviera a pintar y quería ver la posibilidad de que le haga un retrato. Yo le dije que no tenía ningún problema en hacerlo, entonces ella me comentó que su petición era más que un cuadro, quería que cada vez le haga un nuevo y luego lo pudiera replicar en uno solo. Yo no entendía qué buscaba con todo eso, entonces entre su sonrisa, sus labios pronunciaron que ella estaba embarazada y por eso quería un recuerdo de esta etapa.
Yo: ¿E-e… Embarazada?
Vicky: Sí, estoy embarazada sobrino y quiero tener el mejor recuerdo de esta etapa.
Yo: Fe-fe… Felicidades… Pe-pero, ¿quién es el padre?
Consulté inocentemente.
Vicky: No lo sé, sin embargo, me da lo mismo, no quiero el apoyo de un bastardo, que se sienta obligado y no le nace desde su voluntad. Sé que será difícil ser madre soltera y conseguirme un trabajo, pero por mi bebé, lo haré.
Esas palabras me dejaron helado, era la primera vez en que sentía seguridad en los dichos de Victoria, se notaba decidirá y madura, no veía en ninguna parte a esa perra caprichosa de siempre. La abracé y le dije que podía contar con todo mi apoyo, ella también me envolvió entre sus brazos y sentí la calidez materna, algo que no sentía hace mucho tiempo. No obstante, el abrazo sería interrumpido por mi madre, que al verlos abrazado pegó un fuerte grito.
Después de aquello, bajamos a comer en donde todo iba normal, hasta que mamá me preguntó de dónde había sacado esa ropa que llevaba puesta. Lo más seguro que ella notó que esas prendas eran nuevas desde que me vio con Emma, porque la muy demente, se sabía de memoria cada uno de los diseños de mi ropa y zapatos. Yo le dije que me la había comprado, la conversación no fluyó más que eso, porque el tema central fue el embarazo de Vicky, mamá siempre que pudo le tiro un comentario desagradable a mi tía.
Ya era de noche y nos fuimos a dormir, yo antes de acostarme, me senté en mi cama y aprecié nuevamente el retrato que me había hecho Vanessa. Con solo recordarla mi cuerpo comenzó a tener un calentón y más cuando me coloqué a buscar fotos de ella en internet. Vanessa logró que se me coloque muy dura, al grado que empecé a tocarme con suavidad e imaginando que ella tenía una actitud más coqueta conmigo, cuando estábamos en el coche y quedó sentada en mis piernas, mientras que sus labios rozaban con los míos.
Sus manos rodeaban mi cuello y sus ojos azules lucían más lujuriosos que nunca, inconscientemente fui abriendo mi boca, a la vez que escuchaba de su enérgica voz, –“Bruno, coqueto”-, fuimos besándonos de una forma muy candente que terminó haciendo que mi verga tomada aquella forma erecta y dura. Ella jocosa fue abriéndome el pantalón y bajando la bragueta para liberar mi miembro, el cual tomó entre sus manos, sin quitar su sonrisilla traviesa me la jala.
–“Uuff…”- exclamé, con esas grandes tetas apoyadas en mi pecho, solo quería desvestirla y ver esos melones botando, para estrujarlos, chuparlos y mordisquearlos. Vanessa no dejaba de pajearme, pero también comprendía mi obsesión por esos senos, ella paró de masturbarme y se acomodó entre mis piernas, para levantarse su camiseta y dejar totalmente libres esas divinidades. Joder aunque era solo una fantasía juro que se sentía muy real y más cuando apreté con mis manos ese par.
En ese momento cuando escuche un chillido claro, comencé a cuestionarme si eso realmente era parte de mi imaginación. Poco a poco dejé de lado esa fantasía con Vanessa y me di cuenta que tenía en frente mío a mi mamá. Estaba flipando y tratando de entender la situación, al mismo tiempo que veía a mi madre aproximarse a mí y me comió los labios. Mi cuerpo actuaba por impulsos y al sentir esa lasciva lengua abrazando a la mía, simplemente hizo que olvidada de todo y le correspondí el beso.
A pesar de que intercambiamos salivas y nuestras lenguas se abrazaban, parecía más bien un tierno e inocente beso, no obstante, con el paso de los segundos se fue convirtiendo en uno fogoso, en donde nuestras lenguas luchaban casi de forma salvaje, llenas de deseos. Aquello provocó en mí un ardor que quería saciar con unas profundas estocadas en su interior, por su parte notaba que mamá tiritaba en ansiedad más cuando su vagina se flotaba con mi polla dura.
Las manos de mi madre recorrían mi espalda, y sentía sus uñas raspar mi piel lo que me ponía más cachondo. Mis manos por mientras tanto masajeaban aún esas grandes tetas, suaves y macizas, simplemente la combinación perfecta. Sin embargo, cuando nuestras bocas se separaron, fui recobrando el conocimiento y quise apartarme de ella, ya que no era correcto que hiciéramos aquello, era mi madre y yo su hijo, no obstante, antes de hacerlo ella me detuvo y colocó su dedo índice en mis labios.
–“Déjate llevar hijo”- susurró y volvió a introducir su lengua en mi boca, pero esta vez desde el inicio era un beso apasionado. El sabor de nuestras babas cada vez me resultaba más y más adictiva, provocando que poco a poco vaya entregándome otra vez a esa lujuria que me había dominado. Sabía que no podía haber marcha a atrás, cuando mis manos dejaron de temblar y se dirigieron a ese abdomen plano, para luego pasar por esa cinturita y mis dedos se aferraban en esa colita.
Nos fuimos recostando en la cama, dejándonos llevar por la pasión y el deseo. Nuestros besos se fueron haciendo largos y ardientes, lo que hacía más especial aquel quiebre de la relación de madre e hijo que teníamos. Totalmente cegados, fuimos desnudando nuestros cuerpos, para luego recorrerlos con acaricias. El roce entre mi pene con su vagina, era mezcla entre gozo y tortura, ya que anhelaba meterla y ella de tenerla dentro, pero ninguno todavía daba la señal para cometer aquel acto.
Finalmente mamá volvía a estar encima de mí y con sus manos se dedicaba exclusivamente a masajear mi polla, que estaba muy cerca de su coñito. Nuestras lenguas dejaron de enroscarse, haciendo que la baba de ese beso prohibido descendiera por nuestros labios. Ella se relamió, con una sonrisa picará, sabía perfectamente que estábamos a nada de hacer algo que no hubiéramos hecho si Agustina estuviese aún en mi vida. Lentamente fui viendo cómo esos labios se abrieron para que mi pene vaya entrando.
Sentir tan solo cómo la cabeza de mi verga entraba en el agujero de mi madre del que me dio a luz, fue algo jodidamente increíble. Ella soltó un pequeño gemido, a la vez que introducía más y más adentro mi tronco. No podía creer que después de todo habíamos cruzado la línea de lo moral y nos transformamos en amantes. El recorrido por esa vulva fue maravilloso, parecía estar muy necesitada mamá, ya que sus paredes me apretaban con fuerzas.
–Ooohhh, mamááá…- expresé al tener mi miembro entero dentro de ella, mi madre sonrió y con su voz agitada, mientras se acomodaba en la cama, dejando sus piernas abiertas y apoyando sus manos detrás de ella, me susurró, –“Dios mío hijo… Esto es maravilloso, finalmente somos uno de nuevo”-, verla disfrutando ese instante, no hizo otra cosa más que motivarme y a complacerla en su capricho. Nuestros cuerpos fueron moviéndose, y yo llevé mis manos hacía sus muslos para sujetarla, mientras ella me decía que no parada, que siguiera, a la vez que que llevó una de sus manos a su coño que embestia.
Yo relajadamente movía mi pelvis y penetraba ese coño que tantas ganas le tenía, porque no veía la necesidad de hacerlo intenso en ese momento. Además ella tampoco movía sus caderas tan fuertes, porque quería disfrutar de esas estocadas y joder, su vagina sí que era una delicia, no quería parar nunca de penetrarla. Mamá me pidió que me acercada a ella, porque quería uno de mis besos de nuevo, yo no me negué a su petición porque me moría de volver a sentir esa dulce saliva mientras la hacía mía.
Llevando mis manos hacía su cintura, me allegué a sus labios y nos envolvimos en un fogoso beso, que nos encendió más y tras eso, comencé a incrementar el ritmo. Mi madre hacía un gran esfuerzo para estar callada y que sus gemidos no se escucharan, yo no ayudaba mucho, ya que, le agarre ese culito sabroso e inicié a jugar con su orificio anal, rozándolo con mis yemas, al mismo tiempo que chupaba esas tetas que habían sido mi debilidad.
Isidora: Ooohhh, Dios míooooo… Bru-Bru-Brunooooo… E-eres muy bueno, pa-pa-para tu primera vez.
Balbuceó imaginando que ella había tomado mi virginidad, en ese momento no quise arruinarle la ilusión que tenía, porque disfrutando. Recordaba todas las cosas pervertidas que había hecho con Agustina y se lo aplicaba a mamá que cada vez estaba más asombrada. Estaba por llegar a mi límite, 10 minutos dentro de mamá había sido eternos y fabulosos, antes de soltar mi descarga, le clavé un dedo dentro de su ano y la besé fervientemente.
Ella no pudo controlarse más y terminó aullando entre mis besos que la daba, sentí entonces que se regocijó y comenzó a soltar su juego, que se mezcló con mi semen. Los dos quedamos cansados y recostado en mi cama, nos dimos unos deliciosos piquitos, a la vez que ella me decía que me amaba, que finalmente era completamente suyo y que nadie nos iba a separar. Debí darme cuenta en ese momento, que mamá estaba algo chiflada, pues al decirme que si me veía con otra, iba a acabar con esa chica.
Nos quedamos dormido, pero entonces en mis sueños todo comenzó a cobrar algo de sentido. Volví al día de mi fiesta de cumpleaños, la que se celebró de noche porque había cumplido los 18. Vicky no pudo asistir porque estaba enferma, aun así Eduardo que era su pareja en ese entonces, se dio el tiempo de ir a compartir con nosotros y llevarme un regalo. Debo confesar que entre todas las parejas que había tenido mi tía hasta ese entonces, Eduardo era el mejor con quien me llevé.
Incluso Emma que no solía socializar mucho con las parejas de nuestros parientes, se sentía a gusto con Eduardo, hasta bromeaba con él. A la fiesta, también asistieron César y sus padres, mis primos, mi tío con Blanca y las hijas de ella. Chloe la hija mayor de Blanca de 23 años, era la que menos cómoda se sentía en esa fiesta, porque ella es una chica rebelde por así decirlo. Desde mi punto de vista es alguien que solo quiere llamar la atención con sus tatuajes y querer ser una antisistema.
Bueno como decía Chloe se sentía fuera de lugar, porque mamá manejaba todo a su gusto en casa, así que ella no podía otra cosa más que estar en la mesa y compartir con los demás. Lo peor para esa chica es que sus otras hermanas, Mar y Luna, la molestaban porque no podía hacer sus berrinches. Mar tiene 21 y Luna 18 como yo, a pesar de eso, Luna y yo éramos muy distintos como para establecer una conversación. Además que me daba la impresión que ellas no tenían ganas de dirigirme la palabra.
La fiesta pasó sin más detalles por lo que recordaba, no obstante, gracias al sueño fui capaz de recordar cosas, como por ejemplo que después de comer y partir la torta, pedí irme a mi habitación con César para poder “jugar”. Mi verdadera intención era irme de ese lugar, porque aunque no estaba interesado en ese instante del sexo, estar con mujeres como Blanca, sus hijas, Natacha, mamá y Emma, era muy tentador para cualquier hombre, si cada una destacaba por algo y lucían jodidamente hermosas.
Al estar en mi habitación con César, todo comenzó a ser aburrido y tedioso, ni siquiera hablábamos. Sin embargo, todo cobró algo de vida, cuando Chloe algo ya borracha entró a mi cuarto y de la nada se apegó a mí, diciéndome que le gustaría hacer enojar a mi madre, por lo que pasaría un momento conmigo. Debo admitir que ese abrazo me incomodo, porque había pasado mucho tiempo que una mujer que no fuera mi madre, Emma o Natacha me abrazaba.
Me quedé sin habla, mientras que César sonrió, pues la vista que tenía era fabulosa, en ese momento Chloe estaba su cola, ya que esa chica estaba usando una pequeña falda de cuero y al agacharse le dejaba todo a la vista para quien fuese mi vecino. Chloe se dio cuenta, no obstante, no se enojó, al contrario le encantó aquello, porque quería molestar a un pobre César, que si bien era más sociable que yo, vivía intimidado por Pedro y su grupito, además de que con las chicas no era muy bueno hablando.
Chloe: ¿Qué pasa nerd? ¿Te gustó lo que viste?
Le dijo riendo y acercándose a él, al mismo tiempo que me regalaba la misma vista que había tenido mi colega. Joder, ahora que lo pienso, vaya vista que fue, pues no solo veía su culo, sino que se notaba muy bien esos labios vaginales, porque esa chica estaba usando una tanga de hilo. Yo no aproveché mucho de ese regalo que me estaba dando Chloe, sino que desvíe mi mirada. César por mientras tanto, no reaccionaba y me dio la impresión que estaba como estatua.
Chloe se rio y sacó una pequeña botella de alcohol del bolsillo de su cazadora de cuero, la que colocó en el suelo y dijo que juguemos, pero quien perdía debía tomar un sorbo de la botella. Yo no di una respuesta, pero César aceptó y terminamos haciendo el juego de Chloe. Mantuve por gran parte mi racha de no beber, sin embargo, finalmente perdí y tuve que hacerlo, por suerte solo quedaba un poco y me lo bebí sin saborear, ya que solo el olor me desagradaba.
No obstante, ese juego estaba muy lejos de terminar, ya que Chloe se encargó de buscar más botellas y al paso de un par más de partida, César estaba totalmente ebrio y yo algo mareado. Me daba muchas vueltas la cabeza, en eso Chloe, me dijo que yo era divertido y tal vez hubiéramos sido amigos, sino fuera por mi madre que me privaba de varias experiencia. Entonces tuvimos una pequeña discusión, porque yo defendí a mi mamá, diciendo que era perfecta y solo quería lo mejor para mí.
Aquello terminó conmigo saliendo de mi cuarto buscando a mi madre, gritando –¡Maaaaaaaa!… Estoy borrachoooooo… Pero quiero decirte que eres la mujer más bella-, pero por más que la buscaba no tenía señal de ella, todo se hizo obscuro en un momento, solo oía la fuerte música. Recuerdo pasar cerca de Natacha que me preguntó por su hijo y yo solo me reí, abrazándola para apoyar mi cara entre esos senos enormes, ella como que se incomodó, sin embargo, me dejó tener mi rostro entre sus pechos.
Juro que no recordaba haber hecho eso, hasta ese sueño y eso explicaría algunas cosas de porqué ella era coqueta conmigo, pues le confesé que me gustaba su voluptuoso cuerpo. Después de aquello, seguí buscando a mamá, hasta que di con ella en una habitación. Al ir abriendo la puerta me encontré con algo que me dejó impactado, vi a mi madre en cuatro, mientras un tipo fornido la jalaba del cabello y la penetraban con gran entusiasmo. Ella por su parte lo disfrutaba mucho, se mordía los labios y rogaba por más.
Sí, vi la verdadera cara mi madre el día de la fiesta de mi cumpleaños, sin embargo, algo hizo que lo olvidada y el sueño no me lo aclaró, porque en él solo vi la figura del tipo era difusa y de la nada saltamos a una momento de discusión, mamá me decía que podía explicarlo todo, pero yo cegado y dolido, no quería nada, solo buscaba irme de ahí, pero luego se mezcló con otra escena, en donde mamá y yo nos estábamos besando, entretanto le susurraba que no quería perderla.
Me desperté con eso agitando y sudando, preguntándome si lo que había soñado era real o solo una parte de mi imaginación. No obstante, al quedarme sentado todo se me olvidaría, porque mamá que estaba ya acariciando mi pene y al verme despierto, se me arrimó, para besarme, –“Buenos días, mi amor”- murmuró, mientras nuestros labios se fundían. Ella sonriendo pasó su lengua por su boca y luego bajó hasta llegar a mi miembro, lo miró con mucho deseo, entonces sacó su lengua y la pasó por la cabeza.
Yo gemí y veía cómo se me colocaba más dura por mi madre que se relamía los labios y se le hacía agua la boca al ver mi tronco listo para jugar con ella. Sin embargo, antes de que ella me diera una mamada, le pedí que me dejaba probar ese coño y ese orificio anal. La idea pareció encantarle, porque rápidamente se dio vuelta y me dejó al alcance sus sabrosos agujeros. Sinceramente, titubeé en decidirme con cual iniciar, pero al final elegí ese trasero, abrí esos glúteos y acerqué mi boca.
Tan solo sobar mis labios con su piel la hizo temblar, yo me embriagué del hedor lascivo que desprendía su cuerpo y contaminaba mi mente. Perdido otra vez en esa lujuria, abrí mi boca y saqué mi lengua, con la cual di unas pequeñas y tímidas lamidas. Mamá jadeo, sin mencionar que seguía estando sorprendida que fuera tan guarro y supiera prácticamente en que zona satisfacerla. Para ella Agustina solo fue una chica que me sacaba de aventura y me quería conquistar, ignoraba que hicimos miles de guarradas y hasta follamos.
Fui moviendo con gentileza y en círculo mi lengua sobre ese apretado hoyito, mi madre parecía encantarle mucho, ya que jadeó continuamente por un par de segundos. Mientras humedecía ese culito, mi verga seguía endureciéndose y ella traviesa fue tocándomela con sus pies. –Ma-mami…- susurré, ella solo sonrió con picardía, abrí más sus nalgas para ver mejor a ese hoyito que estaba comiendo. Mamá de seguro esperaba que siguiera jugando con mi lengua, no obstante, yo decidí enterrar uno de sus dedos en su cola.
–“Aaaahhhgg… Bru-Bru… Brunooooo”- exclamó, en eso notó que su vulva estaba mojadisima, mordiéndome el labio inferior me a ese chocho que pedía a gritos tener algo de placer. Le di unas lamidas que la hizo tiritar y gritar de satisfacción, al mismo tiempo que mi dedo seguía en su culo y se movía lentamente. No sabía si alguna vez alguien la había hecho sentir eso, pero en ese momento parecía loca y para nada callaba sus aullidos, –“Dios mío, Br… Bruno…”- balbuceó mordiendo sus labios.
Isidora: Ooohh síííí hijo… N-nooo… Pa-pares, dale más placer a mami…
Yo seguí jugando con su vagina, mordisqueándola, principalmente su clítoris y pasando mi lengua por todo el largor de esa rajita. La vi agitada, su pecho se le inflamaba con la respiración tan acelerada y su cuerpo no dejaba de temblar, en cualquier momento daba la impresión que iba a convulsionar y soltar todo ese delicioso néctar. Sus pies que había estado masajeando mi polla se habían detenido y solo empuñaba sus manos en las cobijas, en ese momento que vi que ella estaba cerca, saqué mi dedo de su ano y deje de comer su chocho.
Isidora: ¿Q-qué paso hijo? ¿P-po-por qué te deti-tienes…?
Consultó confundida, yo disfrutando ese momento, llevé mi dedo con el que había estado hurgando en ese ano a mi boca, degustando el sabor. Ella seguía mirándome aturdida porque no comprendía la razón por la que me detuve. Era muy simple, durante esos momentos en que la hacía chillar recordé que se había acostado con Jorge y parecía enamorada de su verga cuando se la chupaba afanada, pero no solo eso, sino que también había tenido sexo Antonia y con los idiotas de Pedro y su banda.
En ese instante, tuve celos, me preguntaba con cuantos más había estado mamá, pero la incertidumbre más grande que tenía era si lo nuestro florecía, ¿ella me sería fiel? Quizás si aquello hubiera pasado antes de conocer a Vanessa e incluso a Agustina, le hubiera creído ciegamente a mamá. No obstante, en ese momento ya conocía su verdadera cara o parte de ella y sus palabras no eran prendas de garantías. Si yo iba a tener algo con mi propia madre, tenía que estar seguro de que no sería un simple consolador.
Fue cuando mágicamente oí a Vanessa en mi cabeza, recomendándome que debía hacerle saber a mamá que yo no sería como los pendejos de mis primos. A los cuales solo usaba para bajar su calentón, si ella quería estar conmigo, tenía que comprender que no le iba a permitir que se revolcada con otro. Claro que no, solo tenía que ser mía e incluso para ganarse mi confianza, debía superar unas cuantas pruebas que ya había florecido en mis pensamientos.
Isidora: Bruno, cariño, ¿qué pasa?
Yo: Nada mamá, solo que ya es hora que vaya a la escuela.
Le respondí colocándome de pie y buscando mi ropa.
Isidora: ¿Qué? Bromeas, ¿verdad?
Yo: No mamá, no estoy bromeando. Hace mucho que no voy y de seguro algunas de mis profesoras me han extrañado.
Le dije con la intensión de verla celosa y lo logré.
Isidora: Pero hijo, la estamos pasando bien, ¿para qué te quieres ir a aburrir a la escuela? Tus profesoras no van a motivarme como mami lo hace.
Yo: Tal vez no, pero quizás a alguna se apiade y me dejé hacerle algunas cosas.
Isidora: ¿Pero de qué hablas Bruno?
Señaló mosqueada, sonriendo la tomé de su barbilla y me allegué a su boca.
Yo: Mamá, que tú y yo hayamos cogido, no significa que seré tu consolador como lo eran Jorge y Antonio. Yo tengo orgullo, después de que Agustina me haya roto el corazón, no dejaré que ninguna mujer me domine, ¿te quedó claro?
Isidora: Bru… Bruno…
Yo: Descuida mamá, si me demuestra tu lealtad y que desde ahora solo serás mi mujer, te voy a tratar como corresponde y te complaceré hasta volverte loca. Sin embargo, por ahora solo tendrás que aguantarte.
Le dije sonriendo y colocándome la camiseta, entonces recuerdo el juguete que me había dado Vanessa y mis ojos brillaron. Era la mejor arma que tenía para comprobar la lealtad de una perra como mi madre, lo busque y al encontrarlo me acerque a mi madre que seguía sin comprender mi actitud nueva. Al verme con ese pequeño pero potente juguete quedó más extrañada. –“Bruno, ¿tú qué haces con eso?”- preguntó, dándose cuenta que yo también tenía mis secretos.
Yo: Es un juguetito mami, me lo dio una amiga después de hacerle un favor, me dijo que podía usarlo con ella, pero yo decidí guardarlo para una ocasión especial y esta lo es.
Isidora: ¿Amiga? ¿Tú tienes una amiga?
Yo: Así es mamá, sin embargo, eso no debe importarte, ahora se una buena madre, abre esas piernas y deja que te meta este juguete que te va a dar placer mientras yo no estoy. Si soporta estar todas estas horas con él y no follas con nadie, te ganaras una buena cogida mía.
No sé si mamá asistió porque estaba asimilando todo lo que le había dicho y como mi actitud con ella había dejado de ser dócil para pasar a domarla. Coloqué ese juguetito dentro de su coño y al sentir una vibración ella soltó un gemido. Sería una tortura para ella pasar toda la mañana con ese juguete entre sus piernas y gran parte de la tarde, no obstante, era una prueba con la que tenía que demostrarme su lealtad. La besé tiernamente, para luego terminar de vestirme e irme.
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Vanessa es una rompe corazones, una chica que Isidora no vio venir y mucho menos que en un solo día haya hecho cambiar a Bruno. Espero que hayáis disfrutado del relato, nos vemos hasta la próxima semana.
3 comentarios - Secretos en la familia. Capítulo VIII: