-Lorena, ¿podés venir un momento? Necesito calibrar el equipo- me pide el Doctor desde la puerta del consultorio.
-Ya voy Doctor- le contesto con fingida deferencia, haciéndole a Susy, mi compañera, una mueca de desagrado.
Salgo de recepción y entro al consultorio, dispuesta a ayudarlo. Cuándo estoy adentro, cierra la puerta y me mete tremenda mano en el culo, hundiendo los dedos bien profundo en la zanja.
Pego un saltito y dándome la vuelta, le recrimino:
-No seas boludo, ¿para esto me hiciste venir?-
-De verdad que necesito tu ayuda- me dice, haciéndose el compungido, y agarrándose el pantalón a la altura de la entrepierna, me muestra lo parada que tiene la pija.
-Cuando salimos vamos al telo, ¿no te podés aguantar?- le digo.
-Estoy en un estado desesperante, Lore, no te pido que cojamos acá, solo... un pete... un pete y estoy hecho- me insiste.
-¿Estás loco? Mirá si entra alguien- le planteo con más lógica que calentura.
-Te aseguro que nadie va a entrar- repone, cerrando la puerta con llave.
-Sos un pelotudo, te dije que en el trabajo no- le recuerdo mientras me acerco y empiezo a desabrocharle el pantalón.
-¿Tengo la culpa de verte y que se me pare la pija?- me pregunta.
-¿Seguro que es por mí? Ayer te ví como la mirabas a Susy- le digo como en un reproche, metiendo la mano dentro del calzoncillo.
-¡Jajajaja...! ¿Te pusiste celosa?- se ufana.
-¡Ja...! ¿Celosa yo?- me río -No creo que a ella te la puedas llevar al telo de la vuelta como a mí...- le recuerdo, agarrándole la pija y apretándola, para luego hincarme de cuclillas enfrente suyo y sacarla toda hinchada y mojada.
Me mojo los dedos en el líquido que la impregna y me los paso por los labios.
-Y menos que te la chupe en el consultorio...- agrego con una sonrisa cómplice, para a continuación hundirla hasta lo más profundo de mi garganta.
La última vez que estuvimos en el telo, le hice garganta profunda y se puso como loco, así que vuelvo a comérsela hasta los pelos, aguantándola durante un rato toda adentro, hasta que ya no puedo respirar y me la saco para recuperar el aire.
Debo reconocer que en nuestros primeros encuentros la pija del Doctor me había parecido más chica que la media, en comparación claro a mis otros amantes, pero tras haber estado varias veces juntos, admito que no está nada mal.
Lo nuestro había sido como un experimento de mi parte, para saber qué me estaba pasando, creía que iba a ser una sola vez y nunca más, pero el telo de la vuelta ya se había convertido en un refugio seguro para nosotros. Ya lo habíamos hecho varias veces, y ahora, encima, le estaba chupando la pija en la misma Clínica, en pleno horario de trabajo.
No me pude resistir, últimamente estoy bastante susceptible a cualquier cosa que me pidan, en alusión al sexo, claro está, después de años de ser una mujer frígida y desapasionada, me volví una mina con el SÍ fácil.
Que le estuviera haciendo una mamada al Doctor en hora de consulta, era una prueba más de ello. Pero pese a la demora, estábamos a salvo.
Era el día en que se hacían los Campos Visuales, y siempre antes de empezar a atender, había que calibrar la máquina, probarla con alguien para que no hubiera fallos, y ahí estaba yo, de cuclillas en el suelo, sacándole lustre al sable del Doctor en vez de estar sentada frente a la pantalla.
-¡Mmmhhh... Que rico Lorena... Que boquita tenés... Ahhhhhhh... Sos la mejor...!- expresa como en trance, conteniéndose con los suspiros, por si alguien se acerca a la puerta.
Le paseo la lengua por los huevos, lamiendo ahí debajo, en ese rinconcito en dónde supe descubrir por mí misma lo mucho que los excita sentir la boca de una mujer. Ninguno se resiste a esas profundas lamiditas, ese delicioso toque que cada vez me resulta más efectivo.
La pija del Doctor está en su punto de máxima erección, en ese estado en que el estallido se hace inminente.
Se la chupo con más fuerza, sorbiendo y soltando, sorbiendo y soltando, hasta que no puede aguantarse más y, en medio de una exclamación contenida, me acaba en la boca.
Pese a la eyaculación no lo suelto, lo mantengo aprisionado, tragándome toda la descarga.
Estaba con los huevos llenos el Doctor, porque el semen me sale hasta por las comisuras de los labios. Me salpica un poco en la camisa, pero nada que no pueda cubrir con un pañuelo.
No sé la suelto sino hasta después de tragarme todo, para no mancharme más de lo que pudiera tapar, dejándole la pija seca y lustrosa.
Me levanto, me limpio los labios con el dorso de la mano y con una sonrisa, le pregunto:
-¿Servido Doctor?-
-¡Muy...! Me sacaste un gran peso de encima- exclama, bastante más aliviado.
-Me alegro, entonces ahora lo que tenés que hacer es atender a los pacientes que ya deben estar esperándote- le digo, guardándole la pija dentro del pantalón y subiéndole el cierre -No quiero que me empiecen a hinchar las pelotas en la recepción-
-No te preocupes, los saco como por un tubo- repone.
Obviamente ya no tuvimos tiempo para calibrar la máquina, así que tendríamos que confiar en que funcione bien.
Antes de que abra la puerta, nos damos un pico, y cuándo estoy saliendo, me agradece muy pomposamente, como para que escuchen todos:
-Gracias Lorena, no sé que haría sin vos-
-¿Y que tal estuvo?- me pregunta Susy cuándo vuelvo a la recepción.
-Insufrible- le digo poniendo los ojos en blanco.
-Pero se portó, ¿no?-
-Más le vale, se la tengo jurada si no se porta- le aseguro.
No creo que mi compañera llegue a imaginarse siquiera, que en mi boca aún persiste el sabor del semen del Doctor.
-Ya voy Doctor- le contesto con fingida deferencia, haciéndole a Susy, mi compañera, una mueca de desagrado.
Salgo de recepción y entro al consultorio, dispuesta a ayudarlo. Cuándo estoy adentro, cierra la puerta y me mete tremenda mano en el culo, hundiendo los dedos bien profundo en la zanja.
Pego un saltito y dándome la vuelta, le recrimino:
-No seas boludo, ¿para esto me hiciste venir?-
-De verdad que necesito tu ayuda- me dice, haciéndose el compungido, y agarrándose el pantalón a la altura de la entrepierna, me muestra lo parada que tiene la pija.
-Cuando salimos vamos al telo, ¿no te podés aguantar?- le digo.
-Estoy en un estado desesperante, Lore, no te pido que cojamos acá, solo... un pete... un pete y estoy hecho- me insiste.
-¿Estás loco? Mirá si entra alguien- le planteo con más lógica que calentura.
-Te aseguro que nadie va a entrar- repone, cerrando la puerta con llave.
-Sos un pelotudo, te dije que en el trabajo no- le recuerdo mientras me acerco y empiezo a desabrocharle el pantalón.
-¿Tengo la culpa de verte y que se me pare la pija?- me pregunta.
-¿Seguro que es por mí? Ayer te ví como la mirabas a Susy- le digo como en un reproche, metiendo la mano dentro del calzoncillo.
-¡Jajajaja...! ¿Te pusiste celosa?- se ufana.
-¡Ja...! ¿Celosa yo?- me río -No creo que a ella te la puedas llevar al telo de la vuelta como a mí...- le recuerdo, agarrándole la pija y apretándola, para luego hincarme de cuclillas enfrente suyo y sacarla toda hinchada y mojada.
Me mojo los dedos en el líquido que la impregna y me los paso por los labios.
-Y menos que te la chupe en el consultorio...- agrego con una sonrisa cómplice, para a continuación hundirla hasta lo más profundo de mi garganta.
La última vez que estuvimos en el telo, le hice garganta profunda y se puso como loco, así que vuelvo a comérsela hasta los pelos, aguantándola durante un rato toda adentro, hasta que ya no puedo respirar y me la saco para recuperar el aire.
Debo reconocer que en nuestros primeros encuentros la pija del Doctor me había parecido más chica que la media, en comparación claro a mis otros amantes, pero tras haber estado varias veces juntos, admito que no está nada mal.
Lo nuestro había sido como un experimento de mi parte, para saber qué me estaba pasando, creía que iba a ser una sola vez y nunca más, pero el telo de la vuelta ya se había convertido en un refugio seguro para nosotros. Ya lo habíamos hecho varias veces, y ahora, encima, le estaba chupando la pija en la misma Clínica, en pleno horario de trabajo.
No me pude resistir, últimamente estoy bastante susceptible a cualquier cosa que me pidan, en alusión al sexo, claro está, después de años de ser una mujer frígida y desapasionada, me volví una mina con el SÍ fácil.
Que le estuviera haciendo una mamada al Doctor en hora de consulta, era una prueba más de ello. Pero pese a la demora, estábamos a salvo.
Era el día en que se hacían los Campos Visuales, y siempre antes de empezar a atender, había que calibrar la máquina, probarla con alguien para que no hubiera fallos, y ahí estaba yo, de cuclillas en el suelo, sacándole lustre al sable del Doctor en vez de estar sentada frente a la pantalla.
-¡Mmmhhh... Que rico Lorena... Que boquita tenés... Ahhhhhhh... Sos la mejor...!- expresa como en trance, conteniéndose con los suspiros, por si alguien se acerca a la puerta.
Le paseo la lengua por los huevos, lamiendo ahí debajo, en ese rinconcito en dónde supe descubrir por mí misma lo mucho que los excita sentir la boca de una mujer. Ninguno se resiste a esas profundas lamiditas, ese delicioso toque que cada vez me resulta más efectivo.
La pija del Doctor está en su punto de máxima erección, en ese estado en que el estallido se hace inminente.
Se la chupo con más fuerza, sorbiendo y soltando, sorbiendo y soltando, hasta que no puede aguantarse más y, en medio de una exclamación contenida, me acaba en la boca.
Pese a la eyaculación no lo suelto, lo mantengo aprisionado, tragándome toda la descarga.
Estaba con los huevos llenos el Doctor, porque el semen me sale hasta por las comisuras de los labios. Me salpica un poco en la camisa, pero nada que no pueda cubrir con un pañuelo.
No sé la suelto sino hasta después de tragarme todo, para no mancharme más de lo que pudiera tapar, dejándole la pija seca y lustrosa.
Me levanto, me limpio los labios con el dorso de la mano y con una sonrisa, le pregunto:
-¿Servido Doctor?-
-¡Muy...! Me sacaste un gran peso de encima- exclama, bastante más aliviado.
-Me alegro, entonces ahora lo que tenés que hacer es atender a los pacientes que ya deben estar esperándote- le digo, guardándole la pija dentro del pantalón y subiéndole el cierre -No quiero que me empiecen a hinchar las pelotas en la recepción-
-No te preocupes, los saco como por un tubo- repone.
Obviamente ya no tuvimos tiempo para calibrar la máquina, así que tendríamos que confiar en que funcione bien.
Antes de que abra la puerta, nos damos un pico, y cuándo estoy saliendo, me agradece muy pomposamente, como para que escuchen todos:
-Gracias Lorena, no sé que haría sin vos-
-¿Y que tal estuvo?- me pregunta Susy cuándo vuelvo a la recepción.
-Insufrible- le digo poniendo los ojos en blanco.
-Pero se portó, ¿no?-
-Más le vale, se la tengo jurada si no se porta- le aseguro.
No creo que mi compañera llegue a imaginarse siquiera, que en mi boca aún persiste el sabor del semen del Doctor.
6 comentarios - Señora puta, petera y tragaleche.
Sos terrible puta Lore!!!!
Me encanta 💖