100 lugares donde tener sexo es una serie de relatos que tiene como fin ampliar las opciones del lector, ayudándolo a encontrar un nuevo universo de oportunidades en donde disfrutar del sexo. Es necesario para ello aclarar que cuando hablamos de sexo no nos referimos solamente a la penetración, sino que también incluimos sexo oral, sexo verbal, toqueteo y todo lo que pueda calentarnos y excitarnos. Espero que lo disfruten y que los ayude a ampliar sus márgenes de placer.
CAPITULO 1
ANTERIOR
Capítulo 25:
Nuestros cuerpos se rozaban suavemente y sentíamos la calidez del agua acariciando nuestra piel. Yo lo miraba con una sonrisa en los ojos, disfrutando de esa hermosa sensación y dejándome llevar por el momento. Él me observaba fascinado, deleitándose con mis enormes pechos como siempre lo había hecho y sin poder creer que por fin se nos había dado. Las manos formaban parte del juego y eran responsables de todo ello que se había generado, y las piernas permanecían tranquilas, sobre todo para no hacer un enchastre en el lugar. Todo era tan perfecto y tan placentero que yo me movía suavemente para poder seguir disfrutando de ello y estirar el placer la mayor cantidad de tiempo posible.
Me llamo Oriana, tengo 19 años y estoy de novia con Leonardo hace ya unos meses. A Leo lo conocí en la facultad y me empecé a relacionar teniendo en cuenta que cursamos varias materias juntos. Durante el primer año éramos amigos, pues yo me estaba viendo con otro chico y él salía con una compañera de la facultad. Sin embargo, cuando comenzamos el segundo año de cursada, él me encaró una noche y yo terminé dándole bola a pesar de que tenía dudas. Tardamos unas semanas en volver a estar y por fin tener sexo, algo que fue increíble pues Leonardo cogía de una forma alucinante. Después de eso, quise más y volvimos a estar juntos una y otra vez hasta que por fin nos pusimos de novios tras dos meses de estar viéndonos.
Pasaron apenas seis meses desde ese día en el que me preguntó si yo quería ser su novia y las cosas avanzaron muy bien. Nos vemos muy seguido, pasamos mucho tiempo juntos y el sexo se volvió protagonista de nuestra relación. Me encanta coger con él y una de las principales razones es que Leonardo sabe muy bien como complacerme. Me toca de una forma única que suele calentarme como nadie más lo hace y me la chupa con ganas, dejándome en llamas. A la hora de la penetración, suele ser muy apasionado, caliente y eufórico, dejándose llevar por la calentura y dándome bien duro, algo que me encanta. Me encanta coger con él.
Es por esta razón que solemos hacerlo bastante seguido. Leo tiene un fuego adentro que se enciende cada vez que me ve y logra trasmitirme ese fuego con muchos besos y caricias. Solemos hacerlo a la tarde, ya que todavía los dos vivimos con nuestros padres y en ese horario tenemos las casas para nosotros solos. Él viene a la mía y nos encerramos en mi habitación para que no nos moleste mi hermanito de 16 y yo voy a la suya y disfrutamos del hecho que es hijo único para hacerlo en cualquier lado. El placer, la locura y las ganas de pasarla bien se hacen presentes y nos llevan a disfrutar mucho del sexo.
Para celebrar nuestros seis meses de noviazgo, tuvimos la buena noticia de que sus padres se iban a tomar unos días de vacaciones y que él iba a tener la casa disponible. Eso significaba que yo me iba a instalar unos días con él y que el sexo iba a ser abundante y contundente. El primer día cogimos dos veces, la primera en su habitación y la segunda en el living, sutilizando los sillones para nuestra comodidad. El segundo nos pusimos más creativos y osamos las mesas del comedor, la cama matrimonial de sus padres y cerramos con una tercera ronda en su cama antes de irnos a dormir. El tercer día, el que celebrábamos nuestro medio aniversario, comenzamos con un mañanero bien caliente en la cama y decidimos proponernos algo más romántico para seguir.
Al almuerzo le siguió una sesión de besos bien calientes y unos masajes de su parte que terminaron con él cogiéndome de forma suave al principio y feroz después. Leonardo me hizo de todo, a tal punto que logró hacerme acabar dos veces antes de pedirme que me acostara en la cama boca arriba y se pajeara sobre mí. Su leche empezó a salir de su pija dura y mojada para caer sobre todo mi cuerpo, cubriéndome por completo. Terminé empapada, llena de semen caliente y espeso por lo que me vi en la obligación de ir al baño a limpiarme un poco. Estaba duchándome rápidamente cuando de golpe mi novio entró al baño y me propuso darnos una ducha los dos juntos. Acepté la propuesta y luego de que la ducha nos mojara a los dos, volvieron los besos.
En esa oportunidad todo fue mucho más tierno y romántico, al fin y al cabo acabábamos de coger y todavía sentíamos el orgasmo en nuestros cuerpos. Fue por ello que Leonardo decidió ponerle el tapón a la bañera y dejar que esta empiece a llenarse de agua mientras nosotros seguíamos besándonos. Empecé a sentir como el agua iba acumulándose en nuestros pies al mismo tiempo que nos caía en el cuerpo. Otra cosa que pude notar, fue como la verga de mi novio volví a endurecerse entre sus piernas y rozaba mis muslos entre besos y caricias. “¡Como me encanta comerte la boca!” me dijo sujetándome del rostro y besándome apasionadamente.
Leo terminó por apagar la ducha y se recostó en la bañera, apoyándose contra la parte trasera de esta y dejando que el agua acumulada lo cubriera casi hasta el pecho. Automáticamente yo me coloqué entre sus piernas y apoyé mi espalda sobre su cuerpo y mi cabeza en uno de sus hombros, relajándome y sintiendo como el agua cálida me cubría casi por completo. Mi novio me abrazó automáticamente y colocó sus manos sobre mis pechos, los cuales fue masajeando muy suavemente con la ayuda del agua. “¡Mmm que lindo amor!” dije en tono suave mientras cerraba los ojos y sentía sus dedos dibujar pequeños círculos alrededor de mis pezones.
El tiempo pasaba lentamente y cada segundo se disfrutaba al máximo. El silencio del baño nos permitía escuchar la profunda respiración del otro y el ir y venir ligero del agua que se movía a causa del movimiento de las manos de Leonardo. Él fue bajando una de sus manos suavemente por mi cuerpo, recorriendo a la perfección mi pecho, mi panza y mi cintura, tomándose el tiempo necesario para sentir mi piel. Yo disfrutaba de esos mimos que eran cada vez más hermosos y de sus besos que aparecieron sobre mi cuello de una forma muy delicada. Sabía muy bien cómo ir calentándome de a poco y lo estaba logrando.
Su mano llegó hasta mis piernas y luego de estirarla hasta donde pudo, la pasó encima de mi entrepierna provocando que todo mi cuerpo temblara de golpe. “Mmm” suspiré suavemente sintiendo como una sonrisa se dibujaba en mi rostro de golpe. Seguí con los ojos cerrados, disfrutando de su mano sobre mis pechos y la otra que iba y venía por encima de mi conchita. Suavemente la fue bajando y yo abrí las piernas para darle lugar, permitiendo que Leonardo llegara a mi conchita y la fuera acariciando. Noté como de golpe se encendía el fuego en mí y volví a sentir su pija bien dura golpeando contra la parte baja de mi espalda.
De golpe, metió uno de sus dedos adentro de mi cuerpo y fui sintiendo como me iba cogiendo suavemente con este. Lo metía y lo sacaba despacio, provocando que entrara apenas la punta, pero con el resto del dedo rozaba mi clítoris y lo estimulaba. El agua ayudaba al movimiento mientras esta iba y venía suavemente rebotando en nuestros cuerpos y contra el borde de la bañera. Yo seguía con los ojos cerrados, disfrutando de como mi novio me tocaba con sus manos y me calentaba más y más a cada segundo que pasaba. Mi respiración se agitaba, mi cuerpo vibraba y mi cintura se movía al mismo ritmo que su dedo, yendo y viniendo constantemente.
- ¡Felices seis meses, Ori!- Me susurró él al oído y pude sentir como la humedad de mi entrepierna no tenía nada que ver con el agua que me rodeaba.
Sin poder aguantarme las ganas, me di vuelta y me puse en cuatro sobre su cuerpo, mirándolo fijo a los ojos y besándolo con unas ganas tremendas. Leonardo pareció sorprenderse por mi movimiento y se quedó inmóvil mientras yo me acomodaba encima suyo, acomodando mis piernas alrededor de las suyas. Me coloqué sobre su cadera, tomé su pija que iba y venía sobre el agua y yendo suavemente hacia abajo la metí adentro de mi cuerpo hasta que me senté sobre él. Apoyé mis manos en sus hombros y mirándolo con ganas, comencé a moverme hacia adelante y hacia atrás para cogérmelo con ganas.
Pero por alguna razón, en lugar de empezar a saltar y a moverme como loca sobre su cuerpo, decidí mantener el ritmo que él había preestablecido con sus dedos. Sonriéndole para que se relajara y me dejara a mí lucirme sobre él, comencé a moverme hacia adelante y hacia atrás despacio, provocando que el agua se moviera suavemente. Él apoyó sus manos en su cintura y dejó que yo me luciera y me lo fuera cogiendo a mi manera. Yo lo miraba sonriendo, dejando escapar unos suaves gemidos de mi boca por culpa del placer que sentía. Él me observaba fascinado, apreciando mis tetas y los pezones que me habían quedado bien duritos después de que él los tocara. Bajé una de mis manos que tenía sobre sus hombros y fui acariciándole el pecho, sintiendo sus músculos y su piel cálida a raíz del agua.
Los movimientos seguían siendo suaves, despacio hacia atrás y hacia adelante. Notaba la totalidad de su pija adentro de mi conchita que estaba toda mojada y no necesariamente por estar adentro del agua. La sensación de encierro que nos provocaba la bañera hacia que nos pegáramos con ganas y yo me incliné hacia adelante para besarlo y apoyar mis tetas sobre su pecho. Leo aprovechó para besarme con ganas y para llevar sus manos hasta mi cola y sujetarla con firmeza y delicadeza a la vez. Entre el beso, mis gemidos salían por lo bajo sobre el rostro de mi novio quien no paraba de sonreír por ese momento que estábamos pasando.
Aceleré un poco mis movimientos, pero siempre haciéndolos suaves y delicados. El agua se empezó a mover con más fuerza en el vaivén de mi cintura, golpeando contra nuestros cuerpos y contra los bordes de la bañera a tal punto que saltaba y caía de golpe en el agua. Yo me volví a incorporar, quedando sentada sobre su cintura y sintiendo la totalidad de su pija adentro de mi conchita caliente. Leonardo llevó una de sus manos desde mi cola hasta mis tetas y las empezó a tocar de forma más alevosa, apretándoles los pezones y llevando de aquí para allá. “¡Huy sí, mi amor! ¡Me encanta!” me decía él que tenía la verga completamente parada adentro de mi cuerpo. Yo seguía recorriendo su pecho con una de mis manos, mientras que con la otra pasé a agarrarme del borde de la bañera, haciendo que el agua cayera un poco al piso.
- ¡Ay sí! ¡Ay Leo!- Comencé a gemir yo a medida que notaba mi cintura volverse más loca.
De repente la calma se interrumpió y la calentura se apoderó de nuestros cuerpos. Yo empecé a moverme hacia atrás y hacia adelante con fuerza, haciendo que el agua fuera y viniera de forma brusca hacia atrás y hacia adelante. Él sujetó con fuerza mi cola con una mano y con la otra siguió jugando con mis tetas, apretándolas con ganas y pellizcándome los pezones hasta hacerme gritar. Yo sentía un placer inmenso, pues la sensación era increíble y su verga bailaba adentro mío. El calor del agua me calentaba y todo era muy excitante. No pude aguantarlo, no pude evitar dejarme llevar. El agua caía a chorros por el costado de la ducha manchando el piso y la alfombra del baño. Pero no me importaba, yo hervía de calor y gemía como loca entre tanto movimiento y tantas sensaciones.
- ¡Mmm sí! ¡Síiii!- Grité acabando de una forma única.
De golpe me frené pero el vaivén del agua mantuvo mi cuerpo en movimiento por unos segundos. Leonardo se quedó quiero observándome con una sonrisa y pellizcándome un pezón con sus dedos. Entonces descargué todo mi orgasmo y sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo, el cual me hizo temblar desde los pies a la cabeza. Mi novio despegó la espalda de la bañera y me besó abrazándome y colocando sus manos en mi cola. Él no había terminado y con fuerza y ayudándose con el agua, empezó a levantar mi cuerpo y a hacerlo bajar una y otra vez sobre su cintura. Apoyándome sobre la pared con una mano y agarrándome del borde con la otra, hice fuerza para seguir sus movimientos y volver a cogérmelo, ahora dando saltos sobre su pija bien durita. “¡Así mi amor! ¡Así, me encanta!” me decía él con voz seductora y su boca pegada a mi pecho.
Cuando ya no tuvo energía para seguir, frenó y me pidió que me acostara yo boca arriba sobre la bañera. Al principio pensé que él no iba a poder colocarse sobre mí y que no íbamos a poder coger en esa pose, pero mi novio tenía algo más en mente. Él directamente se paró con las piernas abiertas y acercándose lo que más pudo a mi cara, se empezó a pajear rápidamente sobre mí. Automáticamente llevé una de mis manos hasta sus huevos y los empecé a masajear, pues sabía que eso lo ayudaba mucho a la hora del clímax. Me miró fijo a los ojos, se mordió los labios y puso esa cara de placer que ponía siempre que estaba a punto de darme la lechita. “¡Sí, mi amor! ¡Dame la leche! ¡Dámela toda!” le dije yo gimiendo con ganas y tocándome las tetas con la otra mano.
La leche empezó a salir a chorros de la cabeza de su pija disparada en todas direcciones. La mayoría cayó sobre el agua y comenzó a flotar en esta, mientras que otra parte terminó en mi rostro y en mi pecho. Leonardo se seguía pajeando a toda velocidad, tocándose con ganas mientras que yo le acariciaba los huevos con mi mano para seguir estimulando. Gemía con ganas y se tocaba mientras que su pija dejaba escapar aún más leche encima de mí. Me encantaba, me volvía loca y ver como esta flotaba alrededor mío me daba ganas de tragarme todo el agua de la bañera.
Me limpié la cara, me levanté, lo abracé y lo besé con ganas. Después de eso, Leo destapó la bañera volvió a abrir la ducha para limpiarnos un poco el cuerpo mientras el agua con semen se iba. Los besos siguieron y las caricias también, pero de forma mucho más suave y romántica. Acabábamos de hacerlo en la bañera con una calentura increíble, disfrutando de los movimientos suaves y del sexo intenso con el agua de por medio. Nuestro medio aniversario todavía no había terminado e íbamos a darnos tiempo para disfrutar un poco más, pero ya iba a haber tiempo para eso. Por ahora, nos besábamos bajo el agua mientras sentíamos como la calidez de esta nos calentaba la piel.
Lugar n° 25: Bañera
SIGUIENTE
OTRAS HISTORIAS:
EL ESPECTADOR SILENCIOSO (HISTORIA CORTA)
DEPARTAMENTO DE SOLTERO: SEGUNDO AÑO. CAPÍTULO 1
LA ZORRA (FANTASÍA)
0 comentarios - 100 lugares donde tener sexo. Capítulo 25