“Deseos prohibidos”
Capítulo 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/4485799/Secretos-en-la-familia-Capitulo-l.html
Capítulo anterior: http://www.poringa.net/posts/relatos/4504265/Secretos-en-la-familia-Capitulo-lll.html
Quería seguir hablando con Tomás, por fin estaba llegando a los eventos más tétricos para mí, pero el tiempo no era nuestro aliado. Amablemente se ofreció a llevarme a mí casa, durante el trayecto lo noté algo inquieto, más cuando estábamos llegando por donde vivía. Al aparcarse suspira, mientras yo me quitaba el cinturón de seguridad, él miraba de reojo a la entrada como si esperada que nadie abriera. Quise preguntarle la razón de su nerviosismo, sin embargo, me daba cierta vergüenza.
Bajo del coche y me despido de mi psicólogo que había sido una gran ayuda para ese día, al ir caminando por el patio, escuchó la voz de Tomás, –“Ey, Bruno, dejaste tu celular”- me dijo, bajándose de su auto para ir a entregármelo. Cuando él estaba a unos centímetros de pasármelo, la puerta de mi casa se abre, era mamá, la cual solo vestía con una bata de noche en ese instante. El rostro perplejo de mi madre se transformó en alegría pura, pensé que me iba a ir a abrazar, ya que regresaba después de estar unos días en el apartamento de mi tía y otros cuantos en la casa de Eduardo.
No obstante, mi madre no estaba contenta por mi retorno, sino más bien por ver a mi psicólogo. –“Guao, Tomás, ¿cuánto tiempo?”- expresó ella con total confianza, mientras veía que ese hombre cerrar los ojos afligido. Empezaba a comprender el porqué estaba tan tenso en el coche. –“Hola Isidora”- respondió de mala gana, en ese instante Emma se allega, la cual queda mirando detenidamente a Tomás, –“¿Y esta hermosa sorpresa a qué se debe?”- consultó mamá abrazándome el brazo izquierdo.
Tomás: A nada, encontré a este muchacho caminando solo por la calle y le di un aventón, simplemente.
Isidora: Vaya, parece que el destino ha querido que nos volvamos a ver.
Manifestó ella sonriéndole a Tomás y de forma descarada abría su bata para que ese hombre pudiera ver sus tetas. Él se dio vuelta y levantando su mano derecha dijo adiós. Si el hecho de que él y mi madre se conocieran ya me era confuso, su actitud fría con ella lo era aún más, ya que mamá en cambio parecía estar derritiéndose por él. Al entrar, oí a mi hermana burlarse de mi psicólogo, argumentando que lucía como un geek, entonces mamá saltó a defensa de él.
–“Ay hija, si conocieras a Tomás, te darías que es muy maravilloso”- comentó, soltando un suspiro de enamorada. –“¿En serio? Porque a mí me pareció que era uno de esos cerebritos raros”- replicó la otra, –“Uufff, estoy segura que cambiarias de opinión si vieras su mayor fortaleza”- enunció riendo coquetamente, la cara de Emma cambio a una intrigada y le preguntó a mi madre en qué trabajaba Tomás, ella le dijo que era psicólogo, mientras yo me dirigía a mi cuarto y colocaba el cerrojo. Antes de acostarme en mi cama, mire por la ventana, con la leve esperanza de ver a la chica de al lado, sin embargo, seguía sin tener rastro de ella.
Al otro día, me encontraba frustrado y molesto con Tomás, porque pensé que era una persona honesta y me salía que era un conocido de mi madre, era imposible no pensar que quizás ellos dos tenían algo y que solo estaba siendo un maldito juguete de ese hombre. Al llegar a la consulta, me encuentro que él estaba con Emma, todo parecía un maldito chiste. –“¿Bruno? ¿Tú qué haces acá?”- interpeló la muy desvergonzada, –¿Tú qué haces acá Emma?- le respondí enojado y mirando serio a Tomás.
Tomás: Lo mismo me estaba preguntando, ¿qué carajos hace tu hermana aquí Bruno?
Emma: ¿Tú te estás atendiendo con él?
Preguntó mirándome fijamente, antes de que respondiera, Tomás le pide a mi hermana que espere afuera, que no tenía hora agendada con él y no la podía atender en ese momento. Emma se quería rehusar, no obstante, con ver la cara molesta del psicólogo prefirió salir. Él se levanta de su asiento y con las manos en sus bolsillos suspira, –“¿le dijiste que soy psicólogo y en dónde trabajo a tu hermana?”- expresó en un tono irritado, –¿Qué? No, yo no le dije nada, fue mi madre. Que por cierto, ¿cómo tú la conoces?- interrogué.
Ante su silencio, continué –¿Acaso tú y ella tienen algo? ¿Lo de ayer solo fue una maldita mentira más? ¿Por qué mierda no me dijiste que se conocían?-, él movió ligeramente su cabeza y luego acomodó sus lentes. –“Conozco a tu mamá y a tu tía desde que eran niñas, porque fuimos vecinos. De hecho Vicky fue mi compañera de clases desde que era un chavalito hasta salir del colegio, ella se burlaba de mí y me humillaba siempre que podía, Isidora en cambio era más dulce pero posesiva”- contestó él.
Yo reí al escuchar esa respuesta, –¿En serio esperas que me trague esa historia?- le dije serio, –“Puedes creerme o no, sin embargo, cuando yo tenía tu edad, era muy parecido a ti, por eso quiero ayudarte”- me respondió mirándome a los ojos. –No te creo y no voy hablar más contigo, solo vine aquí para ver si eras honesto conmigo, pero eres un mentiroso como todos- exclamé cabreado y dándole la espalda. –“De todas maneras yo ya no iba a atenderte”- comentó.
Yo: ¿Cómo? ¿Me ibas a abonar simplemente? ¿Qué clase de profesional eres?
Tomás: (Suspiró) Después de lo de anoche, preví que no ibas a querer hablar más conmigo e ibas a dudar de mi palabra, por eso le pedí personalmente a mi esposa que tome tu caso y te ayude.
Yo: ¿Tu esposa? Tienes el descaro de usar a tu mujer, para que atienda al hijo de tu amante.
Tomás: April, pasa por favor.
Afirmó ignorando mi última declaración, aunque yo en vez de molestarme quedé descolocado al oír ese nombre. Mire hacía la entrada y veo como esa mujer rubia se asoma. Con solo ver su cara quedé embobado, su sonrisita angelical y sus ojos azules me atrapaban. Jamás imaginé que la volvería a ver, ella se acercó al hombre y tomándolo del brazo, apoyó su cabeza en su hombro.
April: ¿En serio crees que mi marido me es infiel?
Preguntó inocentemente, para luego soltar una carcajada y darle un beso a su esposo. –“No te preocupes, yo me encargo amor, tú por mientras ve a esa chica que está allá fuera, quizás puedes ayudarla. Ya sabes, con una terapia especial”- comentó, comprendí en ese breve minuto que Tomás le era fiel a su mujer, es decir, ¿quién podría engañar a esa hembra? Solo un estúpido, lo haría. Él se retiró y yo me quedé a solas con esa madura, mi corazón latía de forma muy agitada.
April: Bruno, es una agradable sorpresa volverte a ver, espero que no te moleste que te atienda yo y que me haya tomado la libertad de leer todos los apuntes de mi esposo sobre tu caso.
Yo: N-no… Cl-cl-claro que no.
April: Bien, así puedes seguir relatando desde el punto en qué te quedaste. Ah y mi Tommy no miente, ¿ok? Él quiere ayudarte, de otra manera no hubiera recurrido a mí, teniendo en cuenta que ya no trabajo aquí y estoy muy ocupada en la universidad.
La voz de esa mujer me parecía una dulce melodía, aunque no era la primera vez que la veía, todavía no era capaz de asimilar que existiera una mujer tan perfecta, lo peor es que me la imagina desnuda, para poder delinear su espectacular cuerpo. Ella se mostró algo desazonada porque no hablaba y es que no era porque yo no le tuviera confianza, al contrario al igual que su marido, me daba seguridad de hablar, la única diferencia es que me sentía embriagado por su hermosura, que el habla no me salía, sin embargo, finalmente logré calmarme.
Retornando a ese instante en donde volvía a casa tras haber pasado la tarde con Agustina, veía como en la mesa, además de mi familia, había un invitado más, que era Jorge. Como había dicho anteriormente, mi primo era muy atento con mamá, a tal grado que siempre que la veía le tiraba piropos, resaltaba su belleza y la buena persona que era. En los abrazos que se daban, él buscaba poder apoyar su cara entre las tetas de mi madre y tocar su trasero.
Tal vez era muy similar a Pedro, pero la gran diferencia del porqué él me simpatizaba y no ese otro gilipollas, se debía a que mi primo veía a mi mamá como la mujer de sus sueños, además de que su madre abandonó a mi tío, cuando Jorge apenas era un niño, así que ese apegó maternal lo buscaba en mi madre. Aunque claro, mi tío también encontró pareja hace poco, una mujer bastante bella y amorosa, a pesar de haber tenido 3 niñas, luce increíble. En cambio Pedro simplemente la mencionaba para molestarme y la llamaba puta, además de observarla como un depravado para provocarme.
Jorge: Oh, miren quien viene recién llegando, no es nada menos que mi primo favorito.
Señaló Jorge en un tono bromista, mientras se colocaba de pie e iba a abrazarme.
Yo: Hola Jorge.
Jorge: Uuuyy… Parece que no andas muy alegre hoy.
Yo: No, no es eso, solo que no esperaba verte por aquí para serte sincero, así que disculpa si te parezco frio.
Jorge: (Ríe) Solo estoy bromeando hombre, aunque lo que no es broma, es que hayas llegado tarde para sentarte a cenar, sabes lo que significa eso ¿verdad?
Yo: Sí, que tú ganaste.
Jorge: Exacto, estás en lo correcto y por eso voy a cobrar mi premio ahora mismo.
Los premios de esas tontas competencias eran abrazos de mi mamá, Jorge se acercó a ella, mamá ya acostumbrada a las boberías de mi primo, abre los brazos para darle el abrazo que había ganado. Ver como él enterraba su cara en los senos de mi madre y sus manos recorrían su espalda hasta llegar a la cola de ella, me causó enojo, ya que a mi cabeza se le vino aquel mensaje en donde salía mi madre y la afirmación “Ella será la próxima”.
Molestó me acerqué a ellos y tomé el brazo de mi primo, el cual jalé y le dije, –Por cierto Jorge, tengo que hablar algo contigo, que te parece que comamos y luego vayamos a mi cuarto para discutir sobre ese tema-, –“Cla-claro”- balbuceó desconcertado, durante la cena, mis ojos no se apartaban de Emma, observaba cada movimiento que hacía. Aquella imagen en donde le devoraba la boca a ese maduro se me cruzaba por la cabeza una y otra vez.
Antes de ese momento aún veía a mi hermana como una tierna chica, pero al parecer Agustina tenía razón, ella solo se hacía la mojigata, –¿Quién es ese hombre?- me preguntaba. Emma comenzó a darse cuenta de que mis ojos estaban sobre ella, pero en vez de incomodarse, parecía estar feliz, regalándome sonrisas. Quería hablar con mi hermana, no obstante, cuando me gire para ver a mamá por un instante, ahí estaba Jorge apegado a ella.
Un sentimiento de molestia volvía a florecer en mi interior, así que dejé lo de Emma para después, primero tenía que hablar seriamente con mi primo. Tocando su hombro y con un tono serio le dije, –Bien, vamos a hablar ahora- él suspiro, no quería apartarse de mi madre, sin embargo, no tuvo otra opción más que hacerlo. Subimos al segundo piso y nos metimos a mi cuarto, cerré la puerta y sin rodeos le dije, –¿Cuáles son tus intenciones con mi mamá?-
Jorge: ¿Q-qu… Qué? ¿De qué hablas?
Me preguntó nervioso, yo me aproximé donde él y lo acorralé en la pared.
Yo: Vamos primito, dejémonos de juegos y seamos sinceros. (Suspiro) Yo sé que te gusta mi mamá, hace mucho que lo sé, porque es muy evidente, sin embargo, no dije nada, ya que pensé que eso se te pasaría cuando conocieras a una chica de tu edad u otra persona que te enloqueciera como a mí me pasa.
Jorge: (Confundido) A… A ti, ¿te gusta tu mamá?
No me esperaba esa pregunta y de seguro mi rostro me delató, siempre he sido un pésimo negociador, ya que suelo decir más información, aun cuando no suelo ser muy abierto con los demás.
Yo: Aquí el que hace las preguntas soy yo y tú eres el que responde, así que dime ¿qué mierda quieres de mi madre? O mejor, contéstame si fuiste tú, ¿quién me envió este mensaje? Ya que curiosamente, lo recibí hace unos días atrás y hoy apareces tú babeando por mi mamá.
Jorge miró mi celular perplejo, al observar la fotografía y el mensaje, –“¿Pero qué mierda?”- expresó completamente abrumado. Su reacción me dejo claro que él no había sido, me aparté de él y me senté en mi cama, por una parte, me sentía aliviado de que Jorge no fuera quien me envió ese mensaje, por otra, estaba frustrado, porque seguía sin saber quién podía ser ese idiota. Aunque mis sospechosos se reducían y el que más destacaba entre ellos era Pedro, pero sabía que aunque fuese él, me lo iba a negar si no tenía pruebas con las que iba a desenmascararlo.
Mi primo se encontraba tan preocupado como yo lo estaba, ninguno dijo nada, hasta que él rompió el hielo para ofrecerme su ayuda, para proteger a mamá y averiguar quién era el responsable de ese mensaje. Sus palabras eran positivas para mí, eso iba a alivianar muchas de mis tareas con las que estaba cargando. Le agradecí y cuando estaba abrazándolo, tocaron la puerta, era mi mamá, quien llegó a mi cuarto con un colchón y unas cobijas. Aquello sería la cama Jorge por esa noche y los días que se quedara en casa, ella se colocó a hacerla y nosotros embobados la mirábamos.
Fui sintiendo como mi tranca se levantaba levemente, después de que Agustina me haya drenado a mamadas, nervioso para que mi madre no viera mi erección, me tape con lo primero que encontré. Jorge por otro lado, no reacciono y cuando mamá se dio vuelta, él parecía una estatua, ella notó el bulto que sobresalía en su pantalón. Mi madre se quedó en silencio, no obstante, sus ojos no se apartaron de la entrepierna de mi primo, aquello me molestó, por lo que le dije a mamá que papá lo llamaba, –“¿Ah?”- expresó ella sin dejar de observar ese pene duro, –Papá te está llamando- le repetí, colocándome delante de Jorge.
–“Aaaahh, ya”- dijo escuetamente, tratando de ver el miembro de mi primo por última vez, yo evite que lo hiciera y la acompañe hasta la salida. Me acerqué a Jorge y le di un golpe para que reaccionada, él parecía no darse cuenta de todo lo que había sucedido, simplemente se recostó para dormir. Me desperté por la madrugada, tras soñar que mi madre le hacia una paja con sus tetas a mi primo, sudando me levanté para ir a tomar agua, cuando caminaba por el pasillo, escuché unos ligeros gemidos que me llamaron la atención, provenían de la habitación donde mi tía se estaba quedando.
Intrigado me aproxime, para mi sorpresa el cuarto estaba con la puerta entreabierta, me asome para ver lo que sucedía adentro de esa habitación. Me quedé maravillado con la imagen con la que me encontré, mi tía Victoria estaba jugando con su cuerpo, auto complaciéndose, como una ninfómana que nada la satisfacía. Observe como se metía aquel consolador en su chocho maduro y de sus labios se podía escuchar –“Oohh, Edu… Edu… Eduardoooo… Da-da-dale, amor a tu pervertida ex”- así siguió hasta que llegó a su límite y finalmente experimentaba un orgasmo.
Aquella escena erótica parecía ser parte de un morboso y hermoso sueño, paralizado vi cómo Vicky dirigió su mirada hacía mí. Cuando nuestros ojos se conectaron, sentí un terror porque pensé que mi tía se iba a molestar. No obstante, en su rostro agitado se le trazó una sonrisilla pícara, al verla me relajé. –“Brunito, ¿qué haces ahí parado?”- preguntó allegándose a mí. –“Na-nada tía… So-solo iba al baño”- tartamudeé viendo ese sexy cuerpo al lado mío.
Vicky: Ya veo, ibas al baño cuando escuchaste gritar a tu tía y te preocupaste.
Yo: A-así es…
Balbuceé mirando sus tetazas y mordiendo mis labios.
Vicky: Si tu madre nos viera así, estoy seguro que pegaría un grito.
Expresó riendo, luego me tomó de la mano y me hizo pasar a su habitación, yo no sabía que iba ocurrir en ese lugar, pero todas mis ideas pervertidas se esfumarían cuando ella se coloca un camisón tapando así su atractiva figura. Mi rostro debió ser de decepción ya que ella entre risas me consultó si estaba desilusionado, yo evité hacer algún comentario. Victoria se sentó en la cama y me invitó a hacer lo mismo, ella a diferencia de otras ocasiones se veía más madura.
El silencio reinó por unos minutos, en donde yo no sabía qué expresar, ella suspiró y mirando al piso me confesó que buscaba este momento a solas, porque quería desahogar su tristeza conmigo. Abrazándome fuerte, fue soltando unas lágrimas, era la primera vez que veía a mi tía llorar, nunca antes la había visto tan quebrada. –“Bruno, sé que para ti solo soy una puta que se folla todo lo que tenga un paquete, pero mi niño, ya deje de ser esa o lo intenté, porque caí en la tentación y perdí al hombre más bueno que he conocido”-
Las declaraciones de mi tía me eran impactante, si verla llorar era algo que no me esperaba, que lo hiciera por un hombre, mucho menos. Acogiéndola entre mis brazos y pasando mi mano por su espalda le susurraba que yo no la veía como una puta, ella sin soltarme, siguió llorando, añadiendo que le recordaba a su ex prometido por lo amable que era. –“Nunca pensé que separarme de Eduardo resultaría tan doloroso y aunque finjo estar feliz como siempre, por dentro lloro desgarradamente”-
Yo: Tía, puedes llorar en mis brazos todo lo que quieras, hasta que sientas que has botado la última lágrima.
Le murmuré y ella se aferró más a mí, así pasamos la madrugada hasta quedarnos dormidos. En la mañana siguiente nos despertamos entre gritos, era mi mamá, quien estaba irritara por vernos abrazados en la misma cama, –“¡Bruno! ¡Vicky! ¡¿Qué hacen durmiendo juntos?!”- expresó. Ambos abriendo los ojos asustados, nos separamos automáticamente, mi tía sin decir ninguna palabra se levanta, yo miré a mamá, la que se me acercó para regañarme.
Pero justo antes de que me sermoneé por una hora, la chica de al lado llegaba a mi rescate. Asomándose por la puerta sonrió, tomándome de la mano me sacó de ahí, al ir por el pasillo corriendo, escuchábamos los gritos de mamá, ella solo reía y su brillante sonrisa se me contagiaba. Al ir saliendo, nos cruzamos con Jorge, que quedó con los ojos como un par de platos y la boca abierta al apreciar a mi vecina y no lo culpo, porque Agustina resaltaba en las miradas de todos cuando quería presumir su figura.
Cuando estábamos afuera, esa joven rubia seguía carcajeando y soltando mi mano me dice que suba al coche rojo que estaba aparcado justo en frente de nosotros. Lo hice totalmente cegado, olvidando que todavía andaba en pijama y no tenía zapatos, antes de que ella arrancada, escuché mi nombre y alcancé a ver que mamá aparecía en la entrada, completamente descojonada. Era la primera vez que estaba desobedeciendo a mi madre y la adrenalina del momento, me hizo hacerme sentir vivo.
Sin preguntarle a dónde íbamos, solo me acomodé en el asiento y en mi rostro florecía una sonrisa, olvidarme por un momento de todos los secretos y mentiras de mi familia, era algo que necesitaba y Agustina lo sabía. No dije nada, hasta que ella en una calle paró porque estaba en rojo y mientras esperábamos, comenzó a desvestirse. –A- Agustina, ¿q-qué haces?- le pregunté sin dejar de admirar su cuerpo. –“Me voy a colocar algo más cómodo, algo que sea ideal para el lugar a donde vamos”- murmuró.
Sé que debí interpelarla y averiguar a donde me llevaba, no obstante, estaba hipnotizado con su figura. Esas curvas me provocaban para que las tocaran, sin embargo, logré mantener la calma, más que nada porque había cambiado a luz verde y los de atrás de nosotros comenzaban a tocar sus bocinas para que avancemos. –A-Agus… Tina… De-de-debemos avanzar- le dije tartamudeando, –“Diablos, ¿no quieres conducir tú?”- contestó riendo con malicia y mirando el bulto que se me había formado.
Yo: ¿Y-yo? (Apuntándome con mi dedo) Nu-nu-nunca he manejado
Agustina: Bueno Brunito, siempre hay una primera vez y lo harás conmigo. Descuida prometo ser muy buena maestra.
Declaró rasgando con sus uñas mi entrepierna y acercándose a mí. Ella estaba prácticamente encima de mí, haciendo que piense en sexo, pero cuando mis labios se le acercaban, ella se movió y empujándome me saca del asiento de copiloto. –“Tranquilo Bruno, manejar no es tan difícil como te imaginas, confía en mí. Toma el volante y pisa el acelerador suavemente tal como cuando tocas mi vagina”- afirmó como si aquello realmente fuera algo sencillo.
Mis manos temblaban y a pesar de aquello tomé el volante, suspiré pero al igual que pasó cuando salí de mi casa por la ventana, cerré los ojos tontamente. Ella me detuvo y acariciando mi rostro me besó, sentir su lengua jugando con la mía, hizo que todos los nervios y miedos que tenía, desaparecieran. Dejando de estar tenso, acariciaba esa espalda desnuda y disfrutaba de ese momento, el tiempo dejó de ser importante para mí como el ruido del exterior, solo escuchaba el sonido de nuestras bocas comiéndose.
Eso hasta que Agustina separa su boca de la mía, entonces fui recuperando lo auditivo poco a poco, hasta que logré percibir que alguien golpeaba el vidrio del coche. Al voltearme vi que era un tipo de aproximadamente 30 años, vestido de traje y que reflejaba enojo en su rostro, pero que rápidamente cambiaría al ver a mi vecina. Ella bajó un poco el ventana y con una sonrisa picarona dijo, –“Perdone, le estoy dando lecciones de conducir a mi novio y se colocó muy nervioso, para relajarlo decidí darle algo que le encanta, pero ahora avanzamos”-
El tipo no fue capaz de modular alguna palabra, solo se limitó a mover su cabeza de arriba abajo, para luego retirarse. Ella me miró fijamente mientras se relamía los labios, –“Eso fue intenso y divertido, pero es mejor que te muevas y te aparques en un sector hasta que yo pueda retomar la conducción”- me murmuró apretando mis labios con los suyos. Era una locura pensar que yo iba a manejar, sin embargo, ella me transmitía seguridad, algo que nadie lo hacía, ni siquiera mi madre.
Soltando un suspiro, hice caso absoluto a todo lo que me decía Agustina, hasta solté una pequeña risilla al estar manejando, para la mayoría eso tal vez no tenía ninguna importancia, para mí, era un logró y una locura. Al llegar a una zona en donde podía estacionarme, mi vecina me felicitó por lo que había hecho, –“Tal vez para tu madre sea una mala influencia, pero conmigo has experimentado cosas nuevas y a mí me encanta hacer que salgas de ese círculo en el que has crecido”- añadió.
Agustina se cambió, colocándose un traje de baño de una pieza color blanco y unas mallas del mismo color, lo llamativo de aquel traje era su tela, la cual era delgada y se notaba sus pezones y estaba seguro que apenas se sumergiera en el agua, se vería su cuerpo. A pesar de eso no me atreví a decir algo, ella coqueta se allegó y colocando sus manos sobre mi pecho, sin que reaccionada mi vecina me mordió la oreja y en un murmulló me preguntó, ¿cómo lucia?, a lo que de manera inmediata respondí que se veía hermosa.
Ella sonrió y me dijo que intercambiemos de puestos, esa chica me tenía nervioso y mi pene no dejaba de estar duro. Al tomar el volante, mi vecina me afirmó que me llevaría a un lugar donde disfrutaríamos. Yo seguía sin saber a dónde nos dirigíamos, no obstante, preferí dejarme sorprender, Agustina tomó rumbo a un sector que para mí era desconocido, donde precisamente destacaban unas mansiones. Mi vecina se estacionó en una de esas viviendas.
Bajándose me invita a seguirla, yo lo hice porque pensé iríamos alguna parte cerca, jamás me imaginé que Agustina se iba a meter dentro del patio. Dudé en seguirla y hasta le consulté ¿qué carajos estaba haciendo?, ella solo rio y con sus manos me indicaba que la siguiera. Yo no quería hacerlo, pero bastó que me sonriera y me mirada con su cara de traviesa, para que idiotamente fuera tras ella. Al ir acercándome donde mi vecina, la vi moviendo la manilla, imagine que intentaba abrir la puerta, lo cual era imposible sin la llave, sin embargo, ella lo hizo.
Agustina: Un truquillo que aprendí de papá. Que sea policía me ha ayudado bastante, ¿sabes?
Expresó, yo no contesté nada y solo la seguí, en verdad era una casa enorme, había bastantes cuadros, jarrones refinados y sobresalían unas lámparas gigantes, era como estar en un palacio. Agustina siguió explorando ese lugar hasta que llegamos a un balcón, en donde se detuvo a mirar todo alrededor. Yo al aproximarme y entonces me percaté que en esa casa había un perro enorme y poco amigable, en la parte del jardín, que estaba durmiendo, no me quería imaginar lo que nos pudo pasar si esa bestia hubiera estado despierta.
–“Creo que ya es momento de empezar a jugar”- dijo mi vecina, dándose vuelta y mirándome fijamente, –“¿Qué?”- exclamé flipando, ella saborea sus labios y veo que en sus manos tenía un envase de lubricante en gel, sin quitarme los ojos de encima, lo abrió y se fue vertiendo aquel liquido en su cuerpo. Yo alucinando veía como bañaba su figura entera en lubricante, se lo pasaba por sus brazos, sus piernas y encima de ese traje de baño, logrando así ver a través de la tela, sus tetas y coño.
–“A… Agus…”- balbuceé tragando mi saliva, ella con sus manos aceitosas me tocó la camiseta, para quitármela. Lo dejaba en el suelo y con sus dedos recorrió mi torso, hasta llegar al pantalón y de un tirón me lo bajó completo. Mi verga que estaba erguida, saltó como un resorte y mi vecina al verla la tomó entre sus manos, lubricándomela con un suave masaje. Yo me quedé quieto como una estatua, porque no era capaz de mover un musculo, solo contemplar el jugueteo de mi vecina.
En su mirada podía contemplar el deseo, se derretía por divertirse conmigo, lo que me causaba un pequeño dilema y me preguntaba si en verdad yo era más que un muñeco para esa chica. Ella suelta mi miembro y se muerde el labio inferior, extendiendo su espalda, levanta su culo, lleva sus dos manos aún aceitosas, abriendo cada glúteo y me invita a que la examine. Lo que me dejó desconcertado, más aún al darme cuenta que mi vecina tenía un plug anal, que relucía por su forma de corazón.
Yo: A-Ag-Agustina…
Agustina: ¿Qué pasa? No me digas que te vas a colocar ahora tímido, si ya has jugado con mi culito antes, bobito. Solo se gentil como siempre.
Dijo meneando su cola de lado a lado, me resultaba increíble pensar que esa chica llevaba puesto eso desde que me fue a buscar a mi casa y nunca se le notó incomoda. Teniendo en cuenta que para mí un sujeto ignorante en la sexualidad, los juguetes sexuales le parecían desagradable porque pensaba que lastimaban más que dar placer. No obstante, en ese instante comprobaba que no era así, ya que Agustina parecía bastante cómoda y feliz con ese plug.
Nervioso fui retirando la tela que tapaba esa rajita y se entrometía para sacar ese tapón, apenas lo hice me embadurné los dedos con lubricante. Antes que tocada aquel juguete con mi mano, ella suspirando me dice, –“Me harías el favor de quitármelo con tu boca”-, esa declaración me dejó más descolocado de lo que ya estaba y ante mi silencio, ella me pidió que me recostada en el suelo, algo que hice dentro de mi ansiedad que me estaba consumiendo.
Ella se colocó encima de mí y tenía ese culito prácticamente a unos centímetros de mi boca. Agustina fue engullendo mi polla dentro de su garganta, sentir como sus labios envolvían mi tronco y su lengua traviesa se divertía, era fantástico y gemí muy fuerte. Mi vecina se sacó mi tranca de su boca y jocosa afirmó, –“Si que disfrutas de mis mamadas, chico de al lado”-, entonces me sentí en la obligación de complacerla e impulsado por la lujuria, mordí ese plug y lentamente fui sacándolo de su ajustado orificio.
Escuchaba sus chillidos y sentía como sus uñas se clavaban entre mi piel para sujetarse mientras yo le iba sacando ese tapón. Todo eso me encendía más y más, al ver que tenía un círculo perfecto delante de mis ojos, supe que ya había sacado ese juguetito. A la vez que ella se volteaba a verme, yo daba vuelta ese plug y saboreaba la parte que había estado dentro de ese hoyito, como si de un chupete se tratada. –“Eres muy guarro”- expresó mi bella vecina al verme.
Pero no podía evitarlo, todo lo de ella me resultaba irresistible para no probar, porque su sabor era a miel combinada con un exótico gusto que me enloquecía. Agustina sonrió, me pidió que le follada el ano con ese tapón y le comiera el coño mientras ella se tragaba mi miembro, aquello me pareció un estupendo trato. Pasaba mi lengua por alrededor de esa vulva mojada, acariciaba esos labios y algunas veces los mordisqueaba, todo eso, mientras con una de mis manos tenía abierta sus nalgas y con la otra, la penetraba con el plug.
Agustina comenzó a tiritar por todo el placer que estaba recibiendo, aun así no dejó de comer mi pene, lo que se sentía muy delicioso. Bufando fui acelerando mi respiración y ya solo me limitaba a jugar con ese clítoris y en vez en cuando le retiraba el tapón para volver a clavárselo. Tras unos minutos en esas condiciones, comencé a eyacular dentro de la boca de mi vecina y ella al sentir mis chorros de semen, automáticamente liberó sus jugos. Agotados nos quedamos tendido en ese suelo, recuperando nuestras energías.
Aquello no duraría por mucho, pues sentimos unas voces, la que fue más clara cuando se acercaron dónde estaba al perro. Eran los dueños y cuando me asome a verlos, me di cuenta que los conocía, por lo menos en fotos, ya que eran los padres de Eduardo, el ex de mi tía Victoria. –“No jodas”- susurré, ya que tenía entendido que esa pareja, eran bastantes agrios y pocos amigables, lo más seguro es que me iban a tirar a ese perro encima.
El hombre discutía con su mujer, sobre el coche que estaba aparcado en frente de su casa, el corazón se me acelero, más cuando ellos entraron a la casa. Mientras yo me ahogaba en el miedo, Agustina se levantó y tomo mi ropa la cual tiró donde estaba esa bestia. –“¿Qué haces?”- le murmuré con exasperación, ella me dijo que si no quería meterme en líos debía seguirla ciegamente, lo que me resultó irónico porque precisamente estábamos en ese problema, porque la seguí sin cuestionamientos.
Ella se deslizó con maestría hasta el sector de abajo, mientras yo, torpemente fui haciendo ruido, lo que provocó que el perro se despertada y cuando quería tomar mi ropa, aquel can empezó a mostrar sus dientes afilados. El terror recorrió por todo mi cuerpo, entretanto, Agustina ya se había ido corriendo al vehículo y me esperaba en él. Luego de unos segundos, decidí dejar mi pijama ahí e irme corriendo desnudo, para salvar mi vida de esa bestia que iba tras mío ladrando.
Al subirme al coche, Agustina soltó una carcajada y emprendió rumbo, yo todavía atemorizado, sentía que el corazón se me salía. Logré tranquilizarme, cuando ya estábamos bastante lejos de ese sitio, entonces miré a mi vecina y la recriminé por la situación que me había puesto, ella allegando sus labios, me dijo que lo había disfrutado mucho. Me quedé callado, Agustina se estacionó en una tienda de ropa en donde ella sola pasó a comprarme algo.
Hasta ese momento todo parecía normal, no obstante, esos misterios que me agobiaban volverían a torturarme después de que mi vecina regresada con ropa y yo me vistiera en el auto. Resulta que al terminar de colocarme la camiseta veo a Emma caminando por la calle, por el horario recién en el colegio estaríamos almorzando, ¿por qué mi hermana no estaba en clases? Me pregunté, entonces recordé que ella ya había salido antes por ese horario, así que automáticamente sin decirle nada a Agustina, me bajé y me fui tras Emma.
Pendiente de cada movimiento de mi hermana, la seguía como un acosador sin que ella notara mi presencia. Sentía que cada metro que avanzaba, era un peldaño más que bajaba hacia el infierno, ella se quedó quieta, en el estacionamiento de la empresa en donde papá trabajaba, me pregunté, porqué estaba ahí, hasta que finalmente tuve la respuesta. Su amante, aquel maduro con el que la había visto la noche anterior, también trabajaba ahí, aunque él a diferencia de mi padre y los demás empleados, parecía ser alguien sofisticado. Ellos miraron a su alrededor y al no ver que nadie los observaba, caminaron al coche de él.
Dentro del vehículo, ella no pudo controlar más sus impulsos y lo besó, él se separó de ella, miró por todos lados, estaba muy preocupado de que nadie los viera, luego de una breve discusión, ellos tomaron rumbo a su nuevo destino. Trate de seguirlos, por lo menos tener una idea por donde irían, mientras tomaba un taxi, pero justo en ese instante, papá se me cruzó por el camino. Él iba acompañado de una chica muy buenamoza y la actitud de ambos era de mucha complicidad, lo que me descolocó. Ella era esbelta, de cabello castaño y aproximadamente le calculé unos 25 años.
Papá al verme se puso muy nervioso y la tipa quedó desconcertada por el cambio repentino en él. –“Hi-hijo… Tú… Tú… ¿Tú qué haces acá?”- me preguntó temblando entero, ella me miro detenidamente y sonrió de forma inmediata, –“¿Tú eres Bruno?”- dijo sin sacarme los ojos de encima, yo le respondí que sí, para luego contestarle a papá, –Estaba comprando por aquí cerca algo para mamá, ya sabes por su aniversario, pero no me diste lo suficiente, así que vine a esperarte para que me pase lo que falta- papá tenía un rostro de aterrado, sabía que todo era mentira, sin embargo, tenía que seguirme el juego.
–“¿Aniversario?”- dijo la tipa de forma irónica, mirando a mi padre, él sin decir algo al respecto, sacó efectivo y me lo dio. –Bueno, nos vemos en casa, papá- le dije mientras empuñaba el dinero. No obstante, cuando iba a irme del lugar, ella se colocó delante de mí, juguetonamente puso su dedo índice en mis labios y murmuró, –“Espera un minuto, Brunito, me gustaría hablar un momentito contigo”-. Yo miré a mi padre, que no sabía qué hacer, ella acarició mis mejillas y suavemente afirmó, –“He oído que eres muy bueno pintando, ¿podrías hacer uno para mí?”-
Yo: Sí, eso me han dicho, aunque también hay alguien que cree que es algo para mujeres.
Señalé, echándole una corta mirada a papá, la tipa se acercaba aún más a mí, sonriendo y haciendo contacto fijo con mis ojos, afirmó, –“Bueno, para mí es algo lindo, además eres un chiquillo muy atractivo”- dejándome influenciar por el momento, tomé de la cintura a esa mujer y le dije –¿Ah, sí? Pues yo también te encuentro muy hermosa- solo para fastidiar a mi padre. –“¿En serio?, entonces ¿te gustaría pintarme?”- consultó, clavando sus uñas en mi pecho, –Claro preciosa, solo dime el día, la hora y tu dirección para que vaya a pintarte- comenté.
Aunque todo inició como un juego para mí, para hacer enojar a papá y mostrar lo zorra que era su posible amante, me había excitado con esa perra, mi verga golpeaba su vientre y estaba ansiando poder hacer algo más con ella. –“Me parece perfecto”- susurró con su sonrisita coqueta, fue entonces que papá me confirmaba de manera indirecta que esa tipa era alguien más que una simple colega de trabajo, pues de no haber algo entre ellos, mi padre, no nos hubiera interrumpido y tampoco se mostraría celoso, al contrario, debió estar feliz por seguir su ejemplo.
Daniel: Ya basta Camila, deja tranquilo a mi hijo.
Afirmó enojado, ella no dejaba de observarme y yo cada vez estaba más engatusado por sus ojos. Además, podía apreciar mejor el escote divino de su vestido, entendía porque papá le era infiel a mamá con esa tipa, es decir, no era alguien que físicamente fuera inferior a mi madre, aunque yo en su lugar, obviamente no cambiaría a una hembra como mi mamá por una jovencita. Él desesperado para evitar que siguiéramos coqueteando se coloca delante de ella y me dice que me vaya a comprar, Camila buscaba algo de mí o sacarle celos a mi padre, ya que camino hasta su coche y mientras se subía me dijo –“¿Te llevo?”-
Yo sonreí y me acercaba donde ella, no obstante, papá una vez más me detuvo, agarrándome del brazo, le da las gracias a su colega y le dice que él iba a llevarme a comprar. Subimos al automóvil y ninguno dijo algo al respecto, fuimos a la tienda y compramos unas joyas, las cuales no fueron para nada baratas, aun así él las compró sin colocar excusas. Durante el trayecto lo único que mi padre expresó, –“Con la rubia ya me habías convencido que te interesaban las mujeres, así que por favor, no ligues con Camila”-, yo no quise contestarle, pero me causo risa lo sin vergüenza que era.
Cuando llegamos a la casa, mamá no estaba, había salido a comprar algo con mi tía, Jorge rápidamente noto extraño a mi padre, pues don Daniel en vez de saludar a su sobrino, pasó de él y se fue directo a su dormitorio. –“¿Le pasa algo a mi tío?”- me consultó mi primo, yo le respondí que tuvimos una pequeña discusión, aunque no era nada grave. Aun cuando mis sospechas de que él tenía una amante se hacían más evidentes, no podía afirmarlo sin tener pruebas que lo demostraran, por lo que tenía que mentir.
Jorge: Por cierto, tú saliste en la mañana con una rubia, ¿quién es esa hermosura?
Yo: Ah, sí… Bueno, ella es… Perdón, tengo que decirle algo a mi padre.
Subí al segundo piso para hablar con mi papá, ya que había recordado lo ocurrido en el estacionamiento con Emma, así que por lógica él debía conocer a ese tipo con el cual Emma estaba saliendo. Al acercarme a su puerta, lo oí hablando por celular, no lograba distinguir muy bien lo que parloteaba, por el murmulló de la televisión que tenía encendida. Lo único que logré escuchar con claridad fue, –“Con mi hijo no Camila, a mi hijo no me lo tocas”- esas palabras me dejaron perplejo. Antes de que pudiera haber procesado esos dichos, mi padre abre la puerta, –“¿Bruno?”- dijo confundido, yo sentí un escalofrío recorrer por mi cuerpo e incomodes aquellos segundos que intercambiábamos miradas.
Yo. (Nervioso) Pa… Pa-pa-papá… Yo…
Daniel: (Suspira) No digas nada hijo, sé que quieres que te expliques lo que paso en el estacionamiento y por qué te quiero lejos de Camila. Quizás la respuesta no sea de tu agrado, pero ella no es de fiar.
Yo: Ok… Te haré caso, no voy a confiar en esa mujer y no voy a hacer preguntas sobre ella, sin embargo, necesito que me prometas que serás honesto conmigo desde ahora en adelante.
Daniel: Lo… Lo prometo…
Yo: Bien, porque quiero que me ayudes con un compañero de trabajo tuyo.
Daniel: (Confundido) ¿Con un compañero de trabajo?
Yo: Sí, solo necesito que me digas su nombre y qué hace en la empresa. Él mide aproximadamente 1.80 como nosotros, es delgado, cabello negro, tez blanca y le calculo unos 35 o 40 años como mucho.
Papá tras oír esa descripción quedó paralizado, –¿Pa...pá?- balbuceé, él me agarró de los brazos desesperado y me dijo, –“¿Cuándo hablaste con Christopher?”-
Yo: Yo… Yo no he hablado con él, papá, solo me llamó la atención cuando estaba esperándote en el estacionamiento.
Daniel: ¿Te llamó la atención?
Yo: Sí, digamos que me dio una mala impresión, que no es alguien de fiar.
Daniel: Y lo es, así que te prohíbo que te acerques a él, como a Camila.
Isidora: ¿Camila? ¿Quién es Camila?
Preguntó mamá, interrumpiendo la conversación que tenía con papá.
Daniel: No es nadie importante amor, solo una arpía que quiere engatusar a nuestro hijo.
Isidora: ¿Qué?
Mamá tan protectora como siempre, me envolvió en un abrazo y me pidió que le hiciera caso a mi padre, él suspiró y luego miró a mi madre.
Daniel: Isi… Aquí tu niñito, me hizo gastarme una pasta enorme por ti.
Mamá seguía protegiéndome entre sus brazos, pero al oír esas palabras me soltó, papá me hizo un gesto para que vaya a buscar el regalo que le habíamos comprado. Bajé a buscarlo y al regresar donde ellos, los vi igual de distante que siempre, parecía que su relación en verdad ya estaba muerta y papá en vez de aprovechar la oportunidad de sorprender a mamá, prefería actuar frio. Ya que cuando le di el paquete a mamá y ella vio las joyas, él señaló, –“Dale las gracias a Bruno, él las escogió”- para después irse al primer piso.
Mamá sonrió y me abrazó, mi corazón brincaba como loco, por haberla hecho feliz. Al bajar al primer piso para que cenemos en familia, nos dimos cuenta de que papá había salido, no le dio ninguna explicación a mi tía ni a mi primo, simplemente se había largado. Aquello me genero más intriga que antes, había muchos misterios aún por resolver, entonces recibí un mensaje de texto de Agustina, la cual me reprochaba por haberla dejado sola en el coche, pero en ese rato quise pasar de mi vecina.
Justo cuando terminamos de comer, Emma llegaba a la casa, ella no dijo nada, aunque sus ojos se centraron en mí. Yo sabía por su mirada que quería que hablemos a solas, así que me levanté de la mesa y junto a ella subimos al segundo piso. Ahí ella me abrió la puerta de su habitación, yo temeroso entré. No habíamos dicho absolutamente ninguna palabra y a pesar de eso sentía el ambiente agobiante, que terminaría cuando mi hermana cierra la puerta y se arrima en mí, besándome igual que lo hacía con ese tal Christopher.
Su pervertida boca me contaminaba con deseos inmorales, quería desvestirla y tirarla en su cama, para hacerla mía, de seguro eso buscaba ella, pero no lo consiguió. Algo de cordura me quedó para evitar caer en su juego, esa cordura quería la verdad, quería saber ¿qué mierda hacía ella con ese tipo?, ¿por qué lo besaba y adónde iban juntos? Sin embargo, Emma juguetona al separarse de mis labios se colocó en cuclillas y me bajó el pantalón.
Tomando entre sus manos mi verga venosa, le da un pequeño beso que me enciende aún más. –“Me has tenido abandonada hermanito, de seguro sigues pidiéndole ayuda a esa rubia buena para nada”- manifestó abriendo su boca y empezando a engullirse mi tronco lentamente. Quería gemir, no obstante, sabía que eso iba a alertar a mamá, temblando ahogaba cualquier suspiro con mis manos. A medida de que mi miembro desaparecía en la boca de mi hermana, la imaginaba haciéndole eso mismo a Christopher.
Su lengua se movía muy similar que la de Agustina, aunque había una diferencia y es que la técnica de mi vecina era superior. –“Uuuff”- fue uno de los jadeos que se me escapo cuando ella apretaba mis huevos entre sus dedos y su lengua envolvía mi tranca entera. Emma no se detuvo hasta hacerme correr dentro de su boca, al recibir toda mi descarga, ella se relamió los labios, asegurando que había sido una deliciosa comida aquel líquido espeso.
Emma: ¿Brunito, quieres satisfacer a tu hermana?
Preguntó, enseñándome su coñito. Yo me quedé desconcertado e incapaz de reaccionar, todo lo contrario de Emma, quien tenía una actitud muy distinta. Ella disminuyo la distancia entre ambos y me empujó al suelo, para colocar su vulva entre mis labios y comenzar a sobarla. –“Vamos hermanito… Cómeme mi chochito”- decía ella con una actitud dominante, yo me negaba abrir mi boca e introducir mi lengua dentro de su vagina, no porque no quisiera, sino que imagina a mi hermana con ese hombre y toda la calentura se me iba, más al pensar que ese tipo pudo haberse corrido dentro de ella y si abría mis labios iba a saborear su semen.
Emma no se detuvo, moviendo sus caderas frenéticamente iniciaba a llegar a su límite, sus gemidos eran tiernos y cachondos, –“Ooohh, mierda…”- susurró, soltando sus jugos. Ella se agachó y rozó sus labios con los míos, pasó su lengua por ellos, saboreando sus propios jugos, me los mordió para que abriera la boca y así ella pudiera besarme. Clavó su lengua y la envolvió con la mía, ya no sentía amor en ella, pero si lujuria, después de aquello, mi hermana sonriendo se fue a recostar en su cama, yo me quedé en el suelo sin mover ni musculo, seguía impactado por lo que había sucedido.
Ella jadeaba en su cama, volteé para mirarla y ahí estaba ella jugando con su vulva, introduciéndose sus delgados y suaves dedos. ¿Qué paso con mi tierna hermana? Era la pregunta que rondaba por mi cabeza, solo veía una ninfómana que necesitaba más y más para estar satisfecha. Un ligero viento se filtró por la ventana que estaba cerrada y recorrió por mi espalda, –“E-E-Emma…”- pronuncié, cayendo en una alucinación. Mi mente perturbada, proyectaba la imagen de mi hermana entre los brazos de Christopher, él le devoraba la boca de manera ardiente, mientras su verga madura atravesaba el joven coño de Emma.
No lograba comprender la razón, pero aquello me excitaba, ver a mi inocente hermana siendo una puta con un maduro, era algo que me provocaba morbo y a la vez una cachondez. Era la misma sensación cuando vi por primera vez el vídeo de Agustina cogiendo con un negro o el de Natacha con un jovencito, mi corazón se aceleraba y mi pene comenzaba a dolerme por lo duro que estaba. No obstante, en vez de arrimarme hacia mi hermana, decidí salir de la habitación, en cada pestañeó veía a Emma hacía algo pervertido, solo logré entrar en razón, tras escuchar la voz de mi tía.
Ella estaba hablando por teléfono pero al verme colgó y me abrazó, sin darse cuenta del bulto que tenía entre mis pantalones. –“Bruno, justo a tiempo, necesito una charla sincera contigo como la de anoche”- me comentó, yo no quise negarme, a pesar de que no estaba en condiciones, porque en mi mente solo imaginaba obscenidades. Nos fuimos a su cuarto en donde vi nuevamente ese rostro deprimente de Vicky que siempre ocultaba en el día.
Vicky: ¿Puedes creer que por subir una foto contigo mis amigas crean que cruce la línea y lo hice con mi propio sobrino?
Expresó molesta.
Vicky: Bueno, no sé de qué me sorprendo, si Soledad y Fabiola siempre han sido así, pero la verdad es que desde que terminé con Eduardo no he estado con otro.
Yo: Veo que amas mucho a Eduardo aún, tía.
Vicky: Claro mi niño, ¿no te quedó claro con lo de anoche?
Yo: Sí, pero hay muchas cosas que no entiendo, es decir, si lo amabas tanto ¿qué te impulsó a serle infiel?, y ¿por qué carajos te dio dinero?
En ese instante no pensaba con mucha claridad y solo soltaba lo primero que se me venía a la mente, para poder sacar esos pensamientos lujuriosos y que mi tía no viera mi erección.
Vicky: Bueno, lo primero solo pasó, mi cuerpo ardía en deseo y al no tener a Eduardo cerca me aventé a los brazos del primero. Después de eso mi cuerpo seguía ardiendo quería más y más, hasta que finalmente dejé de sentir esa sensación y solo quería olvidarme de lo que hice y abrazar a Edu.
Reveló ella con una mirada llena de sinceridad.
Vicky: Lo segundo es que terminamos en buenos términos, Eduardo es tan buen hombre que me llegó a perdonarme, sin embargo, su corazón siempre ha sido de otra y nunca me perteneció. Como yo no tengo trabajo, él me dio dinero para que pueda sobrevivir estos primeros meses de separación.
Yo: ¿Él amaba a otra?
Vicky: Sí, tengo la sospecha que es su mejor amiga, la cual es una extraordinaria mujer y tiene una hija bastante guapa y amigable, la cual pensaba en presentarte, pero resulta que ya tienes novia.
Yo: Espera, ¿a ti no te encabrona que Eduardo solo te haya usado?
Vicky: No, porque en estos años de relación con él, yo sentí su cariño y amor sincero. Además, unos días después de que terminamos mi celular no dejaba de sonar, eran sus colegas que me querían follar, pero misteriosamente un día mi móvil dejó de hacerlo, imagino que Eduardo se encargó de esos hijos de putas.
No había duda de que la relación que vivió mi tía con ese hombre fue muy especial y aquella charla logró sacarme esas ideas depravadas. No obstante, estás volverían cuando Victoria se cambió delante de mí y se colocó otro de sus camisones para dormir. Joder se veía tan sexy mi tía que rápidamente se me levantó otra vez, aunque de la nada a ella le dio náuseas y salió disparada al baño, en donde la escuché vomitar. Al preguntarle cómo se sentía, ella me dijo que bien, solo había tenía un mareo.
Aun así ella siguió vomitando, le dije que iba a ir por mamá para que ella le diera algún té o un medicamento. Al ir a buscarla, no la encontré ni en la sala de estar o en la cocina. Era imposible que esté en cuarto porque no la había escuchado subir, así que me pregunté en dónde podía estar, hasta que oí su risita, la cual provenía desde el patio, yo salí a ver intrigado, encontrándola fumando con Jorge. Algo que no debió molestarme, pero el sin vergüenza de mi primo tenía uno de sus brazos alrededor de la cintura de mi madre.
A mamá no le molestaba eso al contrario parecía disfrutarlo, al ir allegándome donde ellos me pude percatar que mi madre tenía su mano derecha apoyada en las piernas de él, muy cerca de su miembro. –“Tía, usted luce muy hermosa bajo la luz de la luna, ¿lo sabía?”- murmuró mientras mamá quería acariciar su entrepierna. –“Tú y tus piropos Jorge, ¿acaso nunca te vas a cansar de alabarme?”- contestó perdida en ese bulto que se asomaba.
–“Pero si no digo ninguna mentida, solo recuerde que hace unos meses le hice un cuadro”- afirmó el muy capullo, apegando a mi madre más cerca de él y aproximándose a su boca, –“Verdad, ¿tú sabías que Bruno también pinta? Aunque no me ha dedicado ningún cuadro como tú”- respondió lista para entregarse a Jorge. –“Disculpe que lo diga, pero mi primo es un idiota al no darse que tiene un pivón de madre, yo que él la pintaría todos los días”- expresó el gilipollas.
Antes de que pasara algo interrumpí la escena, –Mamá ¿estás aquí?- enuncié para hacerles creer que no había visto ni oído nada. Mi madre de un salto se separa de mi primo y al verme corre donde mí, –“¿Pasa algo mi niño?”- dijo la muy cerda. –Sí mamá, parece que a la tía Vicky algo le cayó mal- le contesté mirando seriamente a Jorge. Ella regresó conmigo y el idiota de mi primo se quedó afuera terminando de fumar, en ese instante a solas que tenía con mamá, quería acorralarla y que me explicara ¿por qué estaba coqueteando con Jorge?, como si fuera un amante celoso.
Ella notó que estaba enojado, así que antes que lleguemos al baño me preguntó si me pasaba algo, yo tomándola de la cintura y apegando mis labios a los de ella le manifesté, –Sí mamá y es que no me has dado uno de esos besos que tanto me encanta- besándola sorpresivamente, ella me correspondió ese beso rápidamente porque estaba ardiendo en deseo y joder que besote nos dimos, nuestras lenguas parecían no querer separarse nunca y nuestras salivas tenían un afrodisiaco sabor.
Al separarnos yo le murmuré que si no fuera porque Vicky estaba enferma, la llevaba a su habitación y le daba más que besos. Ella agarrándome el paquete me susurró –“Uuufff, yo también me muero por hacer más cosas de las que hicimos ese día en el baño hijo, porque ya te dije que me perteneces y no necesitas a ninguna mujer más que a mami”-, yo no pude controlarme y la bese de nuevo, en verdad anhelaba llevar a mi madre a su dormitorio y cogérmela.
Mis manos apretaban ese pomposo culito y mi verga se sobaba contra su abdomen, los solos celos de ver a mi madre con otro o perderla me hacía comportarme como un loco por ella. Nuestros labios se despegaron justo a tiempo, pues mi tía Victoria salió del baño, todavía mareada se apoya en mamá. –“Joder Isi, voy a tener que pedirte un favor es que necesito ir al hospital, me siento horrible”- expresó ella, mi madre de mala gana aceptó llevarla, porque lo único que quería era que continuáramos en lo nuestro.
Tras eso yo fui directamente a mi cama, una parte de mí se cuestionaba por lo que estaba haciendo y otra me alentaba para que siguiera y cruzada ese umbral. Con lo caliente que estaba, me coloqué a ver los vídeos Agustina como Summer 24. Me detuve en uno en donde salía sentada en una cama, llevaba puesto una lencería blanca muy atractiva que levantaba sus tetas y destacaba esa figura hermosa. Ella chupaba una paleta, la cual retira de su boca cuando se asoma un buen trozo de carne, Agustina coqueta se relame los labios y acercándose a esa tranca, comienza a darle besitos, al igual que pequeñas lamidas.
De forma gradual se va desvistiendo, hasta quedar en pelotas, entonces las manos grandes de ese hombre se le aproximan y comienzan a estrujar sus senos. Ella soltaba unos chillidos hermosos, para después compartir un beso fogoso. Mi vecina quedaba de rodillas, en esa escena se lo podía ver su bello y pervertido rostro difuminado, el cual se coloca más cachondo cuando ella totalmente fascinada empieza a comer esa verga negra. El vídeo finalizaba justo en ese momento, sin embargo, había sido suficiente para que yo acabase.
Me quede dormido como tronco, al despertarme al otro día me di cuenta que ya se me había hecho tarde para ir al colegio. Salí disparado hasta la ducha, en donde me encontré con mi Vicky. Ella estaba pintándose los labios, vestía con solo una lencería rosada con encaje y unas medias. Nuestros ojos se dilataron cuando se cruzaron y ninguno expresó algo al respecto por unos largos y tediosos segundos. Fue mi tía quien rompió el hielo diciendo que debía aprender a tocar la puerta y yo le respondí que ella debió colocar el seguro a la puerta, a la vez que trataba de mirar a otro lado, no obstante, era un pecado hacerlo y no apreciar ese culazo.
Ella rio y me pidió perdón ya que estaba acostumbrada a su vida con Eduardo por lo que tenía la manía de no cerrar. Con mi cara perdiéndose entre esas redondas nalgas, fui perdiendo el control de mí mismo, mis manos temblando acariciaron levemente ese culo respingón. Perdiendo la cabeza le manoseé los glúteos, haciendo que ella se colocara nerviosa y me consultará ¿qué estaba haciendo? Sin embargo, no dije nada y fui sobando mi miembro entre esa cola. Ella estaba incomoda, pero antes que dijera algo me atreví a besarla.
Nuestras lenguas se aferraban una a la otra, mis manos agarraban esa colita y mi pene no dejaba de crecer. La apoyé en el lavado en donde seguí devorándole su boca exquisita y masturbaba mi pene con su culo, entretanto me decía a mí mismo, –No puedo creer que me esté aprovechando de Vicky, pero es un monumento de mujer- ella se separó de mis labios, no obstante, la tenía sujetada fuerte de la cintura y antes que reaccionada me bajé el pantalón.
Quedando mi verga entre sus muslos, no me detuve hasta que solté un rio de mi leche, luego de eso ella de manera brusca se separó de mí y me empujó, saliendo del baño. Quedándome solo, pensaba en lo que acababa de hacer, mi tía estaba despertando unos deseos como mi madre. Ya no sabía si me encantaba más mi mamá o mi tía ante este deseo prohibido.
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Espero que les haya gustado el capítulo y gracias por el apoyo.
Capítulo 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/4485799/Secretos-en-la-familia-Capitulo-l.html
Capítulo anterior: http://www.poringa.net/posts/relatos/4504265/Secretos-en-la-familia-Capitulo-lll.html
Quería seguir hablando con Tomás, por fin estaba llegando a los eventos más tétricos para mí, pero el tiempo no era nuestro aliado. Amablemente se ofreció a llevarme a mí casa, durante el trayecto lo noté algo inquieto, más cuando estábamos llegando por donde vivía. Al aparcarse suspira, mientras yo me quitaba el cinturón de seguridad, él miraba de reojo a la entrada como si esperada que nadie abriera. Quise preguntarle la razón de su nerviosismo, sin embargo, me daba cierta vergüenza.
Bajo del coche y me despido de mi psicólogo que había sido una gran ayuda para ese día, al ir caminando por el patio, escuchó la voz de Tomás, –“Ey, Bruno, dejaste tu celular”- me dijo, bajándose de su auto para ir a entregármelo. Cuando él estaba a unos centímetros de pasármelo, la puerta de mi casa se abre, era mamá, la cual solo vestía con una bata de noche en ese instante. El rostro perplejo de mi madre se transformó en alegría pura, pensé que me iba a ir a abrazar, ya que regresaba después de estar unos días en el apartamento de mi tía y otros cuantos en la casa de Eduardo.
No obstante, mi madre no estaba contenta por mi retorno, sino más bien por ver a mi psicólogo. –“Guao, Tomás, ¿cuánto tiempo?”- expresó ella con total confianza, mientras veía que ese hombre cerrar los ojos afligido. Empezaba a comprender el porqué estaba tan tenso en el coche. –“Hola Isidora”- respondió de mala gana, en ese instante Emma se allega, la cual queda mirando detenidamente a Tomás, –“¿Y esta hermosa sorpresa a qué se debe?”- consultó mamá abrazándome el brazo izquierdo.
Tomás: A nada, encontré a este muchacho caminando solo por la calle y le di un aventón, simplemente.
Isidora: Vaya, parece que el destino ha querido que nos volvamos a ver.
Manifestó ella sonriéndole a Tomás y de forma descarada abría su bata para que ese hombre pudiera ver sus tetas. Él se dio vuelta y levantando su mano derecha dijo adiós. Si el hecho de que él y mi madre se conocieran ya me era confuso, su actitud fría con ella lo era aún más, ya que mamá en cambio parecía estar derritiéndose por él. Al entrar, oí a mi hermana burlarse de mi psicólogo, argumentando que lucía como un geek, entonces mamá saltó a defensa de él.
–“Ay hija, si conocieras a Tomás, te darías que es muy maravilloso”- comentó, soltando un suspiro de enamorada. –“¿En serio? Porque a mí me pareció que era uno de esos cerebritos raros”- replicó la otra, –“Uufff, estoy segura que cambiarias de opinión si vieras su mayor fortaleza”- enunció riendo coquetamente, la cara de Emma cambio a una intrigada y le preguntó a mi madre en qué trabajaba Tomás, ella le dijo que era psicólogo, mientras yo me dirigía a mi cuarto y colocaba el cerrojo. Antes de acostarme en mi cama, mire por la ventana, con la leve esperanza de ver a la chica de al lado, sin embargo, seguía sin tener rastro de ella.
Al otro día, me encontraba frustrado y molesto con Tomás, porque pensé que era una persona honesta y me salía que era un conocido de mi madre, era imposible no pensar que quizás ellos dos tenían algo y que solo estaba siendo un maldito juguete de ese hombre. Al llegar a la consulta, me encuentro que él estaba con Emma, todo parecía un maldito chiste. –“¿Bruno? ¿Tú qué haces acá?”- interpeló la muy desvergonzada, –¿Tú qué haces acá Emma?- le respondí enojado y mirando serio a Tomás.
Tomás: Lo mismo me estaba preguntando, ¿qué carajos hace tu hermana aquí Bruno?
Emma: ¿Tú te estás atendiendo con él?
Preguntó mirándome fijamente, antes de que respondiera, Tomás le pide a mi hermana que espere afuera, que no tenía hora agendada con él y no la podía atender en ese momento. Emma se quería rehusar, no obstante, con ver la cara molesta del psicólogo prefirió salir. Él se levanta de su asiento y con las manos en sus bolsillos suspira, –“¿le dijiste que soy psicólogo y en dónde trabajo a tu hermana?”- expresó en un tono irritado, –¿Qué? No, yo no le dije nada, fue mi madre. Que por cierto, ¿cómo tú la conoces?- interrogué.
Ante su silencio, continué –¿Acaso tú y ella tienen algo? ¿Lo de ayer solo fue una maldita mentira más? ¿Por qué mierda no me dijiste que se conocían?-, él movió ligeramente su cabeza y luego acomodó sus lentes. –“Conozco a tu mamá y a tu tía desde que eran niñas, porque fuimos vecinos. De hecho Vicky fue mi compañera de clases desde que era un chavalito hasta salir del colegio, ella se burlaba de mí y me humillaba siempre que podía, Isidora en cambio era más dulce pero posesiva”- contestó él.
Yo reí al escuchar esa respuesta, –¿En serio esperas que me trague esa historia?- le dije serio, –“Puedes creerme o no, sin embargo, cuando yo tenía tu edad, era muy parecido a ti, por eso quiero ayudarte”- me respondió mirándome a los ojos. –No te creo y no voy hablar más contigo, solo vine aquí para ver si eras honesto conmigo, pero eres un mentiroso como todos- exclamé cabreado y dándole la espalda. –“De todas maneras yo ya no iba a atenderte”- comentó.
Yo: ¿Cómo? ¿Me ibas a abonar simplemente? ¿Qué clase de profesional eres?
Tomás: (Suspiró) Después de lo de anoche, preví que no ibas a querer hablar más conmigo e ibas a dudar de mi palabra, por eso le pedí personalmente a mi esposa que tome tu caso y te ayude.
Yo: ¿Tu esposa? Tienes el descaro de usar a tu mujer, para que atienda al hijo de tu amante.
Tomás: April, pasa por favor.
Afirmó ignorando mi última declaración, aunque yo en vez de molestarme quedé descolocado al oír ese nombre. Mire hacía la entrada y veo como esa mujer rubia se asoma. Con solo ver su cara quedé embobado, su sonrisita angelical y sus ojos azules me atrapaban. Jamás imaginé que la volvería a ver, ella se acercó al hombre y tomándolo del brazo, apoyó su cabeza en su hombro.
April: ¿En serio crees que mi marido me es infiel?
Preguntó inocentemente, para luego soltar una carcajada y darle un beso a su esposo. –“No te preocupes, yo me encargo amor, tú por mientras ve a esa chica que está allá fuera, quizás puedes ayudarla. Ya sabes, con una terapia especial”- comentó, comprendí en ese breve minuto que Tomás le era fiel a su mujer, es decir, ¿quién podría engañar a esa hembra? Solo un estúpido, lo haría. Él se retiró y yo me quedé a solas con esa madura, mi corazón latía de forma muy agitada.
April: Bruno, es una agradable sorpresa volverte a ver, espero que no te moleste que te atienda yo y que me haya tomado la libertad de leer todos los apuntes de mi esposo sobre tu caso.
Yo: N-no… Cl-cl-claro que no.
April: Bien, así puedes seguir relatando desde el punto en qué te quedaste. Ah y mi Tommy no miente, ¿ok? Él quiere ayudarte, de otra manera no hubiera recurrido a mí, teniendo en cuenta que ya no trabajo aquí y estoy muy ocupada en la universidad.
La voz de esa mujer me parecía una dulce melodía, aunque no era la primera vez que la veía, todavía no era capaz de asimilar que existiera una mujer tan perfecta, lo peor es que me la imagina desnuda, para poder delinear su espectacular cuerpo. Ella se mostró algo desazonada porque no hablaba y es que no era porque yo no le tuviera confianza, al contrario al igual que su marido, me daba seguridad de hablar, la única diferencia es que me sentía embriagado por su hermosura, que el habla no me salía, sin embargo, finalmente logré calmarme.
Retornando a ese instante en donde volvía a casa tras haber pasado la tarde con Agustina, veía como en la mesa, además de mi familia, había un invitado más, que era Jorge. Como había dicho anteriormente, mi primo era muy atento con mamá, a tal grado que siempre que la veía le tiraba piropos, resaltaba su belleza y la buena persona que era. En los abrazos que se daban, él buscaba poder apoyar su cara entre las tetas de mi madre y tocar su trasero.
Tal vez era muy similar a Pedro, pero la gran diferencia del porqué él me simpatizaba y no ese otro gilipollas, se debía a que mi primo veía a mi mamá como la mujer de sus sueños, además de que su madre abandonó a mi tío, cuando Jorge apenas era un niño, así que ese apegó maternal lo buscaba en mi madre. Aunque claro, mi tío también encontró pareja hace poco, una mujer bastante bella y amorosa, a pesar de haber tenido 3 niñas, luce increíble. En cambio Pedro simplemente la mencionaba para molestarme y la llamaba puta, además de observarla como un depravado para provocarme.
Jorge: Oh, miren quien viene recién llegando, no es nada menos que mi primo favorito.
Señaló Jorge en un tono bromista, mientras se colocaba de pie e iba a abrazarme.
Yo: Hola Jorge.
Jorge: Uuuyy… Parece que no andas muy alegre hoy.
Yo: No, no es eso, solo que no esperaba verte por aquí para serte sincero, así que disculpa si te parezco frio.
Jorge: (Ríe) Solo estoy bromeando hombre, aunque lo que no es broma, es que hayas llegado tarde para sentarte a cenar, sabes lo que significa eso ¿verdad?
Yo: Sí, que tú ganaste.
Jorge: Exacto, estás en lo correcto y por eso voy a cobrar mi premio ahora mismo.
Los premios de esas tontas competencias eran abrazos de mi mamá, Jorge se acercó a ella, mamá ya acostumbrada a las boberías de mi primo, abre los brazos para darle el abrazo que había ganado. Ver como él enterraba su cara en los senos de mi madre y sus manos recorrían su espalda hasta llegar a la cola de ella, me causó enojo, ya que a mi cabeza se le vino aquel mensaje en donde salía mi madre y la afirmación “Ella será la próxima”.
Molestó me acerqué a ellos y tomé el brazo de mi primo, el cual jalé y le dije, –Por cierto Jorge, tengo que hablar algo contigo, que te parece que comamos y luego vayamos a mi cuarto para discutir sobre ese tema-, –“Cla-claro”- balbuceó desconcertado, durante la cena, mis ojos no se apartaban de Emma, observaba cada movimiento que hacía. Aquella imagen en donde le devoraba la boca a ese maduro se me cruzaba por la cabeza una y otra vez.
Antes de ese momento aún veía a mi hermana como una tierna chica, pero al parecer Agustina tenía razón, ella solo se hacía la mojigata, –¿Quién es ese hombre?- me preguntaba. Emma comenzó a darse cuenta de que mis ojos estaban sobre ella, pero en vez de incomodarse, parecía estar feliz, regalándome sonrisas. Quería hablar con mi hermana, no obstante, cuando me gire para ver a mamá por un instante, ahí estaba Jorge apegado a ella.
Un sentimiento de molestia volvía a florecer en mi interior, así que dejé lo de Emma para después, primero tenía que hablar seriamente con mi primo. Tocando su hombro y con un tono serio le dije, –Bien, vamos a hablar ahora- él suspiro, no quería apartarse de mi madre, sin embargo, no tuvo otra opción más que hacerlo. Subimos al segundo piso y nos metimos a mi cuarto, cerré la puerta y sin rodeos le dije, –¿Cuáles son tus intenciones con mi mamá?-
Jorge: ¿Q-qu… Qué? ¿De qué hablas?
Me preguntó nervioso, yo me aproximé donde él y lo acorralé en la pared.
Yo: Vamos primito, dejémonos de juegos y seamos sinceros. (Suspiro) Yo sé que te gusta mi mamá, hace mucho que lo sé, porque es muy evidente, sin embargo, no dije nada, ya que pensé que eso se te pasaría cuando conocieras a una chica de tu edad u otra persona que te enloqueciera como a mí me pasa.
Jorge: (Confundido) A… A ti, ¿te gusta tu mamá?
No me esperaba esa pregunta y de seguro mi rostro me delató, siempre he sido un pésimo negociador, ya que suelo decir más información, aun cuando no suelo ser muy abierto con los demás.
Yo: Aquí el que hace las preguntas soy yo y tú eres el que responde, así que dime ¿qué mierda quieres de mi madre? O mejor, contéstame si fuiste tú, ¿quién me envió este mensaje? Ya que curiosamente, lo recibí hace unos días atrás y hoy apareces tú babeando por mi mamá.
Jorge miró mi celular perplejo, al observar la fotografía y el mensaje, –“¿Pero qué mierda?”- expresó completamente abrumado. Su reacción me dejo claro que él no había sido, me aparté de él y me senté en mi cama, por una parte, me sentía aliviado de que Jorge no fuera quien me envió ese mensaje, por otra, estaba frustrado, porque seguía sin saber quién podía ser ese idiota. Aunque mis sospechosos se reducían y el que más destacaba entre ellos era Pedro, pero sabía que aunque fuese él, me lo iba a negar si no tenía pruebas con las que iba a desenmascararlo.
Mi primo se encontraba tan preocupado como yo lo estaba, ninguno dijo nada, hasta que él rompió el hielo para ofrecerme su ayuda, para proteger a mamá y averiguar quién era el responsable de ese mensaje. Sus palabras eran positivas para mí, eso iba a alivianar muchas de mis tareas con las que estaba cargando. Le agradecí y cuando estaba abrazándolo, tocaron la puerta, era mi mamá, quien llegó a mi cuarto con un colchón y unas cobijas. Aquello sería la cama Jorge por esa noche y los días que se quedara en casa, ella se colocó a hacerla y nosotros embobados la mirábamos.
Fui sintiendo como mi tranca se levantaba levemente, después de que Agustina me haya drenado a mamadas, nervioso para que mi madre no viera mi erección, me tape con lo primero que encontré. Jorge por otro lado, no reacciono y cuando mamá se dio vuelta, él parecía una estatua, ella notó el bulto que sobresalía en su pantalón. Mi madre se quedó en silencio, no obstante, sus ojos no se apartaron de la entrepierna de mi primo, aquello me molestó, por lo que le dije a mamá que papá lo llamaba, –“¿Ah?”- expresó ella sin dejar de observar ese pene duro, –Papá te está llamando- le repetí, colocándome delante de Jorge.
–“Aaaahh, ya”- dijo escuetamente, tratando de ver el miembro de mi primo por última vez, yo evite que lo hiciera y la acompañe hasta la salida. Me acerqué a Jorge y le di un golpe para que reaccionada, él parecía no darse cuenta de todo lo que había sucedido, simplemente se recostó para dormir. Me desperté por la madrugada, tras soñar que mi madre le hacia una paja con sus tetas a mi primo, sudando me levanté para ir a tomar agua, cuando caminaba por el pasillo, escuché unos ligeros gemidos que me llamaron la atención, provenían de la habitación donde mi tía se estaba quedando.
Intrigado me aproxime, para mi sorpresa el cuarto estaba con la puerta entreabierta, me asome para ver lo que sucedía adentro de esa habitación. Me quedé maravillado con la imagen con la que me encontré, mi tía Victoria estaba jugando con su cuerpo, auto complaciéndose, como una ninfómana que nada la satisfacía. Observe como se metía aquel consolador en su chocho maduro y de sus labios se podía escuchar –“Oohh, Edu… Edu… Eduardoooo… Da-da-dale, amor a tu pervertida ex”- así siguió hasta que llegó a su límite y finalmente experimentaba un orgasmo.
Aquella escena erótica parecía ser parte de un morboso y hermoso sueño, paralizado vi cómo Vicky dirigió su mirada hacía mí. Cuando nuestros ojos se conectaron, sentí un terror porque pensé que mi tía se iba a molestar. No obstante, en su rostro agitado se le trazó una sonrisilla pícara, al verla me relajé. –“Brunito, ¿qué haces ahí parado?”- preguntó allegándose a mí. –“Na-nada tía… So-solo iba al baño”- tartamudeé viendo ese sexy cuerpo al lado mío.
Vicky: Ya veo, ibas al baño cuando escuchaste gritar a tu tía y te preocupaste.
Yo: A-así es…
Balbuceé mirando sus tetazas y mordiendo mis labios.
Vicky: Si tu madre nos viera así, estoy seguro que pegaría un grito.
Expresó riendo, luego me tomó de la mano y me hizo pasar a su habitación, yo no sabía que iba ocurrir en ese lugar, pero todas mis ideas pervertidas se esfumarían cuando ella se coloca un camisón tapando así su atractiva figura. Mi rostro debió ser de decepción ya que ella entre risas me consultó si estaba desilusionado, yo evité hacer algún comentario. Victoria se sentó en la cama y me invitó a hacer lo mismo, ella a diferencia de otras ocasiones se veía más madura.
El silencio reinó por unos minutos, en donde yo no sabía qué expresar, ella suspiró y mirando al piso me confesó que buscaba este momento a solas, porque quería desahogar su tristeza conmigo. Abrazándome fuerte, fue soltando unas lágrimas, era la primera vez que veía a mi tía llorar, nunca antes la había visto tan quebrada. –“Bruno, sé que para ti solo soy una puta que se folla todo lo que tenga un paquete, pero mi niño, ya deje de ser esa o lo intenté, porque caí en la tentación y perdí al hombre más bueno que he conocido”-
Las declaraciones de mi tía me eran impactante, si verla llorar era algo que no me esperaba, que lo hiciera por un hombre, mucho menos. Acogiéndola entre mis brazos y pasando mi mano por su espalda le susurraba que yo no la veía como una puta, ella sin soltarme, siguió llorando, añadiendo que le recordaba a su ex prometido por lo amable que era. –“Nunca pensé que separarme de Eduardo resultaría tan doloroso y aunque finjo estar feliz como siempre, por dentro lloro desgarradamente”-
Yo: Tía, puedes llorar en mis brazos todo lo que quieras, hasta que sientas que has botado la última lágrima.
Le murmuré y ella se aferró más a mí, así pasamos la madrugada hasta quedarnos dormidos. En la mañana siguiente nos despertamos entre gritos, era mi mamá, quien estaba irritara por vernos abrazados en la misma cama, –“¡Bruno! ¡Vicky! ¡¿Qué hacen durmiendo juntos?!”- expresó. Ambos abriendo los ojos asustados, nos separamos automáticamente, mi tía sin decir ninguna palabra se levanta, yo miré a mamá, la que se me acercó para regañarme.
Pero justo antes de que me sermoneé por una hora, la chica de al lado llegaba a mi rescate. Asomándose por la puerta sonrió, tomándome de la mano me sacó de ahí, al ir por el pasillo corriendo, escuchábamos los gritos de mamá, ella solo reía y su brillante sonrisa se me contagiaba. Al ir saliendo, nos cruzamos con Jorge, que quedó con los ojos como un par de platos y la boca abierta al apreciar a mi vecina y no lo culpo, porque Agustina resaltaba en las miradas de todos cuando quería presumir su figura.
Cuando estábamos afuera, esa joven rubia seguía carcajeando y soltando mi mano me dice que suba al coche rojo que estaba aparcado justo en frente de nosotros. Lo hice totalmente cegado, olvidando que todavía andaba en pijama y no tenía zapatos, antes de que ella arrancada, escuché mi nombre y alcancé a ver que mamá aparecía en la entrada, completamente descojonada. Era la primera vez que estaba desobedeciendo a mi madre y la adrenalina del momento, me hizo hacerme sentir vivo.
Sin preguntarle a dónde íbamos, solo me acomodé en el asiento y en mi rostro florecía una sonrisa, olvidarme por un momento de todos los secretos y mentiras de mi familia, era algo que necesitaba y Agustina lo sabía. No dije nada, hasta que ella en una calle paró porque estaba en rojo y mientras esperábamos, comenzó a desvestirse. –A- Agustina, ¿q-qué haces?- le pregunté sin dejar de admirar su cuerpo. –“Me voy a colocar algo más cómodo, algo que sea ideal para el lugar a donde vamos”- murmuró.
Sé que debí interpelarla y averiguar a donde me llevaba, no obstante, estaba hipnotizado con su figura. Esas curvas me provocaban para que las tocaran, sin embargo, logré mantener la calma, más que nada porque había cambiado a luz verde y los de atrás de nosotros comenzaban a tocar sus bocinas para que avancemos. –A-Agus… Tina… De-de-debemos avanzar- le dije tartamudeando, –“Diablos, ¿no quieres conducir tú?”- contestó riendo con malicia y mirando el bulto que se me había formado.
Yo: ¿Y-yo? (Apuntándome con mi dedo) Nu-nu-nunca he manejado
Agustina: Bueno Brunito, siempre hay una primera vez y lo harás conmigo. Descuida prometo ser muy buena maestra.
Declaró rasgando con sus uñas mi entrepierna y acercándose a mí. Ella estaba prácticamente encima de mí, haciendo que piense en sexo, pero cuando mis labios se le acercaban, ella se movió y empujándome me saca del asiento de copiloto. –“Tranquilo Bruno, manejar no es tan difícil como te imaginas, confía en mí. Toma el volante y pisa el acelerador suavemente tal como cuando tocas mi vagina”- afirmó como si aquello realmente fuera algo sencillo.
Mis manos temblaban y a pesar de aquello tomé el volante, suspiré pero al igual que pasó cuando salí de mi casa por la ventana, cerré los ojos tontamente. Ella me detuvo y acariciando mi rostro me besó, sentir su lengua jugando con la mía, hizo que todos los nervios y miedos que tenía, desaparecieran. Dejando de estar tenso, acariciaba esa espalda desnuda y disfrutaba de ese momento, el tiempo dejó de ser importante para mí como el ruido del exterior, solo escuchaba el sonido de nuestras bocas comiéndose.
Eso hasta que Agustina separa su boca de la mía, entonces fui recuperando lo auditivo poco a poco, hasta que logré percibir que alguien golpeaba el vidrio del coche. Al voltearme vi que era un tipo de aproximadamente 30 años, vestido de traje y que reflejaba enojo en su rostro, pero que rápidamente cambiaría al ver a mi vecina. Ella bajó un poco el ventana y con una sonrisa picarona dijo, –“Perdone, le estoy dando lecciones de conducir a mi novio y se colocó muy nervioso, para relajarlo decidí darle algo que le encanta, pero ahora avanzamos”-
El tipo no fue capaz de modular alguna palabra, solo se limitó a mover su cabeza de arriba abajo, para luego retirarse. Ella me miró fijamente mientras se relamía los labios, –“Eso fue intenso y divertido, pero es mejor que te muevas y te aparques en un sector hasta que yo pueda retomar la conducción”- me murmuró apretando mis labios con los suyos. Era una locura pensar que yo iba a manejar, sin embargo, ella me transmitía seguridad, algo que nadie lo hacía, ni siquiera mi madre.
Soltando un suspiro, hice caso absoluto a todo lo que me decía Agustina, hasta solté una pequeña risilla al estar manejando, para la mayoría eso tal vez no tenía ninguna importancia, para mí, era un logró y una locura. Al llegar a una zona en donde podía estacionarme, mi vecina me felicitó por lo que había hecho, –“Tal vez para tu madre sea una mala influencia, pero conmigo has experimentado cosas nuevas y a mí me encanta hacer que salgas de ese círculo en el que has crecido”- añadió.
Agustina se cambió, colocándose un traje de baño de una pieza color blanco y unas mallas del mismo color, lo llamativo de aquel traje era su tela, la cual era delgada y se notaba sus pezones y estaba seguro que apenas se sumergiera en el agua, se vería su cuerpo. A pesar de eso no me atreví a decir algo, ella coqueta se allegó y colocando sus manos sobre mi pecho, sin que reaccionada mi vecina me mordió la oreja y en un murmulló me preguntó, ¿cómo lucia?, a lo que de manera inmediata respondí que se veía hermosa.
Ella sonrió y me dijo que intercambiemos de puestos, esa chica me tenía nervioso y mi pene no dejaba de estar duro. Al tomar el volante, mi vecina me afirmó que me llevaría a un lugar donde disfrutaríamos. Yo seguía sin saber a dónde nos dirigíamos, no obstante, preferí dejarme sorprender, Agustina tomó rumbo a un sector que para mí era desconocido, donde precisamente destacaban unas mansiones. Mi vecina se estacionó en una de esas viviendas.
Bajándose me invita a seguirla, yo lo hice porque pensé iríamos alguna parte cerca, jamás me imaginé que Agustina se iba a meter dentro del patio. Dudé en seguirla y hasta le consulté ¿qué carajos estaba haciendo?, ella solo rio y con sus manos me indicaba que la siguiera. Yo no quería hacerlo, pero bastó que me sonriera y me mirada con su cara de traviesa, para que idiotamente fuera tras ella. Al ir acercándome donde mi vecina, la vi moviendo la manilla, imagine que intentaba abrir la puerta, lo cual era imposible sin la llave, sin embargo, ella lo hizo.
Agustina: Un truquillo que aprendí de papá. Que sea policía me ha ayudado bastante, ¿sabes?
Expresó, yo no contesté nada y solo la seguí, en verdad era una casa enorme, había bastantes cuadros, jarrones refinados y sobresalían unas lámparas gigantes, era como estar en un palacio. Agustina siguió explorando ese lugar hasta que llegamos a un balcón, en donde se detuvo a mirar todo alrededor. Yo al aproximarme y entonces me percaté que en esa casa había un perro enorme y poco amigable, en la parte del jardín, que estaba durmiendo, no me quería imaginar lo que nos pudo pasar si esa bestia hubiera estado despierta.
–“Creo que ya es momento de empezar a jugar”- dijo mi vecina, dándose vuelta y mirándome fijamente, –“¿Qué?”- exclamé flipando, ella saborea sus labios y veo que en sus manos tenía un envase de lubricante en gel, sin quitarme los ojos de encima, lo abrió y se fue vertiendo aquel liquido en su cuerpo. Yo alucinando veía como bañaba su figura entera en lubricante, se lo pasaba por sus brazos, sus piernas y encima de ese traje de baño, logrando así ver a través de la tela, sus tetas y coño.
–“A… Agus…”- balbuceé tragando mi saliva, ella con sus manos aceitosas me tocó la camiseta, para quitármela. Lo dejaba en el suelo y con sus dedos recorrió mi torso, hasta llegar al pantalón y de un tirón me lo bajó completo. Mi verga que estaba erguida, saltó como un resorte y mi vecina al verla la tomó entre sus manos, lubricándomela con un suave masaje. Yo me quedé quieto como una estatua, porque no era capaz de mover un musculo, solo contemplar el jugueteo de mi vecina.
En su mirada podía contemplar el deseo, se derretía por divertirse conmigo, lo que me causaba un pequeño dilema y me preguntaba si en verdad yo era más que un muñeco para esa chica. Ella suelta mi miembro y se muerde el labio inferior, extendiendo su espalda, levanta su culo, lleva sus dos manos aún aceitosas, abriendo cada glúteo y me invita a que la examine. Lo que me dejó desconcertado, más aún al darme cuenta que mi vecina tenía un plug anal, que relucía por su forma de corazón.
Yo: A-Ag-Agustina…
Agustina: ¿Qué pasa? No me digas que te vas a colocar ahora tímido, si ya has jugado con mi culito antes, bobito. Solo se gentil como siempre.
Dijo meneando su cola de lado a lado, me resultaba increíble pensar que esa chica llevaba puesto eso desde que me fue a buscar a mi casa y nunca se le notó incomoda. Teniendo en cuenta que para mí un sujeto ignorante en la sexualidad, los juguetes sexuales le parecían desagradable porque pensaba que lastimaban más que dar placer. No obstante, en ese instante comprobaba que no era así, ya que Agustina parecía bastante cómoda y feliz con ese plug.
Nervioso fui retirando la tela que tapaba esa rajita y se entrometía para sacar ese tapón, apenas lo hice me embadurné los dedos con lubricante. Antes que tocada aquel juguete con mi mano, ella suspirando me dice, –“Me harías el favor de quitármelo con tu boca”-, esa declaración me dejó más descolocado de lo que ya estaba y ante mi silencio, ella me pidió que me recostada en el suelo, algo que hice dentro de mi ansiedad que me estaba consumiendo.
Ella se colocó encima de mí y tenía ese culito prácticamente a unos centímetros de mi boca. Agustina fue engullendo mi polla dentro de su garganta, sentir como sus labios envolvían mi tronco y su lengua traviesa se divertía, era fantástico y gemí muy fuerte. Mi vecina se sacó mi tranca de su boca y jocosa afirmó, –“Si que disfrutas de mis mamadas, chico de al lado”-, entonces me sentí en la obligación de complacerla e impulsado por la lujuria, mordí ese plug y lentamente fui sacándolo de su ajustado orificio.
Escuchaba sus chillidos y sentía como sus uñas se clavaban entre mi piel para sujetarse mientras yo le iba sacando ese tapón. Todo eso me encendía más y más, al ver que tenía un círculo perfecto delante de mis ojos, supe que ya había sacado ese juguetito. A la vez que ella se volteaba a verme, yo daba vuelta ese plug y saboreaba la parte que había estado dentro de ese hoyito, como si de un chupete se tratada. –“Eres muy guarro”- expresó mi bella vecina al verme.
Pero no podía evitarlo, todo lo de ella me resultaba irresistible para no probar, porque su sabor era a miel combinada con un exótico gusto que me enloquecía. Agustina sonrió, me pidió que le follada el ano con ese tapón y le comiera el coño mientras ella se tragaba mi miembro, aquello me pareció un estupendo trato. Pasaba mi lengua por alrededor de esa vulva mojada, acariciaba esos labios y algunas veces los mordisqueaba, todo eso, mientras con una de mis manos tenía abierta sus nalgas y con la otra, la penetraba con el plug.
Agustina comenzó a tiritar por todo el placer que estaba recibiendo, aun así no dejó de comer mi pene, lo que se sentía muy delicioso. Bufando fui acelerando mi respiración y ya solo me limitaba a jugar con ese clítoris y en vez en cuando le retiraba el tapón para volver a clavárselo. Tras unos minutos en esas condiciones, comencé a eyacular dentro de la boca de mi vecina y ella al sentir mis chorros de semen, automáticamente liberó sus jugos. Agotados nos quedamos tendido en ese suelo, recuperando nuestras energías.
Aquello no duraría por mucho, pues sentimos unas voces, la que fue más clara cuando se acercaron dónde estaba al perro. Eran los dueños y cuando me asome a verlos, me di cuenta que los conocía, por lo menos en fotos, ya que eran los padres de Eduardo, el ex de mi tía Victoria. –“No jodas”- susurré, ya que tenía entendido que esa pareja, eran bastantes agrios y pocos amigables, lo más seguro es que me iban a tirar a ese perro encima.
El hombre discutía con su mujer, sobre el coche que estaba aparcado en frente de su casa, el corazón se me acelero, más cuando ellos entraron a la casa. Mientras yo me ahogaba en el miedo, Agustina se levantó y tomo mi ropa la cual tiró donde estaba esa bestia. –“¿Qué haces?”- le murmuré con exasperación, ella me dijo que si no quería meterme en líos debía seguirla ciegamente, lo que me resultó irónico porque precisamente estábamos en ese problema, porque la seguí sin cuestionamientos.
Ella se deslizó con maestría hasta el sector de abajo, mientras yo, torpemente fui haciendo ruido, lo que provocó que el perro se despertada y cuando quería tomar mi ropa, aquel can empezó a mostrar sus dientes afilados. El terror recorrió por todo mi cuerpo, entretanto, Agustina ya se había ido corriendo al vehículo y me esperaba en él. Luego de unos segundos, decidí dejar mi pijama ahí e irme corriendo desnudo, para salvar mi vida de esa bestia que iba tras mío ladrando.
Al subirme al coche, Agustina soltó una carcajada y emprendió rumbo, yo todavía atemorizado, sentía que el corazón se me salía. Logré tranquilizarme, cuando ya estábamos bastante lejos de ese sitio, entonces miré a mi vecina y la recriminé por la situación que me había puesto, ella allegando sus labios, me dijo que lo había disfrutado mucho. Me quedé callado, Agustina se estacionó en una tienda de ropa en donde ella sola pasó a comprarme algo.
Hasta ese momento todo parecía normal, no obstante, esos misterios que me agobiaban volverían a torturarme después de que mi vecina regresada con ropa y yo me vistiera en el auto. Resulta que al terminar de colocarme la camiseta veo a Emma caminando por la calle, por el horario recién en el colegio estaríamos almorzando, ¿por qué mi hermana no estaba en clases? Me pregunté, entonces recordé que ella ya había salido antes por ese horario, así que automáticamente sin decirle nada a Agustina, me bajé y me fui tras Emma.
Pendiente de cada movimiento de mi hermana, la seguía como un acosador sin que ella notara mi presencia. Sentía que cada metro que avanzaba, era un peldaño más que bajaba hacia el infierno, ella se quedó quieta, en el estacionamiento de la empresa en donde papá trabajaba, me pregunté, porqué estaba ahí, hasta que finalmente tuve la respuesta. Su amante, aquel maduro con el que la había visto la noche anterior, también trabajaba ahí, aunque él a diferencia de mi padre y los demás empleados, parecía ser alguien sofisticado. Ellos miraron a su alrededor y al no ver que nadie los observaba, caminaron al coche de él.
Dentro del vehículo, ella no pudo controlar más sus impulsos y lo besó, él se separó de ella, miró por todos lados, estaba muy preocupado de que nadie los viera, luego de una breve discusión, ellos tomaron rumbo a su nuevo destino. Trate de seguirlos, por lo menos tener una idea por donde irían, mientras tomaba un taxi, pero justo en ese instante, papá se me cruzó por el camino. Él iba acompañado de una chica muy buenamoza y la actitud de ambos era de mucha complicidad, lo que me descolocó. Ella era esbelta, de cabello castaño y aproximadamente le calculé unos 25 años.
Papá al verme se puso muy nervioso y la tipa quedó desconcertada por el cambio repentino en él. –“Hi-hijo… Tú… Tú… ¿Tú qué haces acá?”- me preguntó temblando entero, ella me miro detenidamente y sonrió de forma inmediata, –“¿Tú eres Bruno?”- dijo sin sacarme los ojos de encima, yo le respondí que sí, para luego contestarle a papá, –Estaba comprando por aquí cerca algo para mamá, ya sabes por su aniversario, pero no me diste lo suficiente, así que vine a esperarte para que me pase lo que falta- papá tenía un rostro de aterrado, sabía que todo era mentira, sin embargo, tenía que seguirme el juego.
–“¿Aniversario?”- dijo la tipa de forma irónica, mirando a mi padre, él sin decir algo al respecto, sacó efectivo y me lo dio. –Bueno, nos vemos en casa, papá- le dije mientras empuñaba el dinero. No obstante, cuando iba a irme del lugar, ella se colocó delante de mí, juguetonamente puso su dedo índice en mis labios y murmuró, –“Espera un minuto, Brunito, me gustaría hablar un momentito contigo”-. Yo miré a mi padre, que no sabía qué hacer, ella acarició mis mejillas y suavemente afirmó, –“He oído que eres muy bueno pintando, ¿podrías hacer uno para mí?”-
Yo: Sí, eso me han dicho, aunque también hay alguien que cree que es algo para mujeres.
Señalé, echándole una corta mirada a papá, la tipa se acercaba aún más a mí, sonriendo y haciendo contacto fijo con mis ojos, afirmó, –“Bueno, para mí es algo lindo, además eres un chiquillo muy atractivo”- dejándome influenciar por el momento, tomé de la cintura a esa mujer y le dije –¿Ah, sí? Pues yo también te encuentro muy hermosa- solo para fastidiar a mi padre. –“¿En serio?, entonces ¿te gustaría pintarme?”- consultó, clavando sus uñas en mi pecho, –Claro preciosa, solo dime el día, la hora y tu dirección para que vaya a pintarte- comenté.
Aunque todo inició como un juego para mí, para hacer enojar a papá y mostrar lo zorra que era su posible amante, me había excitado con esa perra, mi verga golpeaba su vientre y estaba ansiando poder hacer algo más con ella. –“Me parece perfecto”- susurró con su sonrisita coqueta, fue entonces que papá me confirmaba de manera indirecta que esa tipa era alguien más que una simple colega de trabajo, pues de no haber algo entre ellos, mi padre, no nos hubiera interrumpido y tampoco se mostraría celoso, al contrario, debió estar feliz por seguir su ejemplo.
Daniel: Ya basta Camila, deja tranquilo a mi hijo.
Afirmó enojado, ella no dejaba de observarme y yo cada vez estaba más engatusado por sus ojos. Además, podía apreciar mejor el escote divino de su vestido, entendía porque papá le era infiel a mamá con esa tipa, es decir, no era alguien que físicamente fuera inferior a mi madre, aunque yo en su lugar, obviamente no cambiaría a una hembra como mi mamá por una jovencita. Él desesperado para evitar que siguiéramos coqueteando se coloca delante de ella y me dice que me vaya a comprar, Camila buscaba algo de mí o sacarle celos a mi padre, ya que camino hasta su coche y mientras se subía me dijo –“¿Te llevo?”-
Yo sonreí y me acercaba donde ella, no obstante, papá una vez más me detuvo, agarrándome del brazo, le da las gracias a su colega y le dice que él iba a llevarme a comprar. Subimos al automóvil y ninguno dijo algo al respecto, fuimos a la tienda y compramos unas joyas, las cuales no fueron para nada baratas, aun así él las compró sin colocar excusas. Durante el trayecto lo único que mi padre expresó, –“Con la rubia ya me habías convencido que te interesaban las mujeres, así que por favor, no ligues con Camila”-, yo no quise contestarle, pero me causo risa lo sin vergüenza que era.
Cuando llegamos a la casa, mamá no estaba, había salido a comprar algo con mi tía, Jorge rápidamente noto extraño a mi padre, pues don Daniel en vez de saludar a su sobrino, pasó de él y se fue directo a su dormitorio. –“¿Le pasa algo a mi tío?”- me consultó mi primo, yo le respondí que tuvimos una pequeña discusión, aunque no era nada grave. Aun cuando mis sospechas de que él tenía una amante se hacían más evidentes, no podía afirmarlo sin tener pruebas que lo demostraran, por lo que tenía que mentir.
Jorge: Por cierto, tú saliste en la mañana con una rubia, ¿quién es esa hermosura?
Yo: Ah, sí… Bueno, ella es… Perdón, tengo que decirle algo a mi padre.
Subí al segundo piso para hablar con mi papá, ya que había recordado lo ocurrido en el estacionamiento con Emma, así que por lógica él debía conocer a ese tipo con el cual Emma estaba saliendo. Al acercarme a su puerta, lo oí hablando por celular, no lograba distinguir muy bien lo que parloteaba, por el murmulló de la televisión que tenía encendida. Lo único que logré escuchar con claridad fue, –“Con mi hijo no Camila, a mi hijo no me lo tocas”- esas palabras me dejaron perplejo. Antes de que pudiera haber procesado esos dichos, mi padre abre la puerta, –“¿Bruno?”- dijo confundido, yo sentí un escalofrío recorrer por mi cuerpo e incomodes aquellos segundos que intercambiábamos miradas.
Yo. (Nervioso) Pa… Pa-pa-papá… Yo…
Daniel: (Suspira) No digas nada hijo, sé que quieres que te expliques lo que paso en el estacionamiento y por qué te quiero lejos de Camila. Quizás la respuesta no sea de tu agrado, pero ella no es de fiar.
Yo: Ok… Te haré caso, no voy a confiar en esa mujer y no voy a hacer preguntas sobre ella, sin embargo, necesito que me prometas que serás honesto conmigo desde ahora en adelante.
Daniel: Lo… Lo prometo…
Yo: Bien, porque quiero que me ayudes con un compañero de trabajo tuyo.
Daniel: (Confundido) ¿Con un compañero de trabajo?
Yo: Sí, solo necesito que me digas su nombre y qué hace en la empresa. Él mide aproximadamente 1.80 como nosotros, es delgado, cabello negro, tez blanca y le calculo unos 35 o 40 años como mucho.
Papá tras oír esa descripción quedó paralizado, –¿Pa...pá?- balbuceé, él me agarró de los brazos desesperado y me dijo, –“¿Cuándo hablaste con Christopher?”-
Yo: Yo… Yo no he hablado con él, papá, solo me llamó la atención cuando estaba esperándote en el estacionamiento.
Daniel: ¿Te llamó la atención?
Yo: Sí, digamos que me dio una mala impresión, que no es alguien de fiar.
Daniel: Y lo es, así que te prohíbo que te acerques a él, como a Camila.
Isidora: ¿Camila? ¿Quién es Camila?
Preguntó mamá, interrumpiendo la conversación que tenía con papá.
Daniel: No es nadie importante amor, solo una arpía que quiere engatusar a nuestro hijo.
Isidora: ¿Qué?
Mamá tan protectora como siempre, me envolvió en un abrazo y me pidió que le hiciera caso a mi padre, él suspiró y luego miró a mi madre.
Daniel: Isi… Aquí tu niñito, me hizo gastarme una pasta enorme por ti.
Mamá seguía protegiéndome entre sus brazos, pero al oír esas palabras me soltó, papá me hizo un gesto para que vaya a buscar el regalo que le habíamos comprado. Bajé a buscarlo y al regresar donde ellos, los vi igual de distante que siempre, parecía que su relación en verdad ya estaba muerta y papá en vez de aprovechar la oportunidad de sorprender a mamá, prefería actuar frio. Ya que cuando le di el paquete a mamá y ella vio las joyas, él señaló, –“Dale las gracias a Bruno, él las escogió”- para después irse al primer piso.
Mamá sonrió y me abrazó, mi corazón brincaba como loco, por haberla hecho feliz. Al bajar al primer piso para que cenemos en familia, nos dimos cuenta de que papá había salido, no le dio ninguna explicación a mi tía ni a mi primo, simplemente se había largado. Aquello me genero más intriga que antes, había muchos misterios aún por resolver, entonces recibí un mensaje de texto de Agustina, la cual me reprochaba por haberla dejado sola en el coche, pero en ese rato quise pasar de mi vecina.
Justo cuando terminamos de comer, Emma llegaba a la casa, ella no dijo nada, aunque sus ojos se centraron en mí. Yo sabía por su mirada que quería que hablemos a solas, así que me levanté de la mesa y junto a ella subimos al segundo piso. Ahí ella me abrió la puerta de su habitación, yo temeroso entré. No habíamos dicho absolutamente ninguna palabra y a pesar de eso sentía el ambiente agobiante, que terminaría cuando mi hermana cierra la puerta y se arrima en mí, besándome igual que lo hacía con ese tal Christopher.
Su pervertida boca me contaminaba con deseos inmorales, quería desvestirla y tirarla en su cama, para hacerla mía, de seguro eso buscaba ella, pero no lo consiguió. Algo de cordura me quedó para evitar caer en su juego, esa cordura quería la verdad, quería saber ¿qué mierda hacía ella con ese tipo?, ¿por qué lo besaba y adónde iban juntos? Sin embargo, Emma juguetona al separarse de mis labios se colocó en cuclillas y me bajó el pantalón.
Tomando entre sus manos mi verga venosa, le da un pequeño beso que me enciende aún más. –“Me has tenido abandonada hermanito, de seguro sigues pidiéndole ayuda a esa rubia buena para nada”- manifestó abriendo su boca y empezando a engullirse mi tronco lentamente. Quería gemir, no obstante, sabía que eso iba a alertar a mamá, temblando ahogaba cualquier suspiro con mis manos. A medida de que mi miembro desaparecía en la boca de mi hermana, la imaginaba haciéndole eso mismo a Christopher.
Su lengua se movía muy similar que la de Agustina, aunque había una diferencia y es que la técnica de mi vecina era superior. –“Uuuff”- fue uno de los jadeos que se me escapo cuando ella apretaba mis huevos entre sus dedos y su lengua envolvía mi tranca entera. Emma no se detuvo hasta hacerme correr dentro de su boca, al recibir toda mi descarga, ella se relamió los labios, asegurando que había sido una deliciosa comida aquel líquido espeso.
Emma: ¿Brunito, quieres satisfacer a tu hermana?
Preguntó, enseñándome su coñito. Yo me quedé desconcertado e incapaz de reaccionar, todo lo contrario de Emma, quien tenía una actitud muy distinta. Ella disminuyo la distancia entre ambos y me empujó al suelo, para colocar su vulva entre mis labios y comenzar a sobarla. –“Vamos hermanito… Cómeme mi chochito”- decía ella con una actitud dominante, yo me negaba abrir mi boca e introducir mi lengua dentro de su vagina, no porque no quisiera, sino que imagina a mi hermana con ese hombre y toda la calentura se me iba, más al pensar que ese tipo pudo haberse corrido dentro de ella y si abría mis labios iba a saborear su semen.
Emma no se detuvo, moviendo sus caderas frenéticamente iniciaba a llegar a su límite, sus gemidos eran tiernos y cachondos, –“Ooohh, mierda…”- susurró, soltando sus jugos. Ella se agachó y rozó sus labios con los míos, pasó su lengua por ellos, saboreando sus propios jugos, me los mordió para que abriera la boca y así ella pudiera besarme. Clavó su lengua y la envolvió con la mía, ya no sentía amor en ella, pero si lujuria, después de aquello, mi hermana sonriendo se fue a recostar en su cama, yo me quedé en el suelo sin mover ni musculo, seguía impactado por lo que había sucedido.
Ella jadeaba en su cama, volteé para mirarla y ahí estaba ella jugando con su vulva, introduciéndose sus delgados y suaves dedos. ¿Qué paso con mi tierna hermana? Era la pregunta que rondaba por mi cabeza, solo veía una ninfómana que necesitaba más y más para estar satisfecha. Un ligero viento se filtró por la ventana que estaba cerrada y recorrió por mi espalda, –“E-E-Emma…”- pronuncié, cayendo en una alucinación. Mi mente perturbada, proyectaba la imagen de mi hermana entre los brazos de Christopher, él le devoraba la boca de manera ardiente, mientras su verga madura atravesaba el joven coño de Emma.
No lograba comprender la razón, pero aquello me excitaba, ver a mi inocente hermana siendo una puta con un maduro, era algo que me provocaba morbo y a la vez una cachondez. Era la misma sensación cuando vi por primera vez el vídeo de Agustina cogiendo con un negro o el de Natacha con un jovencito, mi corazón se aceleraba y mi pene comenzaba a dolerme por lo duro que estaba. No obstante, en vez de arrimarme hacia mi hermana, decidí salir de la habitación, en cada pestañeó veía a Emma hacía algo pervertido, solo logré entrar en razón, tras escuchar la voz de mi tía.
Ella estaba hablando por teléfono pero al verme colgó y me abrazó, sin darse cuenta del bulto que tenía entre mis pantalones. –“Bruno, justo a tiempo, necesito una charla sincera contigo como la de anoche”- me comentó, yo no quise negarme, a pesar de que no estaba en condiciones, porque en mi mente solo imaginaba obscenidades. Nos fuimos a su cuarto en donde vi nuevamente ese rostro deprimente de Vicky que siempre ocultaba en el día.
Vicky: ¿Puedes creer que por subir una foto contigo mis amigas crean que cruce la línea y lo hice con mi propio sobrino?
Expresó molesta.
Vicky: Bueno, no sé de qué me sorprendo, si Soledad y Fabiola siempre han sido así, pero la verdad es que desde que terminé con Eduardo no he estado con otro.
Yo: Veo que amas mucho a Eduardo aún, tía.
Vicky: Claro mi niño, ¿no te quedó claro con lo de anoche?
Yo: Sí, pero hay muchas cosas que no entiendo, es decir, si lo amabas tanto ¿qué te impulsó a serle infiel?, y ¿por qué carajos te dio dinero?
En ese instante no pensaba con mucha claridad y solo soltaba lo primero que se me venía a la mente, para poder sacar esos pensamientos lujuriosos y que mi tía no viera mi erección.
Vicky: Bueno, lo primero solo pasó, mi cuerpo ardía en deseo y al no tener a Eduardo cerca me aventé a los brazos del primero. Después de eso mi cuerpo seguía ardiendo quería más y más, hasta que finalmente dejé de sentir esa sensación y solo quería olvidarme de lo que hice y abrazar a Edu.
Reveló ella con una mirada llena de sinceridad.
Vicky: Lo segundo es que terminamos en buenos términos, Eduardo es tan buen hombre que me llegó a perdonarme, sin embargo, su corazón siempre ha sido de otra y nunca me perteneció. Como yo no tengo trabajo, él me dio dinero para que pueda sobrevivir estos primeros meses de separación.
Yo: ¿Él amaba a otra?
Vicky: Sí, tengo la sospecha que es su mejor amiga, la cual es una extraordinaria mujer y tiene una hija bastante guapa y amigable, la cual pensaba en presentarte, pero resulta que ya tienes novia.
Yo: Espera, ¿a ti no te encabrona que Eduardo solo te haya usado?
Vicky: No, porque en estos años de relación con él, yo sentí su cariño y amor sincero. Además, unos días después de que terminamos mi celular no dejaba de sonar, eran sus colegas que me querían follar, pero misteriosamente un día mi móvil dejó de hacerlo, imagino que Eduardo se encargó de esos hijos de putas.
No había duda de que la relación que vivió mi tía con ese hombre fue muy especial y aquella charla logró sacarme esas ideas depravadas. No obstante, estás volverían cuando Victoria se cambió delante de mí y se colocó otro de sus camisones para dormir. Joder se veía tan sexy mi tía que rápidamente se me levantó otra vez, aunque de la nada a ella le dio náuseas y salió disparada al baño, en donde la escuché vomitar. Al preguntarle cómo se sentía, ella me dijo que bien, solo había tenía un mareo.
Aun así ella siguió vomitando, le dije que iba a ir por mamá para que ella le diera algún té o un medicamento. Al ir a buscarla, no la encontré ni en la sala de estar o en la cocina. Era imposible que esté en cuarto porque no la había escuchado subir, así que me pregunté en dónde podía estar, hasta que oí su risita, la cual provenía desde el patio, yo salí a ver intrigado, encontrándola fumando con Jorge. Algo que no debió molestarme, pero el sin vergüenza de mi primo tenía uno de sus brazos alrededor de la cintura de mi madre.
A mamá no le molestaba eso al contrario parecía disfrutarlo, al ir allegándome donde ellos me pude percatar que mi madre tenía su mano derecha apoyada en las piernas de él, muy cerca de su miembro. –“Tía, usted luce muy hermosa bajo la luz de la luna, ¿lo sabía?”- murmuró mientras mamá quería acariciar su entrepierna. –“Tú y tus piropos Jorge, ¿acaso nunca te vas a cansar de alabarme?”- contestó perdida en ese bulto que se asomaba.
–“Pero si no digo ninguna mentida, solo recuerde que hace unos meses le hice un cuadro”- afirmó el muy capullo, apegando a mi madre más cerca de él y aproximándose a su boca, –“Verdad, ¿tú sabías que Bruno también pinta? Aunque no me ha dedicado ningún cuadro como tú”- respondió lista para entregarse a Jorge. –“Disculpe que lo diga, pero mi primo es un idiota al no darse que tiene un pivón de madre, yo que él la pintaría todos los días”- expresó el gilipollas.
Antes de que pasara algo interrumpí la escena, –Mamá ¿estás aquí?- enuncié para hacerles creer que no había visto ni oído nada. Mi madre de un salto se separa de mi primo y al verme corre donde mí, –“¿Pasa algo mi niño?”- dijo la muy cerda. –Sí mamá, parece que a la tía Vicky algo le cayó mal- le contesté mirando seriamente a Jorge. Ella regresó conmigo y el idiota de mi primo se quedó afuera terminando de fumar, en ese instante a solas que tenía con mamá, quería acorralarla y que me explicara ¿por qué estaba coqueteando con Jorge?, como si fuera un amante celoso.
Ella notó que estaba enojado, así que antes que lleguemos al baño me preguntó si me pasaba algo, yo tomándola de la cintura y apegando mis labios a los de ella le manifesté, –Sí mamá y es que no me has dado uno de esos besos que tanto me encanta- besándola sorpresivamente, ella me correspondió ese beso rápidamente porque estaba ardiendo en deseo y joder que besote nos dimos, nuestras lenguas parecían no querer separarse nunca y nuestras salivas tenían un afrodisiaco sabor.
Al separarnos yo le murmuré que si no fuera porque Vicky estaba enferma, la llevaba a su habitación y le daba más que besos. Ella agarrándome el paquete me susurró –“Uuufff, yo también me muero por hacer más cosas de las que hicimos ese día en el baño hijo, porque ya te dije que me perteneces y no necesitas a ninguna mujer más que a mami”-, yo no pude controlarme y la bese de nuevo, en verdad anhelaba llevar a mi madre a su dormitorio y cogérmela.
Mis manos apretaban ese pomposo culito y mi verga se sobaba contra su abdomen, los solos celos de ver a mi madre con otro o perderla me hacía comportarme como un loco por ella. Nuestros labios se despegaron justo a tiempo, pues mi tía Victoria salió del baño, todavía mareada se apoya en mamá. –“Joder Isi, voy a tener que pedirte un favor es que necesito ir al hospital, me siento horrible”- expresó ella, mi madre de mala gana aceptó llevarla, porque lo único que quería era que continuáramos en lo nuestro.
Tras eso yo fui directamente a mi cama, una parte de mí se cuestionaba por lo que estaba haciendo y otra me alentaba para que siguiera y cruzada ese umbral. Con lo caliente que estaba, me coloqué a ver los vídeos Agustina como Summer 24. Me detuve en uno en donde salía sentada en una cama, llevaba puesto una lencería blanca muy atractiva que levantaba sus tetas y destacaba esa figura hermosa. Ella chupaba una paleta, la cual retira de su boca cuando se asoma un buen trozo de carne, Agustina coqueta se relame los labios y acercándose a esa tranca, comienza a darle besitos, al igual que pequeñas lamidas.
De forma gradual se va desvistiendo, hasta quedar en pelotas, entonces las manos grandes de ese hombre se le aproximan y comienzan a estrujar sus senos. Ella soltaba unos chillidos hermosos, para después compartir un beso fogoso. Mi vecina quedaba de rodillas, en esa escena se lo podía ver su bello y pervertido rostro difuminado, el cual se coloca más cachondo cuando ella totalmente fascinada empieza a comer esa verga negra. El vídeo finalizaba justo en ese momento, sin embargo, había sido suficiente para que yo acabase.
Me quede dormido como tronco, al despertarme al otro día me di cuenta que ya se me había hecho tarde para ir al colegio. Salí disparado hasta la ducha, en donde me encontré con mi Vicky. Ella estaba pintándose los labios, vestía con solo una lencería rosada con encaje y unas medias. Nuestros ojos se dilataron cuando se cruzaron y ninguno expresó algo al respecto por unos largos y tediosos segundos. Fue mi tía quien rompió el hielo diciendo que debía aprender a tocar la puerta y yo le respondí que ella debió colocar el seguro a la puerta, a la vez que trataba de mirar a otro lado, no obstante, era un pecado hacerlo y no apreciar ese culazo.
Ella rio y me pidió perdón ya que estaba acostumbrada a su vida con Eduardo por lo que tenía la manía de no cerrar. Con mi cara perdiéndose entre esas redondas nalgas, fui perdiendo el control de mí mismo, mis manos temblando acariciaron levemente ese culo respingón. Perdiendo la cabeza le manoseé los glúteos, haciendo que ella se colocara nerviosa y me consultará ¿qué estaba haciendo? Sin embargo, no dije nada y fui sobando mi miembro entre esa cola. Ella estaba incomoda, pero antes que dijera algo me atreví a besarla.
Nuestras lenguas se aferraban una a la otra, mis manos agarraban esa colita y mi pene no dejaba de crecer. La apoyé en el lavado en donde seguí devorándole su boca exquisita y masturbaba mi pene con su culo, entretanto me decía a mí mismo, –No puedo creer que me esté aprovechando de Vicky, pero es un monumento de mujer- ella se separó de mis labios, no obstante, la tenía sujetada fuerte de la cintura y antes que reaccionada me bajé el pantalón.
Quedando mi verga entre sus muslos, no me detuve hasta que solté un rio de mi leche, luego de eso ella de manera brusca se separó de mí y me empujó, saliendo del baño. Quedándome solo, pensaba en lo que acababa de hacer, mi tía estaba despertando unos deseos como mi madre. Ya no sabía si me encantaba más mi mamá o mi tía ante este deseo prohibido.
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Espero que les haya gustado el capítulo y gracias por el apoyo.
3 comentarios - Secretos en la familia. Capitulo IV:
Ojalá podamos ver un crecimiento en Bruno y no continue dejandose llevar por otros, si bien Agustina es muy putita, y lo pasea de aca para alla, es la única que ha sido sincera con él(hasta donde leemos) y quizas sus locuras ayuden a su crecimento y deje de ser el juguete de los demás. 🤔¡¡¡Brunooo huye de esa consulta!!!! "Sodoma y Gomorra Psicólogos". 😂