“Negocios”
Capítulo 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/4420279/Deseo-Prohibido-Capitulo-l.html
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Durante toda la noche, Gabriela no dejó de pensar en Eduardo, necesitaba tener el miembro del maduro dentro de ella, precisamente en su vagina, la cual ardía en placer. Cuando se animó de ir a darle una visita nocturna, se encontró con Romina, fingiendo ir al baño, se encerró ahí. Contó hasta cien antes de salir, miro por su alrededor, al no ver a nadie, se deslizó hasta el cuarto del hombre, sin embargo, apenas tocó su mano en la manilla, escuchó a Romina, que le hablaba en ese entonces a un Eduardo dormido.
Todo el valor que había tomado, se esfumó con esas palabras que escuchó, acobardada huyó de ahí antes de que la descubrieran. Al estar de regreso en su habitación, le dio las gracias a su lado cobarde, porque no podía ser imprudente y actuar de la manera más astuta, ya que el plan que tenía entre su cabeza no estaba tan mal, pero otra parte de ella no estaba de acuerdo con permitir que Romina estuviese con Tomás, compartir a ese hombre, era algo que no quería.
Así pasó toda la madrugada, discutiendo con ella misma, hasta que escuchó el regreso de la tetoncita. En ese instante, ella vio un destello, para lograr calmar esa calentura que la estaba torturando. Abriendo la puerta, esperó pacientemente unos minutos antes de dar unos pasos hacia el dormitorio del maduro. Sigilosamente se trasladó y una vez parada al frente de la entrada, abrió tranquilamente y entró. Cachonda se fue desvistiendo, quedándose solo con su pequeña tanguita.
Echándose en la cama, ella muerde sus labios y chupa sus dedos, esperando a Eduardo. Él bajo el agua de la ducha, comprende que fue muy duro con Romina, que se dejó llevar y le dijo palabras que no debía, meramente por tener celos de que ella deseé a otro. Cortando el paso del agua, se seca, dejando a un lado la toalla sale completamente desnudo y queda paralizado al ver a la rubiecita en su cama, ella de inmediato pega sus ojos en ese tronco.
–“Guao, te has animado con solo verme”- manifestó sonriendo coquetamente, Eduardo, por más que quisiera resistirse, no podía reprimir esos deseos que su cuerpo y mente sentían por la hija de su jefe. Sin más opción se aproximó donde la joven, quien acarició esa verga que seguía endureciéndose entre sus dedos. –“Hermano, vine por mi regalo de cumpleaños”- murmuró pasando gentilmente su legua alrededor de la glande.
El hombre todavía guardando silencio, coloca sus manos sobre la cabeza de la muchacha, mientras ella le besa el capullo. –“Uufff… Hermanita, que besitos más ricos, pero abre esa boquita que quiero que me saborees muy bien la polla”- expresó él mordiéndose los labios. Ella no deja de sobar el pene de Eduardo, el cual llegaba a su mayor esplendor, –“Wow... Parece más grande que ayer”- afirmó hipnotizada por ese trozo de carne. Él suelta una risilla, entretanto la joven abre sus labios y se introduce esa cabeza jugosa.
Eduardo: E-eso es hermanita… Hhhmmm… Co-come tu desayuno favorito.
Balbuceó, sintiendo como la jovencita recorría con su lengua cada extremo del diámetro de su glande.
Eduardo: Po-por favor, cómetela toda.
Suplicó, esperando que ella accediera, no obstante, la rubia que había adoptado una personalidad, más juguetona, decide torturarlo tal como Romina lo había hecho en la madrugada. Dándole pequeñas lamidas en la punta de su polla e ilusionándolo que iba a comérselo entero, cuando abría la boca, pero hacía una finta. Aunque después de ver su rostro de desesperación, ella se apiada del maduro y por fin sus labios empiezan a rodear la cabeza, de ese pene.
Notando el palpitar de esa tranca dentro de su boca, la muchacha no deja de utilizar su lengua. A medida que bajaba, iba moviendo su lengua alrededor de ese tronco maduro, parecía un juego tortuoso, pero a la vez muy placentero. Cuando ella envolvía hasta la base, él mueve su pelvis tratando de enterrar en lo más hondo su verga en esa garganta, ver como la cara de la jovencita impactaba con su abdomen, lo cachondeaba, ella sentía que no soportaría toda esa presión que la asfixiaba. No obstante, él la suelta y retira su pija justo a tiempo.
Gabriela: Ooohhh, cof, cof… Casi me matas cabrón.
Dijo la muchacha entre tos y respirando de forma acelerada.
Eduardo: Perdón hermanita, pero me dejé llevar, tenía unas enormes ganas que comieras mi verga, que no me pude controlar.
Gabriela: Ooohhh, creo que me he lastimado la garganta por tu culpa, hijo de perra.
Expresó molesta.
Eduardo: Hermanita no te enojes, juró que ahora me voy a comportar y te haré disfrutar con tu regalo de cumpleaños.
Le susurró mordiéndole los labios, ella fue perdiendo el enojo y calentándose tal como estaba antes, toma esa tranca entre sus manos y la masajea.
Gabriela: Uuufff, no puedo creer que finalmente me vayas a dar este paquete de regalo.
Eduardo: ¿Tanto querías recibir este paquetito?
Consultó el hombre al mismo tiempo que la joven le huele la polla.
Gabriela: Desde el año pasado llevó esperando recibirlo.
Contestó la muchacha abriendo la boca y se mete toda la tranca de una. Eduardo gemía de placer, agarrando la cabeza de la joven rubia.
Eduardo: Oohh Dios... Sigue así cerdita...
Gabriela se retira aquella verga de su boca y cae de golpe en su cara, ella agitada le dice al maduro, que se la comería entera, siempre y cuando él no apoyes sus manos en su cabeza. –“O-ok hermanita, no colocaré mis manos otra vez en tu cabeza, pero cómela que me encanta cómo tu lengua envuelve mi polla”- afirmó el hombre viendo a la joven lamiendo su tronco. Ella no lo hace esperar y se la traga al completo, –“Uuufff”- exclamó él con sus manos rozando la cabeza de la rubia.
Ver a la hija de su jefe saboreando y engulléndose sin parar su tronco maduro, era una maravilla. Ella con su boca llena y sus manos libres, va jugando con vulva húmeda, sus delgados dedos, acarician su seo y pellizcan su clítoris. Él no soportó más y se corrió dentro de esa boquita coqueta. Llenándola de semen, la jovencita trata de tragarlo todo, pero era bastante y además muy espeso, por lo cual, tuvo que botar un poco en el suelo.
Gabriela: Oooooooohhh... Gracias por el delicioso desayuno, hermano.
Eduardo: Déjame felicitarte, porque esa mamada fue maravillosa...
Gabriela: (Sonríe) Gracias... Pero dime, ¿lo hice mejor que Romina?
Eduardo: (Confundido) ¿Qué? ¿De qué hablas?
Gabriela: No te hagas el tonto conmigo, recuerda que vi en tu celular un vídeo tuyo con esa puta.
Contestó la rubiecita enojada y masajeando esa verga para que vuelva a colocarse dura.
Eduardo: No lo sé, me gustan las dos, aunque como hoy es tu cumpleaños diré que tú. Ahora date vuelta, levanta esa colita hermosa que tienes y dame ese dulce coñito.
Gabriela: Ok...
Respondió allegando sus labios a los de él y besándolo con ternura, sus salivas se mezclaban y sus lenguas se enroscaban. Eduardo acarició esa piel angelical y la sostuvo de la cintura, entretanto sus cuerpos se iban recostando en esa cama, que todavía seguía desprendiendo el hedor de la anterior cogida. Su pija sobaba con cierta picardía ese chochito rubio que ansiaba perforar, notando lo empapado que estaba y Gabriela masajeaba su nuca.
Luego de ese beso, la joven se colocaba boca abajo y levanta su culito, meneándolo de un lado a otro, invita al hombre a penetrarlo. Eduardo no espero un segundo más y perfilo su miembro, para ir introduciéndolo en ese coñito. La muchacha gritaba, pero no de dolor, después de haber tenido esa verga madura en su culo, ahora solo sentía placer por ella. Él lentamente fue aumentando el ritmo de sus penetraciones, mientras sus manos agarraban y apretaban esas nalgas que tanto le encantaban.
Cada minuto que pasaba, Gabriela se sumergía más en el gozo que recibía por esa follada. No controlaba sus gemidos y tampoco su cuerpo, inconscientemente movía sus caderas, sincronizándose a los movimientos del maduro. Las piernas de ella temblaban, a la vez que sentía un cosquilleo enorme por todo su cuerpo, explotando en un orgasmo. La joven rubia trataba de tomar aire, pero Eduardo no le daba descanso, él seguía firmemente embistiendo su vagina.
Gabriela: Uuufff... Uuhhmm… E-Eduardo, qu-que… Que ricooo.
Eduardo: (Continuando con sus estocadas) Aaahhh… Que coñazo, más apretado tienes nena.
Gabriela: Hhhmm… Pa-papi también decía lo mismo, que mi coño era apretado, pe-pero le encantaba hacerlo suyo.
El maduro rodea la cintura de la jovencita con su brazo izquierdo y con su mano derecha jugaba ese clítoris, mientras le revolvía las entrañas con cada estocada.
Eduardo: No puedo estar más de acuerdo con ese cabrón, es una delicia taladrar tu chochito.
Gabriela: Hhhhhmmm... ¿Lo-lo dices en se-serio?
Eduardo: Síííí... Es bastante bueno... Se siente maravilloso penetrarlo...
Gabriela: ¿Es mejor que los de Belén y Romina?
Interrogó tiritándole las piernas otra vez.
Eduardo: Aún no lo sé... Quizás tenga una respuesta cuando termine, pero estoy feliz de cogerme a las tres.
Gabriela: Uufff, t-te entiendo... Ooohhh, y-yo amo tu verga y cómo me coges, pe-pero también amo la de mi papito…
Eduardo: ¿No puedes decidirte por ninguno de los dos?
Gabriela: (Ríe) Hhhhmm... N-noogh... Mi mayor sueño ahora, es que los dos me penetren al mismo tiempo.
Respondió besándolo fogosamente, cada estocada hacía que sus labios se apretaran con más fuerza igual que sus lenguas.
Eduardo: Uuuhh… Ustedes tres me tienen muy cachondo y me encanta coger sus coñitos jovencitos. Al igual que tú, su-sueño con tenerlas a las tres en mi cama compartiendo mi verga.
Gabriela: (Ríe nuevamente) Si te ayudo a cumplir tu fantasía, ¿me ayudarías a cumplir la mía?
Eduardo: Ooohh sí nena, hagámoslo.
Susurró taladrando con más violencia ese chochito rubio.
Gabriela: Ooooohhhh, mierdaaaaaaa... Sigue asíííí... Sigue follándome con furia el coñoooooo... No pares y llénamelo con tu rica lecheeeeeee...
El maduro continúo cogiendo con esa intensidad a la muchacha, ambos sentían que ya estaban en su límite, sin embargo, Eduardo no quería dejar de embestir esa vagina y mientras lo hacía le besa tiernamente los labios a la joven rubia, para luego volver a susurrarle en el oído.
Eduardo: ¿Qué pasa hermanita?, te noto muy cansada.
Gabriela: Aaaahhhh, hhhhhhmmm... Dios... Solo estoy agitada... Aún puedo resistir más de tus estocadas...
Eduardo: Más te vale, porque sería una gran decepción que no lo hagas.
Cierra la boca para pellizcarle esas pequeñas pero sensuales tetas, luego de jugar con esos senos, comienza a introducir sus dedos dentro del ano de la jovencita y ella volvía a correrse al sentir esos dedos entrando dentro de su culo.
Eduardo: Eres una cerdita muy lujuriosa. Me doy cuenta de que te encantaría tener dos pollas penetrándote.
Gabriela: Hhhhmm... Ooooohhhh... Dioooosss... Ya te dije que quiero tu pollón... Y el de mi papito a la vez...
Eduardo: Si que te enloquecen las pollas maduras, como cierta sobrina que tengo.
Gabriela quedo confundida al oír la palabra «sobrina». Desde que ella conocía al hombre, él solo se quejaba de su hermano, pero jamás pensó que tenía una sobrina. Sin embargo, sus incertidumbres no serían contestadas en ese momento, no porque Eduardo no quisiera, sino porque ella rápidamente volvía a enloquecer de placer y dejabas sus dudas de lado. El maduro estuvo cerca de unos 10 minutos aproximadamente, clavándole su miembro sin parar, hasta que se corrió finalmente dentro de ella.
La muchacha sentía que el corazón se le iba a escapar de lo agitada que estaba y apenas podía respirar. Eduardo sonriendo se acerca a ella, le da un corto, pero muy cachondo beso, luego abraza a la jovencita y se queda acostado junto a ella. Ambos durmiendo un rato, cuando despertaron, Gabriela juguetona lo besa y luego se levanta para usar el baño del hombre. Él acostado en su cama, suspira mirando el techo, no podía creer que todavía la tuviera dura, después de esas asombrosas cogidas.
La rubia se duchaba, pensando en esa sobrina que había mencionado el hombre, ya había asimilado aquello, pues no era raro que él tuviera una sobrina, sin embargo, sí que supiera que le encantará los penes maduros. ¿Acaso Eduardo había tenido sexo con su sobrina?, era lo que rondaba por su cabeza, no quería pensar aquello, no obstante, tampoco podía descartarlo, después de todo él cogía con Romina a quien miraba con una sobrina y a ella que era como un hermana, así que cometer insecto parecía no ser un problema para él.
Al mismo tiempo, que ella divagaba entre sus pensamientos, el hombre hacía lo propio, sin embargo, su reflexión sería interrumpida por una llamada telefónica, él pensó que se trataba de Lorena. Al mirar la pantalla y ver el nombre de Vicky, quedó intrigado, titubeó en contestarle y gracias a ese momento de dudas ella corto, aunque de forma inmediata la mujer nuevamente llamó, esta vez Eduardo no lo pensó tanto y cogió la llamada de su ex prometida.
Eduardo: ¿Hola?
Dijo con cierto misterio.
Vicky: Ho-hola Eduardo. S-sé que soy la última persona que esperas que te llame, pero tengo que decirte algo importante.
Comentó la mujer nerviosa, esperando alguna respuesta de Eduardo, quien solo guardó silencio. No sabía qué decir al respeto, era como si su mente estuviera en blanco.
Vicky: Eduardo, ¿estás ahí?
Consultó ella extrañada, el hombre en un murmullo suelta un ligero y sutil «sí», en ese instante, la puerta de su dormitorio se abrió. Él miró hacía esta con recelo, al ver que se trataba de la morochita, se tranquilizó un poco. Belén con una sonrisa coqueta entre sus mejillas, se aproximó donde el maduro. Él suspiro al observar ese cuerpecito ébano en una lencería celeste, si bien no era muy provocativa y reveladora, hacía resaltar la belleza y los encantos de esa joven traviesa.
La negrita subiéndose en la cama, gatea hasta donde destacaba un bulto, quitando esa sabana, ver ese enorme pene erecto. Belén juguetona, allega su boquita y abriéndola, le da una lamida desde el tallo hasta la cabeza. –“Ooohhh”- suspiró Eduardo, la muchacha jocosa, repite la operación, aunque esta vez desde la glande hasta llegar a la base de ese tronco. Otro quejido dejó salir el hombre, que causaba intriga a la mujer de la otra línea, –“Eduardo, ¿estás bien?”- preguntó ella desconcertada.
La morocha sin dejar de sonreír se relame los labios y luego lame con lentitud ese par de huevos, causando que el maduro tuviera que morder una almohada, para callar algún gemido que se le podía escapar. Ella sigue jugando con esas bolas, se las mete ambas en la boca y mordiéndolas suavemente, le da pinceladas con su lengua con furia, él completamente extasiado quería soltar esa almohada y gritarle el nombre de esa joven atrevida, al mismo tiempo de pedirle que no se detuviera.
Era consciente que no podía hacer aquello, no obstante, cuando esa negrita detiene su comida de huevo, suelta esa almohada y planea pedirle que continuara. Sin embargo, antes de que él dijera algo, la muchacha le da un beso a su polla y con su lengua comienza a trazar una línea descendiente. Sorpresivamente para él, ella pasa esos huevos y su cálida lengua se filtra dentro del culo, sintiendo un enorme gozo, –“Ooohh mi-mierda”- exclamó regocijándose.
Esa joven entierra más hondo su lengua y con sus manos masajea esa tranca que parecía haber quedado completamente dura. –“Eduardo, Eduardo, ¡Eduardo!”- se escuchaba desde el móvil, pero el hombre no decía nada entre tanto placer. La morochita maliciosa, para en el momento justo, cuando esa verga empezaba a palpitar, señalando que estaba cerca de venirse. Sonriente, saborea su boca y se levanta apoyándose en un pequeño mueble, le menea la cola al maduro.
Vicky: Eduardo, di algo por favor.
Eduardo: Pe-perdón Vicky, ahora no puedo hablar, estoy ocupado, te llamó luego.
Colgando se acerca a esa coqueta joven, nalgueándola soba su pija erecta entre medio esos dos bollos morenos. Amasando esos glúteos fue retirándole con ternura su calzoncito, ella se preparaba por recibir ese mástil dentro de ella, no obstante, el hombre la agarro por las nalgas y la subió en el pequeño librero en donde estaba apoyada. Mirando detenidamente esa cola preciosa y ese coñito rosado, muerde sus labios llenos de deseos y pasa su lengua a lo largo de esos dos agujeritos.
Deteniéndose en ese culito, empieza a jugar con él, dándole lamidas e introduciendo levemente la punta de su lengua en ese hoyito. Mientras tanto, sus dedos rozaban esos labios vaginales, cada toque era estimulante y provocador para la muchacha, quien se afirmaba con fuerza en las esquina de ese librero. Eduardo tenía unas enormes ganas de ensartar su polla en ese chochito negro, pero antes iba a devolverle la fabulosa comida de culo.
Fue así que empezó a enterrar su lengua dentro de ese anito, a la vez que sus dedos se introducían en esa vagina y sobaban su clítoris. –“Uuuufff… Hhhmmgg”- se quejaba Belén, jamás había sentido tan profundo esa lengua dentro de su culo, era todo un deleite que no quería dejar de sentir. Sin embargo, tal como ella le hizo al maduro, él se detuvo cuando estaba cerca de venirse. Agitada voltea a mirarlo y antes que pregunté del porqué se detuvo, él comenzó a chuparle el coño.
La jovencita temblaba de placer, porque él le comía el chocho con una intensidad que ningún otro hombre lo había hecho. –“¡Diooooosss!”- murmulló con voz entre cortada y jadeante, cada mordisco y movimiento que hacía ese maduro era espectacular. Belén no tardó en sentir unos espasmos por todo su cuerpo y sin resistir más, soltó se néctar, el cual, Eduardo bebió como si fuese el mejor elixir que había probado. Fatigado, se allego a la boca de ella y la besa intercambiando sus salivas, que estaban mezclada con los dulces jugos de ella.
Entretanto su pene se va acomodando, quedando listo para entrar en ese agujerito empapado. Separando sus lujuriosas bocas, ambos se saborean, él suspira al lado de su oído, mordiéndole el lóbulo, va enterrando paulatinamente su tranca dentro de esa vagina morocha. –“Uuhhh… Belencita prepárate, porque voy a darte un revolcón que apenas vas a caminar después”- le susurró sin dejar de jugar con su oreja y pellizcando sus pezones duritos, sobre la tela del brasier.
–“Oooohhhg”- exclamó al sentir la glande de ese tronco golpeando su útero, –“Nnnggg… ¿N-no te importa, q-que Ro-Romina, nos escuché?”- preguntó con picardía. Eduardo no le contesta y en cambio empieza a mover su pelvis, aumentando gradualmente la fuerza y velocidad de sus estocadas. –“Ooooohhh mierdaaaa”- expresó esa negrita tratando de mantenerse firme en ese mueblecillo, el maduro, sabiendo que a esa muchacha le encantaba aullar, enreda sus lenguas otra vez.
Gabriela comenzaba a percibir esos gemidos apasionados y el ruido de ese librero al ser cómplice de esa cogida que se iba transformando en una bestialidad. El maduro al ir degustando esas babas ardientes, comprendía que Gabriela y Belén eran más que un pasatiempo para él. Su cuerpo disfrutaba follar con ella y le pedía hacerlo por las sensaciones y emociones que experimentaba. La rubia le causaba morbo al ser la hija de su jefe y llamarla hermanita al enterrársela.
Mientras que esa morocha, le provocaba adrenalina, siempre hacían algo nuevo, que le terminaba encantando y podía cogerla muy duro, porque esa jovencita lo resistía como una verdadera campeona. Con su mente contaminada de pensamientos lascivos, carga a Belén y la traslada hasta su cama, en donde no paraba de taladrarla y ella de gemir con fuerza. La joven agarrándose de las sabanas, siente como un orgasmo se aproxima al recibir ese fierro caliente sin cesar, soltando ese rio de jugos, él ve cómo viene otro.
A pesar de que esa morochita se había ya corrido como tres veces en menos de 10 minutos, él seguía desplazando su tranca dentro de esa vulva. Ella cansada, abraza la cintura del hombre con sus piernas, pues disfrutaba mucho tener ese pene adentró de su coño, era una sensación divina, el experimentar el recorrido que realizaba entre esas paredes hasta llegar a su matriz. Él de un tirón le quita el sujetador y con sus manos masajea esas dos preciosas tetas ébanos.
Eduardo acerca su boca al cuello de Belén, se lo mordisquea mientras sigue dándole sin tregua. Luego de unos piquitos el maduro desciende hasta esos dos caramelos con los cuales estaba jugando, apretándolos, los chupa. Ella totalmente entregada a esa deliciosa cogida, mordía los labios e intentaba mantenerse abrazada a su semental. Entonces la puerta del baño se abre y se asoma Gabriela con una pequeña toalla cubriendo su cuerpo, ella atónita, aprecia esa salvaje follada.
Su cuerpo se llegó a estremecer al ver las embestidas que soportaba esa negrita, no obstante, una llamada telefónica cortaría absolutamente todo. Horacio que buscaba desesperadamente comunicarse con Eduardo, dado a que él no le cogía las llamadas, no le quedó otra que llamar a su hija, quien le contesta. Él algo molestó le pide que le pasé a Eduardo, ella le dice que estaba ocupado y no podía atenderlo en ese momento, entonces su padre le grita, exigiéndole que le pase al hombre.
Ella se acerca al maduro y le comunica que su padre lo estaba llamando, él deteniendo sus embestidas, toma el móvil de la muchacha y contesta. –“Ho-hola jefe, ¿sucedió algo?”- preguntó desconcertado, –“Ni te lo imaginas muchacho, hace unos 10 minutos llegó la hija de Zheng y está exigiendo verte o sino va a cancelar absolutamente el trato de hace un mes”- comentó exasperado el hombre. Eduardo extrañado se coloca de pie al mismo tiempo que buscaba su ropa.
Eduardo: ¿Qué? ¿Pero cómo va a echar para atrás el trato?
Horacio: Así como escuchas muchacho, yo traté de llegar a un acuerdo con ella, pero exige verte a ti.
Eduardo: Mierda… Bien jefe, si puede entretenerla unos 10 minutos más se lo agradecería, voy a tratar de llegar lo más pronto posible a la empresa.
Horacio: Ok, te espero aquí entonces.
Eduardo lo más rápido que pudo se vistió y se largó hacía la empresa, no sabía por qué las condiciones habían cambiado. Pensaba que quería Hui Ying, aunque no era muy complicado imaginar qué andaba buscando esa chinita pervertida, que no fuese su polla. Al llegar, se aparca y baja para dirigirse rápidamente al despacho de su jefe, sin tocar la puerta, entra. Horacio estaba sentado en su silla, al verlo él sonríe, no obstante, la chavala que estaba sentada al frente de su jefe, no se parecía a Hui Ying.
No, lucía más joven y delgada, al aproximarse donde ellos, –“Aquí llegó a quién pedías ver”- afirmó Horacio, la muchacha al escuchar esas palabras, se da vuelta con una sonrisilla juguetona. Efectivamente esa chica no era Hui Ying, –“Eeehh… Eeehh… ¿Y ella quién es?”- preguntó confundido, –“Ella es Kumiko, la hija menor de Zheng”- respondió Horacio, al mismo tiempo que la joven asiática se colocaba de pie y sus ojos examinaban detenidamente al maduro.
Eduardo: ¿Hi-hija menor?
Susurró extrañado.
Kumiko: Sí, así es, vine en lugar de mi hermana Hui Ying.
Contestó cortando la distancia con él.
Eduardo: Ya-ya veo, ¿pero por qué querías verme? Es decir, aquí puedes ver el proyecto que estamos realizando con el dinero de tu padre y los informes de las ganancias que obtendrá.
Kumiko: Sí, tienes razón, sin embargo, quiero que tú me lo expliques, palabra por palabra y luego que almuerces conmigo.
Eduardo: ¿Qué?
Kumiko: Si no quieres, entenderé, aunque claro, eso va significar que le diga a papá que este negocio no es viable.
Enunció de forma de chantaje la chinita.
Eduardo: Claro que no, solo me sorprendí que quieras que yo sea la que te explique el proyecto.
Kumiko: Oh vamos, no te hagas el modesto conmigo, sé que eres el mejor de esta empresa y tienes muy buenos argumentos para convencer a las personas.
Comentó mirándole la entrepierna, Eduardo notaba las intenciones de esa muchacha, se dio cuenta que no era diferente a su hermana y andaba buscando un revolcón con él. En esos se cuestionó en seguirle el juego o no, pues ‘físicamente le generaba atracción, tenía pechos y una cola bastante decente, aunque no le ganaba a las otras tres diablillas que tenía en su casa y por lo mismo comenzaba a perder el interés.
A pesar de eso, él aceptó las condiciones que había establecido la joven, porque mientras le enseñaba el proyecto, de seguro buscaba una excusa para evitar el almuerzo con ella o por lo menos solo comer y que no pase nada más. Ambos se fueron al área en donde estaban desarrollando la campaña de publicidad del producto, al ir caminando por los pasillos Eduardo le pregunta la edad a Kumiko, la chavala asiática le revela que acababa de cumplir 18.
Ella le consulta si no le creía, a lo que el maduro algo incómodo le responde, que no era que le creyera sino que a simple vista no aparenta tener 18 años. Kumiko entre su cartera saca su pasaporte en donde se señalaba que esa muchacha era mayor de edad. Él no sabía que decir al respeto, por suerte llegaron a su destino, abriendo la puerta entran en ese salón en donde solo encuentran a una joven de cabello azul.
Eduardo jamás la había visto antes, extrañado se acerca a ella, –“Disculpa, ando buscando a Andrea, la jefa de campaña, ¿sabes en dónde está?”- preguntó perdiéndose en los ojos de esa muchacha, le recordaban a alguien. –“Vaya que estás desactualizado, cariño”- respondió la jovencita soltando una pequeña risa y en un tonto arrogante, –“Andrea ya no trabaja aquí y la jefa de campaña ahora soy yo, ¿qué necesitas?”- añadió tajantemente.
–“¿Cómo?”- exclamó el maduro desconcertado, –“No me hagas repetirte lo que ya te dije y sé breve por favor, que estoy muy ocupada”- contestó aproximándose a él, –“Aunque viéndote de cerca, podemos ir almorzar los dos y discutimos todo lo que quieras, guapo”- agregó rozando sus labios con los del hombre, Eduardo retrocedió, esa actitud altanera le recordaba a su tío Alonso, lo que era horrible, sin embargo, mirando detenidamente, esa jovencita era una preciosura.
Si bien la ropa que llevaba puesta no presumía nada de su físico, se notaba que era más desarrollada que Kumiko y sin tener que usar unos tacones tan altos, llegaba a su estatura. –“¿Qué pasa? ¿Me tienes miedo?”- dijo de manera burlista la pelo azul, –“¿Qué?, no, claro que no, solo me sorprendiste, pero aprovechando que lo colocaste como opción, te invito a almorzar, necesito que le expliques a la hija del inversor, la campaña que vamos a ejecutar”- comentó él.
–“Ok, corazón, pero tendrás que esperarme”- respondió, –“Cla-claro, yo por mientras le voy a enseñar a Kumiko en donde se fue gran parte del dinero de su padre”- expresó sin dejar de mirar esos ojazos divinos que tenía esa joven de identidad secreta. –“Por cierto, ¿cómo te llamas?”- añadió curioso, –“Valentina, cariño, aunque puedes decirme Vale, si quieres”- replicó acercándose a el hombre y dándole un beso en la mejilla, –“Yo, yo soy Eduardo”- afirmó algo nervioso.
Vale: Bueno Eduardo, nos vemos luego.
Enunció saliendo de la sala, el maduro aún maravillado por la belleza de esa chica, se quedaba mirándola deslizándose por los pasillos. –“Wow, que chavala más hermosa, parece un poco a Romina”- se dijo a sí mismo. Sin perder el tiempo, Eduardo lleva a Kumiko a ver un prototipo del producto que iban a lanzar. La muchachita china, observaba aquel objeto, de manera irrelevante, sus ojos solo se centraban en la entrepierna del maduro y ya no pasaba disimulada sus miradas a ese paquete.
Tras de la densa explicación llegaba el momento de ir a comer, Kumiko se mostraba desesperada por ir, no obstante, Eduardo le dice que fuera paciente porque necesitaban esperar a Valentina, la asiática le dice que no era necesario, si después de todo ella quería estar a solas con él. Para la mala fortuna de la chinita, la pelo azul aparece y agarrándose desde el brazo del hombre, dice.
Vale: Perdón por la tardanza, espero que no los haya hecho esperar por mucho tiempo, por cierto, ¿a dónde vamos ir a almorzar? Espero que sea un lugar refinado, ya que acostumbro a comer en sitios así.
Antes de que Eduardo dijera algo, Kumiko le señala que irían al hotel en donde ella se estaba hospedando. Los tres se subieron al coche del hombre y este durante todo el trayecto no le quita los ojos a Valentina, que iba sentada en la parte trasera. Ellos comieron y comentaron la campaña de publicidad, pero nuevamente, esto no era del interés de la joven asiática, la cual solo quería que Vale se váyase y ella pudiera quedar a solas con el maduro.
Eduardo esta lo más normal hablando cuando de repente siente un pie deslizándose por su pierna hasta tocar su entrepierna. Él quedo en silencio por unos segundos y luego de tragar saliva, continuó exponiendo sus ideas, aunque su voz se notaba distinta, algo agitada y tartamudeaba mucho. Aquel pie jugaba con su polla, hasta que logra hacerla erecta a un muy buen tamaño. Sin saber con exactitud quién era la que sobaba su pie contra su miembro, miraba a ambas, esperando ver algo que la delate, no obstante era inútil.
Ninguna de esas jovencitas mostraba alguna actitud delatadora, lo peor es que su tranca no dejaba de crecer, la erección no era para nada placentera, pues sentía que su verga estaba apretada e incómoda dentro de su pantalón, quería que tome aire. Como única solución a todo ese escenario, se le ocurrió levantarse e irse al baño, era muy difícil ocultar el bulto que tenía entre sus piernas, por lo que se apresuró para llegar al baño, sin embargo, su andar era similar a un pingüino.
Al llegar al baño se apoya en el lavado y suelta un suspiro de alivio, abriendo su cinturón y bajando la bragueta de su pantalón. Su dura polla tomaba aire y dejaba de sentir ese dolor agobiante. Cierra por unos segundos los ojos y se moja la cara, así encontrando algo de calma entre sus pensamientos obscenos, quería bajar esa erección sin recurrir a una paja, pues era un desperdicio teniendo a tres muchachas bellas en su casa. Cuando se secaba el rostro, siente que abren la puerta del baño, aquello no lo asustaba, ya que iría al urinario.
No obstante, al darse vuelta y abrir los ojos, ve que quien había entrado al baño era nada menos que Valentina. La muchacha de cabello azul, lo miraba con una sonrisa traviesa y sus bellos ojos claros, estaban clavadas en su polla, que seguía erecta. –“Wow… Así que los comentarios eran reales”- afirmó mordiéndose los labios y acercando sus manos ese tronco duro. –“Vaya anaconda que tienes, cuando me dijeron que era más grande del promedio, no lo quise creer y por eso te obligué a que me la enseñadas”- murmuró riendo.
Eduardo pasmado temblaba de miedo porque los podían encontrar, sin embargo, al mismo tiempo sentía un cachondeo enorme, por el morbosa escena que iban a ver la gente que entrara al baño o que saliera, ya que ninguno había comprobado si alguien más que ellos se encontraba ahí. Deleitándose con ese suave masaje que le daba esa jovencita, deja de temblar y gime, allegando sus labios a los de ella. –“Joder pendeja, así que eso urgente que tenías que hacer, era recopilar información de mí, ¿verdad?”- consultó.
Vale: Así es, ¿y tú no le preguntaste a nadie sobre mí?
Interrogó arañando esa pija que seguía creciendo en sus manos.
Eduardo: No, no tenía el interés de hacerlo.
Vale: Vaya, yo pensé todo lo contrario, que te había gustado y por eso no me quitabas los ojos de encima.
Expresó la joven mordiendo los labios del maduro.
Eduardo: Lo reconozco, me cautivaste con tu hermosura, pero no estaba tan desesperado por ti.
Vale: ¿Ah, sí? ¿Y ahora qué?
Eduardo: Ahora me tienes loco pendeja, vamos a un cubículo y te daré toda mi morcilla en donde quieras.
Vale: ¿Cubículo? No, yo soy más exhibicionista, si quieres algo conmigo, tendrás que dármelo aquí, sin que te importe que la gente nos vea.
Murmulló sentándose en el lavado, Eduardo hipnotizado se arrima donde ella, besando esos labios finos. Valentina abre las piernas y con las mismas abraza la cintura de ese maduro cachondo, a la vez que él intentaba desabrocharle el botón de su pantalón. Desenredando sus lenguas, ella apoya sus manos en el lavado y levanta ligeramente su culito, para que el hombre pudiera bajarle el pantalón. Viendo ese coñito brillante por lo mojado que estaba, se relame los labios.
Eduardo: Uuff, ese chochito luce muy sabroso, tengo unas ganas de comértelo.
Vale: Adelante, puedes hacerme lo que quieras, mientras me claves este sable después.
Eduardo sonrió, mordiendo su labio inferior se hincó y acercó su boca a esa vulva deseosa de sexo. Él lame alrededor de esa vagina, saboreando el sudor de esa muchacha, hasta que se zampa en ella y mete profundamente su lengua, explorando cada rincón de ese sabroso y meloso coño juvenil. Ella llevando sus manos en la cabeza del maduro, goza de ese sexo oral, –“Oooohhhff… Sí que sabes comer cabrón…”- susurró con su voz jadeante.
Flotando con fuerza su vulva contra la cara del hombre, empieza a convulsionar, –“Ooohh Dios, Ooohhh Diiioooosss… Me vengooooo”- gritó explotando en un gran orgasmo. Quedando echada en ese lavado, observa como el maduro se allega a ella con una sonrisilla. –“Vaya delicia que es tu coñito. Espero que estés lista, porque no me contendré, te la ensartaré hasta el último centímetro”- comentó acercando su polla al sexo de ella, sobándolo con sus labios vaginales, se preparaba para meterlo.
Vale: Uuuhhh… Va-vamos, clávamelo, lo quiero todo adentro.
Afirmó fatigada. Eduardo sonriendo va metiendo lentamente su pene dentro de ese agujerito, el recorrido que hacía era estupendo, al sentir cómo esos músculos vaginales lo apretaban y lo absorbían. –“Oooohhh Dios santo… Me matas de placer cabrón”- gritó la pelo azul, extasiada y agarrándose de los brazos del hombre. –“Actúas como si nunca te hubieran cogido, zorrita”- dijo riendo, –“Uuuugggghh… Jamás había estado con alguien que lo hiciera tan bien como tú”- contestó ella con los ojos casi blancos.
Eduardo: (Riendo) Gracias por el halago preciosa, ¿pero por qué una belleza cómo tú estaba con cualquiera?
Vale: Po-po-po-porque, quería hacer enojar a mi padre, pero ahora voy a querer solo tu vergota.
Murmuró entre dientes, sintiendo todo ese trozo de carne dentro de su coño, solo el roce entre la cabeza de esa pija con su matriz, causo que ella se viniera otra vez. Eduardo comprendiendo que esa chica nunca había recibido una cogida como se debe, comienza a taladrar su vulva frenéticamente. Mientras que sus manos buscaban una obertura en esa blusa para poder tocar esas tetitas, sin embargo, era una tarea difícil y solo se conformó con tocarla sobre la tela.
Aun así, se percataba que eran más grande de lo que imaginaba, sin dejar de estrujarlas, la embestía con rudeza, –“Ooohhh Dios mío… ¿Cómo sigues soltero si follas tan bien?”- consultó la chavala apretando con fuerza los brazos del hombre. –“Digamos que no quiero comprometerme aún”- bufó él acercando sus labios a los de ella, –“Oh Dios, oh Dios, oh Dios… Definitivamente te haré mi novio y me casaré contigo, así dejaré de vivir con mis padres y de ver las estúpidas zorras de papá”- replicó ella llegando a otro orgasmo.
Entretanto ellos enloquecían de placer, Kumiko se impacientaba en la mesa, veía como pasaba los minutos y ninguno de los dos regresaba del baño. Valentina disfrutando de ese tronco en su interior, besa ferviente al maduro, sus lenguas de nuevo se abrazaban y sus salivas se mezclaban entre pasión y lujuria. Entonces, la puerta del baño se abre y entran dos hombres, charlando entre risas, al ver aquella escena digna de una cinta pornográfica, se quedaron perplejo.
Por otra parte los dos amantes, sintieron una adrenalina, un regocijo recorriendo por todo su cuerpo. La muchacha trataba de acomodarse, para así regalarle un magnifico ángulos a esos dos espectadores que tenían. –“Diooooosss… Mi-miren… Miren como ese pollón entra y sale de mi coñitoooo”- expresó la joven con la voz agitada. Eduardo sin decir nada continua con su labor de dar estocadas profundas y hacer ver estrellas a su nueva compañera de trabajo.
Ellos bramaron sincronizados, parecía que terminarían juntos, no obstante, el celular de Valentina comenzó a sonar. Ella mirando la pantalla balbucea con ira y sin contestar, le pide a Eduardo que se detenga, el hombre desconcertado empieza a bajar el ritmo paulatinamente, hasta que su pene quedó quito dentro de la jovencita. –“Joder… Perdón, me tengo que ir, mi padre me llama”- explicó jadeando, el maduro atónito no sabía qué decir al respecto.
Ella aparatándose de él, ve como esa enorme tranca sale de su vagina completamente húmeda. Tenía unas ganas de seguir y de engullirse todo ese mástil, pero lamentablemente su papá le arruinaba el mejor sexo de su vida. Subiéndose su braguita y su pantalón, acomoda su blusa, toma su cartera y le da un fogoso beso al hombre que continuaba tieso. Tras ese intercambio de babas, ella le susurra que no se coloque triste, ya que iban a terminar lo que iniciaron en ese baño muy pronto.
Valentina pasa entre los otros dos, que la miraban con las pijas endurecidas, ella le da un beso en la mejilla a ambos y sale, justo cuando entraba otro hombre. Eduardo suspira sin creer en la forma que había terminado ese polvo y con el calentón que le había dejado esa muchacha. Luego de unos instantes recuerda que tenía el pantalón entre las rodillas y la verga erecta afuera, al observar los rostros de asombros de esos tipos, fijándose en su miembro, se sube rápidamente el pantalón y sale de ahí.
Apenas dio unos pasos fuera del baño, se encuentra con Kumiko. Ella al verlo sonríe y le pregunta si lo podía acompañar a su habitación, ya que tenía que mostrarle algo que su padre le envió. Él de mala gana acepta y se dirigen al cuarto de esa chinita. Al llegar, Kumiko volvió a sonreír, aunque en esta ocasión de manera traviesa, el maduro viendo las intenciones de esa muchachita, busca una salida rápida, así que le sugiere que le muestre lo más pronto posible, lo que le había enviado Zheng, ya que tiempo no tenía de sobra.
Kumiko se mordió su labio inferior de la boca y le pidió al maduro que se siente, él obedece titubeando, entonces se acerca a su oído, –“Tus capacidades de negociar son excelentes, pero yo estoy aquí para comprobar tus otras cualidades”- le murmulló coquetamente. Las manos de la muchacha tocaban el torso del hombre y bajaban hacía la entrepierna de él. Eduardo nervioso, le dice que no sabía de qué estaba hablando. La joven dándole un pequeño mordisco en el cuello, le contesta, –“Hace un par de años, fuiste a China, para cerrar el primer trato con mi padre, ¿lo recuerdas?”-
Eduardo: S-sí…
Kumiko: En esa época, yo era una niña y no me metía en estos negocios, por lo cual mi padre estuvo acompañado por mi hermana mayor.
Dijo mientras sus pequeñas y delgadas manos se paseaban por ese bulto.
Kumiko: A ella no le convenció tanto el negoción que tú proponías y mi padre siguiendo su opinión, porque era muy buena eligiendo negocios, así que tomaron un tiempo para darte la respuesta. Entonces tú te viste obligado a proponerle una reunión privada a mi hermana y bueno, ella me dijo que tus otros dotes la convencieron esa noche.
Eduardo ya estaba excitado con lo sucedido con Valentina y para colmo esa jovencita china, le recordaba su negociación más complicada y en donde terminó cogiendo por el futuro de la empresa. Kumiko no perdía el tiempo y le desbrochaba el cinturón al hombre, solo anhelaba ver esa polla que su hermana le describió como fantástica e increíble.
Kumiko: Hui Ying apenas supo que harían negocios contigo, quiso venir la primera vez e incluso en esta ocasión, pero lamentablemente para ella, sus responsabilidades son otras, pues está casada y tiene dos hijos que cuidar.
Continuó diciendo a la vez que lamía el lóbulo del hombre.
Kumiko: Estaba muy amargada por no venir, entonces me conto cada detalle de su negociación. Me dijo que le diste el mejor sexo anal de su vida, que ningún hombre le ha hecho sentir ese placer y guarda esa follada en su memoria, todas las noches sueña con esa habitación, en donde gozo ser tu mujer. Estar apegada a la pared y recibir tu gran polla, que le destrozaba el culo, pero que amaba.
Kumiko: (Sonríe) Yo quiero que hagas algo muy parecido conmigo y no creo que sea necesario decirlo, pero si te quieres negar, le diré a mi padre que no siga invirtiendo en el proyecto y saldrías perdiendo tú.
Eduardo comprendía que no tenía otra opción, la muchacha finalmente le bajaba el pantalón con el y ve ese pene maduro erecto.
Kumiko: Dios mío, mi hermana no mentía, vaya pedazo de polla que te gastas.
Manifiesta anonadada.
Eduardo: Parece que las asiáticas no han visto nunca una verga más grande que de 13 centímetros, porque tuviste la misma reacción que tu hermana. Aunque a ella no solo le encanto mi pene por su tamaño. También le gusto, porque sé usarlo y le di el placer que ella quería.
Kumiko: Ya quiero tenerlo adentro mío.
Afirmó dándole una lamida al tallo, si bien a él no le gustaba la idea de coger con esa chica, reconocía que era una perrita que sabía usar su lengua y se sintió muy bien su lamida. Ella saboreando el sabor de esa tranca mezclado con los jugos de Valentina, abrió su boca y se traga más de la mitad de ese miembro de una. Él impresionado suelta un gemido, apoyando sus manos en la nuca de ella. Poco a poco el maduro dejaba de estar tenso y se entregaba a la lujuria.
Después de la increíble mamada, él carga a la muchacha y la tumba en la cama, donde comienza a devorarle el coño. Kumiko se agarraba entre las sabanas y aullaba, mientras sentía un orgasmo tras otro. Eduardo pensaba que había dejado fuera de combate a esa zorrita asiática con su comida de chocho, pero la muchacha se mostraba más activa que antes. Apenas el hombre se colocó el preservativo, ella se montó sobre esa polla madura.
Chillaba cada vez que esa verga daba una estocada para ir más profundo en su joven y ajustada vagina. No la tenía completamente adentro, pero ya se corría de nuevo. Estaba asombrada por la cantidad de jugos que dejaba salir, jamás se había corrido tanto. Eduardo le mordía los pezones de sus redondas tetas y luego la besaba. –“Joder... Que rica verga tienes... Es mucho mejor de lo que pensaba”- expresaba Kumiko, el maduro halagado, comenzaba a taladrar ese chocho asiático sin piedad.
Sus manos cubrían por completo esas pequeñas pero redonditas nalgas, tanto que sus dedos entraban en ese diminuto ano. Iba ya adaptando ese agujero, porque también tenía contemplado partirle el culo a la jovencita. En eso entra uno de los botones del hotel, quien había ido a dejar unos equipajes hace unos minutos y quedó intrigado por esos gritos que provenían de la habitación, atrapando a esos dos en pleno acto sexual. Sin palabras por lo que estaba viendo, Kumiko jadeando lo ve petrificado.
Kumiko: Oooooohhh, mierfdaaaa... Olvide cerrar bien la puerta...
Balbuceó a pesar de aquello Kumiko sigue cabalgando y Eduardo confundido por lo que había dicho la muchacha, le pregunta a qué se refería y está entre jadeos le contesta que mire a la entrada. El maduro se estira para observar y cuando ve a ese muchacho se queda inmóvil del impacto, sin embargo, una calentura lo invade y empieza a ensartar más hondo su polla. –“Uuff, ¿te gusta ver cómo destrozo este chochito?"-, dijo el hombre con picardía, aquel empleado se dio la media vuelta y se largó de aquel cuarto.
Kumiko se doy cuenta que el pene de Eduardo se había hecho más rígido tras ser descubiertos, ella lo besa, cachondeándolo aún más. La asiática con la voz fatigada le ruega que no se detuviera, que por esa tarde le enseñe que es tener sexo. Eduardo cambia de posición, quedando de pie y la muchacha extendida en la cama, la agarra fuerte de la cintura y le clava toda su verga, haciendo que esa chinita pegué un gran grito, él le susurra que debía aguantar esas estocadas, ella sentía que la habían partido en dos.
Esa sensación de dolor y gozo, era algo maravilloso para la asiática que comenzaba a convulsionar entre los brazos del hombre, al mismo tiempo, ese fierro de carne palpitaba, estaba cerca de acabar. Kumiko besándolo siente como el preservativo que tenía el maduro va hinchándose, sin resistir más explota en un gran orgasmo que la dejaría fuera de combate. Eduardo retirando su miembro delicadamente, se saca el preservativo y lo tira al cuerpo de la joven bañándola en semen.
–“No estuvo nada mal chinita, pero estás lejos de ser como tu hermana. Ella resistía por más tiempo y vaya manera que meneaba el culo”- expresó retirándose a la ducha. Luego le comunicó a la chinita que se iba, pero la jovencita seguía inconsciente, así que deja una nota diciendo que tal vez en otra ocasión lo podrían repetir, aunque le daría en el culo. Él sale de la habitación y mientras caminaba, intenta llamar a Lorena, no obstante, la Milf no le responde.
Ya en su coche con dirección a su casa, recibe una llamada de su jefe, quien le preguntaba cómo le había ido, Eduardo le dice que bien y destacando a su nueva amante, menciona que Valentina hizo una estupenda presentación. –“Parece que lo llevan en la sangre, por eso cuando Andrea se fue, no dude en reemplazarla con ella cuando tu tío la ofreció”- enunció Horacio dejando intrigado al hombre. –“¿Sangre? ¿Tío? ¿De qué habla jefe?”- interpela confundido.
Horacio: Oh vamos muchacho, no me digas que no reconociste a tu prima.
Eduardo: ¿Pri-prima?
Horacio: Sí, Valentina. Ella es la hija de Alonso, tu tío.
Eduardo por el impacto de esa declaración frenó de golpe.
Horacio: Pensé que te habías dado cuenta, porque se apellidan Urriaga ambos.
Añadió entre risas Horacio, sin saber lo que había pasado entre esos dos, Eduardo al recordar a esa joven y sus ojos claros, ve la imagen de su tío, –“No jodas, me acabo de follar a mi prima”- susurra perplejo.
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Eduardo ni en sus sueños imaginó este escenario, pero Vicky le tiene otra sorpresita. Espero que les haya gustado el capítulo y el viernes debería salir el cuarto episodio de «Secretos en la familia».
Capítulo 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/4420279/Deseo-Prohibido-Capitulo-l.html
Capítulo anterior: http://www.poringa.net/posts/relatos/4505840/Deseo-Prohibido-Capitulo-Xll.html
Durante toda la noche, Gabriela no dejó de pensar en Eduardo, necesitaba tener el miembro del maduro dentro de ella, precisamente en su vagina, la cual ardía en placer. Cuando se animó de ir a darle una visita nocturna, se encontró con Romina, fingiendo ir al baño, se encerró ahí. Contó hasta cien antes de salir, miro por su alrededor, al no ver a nadie, se deslizó hasta el cuarto del hombre, sin embargo, apenas tocó su mano en la manilla, escuchó a Romina, que le hablaba en ese entonces a un Eduardo dormido.
Todo el valor que había tomado, se esfumó con esas palabras que escuchó, acobardada huyó de ahí antes de que la descubrieran. Al estar de regreso en su habitación, le dio las gracias a su lado cobarde, porque no podía ser imprudente y actuar de la manera más astuta, ya que el plan que tenía entre su cabeza no estaba tan mal, pero otra parte de ella no estaba de acuerdo con permitir que Romina estuviese con Tomás, compartir a ese hombre, era algo que no quería.
Así pasó toda la madrugada, discutiendo con ella misma, hasta que escuchó el regreso de la tetoncita. En ese instante, ella vio un destello, para lograr calmar esa calentura que la estaba torturando. Abriendo la puerta, esperó pacientemente unos minutos antes de dar unos pasos hacia el dormitorio del maduro. Sigilosamente se trasladó y una vez parada al frente de la entrada, abrió tranquilamente y entró. Cachonda se fue desvistiendo, quedándose solo con su pequeña tanguita.
Echándose en la cama, ella muerde sus labios y chupa sus dedos, esperando a Eduardo. Él bajo el agua de la ducha, comprende que fue muy duro con Romina, que se dejó llevar y le dijo palabras que no debía, meramente por tener celos de que ella deseé a otro. Cortando el paso del agua, se seca, dejando a un lado la toalla sale completamente desnudo y queda paralizado al ver a la rubiecita en su cama, ella de inmediato pega sus ojos en ese tronco.
–“Guao, te has animado con solo verme”- manifestó sonriendo coquetamente, Eduardo, por más que quisiera resistirse, no podía reprimir esos deseos que su cuerpo y mente sentían por la hija de su jefe. Sin más opción se aproximó donde la joven, quien acarició esa verga que seguía endureciéndose entre sus dedos. –“Hermano, vine por mi regalo de cumpleaños”- murmuró pasando gentilmente su legua alrededor de la glande.
El hombre todavía guardando silencio, coloca sus manos sobre la cabeza de la muchacha, mientras ella le besa el capullo. –“Uufff… Hermanita, que besitos más ricos, pero abre esa boquita que quiero que me saborees muy bien la polla”- expresó él mordiéndose los labios. Ella no deja de sobar el pene de Eduardo, el cual llegaba a su mayor esplendor, –“Wow... Parece más grande que ayer”- afirmó hipnotizada por ese trozo de carne. Él suelta una risilla, entretanto la joven abre sus labios y se introduce esa cabeza jugosa.
Eduardo: E-eso es hermanita… Hhhmmm… Co-come tu desayuno favorito.
Balbuceó, sintiendo como la jovencita recorría con su lengua cada extremo del diámetro de su glande.
Eduardo: Po-por favor, cómetela toda.
Suplicó, esperando que ella accediera, no obstante, la rubia que había adoptado una personalidad, más juguetona, decide torturarlo tal como Romina lo había hecho en la madrugada. Dándole pequeñas lamidas en la punta de su polla e ilusionándolo que iba a comérselo entero, cuando abría la boca, pero hacía una finta. Aunque después de ver su rostro de desesperación, ella se apiada del maduro y por fin sus labios empiezan a rodear la cabeza, de ese pene.
Notando el palpitar de esa tranca dentro de su boca, la muchacha no deja de utilizar su lengua. A medida que bajaba, iba moviendo su lengua alrededor de ese tronco maduro, parecía un juego tortuoso, pero a la vez muy placentero. Cuando ella envolvía hasta la base, él mueve su pelvis tratando de enterrar en lo más hondo su verga en esa garganta, ver como la cara de la jovencita impactaba con su abdomen, lo cachondeaba, ella sentía que no soportaría toda esa presión que la asfixiaba. No obstante, él la suelta y retira su pija justo a tiempo.
Gabriela: Ooohhh, cof, cof… Casi me matas cabrón.
Dijo la muchacha entre tos y respirando de forma acelerada.
Eduardo: Perdón hermanita, pero me dejé llevar, tenía unas enormes ganas que comieras mi verga, que no me pude controlar.
Gabriela: Ooohhh, creo que me he lastimado la garganta por tu culpa, hijo de perra.
Expresó molesta.
Eduardo: Hermanita no te enojes, juró que ahora me voy a comportar y te haré disfrutar con tu regalo de cumpleaños.
Le susurró mordiéndole los labios, ella fue perdiendo el enojo y calentándose tal como estaba antes, toma esa tranca entre sus manos y la masajea.
Gabriela: Uuufff, no puedo creer que finalmente me vayas a dar este paquete de regalo.
Eduardo: ¿Tanto querías recibir este paquetito?
Consultó el hombre al mismo tiempo que la joven le huele la polla.
Gabriela: Desde el año pasado llevó esperando recibirlo.
Contestó la muchacha abriendo la boca y se mete toda la tranca de una. Eduardo gemía de placer, agarrando la cabeza de la joven rubia.
Eduardo: Oohh Dios... Sigue así cerdita...
Gabriela se retira aquella verga de su boca y cae de golpe en su cara, ella agitada le dice al maduro, que se la comería entera, siempre y cuando él no apoyes sus manos en su cabeza. –“O-ok hermanita, no colocaré mis manos otra vez en tu cabeza, pero cómela que me encanta cómo tu lengua envuelve mi polla”- afirmó el hombre viendo a la joven lamiendo su tronco. Ella no lo hace esperar y se la traga al completo, –“Uuufff”- exclamó él con sus manos rozando la cabeza de la rubia.
Ver a la hija de su jefe saboreando y engulléndose sin parar su tronco maduro, era una maravilla. Ella con su boca llena y sus manos libres, va jugando con vulva húmeda, sus delgados dedos, acarician su seo y pellizcan su clítoris. Él no soportó más y se corrió dentro de esa boquita coqueta. Llenándola de semen, la jovencita trata de tragarlo todo, pero era bastante y además muy espeso, por lo cual, tuvo que botar un poco en el suelo.
Gabriela: Oooooooohhh... Gracias por el delicioso desayuno, hermano.
Eduardo: Déjame felicitarte, porque esa mamada fue maravillosa...
Gabriela: (Sonríe) Gracias... Pero dime, ¿lo hice mejor que Romina?
Eduardo: (Confundido) ¿Qué? ¿De qué hablas?
Gabriela: No te hagas el tonto conmigo, recuerda que vi en tu celular un vídeo tuyo con esa puta.
Contestó la rubiecita enojada y masajeando esa verga para que vuelva a colocarse dura.
Eduardo: No lo sé, me gustan las dos, aunque como hoy es tu cumpleaños diré que tú. Ahora date vuelta, levanta esa colita hermosa que tienes y dame ese dulce coñito.
Gabriela: Ok...
Respondió allegando sus labios a los de él y besándolo con ternura, sus salivas se mezclaban y sus lenguas se enroscaban. Eduardo acarició esa piel angelical y la sostuvo de la cintura, entretanto sus cuerpos se iban recostando en esa cama, que todavía seguía desprendiendo el hedor de la anterior cogida. Su pija sobaba con cierta picardía ese chochito rubio que ansiaba perforar, notando lo empapado que estaba y Gabriela masajeaba su nuca.
Luego de ese beso, la joven se colocaba boca abajo y levanta su culito, meneándolo de un lado a otro, invita al hombre a penetrarlo. Eduardo no espero un segundo más y perfilo su miembro, para ir introduciéndolo en ese coñito. La muchacha gritaba, pero no de dolor, después de haber tenido esa verga madura en su culo, ahora solo sentía placer por ella. Él lentamente fue aumentando el ritmo de sus penetraciones, mientras sus manos agarraban y apretaban esas nalgas que tanto le encantaban.
Cada minuto que pasaba, Gabriela se sumergía más en el gozo que recibía por esa follada. No controlaba sus gemidos y tampoco su cuerpo, inconscientemente movía sus caderas, sincronizándose a los movimientos del maduro. Las piernas de ella temblaban, a la vez que sentía un cosquilleo enorme por todo su cuerpo, explotando en un orgasmo. La joven rubia trataba de tomar aire, pero Eduardo no le daba descanso, él seguía firmemente embistiendo su vagina.
Gabriela: Uuufff... Uuhhmm… E-Eduardo, qu-que… Que ricooo.
Eduardo: (Continuando con sus estocadas) Aaahhh… Que coñazo, más apretado tienes nena.
Gabriela: Hhhmm… Pa-papi también decía lo mismo, que mi coño era apretado, pe-pero le encantaba hacerlo suyo.
El maduro rodea la cintura de la jovencita con su brazo izquierdo y con su mano derecha jugaba ese clítoris, mientras le revolvía las entrañas con cada estocada.
Eduardo: No puedo estar más de acuerdo con ese cabrón, es una delicia taladrar tu chochito.
Gabriela: Hhhhhmmm... ¿Lo-lo dices en se-serio?
Eduardo: Síííí... Es bastante bueno... Se siente maravilloso penetrarlo...
Gabriela: ¿Es mejor que los de Belén y Romina?
Interrogó tiritándole las piernas otra vez.
Eduardo: Aún no lo sé... Quizás tenga una respuesta cuando termine, pero estoy feliz de cogerme a las tres.
Gabriela: Uufff, t-te entiendo... Ooohhh, y-yo amo tu verga y cómo me coges, pe-pero también amo la de mi papito…
Eduardo: ¿No puedes decidirte por ninguno de los dos?
Gabriela: (Ríe) Hhhhmm... N-noogh... Mi mayor sueño ahora, es que los dos me penetren al mismo tiempo.
Respondió besándolo fogosamente, cada estocada hacía que sus labios se apretaran con más fuerza igual que sus lenguas.
Eduardo: Uuuhh… Ustedes tres me tienen muy cachondo y me encanta coger sus coñitos jovencitos. Al igual que tú, su-sueño con tenerlas a las tres en mi cama compartiendo mi verga.
Gabriela: (Ríe nuevamente) Si te ayudo a cumplir tu fantasía, ¿me ayudarías a cumplir la mía?
Eduardo: Ooohh sí nena, hagámoslo.
Susurró taladrando con más violencia ese chochito rubio.
Gabriela: Ooooohhhh, mierdaaaaaaa... Sigue asíííí... Sigue follándome con furia el coñoooooo... No pares y llénamelo con tu rica lecheeeeeee...
El maduro continúo cogiendo con esa intensidad a la muchacha, ambos sentían que ya estaban en su límite, sin embargo, Eduardo no quería dejar de embestir esa vagina y mientras lo hacía le besa tiernamente los labios a la joven rubia, para luego volver a susurrarle en el oído.
Eduardo: ¿Qué pasa hermanita?, te noto muy cansada.
Gabriela: Aaaahhhh, hhhhhhmmm... Dios... Solo estoy agitada... Aún puedo resistir más de tus estocadas...
Eduardo: Más te vale, porque sería una gran decepción que no lo hagas.
Cierra la boca para pellizcarle esas pequeñas pero sensuales tetas, luego de jugar con esos senos, comienza a introducir sus dedos dentro del ano de la jovencita y ella volvía a correrse al sentir esos dedos entrando dentro de su culo.
Eduardo: Eres una cerdita muy lujuriosa. Me doy cuenta de que te encantaría tener dos pollas penetrándote.
Gabriela: Hhhhmm... Ooooohhhh... Dioooosss... Ya te dije que quiero tu pollón... Y el de mi papito a la vez...
Eduardo: Si que te enloquecen las pollas maduras, como cierta sobrina que tengo.
Gabriela quedo confundida al oír la palabra «sobrina». Desde que ella conocía al hombre, él solo se quejaba de su hermano, pero jamás pensó que tenía una sobrina. Sin embargo, sus incertidumbres no serían contestadas en ese momento, no porque Eduardo no quisiera, sino porque ella rápidamente volvía a enloquecer de placer y dejabas sus dudas de lado. El maduro estuvo cerca de unos 10 minutos aproximadamente, clavándole su miembro sin parar, hasta que se corrió finalmente dentro de ella.
La muchacha sentía que el corazón se le iba a escapar de lo agitada que estaba y apenas podía respirar. Eduardo sonriendo se acerca a ella, le da un corto, pero muy cachondo beso, luego abraza a la jovencita y se queda acostado junto a ella. Ambos durmiendo un rato, cuando despertaron, Gabriela juguetona lo besa y luego se levanta para usar el baño del hombre. Él acostado en su cama, suspira mirando el techo, no podía creer que todavía la tuviera dura, después de esas asombrosas cogidas.
La rubia se duchaba, pensando en esa sobrina que había mencionado el hombre, ya había asimilado aquello, pues no era raro que él tuviera una sobrina, sin embargo, sí que supiera que le encantará los penes maduros. ¿Acaso Eduardo había tenido sexo con su sobrina?, era lo que rondaba por su cabeza, no quería pensar aquello, no obstante, tampoco podía descartarlo, después de todo él cogía con Romina a quien miraba con una sobrina y a ella que era como un hermana, así que cometer insecto parecía no ser un problema para él.
Al mismo tiempo, que ella divagaba entre sus pensamientos, el hombre hacía lo propio, sin embargo, su reflexión sería interrumpida por una llamada telefónica, él pensó que se trataba de Lorena. Al mirar la pantalla y ver el nombre de Vicky, quedó intrigado, titubeó en contestarle y gracias a ese momento de dudas ella corto, aunque de forma inmediata la mujer nuevamente llamó, esta vez Eduardo no lo pensó tanto y cogió la llamada de su ex prometida.
Eduardo: ¿Hola?
Dijo con cierto misterio.
Vicky: Ho-hola Eduardo. S-sé que soy la última persona que esperas que te llame, pero tengo que decirte algo importante.
Comentó la mujer nerviosa, esperando alguna respuesta de Eduardo, quien solo guardó silencio. No sabía qué decir al respeto, era como si su mente estuviera en blanco.
Vicky: Eduardo, ¿estás ahí?
Consultó ella extrañada, el hombre en un murmullo suelta un ligero y sutil «sí», en ese instante, la puerta de su dormitorio se abrió. Él miró hacía esta con recelo, al ver que se trataba de la morochita, se tranquilizó un poco. Belén con una sonrisa coqueta entre sus mejillas, se aproximó donde el maduro. Él suspiro al observar ese cuerpecito ébano en una lencería celeste, si bien no era muy provocativa y reveladora, hacía resaltar la belleza y los encantos de esa joven traviesa.
La negrita subiéndose en la cama, gatea hasta donde destacaba un bulto, quitando esa sabana, ver ese enorme pene erecto. Belén juguetona, allega su boquita y abriéndola, le da una lamida desde el tallo hasta la cabeza. –“Ooohhh”- suspiró Eduardo, la muchacha jocosa, repite la operación, aunque esta vez desde la glande hasta llegar a la base de ese tronco. Otro quejido dejó salir el hombre, que causaba intriga a la mujer de la otra línea, –“Eduardo, ¿estás bien?”- preguntó ella desconcertada.
La morocha sin dejar de sonreír se relame los labios y luego lame con lentitud ese par de huevos, causando que el maduro tuviera que morder una almohada, para callar algún gemido que se le podía escapar. Ella sigue jugando con esas bolas, se las mete ambas en la boca y mordiéndolas suavemente, le da pinceladas con su lengua con furia, él completamente extasiado quería soltar esa almohada y gritarle el nombre de esa joven atrevida, al mismo tiempo de pedirle que no se detuviera.
Era consciente que no podía hacer aquello, no obstante, cuando esa negrita detiene su comida de huevo, suelta esa almohada y planea pedirle que continuara. Sin embargo, antes de que él dijera algo, la muchacha le da un beso a su polla y con su lengua comienza a trazar una línea descendiente. Sorpresivamente para él, ella pasa esos huevos y su cálida lengua se filtra dentro del culo, sintiendo un enorme gozo, –“Ooohh mi-mierda”- exclamó regocijándose.
Esa joven entierra más hondo su lengua y con sus manos masajea esa tranca que parecía haber quedado completamente dura. –“Eduardo, Eduardo, ¡Eduardo!”- se escuchaba desde el móvil, pero el hombre no decía nada entre tanto placer. La morochita maliciosa, para en el momento justo, cuando esa verga empezaba a palpitar, señalando que estaba cerca de venirse. Sonriente, saborea su boca y se levanta apoyándose en un pequeño mueble, le menea la cola al maduro.
Vicky: Eduardo, di algo por favor.
Eduardo: Pe-perdón Vicky, ahora no puedo hablar, estoy ocupado, te llamó luego.
Colgando se acerca a esa coqueta joven, nalgueándola soba su pija erecta entre medio esos dos bollos morenos. Amasando esos glúteos fue retirándole con ternura su calzoncito, ella se preparaba por recibir ese mástil dentro de ella, no obstante, el hombre la agarro por las nalgas y la subió en el pequeño librero en donde estaba apoyada. Mirando detenidamente esa cola preciosa y ese coñito rosado, muerde sus labios llenos de deseos y pasa su lengua a lo largo de esos dos agujeritos.
Deteniéndose en ese culito, empieza a jugar con él, dándole lamidas e introduciendo levemente la punta de su lengua en ese hoyito. Mientras tanto, sus dedos rozaban esos labios vaginales, cada toque era estimulante y provocador para la muchacha, quien se afirmaba con fuerza en las esquina de ese librero. Eduardo tenía unas enormes ganas de ensartar su polla en ese chochito negro, pero antes iba a devolverle la fabulosa comida de culo.
Fue así que empezó a enterrar su lengua dentro de ese anito, a la vez que sus dedos se introducían en esa vagina y sobaban su clítoris. –“Uuuufff… Hhhmmgg”- se quejaba Belén, jamás había sentido tan profundo esa lengua dentro de su culo, era todo un deleite que no quería dejar de sentir. Sin embargo, tal como ella le hizo al maduro, él se detuvo cuando estaba cerca de venirse. Agitada voltea a mirarlo y antes que pregunté del porqué se detuvo, él comenzó a chuparle el coño.
La jovencita temblaba de placer, porque él le comía el chocho con una intensidad que ningún otro hombre lo había hecho. –“¡Diooooosss!”- murmulló con voz entre cortada y jadeante, cada mordisco y movimiento que hacía ese maduro era espectacular. Belén no tardó en sentir unos espasmos por todo su cuerpo y sin resistir más, soltó se néctar, el cual, Eduardo bebió como si fuese el mejor elixir que había probado. Fatigado, se allego a la boca de ella y la besa intercambiando sus salivas, que estaban mezclada con los dulces jugos de ella.
Entretanto su pene se va acomodando, quedando listo para entrar en ese agujerito empapado. Separando sus lujuriosas bocas, ambos se saborean, él suspira al lado de su oído, mordiéndole el lóbulo, va enterrando paulatinamente su tranca dentro de esa vagina morocha. –“Uuhhh… Belencita prepárate, porque voy a darte un revolcón que apenas vas a caminar después”- le susurró sin dejar de jugar con su oreja y pellizcando sus pezones duritos, sobre la tela del brasier.
–“Oooohhhg”- exclamó al sentir la glande de ese tronco golpeando su útero, –“Nnnggg… ¿N-no te importa, q-que Ro-Romina, nos escuché?”- preguntó con picardía. Eduardo no le contesta y en cambio empieza a mover su pelvis, aumentando gradualmente la fuerza y velocidad de sus estocadas. –“Ooooohhh mierdaaaa”- expresó esa negrita tratando de mantenerse firme en ese mueblecillo, el maduro, sabiendo que a esa muchacha le encantaba aullar, enreda sus lenguas otra vez.
Gabriela comenzaba a percibir esos gemidos apasionados y el ruido de ese librero al ser cómplice de esa cogida que se iba transformando en una bestialidad. El maduro al ir degustando esas babas ardientes, comprendía que Gabriela y Belén eran más que un pasatiempo para él. Su cuerpo disfrutaba follar con ella y le pedía hacerlo por las sensaciones y emociones que experimentaba. La rubia le causaba morbo al ser la hija de su jefe y llamarla hermanita al enterrársela.
Mientras que esa morocha, le provocaba adrenalina, siempre hacían algo nuevo, que le terminaba encantando y podía cogerla muy duro, porque esa jovencita lo resistía como una verdadera campeona. Con su mente contaminada de pensamientos lascivos, carga a Belén y la traslada hasta su cama, en donde no paraba de taladrarla y ella de gemir con fuerza. La joven agarrándose de las sabanas, siente como un orgasmo se aproxima al recibir ese fierro caliente sin cesar, soltando ese rio de jugos, él ve cómo viene otro.
A pesar de que esa morochita se había ya corrido como tres veces en menos de 10 minutos, él seguía desplazando su tranca dentro de esa vulva. Ella cansada, abraza la cintura del hombre con sus piernas, pues disfrutaba mucho tener ese pene adentró de su coño, era una sensación divina, el experimentar el recorrido que realizaba entre esas paredes hasta llegar a su matriz. Él de un tirón le quita el sujetador y con sus manos masajea esas dos preciosas tetas ébanos.
Eduardo acerca su boca al cuello de Belén, se lo mordisquea mientras sigue dándole sin tregua. Luego de unos piquitos el maduro desciende hasta esos dos caramelos con los cuales estaba jugando, apretándolos, los chupa. Ella totalmente entregada a esa deliciosa cogida, mordía los labios e intentaba mantenerse abrazada a su semental. Entonces la puerta del baño se abre y se asoma Gabriela con una pequeña toalla cubriendo su cuerpo, ella atónita, aprecia esa salvaje follada.
Su cuerpo se llegó a estremecer al ver las embestidas que soportaba esa negrita, no obstante, una llamada telefónica cortaría absolutamente todo. Horacio que buscaba desesperadamente comunicarse con Eduardo, dado a que él no le cogía las llamadas, no le quedó otra que llamar a su hija, quien le contesta. Él algo molestó le pide que le pasé a Eduardo, ella le dice que estaba ocupado y no podía atenderlo en ese momento, entonces su padre le grita, exigiéndole que le pase al hombre.
Ella se acerca al maduro y le comunica que su padre lo estaba llamando, él deteniendo sus embestidas, toma el móvil de la muchacha y contesta. –“Ho-hola jefe, ¿sucedió algo?”- preguntó desconcertado, –“Ni te lo imaginas muchacho, hace unos 10 minutos llegó la hija de Zheng y está exigiendo verte o sino va a cancelar absolutamente el trato de hace un mes”- comentó exasperado el hombre. Eduardo extrañado se coloca de pie al mismo tiempo que buscaba su ropa.
Eduardo: ¿Qué? ¿Pero cómo va a echar para atrás el trato?
Horacio: Así como escuchas muchacho, yo traté de llegar a un acuerdo con ella, pero exige verte a ti.
Eduardo: Mierda… Bien jefe, si puede entretenerla unos 10 minutos más se lo agradecería, voy a tratar de llegar lo más pronto posible a la empresa.
Horacio: Ok, te espero aquí entonces.
Eduardo lo más rápido que pudo se vistió y se largó hacía la empresa, no sabía por qué las condiciones habían cambiado. Pensaba que quería Hui Ying, aunque no era muy complicado imaginar qué andaba buscando esa chinita pervertida, que no fuese su polla. Al llegar, se aparca y baja para dirigirse rápidamente al despacho de su jefe, sin tocar la puerta, entra. Horacio estaba sentado en su silla, al verlo él sonríe, no obstante, la chavala que estaba sentada al frente de su jefe, no se parecía a Hui Ying.
No, lucía más joven y delgada, al aproximarse donde ellos, –“Aquí llegó a quién pedías ver”- afirmó Horacio, la muchacha al escuchar esas palabras, se da vuelta con una sonrisilla juguetona. Efectivamente esa chica no era Hui Ying, –“Eeehh… Eeehh… ¿Y ella quién es?”- preguntó confundido, –“Ella es Kumiko, la hija menor de Zheng”- respondió Horacio, al mismo tiempo que la joven asiática se colocaba de pie y sus ojos examinaban detenidamente al maduro.
Eduardo: ¿Hi-hija menor?
Susurró extrañado.
Kumiko: Sí, así es, vine en lugar de mi hermana Hui Ying.
Contestó cortando la distancia con él.
Eduardo: Ya-ya veo, ¿pero por qué querías verme? Es decir, aquí puedes ver el proyecto que estamos realizando con el dinero de tu padre y los informes de las ganancias que obtendrá.
Kumiko: Sí, tienes razón, sin embargo, quiero que tú me lo expliques, palabra por palabra y luego que almuerces conmigo.
Eduardo: ¿Qué?
Kumiko: Si no quieres, entenderé, aunque claro, eso va significar que le diga a papá que este negocio no es viable.
Enunció de forma de chantaje la chinita.
Eduardo: Claro que no, solo me sorprendí que quieras que yo sea la que te explique el proyecto.
Kumiko: Oh vamos, no te hagas el modesto conmigo, sé que eres el mejor de esta empresa y tienes muy buenos argumentos para convencer a las personas.
Comentó mirándole la entrepierna, Eduardo notaba las intenciones de esa muchacha, se dio cuenta que no era diferente a su hermana y andaba buscando un revolcón con él. En esos se cuestionó en seguirle el juego o no, pues ‘físicamente le generaba atracción, tenía pechos y una cola bastante decente, aunque no le ganaba a las otras tres diablillas que tenía en su casa y por lo mismo comenzaba a perder el interés.
A pesar de eso, él aceptó las condiciones que había establecido la joven, porque mientras le enseñaba el proyecto, de seguro buscaba una excusa para evitar el almuerzo con ella o por lo menos solo comer y que no pase nada más. Ambos se fueron al área en donde estaban desarrollando la campaña de publicidad del producto, al ir caminando por los pasillos Eduardo le pregunta la edad a Kumiko, la chavala asiática le revela que acababa de cumplir 18.
Ella le consulta si no le creía, a lo que el maduro algo incómodo le responde, que no era que le creyera sino que a simple vista no aparenta tener 18 años. Kumiko entre su cartera saca su pasaporte en donde se señalaba que esa muchacha era mayor de edad. Él no sabía que decir al respeto, por suerte llegaron a su destino, abriendo la puerta entran en ese salón en donde solo encuentran a una joven de cabello azul.
Eduardo jamás la había visto antes, extrañado se acerca a ella, –“Disculpa, ando buscando a Andrea, la jefa de campaña, ¿sabes en dónde está?”- preguntó perdiéndose en los ojos de esa muchacha, le recordaban a alguien. –“Vaya que estás desactualizado, cariño”- respondió la jovencita soltando una pequeña risa y en un tonto arrogante, –“Andrea ya no trabaja aquí y la jefa de campaña ahora soy yo, ¿qué necesitas?”- añadió tajantemente.
–“¿Cómo?”- exclamó el maduro desconcertado, –“No me hagas repetirte lo que ya te dije y sé breve por favor, que estoy muy ocupada”- contestó aproximándose a él, –“Aunque viéndote de cerca, podemos ir almorzar los dos y discutimos todo lo que quieras, guapo”- agregó rozando sus labios con los del hombre, Eduardo retrocedió, esa actitud altanera le recordaba a su tío Alonso, lo que era horrible, sin embargo, mirando detenidamente, esa jovencita era una preciosura.
Si bien la ropa que llevaba puesta no presumía nada de su físico, se notaba que era más desarrollada que Kumiko y sin tener que usar unos tacones tan altos, llegaba a su estatura. –“¿Qué pasa? ¿Me tienes miedo?”- dijo de manera burlista la pelo azul, –“¿Qué?, no, claro que no, solo me sorprendiste, pero aprovechando que lo colocaste como opción, te invito a almorzar, necesito que le expliques a la hija del inversor, la campaña que vamos a ejecutar”- comentó él.
–“Ok, corazón, pero tendrás que esperarme”- respondió, –“Cla-claro, yo por mientras le voy a enseñar a Kumiko en donde se fue gran parte del dinero de su padre”- expresó sin dejar de mirar esos ojazos divinos que tenía esa joven de identidad secreta. –“Por cierto, ¿cómo te llamas?”- añadió curioso, –“Valentina, cariño, aunque puedes decirme Vale, si quieres”- replicó acercándose a el hombre y dándole un beso en la mejilla, –“Yo, yo soy Eduardo”- afirmó algo nervioso.
Vale: Bueno Eduardo, nos vemos luego.
Enunció saliendo de la sala, el maduro aún maravillado por la belleza de esa chica, se quedaba mirándola deslizándose por los pasillos. –“Wow, que chavala más hermosa, parece un poco a Romina”- se dijo a sí mismo. Sin perder el tiempo, Eduardo lleva a Kumiko a ver un prototipo del producto que iban a lanzar. La muchachita china, observaba aquel objeto, de manera irrelevante, sus ojos solo se centraban en la entrepierna del maduro y ya no pasaba disimulada sus miradas a ese paquete.
Tras de la densa explicación llegaba el momento de ir a comer, Kumiko se mostraba desesperada por ir, no obstante, Eduardo le dice que fuera paciente porque necesitaban esperar a Valentina, la asiática le dice que no era necesario, si después de todo ella quería estar a solas con él. Para la mala fortuna de la chinita, la pelo azul aparece y agarrándose desde el brazo del hombre, dice.
Vale: Perdón por la tardanza, espero que no los haya hecho esperar por mucho tiempo, por cierto, ¿a dónde vamos ir a almorzar? Espero que sea un lugar refinado, ya que acostumbro a comer en sitios así.
Antes de que Eduardo dijera algo, Kumiko le señala que irían al hotel en donde ella se estaba hospedando. Los tres se subieron al coche del hombre y este durante todo el trayecto no le quita los ojos a Valentina, que iba sentada en la parte trasera. Ellos comieron y comentaron la campaña de publicidad, pero nuevamente, esto no era del interés de la joven asiática, la cual solo quería que Vale se váyase y ella pudiera quedar a solas con el maduro.
Eduardo esta lo más normal hablando cuando de repente siente un pie deslizándose por su pierna hasta tocar su entrepierna. Él quedo en silencio por unos segundos y luego de tragar saliva, continuó exponiendo sus ideas, aunque su voz se notaba distinta, algo agitada y tartamudeaba mucho. Aquel pie jugaba con su polla, hasta que logra hacerla erecta a un muy buen tamaño. Sin saber con exactitud quién era la que sobaba su pie contra su miembro, miraba a ambas, esperando ver algo que la delate, no obstante era inútil.
Ninguna de esas jovencitas mostraba alguna actitud delatadora, lo peor es que su tranca no dejaba de crecer, la erección no era para nada placentera, pues sentía que su verga estaba apretada e incómoda dentro de su pantalón, quería que tome aire. Como única solución a todo ese escenario, se le ocurrió levantarse e irse al baño, era muy difícil ocultar el bulto que tenía entre sus piernas, por lo que se apresuró para llegar al baño, sin embargo, su andar era similar a un pingüino.
Al llegar al baño se apoya en el lavado y suelta un suspiro de alivio, abriendo su cinturón y bajando la bragueta de su pantalón. Su dura polla tomaba aire y dejaba de sentir ese dolor agobiante. Cierra por unos segundos los ojos y se moja la cara, así encontrando algo de calma entre sus pensamientos obscenos, quería bajar esa erección sin recurrir a una paja, pues era un desperdicio teniendo a tres muchachas bellas en su casa. Cuando se secaba el rostro, siente que abren la puerta del baño, aquello no lo asustaba, ya que iría al urinario.
No obstante, al darse vuelta y abrir los ojos, ve que quien había entrado al baño era nada menos que Valentina. La muchacha de cabello azul, lo miraba con una sonrisa traviesa y sus bellos ojos claros, estaban clavadas en su polla, que seguía erecta. –“Wow… Así que los comentarios eran reales”- afirmó mordiéndose los labios y acercando sus manos ese tronco duro. –“Vaya anaconda que tienes, cuando me dijeron que era más grande del promedio, no lo quise creer y por eso te obligué a que me la enseñadas”- murmuró riendo.
Eduardo pasmado temblaba de miedo porque los podían encontrar, sin embargo, al mismo tiempo sentía un cachondeo enorme, por el morbosa escena que iban a ver la gente que entrara al baño o que saliera, ya que ninguno había comprobado si alguien más que ellos se encontraba ahí. Deleitándose con ese suave masaje que le daba esa jovencita, deja de temblar y gime, allegando sus labios a los de ella. –“Joder pendeja, así que eso urgente que tenías que hacer, era recopilar información de mí, ¿verdad?”- consultó.
Vale: Así es, ¿y tú no le preguntaste a nadie sobre mí?
Interrogó arañando esa pija que seguía creciendo en sus manos.
Eduardo: No, no tenía el interés de hacerlo.
Vale: Vaya, yo pensé todo lo contrario, que te había gustado y por eso no me quitabas los ojos de encima.
Expresó la joven mordiendo los labios del maduro.
Eduardo: Lo reconozco, me cautivaste con tu hermosura, pero no estaba tan desesperado por ti.
Vale: ¿Ah, sí? ¿Y ahora qué?
Eduardo: Ahora me tienes loco pendeja, vamos a un cubículo y te daré toda mi morcilla en donde quieras.
Vale: ¿Cubículo? No, yo soy más exhibicionista, si quieres algo conmigo, tendrás que dármelo aquí, sin que te importe que la gente nos vea.
Murmulló sentándose en el lavado, Eduardo hipnotizado se arrima donde ella, besando esos labios finos. Valentina abre las piernas y con las mismas abraza la cintura de ese maduro cachondo, a la vez que él intentaba desabrocharle el botón de su pantalón. Desenredando sus lenguas, ella apoya sus manos en el lavado y levanta ligeramente su culito, para que el hombre pudiera bajarle el pantalón. Viendo ese coñito brillante por lo mojado que estaba, se relame los labios.
Eduardo: Uuff, ese chochito luce muy sabroso, tengo unas ganas de comértelo.
Vale: Adelante, puedes hacerme lo que quieras, mientras me claves este sable después.
Eduardo sonrió, mordiendo su labio inferior se hincó y acercó su boca a esa vulva deseosa de sexo. Él lame alrededor de esa vagina, saboreando el sudor de esa muchacha, hasta que se zampa en ella y mete profundamente su lengua, explorando cada rincón de ese sabroso y meloso coño juvenil. Ella llevando sus manos en la cabeza del maduro, goza de ese sexo oral, –“Oooohhhff… Sí que sabes comer cabrón…”- susurró con su voz jadeante.
Flotando con fuerza su vulva contra la cara del hombre, empieza a convulsionar, –“Ooohh Dios, Ooohhh Diiioooosss… Me vengooooo”- gritó explotando en un gran orgasmo. Quedando echada en ese lavado, observa como el maduro se allega a ella con una sonrisilla. –“Vaya delicia que es tu coñito. Espero que estés lista, porque no me contendré, te la ensartaré hasta el último centímetro”- comentó acercando su polla al sexo de ella, sobándolo con sus labios vaginales, se preparaba para meterlo.
Vale: Uuuhhh… Va-vamos, clávamelo, lo quiero todo adentro.
Afirmó fatigada. Eduardo sonriendo va metiendo lentamente su pene dentro de ese agujerito, el recorrido que hacía era estupendo, al sentir cómo esos músculos vaginales lo apretaban y lo absorbían. –“Oooohhh Dios santo… Me matas de placer cabrón”- gritó la pelo azul, extasiada y agarrándose de los brazos del hombre. –“Actúas como si nunca te hubieran cogido, zorrita”- dijo riendo, –“Uuuugggghh… Jamás había estado con alguien que lo hiciera tan bien como tú”- contestó ella con los ojos casi blancos.
Eduardo: (Riendo) Gracias por el halago preciosa, ¿pero por qué una belleza cómo tú estaba con cualquiera?
Vale: Po-po-po-porque, quería hacer enojar a mi padre, pero ahora voy a querer solo tu vergota.
Murmuró entre dientes, sintiendo todo ese trozo de carne dentro de su coño, solo el roce entre la cabeza de esa pija con su matriz, causo que ella se viniera otra vez. Eduardo comprendiendo que esa chica nunca había recibido una cogida como se debe, comienza a taladrar su vulva frenéticamente. Mientras que sus manos buscaban una obertura en esa blusa para poder tocar esas tetitas, sin embargo, era una tarea difícil y solo se conformó con tocarla sobre la tela.
Aun así, se percataba que eran más grande de lo que imaginaba, sin dejar de estrujarlas, la embestía con rudeza, –“Ooohhh Dios mío… ¿Cómo sigues soltero si follas tan bien?”- consultó la chavala apretando con fuerza los brazos del hombre. –“Digamos que no quiero comprometerme aún”- bufó él acercando sus labios a los de ella, –“Oh Dios, oh Dios, oh Dios… Definitivamente te haré mi novio y me casaré contigo, así dejaré de vivir con mis padres y de ver las estúpidas zorras de papá”- replicó ella llegando a otro orgasmo.
Entretanto ellos enloquecían de placer, Kumiko se impacientaba en la mesa, veía como pasaba los minutos y ninguno de los dos regresaba del baño. Valentina disfrutando de ese tronco en su interior, besa ferviente al maduro, sus lenguas de nuevo se abrazaban y sus salivas se mezclaban entre pasión y lujuria. Entonces, la puerta del baño se abre y entran dos hombres, charlando entre risas, al ver aquella escena digna de una cinta pornográfica, se quedaron perplejo.
Por otra parte los dos amantes, sintieron una adrenalina, un regocijo recorriendo por todo su cuerpo. La muchacha trataba de acomodarse, para así regalarle un magnifico ángulos a esos dos espectadores que tenían. –“Diooooosss… Mi-miren… Miren como ese pollón entra y sale de mi coñitoooo”- expresó la joven con la voz agitada. Eduardo sin decir nada continua con su labor de dar estocadas profundas y hacer ver estrellas a su nueva compañera de trabajo.
Ellos bramaron sincronizados, parecía que terminarían juntos, no obstante, el celular de Valentina comenzó a sonar. Ella mirando la pantalla balbucea con ira y sin contestar, le pide a Eduardo que se detenga, el hombre desconcertado empieza a bajar el ritmo paulatinamente, hasta que su pene quedó quito dentro de la jovencita. –“Joder… Perdón, me tengo que ir, mi padre me llama”- explicó jadeando, el maduro atónito no sabía qué decir al respecto.
Ella aparatándose de él, ve como esa enorme tranca sale de su vagina completamente húmeda. Tenía unas ganas de seguir y de engullirse todo ese mástil, pero lamentablemente su papá le arruinaba el mejor sexo de su vida. Subiéndose su braguita y su pantalón, acomoda su blusa, toma su cartera y le da un fogoso beso al hombre que continuaba tieso. Tras ese intercambio de babas, ella le susurra que no se coloque triste, ya que iban a terminar lo que iniciaron en ese baño muy pronto.
Valentina pasa entre los otros dos, que la miraban con las pijas endurecidas, ella le da un beso en la mejilla a ambos y sale, justo cuando entraba otro hombre. Eduardo suspira sin creer en la forma que había terminado ese polvo y con el calentón que le había dejado esa muchacha. Luego de unos instantes recuerda que tenía el pantalón entre las rodillas y la verga erecta afuera, al observar los rostros de asombros de esos tipos, fijándose en su miembro, se sube rápidamente el pantalón y sale de ahí.
Apenas dio unos pasos fuera del baño, se encuentra con Kumiko. Ella al verlo sonríe y le pregunta si lo podía acompañar a su habitación, ya que tenía que mostrarle algo que su padre le envió. Él de mala gana acepta y se dirigen al cuarto de esa chinita. Al llegar, Kumiko volvió a sonreír, aunque en esta ocasión de manera traviesa, el maduro viendo las intenciones de esa muchachita, busca una salida rápida, así que le sugiere que le muestre lo más pronto posible, lo que le había enviado Zheng, ya que tiempo no tenía de sobra.
Kumiko se mordió su labio inferior de la boca y le pidió al maduro que se siente, él obedece titubeando, entonces se acerca a su oído, –“Tus capacidades de negociar son excelentes, pero yo estoy aquí para comprobar tus otras cualidades”- le murmulló coquetamente. Las manos de la muchacha tocaban el torso del hombre y bajaban hacía la entrepierna de él. Eduardo nervioso, le dice que no sabía de qué estaba hablando. La joven dándole un pequeño mordisco en el cuello, le contesta, –“Hace un par de años, fuiste a China, para cerrar el primer trato con mi padre, ¿lo recuerdas?”-
Eduardo: S-sí…
Kumiko: En esa época, yo era una niña y no me metía en estos negocios, por lo cual mi padre estuvo acompañado por mi hermana mayor.
Dijo mientras sus pequeñas y delgadas manos se paseaban por ese bulto.
Kumiko: A ella no le convenció tanto el negoción que tú proponías y mi padre siguiendo su opinión, porque era muy buena eligiendo negocios, así que tomaron un tiempo para darte la respuesta. Entonces tú te viste obligado a proponerle una reunión privada a mi hermana y bueno, ella me dijo que tus otros dotes la convencieron esa noche.
Eduardo ya estaba excitado con lo sucedido con Valentina y para colmo esa jovencita china, le recordaba su negociación más complicada y en donde terminó cogiendo por el futuro de la empresa. Kumiko no perdía el tiempo y le desbrochaba el cinturón al hombre, solo anhelaba ver esa polla que su hermana le describió como fantástica e increíble.
Kumiko: Hui Ying apenas supo que harían negocios contigo, quiso venir la primera vez e incluso en esta ocasión, pero lamentablemente para ella, sus responsabilidades son otras, pues está casada y tiene dos hijos que cuidar.
Continuó diciendo a la vez que lamía el lóbulo del hombre.
Kumiko: Estaba muy amargada por no venir, entonces me conto cada detalle de su negociación. Me dijo que le diste el mejor sexo anal de su vida, que ningún hombre le ha hecho sentir ese placer y guarda esa follada en su memoria, todas las noches sueña con esa habitación, en donde gozo ser tu mujer. Estar apegada a la pared y recibir tu gran polla, que le destrozaba el culo, pero que amaba.
Kumiko: (Sonríe) Yo quiero que hagas algo muy parecido conmigo y no creo que sea necesario decirlo, pero si te quieres negar, le diré a mi padre que no siga invirtiendo en el proyecto y saldrías perdiendo tú.
Eduardo comprendía que no tenía otra opción, la muchacha finalmente le bajaba el pantalón con el y ve ese pene maduro erecto.
Kumiko: Dios mío, mi hermana no mentía, vaya pedazo de polla que te gastas.
Manifiesta anonadada.
Eduardo: Parece que las asiáticas no han visto nunca una verga más grande que de 13 centímetros, porque tuviste la misma reacción que tu hermana. Aunque a ella no solo le encanto mi pene por su tamaño. También le gusto, porque sé usarlo y le di el placer que ella quería.
Kumiko: Ya quiero tenerlo adentro mío.
Afirmó dándole una lamida al tallo, si bien a él no le gustaba la idea de coger con esa chica, reconocía que era una perrita que sabía usar su lengua y se sintió muy bien su lamida. Ella saboreando el sabor de esa tranca mezclado con los jugos de Valentina, abrió su boca y se traga más de la mitad de ese miembro de una. Él impresionado suelta un gemido, apoyando sus manos en la nuca de ella. Poco a poco el maduro dejaba de estar tenso y se entregaba a la lujuria.
Después de la increíble mamada, él carga a la muchacha y la tumba en la cama, donde comienza a devorarle el coño. Kumiko se agarraba entre las sabanas y aullaba, mientras sentía un orgasmo tras otro. Eduardo pensaba que había dejado fuera de combate a esa zorrita asiática con su comida de chocho, pero la muchacha se mostraba más activa que antes. Apenas el hombre se colocó el preservativo, ella se montó sobre esa polla madura.
Chillaba cada vez que esa verga daba una estocada para ir más profundo en su joven y ajustada vagina. No la tenía completamente adentro, pero ya se corría de nuevo. Estaba asombrada por la cantidad de jugos que dejaba salir, jamás se había corrido tanto. Eduardo le mordía los pezones de sus redondas tetas y luego la besaba. –“Joder... Que rica verga tienes... Es mucho mejor de lo que pensaba”- expresaba Kumiko, el maduro halagado, comenzaba a taladrar ese chocho asiático sin piedad.
Sus manos cubrían por completo esas pequeñas pero redonditas nalgas, tanto que sus dedos entraban en ese diminuto ano. Iba ya adaptando ese agujero, porque también tenía contemplado partirle el culo a la jovencita. En eso entra uno de los botones del hotel, quien había ido a dejar unos equipajes hace unos minutos y quedó intrigado por esos gritos que provenían de la habitación, atrapando a esos dos en pleno acto sexual. Sin palabras por lo que estaba viendo, Kumiko jadeando lo ve petrificado.
Kumiko: Oooooohhh, mierfdaaaa... Olvide cerrar bien la puerta...
Balbuceó a pesar de aquello Kumiko sigue cabalgando y Eduardo confundido por lo que había dicho la muchacha, le pregunta a qué se refería y está entre jadeos le contesta que mire a la entrada. El maduro se estira para observar y cuando ve a ese muchacho se queda inmóvil del impacto, sin embargo, una calentura lo invade y empieza a ensartar más hondo su polla. –“Uuff, ¿te gusta ver cómo destrozo este chochito?"-, dijo el hombre con picardía, aquel empleado se dio la media vuelta y se largó de aquel cuarto.
Kumiko se doy cuenta que el pene de Eduardo se había hecho más rígido tras ser descubiertos, ella lo besa, cachondeándolo aún más. La asiática con la voz fatigada le ruega que no se detuviera, que por esa tarde le enseñe que es tener sexo. Eduardo cambia de posición, quedando de pie y la muchacha extendida en la cama, la agarra fuerte de la cintura y le clava toda su verga, haciendo que esa chinita pegué un gran grito, él le susurra que debía aguantar esas estocadas, ella sentía que la habían partido en dos.
Esa sensación de dolor y gozo, era algo maravilloso para la asiática que comenzaba a convulsionar entre los brazos del hombre, al mismo tiempo, ese fierro de carne palpitaba, estaba cerca de acabar. Kumiko besándolo siente como el preservativo que tenía el maduro va hinchándose, sin resistir más explota en un gran orgasmo que la dejaría fuera de combate. Eduardo retirando su miembro delicadamente, se saca el preservativo y lo tira al cuerpo de la joven bañándola en semen.
–“No estuvo nada mal chinita, pero estás lejos de ser como tu hermana. Ella resistía por más tiempo y vaya manera que meneaba el culo”- expresó retirándose a la ducha. Luego le comunicó a la chinita que se iba, pero la jovencita seguía inconsciente, así que deja una nota diciendo que tal vez en otra ocasión lo podrían repetir, aunque le daría en el culo. Él sale de la habitación y mientras caminaba, intenta llamar a Lorena, no obstante, la Milf no le responde.
Ya en su coche con dirección a su casa, recibe una llamada de su jefe, quien le preguntaba cómo le había ido, Eduardo le dice que bien y destacando a su nueva amante, menciona que Valentina hizo una estupenda presentación. –“Parece que lo llevan en la sangre, por eso cuando Andrea se fue, no dude en reemplazarla con ella cuando tu tío la ofreció”- enunció Horacio dejando intrigado al hombre. –“¿Sangre? ¿Tío? ¿De qué habla jefe?”- interpela confundido.
Horacio: Oh vamos muchacho, no me digas que no reconociste a tu prima.
Eduardo: ¿Pri-prima?
Horacio: Sí, Valentina. Ella es la hija de Alonso, tu tío.
Eduardo por el impacto de esa declaración frenó de golpe.
Horacio: Pensé que te habías dado cuenta, porque se apellidan Urriaga ambos.
Añadió entre risas Horacio, sin saber lo que había pasado entre esos dos, Eduardo al recordar a esa joven y sus ojos claros, ve la imagen de su tío, –“No jodas, me acabo de follar a mi prima”- susurra perplejo.
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Eduardo ni en sus sueños imaginó este escenario, pero Vicky le tiene otra sorpresita. Espero que les haya gustado el capítulo y el viernes debería salir el cuarto episodio de «Secretos en la familia».
3 comentarios - Deseo Prohibido. Capitulo Xlll:
Que le de una patada en el culo a Vicky y siga zorreando tranquila. Capaz que le diga que tiene 1 mes de embarazo y que es de él. 😆😆😆🤔
¡¡¡Disculpa por insistir con una 2° temporada de secretos , pero esto esta muy bueno!!!!!! 🤗🤗🤗
¡¡¡Disculpa por insistir con una 2° temporada de secretos , pero esto esta muy bueno!!!!!! 🤗🤗🤗