Mi amiga dice que soy una chica normal. Que las dos somos chicas normales. Ya rondamos los 40 y las cosas no son como cuando teníamos 20, pero lo pasamos bien juntas.
Yo estuve casada por diez años y en ese tiempo apenas teníamos tiempo para vernos. Clara andaba soltera mientras yo no paraba ni un segundo con mis labores de mami.
En ese tiempo, Clarita, descubrió que le gustaban más las chicas que los chicos y a mí, me encantaba que me explicara sus historias de viernes por la noche. Debo confesar que siempre buscaba su proximidad porque en realidad me atraía todo de ella, inclusive sus ojos color almendra tostada que parecían leer mis pensamientos más TÓRRIDOS.
Al separarme, nuestra relación volvió a consolidarse. De nuevo nuestras risas, nuestras confesiones, nuestros dramas y nuestros secretos más íntimos. Con la diferencia que esta vez, yo también tenía alguna que otra historia para explicar.
Cuando estábamos juntas, siempre buscaba un momento oportuno para ROZARLA o probarnos alguna ropa para salir con la excusa de que mi ropa le quedaba mucho mejor a ella. Clarita, era la típica amiga con la cual te vas a la noche y te quedas a dormir. Yo siempre prefería ir a su casa porque sabía que en cualquier momento, aunque fueran las 3 de la mañana, me podía ir y era menos probable acabar una arriba de la otra o con mi pierna sobre su cintura. . Aunque mis pechos son pequeños, mis PEZONES son muy prominentes y era habitual que mi excitación se hiciera notoria en ellos, pero ella se hacía la dormida haciendo ver que no notaba lo que era tan evidente. Yo me quedaba mirando sus piernas y sus nalgas medio saliendo entre las sábanas y aunque me hubiera encantado tocarla solo me limitaba a mirar como las sábanas le rozaban las piernas y dejaban ver sus nalgas.
Una noche, una de esas en la que el alcohol hace estragos, me quedé profundamente dormida en su cama cuando noté un ligero roce en mi cuello. Era una suave caricia que bajaba lentamente hacía mis hombros. Entreabrí los ojos y ante mi asombro ella observaba mi tanga que sobresalía de mi short con una mano dentro. No podía creer verla haciendo eso. Decidí hacerme la dormida pero sabía que, como siempre, mis pezones me delataban. Clarita lo debió notar porque fue entonces cuando se levantó y se fue al baño.
Yo estaba totalmente EMPAPADA pero no iba a masturbarme ahí así que mejor esperaba a llegar a casa.
Al cabo de un rato, Clarita volvió a la cama con su pelo despeinado. Yo todavía seguía en la misma posición en la cual me había dejado, y se recostó a mi lado fingiendo estar dormida. Después de un tiempo prudencial su pierna cayó sobre la mía y su mano sobre mi cintura. Uno de sus dedos quedó un poco dentro de mi tanga y sentí su HUMEDAD contra mi piel.
Aún seguía con los ojos cerrados mientras imaginaba los pechos de Clara acercándose a mi boca.
Me humedecí los LABIOS ligeramente, con calma…
Yo estuve casada por diez años y en ese tiempo apenas teníamos tiempo para vernos. Clara andaba soltera mientras yo no paraba ni un segundo con mis labores de mami.
En ese tiempo, Clarita, descubrió que le gustaban más las chicas que los chicos y a mí, me encantaba que me explicara sus historias de viernes por la noche. Debo confesar que siempre buscaba su proximidad porque en realidad me atraía todo de ella, inclusive sus ojos color almendra tostada que parecían leer mis pensamientos más TÓRRIDOS.
Al separarme, nuestra relación volvió a consolidarse. De nuevo nuestras risas, nuestras confesiones, nuestros dramas y nuestros secretos más íntimos. Con la diferencia que esta vez, yo también tenía alguna que otra historia para explicar.
Cuando estábamos juntas, siempre buscaba un momento oportuno para ROZARLA o probarnos alguna ropa para salir con la excusa de que mi ropa le quedaba mucho mejor a ella. Clarita, era la típica amiga con la cual te vas a la noche y te quedas a dormir. Yo siempre prefería ir a su casa porque sabía que en cualquier momento, aunque fueran las 3 de la mañana, me podía ir y era menos probable acabar una arriba de la otra o con mi pierna sobre su cintura. . Aunque mis pechos son pequeños, mis PEZONES son muy prominentes y era habitual que mi excitación se hiciera notoria en ellos, pero ella se hacía la dormida haciendo ver que no notaba lo que era tan evidente. Yo me quedaba mirando sus piernas y sus nalgas medio saliendo entre las sábanas y aunque me hubiera encantado tocarla solo me limitaba a mirar como las sábanas le rozaban las piernas y dejaban ver sus nalgas.
Una noche, una de esas en la que el alcohol hace estragos, me quedé profundamente dormida en su cama cuando noté un ligero roce en mi cuello. Era una suave caricia que bajaba lentamente hacía mis hombros. Entreabrí los ojos y ante mi asombro ella observaba mi tanga que sobresalía de mi short con una mano dentro. No podía creer verla haciendo eso. Decidí hacerme la dormida pero sabía que, como siempre, mis pezones me delataban. Clarita lo debió notar porque fue entonces cuando se levantó y se fue al baño.
Yo estaba totalmente EMPAPADA pero no iba a masturbarme ahí así que mejor esperaba a llegar a casa.
Al cabo de un rato, Clarita volvió a la cama con su pelo despeinado. Yo todavía seguía en la misma posición en la cual me había dejado, y se recostó a mi lado fingiendo estar dormida. Después de un tiempo prudencial su pierna cayó sobre la mía y su mano sobre mi cintura. Uno de sus dedos quedó un poco dentro de mi tanga y sentí su HUMEDAD contra mi piel.
Aún seguía con los ojos cerrados mientras imaginaba los pechos de Clara acercándose a mi boca.
Me humedecí los LABIOS ligeramente, con calma…
5 comentarios - Secretos entre amigas (parte I )