No leíste la primera parte de "Departamento de soltero"? En total son 10 capítulos super calientes y te van a encantar! Acá te dejo el link para que entres y te deleites:
PRIMER AÑO. CAPITULO 1
Tras un primer año de vivir solo en su nuevo departamento de soltero, Lautaro continúa disfrutando al máximo su vida sexual en una casa que se empieza a llenar de recuerdos placenteros y emocionantes entre sus amigas, vecinas y ex amantes. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
CAPITULO 1
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Capítulo 10: Apagón
- ¡Ay sí! ¡No pares!- Me decía Victoria, mi vecina, mientras la cogía bien rápido en cuatro.
Después de nuestra primera ronda de sexo más romántico y sensual en la que por fin nos sacamos las ganas de casi un año, tuvimos una segunda vuelta un poquito más salvaje y atrevida. En ella aparecieron los orales y Victoria me demostró lo bien que podía complacer a un hombre con sus labios, su lengua y sus manos. Por mi parte, le devolví el favor comiéndole la conchita por varios minutos hasta que la tuvo completamente empapada. Acto seguidos nos dedicamos a coger por un largo tiempo, variando de posiciones, atreviéndonos a jugar más con las manos y a hacer que los gemidos fueran protagonistas. “Ahora entiendo porque gritan tanto las mujeres cuando están con vos” me había dicho media hora antes y en esa segunda vuelta fue ella la que se encargó de gritar como loca. Me encantaba como se comportaba a la hora del sexo, lo descontrolada que era y la manera apasionada en la que me besaba.
Para esa tercera vuelta, ya siendo casi las dos de la mañana, nos encontrábamos en el sillón en el que tantas veces habíamos tomado mate y habíamos hablado de muchas cosas. Yo me senté sobre el mismo y ella se acomodó encima de mí, clavándose mi pija bien dura y abrazándome por encima de los hombros. Pegó su cuerpo al mío, la sujeté firme de la cola y empezó a moverse en todas direcciones. Saltaba con ganas y cada vez que caí sobre mis piernas, gemía de una manera única que me hacía explotar la cabeza. Sus tetas pequeñas rebotaban frente a mi rostro y yo las miraba y las lamía fascinado.
Ella no podía parar, se movía cada vez más rápido. Sus piernas empezaron a temblar y sus gemidos se agudizaron muchísimo. Era la tercera vez en esa noche que la escuchaba gemir de esa manera por lo que sabía lo que estaba a punto de pasar. Estiré mi cuello, me acerqué a su oído y le pedí que acabara. “¡Acabá! ¡Mojame todo!” le dije en un susurro y ella tembló de pies a cabezas. Sentí como mi verga se humedecía por completo y con un golpe en seco sobre mis piernas, me llevó al orgasmo a mí también. Descargué por tercera vez adentro de su conchita y nos besamos con ganas para terminar de disfrutar de nuestros orgasmos. No solo acababa de coger con Victoria, la vecina que me había quitado el sueño todos esos meses, sino que lo había hecho tres veces seguidas en una misma noche de mucho calor y mucha pasión.
Las cosas cambiaron mucho en esas dos primeras semanas de Diciembre, pero lo que más había cambiado era la sonrisa en mi rostro. Cuando le conté a Facundo, Lucas, Franco y Javier que había estado con Victoria, no lo podían creer, pues ellos habían sido mis oídos durante todo ese conflicto. Se alegraron tanto que terminaron festejando a los gritos y saltando en el comedor de mi departamento como si de un gol se tratase. Franco hasta llegó a salir al balcón a gritar como loco, provocando que algunos lo miraran sin entender. “¿Y qué pasó? ¿En que quedaron?” me preguntó Facundo luego de que les resumiera lo que habíamos hecho durante esa noche.
- En nada.- Le respondí levantando los hombros y sonriendo.
Lo cierto es que habíamos tenido tiempo de hablar y de dejar bien en claro que no íbamos a hacer nada. Victoria no estaba con ganas de buscar algo serio y no quería una relación en ese momento pues acababa de terminar una muy complicada con Nicolás. Ella se abrió y me dijo que quería seguir conmigo como estábamos hasta ahora y poder acostarse conmigo cuando teníamos ganas, algo similar a lo que tenía en su momento con Sofía. La diferencia era que ahora lo tenía con ella, con quien había deseado tenerlo desde un principio y no podía negarme a ella. Victoria era perfecta, hermosa, con un cuerpo divino y una actitud impresionante, era imposible resistirse a tremenda mujer.
Pero como si de un efecto dominó se tratase, mi suerte y felicidad empezó a contagiar a todos los que me rodeaban. Julia y Franco decidieron mudarse juntos y empezaron a vivir los dos solos a finales de ese año. Ana Laura, Natalia y Elisa, las tres compañeras de la secundaria decidieron reunir al grupo nuevamente y acordamos vernos una vez al mes para no perder la relación. Algo similar sucedió con el grupo de la facultad, sobre todo ahora que dos de ellos iban a casarse al año siguiente. Estefanía y Luciano estaban muy contentos con lo que iban a hacer y nos contaban algunos de los detalles de la fiesta cada vez que nos veíamos. Ella la había elegido a Macarena como madrina y a Lucía como testigo del civil, por lo que todas estaban muy emocionadas con el tema. Hasta Lorena se había contagiado de mi suerte y alegría, reuniéndose con su ex novio Bruno, remediando la relación y volviendo a vivir juntos luego de arreglar las cosas. Era como si las cosas no pudieran salir mal.
Para Navidad, Victoria decidió visitarme antes de vacaciones al pueblo de sus padres, en donde iba a pasar la última semana del año y la primera del siguiente. La despedida consistió en una noche muy caliente con doble dosis de sexo en la que nos animamos un poco más. Ella dejó que le pegara algunos chirlos en la cola cuando la puse en cuatro, lo que me dejó mucho más caliente que las veces anteriores. Era obvio que poco a poco se iba soltando conmigo, descubriendo algunas cosas que nunca había probado y que claramente le encantaban. No estaba dispuesta a que la atara, la insultara, le pegara o la maltratara como había hecho con Sofía o Daniela, pero el sexo dura empezaba a atraparla y eso hacía que cada vez me gustara más.
- Te voy a extrañar estas dos semanas.- Le dije y ella me regaló un beso para que yo me lo quedara toda la noche.
La tarde del 31 hacía un calor agobiante que me obligó a estar con el aire acondicionado prendido para poder sobrevivir. Esa noche iba a ir a pasarla con mis viejos, por lo que estiré lo más que pude la salida de casa. Casi todos mis familiares son gente grande, algo que me desmotivaba un poco a ir así que busqué cualquier excusa para quedarme en mi casa todo lo que pude. Me bañe tarde, me cambié lento y me senté a ver una serie mientras el sol se ponía y la noche aparecía. Iba contestando algunos mensajes de fin de año, viendo las redes sociales y organizando que iba a hacer después de las doce mientras pasaba el tiempo. Casi a las 9 de la noche, decidí que era tiempo de ir a lo de mis viejos y me digné a salir de casa.
Llamé el ascensor y me subí a este cargando una botella de vino y una gaseosa en una bolsa en la mano. El ascensor bajó lento y frenó de golpe en el 4to piso. La puerta se abrió y del otro lado me encontré parada a Florencia, quien lucía un short muy cortito y una remera bastante escotada que dejaba ver sus hermosas tetas. Me saludó con un “hola” alegre y con una sonrisa para luego subirse al ascensor. La puerta se cerró, este siguió bajando y de golpe se frenó. La luz se apagó y comprendimos que se había cortado cuando se encendió la de emergencia. “¡La puta madre!” dije al intentar abrir la puerta de forma manual y ver que estábamos en medio de dos pisos y que era imposible salir.
Toqué el timbre del ascensor para ver si algún vecino salía a rescatarnos, pero era evidente que no había nadie en el edificio. Ella llamó rápidamente a la inmobiliaria, aunque nadie respondió del otro lado y yo les avisé a mis padres quienes me dijeron que venían a buscarme a ver si podían hacer algo, el problema es que no tenían llave de entrada. Nos miramos de reojo y nos empezamos a reír pues ninguno de los dos podía creer la mala suerte que teníamos de quedarnos encerrados justo el 31 de Diciembre. Ella volvió a tocar el timbre y al comprobar que ningún vecino aparecía, se apoyó contra la pared indignada y miró al piso. Estaba encerrado con la vecina con la que hacía unos meses había tenido sexo
- ¿No te volviste al tu pueblo para las fiestas?- Le pregunté tratando de sacarle conversación
Ella me contó que sus padres decidieron ir a pasar año nuevo a la costa y como ella tenía un trabajo y no le habían dado los días, se quedó en la ciudad. “Se fueron con mi hermana. El año que viene arranca la facultad por lo que van a ser sus últimas vacaciones” me dijo riéndose y pasándose la mano por la frente. Es que el calor que hacía empezaba a notarse y el encierro lo hacía mucho más insoportable. Yo también empezaba a notarlo y sentía como la transpiración comenzaba a arruinarme la camisa que me había puesto. La luz de emergencia tenue iluminaba el lugar y el calor que esta emanaba, era aún peor. Florencia volvió a pasarse la mano la frente y luego la bajó a su pecho y noté como una gota caía por su cuello y luego se metía entre sus tetas.
- ¡Dios! ¡Me quiero sacar todo! ¡Que calor!- Dijo ella y yo no pude evitar volver a mirar sus enormes tetas.- ¿No tenés calor con esa camisa?- Me preguntó después.
- Sí, sí… Un poco.- Le respondí yo dudando.
- Sacatela entonces.- Me dijo ella directamente.- La vas a transpirar toda.
Sin dudarlo, empecé a desabrochármela y la terminé colgando en la baranda del ascensor para que no se siguiera manchando con mi transpiración. El calor que hacía era cada vez más insoportable y ninguno de los dos se aguantaba mucho más. “¿Te molesta si me saco la remera?” me preguntó ella mientras yo la miraba desde la otra punta. Obviamente le dije que no y entonces sentí como parte del calor que sentía no tenía nada que ver con la temperatura ambiente, sino con la que iba apareciendo en mi cuerpo. Florencia se desprendió de su remera y su corpiño de encaje me cautivó rápidamente. Ella se dio cuenta que no paraba de mirarle las tetas, por lo que se acercó a mí lentamente hasta quedar parada frente a mis ojos.
- ¿Qué pasa? ¿Te agarra más calor si me ves así?- Me preguntó sonriendo.
- Sabés que sí.- Le respondí yo sin dudarlo y me paré firme en frente de ella.
Dejando todo de lado, Florencia apoyó su mano sobre el bulto de mi pantalón y empezó a manosearlo suavemente. “La pasé muy bien con vos la otra vez… ¿Querés que la volvamos a pasar bien juntos?” me preguntó y rápidamente me abalancé sobre ella. Empezamos a besarnos en medio del ascensor y la cosa se descontroló de golpe. Mis manos fueron a sus enormes tetas y mi boca no tardó en bajar. Le desprendí el corpiño y se las empecé a chupar enseguida, lamiéndolas de forma acelerada y poniendo sus pezones bien duros. Su mano seguía sobre mi pantalón, manoseando mi pija encima de la ropa y provocando que esta creciera más y más a medida que pasaban los segundos.
De golpe me empujó contra la pared del ascensor y yo apoyé mi espalda sobre esta y mis manos sobre la baranda. Florencia se arrodilló en frente mío y fue directo al cierre de mi pantalón, abriéndolo de manera brusca y bajándomelo de una. Cuando solo quedaba el bóxer, volvió a manoseármela sobre la ropa y levantó la vista para mirarme a los ojos. La luz tenue hacía que todo fuera mucho más sensual y que su mirada fuese mucho más penetrante. Sentí como la pija me latía con fuerza y supe que en ese momento las cosas se iban a descontrolar aún más. Florencia me bajó el bóxer, tomó mi pija con su mano y tras pajearme bien rápido por unos segundos, empezó a chupármela con muchas ganas.
Comenzó pasando su lengua por toda mi verga desde la base hasta la punta, mojándomela una, dos y hasta tres veces. Cuando llegó a la cabecita, se la metió en la boca y jugó con ella unos segundos, provocándome un cosquilleo hermoso que recorrió todo mi cuerpo. De forma muy sensual se la fue metiendo toda en la boca hasta que esta desapareció entre sus labios. “¡Uhh sí!” gemí yo disfrutando de esa deliciosa mamada. Salió despacio y volvió a repetir el movimiento, provocándome un nuevo cosquilleo que me causó el impulso de ponerle la mano en la nuca y hacer presión sobre ella. Florencia se ahogó unos segundos con mi pija y cuando fue hacia atrás y se la sacó de la boca, vi los hilos de baba colgar de sus labios y me encantó.
- ¡Dale pendeja! ¡Chupame la pija!- Le dije obligándola a que se la metiera nuevamente en la boca.
Las ultimas veces que había tenido sexo habían sido con Victoria, por lo que tenía prohibida la provocación, los insultos y el maltrato. Esa prohibición me llevó a volverme aún más loco con mi otra vecina, que mientras me comía la pija con ganas le decía de todo. Ella movía la cabeza aceleradamente hacia adelante y hacia atrás, llenándome de baba la pija y disfrutándola toda con sus labios. “¡Dale pendeja puta! ¡Tragate mi pija! ¡Cometela toda!” le gritaba sin importarme que de golpe alguien pudiera encontrarnos y escucharnos del otro lado. La luz tenue solo me dejaba ver su cara y como sus ojos destellaban cada vez que levantaba la mirada y la dirigía a mis ojos.
Sin poder aguantarme, le agarré la cabeza con las dos manos y sujetándola con fuerza le empecé a coger la boquita. Comencé a mover mi cintura hacia adelante y hacia atrás dejando su cabeza fija en un lugar y sentía como mi verga durísima entraba y salía de su boca una y otra vez. Ella gemía y se ahogaba cada vez que se la metía bien a fondo, pero dejaba que yo hiciera lo que quisiera. “¡Si! ¡Que puta que sos Flor! ¡Cómo te gusta la pija!” le dije y seguí cogiéndole la boquita más y más fuerte. La saliva caía de su boca y esta desaparecía en la oscuridad del piso del ascensor.
Dejé que volviera a ser ella la protagonista y siguió chupándomela a toda velocidad mientras me pajeaba con ganas. Usaba muchísimo su lengua, recogiendo la saliva que estaba sobre mi verga y llevándola por todos lados. Aprovechó para chuparme también los huevos, lamiendo uno primero, otro después y los dos a la vez cuando tuvo la posibilidad. “¡Si putita! ¡Así! ¡Me encanta!” le decía yo que estaba completamente fuera de mí. Ella parecía encantarle esa situación, pues me la chupaba cada vez con más ganas y me comía con los ojos. Yo no daba más del calor, tenía el cuerpo completamente transpirado y sentía un fuego recorriendo toda mi piel.
De golpe la luz se encendió, el ascensor dio una sacudida y este comenzó a bajar de nuevo. Ella intentó pararse, pero yo la frené de golpe y agarrándola nuevamente de la nuca le metí mi pija en la boca. “Ahora vas a terminar lo que empezaste pendeja!” le dije y ella preció disfrutar el morbo de esa situación. Continuó chupándome la pija durante los siguientes pisos hasta que el ascensor llegó a la planta baja. La puerta se abrió despacio, los dos miramos hacia afuera y por suerte nadie estaba del otro lado, tampoco del lado de la calle. Sin embargo, estábamos totalmente expuestos y cualquiera que pasara caminando por la vereda podía ver lo que sucedía en el ascensor. Pero eso era parte del morbo y de lo que me calentaba. Florencia me la chupaba de una manera increíble y no quería que dejara de hacerlo.
- ¡Dale pendeja puta! ¡Sacame toda la leche!- Le ordené agarrándola del pelo y tirando de este hacia atrás para que su cabeza quedara apuntando hacia arriba.
La solté y dejé que Flor lo hiciera a su manera. Volvió a sujetarme la pija con una mano, los huevos con otra y me empezó a pajear a toda velocidad. Me encantaba como lo hacía, como buscaba dejarme seco en una explosión que sin dudas iba a ser enorme. Se relamía la boca y me chupaba la cabecita mientras seguía pajeándome a toda velocidad. “¡Te voy a llenar las tetas de leche! ¡Te la voy a dar toda!” le advertí viendo de nuevo esas tetas preciosas y sintiendo como estaba a punto de acabar. Ella apuntó hacia su pecho y continuó pajeándome a toda velocidad. “¡Pedímela! ¡Pedime la leche!” le ordené y ella sonrió y me miró con esos ojos de gata.
- Dame la lechita Lauti. Dámela toda.- me dijo haciendo pucherito y poniendo una voz de putita divina.
No pude aguantarme a ese pedido y me relajé descargando todo mi semen sobre su cuerpo. Sin soltarme la pija y sin dejar de pajearme, Florencia apuntó a su pecho y la leche salió disparada en varios chorros, cayendo sobre su cuerpo. Le llené las tetas, pintándoselas de blanco y manchándoselas todas. Ella gemía y se reía al ver esa tremenda descarga sobre su cuerpo, la cual parecía encantarle. Cuando ya no quedaba casi nada en mi pija, se la metió de nuevo en la boca y me la limpió hasta sacarme la última gota, demostrando que podía ser muy complaciente y obediente cuando se lo pedían.
Me vestí a las apuradas y salí del ascensor mientras ella se quedaba para volver a su departamento a limpiarse. “Cuando quieras… sabés en que piso vivo” me dijo y se cerró la puerta dejándome en cuero en el palier y con la bolsa con un vino y una gaseosa. Me puse la camisa sobre la piel mojada de transpiración y salí para encontrarme con mi padre que estaba llegando al edificio. Unos segundos más y me encontraba en pleno acto. Las cosas habían cambiado. Florencia había entrado al juego y había dejado bien en claro que no tenía intenciones de hacer de lo nuestro algo pasajero. Podía evitarlo, podía aclararle que no era mi intención y así poder seguir con Victoria como lo venía haciendo. Después de todo, no quería arruinar lo que había conseguido con mi vecina de en frente. El problema era que la cámara de seguridad de la planta baja se había activado cuando había vuelto la luz y todo lo que habíamos hecho con Florencia ni bien se abrió la puerta del ascensor había quedado registrado.
CONTINUARÁ...
TERCER AÑO. CAPITULO 1
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