No leíste la primera parte de "Departamento de soltero"? En total son 10 capítulos super calientes y te van a encantar! Acá te dejo el link para que entres y te deleites:
PRIMER AÑO. CAPITULO 1
Tras un primer año de vivir solo en su nuevo departamento de soltero, Lautaro continúa disfrutando al máximo su vida sexual en una casa que se empieza a llenar de recuerdos placenteros y emocionantes entre sus amigas, vecinas y ex amantes. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
CAPITULO 1
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Capítulo 9: El beso perfecto
Florencia y yo no volvimos a tener otro encuentro después del primero. De hecho, no volví a cruzármela por el edificio y hasta pensé que, al igual que Sofía, se había mudado después de tener sexo conmigo. No fue hasta casi un mes después, que entrando al edificio la crucé en el palier. “Hola” me saludó con una sonrisa y yo me quedé parado para hablar con ella. Sin embargo, Florencia siguió caminando y apenas tuve tiempo de devolverle el saludo, pues salió del edificio y se fue caminando por la calle a paso acelerado. El mensaje fue claro, no había intenciones de repetir el encuentro y lo nuestro iba a quedar en algo de una sola vez.
Quien sí volvió a aparecer después de un tiempo, fue Daniela. Una tarde a finales de Octubre me la crucé en la facultad y nos quedamos conversando por unos instantes. Sin dar vueltas le pregunté cómo estaba su relación con el chico que se estaba viendo y ella me respondió un “bien” que sonó bastante tímido. Noté dudas en su respuesta no quería echar a perder la oportunidad, por lo que la fui arrinconando cada vez más contra la pared del pasillo vacío, hasta que no tuvo escapatoria. “Me encantaría poder estar con vos una última vez” le confesé sintiendo la sangre correr por mi cuerpo a toda velocidad y mi corazón agitándose.
- ¡Que pendeja hermosa que sos!- Le dije al oído mientras nos besábamos con ganas en mi departamento.
La colorada no se pudo resistir a mi propuesta y nos fuimos a mi casa para tener lo que seguramente iba a ser nuestra última vez. La ropa voló por los aires enseguida y nos fuimos calentando por toda la casa hasta que llegamos a la habitación. La acosté sobre la cama, le saqué la bombacha y la abrí de piernas para sumergirme entre sus muslos. Se los fui besando y lamiendo con ganas, con la intención de calentarla al máximo y que me rogara por favor que me la cogiera. Mi juego dio resultado, pues luego de pasar mi lengua muy cerca de su conchita, Daniela me agarró de los pelos y me acomodó en el centro de su entrepierna para que dejara de esquivarla.
Comencé a chuparle la concha con todas mis ganas, pasándole la lengua hacia arriba y hacia abajo una y otra vez a toda velocidad. Ella no tardó en ponerse a gemir y a gritar, haciéndome saber lo mucho que le gustaba la forma en la que la complacía. Busqué su clítoris y lo moví en todas direcciones con la punta de mi lengua y ella se retorcía de placer, revoleando su cintura para aquí y para allá. Mis dedos no tardaron en entrar en el juego y poco a poco le fui metiendo uno, sintiendo como se mojaba más a medida que entraba. Ella estaba tan húmeda, que me tenté de jugar con un segundo dedo. Cuando este entró, sus gemidos aumentaron y mis ganas de seguir calentándola también.
- ¿Te gusta cómo te la chupo?- Le pregunté y el morbo y la provocación me invadieron.- ¿Te gusta más como lo hago yo o tu nuevo novio?
“No es mi novio” respondió ella enseguida y se mordió los labios mientras que yo volvía a concentrarme en su clítoris. Mis dedos entraban y salían a toda velocidad de su conchita, cada vez entrando más a fondo y cada vez saliendo más mojados. Ella no dejaba de mover su cintura, de volverse loca con las lamidas que le daba y con el movimiento de mi mano. Me encantaba tenerla así, gimiendo como loca en mi cama al ritmo de mi lengua y sujetándome la cabeza con fuerza para que no me moviera. Quería saber la respuesta, quería escucharla confesar la verdad. Volví a repetirle la pregunta, cambiando esta vez la palabra novio por la expresión “tu chico”. Levanté los ojos, Daniela me miró a los ojos y me regaló una sonrisa macabra.
- Vos siempre vas a ser el mejor. Nadie me va a coger como vos.
A principios de noviembre pude ver como Daniela subía a su Instagram una foto con un chico y escribía un texto algo romántico, diciendo que ella nunca había creído en el amor pero que sentía que esa vez era diferente. No pude evitar sonreír al ver la cara del pibe, pensando en que tan solo una semana antes yo me había cogido a su nueva novia y la había hecho gritar como nunca. Ni hablar de cómo le había cogido la cola y se la había llenado de leche no una, sino en dos oportunidades. Más allá de ello, me ponía contento por Daniela, pues lo nuestro nunca iba a avanzar más allá de lo sexual y me ponía feliz por ella, a pesar de que nuestros encuentros iban a terminar.
Durante ese mes, volvimos a las reuniones con los chicos y a las salidas en grupo. Con mis amigos de la facultad volvimos a encontrarnos luego de varios meses. La noticia del casamiento de Luciano y Estefanía, junto con el cumpleaños del primero, nos llevó a juntarnos una vez más en mi departamento. Facundo aprovechó la oportunidad para presentarles a Andrea, su nueva novia y Juan Pablo hizo lo mismo con Dante, su “compañero”. Lucía por su parte nos contó que había terminado su noviazgo con Cristian, lo que me hizo sentir un poco mejor, pues no era el único sin pareja. El reencuentro más complejo fue con Macarena, con quien habíamos tenido una historia importante, pero con quien terminamos recordando viejas historias entre risas y cervezas.
Con Javier, Franco y Lucas también nos juntamos varias veces. El problema era que los tres y Facundo estaban en pareja, por lo que las renuiones eran más tranquilas, no había tanto alcohol y ya no se salía a boliches. Una noche conseguí que Franco y Lucas me acompañaran a uno, pero allí nos encontramos con Julia y Anastasia, sus respectivas novias. Quien también estaba, era Vanina, con quien había salido a principio de año. Ella se mostró bastante lejana, evitándome a toda costa, ignorándome por completo y alejándose del grupo para no estar cerca de mí. Claramente, algo de mí le había molestado, pero me sentí tan incómodo que me terminé volviendo a mi casa, sintiéndome muy mal y con ganas de romper todo.
Cuando me acosté en mi cama empecé a escuchar gritos provenientes de la habitación de Victoria, con la que compartía una pared. Al principio pensé que ella estaba cogiendo con Nicolás, su novio, y que me iba a tocar a mí escuchar sus ruidos de sexo. Pero enseguida me di cuenta que no, que estaban discutiendo y bastante fuerte. “¡Callate pendeja de mierda!” le gritó él y cuando escuché un golpe me levanté de la cama con firmeza. Salí al pasillo, toqué el timbre y al ver que nadie me respondía volví a tocar para que se dieran cuenta que había alguien del otro lado. Unos segundos más tarde, la puerta se abría y con cara de odio, Nicolás me miraba desde el otro lado.
- ¿Qué querés?- Me preguntó de mala gana.
Sin pensar, lo empujé hacia atrás y entré al departamento para ir directo a la habitación. El espejo que estaba en la pared estaba roto y un adorno que Victoria solía tener sobre la cama, yacía en el piso, como si lo hubiesen arrojado contra el espejo. Pero lo que más me llamó la atención fue Victoria, que lloraba arrinconada contra una pared y tapándose las manos. Me acerqué a ella, la abracé y le pregunté si le habían pegado, a lo que ella negó con la cabeza. Nicolás entró en la habitación y me dijo que me fuera, que yo no tenía nada que hacer ahí, pero mi cara de odio debió ser tan notoria que se quedó en silencio mientras seguía hablando con mi vecina. “Quiero que se vaya. Sacalo” me dijo y sin dudarlo me lo llevé.
A la fuerza y amenazándolo con llamar a la policía, logré que se fuera del departamento y luego del edifico a pesar de que me propuso pelear en medio de la calle. Subí nuevamente y cuando entré a la pieza de Victoria, esta seguía parada en el mismo lugar. Volví a preguntarle si le había pegado y ella me dijo nuevamente que no, pero que si había roto el espejo, le había gritado y la había amenazado. Sin dudarlo, la abracé y le dije que se relajara. Pasaron varios minutos, lloró con más fuerza, pero terminó calmándose y sentándose en la cama para contarme. Al parecer, Nicolás era bastante efusivo y directo y se había puesto celoso de un chico con el que ella se hablaba y esa noche le hizo una escena luego de que ella no quisiera tener sexo. Me contó algunas otras discusiones y peleas menores mientras yo recogía los pedazos de espejo y acomodaba un poco la cama. Casi dos horas más tarde le dije que me iba así podía descansar.
- No te vayas.- Me dijo con los ojos llorosos de nuevo.- Quedate. No quiero dormir sola.
No supe que hacer, el corazón me empezó a latir a máxima velocidad y por mi cabeza pasaban demasiadas cosas. Me saqué las zapatillas y me acosté al lado de ella quien me dio la espalda para que la abrazara en cucharita. Luego de rodearla con mis brazos, Victoria apoyó sus manos sobre las mías y pegó su espalda a mi pecho. “No sé qué hubiese pasado si vos no aparecías” me dijo y se largó a llorar de nuevo, lo que me llevó a abrazarla un poco más fuerte. Poco a poco se fue quedando dormida y noté como sus lágrimas paraban y su respiración se calmaba. Pero yo no podía dormirme, no podía dejar de abrazarla y no quería descuidarla ni un segundo. Las horas pasaron y yo permanecí ahí, despierto, escuchando la respiración profunda de mi vecina y sintiendo el olor de su pelo.
Cuando cortó con Nicolás me pidió que estuviera presente y yo me quedé parado en silencio al lado de ella mientras le decía a su novio que no quería saber más nada con él. En silencio, asintiendo con la cabeza y pidiéndole disculpas, le juró que iba a cambiar, pero con valentía Victoria se mantuvo en su postura. “Siempre supe que te estabas cogiendo a este pelotudo. Es obvio que te encanta” le dijo él de golpe y ella se puso nerviosa y empezó a titubear. “Flaco, ándate de acá y ni se te ocurra volver a hablarle” le dije yo y minutos más tarde Nicolás salía del departamento para nunca más volver. Regresé a la casa de Victoria quien estaba llorando en el sillón, me senté al lado de ella, la abracé y permanecía ahí hasta que pudo recobrar el habla.
- El chico… El chico por el cual estaba celoso… Sos vos.- Me dijo y me miró a los ojos.
Me contó que a Nicolás le había enojado mucho que nosotros volviéramos a hablar y a vernos de vez en cuando y que le hacía escenas de celos pensando que entre nosotros había algo. “Dice que vos me buscás todo el tiempo, que querés coger conmigo y que yo no me doy cuenta” me confesó sin que yo dijera una sola palabra. Al parecer, Nicolás se había dado cuenta de que algo entre nosotros había pasado y estaba convencido de que nosotros teníamos sexo cuando él no estaba. Obviamente ella le negó todo, pero él no le creía. Victoria levantó la mirada, me miró a los ojos y me rompió el corazón ver sus ojos llorosos.
- Lo peor de todo es que en parte tiene razón.- Dijo y vi una sutil sonrisa en sus labios.- Vos me encantás.
Luego de pronunciar estas palabras, se acercó lentamente a mi rostro y nuestros labios se tocaron. Había esperado ese beso por muchísimo tiempo y ahora que lo vivía, sentía que no podía ser más perfecto. Es cierto, las circunstancias eran malas y sus ojos estaban llorosos, pero Victoria me besó de una manera diferente a la que me habían besado otras mujeres. Sentía calor en sus labios, sentía ternura y romanticismo y podía disfrutar de la forma en que la calidez de sus labios rozaban los míos. Fue tan solo unos segundos, pero fue tan perfecto que para mí duró varias horas.
Cuando se alejó me pidió disculpas y yo rápidamente le dije que no tenía que hacerlo, que yo también pensaba lo mismo de ella. Victoria sonrió pero segundos más tarde se largó a llorar diciéndome que en ese momento no estaba preparada para eso. “No puedo empezar una relación ahora que acaba de terminar otra. Y no quiero usarte. Vos no te lo mereces” me dijo y a pesar de que yo intenté decirle que no me iba a sentir usado por ella, Victoria me interrumpió para decirme que necesitaba estar sola. “Me salvaste la vida y nunca me voy a olvidar de eso. Pero ahora necesito un tiempo para estar sola” sentenció y yo me levanté para volver a mi departamento.
De la misma manera que Florencia desapareció luego de que tuviéramos sexo, Victoria se desvaneció tras ese beso. Pasaron dos semanas y no lograba saber de ella. Podía escuchar el ruido del televisor o de la música cuando llegaba al palier, pero no me la cruzaba en ningún momento. El problema es que no podía dejar de pensar en ella, en ese beso y en lo perfecto que había sido. Recordaba esos pocos segundos todos los días y me iba a dormir imaginándome que volvía a besarla. Victoria se había apoderado de mi mente y yo necesitaba saber de ella a toda costa. No fue hasta un sábado a la tarde, cuando mi timbre sonó y fui corriendo a abrir la puerta y esta vez, si era ella.
- No puedo seguir así. Me está comiendo la cabeza.- Me dijo entrando a mi departamento y hablando de forma acelerada.- Estoy todo el tiempo pensando en vos, no puedo sacarte de mi cabeza y me muero de ganas de besarte.
En esa oportunidad, los dos avanzamos y unimos nuestros labios. Ese beso fue mucho más apasionado que el anterior, ya que nos sumergimos en un abrazo bien profundo y dejamos que durara mucho más tiempo. Cuando terminó, Victoria siguió con su verborragia y me dijo que ella no iba a ser como las otras chicas con las que yo había estado, que no podía tratarla igual y que no iba a ser lo mismo. “No quiero algo serio, no estoy preparada para eso. Pero nada de boludeo” me dijo y asintiendo con la cabeza volví a besarla pues me moría de ganas de sentir esos labios una vez más.
Rápidamente fuimos a la habitación y nos acostamos en la cama, ella abajo y yo arriba, para seguir con los besos. El calor crecía a medida que nuestras lenguas entraban en juego y que nuestros cuerpos se rozaban más y más. La ropa empezó a molestarnos, por lo que la fuimos corriendo a un lado, permitiéndome descubrir su pancita, sus pechos y sus piernas. La besé de arriba a abajo, pasando mis labios por toda su piel y volviendo siempre a su boca, la cual me volvía loco. Sentía que estaba soñando, pues todo lo que pasaba era perfecto. Su sonrisa única y atrapante, sus manos delicadas acariciando mi espalda, sus piernas envolviéndome poco a poco y sus beso cálidos que me generaban adición. Todo era demasiado perfecto.
Una vez que los dos estuvimos desnudos, empezamos a calentarnos de forma más fogosa. Me coloqué al lado de ella y metí mi mano entre sus piernas para sentir su conchita, la cual ya estaba húmeda. Ella sujetó mi pija con su mano y comenzó a pajearme al mismo tiempo que yo metí un dedo adentro suyo. Entre besos cada vez más provocadores y un toqueteo intenso que me la puso al palo, nos fuimos calentando. Era evidente que las ganas que teníamos de hacer eso se venían acumulando desde ya un año atrás. La forma en la que nos tocábamos, la delicadeza con la que estimulábamos el cuerpo del otro y como nos besábamos sin poder separarnos, denotaba el deseo que teníamos de que eso sucediera.
Me acomodé entre sus piernas, coloqué mi pija en su concha y empecé a metérsela suavemente. Victoria giró la cabeza hacia el costado y abrió bien grande la boca, dejando escapar un gemido agudo que resonó en mi cabeza. Poco a poco comencé a moverme hacia adelante y hacia atrás, cogiéndomela lentamente y besándola, siempre besándola. Ella me abrazó tanto con sus piernas como con sus brazos y noté como sus dedos presionaban en mi espalda cada vez que mi verga entraba por completo en su conchita. Ella gemía por lo bajo, disfrutaba y gozaba de ese momento, haciéndome saber que le encantaba estar allí conmigo y que era verdad lo que su novio le había dicho.
Dejándome llevar por el momento, empecé a moverme más rápido y fui trasladando mi boca hasta su cuello y luego hasta su oído. “Me encantas Vicky. Me volvés loco” le dije en un susurro y ella me respondió un “Mmm” que me partió la cabeza. Entonces mi cintura se descontroló y los movimientos se hicieron más bruscos. “¡Ay sí!” dijo mi vecina y me besó para después morderme el labio y así apaciguar sus gemidos. Me encantaba rozar su cuerpo, sentir su piel tocando la mía y percibir la humedad de su entrepierna cada vez que se la metía bien a fondo. Me volvía loco de placer y me encantaba la sonrisa que ponía cada vez que la miraba fijo a los ojos. Era hermosa.
Cambiamos de posición y ella se colocó encima de mí. Empezó a moverse de forma lenta, dibujando círculos sobre mi cintura y gozando de mi pija adentro suyo. No tardó en acelerar los movimientos y en volverse loca sobre mi cuerpo, pegando pequeños saltos y empujándose con sus piernas. Sus manos también se descontrolaron y recorrieron todo mi cuerpo y el suyo, mientras que yo la admiraba desde abajo, con una sonrisa de oreja a oreja. Victoria me clavó la vista y abrió la boca bien grande para empezar a gemir de una forma tan sutil y perfecta, que me puso mucho más duro de lo que ya estaba. Se apretaba los pezones, se enredaba los dedos en el pelo y me clavaba las uñas en el pecho para dejarme una marca suave pero notoria.
- ¡Sos perfecta! ¡Me encantás!- Le dije al oído cuando cambiamos de posición y nos pusimos en cucharita.
Recordando la noche en la que me quedé a dormir en su casa, la abracé con firmeza y empecé a mover mi cintura hacia adelante y hacia atrás. Victoria se arqueaba con cada golpe que daba, buscando que cada penetración fuera más profunda que la anterior. “¡Ay sí! ¡Seguí!” me pidió en un grito y llevó una de sus manos hasta sus piernas para comenzar a tocarse con ganas. No pude aguantarme las ganas y dejé que mi cuerpo se descontrolara y que mi cintrua fuera como loca, golpeando su cuerpo una y otra vez. Ella acabó de golpe y me lo hizo saber con una serie de gemidos bien agudos que me partieron la cabeza.
- ¡Ahora vos! ¡Acabá!- Me pidió cuando dejé de moverme para que pudiera disfrutar de su orgasmo.
Como si su pedido fuese una orden, la abracé aún con más fuerza y me la empecé a coger a toda velocidad. Mi cintura iba hacia adelante y hacia atrás y chocaba contra su culito precioso una y otra vez. Victoria gemía aún más fuerte y con más ganas, como si tratase de terminar de volverme loco y a mí me encantaba. Apoyé una de mis manos sobre sus tetas y con la otra busqué su conchita para acariciarle el clítoris mientras me la cogía. La situación me superó, no pude aguantarme las ganas y sus gritos pidiéndome que acabara fueron demasiado para mi cabeza. Dando un golpe seco, descargué toda mi leche adentro de su cuerpo y me quedé inmóvil, respirando aceleradamente y disfrutando de ese increíble momento.
Nos quedamos unos segundos en silencio, recuperando el aliento y tratando de entender lo que acabábamos de hacer. Victoria giró la cabeza y buscó mis labios para besarme una vez más y rompiendo la tensión, me dijo: “Ahora entiendo porque gritan tanto las mujeres cuando están con vos”. Yo me reí ante ese comentario y no dije nada, no se me ocurrió nada y preferí disfrutar de ese abrazo que seguíamos dándonos. Ella fue al baño y cuando volvió se acostó sobre mi pecho y comenzó a acariciármelo lentamente. Me sentía el hombre más feliz del mundo y no podía creer lo mucho que estaba disfrutando de estar allí con ella. Cerré los ojos y con una sonrisa en el rostro me fui relajando.
- ¡No te duermas!- Me dijo ella de golpe.- Todavía no terminé con vos.- Agregó y una sonrisa preciosa apareció en sus labios.
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