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Departamento de soltero. Segundo año. Capítulo 8

Departamento de soltero. Segundo año. Capítulo 8

No leíste la primera parte de "Departamento de soltero"? En total son 10 capítulos super calientes y te van a encantar! Acá te dejo el link para que entres y te deleites:
PRIMER AÑO. CAPITULO 1

Tras un primer año de vivir solo en su nuevo departamento de soltero, Lautaro continúa disfrutando al máximo su vida sexual en una casa que se empieza a llenar de recuerdos placenteros y emocionantes entre sus amigas, vecinas y ex amantes. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

CAPITULO 1

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Capítulo 8: Cumpliendo promesas
   No, Lorena no era la mujer indicada para mí. Pero para darme cuenta de ello iba a tener que golpearme una vez más contra la pared. Luego de nuestro reencuentro sexual tras una semana viviendo juntos en mi departamento, el sexo se hizo presente al día siguiente. En esa segunda oportunidad, dormimos juntos y abrazados y cuando nos despertamos, Lorena me saludó con un beso y ver su rostro feliz me movió por completo. Empecé a fantasear con una relación entre ella y yo, algo que nunca me había imaginado. Empecé a buscar en mi memoria recuerdos de los dos en los que hacíamos cosas juntos y todos los recuerdos eran felices. Sin lugar a dudas Lorena era una mujer hermosa, divina y con una personalidad increíble. Pero no estábamos destinados a estar juntos.
   Le pregunté si quería venirse a vivir conmigo, lo hice pensando en ella, en que definitivamente sacara sus cosas de la casa de su ex y pudiera estar tranquila. Fue entonces cuando Lorena me confesó que ya había hablado con una amiga y que iba a irse a vivir con ella por unos meses. También me contó que estaba nuevamente en contacto con Bruno y que a pesar de que las cosas no pintaban bien, al menos podían hablar y la intención era terminar todo de la mejor manera posible. “Me voy a tomar un tiempo de relaciones” me dijo después y entendí que lo nuestro solo había sido una distracción y a pesar de ponerme mal por un segundo, supe que era lo mejor. Nosotros éramos amigos y nada más.
   Lorena se fue del departamento esa semana luego de agradecerme por haberla ayudado y por haberla apoyado en ese momento. “Cuando quieras, estoy para vos” le dije y la abracé para luego despedirme. No sabía lo que el futuro me deparaba y mucho menos a ella, pero Lore era una mina muy fuerte y que de seguro iba a pelearla. Después de una semana en la que nos veíamos todos los días y hablábamos todo el tiempo, de seguro iban a pasar algunas semanas o meses hasta que nos pusiéramos en contacto nuevamente. Nuestra relación era así, distante, pero sabíamos que el otro iba a estar siempre que lo necesitáramos. Pero su salida, dejó un vacío.
   La semana que habíamos pasado juntos me había sentido acompañado todo el tiempo. Cocinaba para dos, me preocupaba por ser más ordenado y solíamos ver series o programas de televisión juntos con la idea de compartir algo. Me había gustado la experiencia de estar con alguien a quien de verdad querés y por quien sentís algo muy importante. Sin lugar a dudas, no me veía así con ella, pero estaba seguro de que estaba listo para tener una relación seria. Todos mis amigos iban por ese camino y los noviazgos y relaciones me rodeaban, por lo que era lógico que me sintiera un poco raro al ser el único sin pareja.
   Facundo formalizó su relación con Andrea a principios de Octubre y con eso, mis cuatro amigos más cercanos, estaban en pareja. Lo de Lucas y Anastasia venía de larga data y a pesar de que ellos no utilizaban títulos, era algo serio, formal y exclusivo. Franco y Julia estaban más de novios que nunca y hablaban de mudarse juntos y hasta de matrimonio. “¡Pará loco! ¡No tienen ni un año saliendo juntos!” le dijo Javier quien estaba cumpliendo dos meses de novio con Magalí. Pero para matrimonio, Luciano y Estefanía, mis ex compañeros de la facultad y con quienes no me hablaba demasiado después del conflicto con Macarena, decidieron poner fecha. Él me llamó para juntarse nuevamente conmigo, con Facundo y con Juan Pablo y nos contó la noticia y nos dijo que los tres estábamos invitados al casamiento. Las relaciones de todos avanzaban y algunas a pasos agigantados.
   Luego de una semana en la que tuvimos que reprogramar los encuentros don Daniela, pudimos organizar para volver a vernos. La colorada estaba algo distraída esa vez que nos vimos y como si fuese un plan macabro del destino, me confesó luego de tener sexo que estaba viéndose con un chico. “No es nada formal todavía, pero me gusta” me dijo luego de que me la cogiera por unos veinte minutos. Parecía broma, pero ni bien dijo esa frase, sentí celos de ese chico desconocido de poder estar en algo con la chica con la que yo solía tener sexo. Claramente Daniela no me atraía más allá de lo sexual, pero me resultaba sorprendente que todos avanzaran menos yo. Llegué hasta preguntarme si no me sentía forzado de querer estar en algo serio o si era real que tenía ganas.
   La respuesta llegó cuando me junté con Victoria, mi vecina, luego de mucho tiempo. Definitivamente me encantaba, no solo físicamente, sino su personalidad y su forma de ser. Era una mujer hermosa, con una actitud de ir al frente y con un sentido del humor muy grande que me cautivaba. El problema era que ella estaba de novia con Nicolás, el chico que había conocido al poco tiempo de que nos confundimos y confesamos cosas de más. Ella hacía como si nada hubiese pasado y volvíamos a charlar de nuestra vida, del trabajo y de cosas random, pero no tocábamos el tema relaciones. Cuando le pregunté hacía cuanto tiempo estaba de novia con Nicolás y me dijo que en realidad habían formalizado unas semanas antes de su cumpleaños, pero que estaban saliendo desde Enero, es decir desde que yo empecé a estar con Sofía, la policía. Ella aprovechó para preguntarme si me estaba viendo con alguien y le conté de Vanina y de como había terminado de golpe y le dije que de vez en cuando estaba con Daniela, mi ex alumna de la facultad.
   - ¡Ahhh la coloradita!- Dijo ella recordando seguramente las charlas que teníamos el año anterior.- ¡No grita tanto como antes! O al menos puedo dormir mejor.
   - Vos porque no estás en la misma habitación que ella.- Le respondí rápidamente bromeando y ella se rio. El poder volver a hablar con naturalidad junto a ella, me sacó una sonrisa.

   A mediados de Octubre volviemos a juntarnos en su casa y luego de una charla bastante larga acerca de la situación complicada que atravesaba su padre en cuanto a la salud, me volví a mi departamento. Era sábado y esa noche no tenía ningún programa, por lo que estaba a punto de escribirle a Daniela para ver si quería hacer algo, cuando de golpe sonó el timbre. Fui caminando hasta la puerta emocionado, pensando que podía ser Victoria. Aún recordaba esa mañana en la que me tocó el timbre de golpe para volver a hablar conmigo y lo bien que me había hecho volver a verla. El corazón me latía a toda velocidad, estaba deseoso de saber por qué había vuelto a mirarme. Ni siquiera miré por la mirilla, abrí la puerta y…
   - ¡Hola!- Me saludó de golpe Florencia.
   Era mi vecina, sí, pero no la que yo estaba esperando. Florencia era la chica a la que le habían robado la llave y que le habían entrado al departamento. El ladrón le había roto la computadora en el forcejeo y yo le había regalado una mía vieja pues no la utilizaba más. En ese momento ella me había prometido que me iba a regalar una torta como agradecimiento y a pesar de que yo le dije que no hacía falta y a juzgar por lo que tenía en la mano, había venido a cumplir con su palabra. Habían pasado varios meses de ese hecho y yo me había olvidado, pero Florencia parecía seguir agradecida por lo que había hecho.
   - Me retrasé un poquito, pero te juro que está riquísima.- Me dijo y me entregó lo que parecía ser una torta de chocolate.
   La invité a pasar al departamento y ella accedió en el instante. Aproveché para cortar una porción de la torta, preparar algo para tomar y nos sentamos a conversar un rato. Me había cruzado con ella en otras oportunidades, pero era la primera vez que hablábamos. Flor tenía 20 años y se comportaba como una chica de dicha edad. Enseguida empezó a contarme algunos chismes del consorcio y sobre todo a hablar mal de Darío y Tamara, quienes son los administradores del mismo. Se notaba que era bastante engreída y competitiva, pues no tardó en criticar a algunos vecinos y en denotar lo bien que ella podía hacer diferentes cosas (como la torta). Inclusive me hablaba mal de su hermana menor, a la quien yo no conocía pero seguramente me cruzaría el año entrante ya que se iba a ir a vivir a la ciudad con ella. Pero había algo que me distraía de todo eso.
   Sus enormes tetas me atraparon de la misma forma que lo habían hecho la primera vez que nos vimos. Tenía puesta una remerita escotada que le quedaba divina y dejaba ver mucho más de lo que yo necesitaba. Ella se dio cuenta de que mis ojos bajaban a sus pechos cada dos por tres y terminó apoyando esas enormes gomas en la mesa, algo que hizo que se volvieran más grandes. Por mi cabeza pasaban cosas, no podía dejar de mirárselas. Florencia me preguntó si estaba de novio y ni bien le dije que no, acercó su silla a la mía y apoyó su mano en mi pierna. “Esta pendeja no pierde el tiempo” pensé yo y me concentré en su boca que no dejaba de moverse mientras su mano subía por mi pierna.
   - ¿Querés que vayamos a tu pieza?- Me dijo de golpe y yo me saqué.
   Me acerqué a ella y empecé a comerle la boca de forma descontrolada. Si Florencia iba a ser tan directa, yo no me iba a quedar atrás. Nos empezamos a besar acaloradamente y las manos no tardaron en entrar en acción. Le saqué la remera ahí mismo y después de meter mi lengua en su boca, la bajé hasta sus tetas y las empecé a lamer por encima del corpiño. Estaba re caliente, hacía varios días que no veía a Daniela y la idea de que no iba a estar más con ella me ponía más caliente. Ella me fue desprendiendo de la ropa y yo me paré para quedar bien al frente de ella, que permanecía sentada en la silla. Florencia me abrió el pantalón, metió su mano y sacó mi pija, la cual estaba bastante dura.
   Empezó a pajearme con ganas mientras se lamía la boca y yo sabía que se venía una hermosa mamada. Me incliné hacia adelante para besarla una vez más y manosearle las tetas y después ella se metió mi pija en la boca. Comenzó a chupármela a toda velocidad, moviendo su cabeza hacia adelante y hacia atrás, provocándome que se me ponga cada vez más dura. “¡Huy pendeja!” le dije sin poder aguantarme las ganas y Florencia siguió chupándomela con ganas. Estaba descontrolada, utilizaba sus labios, su mano y su lengua todo el tiempo y no dejaba de complacerme a toda velocidad. Era evidente que la torta había sido una excusa. Le había tomado su tiempo, pero había juntado valor para subir a traérmela solo para buscar algo más que mi agradecimiento.
   Le desprendí el corpiño y me arrodillé en frente suyo para comerle las tetas mientras ella acariciaba mi espalda y revolvía mi pelo. Seguí bajando por su cuerpo y Florencia abrió sus piernas para que yo pudiera complacerla. Le desprendí el short y la bombacha casi de un tirón y hundí mi cabeza entre sus muslos para comerla toda. Pasé mi lengua varias veces por encima de su conchita y la fui moviendo en todas direcciones. Ella comenzó a gemir suavemente y a regalarme unos hermosos suspiros que me motivaban cada vez más a seguir moviendo la lengua. Sentía como su cuerpo se iba mojando cada vez más a medida que mi boca se sumergía entre sus labios y notaba como temblaba siempre que pasaba mi lengua por encima de su clítoris. Mis dedos también jugaban sobre su conchita y entraban y salían de ella a diferentes velocidades.
   No aguanté mucho más y corrí a la habitación para buscar un preservativo. Volví con este puesto y me encontré a Florencia sentada arriba de la mesa y con las piernas abiertas. En su rostro había una sonrisa de putita morbosa que me volvió loco, por lo que me paré adelante suyo, le metí la pija bien adentro de la concha y me la empecé a coger. Ella enseguida me abrazó con fuerza y pegó mi cuerpo al suyo para volver a comerme la boca de una forma muy caliente. Comencé a mover mi cintura hacia adelante y hacia atrás, provocando que mi cintura chocara contra sus piernas y que mi pija entrara y saliera de su conchita. Mi vecina tiró la cabeza hacia atrás y con la boca abierta fue disfrutando de ese momento, mientras yo me volvía cada vez más loco.
   - ¡Uhh sí! ¡Qué hermosa que sos!- Le dije agarrándole las tetas preciosas que tenía.
   Me costaba creer como las cosas se habían dado tan de golpe. Encima de la mesa todavía estaban los platos con las porciones de torta sin terminar que Florencia me había preparado. Pero ahora el platillo principal era ella y lo disfrutaba mucho más que el postre anterior. Me encantaba escuchar el rechinar de la mesa, el golpe de mi cuerpo con el suyo y su respiración agitada cada vez que se la metía hasta el fondo. Sus manos se seguían agarrando de mi espalda y sentía sus uñas clavándose mientras tiraba el cuerpo hacia atrás. Sus tetas, bien grandes y redondas, rebotaban y se movían de un lado para el otro y mi pija dura entraba y salía de su conchita una y otra vez.
   Le pedí que se bajara de la mesa y que, con las piernas apoyadas en el piso, se recostara sobre esta. Florencia obedeció y su culito quedó en primer plano, por lo que no pude evitar acariciarlo y manoseárselo por un buen rato. Apoyé mi pija nuevamente sobre su conchita mojada y se la metí bien a fondo. Comencé a cogérmela a toda velocidad, sujetándola de la cintura y haciéndole sentir mi verga bien a fondo. La vecina permanecía recostada sobre la mesa, con su pecho, sus tetas y su cara apoyada sobre la misma y las manos estiradas para agarrarse de los bordes. La tenía a mi merced y me encantaba. “¡Sí pendeja! ¡Qué buena que estás!” insistí mientras movía mi cintura hacia adelante y hacia atrás para cogérmela bien duro.
   Mi cintura rebotaba contra su contundente y redonda cola una y otra vez y mis ojos se quedaron bloqueados en el movimiento de sus nalgas. Sin poder aguantarme las ganas, levanté mi mano derecha y con fuerza la bajé sobre su cola, pegándole un chirlo que resonó por toda la habitación. Ella no dijo nada, apenas podía oír sus suspiros por debajo del rechinar de la mesa. Entonces levanté de nuevo mi mano y volví a bajarla sobre sus nalgas, asegurándome de dejarle la marca de mis dedos sobre su pálida piel. Florencia apenas protestó, pero notaba una sonrisa de placer en su rostro. Me incliné hacia adelante para acercarme lo que más podía a su oreja y le pregunté:
   - ¿Te gusta, pendeja puta? ¿Te gusta cómo te coge el vecinito?
   Ella no respondió, pero en su lugar dejó escapar un resoplido mucho más fuerte que los que venía haciendo, el cual me hizo saber su respuesta. Me incorporé y apoyando mi mano sobre la parte baja de su espalda, volví a cogérmela bien duro. Aceleré mi cintura al máximo y dejé que mi cadera se moviera hacia adelante y hacia atrás a una velocidad increíble. Sentía mi pija entrar y salir de su conchita casi por completo y pude notar la forma en la que sus gemidos cambiaron, haciéndose más frecuentes, intensos y agudos. Era obvio que le encantaba que me la cogiera de esa forma. Florencia había sido muy directa y lanzada al principio, pero ahora se dejaba llevar por mí, que no daba más de la calentura que me había provocado.
   Me movía de una forma tan violenta y acelerada que no pude evitar acabar al cabo de unos minutos. Mi pija entraba y salía de su conchita empapada a toda velocidad y el sentir que esta se mojaba más y más con cada golpe de su cuerpo contra el mío, fue demasiado placentero. Descargué sobre el preservativo que tenía puesto luego de dar un golpe en seco que dejó toda mi verga adentro del cuerpo de mi vecina. Ella lanzó un último gemido bien agudo y luego empezó a reír de una manera que me indicaba que le había encantado lo que acabábamos de hacer. Nos quedamos quietos unos segundos disfrutando de nuestros respectivos orgasmos y mirándonos de reojo.
   Yo fui al baño a sacarme el preservativo y cuando salí Florencia ya tenía puesto el short y el corpiño. Terminó de cambiarse y yo hice lo mismo y nos sentamos en la mesa en silencio sin saber muy bien que decir. Ella agarró el plato con la porción de torta que se había servido y siguió comiendo como si nada mientras yo la miraba fascinado, todavía sorprendido por lo que acababa de suceder. Poco a poco la conversación fue fluyendo y nos quedamos unos minutos hasta que ella se terminó yendo a su casa. No podía entender muy bien lo que acababa de pasar, pues había sido tan reciente que me costaba creerlo. Lo que sí sabía, era que me había encantado, que lo había disfrutado muchísimo y que tenía ganas de repetirlo.


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2 comentarios - Departamento de soltero. Segundo año. Capítulo 8

Bahblanca20 +1
para alguien de 23 que tambien vive en otra ciudad fuera de la natal es un lujazo esto, relatas cosas bastantes parecidas a las que me pasan jajaja abrazoo
HistoriasDe
Ufff que bueno que te pasen estas cosas!!
garcheskikpo +1
pensé que terminó en el capítulo 7 jaja, pero es como cuando llegas cuando se esta armando el hilo en twitter.😂😂
HistoriasDe
Jajaja estamos publicando! Ya se vienen más capítulos!
garcheskikpo +1
buenísimo!! lo esperaremos como siempre.