Continuación de "Los gemelos 1" a "Los gemelos 9" y final del relato. Espero les haya gustado
Para entender la trama se recomienda leer los capítulos anteriores
10.- La mañana clara
Las cortinas habían quedado corridas y el sol tempranero del verano se colaba a raudales por la ventana. Lucas fue saliendo suave de ese sueño relajante y delicioso que tenía luego de una noche de sexo intenso. A su derecha, Jessica, con sus pechitos como mandarinas y el triangulito oscuro que escondía su concha de labios chiquitos. A su izquierda, Damián, de pezoncitos duros y pijita dormida y completamente depilada. ¿Qué más podía pedir?
Luego de esa mañana en que había desvirgado el culito de Jessy, los gemelos fueron sus dos putitas todos los fines de semana. Como buenos hermanos, compartían todo, la pija de Lucas, sus besos, sus caricias, su semen cada vez más abundante. Y lo atendían una con la sumisión de una Sissy y la otra con la de una mina enamorada de una pija de 22 cm, que le había destrozado la cola, abierto la concha y que le había enseñado a disfrutar de su sexo por todos sus agujeros. Damián la envidiaba un poquito, ella tenía dos agujeros para gozar, él uno solo. Lucas trataba de evitar su concha, ponerse forro no le gustaba y desde su separación y su conversión, cada vez sentía menos ganas de vaginas, podía vivir sin ellas. El culito de Jessy en cambio, herencia materna, mmm, con sus caderas y sus carnudas nalgas, era casi tan delicioso como el de Damián.
El destino los quiso unir más, los gemelos ya vivían con él. El culo de su madre y el descuido de su macho desencadenaron todo.
La mujer del tipo había descubierto en su celular docenas de fotos del orto de Andrea y leído los mensajes que intercambiaban, algunos con referencia a "la conchuda que nunca te va a dar el placer que te da mi ojete". La patada en el culo que le dio al marido lo zampó permanente con poco más que la ropa puesta en la pieza de Andrea. El tipo no se hizo mucho drama, al fin podía cogerse a Andrea todas las noches y sumergir su cabeza en sus nalgas para chupar ese ojete prodigioso cuanto quisiera. Pero la convivencia con los gemelos se complicaba. El tipo y Damián chocaban todo el tiempo. Y Jessy defendía como fiera a su hermano, provocando la ira de la madre. Andrea, que se sentía vencedora en esa lucha secreta contra la pendeja, se desquitaba en la cama de los quilombos del día y literalmente secaba los huevos de su macho polvo tras polvo, casi siempre por supuesto, por el culo, ya casi ni usaba el tajo. Además, lo que menos quería era volver a embarazarse.
El despelote estalló cuando el tipo alquiló una casita en XX para irse a vivir más cómodos que en esa pieza de mierda. Los gemelos saltaron de inmediato. Damián no se bancaba al tipo y ni en pedo iba a aceptar vivir permanentemente con él y escuchar cada noche los gemidos de puta de su madre. Sentía, entristecido, que si a Andrea le daban a elegir entre él y el garca padre de su hermanito, seguro elegía a ese garca que se la garchaba cada noche. NO, ni en pedo, él ya tenía 17 y era lo suficientemente macho para vivir en la calle o volverse a la villa. Lucas escuchó, consoló, secó lágrimas.... y vio la oportunidad. Andrea aceptó agradecida, para ella era un nuevo comienzo, el padre de su bebé y ella, en una casa para los tres solo, sin pasado. Al fin y al cabo, los gemelos iban a vivir mejor con el vecino que con ella. Sus hijos ya eran grandes, y el sólo pensar en comer pija por el culo todas las noches, le hacía olvidar la culpa de dejarlos. Los gemelos se quedaban a vivir con Lucas, una como mucama y el otro como jardinero y a cambio Lucas les daba alojamiento, comida, unos pesitos y los mandaba a la secundaria. ¿Qué mejor para sus hijos? Seguro el vecino de al lado se la iba a terminar cogiendo a Jessica y le iba a dar algún nieto. Negocio redondo.
11.- La primera vez
Un par de mochilas fue todo. La cama cucheta de los gemelos vino a parar a la casa de Lucas, empujada por los hermanos entre sonrisas cómplices y ubicada en un cuartito chiquito que había en el quincho. Nunca se iba a usar, pero había que disimular.
La primera noche Damián estaba amoscado, enojado, osco, como antes de conocer a Lucas, su culo fruncido, la mezcla de enojo y tristeza eran grandes. No cenó y se fue a dormir al quincho, solo, en su cucheta de siempre, con su calzoncillo rotoso de siempre, con su cara de culo de siempre.
-Dejalo Lu, yo lo conozco, mañana va a estar bien-
Cenaron en silencio, la gemela y él. Los ojos de Jessica estaban particularmente brillantes. Claro, Damián sentía que había perdido la batalla contra otro macho, que perdía a su madre. En cambio, Jéssica dejaba de competir con otra hembra, por más que esa hembra fuera su vieja. Ahora ELLA era la hembra de la casa, y esta noche tenía que pasar. La guacha se había preparado bien, mientras Lucas ponía la mesa fue al dormitorio, se quitó la chabomba y el corpiño y se puso la calza negra debajo del remerón que ya tenía puesto.
Apenas terminada la cena, Jessy se levantó, se sacó el remerón y se sentó sobre las piernas de Lucas, lo tomó del cuello y le dio un beso en los labios. Se miraron, los ojos de Jessy decían "cogeme" y Lucas nunca pudo resistir unos ojos que dijeran "cogeme", la inclinó apenas y comenzó a comerle la boca mientras sus manos estrujaban sus tetitas de pezones parados, comenzó a mamarle las tetas, Jéssica gemía con cada mordisquito en sus pezones, con cada lamida en sus dos alfajorcitos de chocolate. La mano de Lucas enseguida bajó a sus nalgas. Jessy dejó de gemir. Tomó la mano de Lucas y la llevó a su concha, buscó su índice y lo metió en el tajito come trapo que había chupado, y mojado, la calza.
-Todavía me tenés virgen Lu-
- Es que me gusta demasiado tu culito nena-
-Y el de mi hermano más que el mío, ya sé, ya sé, pero mi conchita está mojaducha-, le dijo la gemela con un mohín encantador
- ¿No me la rompés?, ¡una vez aunque sea Lu! -
Lucas dudaba, desde que se separó de su mujer nunca más la había metido en una concha. Con su compa, pero mucho más con Dami, se había vuelto completamente culo adicto, nunca siquiera se le había ocurrido darla vuelta a Jessy para comerle la concha. En todos sus perfiles de sitios gay, que se los hizo de puro pajero, nunca había hecho nada con nadie, se definía como "bi", por vergüenza de puto nuevo más que por convencimiento. ¿Se le pararía? Había que probar
-Vamos a la cama-
La vio caminar delante de él, con la calza metida completamente en el orto, dudó, ¿para qué concha si tenía semejante culo? Pero reconocía que la gemela tenía razón, por más que le gustara por el culo, tenía que inaugurar su concha, ¡era mina!
Al pie de la cama, luego de la vista de ese ojete, casi que le arranca la calza, la puso al borde de la cama, le levantó las piernas y se arrodilló entre ellas. Allí estaba el tajito mojado rodeado de pendejos y un poquito más abajo el asterisquito rosado. Su lengua se iba al ojete, se tenía que contener. Levantó los ojos y vio la carita de Jessy, suplicante, temblorosa, no era joda, era importante para ella.
No con asco, pero casi, su lengua dio su primera lamida en el tajito y sintió el temblor de las piernas de Jessica. Buscó el clítoris y la punta de su lengua comenzó a darle toquecitos, sus muchos años de hetero, las horas acumuladas chupando la concha de su ex, le recordaban cómo dar placer a una mina, Jessy comenzó a gemir. Su lengua volvió a la vulva y recorrió labios, de a poco entró en el recinto sagrado, como haciéndose rogar. Sin embargo, su pija, que cuando chupaba el culito de Dami, o de Jessy, estaba al palo, ahora estaba dormida, medio le entró miedo, ¿se le pararía?, desvirgue a lengua no era desvirgue.
Cuando ya la ensopada era total y la cara de Jessy ya no era de miedo, ni de súplica sino de lujuria de puta en celo, Lucas se incorporó, su verga colgando le daba un mal presagio. Se puso de rodillas al costado de Jessi y le empezó a dar pijazos a las tetas, el amigo comenzó a reaccionar. Jessi enseguida reaccionó también, tomó los 22 cm de carne semierectos y los apretó entre sus tetas, ver a su madre culear tantas noches en la cama de al lado para algo le había servido. Lucas comenzó a garcharlas y se le fue poniendo dura. ¿Ya?, se bajó masturbándose y cuando estaba a punto de ponérsela se acordó del condón. ¡Que complicado, por favor! Pero ni en pedo se la cogía sin forro, lo que menos quería Lucas era embarazarla. Hurgó en el fondo del cajón y encontró una caja de vaya a saber cuándo. Se puso uno mientras el amigo se bajaba de nuevo. Ni se le ocurrió dársela a chupar, se masturbó con los ojos cerrados, pensando en Dami, pensando en su compa y aun masturbándose apoyó la punta de la pija en el tajito y se la clavó. Grito, dolor, esa conchita que sólo conocía dedos, se resistía, pero una concha siempre fue más fácil de clavar que el culito de un tipo y Lucas hizo lo que hacía en los últimos tiempos con su mujer: imaginarse esa primera noche en Miami, y bombear, reconcentrado, sin esa pasión que ponía cuando a esa misma Jessy o al gemelo le daba por el culo. Jessi gemía, gozaba, disfrutaba sus primeros orgasmos vaginales sin nada en el culo, pero sentía que había algo oscuro, notaba que el hombre que se la estaba cogiendo no era el mismo Lucas que la hacía gritar de placer, gritar más que lo que gritaba la puta de su madre, cuando su poronga de 22 cm le taladraba el ojete. Lucas no gozaba, Lucas "laburaba" de hetero.
-Dame vuelta Luqui, dale, dame por donde te gusta-
El forro voló al carajo, el abundante jugo de la concha de la gemela sirvió para lubricar su culo y de un solo golpe, de un solo grito, toda la poronga de Lucas se perdió dentro de esas bellas y morenas nalgas, ahora sí, dura como piedra, enorme, caliente. Las bocas se unieron con el fuego de esos besos intensos, el placer que nacía de sus pubis los inundaba, las manos de Lucas recuperaron esa pasión por la caricia dura, estrujaron pechos, apretaron nalgas, alzaron a la gemela que, casi aullando, ensartada en el palo recorría el dormitorio, sostenida en la verga de su macho. La llevó contra una pared, se la sacó, aplastó casi sus tetas contra la pared y así de parados la volvió a ensartar con furia, su pija salía casi por completo del culito de Jessy y volvía a entrar como una locomotora, el pubis de la gemela se aplastaba contra la pared con cada pijazo, el jugo abundantísimo de su concha mojaba la pared, ¿Qué importaba?
Volvieron a la cama, Jessi se puso en 4, bien abierta, sus pechitos colgando, su concha goteando, sus muslos llenos de los jugos del placer que su macho le estaba dando por todos sus agujeros. Sintió la verga en su concha, entró, salió, sintió la verga en su culo, entró, urgó, se movió, exploró cada rincón de su recto, creció, estalló. La leche, esa rica leche abundantísima de Lucas invadió su recto, su orgasmo, ya no sabía de dónde, la hizo temblar, se le aflojaron las piernas y fue deslizándose hacia la cama. Quedaron así, Lucas sobre ella, la verga que se negaba a bajar rellenando el culito de la gemela, sus mejillas unidas, las respiraciones entrecortadas.
Los despertó el ruido de las cortinas de la ventana que Damián estaba abriendo, ambos desnudos, los cabellos de Jessica enmarañados, rastros de sexo por toda la cama, los cuerpos pegajosos.
-Ahh, cochinitos! - les dijo el gemelo con una sonrisa. Se quitó el short rotoso, buscó en el cajón del placcard un culotte rosa, se acarició las nalgas y se subió a la cama. Arrodillado entre las piernas de Lucas, tomó su pija y comenzó despacito a chuparla.
-Me dejaste lechita para mi?, ¡egoísta!-, le dijo a Jessica
-Papi siempre tiene muuuucha-, le respondió la gemela mientras arrimaba su lengua a la pija de Lucas.
12.- Cruzando barreras
Después que Lucas a regañadientes le estrenó la concha, Jessy comenzó a tocarse como hacía en la pieza cuando vivía con su madre. Aprovechaba mientras Lucas trabajaba y Damián jugaba en la compu, se desnudaba completamente, se acostaba en el centro de la cama y comenzaba a jugar con su clítoris, su deseo vaginal crecía día a día. Buscó una zanahoria, pero era fría!!!!, pensó en el tubo de desodorante, pero le dolía. Y por el culo?, con un poco de lubricante el tubo le calzaba bárbaro, pero su concha era estrecha, poco uso, pensó. Al fin adoptó el mango de un cepillo para el pelo, no era más grueso que la verga de Damián y era fácil de meter y sacar. Pero la paja no es como el trigo. Casi sentía culpa, pero no lo podía evitar, necesitaba verga en la concha. ¿Y por qué no? Si ya alguna vez, cuando querían emular a la madre ellos....., pero no!!!, era el hermano!!!, los pechos comenzaron a quemarle, necesitaba frotárselos, inconscientemente le salió un "ay Damy", NOOOOOOO, era el hermano!!!, su concha empezó a mojarse mal, comenzó a temblar, buscó su clítoris, lo frotó con toda su fuerza, no pudo evitarlo, cerró los ojos y mientras casi gritaba "Damy cogeme, así Damy cogeme", sintió el mayor orgasmo de su vida, se relajó completamente. Sentía su culo mojado, sentía el charco que había dejado en las sábanas, sentía sus muslos húmedos. Pero sentía que era inevitable. El hermano, ¿querría? Luego le surgió una pregunta adicional, el hermano, ¿podría?, o su metamorfosis había sido tan completa que ya no le era posible tener sexo con una mujer?, "lesbianas", pensó con una sonrisa.
-¿Qué le pasa a ésta?-, masculló Damián abandonando su partida de Fortni. Hacía calor, tenía solo puesta una bikini de las que se atan de costado, con su corpiñito chiquito a medida para él. Nunca iba a terminar de acostumbrarse al hilo de la tanga tocándole la conchita, las usaba para ponerse "putita" para Lucas, pero para estar en la casa prefería bikinis o culottes.
-¿Qué te pasa nena?, ¿siempre rompe bolas vos?-, asomó su cabeza por la puerta del dormitorio. Ver a su hermana desnuda y con las piernas abiertas no lo sorprendió en lo más mínimo. Su mirada suplicante, si.
-Vení hermanito, acostate al lado mio"-, Damy, medio fastidiado, lo hizo. Pudo ver el gran charco de flujo vaginal, los pezones enrojecidos. Su hermana lo abrazó, el correspondió. Pero de pronto sintió los labios de Jessy sobre los suyos, y la lengua de su hermana pugnando por meterse dentro de su boca, nooo, ¿qué estaba pasando? Antes que pudiera internalizarlo, ya su cuerpo respondió por él, se abrieron sus labios y sus lenguas comenzaron la batalla, los hermanos se apretaron con fuerza.
-No, salí, puta de mierda!-, la razón, el acondicionamiento, la "moral", contraatacaban en Damy. La separó de su cuerpo, pero su erección se notaba firme reventando la bombacha, su glande mojado, oscuro, tentador, asomaba por arriba del elástico. Jessy no pudo dejar de verla.
Agitado, se acostó de espaldas. Jessy contraatacó, sentía que ya no podía volver a atrás, se arrojó sobre la bikini de Damián, casi la arrancó, hasta ver la pija parada de su hermano completamente a su disposición, la tragó y la chupó como si en eso se le fuera la vida, como nunca se la había chupado a Lucas en todos esos meses de ser su "nenita culona". Damián intentó resistir, intentó, pero la lengua de su hermana recorriendo el borde de su glande, sus labios apretando la base de su verga fueron minando uno a uno cada argumento, cada razón, cada prejuicio, hasta que al final su mano ya acariciaba y acompañaba los movimientos de la cabeza de su hermana subiendo y bajando por su palito.
Jessica dejó de chupar, colocó sus piernas a cada lado de la cadera de su hermano y fue apuntando.
-No Jessy, eso noooooo, ahhhhhhhhhh-, la gemela se fue sentando arriba de la pija de Damián, el glande de su hermano entró por la vulva y suavemente recorrió esa vagina mojadísima, suave, caliente. La boca de su hermana volvió a la suya, esa vez ya el beso fue sin culpas, su pecho sintió por primera vez la presión de los pechitos de una mujer, la abrazó con fuerza, su cadera comenzó a subir y bajar, cogiendo esa concha pecaminosa, prohibida, tabú, pero que lo hacía sentir unido y amado por su hermana con una intensidad como nunca antes había sentido. La dio vuelta, la puso con las patitas abiertas contra el respaldo de la cama, en esa posición que tantas veces había visto a su mamá con el macho, pero esta vez no era asqueroso, noooo, había tanto amor, en los ojos de su hermana!, no era la mirada de puta de su madre, y su mirada seguro no era la mirada de perro en celo del novio, Jessica y Damián volvían a estar unidos y juntos como cuando estaban en la panza de la madre. La pija entró y salió, los pechos recibieron besos, mordiscos y caricias, las bocas se fundieron, los orgasmos de la gemela fueron intensos, largos, empapadísimos, pero llegó el momento de Dami, y eso sí, los dos sabían que no podía pasar, hasta ahí, más no. El gemelo se la sacó de la concha y arrodillado frente a su hermana comenzó a masturbarse furiosamente. -¿Boca?- dijeron ambos. -Naaa, culito-, repitieron ambos casi al unísono. Algo del jugo de la concha lubricó el culo de la gemela y la pija de su hermano, de un solo golpe llegó al fondo, cinco, seis, diez bombazos y el abundante semen del gemelo inundó el recto de la gemela.
Ambos cayeron extenuados, Dami boca arriba, Jessi boca abajo. -Qué me hiciste hacer, hermana?-, la gemela sonrió, -dale!, que te hacés el Adán ahora, ¿yo soy Eva y Lucas la serpiente?- Se rieron, se abrazaron.
-Te quiero hermanita-
-Te quiero hermanito, ¿cuánto hace que no me lo decías?, ¿no?-
El sueño terminó por dominarlos y evitar que los demonios de la culpa volvieran a hacer su malsano trabajo.
Esa noche, apenas llegó Lucas del trabajo, corrieron a contárselo, sonrojados, medio hasta tartamudeando, esperando el enojo y las palabras tremendas. Lucas los miró serio, se quedó callado un rato.
-¿Te gustó Damy?-, recién en ese momento Damián cayó en la cuenta que era !su primera vez!, nunca había usado su pija, y encima, ¡debutar con la hermana!, pensó mil cosas, pero hizo una sola: se abrazó con toda su fuerza contra el pecho de Lucas. -Soy tuya Lucas, sos mi macho, perdoname, no lo hago más-
Lucas le levantó la cabeza, le tomó la cara entre sus manos y le dio un suave beso en las labios.
-Vení Jessy-, se abrazaron los tres.
-A esta altura de mi vida yo no juzgo a nadie, si les gustó y se sienten bien, todo bien, pero usen siempre esto-, buscó en la mochila y sacó tres cajas de forros. -Pedimos pizza?-, Jessica y Damián se miraron, soltaron la carcajada y se volvieron a abrazar a Lucas.
Luego de la cena, mientras Lucas boludeaba con la tele en el sillón del living, los gemelos corrieron para el dormitorio, el cajón de las bombachas era un solo, se pelearon por la tanga roja de encaje, ganó Jessy, Damy eligió el hilo dental. Arriba, nada, esa noche pechos al aire. Corrieron al living y se sentaron uno a cada lado de Lucas, Jessy le sacó el control remoto de la mano, y llevó esa mano a su pechito, mientras buscaba su boca, Damy se arrodilló entre sus piernas, le desabrochó el botón, le bajó el cierre del pantalón de vestir y comenzó a franelearle la pija por arriba del boxer, Lucas se acordó del chiste: "cuando sientas que la violación es inevitable, relájate y goza". Y esa noche gozó como nunca, gozó de dos culitos perfectos, de dos gatas en celo, gozó, como cada noche, de sus gemelos.
Para entender la trama se recomienda leer los capítulos anteriores
10.- La mañana clara
Las cortinas habían quedado corridas y el sol tempranero del verano se colaba a raudales por la ventana. Lucas fue saliendo suave de ese sueño relajante y delicioso que tenía luego de una noche de sexo intenso. A su derecha, Jessica, con sus pechitos como mandarinas y el triangulito oscuro que escondía su concha de labios chiquitos. A su izquierda, Damián, de pezoncitos duros y pijita dormida y completamente depilada. ¿Qué más podía pedir?
Luego de esa mañana en que había desvirgado el culito de Jessy, los gemelos fueron sus dos putitas todos los fines de semana. Como buenos hermanos, compartían todo, la pija de Lucas, sus besos, sus caricias, su semen cada vez más abundante. Y lo atendían una con la sumisión de una Sissy y la otra con la de una mina enamorada de una pija de 22 cm, que le había destrozado la cola, abierto la concha y que le había enseñado a disfrutar de su sexo por todos sus agujeros. Damián la envidiaba un poquito, ella tenía dos agujeros para gozar, él uno solo. Lucas trataba de evitar su concha, ponerse forro no le gustaba y desde su separación y su conversión, cada vez sentía menos ganas de vaginas, podía vivir sin ellas. El culito de Jessy en cambio, herencia materna, mmm, con sus caderas y sus carnudas nalgas, era casi tan delicioso como el de Damián.
El destino los quiso unir más, los gemelos ya vivían con él. El culo de su madre y el descuido de su macho desencadenaron todo.
La mujer del tipo había descubierto en su celular docenas de fotos del orto de Andrea y leído los mensajes que intercambiaban, algunos con referencia a "la conchuda que nunca te va a dar el placer que te da mi ojete". La patada en el culo que le dio al marido lo zampó permanente con poco más que la ropa puesta en la pieza de Andrea. El tipo no se hizo mucho drama, al fin podía cogerse a Andrea todas las noches y sumergir su cabeza en sus nalgas para chupar ese ojete prodigioso cuanto quisiera. Pero la convivencia con los gemelos se complicaba. El tipo y Damián chocaban todo el tiempo. Y Jessy defendía como fiera a su hermano, provocando la ira de la madre. Andrea, que se sentía vencedora en esa lucha secreta contra la pendeja, se desquitaba en la cama de los quilombos del día y literalmente secaba los huevos de su macho polvo tras polvo, casi siempre por supuesto, por el culo, ya casi ni usaba el tajo. Además, lo que menos quería era volver a embarazarse.
El despelote estalló cuando el tipo alquiló una casita en XX para irse a vivir más cómodos que en esa pieza de mierda. Los gemelos saltaron de inmediato. Damián no se bancaba al tipo y ni en pedo iba a aceptar vivir permanentemente con él y escuchar cada noche los gemidos de puta de su madre. Sentía, entristecido, que si a Andrea le daban a elegir entre él y el garca padre de su hermanito, seguro elegía a ese garca que se la garchaba cada noche. NO, ni en pedo, él ya tenía 17 y era lo suficientemente macho para vivir en la calle o volverse a la villa. Lucas escuchó, consoló, secó lágrimas.... y vio la oportunidad. Andrea aceptó agradecida, para ella era un nuevo comienzo, el padre de su bebé y ella, en una casa para los tres solo, sin pasado. Al fin y al cabo, los gemelos iban a vivir mejor con el vecino que con ella. Sus hijos ya eran grandes, y el sólo pensar en comer pija por el culo todas las noches, le hacía olvidar la culpa de dejarlos. Los gemelos se quedaban a vivir con Lucas, una como mucama y el otro como jardinero y a cambio Lucas les daba alojamiento, comida, unos pesitos y los mandaba a la secundaria. ¿Qué mejor para sus hijos? Seguro el vecino de al lado se la iba a terminar cogiendo a Jessica y le iba a dar algún nieto. Negocio redondo.
11.- La primera vez
Un par de mochilas fue todo. La cama cucheta de los gemelos vino a parar a la casa de Lucas, empujada por los hermanos entre sonrisas cómplices y ubicada en un cuartito chiquito que había en el quincho. Nunca se iba a usar, pero había que disimular.
La primera noche Damián estaba amoscado, enojado, osco, como antes de conocer a Lucas, su culo fruncido, la mezcla de enojo y tristeza eran grandes. No cenó y se fue a dormir al quincho, solo, en su cucheta de siempre, con su calzoncillo rotoso de siempre, con su cara de culo de siempre.
-Dejalo Lu, yo lo conozco, mañana va a estar bien-
Cenaron en silencio, la gemela y él. Los ojos de Jessica estaban particularmente brillantes. Claro, Damián sentía que había perdido la batalla contra otro macho, que perdía a su madre. En cambio, Jéssica dejaba de competir con otra hembra, por más que esa hembra fuera su vieja. Ahora ELLA era la hembra de la casa, y esta noche tenía que pasar. La guacha se había preparado bien, mientras Lucas ponía la mesa fue al dormitorio, se quitó la chabomba y el corpiño y se puso la calza negra debajo del remerón que ya tenía puesto.
Apenas terminada la cena, Jessy se levantó, se sacó el remerón y se sentó sobre las piernas de Lucas, lo tomó del cuello y le dio un beso en los labios. Se miraron, los ojos de Jessy decían "cogeme" y Lucas nunca pudo resistir unos ojos que dijeran "cogeme", la inclinó apenas y comenzó a comerle la boca mientras sus manos estrujaban sus tetitas de pezones parados, comenzó a mamarle las tetas, Jéssica gemía con cada mordisquito en sus pezones, con cada lamida en sus dos alfajorcitos de chocolate. La mano de Lucas enseguida bajó a sus nalgas. Jessy dejó de gemir. Tomó la mano de Lucas y la llevó a su concha, buscó su índice y lo metió en el tajito come trapo que había chupado, y mojado, la calza.
-Todavía me tenés virgen Lu-
- Es que me gusta demasiado tu culito nena-
-Y el de mi hermano más que el mío, ya sé, ya sé, pero mi conchita está mojaducha-, le dijo la gemela con un mohín encantador
- ¿No me la rompés?, ¡una vez aunque sea Lu! -
Lucas dudaba, desde que se separó de su mujer nunca más la había metido en una concha. Con su compa, pero mucho más con Dami, se había vuelto completamente culo adicto, nunca siquiera se le había ocurrido darla vuelta a Jessy para comerle la concha. En todos sus perfiles de sitios gay, que se los hizo de puro pajero, nunca había hecho nada con nadie, se definía como "bi", por vergüenza de puto nuevo más que por convencimiento. ¿Se le pararía? Había que probar
-Vamos a la cama-
La vio caminar delante de él, con la calza metida completamente en el orto, dudó, ¿para qué concha si tenía semejante culo? Pero reconocía que la gemela tenía razón, por más que le gustara por el culo, tenía que inaugurar su concha, ¡era mina!
Al pie de la cama, luego de la vista de ese ojete, casi que le arranca la calza, la puso al borde de la cama, le levantó las piernas y se arrodilló entre ellas. Allí estaba el tajito mojado rodeado de pendejos y un poquito más abajo el asterisquito rosado. Su lengua se iba al ojete, se tenía que contener. Levantó los ojos y vio la carita de Jessy, suplicante, temblorosa, no era joda, era importante para ella.
No con asco, pero casi, su lengua dio su primera lamida en el tajito y sintió el temblor de las piernas de Jessica. Buscó el clítoris y la punta de su lengua comenzó a darle toquecitos, sus muchos años de hetero, las horas acumuladas chupando la concha de su ex, le recordaban cómo dar placer a una mina, Jessy comenzó a gemir. Su lengua volvió a la vulva y recorrió labios, de a poco entró en el recinto sagrado, como haciéndose rogar. Sin embargo, su pija, que cuando chupaba el culito de Dami, o de Jessy, estaba al palo, ahora estaba dormida, medio le entró miedo, ¿se le pararía?, desvirgue a lengua no era desvirgue.
Cuando ya la ensopada era total y la cara de Jessy ya no era de miedo, ni de súplica sino de lujuria de puta en celo, Lucas se incorporó, su verga colgando le daba un mal presagio. Se puso de rodillas al costado de Jessi y le empezó a dar pijazos a las tetas, el amigo comenzó a reaccionar. Jessi enseguida reaccionó también, tomó los 22 cm de carne semierectos y los apretó entre sus tetas, ver a su madre culear tantas noches en la cama de al lado para algo le había servido. Lucas comenzó a garcharlas y se le fue poniendo dura. ¿Ya?, se bajó masturbándose y cuando estaba a punto de ponérsela se acordó del condón. ¡Que complicado, por favor! Pero ni en pedo se la cogía sin forro, lo que menos quería Lucas era embarazarla. Hurgó en el fondo del cajón y encontró una caja de vaya a saber cuándo. Se puso uno mientras el amigo se bajaba de nuevo. Ni se le ocurrió dársela a chupar, se masturbó con los ojos cerrados, pensando en Dami, pensando en su compa y aun masturbándose apoyó la punta de la pija en el tajito y se la clavó. Grito, dolor, esa conchita que sólo conocía dedos, se resistía, pero una concha siempre fue más fácil de clavar que el culito de un tipo y Lucas hizo lo que hacía en los últimos tiempos con su mujer: imaginarse esa primera noche en Miami, y bombear, reconcentrado, sin esa pasión que ponía cuando a esa misma Jessy o al gemelo le daba por el culo. Jessi gemía, gozaba, disfrutaba sus primeros orgasmos vaginales sin nada en el culo, pero sentía que había algo oscuro, notaba que el hombre que se la estaba cogiendo no era el mismo Lucas que la hacía gritar de placer, gritar más que lo que gritaba la puta de su madre, cuando su poronga de 22 cm le taladraba el ojete. Lucas no gozaba, Lucas "laburaba" de hetero.
-Dame vuelta Luqui, dale, dame por donde te gusta-
El forro voló al carajo, el abundante jugo de la concha de la gemela sirvió para lubricar su culo y de un solo golpe, de un solo grito, toda la poronga de Lucas se perdió dentro de esas bellas y morenas nalgas, ahora sí, dura como piedra, enorme, caliente. Las bocas se unieron con el fuego de esos besos intensos, el placer que nacía de sus pubis los inundaba, las manos de Lucas recuperaron esa pasión por la caricia dura, estrujaron pechos, apretaron nalgas, alzaron a la gemela que, casi aullando, ensartada en el palo recorría el dormitorio, sostenida en la verga de su macho. La llevó contra una pared, se la sacó, aplastó casi sus tetas contra la pared y así de parados la volvió a ensartar con furia, su pija salía casi por completo del culito de Jessy y volvía a entrar como una locomotora, el pubis de la gemela se aplastaba contra la pared con cada pijazo, el jugo abundantísimo de su concha mojaba la pared, ¿Qué importaba?
Volvieron a la cama, Jessi se puso en 4, bien abierta, sus pechitos colgando, su concha goteando, sus muslos llenos de los jugos del placer que su macho le estaba dando por todos sus agujeros. Sintió la verga en su concha, entró, salió, sintió la verga en su culo, entró, urgó, se movió, exploró cada rincón de su recto, creció, estalló. La leche, esa rica leche abundantísima de Lucas invadió su recto, su orgasmo, ya no sabía de dónde, la hizo temblar, se le aflojaron las piernas y fue deslizándose hacia la cama. Quedaron así, Lucas sobre ella, la verga que se negaba a bajar rellenando el culito de la gemela, sus mejillas unidas, las respiraciones entrecortadas.
Los despertó el ruido de las cortinas de la ventana que Damián estaba abriendo, ambos desnudos, los cabellos de Jessica enmarañados, rastros de sexo por toda la cama, los cuerpos pegajosos.
-Ahh, cochinitos! - les dijo el gemelo con una sonrisa. Se quitó el short rotoso, buscó en el cajón del placcard un culotte rosa, se acarició las nalgas y se subió a la cama. Arrodillado entre las piernas de Lucas, tomó su pija y comenzó despacito a chuparla.
-Me dejaste lechita para mi?, ¡egoísta!-, le dijo a Jessica
-Papi siempre tiene muuuucha-, le respondió la gemela mientras arrimaba su lengua a la pija de Lucas.
12.- Cruzando barreras
Después que Lucas a regañadientes le estrenó la concha, Jessy comenzó a tocarse como hacía en la pieza cuando vivía con su madre. Aprovechaba mientras Lucas trabajaba y Damián jugaba en la compu, se desnudaba completamente, se acostaba en el centro de la cama y comenzaba a jugar con su clítoris, su deseo vaginal crecía día a día. Buscó una zanahoria, pero era fría!!!!, pensó en el tubo de desodorante, pero le dolía. Y por el culo?, con un poco de lubricante el tubo le calzaba bárbaro, pero su concha era estrecha, poco uso, pensó. Al fin adoptó el mango de un cepillo para el pelo, no era más grueso que la verga de Damián y era fácil de meter y sacar. Pero la paja no es como el trigo. Casi sentía culpa, pero no lo podía evitar, necesitaba verga en la concha. ¿Y por qué no? Si ya alguna vez, cuando querían emular a la madre ellos....., pero no!!!, era el hermano!!!, los pechos comenzaron a quemarle, necesitaba frotárselos, inconscientemente le salió un "ay Damy", NOOOOOOO, era el hermano!!!, su concha empezó a mojarse mal, comenzó a temblar, buscó su clítoris, lo frotó con toda su fuerza, no pudo evitarlo, cerró los ojos y mientras casi gritaba "Damy cogeme, así Damy cogeme", sintió el mayor orgasmo de su vida, se relajó completamente. Sentía su culo mojado, sentía el charco que había dejado en las sábanas, sentía sus muslos húmedos. Pero sentía que era inevitable. El hermano, ¿querría? Luego le surgió una pregunta adicional, el hermano, ¿podría?, o su metamorfosis había sido tan completa que ya no le era posible tener sexo con una mujer?, "lesbianas", pensó con una sonrisa.
-¿Qué le pasa a ésta?-, masculló Damián abandonando su partida de Fortni. Hacía calor, tenía solo puesta una bikini de las que se atan de costado, con su corpiñito chiquito a medida para él. Nunca iba a terminar de acostumbrarse al hilo de la tanga tocándole la conchita, las usaba para ponerse "putita" para Lucas, pero para estar en la casa prefería bikinis o culottes.
-¿Qué te pasa nena?, ¿siempre rompe bolas vos?-, asomó su cabeza por la puerta del dormitorio. Ver a su hermana desnuda y con las piernas abiertas no lo sorprendió en lo más mínimo. Su mirada suplicante, si.
-Vení hermanito, acostate al lado mio"-, Damy, medio fastidiado, lo hizo. Pudo ver el gran charco de flujo vaginal, los pezones enrojecidos. Su hermana lo abrazó, el correspondió. Pero de pronto sintió los labios de Jessy sobre los suyos, y la lengua de su hermana pugnando por meterse dentro de su boca, nooo, ¿qué estaba pasando? Antes que pudiera internalizarlo, ya su cuerpo respondió por él, se abrieron sus labios y sus lenguas comenzaron la batalla, los hermanos se apretaron con fuerza.
-No, salí, puta de mierda!-, la razón, el acondicionamiento, la "moral", contraatacaban en Damy. La separó de su cuerpo, pero su erección se notaba firme reventando la bombacha, su glande mojado, oscuro, tentador, asomaba por arriba del elástico. Jessy no pudo dejar de verla.
Agitado, se acostó de espaldas. Jessy contraatacó, sentía que ya no podía volver a atrás, se arrojó sobre la bikini de Damián, casi la arrancó, hasta ver la pija parada de su hermano completamente a su disposición, la tragó y la chupó como si en eso se le fuera la vida, como nunca se la había chupado a Lucas en todos esos meses de ser su "nenita culona". Damián intentó resistir, intentó, pero la lengua de su hermana recorriendo el borde de su glande, sus labios apretando la base de su verga fueron minando uno a uno cada argumento, cada razón, cada prejuicio, hasta que al final su mano ya acariciaba y acompañaba los movimientos de la cabeza de su hermana subiendo y bajando por su palito.
Jessica dejó de chupar, colocó sus piernas a cada lado de la cadera de su hermano y fue apuntando.
-No Jessy, eso noooooo, ahhhhhhhhhh-, la gemela se fue sentando arriba de la pija de Damián, el glande de su hermano entró por la vulva y suavemente recorrió esa vagina mojadísima, suave, caliente. La boca de su hermana volvió a la suya, esa vez ya el beso fue sin culpas, su pecho sintió por primera vez la presión de los pechitos de una mujer, la abrazó con fuerza, su cadera comenzó a subir y bajar, cogiendo esa concha pecaminosa, prohibida, tabú, pero que lo hacía sentir unido y amado por su hermana con una intensidad como nunca antes había sentido. La dio vuelta, la puso con las patitas abiertas contra el respaldo de la cama, en esa posición que tantas veces había visto a su mamá con el macho, pero esta vez no era asqueroso, noooo, había tanto amor, en los ojos de su hermana!, no era la mirada de puta de su madre, y su mirada seguro no era la mirada de perro en celo del novio, Jessica y Damián volvían a estar unidos y juntos como cuando estaban en la panza de la madre. La pija entró y salió, los pechos recibieron besos, mordiscos y caricias, las bocas se fundieron, los orgasmos de la gemela fueron intensos, largos, empapadísimos, pero llegó el momento de Dami, y eso sí, los dos sabían que no podía pasar, hasta ahí, más no. El gemelo se la sacó de la concha y arrodillado frente a su hermana comenzó a masturbarse furiosamente. -¿Boca?- dijeron ambos. -Naaa, culito-, repitieron ambos casi al unísono. Algo del jugo de la concha lubricó el culo de la gemela y la pija de su hermano, de un solo golpe llegó al fondo, cinco, seis, diez bombazos y el abundante semen del gemelo inundó el recto de la gemela.
Ambos cayeron extenuados, Dami boca arriba, Jessi boca abajo. -Qué me hiciste hacer, hermana?-, la gemela sonrió, -dale!, que te hacés el Adán ahora, ¿yo soy Eva y Lucas la serpiente?- Se rieron, se abrazaron.
-Te quiero hermanita-
-Te quiero hermanito, ¿cuánto hace que no me lo decías?, ¿no?-
El sueño terminó por dominarlos y evitar que los demonios de la culpa volvieran a hacer su malsano trabajo.
Esa noche, apenas llegó Lucas del trabajo, corrieron a contárselo, sonrojados, medio hasta tartamudeando, esperando el enojo y las palabras tremendas. Lucas los miró serio, se quedó callado un rato.
-¿Te gustó Damy?-, recién en ese momento Damián cayó en la cuenta que era !su primera vez!, nunca había usado su pija, y encima, ¡debutar con la hermana!, pensó mil cosas, pero hizo una sola: se abrazó con toda su fuerza contra el pecho de Lucas. -Soy tuya Lucas, sos mi macho, perdoname, no lo hago más-
Lucas le levantó la cabeza, le tomó la cara entre sus manos y le dio un suave beso en las labios.
-Vení Jessy-, se abrazaron los tres.
-A esta altura de mi vida yo no juzgo a nadie, si les gustó y se sienten bien, todo bien, pero usen siempre esto-, buscó en la mochila y sacó tres cajas de forros. -Pedimos pizza?-, Jessica y Damián se miraron, soltaron la carcajada y se volvieron a abrazar a Lucas.
Luego de la cena, mientras Lucas boludeaba con la tele en el sillón del living, los gemelos corrieron para el dormitorio, el cajón de las bombachas era un solo, se pelearon por la tanga roja de encaje, ganó Jessy, Damy eligió el hilo dental. Arriba, nada, esa noche pechos al aire. Corrieron al living y se sentaron uno a cada lado de Lucas, Jessy le sacó el control remoto de la mano, y llevó esa mano a su pechito, mientras buscaba su boca, Damy se arrodilló entre sus piernas, le desabrochó el botón, le bajó el cierre del pantalón de vestir y comenzó a franelearle la pija por arriba del boxer, Lucas se acordó del chiste: "cuando sientas que la violación es inevitable, relájate y goza". Y esa noche gozó como nunca, gozó de dos culitos perfectos, de dos gatas en celo, gozó, como cada noche, de sus gemelos.
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