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Departamento de soltero. Segundo año. Capítulo 2

Departamento de soltero. Segundo año. Capítulo 2

No leíste la primera parte de "Departamento de soltero"? En total son 10 capítulos super calientes y te van a encantar! Acá te dejo el link para que entres y te deleites:
PRIMER AÑO. CAPITULO 1

Tras un primer año de vivir solo en su nuevo departamento de soltero, Lautaro continúa disfrutando al máximo su vida sexual en una casa que se empieza a llenar de recuerdos placenteros y emocionantes entre sus amigas, vecinas y ex amantes. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

CAPITULO 1

Capítulo 2: 14 de Febrero
   La frase que me dijo Victoria me dejó pensando, pues si había algo que me encantaba de coger con Sofía era su actitud dominante que solía sacarme de mi zona de confort. Más allá de eso, no estaba seguro si mi amante tenía a disposición un par de esposas para que pudiéramos utilizarlas y mucho menos si estaba dispuesta a hacerlo durante el sexo. La idea de que me atara a la cama y me cogiera de la forma que ya lo había hecho hasta ahora me fascinaba, me calentaba muchísimo y me ponía la pija bien dura. Pero esa tarde, tan solo un día después de nuestro reencuentro post sus vacaciones, me mandó un mensaje que hizo que mi forma de pensar cambiara. “Me encantó lo de ayer. No te tenía así de atrevido y la verdad… Quiero más!” decían las palabras que me había escrito y mi pecho se infló enseguida. Si Sofía quería que me la cogiera violentamente y que la dominara, entonces eso era lo que iba a hacer.
   Durante las siguientes semanas del mes de Enero nos volvimos a ver en varias oportunidades con Sofía y las cosas se ponían cada vez más calientes. En uno de esos encuentros, no llegó a decirme “hola” ya que ni bien abrí la puerta de mi casa para que pasara, se me tiró encima y me empezó a comer la boca con ganas. Estaba tan desesperada, que no tuvimos tiempo de ir a la habitación donde tenía prendido el aire y terminamos cogiendo en el sillón del living-comedor, completamente traspirados pero bien calientes. Cada vez que nos veíamos en mi casa, era ella la que se sometía a mi poderío y a mi actitud dominante. Pero cuando me pedía que bajara hasta su departamento, Sofía solía aprovecharse de la comodidad de su cama para someterme y demostrarme que sabía apoderarse de mi cuerpo. Era como que la forma del encuentro dependía de donde se hacía este.
   Mis amigos no podían creer que me estaba viendo con una mina tres años mayor que yo y que para colmo era policía. “¿Te esposó alguna vez?”, “¿Hiciste la del preso y la policía?”, “¡Seguro le pegaste con la porra alguna vez!” me decían ellos que imaginaban muchísimas cosas sin saber que no habíamos hecho nada de eso. A pesar de que yo les decía que no, ellos seguían insistiendo en que no les decía la verdad de las cosas. Franco estaba seguro que en su casa teníamos guardados diferentes disfraces y juguetes sexuales que usábamos con frecuencia. Lucas tenía sus pensamientos respecto al hecho de que Sofía fuera policía, pues él decía estar en contra de “esa gente”, pero le fascinaba escuchar parte de las historias que les contaba. Facundo, por su parte, era el que más escenas exóticas imaginaban en su mente y las tiraba al aire esperando que yo le dijera que eran ciertas.
   Quien parecía no querer saber nada de lo que yo hacía con mi nueva amante, era Victoria. A diferencia de las otras chicas con las que había estado y de las cuales le había contado escenas sexuales bastante detalladas, mi vecina se rehusaba a que le describiera lo que hacía con la chica policía. “Ya bastante me entero cuando la hija de puta no me deja dormir de lo que grita” me dijo un día cuando le confesé que me encantaba que se sentara en mi cara y me pusiera la concha sobre la boca. Era evidente que no se sentía cómoda hablando de eso, lo cual era raro pues le había contado con lujo de detalle escenas con Daniela, Leticia o Macarena. Por su parte, Victoria se encargaba de hacerme saber una y otra vez que se estaba viendo con un chico y que estaba re bien con él y que le encantaba. Le pregunté si era Nicolás, el chico con quien la había visto hacía poco y ruborizándose me dijo que sí.
   - Igual vamos despacio.- Me aclaró rápidamente a pesar que yo no le había preguntado nada.- No soy como las chicas con las que estás vos.- Agregó de forma despectiva y me sentí un poco atacado.

   Los primeros días de Febrero llegó a mi cabeza la idea de hacer algo con Sofía la noche del 14, el día de los enamorados o San Valentín. Franco nos confesó que estaba planeando una noche romántica con Julia y que le tenía preparados bastante regalos a su nueva novia. Claramente la situación de él con su ex compañera de trabajo era totalmente distinta a la mía, sin embargo pensé que podía ser un buen gesto proponerle de hacer algo esa noche, sobre todo teniendo en cuenta que era sábado. Pero lo que me convenció de que tenía que invitar a mi amante a hacer algo esa noche romántica, fue volver a cruzarme a Victoria con Nicolás en el ascensor mientras hablaban de los planes que tenían para esa noche. “Muero de ganas de volver a verte” le dijo él antes de salir del edificio y yo puse los ojos en blanco ante tal gesto que me pareció demasiado.
   “No querés que nos veamos antes? Mañana tal vez?” me escribió ella teniendo en cuenta que faltaban cinco días para el 14 de Febrero. O Sofía no había entendido mi mensaje en el cual la invitaba a hacer algo por ese día, o había decidido hacerse la tonta pues no estaba dispuesta a que algo pasara. Tal como ella lo había propuesto, al día siguiente subió a mi departamento y tuvimos una nueva dosis de sexo que se puso muy caliente. Llegó cerca de las 8 de la noche y fuimos directo a la habitación para comenzar con unos besos y unas caricias muy fogosas que no tardaron en convertirse en algo más. Teniendo en cuenta lo que habíamos dejado claro en nuestro acuerdo implícito, estábamos en mi casa y por ende yo era quien debía tomar la actitud dominante. “¿Te vas a dejar coger toda, hija de puta?” le pregunté mientras le metía dos dedos en la concha y Sofía me dijo que sí gimiendo. Rápidamente le dije que se pusiera en cuatro y tras comerle la concha en esa posición se la empecé a meter con ganas. La temperatura siguió aumentando y la pasión fue creciendo hasta que los dos terminamos completamente agitados y gimiendo de placer.
   Tras unos minutos de descanso en los que nos relajamos un poco para recuperar el aire, le propuse nuevamente de hacer algo el sábado. “Podemos salir a cenar o de ultima comer algo en casa” le dije esperando que ella aceptara de la misma forma que había aceptado mi invitación a tomar una cerveza hacía tan solo un mes y medio. El problema fue que Sofía dudó y me respondió diciéndome que podíamos verlo más adelante. Acto seguido se levantó de la cama y fue al baño para limpiarse los rastros de leche que yo le había dejado en el pecho tras acabarle en las tetas. Sus palabras fueron muy claras a pesar de que no fueron directas, Sofía me veía como su amante y nada más, no tenía intenciones de salir conmigo en una fecha que se había vuelto tan importante últimamente. A pesar de eso, me di cuenta de que su rechazo no me afectó en nada y que el hecho de haberla invitado, había sido un intento mío forzoso por tapar los celos que sentía hacia Victoria.

   - ¡Vamos de joda amigo! ¡Ya fue!- Me dijo Lucas luego de que le contara que Sofía no solo me había rechazado la cena para ese sábado, sino que a último momento me dijo que no podía verse para tener sexo.
   Era un mensaje clarísimo: “Perdón si fui muy directa, pero creo que la fecha puede confundir las intenciones”. Lo entendí, Sofía no quería tener nada conmigo, por lo que le propuse a Lucas y a Facundo que vinieran a mi casa para comer algo y tomar unas cervezas. Fue después de que les contara como mi vecina me había rechazado que los dos propusieron ir a un boliche y buscarme una chica para sacarme las ganas. “Vas a ver, en un día como hoy las minas están todas desesperadas por coger con cualquier pibe” dijo Facundo y yo no supe si sentirme mejor o peor con ese comentario. Les conté que no me molestaba en absoluto, que no sentía nada por Sofía, pero ellos parecían no creerme de la misma manera que no me creían lo del sexo. A pesar de eso, acepté su propuesta y seguimos tomando varias cervezas más hasta que no quedó ninguna y después de eso fuimos a un boliche que quedaba a unas cuadras de mi casa.
   Enseguida nos encontramos con Anastasia, la chica con la que estaba saliendo Lucas, la cual estaba con un grupo de amigas. Una de ellas llamó mi atención de golpe y noté que no dejaba de mirarme. Envalentonado por las cervezas y por los comentarios de Facundo diciendo que la mina estaba buenísima, me la encaré en frente de todos y no tardamos en ponernos a bailar muy pegados. Los besos aparecieron unos segundos más tarde y rápidamente fueron aumentando la temperatura del lugar. Para mi sorpresa, fue ella la que me propuso de irnos juntos cuando se hicieron las cinco de la mañana y empezamos a salir del boliche. Me despedí de mis amigos, ella de las suyas y caminamos hasta llegar al departamento.
   Nos tiramos en la cama y volvimos a los besos de forma bien caliente. La cantidad enorme de cerveza que había tomado esa noche me había hecho perder el filtro y le confesé que me gustaba el sexo fuerte y violento. Ella me devolvió una sonrisa preciosa que me dio a entender que no tenía problemas con ello y seguí para adelante. Le saqué la remera y dejé al descubierto sus hermosas tetitas que me dediqué a chupárselas un buen rato, pasándoles la lengua por todos lados y animándome a morderle sutilmente los pezones. “¡Ay!” protestó ella pero cuando levanté la vista vi que me devolvía una sonrisa. Me encantaba, me volvía loco. Seguí bajando con mi lengua por su cuerpo hasta llegar al short y tras sacárselo, dejé al descubierto una hermosa tanguita de color rojo que le quedaba divina.
   - ¡Que linda que sos!- Le dime mientras recorría el borde de su tanga con mis dedos y la miraba a los ojos.
   Los tenía de color marrón claro y eran bien chiquitos, algo que me cautivó por unos segundos hasta que volví en mí. Me acomodé entre sus piernas y empecé a chuparle la conchita tras correrle la tanguita hacia un costado. Ella empezó a suspirar por lo bajo al mismo ritmo en el que yo movía mi lengua por encima de sus labios. Me encantaba el sabor que tenía y como esta se abría para dar lugar a mi boca. Mis dedos no tardaron en entrar en juego, metiéndoselos una y otra vez en la humedad de su cuerpo. Sus gemidos aparecieron y estos se metían en mi cabeza motivándome más y más a seguir dándole placer con la lengua. Su cintura bailaba al ritmo de mis dedos y cuando llegué a chuparle el clítoris noté como vibraba por completo.
   “¡Que rica conchita que tenés, pendeja!” le dije levantándome y arrodillándome al lado suyo a la altura de su cabeza para que me chupara la pija. Ella obedeció inmediatamente y antes de que pudiera decirle algo tomó mi verga bien dura con su mano y se la metió en la boca. “¡Eso hija de puta! Chupámela toda” le dije y ella levantó la vista para mirarme con esos ojitos divinos. Lo hacía muy bien y me encantaba como movía su cabeza aceleradamente hacia adelante y hacia atrás para complacerme. Rápidamente puse mi mano en su nuca y fui acompañando cada uno de sus movimientos al mismo tiempo que mi pija se iba poniendo más dura. “¡Ufff que linda petera que sos!” le dije liberándome más y más y gozando de esa boquita deliciosa que me envolvía por completo.
   Pero yo estaba muy caliente, demasiado caliente. Enseguida busqué un preservativo en la mesita de luz y ni bien me lo puse, volví a colocarme encima de su cuerpo entre sus piernas. Ella trató de besarme de manera más romántica pero yo me concentré en penetrarla bien a fondo, metiéndole toda la pija adentro de su conchita empapada. Ella abrió bien grande la boca y dejó escapar un gemido mudo y su mueca que mezclaba placer y dolor me encantó. Sin perder el tiempo, me empecé a mover a toda velocidad hacia arriba y hacia abajo, provocando que mi pija entrara y saliera de su conchita mojada. Ella me abrazó por encima de los hombros y me miró fijo a los ojos mientras que yo seguía moviéndome a toda velocidad.
   No tardamos en cambiar de posición. Yo estaba muy caliente y quería cogérmela bien duro, quería darle placer y que gritara como loca. Levanté sus piernas y arrodillándome sobre su cintura, seguí dándole bien dura y metiendo mi pija en su conchita empapada. La amiga de Anastasia llevó sus manos a sus pequeñas tetas y se las empezó a manosear mientras me miraba fijo a los ojos y jadeaba silenciosamente. Esa escena me encantó y me puso aún más loco, haciéndome mover más y más bruscamente mi cintura. “¡Dale pendeja puta! ¡Disfrutala!” le gritaba mientras le sujetaba las piernas en el aire a la altura de los tobillos. A ella parecía encantarle el hecho de que fuera agresivo mientras cogíamos y a mi me fascinaba su carita de placer.
   - Ponete en cuatro.- Le dije soltándole las piernas y haciéndome hacia atrás.
   La chica rápidamente obedeció y movió sutilmente su cola como si me estuviera llamando. Yo no pude contener un chirlo, el cual cayó velozmente sobre su nalga derecha. “¡Qué lindo ojete que tenés, hija de puta! ¡Sos tremenda!” le dije al ver una manzanita preciosa que seguía moviéndose sensualmente de un lado al otro. Rápidamente me coloqué detrás de ella y volví a penetrarla de forma directa para seguir cogiéndomela con ganas. “¡Que buena que estás, yegua!” le dije acercándome un poco a su oído y cuando volví a incorporarme le di un nuevo chirlo, esta vez en su nalga izquierda. Mi otra mano se aferraba con firmeza a su cintura mientras que mi cadera iba y venía hacia adelante y hacia atrás a toda velocidad. Pero ella seguía sin gemir y eso me ponía como loco. Quería escucharla gritar. Quería que mis vecinas la escucharan gritar.
   Poco a poco fui levantando las rodillas del colchón y me paré sobre la planta de los pies, todo sin sacarle la pija de la concha. Ella inclinó su cuerpo hacia adelante y yo apoyé mis dos manos sobre la parte baja de su espalda para ir cogiéndomela cada vez más duro. Esa penetración era totalmente profunda y mi amante podía sentirlo. Su cabeza, estampada contra las sábanas, reflejaba una hermosa expresión de placer que me hacía saber que le encantaba que fuera así de profundo. “¡Dale putita de mierda! ¡Quiero escucharte como gemís!” le dije al ver que seguía callada y sin pronunciar una palabra. Ahí fue cuando empezó a soltarse y a dejar salir algunos leves gemidos de su boca, pero para mí no eran suficientes. Quería escucharla gozar.
   En ese momento me di cuenta que estaba más concentrado en que mi vecina me escuchara coger con otra persona que en disfrutar del momento y calmándome un poco, le propuse a mi amante si quería ir ella arriba. Sonriendo, me dijo que le encantaba la idea y luego de que me acostara boca arriba, se sentó sobre mí y mirándome a los ojos empezó a cabalgarme de una manera hermosa. Mis manos se posaron en su cintura mientras ella se movía lentamente hacia adelante y hacia atrás y poco a poco las fui subiendo hacia sus tetitas para tocarlas suavemente. “¡Que lindas que son!” le dije mientras las acariciaba con la yema de mis dedos y ella sonreía de placer. Su cintura aceleró un poco el ritmo, pero seguía haciéndolo de forma suave, delicada y pasional, algo a lo que no estaba acostumbrado, pero que sin dudas me gustaba.
   Entendí que ella disfrutaba de un sexo mucho más suave, delicado y dejé que eso pasara. De golpe todo se tornó más tranquilo, pero no por eso menos intenso ya que mi pija seguía hundida en su conchita empapada y sus ojos seguían clavados en los míos. Pero la mayor sorpresa vino cuando la chica que en ese momento me estaba cabalgando abrió la boca y comenzó a gemir de una forma deliciosa, algo que sin dudas no vi venir. “¡Ay sí! ¡Ay sí! ¡Mmm!” eyectaba de sus labios entre movimientos de cadera bien intensos que se sentían excelente sobre mi cuerpo. Ella cerró los ojos, tiró la cabeza para atrás y subió el volumen de sus gemidos para acabar de una forma deliciosa, haciéndome saber que eso era lo que a ella le gustaba.
   Para el gran final, dejó que yo volviera a colocarme encima suyo. Pero en esa oportunidad no me empecé a mover de manera acelerada y violenta, sino que lo hice mucho más suave, tal cual ella lo había hecho conmigo. La sensación era igual de hermosa, pero ahora podía escuchar los suaves gemidos que salían de sus labios. La chica colocó sus manos sobre mis hombros y nos besamos segundos antes de que yo estallara adentro del preservativo. Poco a poco fui aflojando y terminé cayendo rendido en su pecho, sintiéndome extraño, como si la fecha y haber escuchado los planes de mi amigo con su novia me hubiesen llevado a querer vivir algo igual al menos por esa noche.
   Nos cambiamos y tras conversar unos segundos, ella se pidió un taxi para volverse a su casa. Salimos del departamento y por un segundo tuve la esperanza de que nos íbamos a encontrar a alguna de mis dos vecinas en el palier, algo que por alguna razón me encantaba cuando pasaba. Pero ninguna de las dos apareció, debían de estar durmiendo a esa hora. Abrí la puerta para despedirla y la chica me preguntó si tenía ganas de volver a verla. “La pasé muy bien” me dijo con una sonrisa y yo le dije que sí, que me encantaría volver a verla. Ella se alegró de mi respuesta y me dijo que la buscara en el Instagram de Anastasia y que le escribiera para juntarnos nuevamente. Fue en ese momento, cuando me di cuenta que no me acordaba el nombre de la chica con la que acababa de tener sexo.


SIGUIENTE


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1 comentarios - Departamento de soltero. Segundo año. Capítulo 2

Pervberto +1
Sigue adelante esta saga tan ardiente y de personajes tan realistas.
HistoriasDe +1
Muchas gracias!!