Cierto dia al asomarme a la ventana vi que sobre las cuerdas de mi tendedor habia haciendo equilibrios una braguita.
Mi piso es de esos que tienen un pequeño patio interior que sirve para dar luz a las habitaciones interiores, aunque principalmente se usa para tender la ropa.
En el piso de encima vive un matrimonio con dos hijas, una de 16 años y otra de 19 a las que habitualmente oigo discutir o poner la musica a tope.
Cierto dia al asomarme a la ventana vi que sobre las cuerdas de mi tendedor habia haciendo equilibrios una braguita.
Tras mirar hacia arriba para ver si habia alguien a quien se le hubiera caido y no ver a nadie la recoji. Eran unas braguitas amarillas y rosas que desprendian un morboso olor a jabon y cuerpo femenino que me puso a mil, por lo que sin poderlo resistir me vi acariciando mi miembro con frenesi con la mano derecha mientras con la iquierda sujetaba junto a mi cara las braguitas, llegando a uno de los mayores orgasmos que he tenido.
Dos dias despues me cruce en la escalera con la vecinita de 19 años. Es una chica morena, delgadita, con unos pechos que, desafiando a la ley de la gravedaD, te apuntan cual armas cargadas y un culillo que invita a ser acariciado. Ni decir tiene que siempre que nos juntamos en el portal la dejo pasar, no por mi caballerosidad, sino por subir tres pisos admirando esa obra de arte. Ese dia yo bajaba y ella subia, por lo que tragando saliva al ver como me apuntaban sus pechos, le comente que habia recogido unas braguitas de mi tendedor y que podia pasar a buscarlas cuando quisiera. Me contesto con una mirada maliciosa que si no me importaba podia guardarlas y que bajaria a por ellas. Como la idea de tenerlas en mis manos me encendia le dije que no habia problema, que con gusto se las guardaria hasta que bajase.
Unos dias despues, durante los que goce con las braguitas, sono el timbre de mi puerta y al abrirla me encontre a mi vecinita vestida con un pequeño top y unos pantaloncillos de esos ajustados que usan las chicas para estar por casa y que no dejan lugar a la imaginacion. Me sonrio y me dijo que bajaba a buscar sus braguitas si aun las tenia. Yo la invite a pasar diciendole que por supuesto las guardaba y que esperase que iba a buscarlas. Al ver a la vecinita con esa ropilla y tener sus braguillas en la mano no pude evitar tener una ereccion que debio ser muy perceptible para ella, porque al volver a la habitacion donde esperaba,mirandome hacia abajo, me pregunto si lamentaba que fuera a buscarlas. Sorprendido por la pregunta y con mi miembro luchando por salir de mis pantalones, todavia no se como, surgio un reto de mis labios: «porque no me las cambias por las que llevas?»
Aun estaba sorprendido de que mis labios hubieran formulado esa pregunta cuando ella me respondio «vale» y en un rapido movimiento se quito el mini pantalon y dos segundos mas tarde me ponia en la mano izquierda un pequeñisimo tanga rojo mientras tomaba de mi mano derecha las braguitas, se las colocaba y tras ponerse el pantaloncillo salia a la carrera de mi casa.
Es increible como unos segundos pueden quedar tan grabados en mi memoria. Recuerdo como se deslizo el pantaloncillo por sus firmes caderas dejando a la vista un tanga rojo con una florecilla negra en el centro. Como este se deslizo con igual suavidad por sus piernas y quedo ante mi incredula vista un precioso sexo femenino con el vello recortado de forma que solo quedaba un triangulo sobre su abertura. Esos segundos jamas se borraran de mi mente, se repiten a camara lenta disfrutando cada imagen. Asi pues me encontre con el tanga en la mano, las imagenes en mi retina y un miembro en busca de libertad y sucedio lo inevitable, me dirigi al cuarto de baño con mi aparato ya libre de ataduras en la mano derecha y el tanga en la izquierda. He olvidado mencionar que mi baño tiene una ventana que da al mismo patio de los tendedores, patio al que casualmente tambien da el baño de los vecinos estando las ventanas una en cada lado de una ficticia ele, por lo que desde su ventana al estar en el piso superior se puede ver lo que sucede tras la mia en el caso de estar las ventanas abiertas.
Antes de la aparicion de mi vecinita estaba haciendo limpieza en casa, por lo que tenia las ventanas abiertas de toda la casa para que corriera el aire. En mi ebullicion llegue al baño sin dejar de realizar movimientos con mi mano derecha mientras con la izquierda sujetaba el tanga, y no me percate de la ventana, sino que prosegui con mis movimientos mientras mi mente seguia recordando los segundos anteriores, el pantaloncito, el vello pubico,sus labios, el tanga. Cuando por fin mi cuerpo exploto la extenuacion me hizo echar la cabeza hacia atras y mis ojos se fijaron en la ventana de la vecinita, y mas concretamente en sus ojos que me observaban con una sonrisa picara.
Al ver que me percataba me sonrio, se despidio con la mano y desaparecio.
A partir de ese momento me dedique a mirar a su ventana siempre que entraba al baño deseando verla alli esperando, pero no sucedio.
A la semana sin haber sabido nada de ella, al asomarme a la ventana descubri una nuevas braguitas colgando de mi tendedor. Eran blancas, casi transparentes y un mensaje enganchado con un alfiler
Mi piso es de esos que tienen un pequeño patio interior que sirve para dar luz a las habitaciones interiores, aunque principalmente se usa para tender la ropa.
En el piso de encima vive un matrimonio con dos hijas, una de 16 años y otra de 19 a las que habitualmente oigo discutir o poner la musica a tope.
Cierto dia al asomarme a la ventana vi que sobre las cuerdas de mi tendedor habia haciendo equilibrios una braguita.
Tras mirar hacia arriba para ver si habia alguien a quien se le hubiera caido y no ver a nadie la recoji. Eran unas braguitas amarillas y rosas que desprendian un morboso olor a jabon y cuerpo femenino que me puso a mil, por lo que sin poderlo resistir me vi acariciando mi miembro con frenesi con la mano derecha mientras con la iquierda sujetaba junto a mi cara las braguitas, llegando a uno de los mayores orgasmos que he tenido.
Dos dias despues me cruce en la escalera con la vecinita de 19 años. Es una chica morena, delgadita, con unos pechos que, desafiando a la ley de la gravedaD, te apuntan cual armas cargadas y un culillo que invita a ser acariciado. Ni decir tiene que siempre que nos juntamos en el portal la dejo pasar, no por mi caballerosidad, sino por subir tres pisos admirando esa obra de arte. Ese dia yo bajaba y ella subia, por lo que tragando saliva al ver como me apuntaban sus pechos, le comente que habia recogido unas braguitas de mi tendedor y que podia pasar a buscarlas cuando quisiera. Me contesto con una mirada maliciosa que si no me importaba podia guardarlas y que bajaria a por ellas. Como la idea de tenerlas en mis manos me encendia le dije que no habia problema, que con gusto se las guardaria hasta que bajase.
Unos dias despues, durante los que goce con las braguitas, sono el timbre de mi puerta y al abrirla me encontre a mi vecinita vestida con un pequeño top y unos pantaloncillos de esos ajustados que usan las chicas para estar por casa y que no dejan lugar a la imaginacion. Me sonrio y me dijo que bajaba a buscar sus braguitas si aun las tenia. Yo la invite a pasar diciendole que por supuesto las guardaba y que esperase que iba a buscarlas. Al ver a la vecinita con esa ropilla y tener sus braguillas en la mano no pude evitar tener una ereccion que debio ser muy perceptible para ella, porque al volver a la habitacion donde esperaba,mirandome hacia abajo, me pregunto si lamentaba que fuera a buscarlas. Sorprendido por la pregunta y con mi miembro luchando por salir de mis pantalones, todavia no se como, surgio un reto de mis labios: «porque no me las cambias por las que llevas?»
Aun estaba sorprendido de que mis labios hubieran formulado esa pregunta cuando ella me respondio «vale» y en un rapido movimiento se quito el mini pantalon y dos segundos mas tarde me ponia en la mano izquierda un pequeñisimo tanga rojo mientras tomaba de mi mano derecha las braguitas, se las colocaba y tras ponerse el pantaloncillo salia a la carrera de mi casa.
Es increible como unos segundos pueden quedar tan grabados en mi memoria. Recuerdo como se deslizo el pantaloncillo por sus firmes caderas dejando a la vista un tanga rojo con una florecilla negra en el centro. Como este se deslizo con igual suavidad por sus piernas y quedo ante mi incredula vista un precioso sexo femenino con el vello recortado de forma que solo quedaba un triangulo sobre su abertura. Esos segundos jamas se borraran de mi mente, se repiten a camara lenta disfrutando cada imagen. Asi pues me encontre con el tanga en la mano, las imagenes en mi retina y un miembro en busca de libertad y sucedio lo inevitable, me dirigi al cuarto de baño con mi aparato ya libre de ataduras en la mano derecha y el tanga en la izquierda. He olvidado mencionar que mi baño tiene una ventana que da al mismo patio de los tendedores, patio al que casualmente tambien da el baño de los vecinos estando las ventanas una en cada lado de una ficticia ele, por lo que desde su ventana al estar en el piso superior se puede ver lo que sucede tras la mia en el caso de estar las ventanas abiertas.
Antes de la aparicion de mi vecinita estaba haciendo limpieza en casa, por lo que tenia las ventanas abiertas de toda la casa para que corriera el aire. En mi ebullicion llegue al baño sin dejar de realizar movimientos con mi mano derecha mientras con la izquierda sujetaba el tanga, y no me percate de la ventana, sino que prosegui con mis movimientos mientras mi mente seguia recordando los segundos anteriores, el pantaloncito, el vello pubico,sus labios, el tanga. Cuando por fin mi cuerpo exploto la extenuacion me hizo echar la cabeza hacia atras y mis ojos se fijaron en la ventana de la vecinita, y mas concretamente en sus ojos que me observaban con una sonrisa picara.
Al ver que me percataba me sonrio, se despidio con la mano y desaparecio.
A partir de ese momento me dedique a mirar a su ventana siempre que entraba al baño deseando verla alli esperando, pero no sucedio.
A la semana sin haber sabido nada de ella, al asomarme a la ventana descubri una nuevas braguitas colgando de mi tendedor. Eran blancas, casi transparentes y un mensaje enganchado con un alfiler
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