La historia avanza y Tammy recibe una jugosa propuesta de su padre que involucra a un nuevo personaje. Tomás, por su parte, se pone bajo un riguroso tratamiento de placer por parte de su madre. Por el momento, los hermanos “T” no han cruzado sus caminos.
Opte por no tardar más y subir un capítulo un poco más breve, quiero dedicarles tiempo a mis otros relatos, mucho más abandonados que este. Sepan entender que con el trabajo se me hace difícil encontrar momentos para escribir y estas historias no se hacen en un par de sentadas, lo de las sentadas se le da bien a Tammy no a mí:p.
Protagonistas:
Tamara y Sandra (personificadas por la instagramer Bee_farmer y la actriz Xev Bellringer más algunas fotos extras de otras)
La sortija más prohibida
Algunas leyes naturales no podían romperse, incluso en el hogar de los hermanos “T” por ende Sandra consideró que después de disfrutar de semejante degustación de pies, en el que Tomás no dejó resquicio alguno ajeno a una muestra de cariño, le quitó el culo de enfrente para alimentar la expectación y se arrodilló entre sus piernas alejando unos juguetes de los gemelos que estaban desparramados por toda la casa.
- No tan rápido chiquitín, antes mami tiene que premiarte por tu esfuerzo… - Dijo juguetona pegando su rostro al pene erecto de su hijo.
- A decir verdad, ya estaba teniendo mi premio justo enfrente y me lo quitaste ¿Es así como se trata a los hijos?
- Tengo la calza y la tanguita toda pegada a la empanada, mami quiere que también te corras, después mientras me comes toda se te vuele a parar. – Se excusó y, a decir verdad, era una buena excusa. Parecía diagramar las escenas con varios minutos de antelación.
Sin mediar más palabra, tan solo dedicándose miradas mutuas de lujuria, Sandra lamió el tronco de su hijo, desde la base hasta el glande y comenzó a cabecear demostrando un amor maternal tan retorcido como genuino.
Entre las piernas de Tomás, extasiado de placer, sintió la boca húmeda y ardiente de su madre dándole placer sin tregua, cabeceando a una velocidad que rivalizaba con la de Tammy. Esa competencia tácita entre ambas había sido sumamente beneficiosa para ambas partes, ni la maestra quería ceder terreno en el sexo ni la alumna perder ante una generación anterior.
Por ende, Sandra le pelo la chota a la velocidad perfecta, acariciando el glande con su lengua dentro de la boca cada vez que este tocaba fondo. Sentía la lengua de su madre taponeando su boca pegándose al paladar para luego dejar pasar el glande más allá.
- Me encanta cuando me haces una garganta profunda. – Expresó Tomás, que solo veía la cabellera rubia de su madre subir y bajar como un “Wack-A-mole” con cabellera, ya saben, esos juegos de feria con criaturas saliendo de un agujero a los que hay que darles con un martillo.
- Mi generación invento esa película, bueno, nací unos años después, pero me refiero a que…
- A que sos la mejor, entiendo. – Completó la frase Tomás, dejando a su madre proseguir con su fellatio. Si era la mejor o no, le importaba poco, solo sabía que de repente quería gozar de ser bien logrado pete y eyacular en ella, no se decidía donde aún.
Siguiendo cada punto lógico, Sandra cambio de modo oral a manual y se dedicó a succionar los testículos, amaba juguetear con ellos, darles amor, dejarlos babosos y malolientes de tantos besos y lamidas. Sandra ocupó su otra mano para frotar tanto sus pezones en punta como su vagina por sobre la calza.
- Las tenes saladitas y calentitas, me encantan. – Susurró antes de cabecear un par de minutos más hasta que Tomás decidió ir más allá… si a su madre tanto le gustaba competir con su hija debía de ganarle en su propio terreno.
Tomás la desenfundo, tomó sus piernas y las mantuvo levantadas dejando su culo a la altura del rostro de su madre
- ¿Me haces un rimjob? – Preguntó como cuando hacía una década pedía una golosina en un quiosco.
- Rimjob, titjob, paizuri, milf, cougar, todos esos términos que usas… - Dijo enumerando los términos que, para ella, hace unos años eran desconocidos, observando el asterisco de su hijo, pasándole un dedo por la comisura. – Me acuerdo cuando me confesaste tus ratones en el sofá la primera vez y te dije que el porno te hacía mal a la cabeza, no estaba nada errada, tenes un diccionario de perversión en la cabeza.
- Ese sofá… si hablara tendría más historias que el pasado gatuno de Jésica Cirio. – Rememoró.
- ¿Lo tenes limpio? – Preguntó acercando su nariz para oler el ano.
- Tammy nunca me lo pregunta y lo hace sin que se lo pida, ni siquiera le importa.
- Bueno, bueno, ahí va, las cosas que una madre hace para darle un gusto a sus hijos, que bárbaro…
Sandra hundió su boca en el culo de Tomás, ocultándose bajo los testículos, mandándole lengua tomando el guante del desafío. Con mesura y cariño, arrancó de la manera que al joven le gustaba, frotando sus labios y su nariz contra el anillo de cuero mientras pasaba una mano por arriba para pajearlo. Siempre que se metía a Tamara en la conversación se creaba una contienda en la que ella quería demostrar que tenía todo para ganar.
Sin dudas una postal maravillosa, el mejor paisaje.
- Oh, sí, mami, oh si, que increíble, soy tan afortunado de que mi hermana y mi mama me coman el culito. – Expresó viéndola besando su ano de forma ruidosa, tratando el asterisco como si fuera una segunda boca. Su mano amorosa tampoco se quedaba atrás.
La lengua de Sandra presionaba el centro del culito y de allí se deslizaba hacia todas direcciones siguiendo los surcos de piel, cada vez que presionaba el centro llegaba un poco más lejos. La saliva se chorreaba por la raya de su culo dándole una sensación deliciosa.
- Los expertos recomiendan que las mamás y los papás no les den picos a sus hijos, pero no dijeron nada de esto. – Se morboseó Tomás tomando a su madre de la cabellera áurea y frotando su boca contra su ano de izquierda a derecha y de arriba a abajo.
- ¿Ya se te pasó la depresión amorcito? – Dijo obsequiándole un sonoro beso negro “Chuuick”. – Viste que tenía razón, se te iban a pasar todas tus tribulaciones.
La competencia constante con Tamara la había vuelto condenadamente buena en acciones a las que no estaba acostumbrada como el rimjob. Tanto su mano como su lengua inspiraban ese amor y cuidado propio de las madres, la paja era casi una caricia, y la lamida de asterisco un beso tierno que pugnaba por abrirse paso por sus interiores. Tomás quedó obnubilado viéndola con los ojos cerrados disfrutando del anilingus tanto como lo disfrutaba el al hacerlo, sentía la húmeda lengua introduciéndose en él superándose viernes a viernes en intensidad y duración.
En efecto, tras unos minutos más de beso negro combinado con masturbación, Tomás se sintió listo de darle el regalo adelantado del día de las madres.
- Me vengo mami, decime donde la queres. – Dijo sacándola de su ensimismamiento sin poder contener la eyaculación ni un minuto más, su verga comenzaba a latir y no había mucho tiempo para pensar una trayectoria.
- Donde quieras corazón, siempre te dejo venirte donde vos quieras. – Expresó aun conectando su boca al ano y pajeándolo. – Mami te deja correrte en cualquier lado.
Tomás dejó caer sus piernas y metió su glande en la boca de Sandra dando una clara respuesta. – Entonces en la boca, quiero que te tomes mi lechita.
Como toda una madre devota, sin dejar de ver a su hijo a los ojos, mantuvo su boca abierta aguardando el orgasmo, que no se hizo esperar mucho. Tomás sin cerrar los ojos, mantuvo el glande en línea y disparo toda su carga en la lengua de Sandra, tapizándola por completo con su semen. Ella aguardó con paciencia hasta que la última gota se deslizó perezosa desde la punta del pene hasta la laguna de esperma. Una vez llena de semen, lo ingirió con lentitud y cariño, saboreándose los labios al finalizar.
- Nada mejor para reforzar los lazos familiares. - Dijo Tomás, volviendo a su personalidad picante. – Ahora sí, dame lo que me prometiste. – Exigió como un niño caprichoso. – Quiero devolverte el regalo que me hiciste.
- Te chupé el culito, me tragué tu leche, me parece que podemos pasar al plato fuerte, los sentones de mami que tanto te gustan. – Intentó zafar la milf rubia.
- No, no. Ya me di cuenta que me venís esquivando el culo, ahora no acepto un no como respuesta.
- Es que mi amor, vengo del gimnasio, estoy mojadita, traspirada, no me di una ducha, vengo toda cargada, tengo el asterisco hecho un hervidero… - Expresó con genuina preocupación. – Déjame que te acogote el ganso a sentones toda la noche ¿Sí? Salimos ganando los dos. – Negoció demostrando que conocía las jergas de los jóvenes.
- Así es como me gusta, vamos, pela culo que te lo limpio a besos. – Dijo con una determinación y nivel de exigencia que no coincidía con la versión conflictuada de hace minutos. Toda esa melancolía mostrada al ver dormir a sus hijos, al recordar cuanto había cambiado Tamara y cómo se deslomaba en el trabajo se habían esfumado ante su otro yo, la bestia sexual fetichista de los culos.
Sandra suspiró resignada, sin dudas su hijo ya no pensaba con la cabeza correcta: - Está bien, acóstate, me voy a sentar en tu boca.
La mejor milf de la ciudad, del país, quizás del continente, la más incestuosa y permisiva se puso en posición de rana sobre el rostro de su hijo y deslizó su calza elastizada hasta dejar a la vista su tanga, una fina y escandalosa tanga que apenas podía cubrir el agujero del asterisco. Tomás sintió el delicioso tufillo a piel, sudor y concha de su propia madre, no podía hacerse un mejor perfume con semejantes elíxires prohibidos.
Sandra no tardó en correr también el hilo de la prenda, medio agarrado entre las arrugas del ano para dejárselo servido, más a la vista que nunca y a la expectación de que se dé un festín con él. Tomás apoyó sus manos en las nalgas y estiro la piel para ver al anillo de cuero estirarse abriéndose como un ducto de ventilación.
- Tomás… dejá de mirarlo, me incomoda. – Dijo sin cambiar de posición, en cuclillas y con el hoyo expuesto. – Hace lo que tengas que hacer pero dejá de verlo así como si nunca lo hubieras visto.
¿Como no quedarse patidifuso con una escarapela tan linda sobre uno?
- Es que tenes un culito hermoso. – Expresó estirándolo y cerrándolo con sus pulgares.
- Tomás… basta de jugar, vamos.
- Bueno, bueno, no sé si te molesta o es que te pones impaciente. Siempre te da impresión al principio y después lo disfrutas.
- Me siento rara así de expuesta sobre vos, con todo al aire, me siento más puta que nunca en la vida.
- Bueno, Tamara lo tiene que heredar de alguna parte me imagino, aunque este culito rosado no lo heredó…
Ni bien la lengua de Tomás toco un pliegue rosado del ano, Sandra se estremeció y cuando comenzó a lamer con ahínco, vio como la piel de las nalgas se puso de gallina obsequiándole la deliciosa sensación de la textura del pomelo. Y no fue lo único delicioso, del inocente y conflictuado hijo no quedaba ni un rastro, como si lo hubiera reemplazado un gemelo infame, lamio en el ano en todas direcciones provocándole sensaciones encontradas.
- Oooh, Dios, que estoy haciendo, siempre digo que no voy a hacer estas chanchadas nunca más con mi hijo y cuando empezas lo gozo como puta. – Se confesó Sandra, con los ojos cerrados y disfrutando de la fresca sensación de una lengua hurgando el centro de su culo.
- Nos conocemos bien, vos sabes cómo alejar todos mis problemas de la semana y yo sé cómo sacar tu lado más reprimido y liberal.
- Me encanta como a pesar de estar haciendo esto podés decir esas cosas… no sos como los demás. – Lo elogió sorprendida de las palabras de su hijo.
- Me alegra que te gusten, porque ahora no quiero hablar más por un buen rato. – Tomás tomo a su madre de las nalgas y la hizo sentarse sobre su boca, hundiendo su rosto tanto en el colchón como entre las nalgas, con el culo y sus exquisitos sabores conectados a su boca. Era justo lo que quería, un buen trasero sobre su rostro, embriagándole hasta los poros de la piel de placer. La mujer no se quedó atrás y gimió de manera temeraria, olvidándose de sus nietos descansando ajenos a ese submundo prohibido.
- Uuuh, uuuh, mmmm… - Dejó escapar Sandra antes de cubrirse la boca con la mano, sintiendo la boca de su hijo besándola en sus zonas más erógenas y acaloradas, en aquellos lugares que tantos en el gimnasio quisieran desnudar y comer como lo hacía su propio hijo.
Tomás siguió degustando la escarapela de cuero por un buen rato hasta que la experimentada mujer decido que su vagina también requería de sus hábiles servicios: - ¿Tenes ganas de chupar concha o solo culo? – Preguntó separando levantando el trasero y separando sus labios vaginales con los dedos. Tenía la vagina hecha un hervidero, se había estado preparando un caldo de amor tras ese día de calor y entrenamiento y Tomás estaba más que dispuesto a beber su poción prohibida.
Mientras le hacía un devoto cunnilingus sin pedir permiso coló un dedo en su culo, que estaba lo suficiente humedecido como para permitirle el fácil ingreso. Pensando que una profunda y continúa chupada de concha por una dedeada de culo era un trueque admirable, Tomás introdujo su dedo casi hasta el nudillo y jugueteo con el culo de su madre, haciendo ganchitos obscenos en todo su interior, girándolo hasta sentir la fricción del ano contra su falange.
- Me preocupa tu… obsesión, hijito, no podés disfrutar tanto de… un culo ¿Sabes que mami lo usa para lo mismo que vos no? A veces parece que se te olvida uuuuh. – Dejando salir un suspiro de placer cuando giro el dedo en sentido de las agujas del reloj, rosando bien las yemas contra sus tapizados carnosos e irregulares.
- Tranquila, no pasa nada. – Le restó importancia Tomás, como si estar debajo de la vagina de su madre fuera lo más normal del mundo. – Si estuviera mal entonces no se sentiría tan bien para ambos ¿No?
- Sos el único que puede dar estas respuestas en un momento así. – Expresó Sandra sacudiendo su rostro con decepción. – Sin dudas estás enfermo y en parte soy culpable.
- En el porno es común que hagan estas cosas, siempre que veo videos me gusta cuando el hombre hace una buena previa, con buena chupada de culo, de concha, me gusta que usen los dedos y…
- Bueno, bueno, suficiente. – Expresó callando a su hijo sentándose en su boca, esta vez, soltando sus nalgas para que le apresen las mejillas como esponjosas pinzas hechas de cojines. – No me gusta cuando sacas a relucir tu lado más pervertido, siempre vas a ser mi consentido, mi bebe, y aún te veo inocente en mi cabeza, no me hago a la idea de que ya sos un actor porno de la vida real.
Tomás, esta vez incapaz de sacar a relucir un afilado comentario, tomó las nalgas de pomelo de Sandra y las apretujo contra su rostro chupando todo lo que ellas escondían, sintiendo sus fragancias multiplicadas por la proximidad y temperaturas de las carnes. Era más deliciosa que el aroma de un buen asado en un mediodía fresco de domingo.
Cuando Sandra decidió que era hora de tener una noche de sexo convencional, con clásica penetración vaginal de vieja escuela, ancestral, de toda la vida, se frotó toda la raya sobre la boca de su hijo para dejarlo tan satisfecho como atontado, y viendo que tenía el hasta de bandera firme, lo monto abotonando ambas caderas.
- ¿Te gusto el sabor que te dejé en la boca cabroncito? – Dijo sintiendo el glande de su hijo haciendo tope en su húmeda vagina.
- Todo, absolutamente todo de vos me gusta. – Contestó apresando las tetas con sus manos, arqueándose para llegar a ellas con la boca y prenderse a un pezón erecto casi sin mirar. A pesar del continuo movimiento de Sandra, Tomás continuó succionando del pezón de forma soez, metiéndose tanta teta como tetilla le era posible en la boca.
- Joder, joder, voy a tener que comprarme un bozal para no gritar como loca. – Se lamentó Sandra, sumamente sonrojada tanto por la herramienta erecta en la que se montaba como con la forma primitiva de su hijo de chupar teta. – ¿Así se las chupas a tu hermana o solo a mí?
- Solo a vos. – Dijo soltándola de prepo (haciendo un sonoro ruido de sopapa “páh”) – Las de Tammy no puedo maltratarlas porque son de los gemelos antes que nadie, las tuyas son mis juguetes y las trato como quiero.
- Borreguito caprichoso. – Apresándolo de los cachetes y estampándole un jugoso beso. Las manos de su hijo aprovecharon para apretujarle el culo hasta dejarle surcos con los dedos, sintiendo el peso de sus nalgas firmes y grandes rebosando sus manos.
Con el correr de los minutos, la tensión se incrementó por el ruido que hacían sus caderas con cada impacto y el colchón por el peso en movimiento de ambos, el peligro que eso conllevaba, los hizo pegarse entre sí para amortiguar los sonidos, Tomás se abrazó a su madre y apretujó sus enormes tetas contra su pecho a la vez que ella lo besaba en toda la boca y el cuello.
Casi pegoteados por las temperaturas de sus cuerpos, madre e hijo danzaron sobre la cama abotonados, cuerpo con cuerpo, cadera con cadera, manos en la cintura, en la cadera, manos en todas partes, copulando como amantes inefables, se besaron, se apretujaron y se dijeron obscenidades sin reparo alguno. Ambos liberaron todas las tensiones que necesitaban liberar sin dejar de chocar sus sexos casi con vehemencia, a un ritmo insostenible para una pareja amateur. En ese baile de incesto ambos ya eran unos profesionales.
La Propuesta
- Uuuuuh, uuuh aah, aah, aaah, aaah, uh, uh, uh, ummmm… - Gimió Tammy con ambas manos agarradas del respaldo. Su padre ahora mientras cogía su culo era el que se balanceaba sosteniéndose de sus piernas, extasiado con la sortija de carne envolviendo su tronco.
- Eso es, eso es mi chiquita, gima como puta, gima como puta que a papi le gusta.
- ¡Duele mucho papi, me rompes el culo! – Dijo Tammy retorciéndose bajo su padre sin importarle que sus gritos incestuosos sean oídos por los vecinos de habitación.
- ¡Claro que no! Cada viernes decís lo mismo y terminas pidiendo más pija, relájalo y deja que papi te haga la colita.
- Ay papi, cada viernes no mismo, acepto que me la metas en la cola y termino toda rota… - Se lamentó con falsedad mientras su propio padre no dejaba de columpiarse mientras taladraba su culo, llegando cada vez un poco más profundo, haciéndola delirar con la sensación de sus paredes internas desplegándose como una manga de buzo ante la arremetida del pene, sintiendo dolor en lugares donde no estaba acostumbrada a sentir nada, lugares donde el cuerpo parecía no tener transmisores de sensaciones, solo en el sexo anal duro y parejo que le propinaba parecía reencontrarse con la existencia de su recóndito túnel.
Tammy recordaba su primer anal en aquel hotel marplatense como un tesoro. A diferencia de su padre, su hermano había sido muy juguetón aquella vez. Jugueteó con un dildo, con los dedos, con la lengua, su padre en cambio sin ninguna previa presentó su herramienta centrada y pujo, pujo hasta que esta se abrió paso ajustada en su culo.
Rara vez metía sus dedos antes, y cuando lo hacía solo era para excitarse con la sensación de calzar el anillo de cuero en su falange. No obstante, aunque Tammy sentía el áspero roce del glande dilatando su recto con cada avance y retroceso, gozaba como puta porque trataba su agujero sin la más mínima consideración, en contraposición a como lo trataba Tomás.
La combinación de sexo anal con viagra le dio el impulso que Gustavo necesitaba para que sus doloridos músculos resistieran las horas finales, aunque no era lo único dolorido.
- Pa… pa… papi, duele mucho… ¿Queres venirte en mis tetas? ¿Mi boca? ¿En algún lado de una vez para que dejes de romperme el culo? – Rogó babeándose de tanto gemir, despeinada como si fuera el espectro de una película de terror.
- Nada de eso, estas bien. – Se negó sin dejar de darle caña en el culo ni por un segundo, sintiendo el anillo estrujando su tronco como si se hubiera puesto un elástico. – Estoy muy cómodo donde estoy, apretadito y áspero como me gusta, me voy a correr cuando esté listo o cuando nos tengamos que ir, no me importa si me queda al rojo vivo.
– Aaah, ah, ah, ah, soy yo la que va a quedar al rojo vivo, papi, no seas malo…
Al verla acostada boca arriba, con las piernas abiertas, con la boca baboseada, tuvo ideas sucias que no pudo evitar tener.
- Me gustaría volver a tener una fiestita familiar, quiero romperte el culito enfrente de tu hermano y tu madre, quiero demostrarles quien manda, darles una señal. – Descendiendo para besarle la sucia boca. – Mmm tenes la boquita toda apestosa. – Le dijo apretujándole las mejillas. – Fuiste una nena muy sucia.
- Si, papi, fui sucia, muy sucia, ah, ah, ah, aaah uuuuh.
Los minutos pasaban y Gustavo no parecía querer capitular, decidió a hacer temblar esas paredes y hundir esa cama, su cadera parecía una máquina de movimiento perpetuo bajando y bajando como accionada por engranajes, si fuera una máquina en particular, podría considerarse un taladro neumático. Con cada cambio de posición el enrojecido y duro glande raspaba una pared diferente dentro del culo de Tammy, que sentía esa deliciosa e incómoda sensación de la herramienta de carne abriéndose paso y dilatando sus paredes.
Parecía mentira que el orificio de los desperdicios estuviera tan cerca del encargado del placer. Quizás no era una falla de diseño, con cada giro de su padre con el pene dentro del culo, sentía el roce como si le metiera un bulón a rosca, por momentos ambos órganos dispares parecían encajar a la perfección. Quizás que el culo obsequiara tanto placer durante el sexo anal no haya sido un afortunado accidente sino un obsequio reservado para los más osados.
- Correte en mi culito, papi, venite, venite, coge mi culo, coge mi culo… - Rogó en un tono de lolita que a su padre siempre lo había encendido, ilustrando su punto tomando sus nalgas para abrirlas de forma dolorosa. El traqueteo del colchón y el continuo choque de las carnes era casi una muga uruguaya.
El cambio de estrategia funciono. Si quería que dejara de castigar su ano viniéndose en él, Gustavo cayó en la trampa y creyendo que su hija quería tapizar su recto con semen subió un par de cambios y finalizó la noche con una copiosa y estruendosa encremada anal.
- Uuuf, uf, uf, ahí sale, sí, sí, sí…uuuuffff. – Bufó el hombre penetrando el culo sin un ápice de compasión y retirándola de un solo movimiento al dejar la última gota de esperma dentro de su hija.
Tammy mantuvo sus nalgas separadas para que su padre admirara su obra, su agujero quedó dilatado a más no poder, mancillado como si hubiera sido sodomizado en una prisión de mala muerte. Donde solía tener un asterisco funcional ahora tenía un amasijo rojo con semen brotando de su centro, su culo había quedado irreconocible por culpa de su impiadoso padre.
Gustavo tomo el semen que se le chorreaba como queso fundido con dos dedos y le ofreció sus dedos sucios a su hija a modo de tributo, que gustosa, selló la velada chupando los dedos hasta dejarlos limpios como si le hubieran ofrecido un delicioso dulce.
- ¿Estaba rica hijita? – Le preguntó con la verga caída como el rabo de un animal, con una pequeña gota blanca coronando su punta. Estaba agitado, con su pecho velludo inflándose y desinflándose como si sufriera de una enfermedad cardíaca. No haber sido un fumador constante e su vida había sido uno de sus mejores aciertos. Ese y haberse dejado absorber por el espiral impío de lujuria incestuosa en el que su familia giraba sin cesar hacia el abismo.
- Muy rica, papi, amo tu leche, me calienta que venga de mi culo. – Tammy se coló un par de dedos en el ano y los retiro enlechados, volviendo a llevarse ese semen ardiente y espeso a la boca. La muy insaciable volvió a hacerlo ante la vista atenta de su padre, que la observaba sacarse la leche y llevársela a la boca sonriente.
- En un rato nos tenemos que ir y papito ya lo dio todo, no es necesario que sigas mi amor. – Le dijo reencontrándose con su lado más piadoso. – Fuiste una buena nena. La mejor. – Dándole una palmeada en la pierna y sentándose en la cama, recogiendo su ropa.
– Es para mejorar las defensas, hay que poner a prueba el sistema inmunológico para estar fuerte. – Dijo Tamará, demostrando cierta ignorancia sobre cómo funcionaban las defensas. De todas formas, Gustavo sonrió y comenzó el lento peregrinaje hacia su hogar.
La pareja prohibida aprovechó el tiempo de sobra (no era tanto tampoco, faltaban una hora para que den las ocho) para vestirse con calma, arreglarse los pelos, higienizarse tanto las manos, como la boca, los rostros y los sexos.
- Gracias por venir, hijita, haces muy feliz a papa. – Le agradeció entrando al baño donde ella terminaba de recomponerse, tomándola de atrás y obsequiándole un tierno beso en la boca.
- El placer es todo mío, el viernes es mi día favorito de la semana y espero poder disfrutarlos por años. – Devolviéndole el beso.
- Vayamos a casa, veamos como la pasaron los otros dos. – Dijo cuando salían del baño, casi igual a como entraron al telo. Gustavo podía asegurar que estaba pesaba cinco kilos menos en comparación a cuando entró.
- ¿Me contás sobre la propuesta que tenías para hacerme? Sigo muy intrigada. – Le pidió entrando al auto.
- No me olvide de eso, amor. Cuando lleguemos te cuento. Alguien me hizo una propuesta jugosa y vos tenes la última palabra.
- Interesante, muy interesante. – Sonrió Tamara, preguntándose sobre que se trataría la propuesta y más importante, quién la realizaba. Viendo los primeros resplandores de la mañana emerger por entre los edificios, como un fuego emergiendo en el horizonte, el padre se dispuso a llevar a su hija a su hogar compartido con su hermano y de paso, pasar a buscar a su mujer. El escenario era distinto como los protagonistas, pero de seguro Tomás y Sandra en ausencia de ellos también estaban teniendo una noche intensa.
Una vez frente a la casa compartida por los hermanos, una residencia de clase media en un lugar no especificado por seguridad, Gustavo estacionó y se dispuso a contarle a su hija sobre la propuesta antes de le agarrara modorra. A ambos el sol empezaba a cocinarles los ojos, las tardes de pasión descontinua tenían un precio y no eran jovencitos como para trasnochar como adolescentes gamer, en especial él, que no podía estar más lejos del mundo de los videojuegos.
Ante la mirada expectante de Tamara, incapaz de ocultar su interés, el hombre sacó su celular y buscó una fotografía: - Fue mi antiguo profesor de PPS (Práctica Profesional Supervisada) en 5to año y el primer jefe de obra que tuve, Roque Andreoli, capaz lo reconoces, vino a algunos cumpleaños míos... - Su padre estaba junto a un hombre mayor tanto en edad como tamaño, calvo, de rostro redondeado y papada abultada, así como una barriga prominente que antecedía sus pasos. Parece un bebé con el síndrome de Benjamin Button, gordo, redondo y gigante.
Tamara tuvo un flashback de Vietnam. Hacía casi 10 años, cuando su cuerpo aún no tenía las curvas traseras que la caracterizaban, aunque si las insinuaba. Cuando era una adolescente revoltosa, simpática y una advenediza en lo concerniente al hentai arañando la torre de perversión que una vez treparía, el regordete rufián se le acercó en la mesa dulce de un cumpleaños de su padre, aprovechando una distracción del mismo.
- Vos debes de ser Tammy, sí, sí, sos vos. – Le dijo con una media sonrisa algo desagradable tras verla por delante y por detrás sin disimulo. – Tu papa no deja de hablarnos de vos, jeje, el portero lo sigue de acá para allá limpiando las babas que deja, provoca resbalones como en una comedia inglesa.
- ¡Yuk! Perdón, no entendí. – Se disgustó Tamara, que no conocía la expresión común de que un padre cuando se babea por su hija es por excesivo orgullo.
- ¿Sabes? Una vez entre al tráiler de tu viejo cuando trabajo en el dique Paso Piedra, para corregir un error de diagramación en un plano, tenía un mural de corcho lleno de fotos tuyas, algunas de tu hermanito también, pero la mayoría tuyas, el viejo lleva ese mural de acá para allá. Me quede viéndolas como un bobo… - Se tiró de una al lance sin importarle nada, mirándola de arriba a abajo mientras se comía de un solo bocado una masa fina con crema.
Ese día Tamara estaba vestida con un jean rasgado y una campera estampada con símbolo “Fuego” de las cartas Yu-Gi-Oh! holgada y con capucha. Aunque no era la misma del presente, no necesitaba experiencia para notar un brillo libidinoso en la mirada de Roque, acentuado por cómo se lamia la crema de los labios mientras la observaba. La sutilidad no era una de sus virtudes.
- Muy lindas las fotos que te sacaste en la playa ¿Dónde estabas? ¿Pinamar? ¿Cariló?
- No sabría decirle si no veo la foto, todos los años nos vamos a algún lado. – Intento desentenderse del tinte perverso de la conversación, que la había distraído por completo de la mesa dulce. Roque demostrando amabilidad le acercó una masa con crema cornada con una fresa.
- Casi que le robo una fotito de esas, aunque seguro se daría cuenta y se armaría un revuelo. - Le confesó acercándose como un chacal a un corral abierto. – Le podrías decir a tu viejito que me invite a uno de esos viajes, o me podrías decir a donde van y seguro nos podemos encontrar, sería un placer verte en esas bikinis que te quedan tan bonitas.
Tammy vio como Roque la miró con sus pequeños ojos de lechón e hizo una mueca de disgusto.
- Lo dudo, son playas muy concurridas y es difícil encontrar gente, más cuando no quiere ser encontrada. – Se hizo la boluda. – A veces incluso me quedo en el hotel jugando PS Vita. - En ese tiempo le daba duro a los juegos musicales de Hatsune Miku, en especial el Project Diva F y veía con buenos ojos completar la colección.
- Bueno, se me haría más fácil encontrarte si me mandas un mensajito… quizás te pueda ayudar a comprar un juego para esa PS “Visa”.
Sin poder controlarlo, la ilegal Tamara cambio de expresión ante la propuesta de juegos nuevos. No pensaba venderse de ninguna forma por uno o dos, aunque por una suma superior, si los términos eran favorables…
En eso Gustavo notó la proximidad de ambos y terminando con una charla se acercó. El papa de los hermanos “T” los presentó y la peligrosa conversación se diluyó. Incluso Nacho, que estaba de camisa a medio desabrochar, se acercó preguntando si podía sacar un fernet y una coca de la heladera de atrás de la barra.
- ¡Este es de los míos! – Coincidió Roque. – Esto casi parece un asalto más que el cumpleaños de un viejo he.
Antes de irse a su mesa tras elegir una porción de torta de frutilla (a la que paso bajo la cascada de chocolate como un cerdo) le dijo un chiste que nunca olvidaría: - Eh, nena, ¿sabés porque las brujas no usan calzones?
- Emm no sé. – Sabiendo que se venía algo obsceno.
- ¡Porque tienen que agarrarse de la escoba!
- Roque, contate uno nuevo, ese ya lo escuché mil veces. – Lo reprimió Roberto mientras su otrora maestro se retorcía de risa por su propio cuento, salpicando gotas de chocolate fundido al piso. A Tamara le pareció patético.
Las carcajadas hicieron girar extrañados a varios invitados que elegían que comer de la mesa dulce, por supuesto que entre esas risas no estaba la de Tammy, que fue despertad de su trance por su padre, que chasqueaba sus dedos en el interior del vehículo.
- ¿Tammy? ¿Tamara? ¿Hey, me escuchas?
- Sí, sí, me acordé de Roque, de uno de sus chistes.
- El de los calzones de bruja, el único que tenía. – Rememoró también su padre. – Bueno, decía que te tengo una propuesta que lo involucra, no es agradable aunque puede ser como sacarse la lotería.
- ¿Qué hay con él, que clase de propuesta?
- ¿No te imaginas? – Le jugó al misterio Gustavo.
- Me imagino algo que no creo que sea real.
- Nos visitó hace algunos días por el día del ingeniero, está más gordo y calvo, aunque no lo creas, vio mi mural de corcho con fotos tuyas… tendrías que haberlo visto, sus ojitos se pusieron llorosos mientras se relamía, como un muerto de hambre pasando frente a una fiambrería.
- Y de Tomás, seguro. Fotos mías y de Tomás. – Interrumpió con sorna.
- Sí, sí, tuyas y de Tomás, dijo que no podía creer como te pusiste tan linda, que debías de estar enorme, le dije que me habías hecho abuelo al duplicado y… charla va, charla viene, le pase tu número. – Resumió en el final.
- ¿¡Cómo!? – Se salió de casillas Tammy, que no esperaba que su padre la vendiera a su antiguo profesor y jefe. No se esperaba una propuesta relacionada a la prostitución, no viniendo de él, menos con alguien como Roque, que hacía parecer al Tío Nacho como el actor porno Nacho Vidal…
- Tammy, se lo pase por motivos profesionales. Le dije que ni bien los gemelos crezcan y puedan estar con una niñera vas a necesitar un trabajo estable. – Explicó algo que, por el momento, era lógico. – Él tiene tu número y le dije que te pasaría el tuyo para, bueno, hacer algún negocio, quien sabe lo que te pueda proponer.
- ¿Algún negocio? – Preguntó sabiendo a lo que se refería su padre. – Vayamos al grano. ¿Tiene plata?
- Mucha. Está forradísimo. Su tatarabuelo la tenía, su abuelo y padre también, él con 3 matrimonios que terminaron en desastre ni sintió el golpe, Roque es una mina de oro y si haces bien tu jugada le podés sacar una buena tajada a ese chancho. – Le explicó el plan con una calma propia de Mario Santos de Los Simuladores. – Pensá en lo fácil que se te da seducir, en cuanto te gustan están noches de… bueno, desenfreno podría decirse, en que todo lo que le saques va a ser para los gemelos.
- No metas a los gemelos en esto, ellos tienen todo lo que necesitan, no precisan que su madre se prostituya. – Comenzó a rehusarse la morocha.
- Siempre se puede tener más. – Argumentó con calma. – Solo una mujer hermosa como vos, así de experta, puede forrarse de plata en una noche. Solo tenés que animarte.
Tammy se lo pensó seriamente. Era simple, hablarle, proponerle un encuentro, exprimir la berenjena del viejo y traerse quién sabe cuántos billetes a la casa, si lo sobreanalizaba sería su primea noche de sexo legal en mucho tiempo, no, su primera en toda la historia, la muy degenerada solo se había acostado con su hermano, su padre y su tío en toda su loca vida sexual, cogerse a ese repugnante espécimen estereotipo de jefe baboso podía convertirse en el primer pretendiente legal que se llevaría a la cama.
- Tammy, Tammy, te lo propongo por el dinero, por lo jugoso que ese viejo se pone cuando le gusta una puta, lo conozco, se obsesiona, vos podrías ser una de ellas, la mejor de todas, sé que podés y tenes todo para ganar.
Gustavo tomó su teléfono celular y le mostró un contacto acompañado de un número telefónico. Su padre había sido claro, si el viejo picarón tenía plata de seguro era de los que la soltaban en putas. Tenía la palabra putaniero escrita en toda su amplia frente.
De repente, Tamara giró la llave del auto y este quedo apagado, sumido en un silencio monolítico, apenas visible debido a las sombras que dibujaba el sol matinal. Al instante, sin romper el silencio, condujo su misma mano a la bragueta del pantalón de su padre y la bajo, sacando su miembro flácido y consumido por el cansancio afuera.
- ¿Amor? ¿Qué haces? – Se sorprendió cuando su hija se acercó y tras manotearle el miembro comenzó a masturbarlo. Bastó ese gesto para que una descarga eléctrica le recorriera desde la punta del glande a la base. Su cerebro intentaba revivirlo a como dé lugar.
- No tengo sidra en casa así que pensaba descorchar otro espumante a modo de celebración. – Le dijo con un tono capaz de derretir el titanio.
- ¿Motivo de la celebración? ¿Un negocio prometedor?
- Digamos que sí. Ese viejo tenía más ganas de ponérmela que de vivir, es un caso cerrado, hay que exprimirlo. – Dijo arrimándose un poco más, casi sobre la palanca de cambio. De a poco su rostro comenzó a bajar. Gustavo reclinó su asiento hacia atrás hasta hacer tope. El olor a culo que desprendía le causó un poco de repeluz, sin embargo, se había llevado a la boca pijas en peores estados.
- Ya sabes dónde estuvo antes, amor, quizás podamos subir y si los otros no terminaron…
- Roque va a ser un hueso difícil de roer, tengo que volverme fuerte si quiero dejar una habitación con él cargada de plata…
Tammy bajó del todo y casi que se metió el glande en la boca a fuerza de succión, como si sorbiera fideos en la sopa. La cabellera oscura comenzó a subir y bajar poniéndole al hombre la piel de gallina. Saber que hasta hace instantes le había taladrado el recto con la misma herramienta lo rebalsaba de morbo, y ni siquiera tuvo que pedirlo, tan solo su hija fue por el premio mayor por el placer de ir por más.
- Papito dijo que lo dio todo pero siempre te queda algo más por dar. – Susurró Tammy entre medio de la mamada, a cabezazo limpio, de perfil, en una posición y lugar incómodo, ella era capaz de exprimir hasta la última gota en cualquier situación.
- Sos una todo terreno, Tammy, Roque te va a querer secuestrar, te va a convertir en su puta favorita.
- ¿Y vos? – Pregunto la morocha emergiendo con un aliento de dragón. - ¿Soy tu putita favorita?
Gustavo la tomó de la nuca y le estampó un beso de lengua, profundo y obsceno. – Por supuesto, por lejos sos mi putita favorita, pero va a ser nuestro secreto ¿Si? No quiero más competencias entre vos y Sandra.
- Tranquilo, no te voy a hacer dormir en el sofá. – Su padre, satisfecho, recogió su cabello negro y la hizo cabecear de prepo, esta vez erecto gracias a la charla tan sucia como el mismo beso que le dio.
- Entonces seguí, eso es, así, así, buena nena… mi nena. – La meneo de arriba a abajo a placer, sin soltar sus cabellos, en un gesto tan dominante como placentero. Tammy disfrutaba de ser tratada como una puta, hasta de ser maltratada y un pete intenso de esas características eran una de sus debilidades.
Al hombre no le importo prolongar la fellatio por más tiempo del debido y cuando estuvo listo para eyacular, lo hizo sin avisarle, sabiendo que Tammy todo lo que saliera, como saliera, se lo tragaría con gusto: - Así me gusta, no esperaba menos de mi putita favorita.
- ¿Te gusto que te limpie la pija y me trague tu leche papi? – Preguntó en tono de lolita.
- Sí, nada mejor que un pete sorpresa para reforzar lazos ¿No?
- Decis lo mismo del sexo anal, de las acabadas adentro, de cuando me besas con lengua enfrente de Tomás, de cuando me aplicas correctivos en la cola…
- Bueno, subamos, veamos si los otros dos la pasaron tan bien como nosotros. – Dijo saliendo del auto y dando la vuelta alrededor del mismo para abrirle la puerta a su hija como un caballero. Si los vecinos supieran a qué salían, lo que hacían tanto en el motel como en el auto…
Continuará…
Como digo siempre, gracias por leer, si apostaron a esta historia una vez más después de tantos capítulos se los agradezco. Esta vez ha sido más breve, un capítulo que finaliza los actos del anterior y abre el telón para nuevas aventuras, créanme que asoma solo la punta del iceberg.
Otras Temporadas:
Hermana Otaku Temporada 1. Capítulo 1:http://www.poringa.net/posts/relatos/3484478/Hermana-Otaku.html
Hermana Otaku Temporada 2. Capítulo 1:http://www.poringa.net/posts/relatos/3727751/Hermana-Otaku-2da-Temporada.html
Capítulo Anterior:
Hermana Otaku Temporada 3. Capítulo 1:http://www.poringa.net/posts/relatos/4368552/Hermana-Otaku-3ra-Temporada.html
Opte por no tardar más y subir un capítulo un poco más breve, quiero dedicarles tiempo a mis otros relatos, mucho más abandonados que este. Sepan entender que con el trabajo se me hace difícil encontrar momentos para escribir y estas historias no se hacen en un par de sentadas, lo de las sentadas se le da bien a Tammy no a mí:p.
Protagonistas:
Tamara y Sandra (personificadas por la instagramer Bee_farmer y la actriz Xev Bellringer más algunas fotos extras de otras)
La sortija más prohibida
Algunas leyes naturales no podían romperse, incluso en el hogar de los hermanos “T” por ende Sandra consideró que después de disfrutar de semejante degustación de pies, en el que Tomás no dejó resquicio alguno ajeno a una muestra de cariño, le quitó el culo de enfrente para alimentar la expectación y se arrodilló entre sus piernas alejando unos juguetes de los gemelos que estaban desparramados por toda la casa.
- No tan rápido chiquitín, antes mami tiene que premiarte por tu esfuerzo… - Dijo juguetona pegando su rostro al pene erecto de su hijo.
- A decir verdad, ya estaba teniendo mi premio justo enfrente y me lo quitaste ¿Es así como se trata a los hijos?
- Tengo la calza y la tanguita toda pegada a la empanada, mami quiere que también te corras, después mientras me comes toda se te vuele a parar. – Se excusó y, a decir verdad, era una buena excusa. Parecía diagramar las escenas con varios minutos de antelación.
Sin mediar más palabra, tan solo dedicándose miradas mutuas de lujuria, Sandra lamió el tronco de su hijo, desde la base hasta el glande y comenzó a cabecear demostrando un amor maternal tan retorcido como genuino.
Entre las piernas de Tomás, extasiado de placer, sintió la boca húmeda y ardiente de su madre dándole placer sin tregua, cabeceando a una velocidad que rivalizaba con la de Tammy. Esa competencia tácita entre ambas había sido sumamente beneficiosa para ambas partes, ni la maestra quería ceder terreno en el sexo ni la alumna perder ante una generación anterior.
Por ende, Sandra le pelo la chota a la velocidad perfecta, acariciando el glande con su lengua dentro de la boca cada vez que este tocaba fondo. Sentía la lengua de su madre taponeando su boca pegándose al paladar para luego dejar pasar el glande más allá.
- Me encanta cuando me haces una garganta profunda. – Expresó Tomás, que solo veía la cabellera rubia de su madre subir y bajar como un “Wack-A-mole” con cabellera, ya saben, esos juegos de feria con criaturas saliendo de un agujero a los que hay que darles con un martillo.
- Mi generación invento esa película, bueno, nací unos años después, pero me refiero a que…
- A que sos la mejor, entiendo. – Completó la frase Tomás, dejando a su madre proseguir con su fellatio. Si era la mejor o no, le importaba poco, solo sabía que de repente quería gozar de ser bien logrado pete y eyacular en ella, no se decidía donde aún.
Siguiendo cada punto lógico, Sandra cambio de modo oral a manual y se dedicó a succionar los testículos, amaba juguetear con ellos, darles amor, dejarlos babosos y malolientes de tantos besos y lamidas. Sandra ocupó su otra mano para frotar tanto sus pezones en punta como su vagina por sobre la calza.
- Las tenes saladitas y calentitas, me encantan. – Susurró antes de cabecear un par de minutos más hasta que Tomás decidió ir más allá… si a su madre tanto le gustaba competir con su hija debía de ganarle en su propio terreno.
Tomás la desenfundo, tomó sus piernas y las mantuvo levantadas dejando su culo a la altura del rostro de su madre
- ¿Me haces un rimjob? – Preguntó como cuando hacía una década pedía una golosina en un quiosco.
- Rimjob, titjob, paizuri, milf, cougar, todos esos términos que usas… - Dijo enumerando los términos que, para ella, hace unos años eran desconocidos, observando el asterisco de su hijo, pasándole un dedo por la comisura. – Me acuerdo cuando me confesaste tus ratones en el sofá la primera vez y te dije que el porno te hacía mal a la cabeza, no estaba nada errada, tenes un diccionario de perversión en la cabeza.
- Ese sofá… si hablara tendría más historias que el pasado gatuno de Jésica Cirio. – Rememoró.
- ¿Lo tenes limpio? – Preguntó acercando su nariz para oler el ano.
- Tammy nunca me lo pregunta y lo hace sin que se lo pida, ni siquiera le importa.
- Bueno, bueno, ahí va, las cosas que una madre hace para darle un gusto a sus hijos, que bárbaro…
Sandra hundió su boca en el culo de Tomás, ocultándose bajo los testículos, mandándole lengua tomando el guante del desafío. Con mesura y cariño, arrancó de la manera que al joven le gustaba, frotando sus labios y su nariz contra el anillo de cuero mientras pasaba una mano por arriba para pajearlo. Siempre que se metía a Tamara en la conversación se creaba una contienda en la que ella quería demostrar que tenía todo para ganar.
Sin dudas una postal maravillosa, el mejor paisaje.
- Oh, sí, mami, oh si, que increíble, soy tan afortunado de que mi hermana y mi mama me coman el culito. – Expresó viéndola besando su ano de forma ruidosa, tratando el asterisco como si fuera una segunda boca. Su mano amorosa tampoco se quedaba atrás.
La lengua de Sandra presionaba el centro del culito y de allí se deslizaba hacia todas direcciones siguiendo los surcos de piel, cada vez que presionaba el centro llegaba un poco más lejos. La saliva se chorreaba por la raya de su culo dándole una sensación deliciosa.
- Los expertos recomiendan que las mamás y los papás no les den picos a sus hijos, pero no dijeron nada de esto. – Se morboseó Tomás tomando a su madre de la cabellera áurea y frotando su boca contra su ano de izquierda a derecha y de arriba a abajo.
- ¿Ya se te pasó la depresión amorcito? – Dijo obsequiándole un sonoro beso negro “Chuuick”. – Viste que tenía razón, se te iban a pasar todas tus tribulaciones.
La competencia constante con Tamara la había vuelto condenadamente buena en acciones a las que no estaba acostumbrada como el rimjob. Tanto su mano como su lengua inspiraban ese amor y cuidado propio de las madres, la paja era casi una caricia, y la lamida de asterisco un beso tierno que pugnaba por abrirse paso por sus interiores. Tomás quedó obnubilado viéndola con los ojos cerrados disfrutando del anilingus tanto como lo disfrutaba el al hacerlo, sentía la húmeda lengua introduciéndose en él superándose viernes a viernes en intensidad y duración.
En efecto, tras unos minutos más de beso negro combinado con masturbación, Tomás se sintió listo de darle el regalo adelantado del día de las madres.
- Me vengo mami, decime donde la queres. – Dijo sacándola de su ensimismamiento sin poder contener la eyaculación ni un minuto más, su verga comenzaba a latir y no había mucho tiempo para pensar una trayectoria.
- Donde quieras corazón, siempre te dejo venirte donde vos quieras. – Expresó aun conectando su boca al ano y pajeándolo. – Mami te deja correrte en cualquier lado.
Tomás dejó caer sus piernas y metió su glande en la boca de Sandra dando una clara respuesta. – Entonces en la boca, quiero que te tomes mi lechita.
Como toda una madre devota, sin dejar de ver a su hijo a los ojos, mantuvo su boca abierta aguardando el orgasmo, que no se hizo esperar mucho. Tomás sin cerrar los ojos, mantuvo el glande en línea y disparo toda su carga en la lengua de Sandra, tapizándola por completo con su semen. Ella aguardó con paciencia hasta que la última gota se deslizó perezosa desde la punta del pene hasta la laguna de esperma. Una vez llena de semen, lo ingirió con lentitud y cariño, saboreándose los labios al finalizar.
- Nada mejor para reforzar los lazos familiares. - Dijo Tomás, volviendo a su personalidad picante. – Ahora sí, dame lo que me prometiste. – Exigió como un niño caprichoso. – Quiero devolverte el regalo que me hiciste.
- Te chupé el culito, me tragué tu leche, me parece que podemos pasar al plato fuerte, los sentones de mami que tanto te gustan. – Intentó zafar la milf rubia.
- No, no. Ya me di cuenta que me venís esquivando el culo, ahora no acepto un no como respuesta.
- Es que mi amor, vengo del gimnasio, estoy mojadita, traspirada, no me di una ducha, vengo toda cargada, tengo el asterisco hecho un hervidero… - Expresó con genuina preocupación. – Déjame que te acogote el ganso a sentones toda la noche ¿Sí? Salimos ganando los dos. – Negoció demostrando que conocía las jergas de los jóvenes.
- Así es como me gusta, vamos, pela culo que te lo limpio a besos. – Dijo con una determinación y nivel de exigencia que no coincidía con la versión conflictuada de hace minutos. Toda esa melancolía mostrada al ver dormir a sus hijos, al recordar cuanto había cambiado Tamara y cómo se deslomaba en el trabajo se habían esfumado ante su otro yo, la bestia sexual fetichista de los culos.
Sandra suspiró resignada, sin dudas su hijo ya no pensaba con la cabeza correcta: - Está bien, acóstate, me voy a sentar en tu boca.
La mejor milf de la ciudad, del país, quizás del continente, la más incestuosa y permisiva se puso en posición de rana sobre el rostro de su hijo y deslizó su calza elastizada hasta dejar a la vista su tanga, una fina y escandalosa tanga que apenas podía cubrir el agujero del asterisco. Tomás sintió el delicioso tufillo a piel, sudor y concha de su propia madre, no podía hacerse un mejor perfume con semejantes elíxires prohibidos.
Sandra no tardó en correr también el hilo de la prenda, medio agarrado entre las arrugas del ano para dejárselo servido, más a la vista que nunca y a la expectación de que se dé un festín con él. Tomás apoyó sus manos en las nalgas y estiro la piel para ver al anillo de cuero estirarse abriéndose como un ducto de ventilación.
- Tomás… dejá de mirarlo, me incomoda. – Dijo sin cambiar de posición, en cuclillas y con el hoyo expuesto. – Hace lo que tengas que hacer pero dejá de verlo así como si nunca lo hubieras visto.
¿Como no quedarse patidifuso con una escarapela tan linda sobre uno?
- Es que tenes un culito hermoso. – Expresó estirándolo y cerrándolo con sus pulgares.
- Tomás… basta de jugar, vamos.
- Bueno, bueno, no sé si te molesta o es que te pones impaciente. Siempre te da impresión al principio y después lo disfrutas.
- Me siento rara así de expuesta sobre vos, con todo al aire, me siento más puta que nunca en la vida.
- Bueno, Tamara lo tiene que heredar de alguna parte me imagino, aunque este culito rosado no lo heredó…
Ni bien la lengua de Tomás toco un pliegue rosado del ano, Sandra se estremeció y cuando comenzó a lamer con ahínco, vio como la piel de las nalgas se puso de gallina obsequiándole la deliciosa sensación de la textura del pomelo. Y no fue lo único delicioso, del inocente y conflictuado hijo no quedaba ni un rastro, como si lo hubiera reemplazado un gemelo infame, lamio en el ano en todas direcciones provocándole sensaciones encontradas.
- Oooh, Dios, que estoy haciendo, siempre digo que no voy a hacer estas chanchadas nunca más con mi hijo y cuando empezas lo gozo como puta. – Se confesó Sandra, con los ojos cerrados y disfrutando de la fresca sensación de una lengua hurgando el centro de su culo.
- Nos conocemos bien, vos sabes cómo alejar todos mis problemas de la semana y yo sé cómo sacar tu lado más reprimido y liberal.
- Me encanta como a pesar de estar haciendo esto podés decir esas cosas… no sos como los demás. – Lo elogió sorprendida de las palabras de su hijo.
- Me alegra que te gusten, porque ahora no quiero hablar más por un buen rato. – Tomás tomo a su madre de las nalgas y la hizo sentarse sobre su boca, hundiendo su rosto tanto en el colchón como entre las nalgas, con el culo y sus exquisitos sabores conectados a su boca. Era justo lo que quería, un buen trasero sobre su rostro, embriagándole hasta los poros de la piel de placer. La mujer no se quedó atrás y gimió de manera temeraria, olvidándose de sus nietos descansando ajenos a ese submundo prohibido.
- Uuuh, uuuh, mmmm… - Dejó escapar Sandra antes de cubrirse la boca con la mano, sintiendo la boca de su hijo besándola en sus zonas más erógenas y acaloradas, en aquellos lugares que tantos en el gimnasio quisieran desnudar y comer como lo hacía su propio hijo.
Tomás siguió degustando la escarapela de cuero por un buen rato hasta que la experimentada mujer decido que su vagina también requería de sus hábiles servicios: - ¿Tenes ganas de chupar concha o solo culo? – Preguntó separando levantando el trasero y separando sus labios vaginales con los dedos. Tenía la vagina hecha un hervidero, se había estado preparando un caldo de amor tras ese día de calor y entrenamiento y Tomás estaba más que dispuesto a beber su poción prohibida.
Mientras le hacía un devoto cunnilingus sin pedir permiso coló un dedo en su culo, que estaba lo suficiente humedecido como para permitirle el fácil ingreso. Pensando que una profunda y continúa chupada de concha por una dedeada de culo era un trueque admirable, Tomás introdujo su dedo casi hasta el nudillo y jugueteo con el culo de su madre, haciendo ganchitos obscenos en todo su interior, girándolo hasta sentir la fricción del ano contra su falange.
- Me preocupa tu… obsesión, hijito, no podés disfrutar tanto de… un culo ¿Sabes que mami lo usa para lo mismo que vos no? A veces parece que se te olvida uuuuh. – Dejando salir un suspiro de placer cuando giro el dedo en sentido de las agujas del reloj, rosando bien las yemas contra sus tapizados carnosos e irregulares.
- Tranquila, no pasa nada. – Le restó importancia Tomás, como si estar debajo de la vagina de su madre fuera lo más normal del mundo. – Si estuviera mal entonces no se sentiría tan bien para ambos ¿No?
- Sos el único que puede dar estas respuestas en un momento así. – Expresó Sandra sacudiendo su rostro con decepción. – Sin dudas estás enfermo y en parte soy culpable.
- En el porno es común que hagan estas cosas, siempre que veo videos me gusta cuando el hombre hace una buena previa, con buena chupada de culo, de concha, me gusta que usen los dedos y…
- Bueno, bueno, suficiente. – Expresó callando a su hijo sentándose en su boca, esta vez, soltando sus nalgas para que le apresen las mejillas como esponjosas pinzas hechas de cojines. – No me gusta cuando sacas a relucir tu lado más pervertido, siempre vas a ser mi consentido, mi bebe, y aún te veo inocente en mi cabeza, no me hago a la idea de que ya sos un actor porno de la vida real.
Tomás, esta vez incapaz de sacar a relucir un afilado comentario, tomó las nalgas de pomelo de Sandra y las apretujo contra su rostro chupando todo lo que ellas escondían, sintiendo sus fragancias multiplicadas por la proximidad y temperaturas de las carnes. Era más deliciosa que el aroma de un buen asado en un mediodía fresco de domingo.
Cuando Sandra decidió que era hora de tener una noche de sexo convencional, con clásica penetración vaginal de vieja escuela, ancestral, de toda la vida, se frotó toda la raya sobre la boca de su hijo para dejarlo tan satisfecho como atontado, y viendo que tenía el hasta de bandera firme, lo monto abotonando ambas caderas.
- ¿Te gusto el sabor que te dejé en la boca cabroncito? – Dijo sintiendo el glande de su hijo haciendo tope en su húmeda vagina.
- Todo, absolutamente todo de vos me gusta. – Contestó apresando las tetas con sus manos, arqueándose para llegar a ellas con la boca y prenderse a un pezón erecto casi sin mirar. A pesar del continuo movimiento de Sandra, Tomás continuó succionando del pezón de forma soez, metiéndose tanta teta como tetilla le era posible en la boca.
- Joder, joder, voy a tener que comprarme un bozal para no gritar como loca. – Se lamentó Sandra, sumamente sonrojada tanto por la herramienta erecta en la que se montaba como con la forma primitiva de su hijo de chupar teta. – ¿Así se las chupas a tu hermana o solo a mí?
- Solo a vos. – Dijo soltándola de prepo (haciendo un sonoro ruido de sopapa “páh”) – Las de Tammy no puedo maltratarlas porque son de los gemelos antes que nadie, las tuyas son mis juguetes y las trato como quiero.
- Borreguito caprichoso. – Apresándolo de los cachetes y estampándole un jugoso beso. Las manos de su hijo aprovecharon para apretujarle el culo hasta dejarle surcos con los dedos, sintiendo el peso de sus nalgas firmes y grandes rebosando sus manos.
Con el correr de los minutos, la tensión se incrementó por el ruido que hacían sus caderas con cada impacto y el colchón por el peso en movimiento de ambos, el peligro que eso conllevaba, los hizo pegarse entre sí para amortiguar los sonidos, Tomás se abrazó a su madre y apretujó sus enormes tetas contra su pecho a la vez que ella lo besaba en toda la boca y el cuello.
Casi pegoteados por las temperaturas de sus cuerpos, madre e hijo danzaron sobre la cama abotonados, cuerpo con cuerpo, cadera con cadera, manos en la cintura, en la cadera, manos en todas partes, copulando como amantes inefables, se besaron, se apretujaron y se dijeron obscenidades sin reparo alguno. Ambos liberaron todas las tensiones que necesitaban liberar sin dejar de chocar sus sexos casi con vehemencia, a un ritmo insostenible para una pareja amateur. En ese baile de incesto ambos ya eran unos profesionales.
La Propuesta
- Uuuuuh, uuuh aah, aah, aaah, aaah, uh, uh, uh, ummmm… - Gimió Tammy con ambas manos agarradas del respaldo. Su padre ahora mientras cogía su culo era el que se balanceaba sosteniéndose de sus piernas, extasiado con la sortija de carne envolviendo su tronco.
- Eso es, eso es mi chiquita, gima como puta, gima como puta que a papi le gusta.
- ¡Duele mucho papi, me rompes el culo! – Dijo Tammy retorciéndose bajo su padre sin importarle que sus gritos incestuosos sean oídos por los vecinos de habitación.
- ¡Claro que no! Cada viernes decís lo mismo y terminas pidiendo más pija, relájalo y deja que papi te haga la colita.
- Ay papi, cada viernes no mismo, acepto que me la metas en la cola y termino toda rota… - Se lamentó con falsedad mientras su propio padre no dejaba de columpiarse mientras taladraba su culo, llegando cada vez un poco más profundo, haciéndola delirar con la sensación de sus paredes internas desplegándose como una manga de buzo ante la arremetida del pene, sintiendo dolor en lugares donde no estaba acostumbrada a sentir nada, lugares donde el cuerpo parecía no tener transmisores de sensaciones, solo en el sexo anal duro y parejo que le propinaba parecía reencontrarse con la existencia de su recóndito túnel.
Tammy recordaba su primer anal en aquel hotel marplatense como un tesoro. A diferencia de su padre, su hermano había sido muy juguetón aquella vez. Jugueteó con un dildo, con los dedos, con la lengua, su padre en cambio sin ninguna previa presentó su herramienta centrada y pujo, pujo hasta que esta se abrió paso ajustada en su culo.
Rara vez metía sus dedos antes, y cuando lo hacía solo era para excitarse con la sensación de calzar el anillo de cuero en su falange. No obstante, aunque Tammy sentía el áspero roce del glande dilatando su recto con cada avance y retroceso, gozaba como puta porque trataba su agujero sin la más mínima consideración, en contraposición a como lo trataba Tomás.
La combinación de sexo anal con viagra le dio el impulso que Gustavo necesitaba para que sus doloridos músculos resistieran las horas finales, aunque no era lo único dolorido.
- Pa… pa… papi, duele mucho… ¿Queres venirte en mis tetas? ¿Mi boca? ¿En algún lado de una vez para que dejes de romperme el culo? – Rogó babeándose de tanto gemir, despeinada como si fuera el espectro de una película de terror.
- Nada de eso, estas bien. – Se negó sin dejar de darle caña en el culo ni por un segundo, sintiendo el anillo estrujando su tronco como si se hubiera puesto un elástico. – Estoy muy cómodo donde estoy, apretadito y áspero como me gusta, me voy a correr cuando esté listo o cuando nos tengamos que ir, no me importa si me queda al rojo vivo.
– Aaah, ah, ah, ah, soy yo la que va a quedar al rojo vivo, papi, no seas malo…
Al verla acostada boca arriba, con las piernas abiertas, con la boca baboseada, tuvo ideas sucias que no pudo evitar tener.
- Me gustaría volver a tener una fiestita familiar, quiero romperte el culito enfrente de tu hermano y tu madre, quiero demostrarles quien manda, darles una señal. – Descendiendo para besarle la sucia boca. – Mmm tenes la boquita toda apestosa. – Le dijo apretujándole las mejillas. – Fuiste una nena muy sucia.
- Si, papi, fui sucia, muy sucia, ah, ah, ah, aaah uuuuh.
Los minutos pasaban y Gustavo no parecía querer capitular, decidió a hacer temblar esas paredes y hundir esa cama, su cadera parecía una máquina de movimiento perpetuo bajando y bajando como accionada por engranajes, si fuera una máquina en particular, podría considerarse un taladro neumático. Con cada cambio de posición el enrojecido y duro glande raspaba una pared diferente dentro del culo de Tammy, que sentía esa deliciosa e incómoda sensación de la herramienta de carne abriéndose paso y dilatando sus paredes.
Parecía mentira que el orificio de los desperdicios estuviera tan cerca del encargado del placer. Quizás no era una falla de diseño, con cada giro de su padre con el pene dentro del culo, sentía el roce como si le metiera un bulón a rosca, por momentos ambos órganos dispares parecían encajar a la perfección. Quizás que el culo obsequiara tanto placer durante el sexo anal no haya sido un afortunado accidente sino un obsequio reservado para los más osados.
- Correte en mi culito, papi, venite, venite, coge mi culo, coge mi culo… - Rogó en un tono de lolita que a su padre siempre lo había encendido, ilustrando su punto tomando sus nalgas para abrirlas de forma dolorosa. El traqueteo del colchón y el continuo choque de las carnes era casi una muga uruguaya.
El cambio de estrategia funciono. Si quería que dejara de castigar su ano viniéndose en él, Gustavo cayó en la trampa y creyendo que su hija quería tapizar su recto con semen subió un par de cambios y finalizó la noche con una copiosa y estruendosa encremada anal.
- Uuuf, uf, uf, ahí sale, sí, sí, sí…uuuuffff. – Bufó el hombre penetrando el culo sin un ápice de compasión y retirándola de un solo movimiento al dejar la última gota de esperma dentro de su hija.
Tammy mantuvo sus nalgas separadas para que su padre admirara su obra, su agujero quedó dilatado a más no poder, mancillado como si hubiera sido sodomizado en una prisión de mala muerte. Donde solía tener un asterisco funcional ahora tenía un amasijo rojo con semen brotando de su centro, su culo había quedado irreconocible por culpa de su impiadoso padre.
Gustavo tomo el semen que se le chorreaba como queso fundido con dos dedos y le ofreció sus dedos sucios a su hija a modo de tributo, que gustosa, selló la velada chupando los dedos hasta dejarlos limpios como si le hubieran ofrecido un delicioso dulce.
- ¿Estaba rica hijita? – Le preguntó con la verga caída como el rabo de un animal, con una pequeña gota blanca coronando su punta. Estaba agitado, con su pecho velludo inflándose y desinflándose como si sufriera de una enfermedad cardíaca. No haber sido un fumador constante e su vida había sido uno de sus mejores aciertos. Ese y haberse dejado absorber por el espiral impío de lujuria incestuosa en el que su familia giraba sin cesar hacia el abismo.
- Muy rica, papi, amo tu leche, me calienta que venga de mi culo. – Tammy se coló un par de dedos en el ano y los retiro enlechados, volviendo a llevarse ese semen ardiente y espeso a la boca. La muy insaciable volvió a hacerlo ante la vista atenta de su padre, que la observaba sacarse la leche y llevársela a la boca sonriente.
- En un rato nos tenemos que ir y papito ya lo dio todo, no es necesario que sigas mi amor. – Le dijo reencontrándose con su lado más piadoso. – Fuiste una buena nena. La mejor. – Dándole una palmeada en la pierna y sentándose en la cama, recogiendo su ropa.
– Es para mejorar las defensas, hay que poner a prueba el sistema inmunológico para estar fuerte. – Dijo Tamará, demostrando cierta ignorancia sobre cómo funcionaban las defensas. De todas formas, Gustavo sonrió y comenzó el lento peregrinaje hacia su hogar.
La pareja prohibida aprovechó el tiempo de sobra (no era tanto tampoco, faltaban una hora para que den las ocho) para vestirse con calma, arreglarse los pelos, higienizarse tanto las manos, como la boca, los rostros y los sexos.
- Gracias por venir, hijita, haces muy feliz a papa. – Le agradeció entrando al baño donde ella terminaba de recomponerse, tomándola de atrás y obsequiándole un tierno beso en la boca.
- El placer es todo mío, el viernes es mi día favorito de la semana y espero poder disfrutarlos por años. – Devolviéndole el beso.
- Vayamos a casa, veamos como la pasaron los otros dos. – Dijo cuando salían del baño, casi igual a como entraron al telo. Gustavo podía asegurar que estaba pesaba cinco kilos menos en comparación a cuando entró.
- ¿Me contás sobre la propuesta que tenías para hacerme? Sigo muy intrigada. – Le pidió entrando al auto.
- No me olvide de eso, amor. Cuando lleguemos te cuento. Alguien me hizo una propuesta jugosa y vos tenes la última palabra.
- Interesante, muy interesante. – Sonrió Tamara, preguntándose sobre que se trataría la propuesta y más importante, quién la realizaba. Viendo los primeros resplandores de la mañana emerger por entre los edificios, como un fuego emergiendo en el horizonte, el padre se dispuso a llevar a su hija a su hogar compartido con su hermano y de paso, pasar a buscar a su mujer. El escenario era distinto como los protagonistas, pero de seguro Tomás y Sandra en ausencia de ellos también estaban teniendo una noche intensa.
Una vez frente a la casa compartida por los hermanos, una residencia de clase media en un lugar no especificado por seguridad, Gustavo estacionó y se dispuso a contarle a su hija sobre la propuesta antes de le agarrara modorra. A ambos el sol empezaba a cocinarles los ojos, las tardes de pasión descontinua tenían un precio y no eran jovencitos como para trasnochar como adolescentes gamer, en especial él, que no podía estar más lejos del mundo de los videojuegos.
Ante la mirada expectante de Tamara, incapaz de ocultar su interés, el hombre sacó su celular y buscó una fotografía: - Fue mi antiguo profesor de PPS (Práctica Profesional Supervisada) en 5to año y el primer jefe de obra que tuve, Roque Andreoli, capaz lo reconoces, vino a algunos cumpleaños míos... - Su padre estaba junto a un hombre mayor tanto en edad como tamaño, calvo, de rostro redondeado y papada abultada, así como una barriga prominente que antecedía sus pasos. Parece un bebé con el síndrome de Benjamin Button, gordo, redondo y gigante.
Tamara tuvo un flashback de Vietnam. Hacía casi 10 años, cuando su cuerpo aún no tenía las curvas traseras que la caracterizaban, aunque si las insinuaba. Cuando era una adolescente revoltosa, simpática y una advenediza en lo concerniente al hentai arañando la torre de perversión que una vez treparía, el regordete rufián se le acercó en la mesa dulce de un cumpleaños de su padre, aprovechando una distracción del mismo.
- Vos debes de ser Tammy, sí, sí, sos vos. – Le dijo con una media sonrisa algo desagradable tras verla por delante y por detrás sin disimulo. – Tu papa no deja de hablarnos de vos, jeje, el portero lo sigue de acá para allá limpiando las babas que deja, provoca resbalones como en una comedia inglesa.
- ¡Yuk! Perdón, no entendí. – Se disgustó Tamara, que no conocía la expresión común de que un padre cuando se babea por su hija es por excesivo orgullo.
- ¿Sabes? Una vez entre al tráiler de tu viejo cuando trabajo en el dique Paso Piedra, para corregir un error de diagramación en un plano, tenía un mural de corcho lleno de fotos tuyas, algunas de tu hermanito también, pero la mayoría tuyas, el viejo lleva ese mural de acá para allá. Me quede viéndolas como un bobo… - Se tiró de una al lance sin importarle nada, mirándola de arriba a abajo mientras se comía de un solo bocado una masa fina con crema.
Ese día Tamara estaba vestida con un jean rasgado y una campera estampada con símbolo “Fuego” de las cartas Yu-Gi-Oh! holgada y con capucha. Aunque no era la misma del presente, no necesitaba experiencia para notar un brillo libidinoso en la mirada de Roque, acentuado por cómo se lamia la crema de los labios mientras la observaba. La sutilidad no era una de sus virtudes.
- Muy lindas las fotos que te sacaste en la playa ¿Dónde estabas? ¿Pinamar? ¿Cariló?
- No sabría decirle si no veo la foto, todos los años nos vamos a algún lado. – Intento desentenderse del tinte perverso de la conversación, que la había distraído por completo de la mesa dulce. Roque demostrando amabilidad le acercó una masa con crema cornada con una fresa.
- Casi que le robo una fotito de esas, aunque seguro se daría cuenta y se armaría un revuelo. - Le confesó acercándose como un chacal a un corral abierto. – Le podrías decir a tu viejito que me invite a uno de esos viajes, o me podrías decir a donde van y seguro nos podemos encontrar, sería un placer verte en esas bikinis que te quedan tan bonitas.
Tammy vio como Roque la miró con sus pequeños ojos de lechón e hizo una mueca de disgusto.
- Lo dudo, son playas muy concurridas y es difícil encontrar gente, más cuando no quiere ser encontrada. – Se hizo la boluda. – A veces incluso me quedo en el hotel jugando PS Vita. - En ese tiempo le daba duro a los juegos musicales de Hatsune Miku, en especial el Project Diva F y veía con buenos ojos completar la colección.
- Bueno, se me haría más fácil encontrarte si me mandas un mensajito… quizás te pueda ayudar a comprar un juego para esa PS “Visa”.
Sin poder controlarlo, la ilegal Tamara cambio de expresión ante la propuesta de juegos nuevos. No pensaba venderse de ninguna forma por uno o dos, aunque por una suma superior, si los términos eran favorables…
En eso Gustavo notó la proximidad de ambos y terminando con una charla se acercó. El papa de los hermanos “T” los presentó y la peligrosa conversación se diluyó. Incluso Nacho, que estaba de camisa a medio desabrochar, se acercó preguntando si podía sacar un fernet y una coca de la heladera de atrás de la barra.
- ¡Este es de los míos! – Coincidió Roque. – Esto casi parece un asalto más que el cumpleaños de un viejo he.
Antes de irse a su mesa tras elegir una porción de torta de frutilla (a la que paso bajo la cascada de chocolate como un cerdo) le dijo un chiste que nunca olvidaría: - Eh, nena, ¿sabés porque las brujas no usan calzones?
- Emm no sé. – Sabiendo que se venía algo obsceno.
- ¡Porque tienen que agarrarse de la escoba!
- Roque, contate uno nuevo, ese ya lo escuché mil veces. – Lo reprimió Roberto mientras su otrora maestro se retorcía de risa por su propio cuento, salpicando gotas de chocolate fundido al piso. A Tamara le pareció patético.
Las carcajadas hicieron girar extrañados a varios invitados que elegían que comer de la mesa dulce, por supuesto que entre esas risas no estaba la de Tammy, que fue despertad de su trance por su padre, que chasqueaba sus dedos en el interior del vehículo.
- ¿Tammy? ¿Tamara? ¿Hey, me escuchas?
- Sí, sí, me acordé de Roque, de uno de sus chistes.
- El de los calzones de bruja, el único que tenía. – Rememoró también su padre. – Bueno, decía que te tengo una propuesta que lo involucra, no es agradable aunque puede ser como sacarse la lotería.
- ¿Qué hay con él, que clase de propuesta?
- ¿No te imaginas? – Le jugó al misterio Gustavo.
- Me imagino algo que no creo que sea real.
- Nos visitó hace algunos días por el día del ingeniero, está más gordo y calvo, aunque no lo creas, vio mi mural de corcho con fotos tuyas… tendrías que haberlo visto, sus ojitos se pusieron llorosos mientras se relamía, como un muerto de hambre pasando frente a una fiambrería.
- Y de Tomás, seguro. Fotos mías y de Tomás. – Interrumpió con sorna.
- Sí, sí, tuyas y de Tomás, dijo que no podía creer como te pusiste tan linda, que debías de estar enorme, le dije que me habías hecho abuelo al duplicado y… charla va, charla viene, le pase tu número. – Resumió en el final.
- ¿¡Cómo!? – Se salió de casillas Tammy, que no esperaba que su padre la vendiera a su antiguo profesor y jefe. No se esperaba una propuesta relacionada a la prostitución, no viniendo de él, menos con alguien como Roque, que hacía parecer al Tío Nacho como el actor porno Nacho Vidal…
- Tammy, se lo pase por motivos profesionales. Le dije que ni bien los gemelos crezcan y puedan estar con una niñera vas a necesitar un trabajo estable. – Explicó algo que, por el momento, era lógico. – Él tiene tu número y le dije que te pasaría el tuyo para, bueno, hacer algún negocio, quien sabe lo que te pueda proponer.
- ¿Algún negocio? – Preguntó sabiendo a lo que se refería su padre. – Vayamos al grano. ¿Tiene plata?
- Mucha. Está forradísimo. Su tatarabuelo la tenía, su abuelo y padre también, él con 3 matrimonios que terminaron en desastre ni sintió el golpe, Roque es una mina de oro y si haces bien tu jugada le podés sacar una buena tajada a ese chancho. – Le explicó el plan con una calma propia de Mario Santos de Los Simuladores. – Pensá en lo fácil que se te da seducir, en cuanto te gustan están noches de… bueno, desenfreno podría decirse, en que todo lo que le saques va a ser para los gemelos.
- No metas a los gemelos en esto, ellos tienen todo lo que necesitan, no precisan que su madre se prostituya. – Comenzó a rehusarse la morocha.
- Siempre se puede tener más. – Argumentó con calma. – Solo una mujer hermosa como vos, así de experta, puede forrarse de plata en una noche. Solo tenés que animarte.
Tammy se lo pensó seriamente. Era simple, hablarle, proponerle un encuentro, exprimir la berenjena del viejo y traerse quién sabe cuántos billetes a la casa, si lo sobreanalizaba sería su primea noche de sexo legal en mucho tiempo, no, su primera en toda la historia, la muy degenerada solo se había acostado con su hermano, su padre y su tío en toda su loca vida sexual, cogerse a ese repugnante espécimen estereotipo de jefe baboso podía convertirse en el primer pretendiente legal que se llevaría a la cama.
- Tammy, Tammy, te lo propongo por el dinero, por lo jugoso que ese viejo se pone cuando le gusta una puta, lo conozco, se obsesiona, vos podrías ser una de ellas, la mejor de todas, sé que podés y tenes todo para ganar.
Gustavo tomó su teléfono celular y le mostró un contacto acompañado de un número telefónico. Su padre había sido claro, si el viejo picarón tenía plata de seguro era de los que la soltaban en putas. Tenía la palabra putaniero escrita en toda su amplia frente.
De repente, Tamara giró la llave del auto y este quedo apagado, sumido en un silencio monolítico, apenas visible debido a las sombras que dibujaba el sol matinal. Al instante, sin romper el silencio, condujo su misma mano a la bragueta del pantalón de su padre y la bajo, sacando su miembro flácido y consumido por el cansancio afuera.
- ¿Amor? ¿Qué haces? – Se sorprendió cuando su hija se acercó y tras manotearle el miembro comenzó a masturbarlo. Bastó ese gesto para que una descarga eléctrica le recorriera desde la punta del glande a la base. Su cerebro intentaba revivirlo a como dé lugar.
- No tengo sidra en casa así que pensaba descorchar otro espumante a modo de celebración. – Le dijo con un tono capaz de derretir el titanio.
- ¿Motivo de la celebración? ¿Un negocio prometedor?
- Digamos que sí. Ese viejo tenía más ganas de ponérmela que de vivir, es un caso cerrado, hay que exprimirlo. – Dijo arrimándose un poco más, casi sobre la palanca de cambio. De a poco su rostro comenzó a bajar. Gustavo reclinó su asiento hacia atrás hasta hacer tope. El olor a culo que desprendía le causó un poco de repeluz, sin embargo, se había llevado a la boca pijas en peores estados.
- Ya sabes dónde estuvo antes, amor, quizás podamos subir y si los otros no terminaron…
- Roque va a ser un hueso difícil de roer, tengo que volverme fuerte si quiero dejar una habitación con él cargada de plata…
Tammy bajó del todo y casi que se metió el glande en la boca a fuerza de succión, como si sorbiera fideos en la sopa. La cabellera oscura comenzó a subir y bajar poniéndole al hombre la piel de gallina. Saber que hasta hace instantes le había taladrado el recto con la misma herramienta lo rebalsaba de morbo, y ni siquiera tuvo que pedirlo, tan solo su hija fue por el premio mayor por el placer de ir por más.
- Papito dijo que lo dio todo pero siempre te queda algo más por dar. – Susurró Tammy entre medio de la mamada, a cabezazo limpio, de perfil, en una posición y lugar incómodo, ella era capaz de exprimir hasta la última gota en cualquier situación.
- Sos una todo terreno, Tammy, Roque te va a querer secuestrar, te va a convertir en su puta favorita.
- ¿Y vos? – Pregunto la morocha emergiendo con un aliento de dragón. - ¿Soy tu putita favorita?
Gustavo la tomó de la nuca y le estampó un beso de lengua, profundo y obsceno. – Por supuesto, por lejos sos mi putita favorita, pero va a ser nuestro secreto ¿Si? No quiero más competencias entre vos y Sandra.
- Tranquilo, no te voy a hacer dormir en el sofá. – Su padre, satisfecho, recogió su cabello negro y la hizo cabecear de prepo, esta vez erecto gracias a la charla tan sucia como el mismo beso que le dio.
- Entonces seguí, eso es, así, así, buena nena… mi nena. – La meneo de arriba a abajo a placer, sin soltar sus cabellos, en un gesto tan dominante como placentero. Tammy disfrutaba de ser tratada como una puta, hasta de ser maltratada y un pete intenso de esas características eran una de sus debilidades.
Al hombre no le importo prolongar la fellatio por más tiempo del debido y cuando estuvo listo para eyacular, lo hizo sin avisarle, sabiendo que Tammy todo lo que saliera, como saliera, se lo tragaría con gusto: - Así me gusta, no esperaba menos de mi putita favorita.
- ¿Te gusto que te limpie la pija y me trague tu leche papi? – Preguntó en tono de lolita.
- Sí, nada mejor que un pete sorpresa para reforzar lazos ¿No?
- Decis lo mismo del sexo anal, de las acabadas adentro, de cuando me besas con lengua enfrente de Tomás, de cuando me aplicas correctivos en la cola…
- Bueno, subamos, veamos si los otros dos la pasaron tan bien como nosotros. – Dijo saliendo del auto y dando la vuelta alrededor del mismo para abrirle la puerta a su hija como un caballero. Si los vecinos supieran a qué salían, lo que hacían tanto en el motel como en el auto…
Continuará…
Como digo siempre, gracias por leer, si apostaron a esta historia una vez más después de tantos capítulos se los agradezco. Esta vez ha sido más breve, un capítulo que finaliza los actos del anterior y abre el telón para nuevas aventuras, créanme que asoma solo la punta del iceberg.
Otras Temporadas:
Hermana Otaku Temporada 1. Capítulo 1:http://www.poringa.net/posts/relatos/3484478/Hermana-Otaku.html
Hermana Otaku Temporada 2. Capítulo 1:http://www.poringa.net/posts/relatos/3727751/Hermana-Otaku-2da-Temporada.html
Capítulo Anterior:
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5 comentarios - Hermana Otaku 3ra Temporada. Capítulo 2