Llegó a las 20:00 en punto tal y como habían convenido. Le dio un beso y le preguntó ¿qué tal? Bien, pero con mucho calor. Hacía mucho calor en Madrid y su viejo VW del 86 no tenía aire acondicionado. Ella le ofreció su ducha y aceptó de buen grado. La verdad es que la necesitaba tanto o más que el cuerpo de ella. Mientras se duchaba, la llamó:
-¿Qué tal si preparas un par de Gintonics?
- Por supuesto respondió ella.
Se secó, se ató la toalla a la cintura y se dirigió al salón. Se sentó junto a ella y brindaron. Le dio un trago largo que le supo a gloria ¡Joer que bien preparas los GinTonics! -le dijo. Estuvieron hablando de gilipolleces hasta que casi había apurado su copa. En uno de esos incómodos silencios la besó en la boca. Sus lenguas estaban frías por el hielo de la copa así que se entrelazaron con gusto,
sus manos comenzaron a acariciarse mutuamente. La desabrochó el lazo de la pequeña bata casi transparente con la que le había recibido y comenzó a morder sus pezones, a tientas busco un cojín y le tapo la cara, después con un cubito de hielo le comenzó a acariciar sus tetas, bajó hasta su ombligó y llegó a su sexo, aún cubierto por un pequeño tanga negro transparente, se acordó de lo que había hablado por msn, apenas unas horas antes, con una amiga medio española, de que le comería el coño en la terraza en la que se encontraba sin quitarle las bragas y así lo hizo. Le apartó un poco el tanga y le introdujo entre sus labios aquel cubito medio deshecho y volviéndolo a poner en su sitio comenzó a lamerlo, mientras lo hacía, pensaba en su amiga del norte "así te lo habría comido mientras te tomabas tu cerveza", mientras lo mordisqueaba, lo besaba, lo succionaba sin apartar aquella fina tela. Ella gemía mientras le acariciaba con sus dedos su cabello. El se iba excitando cada vez más con aquellos maravillosos sonidos, le bajó delicadamente la minúscula prenda y apareció ante sus ojos un coño hinchado, caliente y húmedo. Lo contempló unos instantes, la miró a los ojos y le dijo tienes un coño precioso, que te voy a devorar enterito. Cogió otro cubito de hielo y se lo llevó a la boca, lo sujetó como pudo y se lo restregó por todo su perímetro, sus ingles, sus labios, su clítoris. Lo posó sobre su ombligo para que se fuera derritiendo allí y comenzó a usar su lengua. Le recorría muy lentamente el coño de arriba a abajo, de abajo a arriba, notaba como se estremecía y eso le excitaba aún más. Se recreó en su ano, lo recorrió con su lengua haciendo círculos a su alrededor. Al cabo, le separó los labios con una mano, buscó su clítoris y comenzó a soplarlo dulcemente, ella se estaba volviendo loca "joer, joer" decía mientras se lo apretaba con su pulgar y con la palma de su mano y lo absorbía con sus boca. Volvió a lamerla de arriba abajo y de abajo a arriba, pero ya no dulce y delicadamente, sino de una manera salvaje, animal, sin modales ni miramientos. Sus gemidos se transformaron en gritos, la miraba, la miraba mientras se lo devoraba y el bonito peinado con el que lo había recibido se transformó en unos pelos alborotados y revueltos, la dulce cara del principio era ahora una cara obscena del placer que irradiaba, mirándola así le dijo "me encanta el sabor de tu coño" Esas palabras la excitaron le cogió la cabeza entre sus manos y la apretó contra su sexo, come y calla, cabronazo ´- le dijo. Él, obediente, le hizo caso, le metió dos dedos y los apretó hacia abajo empujando con toda su mano. Me voy a correr – farfulló; él se paró, no quería que se corriera aún, sacó sus dedos y los dirigió hacia arriba, comenzó a frotarle su punto G a la vez que su lengua le acariciaba el clítoris. Se volvía loca, giraba la cabeza a un lado y a otro, gemía, gritaba, le arañaba la espalda con sus uñas. Pero, él sabía que así, no alcanzaría el orgasmo, así que después de varios minutos de locura saco sus dedos y se centró en su clítoris. Movió la cabeza a derechas y a izquierdas rápidamente, mientras su lengua, picuda apuntaba a su centro de placer hasta que notó como su cuerpo se retorcía, un gran estallido de placer la invadió, sus piernas flexionadas por las rodillas no paraban de temblar, su estómago subía y bajaba, su corazón parecía que iba a salir disparado a través del pecho. La contemplaba, orgulloso y altivo -le encantaba proporcionar un inmenso placer a sus amantes; cuánto más satisfacción veía en ellas, más disfrutaba él- mientras con los dedos de su mano apretaban el clítoris.
¡Cabronazo, qué bueno eres! Nunca había sentido un placer tan intenso. Sonrió sastisfecho.
II
A pesar de haber sentido un intensísimo orgasmo no había logrado calmarse, antes al contrario, quizá el haberlo sentido tanto hacía que se excitará aún más. Se dirigió a la cocina y trajo más hielo, preparó otro par de Gintonics y le dio uno a él. Bebió otro trago largo. Comerla el coño le había dado sed y se quedó sentado en el sofá con el vaso en la mano. Ella se sentó en la alfombra, retiro su piernas y comenzó a chuparle la polla. Al no estar completamente erecta, la podía engullir hasta sus testículos mientras, los masajeaba con sus manos. Ese estado duró poco. Su lengua daba vueltas alrededor de su glande, lo arañaba dulcemente con sus dientes, se la volvía a introducir todo lo dentro que podía, la sacaba y le miraba a los ojos con lascivia, que bien, que bien, susurro a duras penas. Le abrió más las piernas, se untó un poco de vaselina en su dedo y se lo introdujo en su ano ¡Qué sensación tan gratificante! Menudos espasmos le entraron. De repente sintió unas tremendas ganas de orinar –Me meo- Dijo, creyendo que realmente se estaba haciendo pis. Sin embargo solo era la sensación. Es la próstata –dijo ella. Vuestro punto G. Nunca antes había sentido nada parecido, menuda sensación tan intensa. Qué ganas tengo de sentirla en mi coño - dijo ella. Aún no, no era el momento. Se tumbó sobre el sofá y le dijo, Ven siéntate sobre mi boca. Quiero que mi lengua te folle el coño. Lo hizo, se puso a horcajadas sobre él y comenzó a frotarse contra su boca, qué puta me siento –dijo, cómo me excita esta postura. Siguió un poco más comiéndoselo así hasta que ella se levantó. Se puso de rodillas encima del sofá y mostrándole su culo y su coño le dijo que le follara de una puta vez que estaba deseando sentir aquella hermosa polla en su coño. Ante tan elegante petición no le quedó más remedio que acceder. Cogió su polla, con una mano y le golpeó con ella en las nalgas, luego se la restregó por su coño y cogiendo un poco de vaselina, se untó su pulgar y se lo introdujo en su ano a la vez que la penetraba ¡Dios Santo! ¡cómo gemía! Le encantaba sentirse taladrada por su pene erecto. Sin embargo esa postura tan excitante, hacía que no aguantara mucho más. Justo antes de correrse se paró y la sacó para no hacerlo, aunque algo de semen derramó.
III
Volvió a tumbarla sobre el sofá, la abrió de piernas y le comió el coño de nuevo. Esta vez no uso los dedos, se centró en sus labios y en su clítoris. Su hábil lengua se lo recorría todo enteró, no pasó mucho tiempo cuando ella se volvió a derramar en su boca. Brindando de nuevo, apuraron sus Gin Tonics. Ella cogió un cubito de hielo de su vaso, se lo metió en su boca y acercándose lo dejó sobre el pecho de él, que al estar tan calienta apenas sentía el frío del cubito. Bajó hasta su polla y se le restregó el glande con él, ya casi derretido se lo metió en la boca y comenzó a chupársela de nuevo, jugando con el cubito. La erección no tardó en llegar. Cuando la notó como ella la quería, la sacó se dio la vuelta y dándole la espalda se clavó sobre ella. Comenzó a moverse despacio, adelante y atrás, después subía y bajaba despacito. A él le encantaba esa visión de su precioso culo y su espalda erguida. La acariciaba, le daba palmaditas en las nalgas mientras ella lo cabalgaba cada vez más rápido. Lo cabalgó con pasión un buen rato hasta que no pudo más, la apartó y ella le acarició violentamente. El semen saltó en todas las direcciones bañándoles a ambos. Después ella lo rebañó con su lengua mientras él se retorcía de placer.
Se quedaron tumbados, exhaustos, sobre la alfombra, hablaron un rato de cosas triviales hasta que se vistió y se marchó. Ella lo acompañó desnuda a la puerta y le despidió con un cálido beso y una sonrisa.
FIN
-¿Qué tal si preparas un par de Gintonics?
- Por supuesto respondió ella.
Se secó, se ató la toalla a la cintura y se dirigió al salón. Se sentó junto a ella y brindaron. Le dio un trago largo que le supo a gloria ¡Joer que bien preparas los GinTonics! -le dijo. Estuvieron hablando de gilipolleces hasta que casi había apurado su copa. En uno de esos incómodos silencios la besó en la boca. Sus lenguas estaban frías por el hielo de la copa así que se entrelazaron con gusto,
sus manos comenzaron a acariciarse mutuamente. La desabrochó el lazo de la pequeña bata casi transparente con la que le había recibido y comenzó a morder sus pezones, a tientas busco un cojín y le tapo la cara, después con un cubito de hielo le comenzó a acariciar sus tetas, bajó hasta su ombligó y llegó a su sexo, aún cubierto por un pequeño tanga negro transparente, se acordó de lo que había hablado por msn, apenas unas horas antes, con una amiga medio española, de que le comería el coño en la terraza en la que se encontraba sin quitarle las bragas y así lo hizo. Le apartó un poco el tanga y le introdujo entre sus labios aquel cubito medio deshecho y volviéndolo a poner en su sitio comenzó a lamerlo, mientras lo hacía, pensaba en su amiga del norte "así te lo habría comido mientras te tomabas tu cerveza", mientras lo mordisqueaba, lo besaba, lo succionaba sin apartar aquella fina tela. Ella gemía mientras le acariciaba con sus dedos su cabello. El se iba excitando cada vez más con aquellos maravillosos sonidos, le bajó delicadamente la minúscula prenda y apareció ante sus ojos un coño hinchado, caliente y húmedo. Lo contempló unos instantes, la miró a los ojos y le dijo tienes un coño precioso, que te voy a devorar enterito. Cogió otro cubito de hielo y se lo llevó a la boca, lo sujetó como pudo y se lo restregó por todo su perímetro, sus ingles, sus labios, su clítoris. Lo posó sobre su ombligo para que se fuera derritiendo allí y comenzó a usar su lengua. Le recorría muy lentamente el coño de arriba a abajo, de abajo a arriba, notaba como se estremecía y eso le excitaba aún más. Se recreó en su ano, lo recorrió con su lengua haciendo círculos a su alrededor. Al cabo, le separó los labios con una mano, buscó su clítoris y comenzó a soplarlo dulcemente, ella se estaba volviendo loca "joer, joer" decía mientras se lo apretaba con su pulgar y con la palma de su mano y lo absorbía con sus boca. Volvió a lamerla de arriba abajo y de abajo a arriba, pero ya no dulce y delicadamente, sino de una manera salvaje, animal, sin modales ni miramientos. Sus gemidos se transformaron en gritos, la miraba, la miraba mientras se lo devoraba y el bonito peinado con el que lo había recibido se transformó en unos pelos alborotados y revueltos, la dulce cara del principio era ahora una cara obscena del placer que irradiaba, mirándola así le dijo "me encanta el sabor de tu coño" Esas palabras la excitaron le cogió la cabeza entre sus manos y la apretó contra su sexo, come y calla, cabronazo ´- le dijo. Él, obediente, le hizo caso, le metió dos dedos y los apretó hacia abajo empujando con toda su mano. Me voy a correr – farfulló; él se paró, no quería que se corriera aún, sacó sus dedos y los dirigió hacia arriba, comenzó a frotarle su punto G a la vez que su lengua le acariciaba el clítoris. Se volvía loca, giraba la cabeza a un lado y a otro, gemía, gritaba, le arañaba la espalda con sus uñas. Pero, él sabía que así, no alcanzaría el orgasmo, así que después de varios minutos de locura saco sus dedos y se centró en su clítoris. Movió la cabeza a derechas y a izquierdas rápidamente, mientras su lengua, picuda apuntaba a su centro de placer hasta que notó como su cuerpo se retorcía, un gran estallido de placer la invadió, sus piernas flexionadas por las rodillas no paraban de temblar, su estómago subía y bajaba, su corazón parecía que iba a salir disparado a través del pecho. La contemplaba, orgulloso y altivo -le encantaba proporcionar un inmenso placer a sus amantes; cuánto más satisfacción veía en ellas, más disfrutaba él- mientras con los dedos de su mano apretaban el clítoris.
¡Cabronazo, qué bueno eres! Nunca había sentido un placer tan intenso. Sonrió sastisfecho.
II
A pesar de haber sentido un intensísimo orgasmo no había logrado calmarse, antes al contrario, quizá el haberlo sentido tanto hacía que se excitará aún más. Se dirigió a la cocina y trajo más hielo, preparó otro par de Gintonics y le dio uno a él. Bebió otro trago largo. Comerla el coño le había dado sed y se quedó sentado en el sofá con el vaso en la mano. Ella se sentó en la alfombra, retiro su piernas y comenzó a chuparle la polla. Al no estar completamente erecta, la podía engullir hasta sus testículos mientras, los masajeaba con sus manos. Ese estado duró poco. Su lengua daba vueltas alrededor de su glande, lo arañaba dulcemente con sus dientes, se la volvía a introducir todo lo dentro que podía, la sacaba y le miraba a los ojos con lascivia, que bien, que bien, susurro a duras penas. Le abrió más las piernas, se untó un poco de vaselina en su dedo y se lo introdujo en su ano ¡Qué sensación tan gratificante! Menudos espasmos le entraron. De repente sintió unas tremendas ganas de orinar –Me meo- Dijo, creyendo que realmente se estaba haciendo pis. Sin embargo solo era la sensación. Es la próstata –dijo ella. Vuestro punto G. Nunca antes había sentido nada parecido, menuda sensación tan intensa. Qué ganas tengo de sentirla en mi coño - dijo ella. Aún no, no era el momento. Se tumbó sobre el sofá y le dijo, Ven siéntate sobre mi boca. Quiero que mi lengua te folle el coño. Lo hizo, se puso a horcajadas sobre él y comenzó a frotarse contra su boca, qué puta me siento –dijo, cómo me excita esta postura. Siguió un poco más comiéndoselo así hasta que ella se levantó. Se puso de rodillas encima del sofá y mostrándole su culo y su coño le dijo que le follara de una puta vez que estaba deseando sentir aquella hermosa polla en su coño. Ante tan elegante petición no le quedó más remedio que acceder. Cogió su polla, con una mano y le golpeó con ella en las nalgas, luego se la restregó por su coño y cogiendo un poco de vaselina, se untó su pulgar y se lo introdujo en su ano a la vez que la penetraba ¡Dios Santo! ¡cómo gemía! Le encantaba sentirse taladrada por su pene erecto. Sin embargo esa postura tan excitante, hacía que no aguantara mucho más. Justo antes de correrse se paró y la sacó para no hacerlo, aunque algo de semen derramó.
III
Volvió a tumbarla sobre el sofá, la abrió de piernas y le comió el coño de nuevo. Esta vez no uso los dedos, se centró en sus labios y en su clítoris. Su hábil lengua se lo recorría todo enteró, no pasó mucho tiempo cuando ella se volvió a derramar en su boca. Brindando de nuevo, apuraron sus Gin Tonics. Ella cogió un cubito de hielo de su vaso, se lo metió en su boca y acercándose lo dejó sobre el pecho de él, que al estar tan calienta apenas sentía el frío del cubito. Bajó hasta su polla y se le restregó el glande con él, ya casi derretido se lo metió en la boca y comenzó a chupársela de nuevo, jugando con el cubito. La erección no tardó en llegar. Cuando la notó como ella la quería, la sacó se dio la vuelta y dándole la espalda se clavó sobre ella. Comenzó a moverse despacio, adelante y atrás, después subía y bajaba despacito. A él le encantaba esa visión de su precioso culo y su espalda erguida. La acariciaba, le daba palmaditas en las nalgas mientras ella lo cabalgaba cada vez más rápido. Lo cabalgó con pasión un buen rato hasta que no pudo más, la apartó y ella le acarició violentamente. El semen saltó en todas las direcciones bañándoles a ambos. Después ella lo rebañó con su lengua mientras él se retorcía de placer.
Se quedaron tumbados, exhaustos, sobre la alfombra, hablaron un rato de cosas triviales hasta que se vistió y se marchó. Ella lo acompañó desnuda a la puerta y le despidió con un cálido beso y una sonrisa.
FIN
1 comentarios - Tarde de verano