No dejes de pasar por mi mejor post
http://www.poringa.net/posts/imagenes/4084661/Mi-amada-esposa.html
No te vas a arrepentir
COSTA RICA
Estaba cómodo en mi empleo, un cargo de jefatura de rango medio en una empresa internacional de insumos para la industria automotriz, un equilibrio justo entre responsabilidades e ingresos, porque honestamente, los que estaban por encima de mí, en los puestos gerenciales, se llevaban muy buena plata, pero vivían enloquecidos con reuniones, tomar decisiones, con tener que dar respuestas, con presentaciones y un nivel de estrés que no quería vivir en absoluto, y los que estaban por debajo, obreros rasos, ellos solo obedecían ordenes, pero sus salarios eran miserables y eran los primeros en ser dejados cesantes en épocas de vacas flacas.
Con casi cincuenta tenía un equilibrio casi perfecto entre empleo y familia, mi esposa, mis hijos, mi hogar, jugar un poco de tenis con los amigos, alguna que otra salida y de vez en cuando unos días de licencia
Todo iba sobre rieles, trabajar en una multinacional da bastante respaldos y beneficios, en una vida tranquila y sin sobresaltos, pero en cada historia hay un 'pero', y la mía no sería la excepción a la regla.
La empresa que mencioné, en la cual tenía una antigüedad y respetabilidad considerable, era un monstruo a nivel mundial, líder en el rubro y proveedora a casi todas las marcas de coches conocidas actualmente, originaria de Alemania, tenía filiales por todas partes del mundo, y era tan grande que nuestra competencia no eran las otras empresas, sino las mismas filiales emplazadas en Brasil, Colombia, Chile donde se peleaba día a día por mostrar mejor competitividad.
Ese era nuestro desafío, si es que no queríamos terminar como la filiar de Uruguay, que, por su bajo volumen de producción y un problema político con el gobierno de turno, terminó siendo absorbida por nosotros, la par de Argentina.
Solo había un punto débil en la empresa, la imposibilidad de entrar en el gran país del norte, después de treinta años habían fallado una y otra vez, y esa era la mancha negra, EEUU era la puerta de entrada y salida para jugar en las grandes ligas, pero EEUU contaba con un par de empresas locales a las cuales no era posible competirles.
Y surgiría una nueva posibilidad, un joint venture con una pequeña empresa local de Costa Rica, quienes ya tenían algunos puntos acceso estratégicos y años de trayectoria en el en suelo yanqui, pero era demasiado pequeña para hacerle cosquillas a nadie. Así fue, que, insuflando una gran cantidad de euros, se llevaría la historia a otro nivel, una crecería en tamaño, otra conseguiría su objetivo, era solo ganar y ganar.
Cuando me llamaron a la gerencia de planta, todo el tema ya estaba resuelto, era un secreto a voces, comentarios de pasillos, pero de los detalles, esos íntimos de los cuales yo era parte sin saberlo, me enteraría solo en esa reunión.
Con honestidad, solo pensé que me llamaban para ponerme al tanto en forma oficial, pero el tema iba más lejos.
A solas con mi jefe, y el jefe de mi jefe, me anoticiaron que estaban instalando en Costa Rica una nueva línea de producción, de alta velocidad y tecnología de punta, muy similar a la que nosotros teníamos funcionando en nuestra planta de Argentina.
Mi trabajo? era simple, tenía que escoger un grupo de colaboradores de todas las áreas, viajar a Costa Rica por un mes y encargarme en persona de la puesta en marcha y capacitación del personal, para que en treinta días la línea estuviera funcionando en óptimas condiciones, y que pudiéramos volver tranquilos a nuestro país
Fue un momento difícil, esas propuestas, si bien son cordiales, se sabe que en verdad son ordenes con sonrisas a las cuales no se les puede decir que no, lo que equivaldría a quedar cesante en poco tiempo.
Lo peor fue convencer a mi esposa, con sus preguntas lógicas, por qué vos?, no había otro?, cuantos días son? que haré yo sola? y es que nuestra única hija ya se había casado, y a Cecilia, mi mujer, no le gustaba la soledad, nosotros éramos una pareja muy unida y esto sería un verdadero problema.
Salté los problemas, me puse manos a la obra, armé el que sería mi equipo de confianza, con el tacto suficiente para elegir en lo posible a aquellos que no tuvieran compromisos como el mío, no era grato hacer vivir a otros lo que yo estaba viviendo y necesitaba tener a la tropa con la moral bien arriba. También empezamos con los temas de documentación, reservas de hoteles y ubicación de la planta, en las afueras de San José.
Y lo más importante para mí, aprender donde iría, porque tenía un vago recuerdo de los países de américa central, ver en Google un poco, al norte Nicaragua, al sur Panamá, al este el Caribe y al oeste el Pacífico, me di cuenta que poco sabía y cuanto tenía por aprender.
Me despedí de mis afectos con mucho amor, no quería dejar mi hogar, pero no estaba en posición de elegir, el remisse pasó puntual y en poco más de media hora me reunía con mis compañeros de trabajo en el aeropuerto.
Entre bromas hicimos todos los papeles correspondientes, y recién pude distenderme cuando sentí que el avión tomaba vuelo empujado por el bramido feroz de sus motores.
El viaje fue un tanto cansador, parada en Brasil mediante, al fin aterrizamos en el internacional Juan Santamaría donde una comitiva nos esperaba para acercarnos al hotel.
Nos relajamos, era tarde, cenamos y nos fuimos a dormir, al día siguiente nos pasarían a buscar para nuestra primera visita a la empresa.
Ese primer encuentro sería un tanto risueño para nosotros, nos trataron con respeto y admiración, parecíamos los conquistadores que llegaban a américa, pero nosotros éramos simples mortales. Es cierto, la empresa se veía vieja y un tanto fuera de época, más a nuestros ojos acostumbrados la tecnología de punta de una empresa alemana, la nueva línea de producción estaba ya ensamblada y en los retoques finales, y era la niña bonita en medio de otras líneas de mediados de los sesenta, totalmente pasadas de moda.
Después de una rápida recorrida por la pequeña empresa, y mientras nos familiarizábamos con el acento y el castellano diferente que usaban 'los ticos', tendría mi primer encuentro a solas con Alejandro Vargas, mi par local con quien tenía que afinar detalles para llegar a buen puerto con el proyecto.
Fue una charla amena, me contó un poco su historia y yo la mía, y llegaría el instante en que cambiaría mi vida. En algún punto de la charla Alejandro llamó a su asistente personal, me dijo que por los días que yo estuviera en Costa Rica, ella sería mi mano derecha, para asistirme y facilitarme todo lo que necesitara.
Cuando Karolayn, o Karo como yo la llamaría, flanqueó la puerta de la sala por primera vez, y yo me quedé atontado por su belleza.
Estaba con un uniforme laboral discreto, pero sin embargo pude notar en ella una gordita preciosa, del tipo de mujer que a mí me gustaban, con llamativos pechos y una cola de película, con unos ojos negros que enamoraban a primera vista, cabellos largos para atraparte como si fueran redes, y unos labios perfectos que parecían delineados a mano.
Pero ella no era solo lo físico, me cautivó su acento, extraño a mis oídos, con una voz dulce y lenta, parecía muy sumisa, atenta y educada. Alejandro me dijo que estaba en un empleo temporal, haciendo carrera y estudiando al mismo tiempo, ella me regaló una sonrisa y noté sus dientes blancos brillando como perlas, me paré para saludarla, le extendí la mano, pero su impulso fue estirarse para besar mi mejilla, situación que nos trajo un poco de risas.
Creo que en ese momento las palabras de mi par quedaron en segundo plano, no sabía qué diablos pasaba en mi cabeza, puesto que ella en ese momento no era nadie, pero se había colado en mis pensamientos, una locura, tenía la edad de mi hija.
En lo que quedaría del día Karo se pegaría a mi lado en forma incondicional, al principio me daba cierta gracia porque me trataba de 'usted' a pesar de que leía en su mirada un grado de perversidad escondida.
Y del roce laboral cambiamos charlas de vidas, de su vida, de su país, de su gente, de su familia, de sus gustos, de la misma manera que yo le hice conocer por palabras mi historia en Argentina.
Dos noches después, día sábado, organizaron una cena en un restaurante, tradiciones naturales en estos casos, gente de un lado, gente del otro, todo pago por la empresa, y mientras algunos de mis compañeros planificaban ir de putas, a mí me intrigaba conocerla a ella fuera del ámbito laboral.
Karo no me defraudaría, por fuera de la empresa ella era aún más llamativa a mis ojos, enfundada en un discreto vestido negro a media pierna, con brillos en plateados, un escote profundo que dejaba notar demasiado el centro de sus turgentes pechos, con su juventud y su belleza natural, seria centro de miradas de propios y extraños.
Y charlamos hasta altas horas, demasiado tarde, sin darnos cuenta el tiempo se escurrió como arena entre los dedos y volví al hotel con la dulzura de su acento centroamericano aun jugando en mis oídos.
Ya en la soledad de mi habitación fui a higienizarme, oriné, me lavé los dientes, la cara, me miré al espejo y me fui a la cama pensando en ella, tomé mi celular, a repasar las últimas noticias del día que terminaba y fue cuando noté que me había olvidado de llamar a mi esposa, como hacía cada noche, miré la hora, seguro en Argentina serían cerca de las doce de la noche y me animé a llamarla, sabiendo que había hechos mal las cosas.
Me dijo que estaba en la cama esperando mi llamado, leyendo un libro, que era tarde y estaba preocupada por la ausencia de mi llamado, pero como sabía de mi trabajo, supuso que seguramente estaría ocupado.
Me sentí fatal, hablamos mucho, hasta que el sueño nos obligó a dejar la conversación con un beso y un te amo de despedida.
Llegaría el domingo, día libre, un poco más, un poco menos, todos tenían planes, excepto yo, me tildaron de amargado, de obsecuente, pero en verdad no tenía deseos de hacer nada especial.
Se acercaba el mediodía, estaba haciendo algunos trabajos con mi notebook, pensando ya en bajar al comedor del hotel por mi almuerzo, fue cuando sonó mi celular y ella estaba al otro lado, me dijo directamente si quería compartir el almuerzo y fue muy rico sentir su voz, es que no esperaba tamaña propuesta, y entre balbuceos le dije que viniera por mí al hotel, yo conocía poco y nada del lugar donde estaba.
Karo vino a mi encuentro, ella vivía sola, no tenía compromisos así que almorzamos en forma muy amena, éramos casuales compañeros de empleo, aunque a la distancia parecíamos padre e hija, o hasta los amantes típicos, el viejo y la joven, cambiando dinero por juventud.
Entre copas hablamos mucho, demasiado, como nunca habíamos hablado, le dije con mucho tacto sobre lo bonita que era, demasiado bonita para mí, a lo que ella respondía con sonrisas vergonzosas y ella hablaba de lo intelectual que me veía, un tipo maduro y aplomado, y que, por cierto, era demasiado atractivo para cualquier mujer, palabras que agrandaban mi ego.
Luego salimos de paseo, ella se ofreció a hacerme conocer lo mejor de San José, y mientras más pasaban las horas, más nos íbamos entrelazando, y el interés mutuo parecía acrecentarse peligrosamente.
Cuando el sol empezaba a caer por el horizonte, me invitó a pasar por su casa y realmente sabía que me ambos nos metíamos en un camino sin retorno, era obvio que su interés por mi iba más lejos de una compañía momentánea, ninguno los decía, pero queríamos comernos mutuamente.
Llegamos, Karo estacionó su pequeño coche a un lado, subimos las escaleras hasta el segundo piso, nos tomamos unos instantes, mientras ella preparaba un par de tragos con alcohol yo miraba el entorno y la miraba a ella, estaba vestida muy normalita de decirlo de alguna manera, solo con un jean degastado y una remera ancha.
Me convidó la bebida, nos miramos a los ojos y sentimos esa conexión entre un hombre que desea beber juventud y una joven a la que la excita la experiencia, traté de besarla, pero ella reculó un par de pasos abriendo distancia, me dijo que le diera un minuto, quería ponerse cómoda para la ocasión
La dejé ir a su cuarto con una rica picazón entre mis piernas, solo esperé a que ella regresara
Karo volvió minutos después, pero no era la niña inocente y tímida que yo conocía, la conejita se había transformado en una loba, con los ojos delineados, un look intimidante, con sostén, tanga y medias altas con ligas, en combinación de colores negros y rosas fuertes, con transparencias y bordados, caminando desafiante sobre unos sensuales zapatitos de tacos altos, haciendo que muriera en deseo con solo verla, fui hacia ella, a abordarla, pero nuevamente me rechazó dándome un empujón para que me apartara de su lado
Vamos marica... - dijo para mi sorpresa -
Volví a intentarlo, pero entonces recibí una fuerte cachetada que me sacó de eje, me sentí aturdido, sin entender
No me gustan los playos! - ya había aprendido el significado de esa palabra en los días de estancia en Costa Rica -
Volví a la carga, esta vez con más cuidado y con más fuerza, interceptado con mis manos sus brazos, impidiendo nuevos golpes, la hice recular hasta una de las paredes y apretando con fuerza sus brazos para inmovilizarlos le metí la lengua en la boca y pegué mis labios a los suyos, la sentí jadear y respirar muy rico, como que le gustaba toda la situación, apreté mi pecho contra sus tetas y refregué mi verga dura en su bajo vientre, se notaba el calor en el ambiente y esa tensión de un amor violento.
Pero Karo parecía una yegua salvaje que necesitaba ser domada, en un descuido me dio un rodillazo en mis partes bajas que me desconcertó, provocándome un dolor agudo que me obligó a retorcerme sobre uno de los sillones del cuarto, ella seguía con su aire altanero y volvió a jactarse
Parece que los argentinos son todos debiluchos...
Harto de sus juegos, ella había conseguido lo que estaba buscando, que yo dejara mi lado tierno y sacara la bestia primitiva, me incorporé apenas pude, me saqué el cinturón que sostenía mi pantalón y como si fuera un animal enlacé con él su cuello, la llevé casi a la rastra y ella no podía hacer otra cosa, porque si se resistía el lazo si iría ajustando peligrosamente sobre su garganta.
La puse en cuatro sobre el sillón, corrí su tanga y noté en sus labios depilados la melaza pegajosa de su excitación, le pasé entonces la lengua arrancándole un escalofrío contenido y otra vez, y otra, saboreando su conchita y su esfínter al tiempo que sensuales jadeos escapaban de sus labios.
Recordé los golpes que me había propinado, y fui por la revancha, me paré por detrás y le di una fuerte nalgada en su enorme y apetecible trasero, ella bramó y dijo
Siii!!!! así me gustan los machos!
Volví a golpearla con más fuerza y ella respondió con más excitación, era todo muy loco, solo empecé a cogerla con fuerzas, tomándola de la cintura y arqueándola para facilitar la penetración profunda y completa, Karo pronto cambiaria los gemidos por gritos contenidos y poco a poco trataba de escapar de mis garras para que no llegara tan profundo, pero entonces le deba una fuerte nalgada y la traía nuevamente contra mí para cerrar distancias
Ahora vas a ver lo que es un macho de verdad! - le dije en forma amenazante -
Pero ella levantó la apuesta y con su rico acento me provocó tirando
Hijo de puta! metémela por el culo! amo un buen anal!!!!
Esta Karo distaba mucho de la dulce secretaria personal, no hice mucho esfuerzo, apenas con la lubricación vaginal que tenía alcanzó para mojar su esfínter y sodomizarla, empecé a dársela con fuerzas nuevamente, toda hasta el fondo, una y otra vez mientras ella bramaba masturbándose el clítoris, era un acto sexual con la fuerza de un tornado y la furia de un volcán, le estaba dejando todo el culo abierto y ver esa situación me excitaba demasiado, ella no dejaba de provocarme con palabras y me sentí venir, le dije que le quería acabar en las tetas, eran hermosas, grandes y aún no había podido jugar con tremendos pechos, pero Karo una vez más me sorprendería con sus palabras
También tengo boca... - dijo desafiante -
Cambiamos de posición, ella ahora sentada masturbándome muy cerca de su rostro, con la mirada perdida en mi verga, respirando con dificultad, puesto que yo ajustaba más y más el cinturón sobre su cuello, no pude más y de repente acabé como hacía años que no acababa, saltó con mucha fuerza, en varios disparos, sobre su rostro, en su boca, en sus labios, Karo trataba de tragar todo pero yo solo la seguía ametrallando y el semen caliente en una imagen muy pornográfica cayó por su pera, por su pecho, llegando a sus tetas y su sostén.
Caí rendido hacia atrás, excitado, respirando a duras penas, transpirado, mientras ella, como una gata puta y caliente se limpiaba toda su piel con su lengua, incluso, en forma provocativa, había desnudado sus pechos y acariciaba sus pezones con su propia lengua, aun embardunada en mis jugos.
Seguimos haciéndolo hasta que fue muy tarde, cenamos unos emparedados improvisados y me llevó de regreso al hotel
El lunes en la empresa no sería un lunes más, en los ratos libres, todos contaban sus experiencias del fin de semana, todos menos yo, Karo era nuevamente la chica dócil y tímida que todos conocíamos, solo un amplio pañuelo rodeando su cuello salía de lo cotidiano.
En alguna escapada, lejos de ojos curiosos, ella me mostró las marcas violáceas que le habían ocasionado mi cinturón, tragué saliva, cerré los ojos, solo no habíamos podido evitarlo, basta de locuras dijimos.
Pero esa misma tarde ella me visitaría al hotel y la metería en mi habitación.
Al final de la historia, la nueva línea de montaje ya estaba en régimen, en plena producción y a máxima velocidad, nuestra incursión había sido todo un éxito y emprendíamos el regreso a Argentina para nunca más volver a Costa Rica, al menos esa era la historia oficial.
La hermosa Karo y yo cerramos nuestros labios en un pacto de silencio, vivimos cada día como si fuera el último, porque sabíamos que realmente habría un último día en nuestra relación y pasábamos del paraíso del trabajo al infierno de la intimidad, como locos, como tontos, como bohemios.
No había palabras, ni reclamos, ni pedidos imposibles, solo amarnos como animales primitivos, como nunca lo había hecho con ninguna mujer, como jamás volvería a hacerlo.
Bebí de ella la savia de su juventud, ella me robó lo mejor de mis años vividos, le propuse seguir en contacto, ella prefirió solo olvidarnos y quedarnos con lo mejor del momento.
Hoy no sé qué fue de su vida, alguna vez Alejandro, mi par costaricence me puso al tanto de que ella había terminado sus días en la empresa, se había recibido y había soltado alas por un mejor porvenir. Perdí todo contacto, paso el tiempo, no se que piense de mi, pero me gustaría que supiera que yo la recuerdo cada noche, lo mejor de mis días en Costa Rica
Si te gustó esta historia puedes escribirme con título COSTA RICA a dulces.placeres@live.com
http://www.poringa.net/posts/imagenes/4084661/Mi-amada-esposa.html
No te vas a arrepentir
COSTA RICA
Estaba cómodo en mi empleo, un cargo de jefatura de rango medio en una empresa internacional de insumos para la industria automotriz, un equilibrio justo entre responsabilidades e ingresos, porque honestamente, los que estaban por encima de mí, en los puestos gerenciales, se llevaban muy buena plata, pero vivían enloquecidos con reuniones, tomar decisiones, con tener que dar respuestas, con presentaciones y un nivel de estrés que no quería vivir en absoluto, y los que estaban por debajo, obreros rasos, ellos solo obedecían ordenes, pero sus salarios eran miserables y eran los primeros en ser dejados cesantes en épocas de vacas flacas.
Con casi cincuenta tenía un equilibrio casi perfecto entre empleo y familia, mi esposa, mis hijos, mi hogar, jugar un poco de tenis con los amigos, alguna que otra salida y de vez en cuando unos días de licencia
Todo iba sobre rieles, trabajar en una multinacional da bastante respaldos y beneficios, en una vida tranquila y sin sobresaltos, pero en cada historia hay un 'pero', y la mía no sería la excepción a la regla.
La empresa que mencioné, en la cual tenía una antigüedad y respetabilidad considerable, era un monstruo a nivel mundial, líder en el rubro y proveedora a casi todas las marcas de coches conocidas actualmente, originaria de Alemania, tenía filiales por todas partes del mundo, y era tan grande que nuestra competencia no eran las otras empresas, sino las mismas filiales emplazadas en Brasil, Colombia, Chile donde se peleaba día a día por mostrar mejor competitividad.
Ese era nuestro desafío, si es que no queríamos terminar como la filiar de Uruguay, que, por su bajo volumen de producción y un problema político con el gobierno de turno, terminó siendo absorbida por nosotros, la par de Argentina.
Solo había un punto débil en la empresa, la imposibilidad de entrar en el gran país del norte, después de treinta años habían fallado una y otra vez, y esa era la mancha negra, EEUU era la puerta de entrada y salida para jugar en las grandes ligas, pero EEUU contaba con un par de empresas locales a las cuales no era posible competirles.
Y surgiría una nueva posibilidad, un joint venture con una pequeña empresa local de Costa Rica, quienes ya tenían algunos puntos acceso estratégicos y años de trayectoria en el en suelo yanqui, pero era demasiado pequeña para hacerle cosquillas a nadie. Así fue, que, insuflando una gran cantidad de euros, se llevaría la historia a otro nivel, una crecería en tamaño, otra conseguiría su objetivo, era solo ganar y ganar.
Cuando me llamaron a la gerencia de planta, todo el tema ya estaba resuelto, era un secreto a voces, comentarios de pasillos, pero de los detalles, esos íntimos de los cuales yo era parte sin saberlo, me enteraría solo en esa reunión.
Con honestidad, solo pensé que me llamaban para ponerme al tanto en forma oficial, pero el tema iba más lejos.
A solas con mi jefe, y el jefe de mi jefe, me anoticiaron que estaban instalando en Costa Rica una nueva línea de producción, de alta velocidad y tecnología de punta, muy similar a la que nosotros teníamos funcionando en nuestra planta de Argentina.
Mi trabajo? era simple, tenía que escoger un grupo de colaboradores de todas las áreas, viajar a Costa Rica por un mes y encargarme en persona de la puesta en marcha y capacitación del personal, para que en treinta días la línea estuviera funcionando en óptimas condiciones, y que pudiéramos volver tranquilos a nuestro país
Fue un momento difícil, esas propuestas, si bien son cordiales, se sabe que en verdad son ordenes con sonrisas a las cuales no se les puede decir que no, lo que equivaldría a quedar cesante en poco tiempo.
Lo peor fue convencer a mi esposa, con sus preguntas lógicas, por qué vos?, no había otro?, cuantos días son? que haré yo sola? y es que nuestra única hija ya se había casado, y a Cecilia, mi mujer, no le gustaba la soledad, nosotros éramos una pareja muy unida y esto sería un verdadero problema.
Salté los problemas, me puse manos a la obra, armé el que sería mi equipo de confianza, con el tacto suficiente para elegir en lo posible a aquellos que no tuvieran compromisos como el mío, no era grato hacer vivir a otros lo que yo estaba viviendo y necesitaba tener a la tropa con la moral bien arriba. También empezamos con los temas de documentación, reservas de hoteles y ubicación de la planta, en las afueras de San José.
Y lo más importante para mí, aprender donde iría, porque tenía un vago recuerdo de los países de américa central, ver en Google un poco, al norte Nicaragua, al sur Panamá, al este el Caribe y al oeste el Pacífico, me di cuenta que poco sabía y cuanto tenía por aprender.
Me despedí de mis afectos con mucho amor, no quería dejar mi hogar, pero no estaba en posición de elegir, el remisse pasó puntual y en poco más de media hora me reunía con mis compañeros de trabajo en el aeropuerto.
Entre bromas hicimos todos los papeles correspondientes, y recién pude distenderme cuando sentí que el avión tomaba vuelo empujado por el bramido feroz de sus motores.
El viaje fue un tanto cansador, parada en Brasil mediante, al fin aterrizamos en el internacional Juan Santamaría donde una comitiva nos esperaba para acercarnos al hotel.
Nos relajamos, era tarde, cenamos y nos fuimos a dormir, al día siguiente nos pasarían a buscar para nuestra primera visita a la empresa.
Ese primer encuentro sería un tanto risueño para nosotros, nos trataron con respeto y admiración, parecíamos los conquistadores que llegaban a américa, pero nosotros éramos simples mortales. Es cierto, la empresa se veía vieja y un tanto fuera de época, más a nuestros ojos acostumbrados la tecnología de punta de una empresa alemana, la nueva línea de producción estaba ya ensamblada y en los retoques finales, y era la niña bonita en medio de otras líneas de mediados de los sesenta, totalmente pasadas de moda.
Después de una rápida recorrida por la pequeña empresa, y mientras nos familiarizábamos con el acento y el castellano diferente que usaban 'los ticos', tendría mi primer encuentro a solas con Alejandro Vargas, mi par local con quien tenía que afinar detalles para llegar a buen puerto con el proyecto.
Fue una charla amena, me contó un poco su historia y yo la mía, y llegaría el instante en que cambiaría mi vida. En algún punto de la charla Alejandro llamó a su asistente personal, me dijo que por los días que yo estuviera en Costa Rica, ella sería mi mano derecha, para asistirme y facilitarme todo lo que necesitara.
Cuando Karolayn, o Karo como yo la llamaría, flanqueó la puerta de la sala por primera vez, y yo me quedé atontado por su belleza.
Estaba con un uniforme laboral discreto, pero sin embargo pude notar en ella una gordita preciosa, del tipo de mujer que a mí me gustaban, con llamativos pechos y una cola de película, con unos ojos negros que enamoraban a primera vista, cabellos largos para atraparte como si fueran redes, y unos labios perfectos que parecían delineados a mano.
Pero ella no era solo lo físico, me cautivó su acento, extraño a mis oídos, con una voz dulce y lenta, parecía muy sumisa, atenta y educada. Alejandro me dijo que estaba en un empleo temporal, haciendo carrera y estudiando al mismo tiempo, ella me regaló una sonrisa y noté sus dientes blancos brillando como perlas, me paré para saludarla, le extendí la mano, pero su impulso fue estirarse para besar mi mejilla, situación que nos trajo un poco de risas.
Creo que en ese momento las palabras de mi par quedaron en segundo plano, no sabía qué diablos pasaba en mi cabeza, puesto que ella en ese momento no era nadie, pero se había colado en mis pensamientos, una locura, tenía la edad de mi hija.
En lo que quedaría del día Karo se pegaría a mi lado en forma incondicional, al principio me daba cierta gracia porque me trataba de 'usted' a pesar de que leía en su mirada un grado de perversidad escondida.
Y del roce laboral cambiamos charlas de vidas, de su vida, de su país, de su gente, de su familia, de sus gustos, de la misma manera que yo le hice conocer por palabras mi historia en Argentina.
Dos noches después, día sábado, organizaron una cena en un restaurante, tradiciones naturales en estos casos, gente de un lado, gente del otro, todo pago por la empresa, y mientras algunos de mis compañeros planificaban ir de putas, a mí me intrigaba conocerla a ella fuera del ámbito laboral.
Karo no me defraudaría, por fuera de la empresa ella era aún más llamativa a mis ojos, enfundada en un discreto vestido negro a media pierna, con brillos en plateados, un escote profundo que dejaba notar demasiado el centro de sus turgentes pechos, con su juventud y su belleza natural, seria centro de miradas de propios y extraños.
Y charlamos hasta altas horas, demasiado tarde, sin darnos cuenta el tiempo se escurrió como arena entre los dedos y volví al hotel con la dulzura de su acento centroamericano aun jugando en mis oídos.
Ya en la soledad de mi habitación fui a higienizarme, oriné, me lavé los dientes, la cara, me miré al espejo y me fui a la cama pensando en ella, tomé mi celular, a repasar las últimas noticias del día que terminaba y fue cuando noté que me había olvidado de llamar a mi esposa, como hacía cada noche, miré la hora, seguro en Argentina serían cerca de las doce de la noche y me animé a llamarla, sabiendo que había hechos mal las cosas.
Me dijo que estaba en la cama esperando mi llamado, leyendo un libro, que era tarde y estaba preocupada por la ausencia de mi llamado, pero como sabía de mi trabajo, supuso que seguramente estaría ocupado.
Me sentí fatal, hablamos mucho, hasta que el sueño nos obligó a dejar la conversación con un beso y un te amo de despedida.
Llegaría el domingo, día libre, un poco más, un poco menos, todos tenían planes, excepto yo, me tildaron de amargado, de obsecuente, pero en verdad no tenía deseos de hacer nada especial.
Se acercaba el mediodía, estaba haciendo algunos trabajos con mi notebook, pensando ya en bajar al comedor del hotel por mi almuerzo, fue cuando sonó mi celular y ella estaba al otro lado, me dijo directamente si quería compartir el almuerzo y fue muy rico sentir su voz, es que no esperaba tamaña propuesta, y entre balbuceos le dije que viniera por mí al hotel, yo conocía poco y nada del lugar donde estaba.
Karo vino a mi encuentro, ella vivía sola, no tenía compromisos así que almorzamos en forma muy amena, éramos casuales compañeros de empleo, aunque a la distancia parecíamos padre e hija, o hasta los amantes típicos, el viejo y la joven, cambiando dinero por juventud.
Entre copas hablamos mucho, demasiado, como nunca habíamos hablado, le dije con mucho tacto sobre lo bonita que era, demasiado bonita para mí, a lo que ella respondía con sonrisas vergonzosas y ella hablaba de lo intelectual que me veía, un tipo maduro y aplomado, y que, por cierto, era demasiado atractivo para cualquier mujer, palabras que agrandaban mi ego.
Luego salimos de paseo, ella se ofreció a hacerme conocer lo mejor de San José, y mientras más pasaban las horas, más nos íbamos entrelazando, y el interés mutuo parecía acrecentarse peligrosamente.
Cuando el sol empezaba a caer por el horizonte, me invitó a pasar por su casa y realmente sabía que me ambos nos metíamos en un camino sin retorno, era obvio que su interés por mi iba más lejos de una compañía momentánea, ninguno los decía, pero queríamos comernos mutuamente.
Llegamos, Karo estacionó su pequeño coche a un lado, subimos las escaleras hasta el segundo piso, nos tomamos unos instantes, mientras ella preparaba un par de tragos con alcohol yo miraba el entorno y la miraba a ella, estaba vestida muy normalita de decirlo de alguna manera, solo con un jean degastado y una remera ancha.
Me convidó la bebida, nos miramos a los ojos y sentimos esa conexión entre un hombre que desea beber juventud y una joven a la que la excita la experiencia, traté de besarla, pero ella reculó un par de pasos abriendo distancia, me dijo que le diera un minuto, quería ponerse cómoda para la ocasión
La dejé ir a su cuarto con una rica picazón entre mis piernas, solo esperé a que ella regresara
Karo volvió minutos después, pero no era la niña inocente y tímida que yo conocía, la conejita se había transformado en una loba, con los ojos delineados, un look intimidante, con sostén, tanga y medias altas con ligas, en combinación de colores negros y rosas fuertes, con transparencias y bordados, caminando desafiante sobre unos sensuales zapatitos de tacos altos, haciendo que muriera en deseo con solo verla, fui hacia ella, a abordarla, pero nuevamente me rechazó dándome un empujón para que me apartara de su lado
Vamos marica... - dijo para mi sorpresa -
Volví a intentarlo, pero entonces recibí una fuerte cachetada que me sacó de eje, me sentí aturdido, sin entender
No me gustan los playos! - ya había aprendido el significado de esa palabra en los días de estancia en Costa Rica -
Volví a la carga, esta vez con más cuidado y con más fuerza, interceptado con mis manos sus brazos, impidiendo nuevos golpes, la hice recular hasta una de las paredes y apretando con fuerza sus brazos para inmovilizarlos le metí la lengua en la boca y pegué mis labios a los suyos, la sentí jadear y respirar muy rico, como que le gustaba toda la situación, apreté mi pecho contra sus tetas y refregué mi verga dura en su bajo vientre, se notaba el calor en el ambiente y esa tensión de un amor violento.
Pero Karo parecía una yegua salvaje que necesitaba ser domada, en un descuido me dio un rodillazo en mis partes bajas que me desconcertó, provocándome un dolor agudo que me obligó a retorcerme sobre uno de los sillones del cuarto, ella seguía con su aire altanero y volvió a jactarse
Parece que los argentinos son todos debiluchos...
Harto de sus juegos, ella había conseguido lo que estaba buscando, que yo dejara mi lado tierno y sacara la bestia primitiva, me incorporé apenas pude, me saqué el cinturón que sostenía mi pantalón y como si fuera un animal enlacé con él su cuello, la llevé casi a la rastra y ella no podía hacer otra cosa, porque si se resistía el lazo si iría ajustando peligrosamente sobre su garganta.
La puse en cuatro sobre el sillón, corrí su tanga y noté en sus labios depilados la melaza pegajosa de su excitación, le pasé entonces la lengua arrancándole un escalofrío contenido y otra vez, y otra, saboreando su conchita y su esfínter al tiempo que sensuales jadeos escapaban de sus labios.
Recordé los golpes que me había propinado, y fui por la revancha, me paré por detrás y le di una fuerte nalgada en su enorme y apetecible trasero, ella bramó y dijo
Siii!!!! así me gustan los machos!
Volví a golpearla con más fuerza y ella respondió con más excitación, era todo muy loco, solo empecé a cogerla con fuerzas, tomándola de la cintura y arqueándola para facilitar la penetración profunda y completa, Karo pronto cambiaria los gemidos por gritos contenidos y poco a poco trataba de escapar de mis garras para que no llegara tan profundo, pero entonces le deba una fuerte nalgada y la traía nuevamente contra mí para cerrar distancias
Ahora vas a ver lo que es un macho de verdad! - le dije en forma amenazante -
Pero ella levantó la apuesta y con su rico acento me provocó tirando
Hijo de puta! metémela por el culo! amo un buen anal!!!!
Esta Karo distaba mucho de la dulce secretaria personal, no hice mucho esfuerzo, apenas con la lubricación vaginal que tenía alcanzó para mojar su esfínter y sodomizarla, empecé a dársela con fuerzas nuevamente, toda hasta el fondo, una y otra vez mientras ella bramaba masturbándose el clítoris, era un acto sexual con la fuerza de un tornado y la furia de un volcán, le estaba dejando todo el culo abierto y ver esa situación me excitaba demasiado, ella no dejaba de provocarme con palabras y me sentí venir, le dije que le quería acabar en las tetas, eran hermosas, grandes y aún no había podido jugar con tremendos pechos, pero Karo una vez más me sorprendería con sus palabras
También tengo boca... - dijo desafiante -
Cambiamos de posición, ella ahora sentada masturbándome muy cerca de su rostro, con la mirada perdida en mi verga, respirando con dificultad, puesto que yo ajustaba más y más el cinturón sobre su cuello, no pude más y de repente acabé como hacía años que no acababa, saltó con mucha fuerza, en varios disparos, sobre su rostro, en su boca, en sus labios, Karo trataba de tragar todo pero yo solo la seguía ametrallando y el semen caliente en una imagen muy pornográfica cayó por su pera, por su pecho, llegando a sus tetas y su sostén.
Caí rendido hacia atrás, excitado, respirando a duras penas, transpirado, mientras ella, como una gata puta y caliente se limpiaba toda su piel con su lengua, incluso, en forma provocativa, había desnudado sus pechos y acariciaba sus pezones con su propia lengua, aun embardunada en mis jugos.
Seguimos haciéndolo hasta que fue muy tarde, cenamos unos emparedados improvisados y me llevó de regreso al hotel
El lunes en la empresa no sería un lunes más, en los ratos libres, todos contaban sus experiencias del fin de semana, todos menos yo, Karo era nuevamente la chica dócil y tímida que todos conocíamos, solo un amplio pañuelo rodeando su cuello salía de lo cotidiano.
En alguna escapada, lejos de ojos curiosos, ella me mostró las marcas violáceas que le habían ocasionado mi cinturón, tragué saliva, cerré los ojos, solo no habíamos podido evitarlo, basta de locuras dijimos.
Pero esa misma tarde ella me visitaría al hotel y la metería en mi habitación.
Al final de la historia, la nueva línea de montaje ya estaba en régimen, en plena producción y a máxima velocidad, nuestra incursión había sido todo un éxito y emprendíamos el regreso a Argentina para nunca más volver a Costa Rica, al menos esa era la historia oficial.
La hermosa Karo y yo cerramos nuestros labios en un pacto de silencio, vivimos cada día como si fuera el último, porque sabíamos que realmente habría un último día en nuestra relación y pasábamos del paraíso del trabajo al infierno de la intimidad, como locos, como tontos, como bohemios.
No había palabras, ni reclamos, ni pedidos imposibles, solo amarnos como animales primitivos, como nunca lo había hecho con ninguna mujer, como jamás volvería a hacerlo.
Bebí de ella la savia de su juventud, ella me robó lo mejor de mis años vividos, le propuse seguir en contacto, ella prefirió solo olvidarnos y quedarnos con lo mejor del momento.
Hoy no sé qué fue de su vida, alguna vez Alejandro, mi par costaricence me puso al tanto de que ella había terminado sus días en la empresa, se había recibido y había soltado alas por un mejor porvenir. Perdí todo contacto, paso el tiempo, no se que piense de mi, pero me gustaría que supiera que yo la recuerdo cada noche, lo mejor de mis días en Costa Rica
Si te gustó esta historia puedes escribirme con título COSTA RICA a dulces.placeres@live.com
1 comentarios - Costa Rica