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Mientras juegan a padell

El lunes tengo una reunión de trabajo y he aprovechado para pasar el fin de semana en este hotel cerca del mar para poder acabar las presentaciones que tengo que hacer y poder estar fresco a primera hora ya que del éxito o no, depende mi futuro en la empresa.
Estoy cenando en el comedor del hotel. Al estar solo me entretengo en observar con disimulo al resto de los clientes e imaginarme como deben ser en su vida cotidiana. En una mesa cercana hay una pareja de unos treinta y tantos, que prácticamente no se han dirigido la palabra.
Ella no es guapa pero en las formas y gestos derrocha elegancia y clase. Deduzco que el hombre que la acompaña debe ser su marido por lo poco que se comunican. Él tiene pinta de ser un vivales que supo aprovechar la oportunidad para caza un buen partido..
Se cree distinguido y lo explota con todas las mujeres menos con su mujer. La camarera ya le ha tenido que parar los pies. En fin, una pareja de circunstancias, ella enamorada y rica, mientras que él un aprovechado.
Terminan de cenar y se levantan para irse. Me llevo una sorpresa mayúscula, la falta de atractivo desde la cintura para arriba queda ampliamente compensado por unas caderas estupendamente modeladas, unas largas piernas y un culo… sobre todo un culo… de los que me quitan el "sentido".
Me cuesta describirlo, yo lo encuentro perfecto y entiendo bastante, pues me fijo mucho en ese estupendo atributo de las mujeres. Anda con mucha seguridad y elegancia sobre unas sandalias de tacón alto que hacen que sus cachetes se muevan graciosamente.
Viste un pantalón de los que llaman de pirata, ajustado en la parte superior y más holgado en las piernas hasta un poco más debajo de la rodilla.
Si poder evitarlo mis ojos la siguen por toda la sala hasta que desaparece tras la puerta.  Termino de cenar un poco decepcionado por no poder disfrutar de la visión de ese trasero tan hermoso y me encamino con andar cansino hacia el hall y luego a la habitación.
En el trayecto descubro a la pareja  junto a la barra del bar. Atraído como por un imán, dirijo mis pasos hacia allí con intención de poder disfrutar un ratito de tan excepcional visión. Él está sentado en una mesa y ella apoyada en la barra mientras un simpático camarero la atiende.
Me acerco hasta colocarme a su lado, con el brazo extendido a lo largo del cuerpo, con la mano semi cerrada y con el dorso hacia arriba. Mi mano se adapta a la curva de su culo y se la paso rozando muy levemente por la parte baja de la nalga. Luego al pasar de una a la otra noto la raja del culo con nitidez.
De mi mano saltan chispas y mi corazón late apresuradamente. Me siento muy excitado y complacido. Ya he tomado mi pequeño trofeo a costa de ese culo que me quita el sentido. La señora no parece haber percibido nada y se vuelve a su mesa con dos vasos de bebida.
Más tarde, la animadora del hotel organiza unos juegos y los clientes hacen un gran corro en la sala, mientras que otros siguen los juegos. Mi deseada dama está en una esquina de la sala pero no veo a su marido. Me voy hacia allá a intentar dar rienda suelta a mi obsesión por su atractivo culo.
Poco a poco, consigo ponerme a su lado y repito el roce que antes me resulto tan excitante. La señora se distancia unos centímetros pero no dice nada. No sé si repetir o no, es arriesgado…una vez puede ser casual pero dos veces seguidas?
Mi obsesión puede más y repito. Al terminar, ella vuelve un poco la cara con una tímida sonrisa y casi susurrando, me dice:
-       Mi marido está por aquí cerca y tiene muy mala leche. No le gustaría saber lo que estás haciendo. Te lo digo por tu bien.
Me siento pillado  >in fraganti< y retiro la mano rápidamente. Tras unos segundos de indecisión, mi cabeza empieza a darle vueltas a su frase. Me lo habrá dicho para que me vaya o será una invitación velada, con una advertencia para extremar la discreción por mi parte.
Cegado por mi excitación y mi atracción enfermiza, doy como válida la segunda opción y vuelvo a la carga. Supongo que ella me da por imposible e inofensivo, y ya que estamos en una posición muy resguardada y discreta, se deja hacer.
Con mucha suavidad recorro sus curvas con el dorso de la mano disfrutando de la excitación que me proporcionan por una parte el contacto de un culo perfecto y por otra, la situación de permisividad y peligro en que lo consigo.
Poco antes de que terminen los juegos y se deshaga el corro, ella deja ir la mano hacia atrás y me da con disimulo dos golpecitos seguidos en la polla que esta tremendamente hinchada. Luego, sin volverse, se va y se dirige hacia su mesa. Minutos más tarde la pareja se encamina hacia su habitación.
Yo trato de disimular el enorme bulto que tengo en el pantalón mientras me retiro a la soledad de la habitación
Cuando pasadas un par de horas me acuesto, no consigo conciliar el sueño y termino por hacerme una paja soñando con poder volver a acariciar ese culito tan bonito.
Durante el desayuno, espero con ilusión a que baje. Por fin, aparecen el delante y ella detrás vistiendo un bonito pantalón ajustado que se adapta como un guante a sus preciosas curvas.
Intercambiamos una sonrisa de complicidad y ella se pierde al final del comedor. A media mañana bajo hacia la playa del hotel. En uno de los jardines hay gente jugando al padell. Me paro a curiosear para terminar viendo jugar al marido de la dama.La busco a ella pero ella no está allí.
Tras hacer una buena jugada, el marido alza la vista y hace un gesto. Descubro que ella está en la ventana del segundo piso observando el juego. Casi a la hora de comer vuelvo al hotel. Todavía juegan y ella también permanece mirando desde la ventana. Una cortina verdosa ondea detrás de ella movida por la brisa.
Mi cabeza saca humo pensando como poder acercarme a ella. Al salir del comedor se me enciende la luz, al ver un cartel que dice: “Esta tarde a la 16:30 eliminatorias de padell”.
Espero con ansiedad que sea la hora, y me encamino a la habitación donde se aloja mi dama.
-       ¿Qué quieres? ¿qué haces aquí?, me pregunta sorprendida tras abrir la puerta.
-       Vuelve a la ventana por favor, ahora te lo explico, le digo.
Ella así lo hace y se pone tras la cortina asomada a la ventana. Me acerco a ella, mis manos empujan la cortina hasta que esta queda ceñida al cuerpo de la dama, mientras le digo con voz entrecortada por la emoción:
-       Tenía que tenerte de nuevo estoy obsesionado por acariciarte el culo, me he vuelto loco pensando en él.
No dice nada pero da un pequeño saltillo, como queriéndose escapar de la situación.
Luego se acomoda de nuevo y se deja acariciar. Supongo que la curiosidad y la excitación de esta extraña situación pueden más que su sentido de la responsabilidad. Yo me deshago acariciando su culito tras la cortina. Nunca pensé que lo tendría a mi disposición como ahora.
Ella permanece asomada a la ventana con la cortina a su espalda. Yo permanezco detrás de la cortina, escondido a la vista desde fuera. Con cuidado levanto la cortina poco a poco, como si se levantase el telón. Sus piernas van apareciendo ante mi, anunciando la próxima irrupción de sus nalgas.
Protegido por la cortina, voy levantando también el vestido. Enseguida aparece su culo delante de mí y no puedo evitar dar un gran resoplido. Las braguitas parten en diagonal los glúteos y consiguen embellecer aún más sus curvas.
Me cojo a ellos y los acaricio como si fueran de terciopelo. Mi excitación es máxima, y siento como ella se deja hacer complacida y complaciente. Antes de que se pueda negar, meto mis dedos debajo de las braguitas y tiro de ellas hacia abajo.
Ella se agita sorprendida y excitada, pero no hace intención de cambiar la situación. Yo me aprovecho y disfruto como nunca, contemplando de cerca su culo, acariciándolo, apretándolo y besándolo.
Consigo separarle un poco las piernas, lo que me permite acariciar la parte interior de sus muslos y finalmente los labios de su sexo. Cuando mis dedos recorren esta zona, sus piernas parecen flaquear y un ligero temblor las sacude.
Cuando mis dedos quedan humedecidos, compruebo que a ella también está disfrutando. Esto me anima, me bajo los pantalones y me meneo la polla mientras sigo acariciando su sexo y su culo.
Ya estoy a punto de correrme, me levanto y froto con el capullo por su culo. Mi placer es indescriptible. Coloco la polla entre sus piernas, moviéndome adelante y atrás, haciéndola rozar contra sus labios.
Cada vez está todo más húmedo y siento unos deseos enormes de penetrarla. Coloco la punta en la entrada de su chocho, sin darle un respiro, empujo y le meto la punta. Un gemido entrecortado se escapa de su boca. Antes de que pueda reaccionar se la meto un poco más.
Ella se inclina hacia delante para poder recibirla mejor. No se imagina que tengo una polla bien hermosa y larga, y que se la pienso meter toda. Poco a poco se la voy metiendo, al tiempo que ella se inclina más y más.
Apoya los antebrazos en el marco de la ventana al tiempo que pone su barbilla sobre las manos. Su espalda está casi horizontal y la penetración es muy profunda. Con las manos sujeto sus caderas para que no se balanceen mientras la meto y la saco enérgicamente.
Mi corrida es apoteósica. Ella se estremece y tiembla como una hoja movida por el viento. No veo hacia donde está mirando, ni su cara, pero las contracciones de su chocho no dejan lugar a dudas, ha conseguido su orgasmo mirando como juegan al padell.

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