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Mi mujer, la mejor empleada de su jefe

Que tal mis estimados lectores este es mi primer relato aquí, dónde les contaré cómo mi mujer sucumbió ante los más bajos deseos de su jefe en el trabajo, cabe mencionar que ella ha colaborado escribiendo parte de los diálogos y escenas de esta historia, espero más adelante contarles como la fui llevando a este mundo de los relatos para que ella también se exprese por este medio, por ahora los dejamos con esta historia.
Hace algunos meses mi mujer y yo nos separamos por un tiempo, fue en ese momento cuando muchos aprovecharon para hacerse de sus carnes, entre ellos su jefe.
Ella siempre me decía que su jefe era un hombre mayor como de 50 años, muy atento y cordial, le tenía pequeñas preferencias y la solía elegir para tomar decisiones sobre su equipo de trabajo o la manera de trabajar.
Debido a esto yo siempre tuve mis sospechas sobre aquel señor.
Lupita mi mujer, es una chica de 24 años, bajita, de tez blanca, pelo largo, tiene un trasero pequeño y redondito, y un par de tetas enormes y jugosas muy redonditas que aun poniéndose sudaderas holgadas se le remarcan, lo que la hace bastante antojable, además de tener una carita de inocencia y ternura que se complementa con sus gafas.
En fin cuando volví con ella, un día mientras teníamos sexo, jugué con ella (como lo había hecho otras veces) a qué yo era su jefe, mientras la penetraba con fuerza le decía que si quería un aumento de sueldo me tendría que dar las nalgas cada semana y asistir al trabajo con blusas escotadas para disfrutar de sus lindos pechos.
Mientras le decía aquello note en su expresión una mueca diferente, algo seria como si le molestara lo que le decía, cosa que nunca había pasado si no todo lo contrario ella asumía su rol y se portaba sumisa a mis órdenes, sin embargo está ocasión sucedió que la note un poco incómoda con aquello, llegando al punto de que de cierta manera ella dejo de moverse y se quedó callada mientras yo le decía toda clase de bajezas.
De inmediato creí que si le molestaba era por alguna razón y la quería averiguar, la voltee para perforarla boca abajo, mientras la clavaba le decía toda clase de bajezas, ella solo se limitaba a gemir un poco.
-¿Alguien más te ha hecho suya verdad?
-¿Te la metieron?
-¿He?
En eso ella trato de incorporarse para detener la penetración pero le coloque mi mano sobre la nuca obligándola a permanecer ahí.
-Dime amor, dime quién te cogió
-¿Fue tu jefe verdad?
En tanto le decía eso besaba su espalda y le apretaba las nalgas, en eso ella tiró un codazo que impactó en mi costado y peleó para poderse quitar.
El golpe me hizo perder aire y algo de fuerza momento que aprovechó para liberarse, se dio la vuelta y con una cara un poco extrañada se cubrió y me dijo que ya no quería seguir.
Le pregunté por qué, si siempre jugábamos así, ella respondió que mis preguntas la hicieron sentirse algo incómoda.
-¿Bueno, entonces si pasó algo no?
Se quedó muda no dijo nada.
A mi me ponía muy caliente la idea de que se la estuvieran cogiendo por otro lado.
Le dije que tenía curiosidad y que si lo hizo a final de cuentas en ese momento no estábamos juntos y no había hecho nada malo.
-¿Entonces para qué quieres saber?
Yo esperaba esa pregunta.
Por qué quiero saberlo? porque me calienta, me excita la idea de saber que otro te disfruto y quiero saber cómo lo hizo.
-¿O sea quieres que te cuente o qué?
-Sí, ¡quiero saberlo! -le dije con el miembro durísimo entre las manos.
Me miraba con cierto desagrado ante tal situación, pero seguí insistiendo le dije que era una fantasía y quería que me ayudará a cumplirla.
Volví a besar su cuello y a meterle los dedos en su mojada panochita para calentarla y relajarla otra vez, mientras en su oído le susurraba insistentemente
Cuéntame, dime como te pusieron, dime si te dieron duro, si fuiste obediente.
Note que se comenzaba a morder los labios por lo que poco a poco la situación también la estaba calentando.
-Dime por favor ¿Te cogieron?
-si.
-¿Fue duro contigo?
-Un poco...
-¿Quien fue?
(Solo soltó un fuerte gemido)
-¿Quien fue mi putita?
-Don Jorge...
En ese momento sentí un éxtasis inmenso.
-¿te cogió mucho mi amor?
-no, solo una vez.
-¿Y te gusto?
-para, me siento culpable al decirte esto.
-yo te siento muy mojada, pero hagamos algo, vas a hacer penitencia ¿te parece?
-¿como?
-quiero que me la chupes, mientras me dices como te cogió ese cabrón, si lo haces te prometo que no vuelvo a tocar el tema y todo estará olvidado.
Ella se quedó pensando mientras le seguía metiendo los dedos.
-está bien, pero que conste que tú lo has pedido.
-si, mi amor.
Me recosté y abrí las piernas, ella se metió entre mis muslos y empezó a lamerme los huevos mientras jalaba mi miembro.
-que rica verga amor, pero no como la de don Jorge, tiene un pitote el pinche viejito.
-¿La tiene más grande que yo?
-un poco, pero es mucho más gorda, ¡mucho!
-haa sigue, dime cómo fue que te cogió.
Mientras ella tragaba yo estaba fascinado con la vista que tenía de sus tetas colgando mientras me contaba su historia.
Fue un viernes, teníamos bastante trabajo y el turno termino un poco tarde como a eso de las nueve, el señor se ofreció a llevarme a mi casa por lo tarde que era, dijo que solo tenía que esperar a que enviara un par de correos y listo.
Mis demás compañeras se fueron al igual que el encargado, solo nos quedamos él y yo, me invitó a su oficina y me preparó un café mientras esperaba.
Me preguntó por ti y por qué habíamos terminado, yo ya me quería ir, pero él no paraba de hacer plática y terminar lo que tenía pendiente.
En eso cerró su laptop, me dijo que era una niña muy linda para estar sola y que necesitaba de alguien que cuidara de mi.
Le agradecí el cumplido y le pregunté si había terminado.
-Tranquila Lupita ya casi nos vamos, ven tomate algo más fuerte para el frío.
Me sirvió un trago de whisky y nos sentamos en un sofá que tiene en su oficina.
Don Jorge: sabes Lupita, he estado pensando en darte un bono, has trabajado muy bien y creo que lo mereces.
Lupita: ¿En serio? ¡Gracias Don Jorge!
Don Jorge: Si, aunque hay algo en lo que me podrías ayudar para obtener el bono
Lupita: Claro dígame
Don Jorge: Bueno es algo complicado…
Se tomó de un jalón el trago y me pidió hacer lo mismo, y de inmediato sirvió otro par.
Se sentó muy pegado a mi, clavando su mirada en la mía.
Don Jorge: Verás, la tarea que necesito me gustaría que la realizarás hoy, ahora de hecho.
Lupita: ¿Mmm ahora? Ya es algo tarde.
Don Jorge: Precisamente.
Yo sentí un poquito de temor, estábamos solos y ya era tarde; En eso sentí su mano sobre mi rodilla, y trate de reaccionar pero no hice nada.
Don Jorge: tomate el trago pequeña, al menos debes de tomar los 3 de regla.
Yo al creer que después de la última copa nos iríamos, lo bebí de jalón y sentí el calorcito del alcohol en mi cuerpo.
El jefe se levantó y sirvió otro un poco más cargado.
Don Jorge: Toma Lupita, mira seré directo y honesto contigo, la verdad es que me gustas mucho, no te había comentado nada por qué eres una niña muy recatada y muy tranquila pero la verdad es que ya no aguanto las ganas, me encanta tu cuerpo, no dejo de pensar en la idea de hacerte mía.
Yo quedé impactada, nunca hubiera pensado eso de Don Jorge, le dije que no y que por favor me llevara a mi casa.
Don Jorge: Mira puedes negarte o puedes complacerme y llevarte esto.
Sacó un fajo de billetes eran como quince mil pesos.
Don Jorge: sé que lo necesitas para saldar deudas de tu mamá ¿no es así?
Me quedé viendo el dinero y pensé en por fin olvidarnos de deudas por un tiempo estaba harta de pagar dinero al banco.
Don Jorge: solo tienes que pórtate bien conmigo y es tuyo.
En eso empezó a acariciar mi pierna y fue subiendo hasta mi muslo casi llegando hasta mi entrepierna.
Lupita: ¡Suélteme!
Don Jorge: tranquila Lupita, tú lo que necesitas es un hombre.
Sabes que soy muy caliente amor y llevaba mucho tiempo sin coger, además necesitaba el dinero, y el alcohol ya me había hecho sentir un poco mareada.
-Mentira, tú lo que querías era que te cogieran.
La verdad ¡si! No pude evitar sentir cierto desdén cuando don Jorge acaricio mi pierna, mire cómo sus ojos casi reventaban mirando mi blusa.
-¿Cómo ibas vestida?
Llevaba mi blusa negra de resorte en el pecho la que no tiene mangas, solo dos tirantitos, y mis pantalones ajustados que tanto te gustan.
-Dijiste que solo te lo ponías conmigo
Sí, pero tú no estabas
-está bien, sigue
Me tomé el trago de un jalón nuevamente y lleve mi mano hacia el fajo de dinero, el me miró con una sonrisa morbosa.
Don Jorge: Muy bien Lupita, eso es lo que quieres entonces.
Guarde el dinero en mi mochila y al girar don Jorge estaba sentado en la silla de su escritorio.
Don Jorge: Ven, aquí está lo que tienes que hacer.
Caminé hacia él, bastante nerviosa.
Don Jorge: ¡no! ¡a gatas ven aquí a gatas !
Me incliné y empecé a gatear hasta él.
Don Jorge: Muy bien Lupita ahora ponte de rodillas, hoy si vas a comer bien…
Supuse lo que quería, hice la trenza de mi cabello hacia atrás mientras él se ponía de pie y bajaba el cierre de su pantalón.
Metió su mano para liberar aquella cosa de su trusa y cuando la saco quedé impactada, era una verga enorme y muy, muy gorda parecía que quería explotar, de inmediato sentí como mi cosita empezó a palpitar no imaginaba que ese señor tuviera semejante cosa, supongo que mi cara me delató.
Don Jorge: ¿Te gusto verdad Lupita?
Lupita: Está muy grande señor.
Don Jorge: trágatela, quiero verte comer.
La tomé con una de mis manos que parecían aún más pequeñas sosteniendo aquello y empecé a jalar, estaba muy dura, le bese los huevos mientras mi mano jalaba con fuerza aquel pitote.
Don Jorge: ¡haa sii! eso es mi niña, eres muy buena.
Con la punta de mi lengua subí desde su escroto hasta la cabeza lengüeteando subiendo y bajando hasta que no aguante más y me lo metí a la boca.
Cuando sentí su glande en mi boca me volví loca, empecé a mamarlo como desesperada luego don Jorge me agarró de mi trenza y me separaba de aquel trozo de carne haciendo evidente mi deseo por tragármelo entero, note que le divertía verme deseosa de su jugosa verga.
Me puso las manos en sus nalgas y empezó a cogerme por la boca, casi me ahogaba con su tranca.
Don Jorge: eso es, cómetela toda Lupita.
Yo solo sentía como su rica verga entraba
y salía, quise quitarme los lentes, pero él no me dejo.
Don Jorge: ¡no! déjatelos así te vez más tierna.
Lupita: ¿Me veo más tierna o más putita?
(Él sonrió morboso)
Don Jorge: sabía que lo eras, entonces te tratare como tal.
Se agachó un poco y de un jalón bajo el resorte de mi blusa dejando mis senos al descubierto.
Don Jorge: Mira que ricas están, quítate el sostén quiero verlas bien.
Mientras tragaba de nuevo me fui quitando el sostén poco a poco hasta dejarlo caer, me tiró del cabello haciéndome hacia atrás, me miró como enfermo, mi saliva aún escurría por mis labios y mis senos estaban completamente libres.
Don Jorge: Qué obediente eres.
(Yo le sonreí, accediendo a sus tratos)
Él metió la mano a la bolsa de su pantalón y sacó otros cuantos billetes y me los aventó en la cara.
¡Esto es por ser tan loba!
Luego me dio un par de cachetadas y empezó a restregarme su animalote por toda la cara, en mis mejillas, mi frente, mi boca, luego me golpeó con su pito en mi carita mientras se enredaba mi trenza en su otra mano.
Don Jorge: ¿Te gusta Lupita?
Lupita: si don Jorge me encanta.
Don Jorge: ya sabía que eras así, mira nada más que chichotas tienes.
Mientras me volvía a meter su verga a la boca él se inclinó para tocar mis pechos, los apretaba con fuerza, y luego masajeaba mis pezones delicadamente con la yema de sus dedos…
Yo levanté la mirada para verlo directamente a los ojos mientras me tragaba su tranca.
Don Jorge: haa si, ¡qué cara pones!
Lupita: mmm si soy su suya ¿Eso le gusta?
Don Jorge: ¡si Lupita sigue sigue!
Lupita: que rica está.
Empecé a acariciar la parte baja de sus huevos hasta encontrar su punto, sentí la presión de sus manos en mi nuca me agarraba con fuerza, sacó su miembro de mi boca y me presiono las mejillas con una de sus manos, haciendo que mi boquita quedara en forma de pico.
Colocó su verga en mis labios mientras empezó a jalarla con la otra mano.
Don Jorge: Mira que boquita, te la voy a llenar de leche.
Miraba la cara de enfermo que tenía y empecé a acariciar mis pechos.
Don Jorge: mmm si mamacita, como me encanta verte las chichis.
Jalo con más fuerza su verga hasta que ya no aguanto más y derramó su esperma caliente en mi boca, no dejo de jalársela hasta que le salió la última gotita, sentía como su leche escurría por mi boca y mi cuello, incluso salpicando mis lentes.
Don Jorge: ¡Haa! valla mamada me has dado.
Se recostó sobre su silla y luego entro al baño. Yo tomé un poco de papel para limpiarme y volví a acomodarme la blusa, algunas gotas de semen habían caído a mi sostén que estaba bajo de mí mientras estaba arrodillada así que ya no me lo puse y lo guarde en mi mochila.
Cuando salió del baño me miró acomodándome y se empezó a reír.
Don Jorge: Que paso Lupita, a poco crees que eso que te di es nada más por una chupadita.
Lupita: pero es que yo...
Don Jorge: nada mamacita, a mi me vas a dar las nalgas.
(Se acercó a mí y agarrándome de las nalgas me pegó hacia él)
Lupita: Es que ya es tarde y ya me llamó mi mamá.
Don Jorge: pues a tu mamá también me la cojo si es necesario, pero de aquí no te vas sin que te la meta.
Empezó a manosearme y a besarme el cuello mientras yo trataba de soltarme, pero me sujetó con mucha fuerza, traté de chisparme, pero enredó su mano a mi cintura, luego bajo de mi cuello a mi pecho y bajo mi blusa de un tirón nuevamente.
Don Jorge: mmm ya ves como querías más.
Mis senos quedaron de nuevo expuestos, mi jefe empezó a mamármelos, los lamía y trataba de meterlos a su boca, yo empecé a disfrutar al sentirme usada por un hombre mayor y de ver cómo por más que abría la boca mi teta no le cabía.
Empecé a gemir mientras el apretaba y chupeteaba mis pechos con más fuerza cada vez más rico, luego sentí su mano bajar por mi abdomen hasta llegar al botón de mi pantalón que desabrochó de inmediato y empezó a bajarlo con jalones desesperados mientras yo acariciaba su verga que ya estaba dura nuevamente por encima de su pantalón.
Yo llevaba una tanguita blanca de encaje que al parecer lo calentó a un más, empezó a dedearme por encima de la tela y luego la hizo a un lado para meterme sus rasposos dedos uno a uno hasta meterme casi cuatro.
Don Jorge: mira que rico, te encanta que te metan mano verdad.
Lupita: ¡si si! ya estoy muy mojadita.
Don Jorge: Haa si Lupita, ¿ya quieres verga verdad?
(No le respondí solo sonreí mientras le sacaba la verga del pantalón)
Me giro y empezó a besarme la espalda, mientras yo pasé mi mano por atrás y le seguí jalando el pito mientras él me metía un dedo a mi boquita y otro en mi conchita, estuvimos unos minutos así hasta que esta vez fui yo la que ya no aguantaba.
Lupita: ¡Métamela Don Jorge!
Don Jorge: eso así me gusta Lupita ¡que me la pidas!
Lupita: ¿sí? Métamela por favor.
Don Jorge: ¿lo quieres puta, quieres mi verga?
Lupita: si don Jorge ¡Ya ya! ya cójame ya por favor.
Me aventó contra el sofá, quedando yo en 4, por fin iba a sentir ese pedazo de carne dentro de mi.
Se puso tras de mi haciendo la tanguita aún lado y sentí su cabeza caliente a la orilla de mi vagina masajeándola, preparándola para entrar, en eso me tomo de la cadera y me clavo de un solo golpe, sentí como mis jugos escurrían por mis piernas, sentí tan rico me sentía completamente llena amor, no sabes lo puta que me sentí.
Don Jorge: mmm que buen culito tienes, no sabes las veces que te imagine así.
(Yo solo podía gemir como perra en brama)
Don Jorge: eres una niña muy traviesa.
Lupita: si... si papi, si.
Don Jorge: Humm mamacita, esto te encanta verdad. ¡Eres una niña muy puta Lupita!
Lupita: si señor Jorge, si los soy.
Yo solo sentía como sus huevos rebotaban en mis muslos cada vez que empujaba dentro de mi, sentía todo su peso recargado en mis hombros dónde él tenía apoyadas ambas manos para agarrarme mejor así cada arremetida era más dura y sin piedad.
Lupita: déjeme clavarme a mi.
Le pedí que me tomara de mi trenza para que yo me clavara a mi ritmo cosa que lo puso como loco, me enterraba la punta y me movía en círculos así como tanto te gusta mi amor para luego clavarme de golpe, en momentos el trataba de retomar el control porque sentía que se venía pero no lo deje, seguía clavándome a mi ritmo disfrutando de esa gorda verga.
En eso el tono de mi celular rompió mi concentración, era mi mamá!
Don Jorge: contesta Lupita
Lupita: ¿Qué? ¡No!
Don Jorge: contesta a tu mami, que no se preocupe por su hijita
Empujó toda su verga dentro de mi dejándola ahí adentro mientras yo tomaba mi celular.
Lupita:
-¿bueno? Sí, es que aún tenemos trabajo...
(Don Jorge la sacaba despacio y la volvía a meter)
Mmm sii mami... En un ratito llego… Ya solo me falta un paquete grande y término… Okey, ¡Bay!
Don Jorge: Si tú mamá supiera que andas dando las nalgas.
Lupita: es parte de mi trabajo ¿No?
Don Jorge: si Lupita, ser mi zorrita es tu trabajo.
Lupita: si señor.
Volví a clavarme su verga con fuerza ¡haa!
Se sentía tan rico, luego me giro y me acomodo en el sofá frente a él.
Me abrió completamente de piernas, con mis tobillos en sus muñecas empezó a hundirse dentro de mi, me cogía tan duro y tan rico.
Don Jorge: así te quería tener, bien abierta de patas.
Lupita: ¿sí? ¿Cómo me portó señor?
Don Jorge: bien, muy bien Lupita, pareces una muñequita.
Lupita: si soy su juguetito.
Don Jorge: me encanta que seas así.
Lupita: ¡haa haa si! don Jorge cójame más duro.
Don Jorge: si pequeña, con que un paquete grande ¿No?
Lupita: si, ¡muy grandote!
Don Jorge: pues toma tu paquete
¡Hmmm!
Luego junto mis dos piernas y las tomo con una sola mano asiéndolas un poco de lado y me pegaba en mi cosita con su tranca, era como si me dieran con un desodorante forrado con un pedazo de bistec jajaja así se sentía muy duro, caliente pero con carne y muy grande.
Me volvió a clavar, cada vez con más fuerza y más rápido mientras miraba como gemía y se perdía viendo como mis tetas rebotaban por tan bruscos golpes contra mi.
En ratos apretaba una de mis tetas con la mano libre en otros me metía los dedos a la boca o me daba cachetadas fuertes que me excitaban aún más.
Don Jorge: eso es para que dejes de andar ofreciendo tus carnes.
Lupita: ¡haa si!, si don Jorge me merezco esto.
Don Jorge: ¡si! Te mereces que te la entierren muy duro.
Lupita: mmm si, deme fuerte ¡A ver si así entiendo!
(Sentí que cada vez me daba más duro y rápido, seguro estaba por terminar)
Don Jorge: ¡Me voy a vaciar Lupita!
Lupita: ¿sii? ¡Hay que rico!
De repente la saco y me jalo muy fuerte del pelo pensé que de nuevo terminaría en mi boca pero me sentó en el descansa brazos del sofá y puso su verga entre mis tetas yo lo apreté fuerte con mis nenas mientras él me las cogía.
Don Jorge: ¡así así Lupita! ¡Qué ricas tetas! ¡Qué chichotas tienes! Desde que entraste te quería hacer esto, no sabes las veces que me masturbé con la imagen de tus tetas en la mente.
Hasta que no aguanto más y dejó caer fuertes chorros aún más grandes que la primera vez sobre mis tetas, algunos llegaron a mi cara por la fuerza mientras él se encargó de embarrar todo su semen con su pito en todas mi tetas, no estuvo en paz hasta dejarlas bien cubiertas, como si de crema sobre un pastel se tratara.
Don Jorge: no quiero que te limpies, así te las vas a llevar.
Lupita: ¿¡pero don Jorge!?
Don Jorge: ¡así dije y así obedeces!
Se sacudió la verga y se la guardo, yo no me quería poner mi blusa por qué era negra y se iba a manchar, llevaba una sudadera de cierre así que me puse esa encima, al subir a su carro subió la calefacción y me ordeno que me fuera con las tetas descubiertas hasta llegar a mi casa, como ya estaba oscuro y el carro tenía los vidrios tintados le obedecí y baje el cierre, su semen ya estaba seco y completamente batido en mis pechos.
Don Jorge: Que rica te vez.
Así nos fuimos hasta mi casa, en ratos el me acariciaba los pechos o me los apretaba diciéndome que le encantaban.
Al llegar a casa, le saco una foto a mis chichis cubiertas de esperma las apretó y me dijo "llegamos Lupita mañana temprano a trabajar".
Lupita: si Don Jorge.
Cerré mi sudadera y me metí corriendo al baño para lavarme, ponerme algo de perfume y ponerme mi blusa para entrar a mi casa.
-Que puta te portaste con ese señor mi amor.
Lupita: es tu culpa, siempre me lo dices y quería serlo de verdad, ¿Te gustó?
-¡Me encantó!
Yo ya me había venido cuando me dijo que se la estaba cogiendo mientras hablaba con su mamá, pero seguía con la verga dura.
-¿Y te volvió a coger?
Lupita: No, sorprendentemente, al otro día fue todo normal como si no hubiera pasado nada, mi jefe volvió a ser la persona amable y atenta, solo me dijo que cuando necesitara otro crédito ya sabía que existían horas extras.
-¿Y quieres volver a ser suya?
Lupita: No sé… por ahora solo quiero que me cojas y que me uses cómo se te dé la gana ¡cógeme mi amor! ¡Cógeme por puta...!
Bueno amigos esta fue la historia de cómo mi mujer fue la puta de su jefe, esperamos les haya gustado

1 comentarios - Mi mujer, la mejor empleada de su jefe

leloir2010
Como me calento Lupita como lo hizo cornudo al marido, bueno cuando estaban separado. Van puntos