Después de disfrutar como loco el reinicio de la actividad sexual con Ana, comencé a maquinar la forma de hacer realidad la fantasía de mi esposa. Durante algunos días estuve buscando en los diarios la sección de masajistas para mujeres, llamé a varios hasta que logré encontrar un aviso que decía "ARMANDO, negro con excelente cuerpo, ofrece sus servicios a damas. Músculos bien definidos, excelente dotación. Llámame, no te arrepentirás". Esa misma tarde llamé para averiguar la tarifa y saber las condiciones y dirección. Le expliqué a Armando que era para complacer una fantasíade mi esposa. Decidió recibirme en su apartamento para aclarar los términos.
Al llegar a la puerta me atendió un tipo como de 1,80 mt de estatura, con cuerpo atlético, complemente negro, no muy bien parecido, pero en fin tenía algunos rasgos parecidos a los tipos de las películas. Acordamos el precio y establecimos la logística a seguir. Le dije que tenía que parecer algo casual porque mi esposa, aunque quería hacerlo, estaba renuente. Durante varias noches hice el amor con mi esposa y estuvimos fantaseando, siempre le hablaba de complacer su fantasía, pero ella me decía en algunas ocasiones que no y en otras que si.
Llegó el día, esa tarde invité a Ana a almorzar y le dije que se tomara la tarde, como ella trabaja por su cuenta no tuvo ningún inconveniente. Comimos en un restaurante cerca de su trabajo. Le dije que me habían invitado a un cumpleaños y que quería que me acompañara, pero que antes nos tomáramos unos tragos para animarnos la tarde, comencé a decirle cosas calientes al oído, mientras le tocaba la entrepierna con mi mano. Ana ese día llevaba puesta una falda ajustada que le resaltaba su culo redondo y también tenia puesta una blusa transparente que permitía ver a trasluz su brassier y sus grandes senos. Ella se sentía algo incómoda por el sitio, pero disimuladamente accedia a mis caricias.
Cuando ya estaba algo mareada y excitada me dijo que quería hacer el amor conmigo en ese momento y que nos olvidáramos de la fiesta. Le comenté que sólo pasaríamos un momento a cumplir con mis amigos y que luego nos iríamos a casa a tirar como ella quisiera. Llegamos al edificio y subimos en el ascensor, en ese momento le la besé y le metí la mano en su vagina y le dije que cuanto la deseaba. Legamos al apartamento y tal como habíamos acordado Armando estaba sólo, Ana se sorprendió, pero no sospecho nada. Entramos y le pregunté a Armando por el resto de la gente y me dijo que nosotros eramos los primeros en llegar. Nos ofreció dos tragos y comenzamos a hablar, tal como estaba planeado, le pregunté a Armando que estaba haciendo, ya que hacía mucho tiempo no lo veía y me dijo que por la crisis estaba trabajando como stripper.
Le dije que porque no le hacía un show a mi esposa mientras llegaban los invitados, el dijo que no tenia problemas siempre y cuando Ana estuviera de acuerdo. Ella no sabia que decir, pero como nos vió con tanta confianza aceptó. Armando colocó la música apropiada y comenzó a mover su cuerpo, Ana trataba de disimular y desviaba su mirada, pero yo insistía en que lo mirara ya que se lo estaban dedicando a ella. Estaba muy tensa, no sabia que hacer, fue cuando a mi se me ocurrió decirle a Armando que yo iba imitarlo para aprender y así hacerlo en mi casa con mi esposa. En ese momento Ana estuvo de acuerdo porque le pareció gracioso, al principio reía a carcajadas por mi show, pero ponía especial atención a los movimientos de Armando. Cuando estuvimos en interiores Ana se sonrió pícaramente, me le acerqué y le pregunté que si le gustaba, a lo que me respondió que le agradaba.
Metí mi mano por debajo de su falda mientras Armando seguía moviéndose. Al principio me rechazó porque le daba pena, pero yo insistí diciéndole que seguro estaba húmeda, ella lo negaba, pero al final aceptó. Mientras ella veía fijamente a Armando yo le metía mis dedos y le decía cosas al oído. Le dije a Armando que se acercara para que Ana le quitara el interior como si fuera realmente un show, como ella estaba hirviendo dijo complacida que si. Ella bajó el interior y cuando vió aquella masa de carne que estaba frente a sus ojos, volteó a mirarme, yo cómplicemente acepté y ví como gustosamente se metía ese verga grande y negra en su boca. Se la sacó y comenzó a recorrer con su lengua de arriba abajo ese palo, sus ojos brillaban, sabía que su marido le estaba haciendo realidad su fantasía.
Le quité la ropa y se acostó en el mueble, mientras se la mamaba a Armando yo bajé hasta su concha para chuparsela, estaba inundada de fluidos, gemía de placer, se retorcia, mientras se tragaba esa pija negra. Me pedía que le dijera que era una puta y que yo era un cabrón que accedía a que se la mamara a otro hombre. Cuando le decía lo que me pedía lanzó un grito de placer como nunca lo había hecho. Había alcanzado un orgasmo.
Se sentó en el mueble y decidió llevar las riendas de la situación, total era su fantasía. Me mandó a sentar en otra silla y levantó sus piernas bien abiertas y le ordenó a Armando que la penetrara, lentamente, para sentir su enorme pija, mientras ella me miraba, impotente, ante aquel espectáculo que yo había propiciado.
Ella sudaba, le pedía al negro que la perforara, que le diera placer, que la tratara como una puta, se agarraba sus tetas y me daba las gracias por ser tan comprensivo. Yo estaba a punto de estallar, le pedí que me dejara cogerla y ella se negó, me dijo que quería verme masturbándome mientras el negro se la cogía. Yo estaba alucinando y accedí a su petición, me masturbé hasta acabar viendo aquel grotesco, pero excitante escenario. Cuando Armando iba a acabar le ordenó que la metiera en la boca y que se corriera en ella, lo hizo, no se cuanta cantidad de semen le vació pero fue mucho, se le salia por la comisura de sus labios. Se tragó lo que pudo y me pidió que me acercara a ella para darme un beso, un beso lleno de leche de un desconocido.
Luego se levantó del mueble, fue al baño, al rato salió bañada y vestida. Me pidió que saliéramos de allí, no sin antes darles las gracias a Armando por hacer realidad su fantasía.
Durante el trayecto a casa no hablamos, entramos a casa, me bañe y cuando salí ví a Ana dormida con una dulce sonrisa en rostro. No quise despertarla y me quedé contemplándola toda la noche, mientras recordaba lo sucedido, hasta donde habíamos sido capaces de llegar.
Estuve muy perturbado esa noche. Al amanecer Ana se fue muy temprano al trabajo. En la noche cuando yo regresé, ella estaba allí esperándome sentaba en la sala, con un baby doll transparente, insinuante. Me dijo que se sentía extraña, pero que no se sentía ni mal, ni culpable. Abrió sus piernas me enseño la concha y me ratificó que aunque otro hombre la había penetrado, su vagina y todo su ser era sólo míos. Nos abrazamos, nos dimos un dulce beso y fuimos a la cama a hacer el amor como nunca antes lo habíamos hecho.
A las personas que lean este relato, les debo confesar que aunque estuve muy perturbado, aturdido y confundido, después de lo sucedido, también les tengo que decir que lo superé muy bien, con aceptación de lo que fue, sólo un fantasía hecha realidad, ya que nuestra relación y nuestras vidas se han consolidado mucho más a partir de ese día.
Al llegar a la puerta me atendió un tipo como de 1,80 mt de estatura, con cuerpo atlético, complemente negro, no muy bien parecido, pero en fin tenía algunos rasgos parecidos a los tipos de las películas. Acordamos el precio y establecimos la logística a seguir. Le dije que tenía que parecer algo casual porque mi esposa, aunque quería hacerlo, estaba renuente. Durante varias noches hice el amor con mi esposa y estuvimos fantaseando, siempre le hablaba de complacer su fantasía, pero ella me decía en algunas ocasiones que no y en otras que si.
Llegó el día, esa tarde invité a Ana a almorzar y le dije que se tomara la tarde, como ella trabaja por su cuenta no tuvo ningún inconveniente. Comimos en un restaurante cerca de su trabajo. Le dije que me habían invitado a un cumpleaños y que quería que me acompañara, pero que antes nos tomáramos unos tragos para animarnos la tarde, comencé a decirle cosas calientes al oído, mientras le tocaba la entrepierna con mi mano. Ana ese día llevaba puesta una falda ajustada que le resaltaba su culo redondo y también tenia puesta una blusa transparente que permitía ver a trasluz su brassier y sus grandes senos. Ella se sentía algo incómoda por el sitio, pero disimuladamente accedia a mis caricias.
Cuando ya estaba algo mareada y excitada me dijo que quería hacer el amor conmigo en ese momento y que nos olvidáramos de la fiesta. Le comenté que sólo pasaríamos un momento a cumplir con mis amigos y que luego nos iríamos a casa a tirar como ella quisiera. Llegamos al edificio y subimos en el ascensor, en ese momento le la besé y le metí la mano en su vagina y le dije que cuanto la deseaba. Legamos al apartamento y tal como habíamos acordado Armando estaba sólo, Ana se sorprendió, pero no sospecho nada. Entramos y le pregunté a Armando por el resto de la gente y me dijo que nosotros eramos los primeros en llegar. Nos ofreció dos tragos y comenzamos a hablar, tal como estaba planeado, le pregunté a Armando que estaba haciendo, ya que hacía mucho tiempo no lo veía y me dijo que por la crisis estaba trabajando como stripper.
Le dije que porque no le hacía un show a mi esposa mientras llegaban los invitados, el dijo que no tenia problemas siempre y cuando Ana estuviera de acuerdo. Ella no sabia que decir, pero como nos vió con tanta confianza aceptó. Armando colocó la música apropiada y comenzó a mover su cuerpo, Ana trataba de disimular y desviaba su mirada, pero yo insistía en que lo mirara ya que se lo estaban dedicando a ella. Estaba muy tensa, no sabia que hacer, fue cuando a mi se me ocurrió decirle a Armando que yo iba imitarlo para aprender y así hacerlo en mi casa con mi esposa. En ese momento Ana estuvo de acuerdo porque le pareció gracioso, al principio reía a carcajadas por mi show, pero ponía especial atención a los movimientos de Armando. Cuando estuvimos en interiores Ana se sonrió pícaramente, me le acerqué y le pregunté que si le gustaba, a lo que me respondió que le agradaba.
Metí mi mano por debajo de su falda mientras Armando seguía moviéndose. Al principio me rechazó porque le daba pena, pero yo insistí diciéndole que seguro estaba húmeda, ella lo negaba, pero al final aceptó. Mientras ella veía fijamente a Armando yo le metía mis dedos y le decía cosas al oído. Le dije a Armando que se acercara para que Ana le quitara el interior como si fuera realmente un show, como ella estaba hirviendo dijo complacida que si. Ella bajó el interior y cuando vió aquella masa de carne que estaba frente a sus ojos, volteó a mirarme, yo cómplicemente acepté y ví como gustosamente se metía ese verga grande y negra en su boca. Se la sacó y comenzó a recorrer con su lengua de arriba abajo ese palo, sus ojos brillaban, sabía que su marido le estaba haciendo realidad su fantasía.
Le quité la ropa y se acostó en el mueble, mientras se la mamaba a Armando yo bajé hasta su concha para chuparsela, estaba inundada de fluidos, gemía de placer, se retorcia, mientras se tragaba esa pija negra. Me pedía que le dijera que era una puta y que yo era un cabrón que accedía a que se la mamara a otro hombre. Cuando le decía lo que me pedía lanzó un grito de placer como nunca lo había hecho. Había alcanzado un orgasmo.
Se sentó en el mueble y decidió llevar las riendas de la situación, total era su fantasía. Me mandó a sentar en otra silla y levantó sus piernas bien abiertas y le ordenó a Armando que la penetrara, lentamente, para sentir su enorme pija, mientras ella me miraba, impotente, ante aquel espectáculo que yo había propiciado.
Ella sudaba, le pedía al negro que la perforara, que le diera placer, que la tratara como una puta, se agarraba sus tetas y me daba las gracias por ser tan comprensivo. Yo estaba a punto de estallar, le pedí que me dejara cogerla y ella se negó, me dijo que quería verme masturbándome mientras el negro se la cogía. Yo estaba alucinando y accedí a su petición, me masturbé hasta acabar viendo aquel grotesco, pero excitante escenario. Cuando Armando iba a acabar le ordenó que la metiera en la boca y que se corriera en ella, lo hizo, no se cuanta cantidad de semen le vació pero fue mucho, se le salia por la comisura de sus labios. Se tragó lo que pudo y me pidió que me acercara a ella para darme un beso, un beso lleno de leche de un desconocido.
Luego se levantó del mueble, fue al baño, al rato salió bañada y vestida. Me pidió que saliéramos de allí, no sin antes darles las gracias a Armando por hacer realidad su fantasía.
Durante el trayecto a casa no hablamos, entramos a casa, me bañe y cuando salí ví a Ana dormida con una dulce sonrisa en rostro. No quise despertarla y me quedé contemplándola toda la noche, mientras recordaba lo sucedido, hasta donde habíamos sido capaces de llegar.
Estuve muy perturbado esa noche. Al amanecer Ana se fue muy temprano al trabajo. En la noche cuando yo regresé, ella estaba allí esperándome sentaba en la sala, con un baby doll transparente, insinuante. Me dijo que se sentía extraña, pero que no se sentía ni mal, ni culpable. Abrió sus piernas me enseño la concha y me ratificó que aunque otro hombre la había penetrado, su vagina y todo su ser era sólo míos. Nos abrazamos, nos dimos un dulce beso y fuimos a la cama a hacer el amor como nunca antes lo habíamos hecho.
A las personas que lean este relato, les debo confesar que aunque estuve muy perturbado, aturdido y confundido, después de lo sucedido, también les tengo que decir que lo superé muy bien, con aceptación de lo que fue, sólo un fantasía hecha realidad, ya que nuestra relación y nuestras vidas se han consolidado mucho más a partir de ese día.
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