Ni bien mi hija se había vuelto a zambullir a la piscina y mis socios a comenzar a distribuir la carne asada y los complementos cuando el mayordomo anunció la llegada de Roberto. El don entró con el paso fiero y la espalda erguida, a manos llenas por las botellas de whisky y ron que traía en cada una de ellas, sonreía cuando nos saludó y sonrió aún más cuando vio a Sofía agitar sus manos y sus deliciosas tetitas desde la piscina, se bajó las gafas de sol y la mandíbula le cayó a los pies.
"¡Madre mía! ¿Esa es Sofía?" inquirió sin podérselo creer. Mis socios y yo nos reímos intercambiando miradas, luego de unos segundos él comprendió porqué estábamos en pelotas. "¡Ah, bandidos! ¿Qué habrán hecho con mi niña, trío de pervertidos? ¡Sofía, amor, ven a saludarme!"
Mi hija obedeció de inmediato, acercándose a la mesa instalada para comer más a gusto a la sombra de un paraguas. Roberto la recibió en un abrazo efusivo hasta hacer que sus pies dejasen de tocar el suelo, ella se dejó con gusto y también se sentó en su regazo cuando ocupó su sitio en la mesa, dejé su plato de comida junto con el de él.
"¡Mira nada más! ¡Qué estupenda te ves con ése traje de baño, mi niña hermosa! ¡Uff!, me la pones dura".
"No me digas esas cosas, Roberto" rio ella, sonrojándose, aunque quizá solo era el calor de la tarde. "¿Y Martha?"
"En casa con sus amigas, planeando no-sé-qué para un evento de caridad. Pero no hablemos de ella, mejor hablemos de ti". Con una de sus manos pellizcó el costado de Sofía, haciéndola dar un brinquito sobre su regazo. Roberto se acercó a su oído pero todos podíamos escuchar. "Uff, ¿sientes mi polla entre tus nalguitas, mi niña?" Ella asintió con más rubor, tomando unas cuantas patatas de su ensalada para llevarlas a su boca y comenzar a comer. "¿Qué te han hecho estos bribones, eh?"
"Nada malo, eh" interrumpió Duncan.
"Me dieron lechita caliente" respondió ella con coquetería, tomando una salchicha asada y alzándola en el aire entre su dedo índice y pulgar, luego la llevó a sus labios y la besó con ternura antes de introducir la mitad en su boca y devorarla con glotonería, una gota de grasa le recorrió la comisura y los labios cobraron el mismo brillo y con las mejillas infladas en sus intentos de masticar consiguió la atención de los cuatro. Roberto estaba boquiabierto y visiblemente excitado, comenzaba ya a deslizar su mano dominante sobre las piernas de mi hija y con la contraria hacía un esfuerzo por disfrutar de su propio plato.
"Creo que me dará un ataque al corazón en éste momento. Eres una cosita deliciosa, mi niña, me matas si dices cosas así. Y ustedes," dirigiéndose a nosotros cuando nos comenzábamos a burlar de su estupor, "¿por qué no me invitan?"
"Y eso que no conoces la mejor parte, ¿verdad, Sofía?" inquiere Daniel. Mi hija asiente, las coletas en su cabeza se agitan con ello.
"Duncan me trajo un regalo" responde tras pasar su bocado de comida, tomando otro de inmediato y pasándolo tras unos segundos de masticar. "Lo probamos juntos".
"¿Regalo? ¿Qué regalo?"
Como respuesta, Sofía se levanta de su regazo y se inclina en la mesa, lleva sus manos hacia atrás y aparta la tanga de su culo, al tenerla de piernas abiertas frente a él e inclinada hacia el frente, Roberto puede ver a la perfección el coñito rasurado y húmedo de mi nena y el plug anal sobresaliendo de ella. Las manos callosas y de gordos dedos de Roberto no tardan en hacerse cada una de sus nalgas y masajearlas, jadeando al poder tocar el pequeño botoncito del plug y hacer círculos con él, obteniendo gemidos de Sofía.
"Sí, me dará un ataque al corazón. ¿Dejaste que ellos te lo pusieran, mi niña?"
"Sí, se sintió muy rico" responde ella, volviendo a sentarse sobre la verga de Roberto, pero este, como nosotros pocos minutos antes, comienza a sudar frío.
"Mi niña hermosa, ¿te parece si me dejas quitarme ésta ropita y así estoy más cómodo?"
"¡Sucio!" "¡Viejo pervertido!" "¡Sinvergüenza!" Le recriminamos al verlo desnudarse allí mismo, aunque las risas son de lo que todo se trata, al igual que todos, Roberto tiene la polla a media asta y Sofía se sienta sobre él en la misma posición, continuando con la comida mientras Roberto no deja de deslizarle los dedos en las piernas o en las tetitas erguidas y rellenitas, continuando con nosotros entre cervezas y conversaciones.
Serán veinte minutos o poco más que pasan cuando Roberto magreaba a manos llenas las tetas de Sofía y mi nena se llevó las manos dentro de su bikini, acariciando su chochito ella solita bajo la mesa mientras nosotros hablábamos del último juego de soccer de la Champions. Escuchamos el chapoteo de la humedad aumentar y cuando volteamos a ver a Sofía estaba completamente reclinada sobre el pecho de Roberto que miraba por sobre su hombro cómo Sofía se penetraba con dos dedos y entreabría la boca con gemidos.
"¿Estás caliente, nena?" pregunté apartándole las manos para que se tranquilizara, estaba como ida, las pupilas muy dilatadas y la respiración le agita los pechos desnudos, tenía el top abajo, ejerciéndole presión hacia arriba. Ella asintió entreabriendo los ojos. "¿Quieres que te hagamos sentir bien?"
"Si, papi, por favor, necesito correrme" gimió ella, relamiéndose los dedos con los que se estaba penetrando.
"Señores, ya escucharon" anunció Duncan, poniéndose en pie. "Vente, gatita, vamos adentro para que estés más cómoda".
Duncan inició la marcha tomándola de la mano y ella se levantó del regazo de Roberto con total dignidad, dirigiéndose hacia el diván de cuero negro más grande. Lo primero que hizo Duncan fue ponerla en cuatro patitas sobre el mismo y apoyada de codos en el respaldas, él se arrodillo en el suelo y su cara desaparecieron de inmediato entre las nalgas de mi preciosa hija, Roberto se colocó detrás del respaldar y le puso la verga al alcance en cuanto ella comenzó a gemir, apagando los sonidos con su verga de cabeza morada y morcillosa, no tardó demasiado en ponerse duro por completo.
"¡Joder! Pero qué coñito más rico tienes, gatita. ¿Entras, Eze?" preguntó él, apartándose para tomar lugar a la derecha de Sofía y usar su manita para pajearse. Enterré mi nariz en su coño tras apartarle la tanguita, olía a hembra caliente y joven, luego saqué la lengua y chupé tan fuerte como pude ese coñito rasurado, intentando succionar todo de ella. Sofía se retorció con ello y no pude resistir la tentación de meterle dos deditos en el coño y comenzar a pajearla con fuerza. Los Darin estaban a cada uno de sus lados, pajeándose y magreándole las tetas, Roberto ahogaba con su verga a mi nena y yo estaba más decidido que nunca.
"Te voy a coger por el culo, mi nena, te la voy a meter". El plug anal estaba sacudiéndose con cada contracción que mi hija realizaba como respuesta a la follada de dedos que le daba, al sacarlos estaban empapados como una babosa y los llevé al plug para comenzar a sacarlo, ella entendió y pujó despacido haciendo que el juguete saliera y su agujero se abriera como una florcita por unos segundos. Dejé el juguete caer en otro sofá y llevé mi dedo pulgar a su ano, enterrándolo suavemente, ella se alejó de la polla de Roberto para gemir y recibir mi dedo que entraba con más facilidad de lo que había sido con el plug. "Mira qué culito, listo para recibir la verga de papa". Sus nalguitas estaban brillantes por el sudor y el bloqueador solar, el coñito húmedo y caliente también, pero necesitaba más así que escupí en su anito y me volví a arrodillar para lamérselo y dejarse empapado, metiendo mi lengua lo más profundo posible al ritmo en que Roberto le metía la polla en la boca. "Ven, mójame la polla, nena", dije apartando a Duncan y a Roberto, olvidándome por completo que esa puta era mi hija le tomé de las coletas con fuerza y le metí la polla en la boca, ella escupió en ella y la humedeció. "Mírame" ordené cuando se la metía toda hasta los huesos, ella lo hizo, sus ojos estaban inyectados con sangre por el esfuerzo pero esa boca de mamadora se veía espectacular alrededor de mi polla. La separé y volví a ocupar mi lugar a su espalda, puse mi polla en su entrada.
"Respira, gatita" decía Duncan, metiendo una mano entre sus piernas para acariciar su clítoris, Sofía sostuvo la respiración cuando empujé la puntita en su anillo. "Relájate, relájate" continuaba él, Roberto se la sacudía frente a ella, tomándola de una mejilla mientras esperaba a que estuviera listo para cogerla a ritmo y Daniel le magreaba las tetas y susurraba más cosas al oído, cosas que no importaban, sólo la tensión que se cerraba alrededor de mi polla con cada milímetro que entraba en ella, hasta que pasó la cabeza y el anillo recibía ya mi tronco.
Comencé a bombear dentro de ella sujetándola de las caderas, la visión de mi nena empalada en mi verga no era algo que uno espera ver jamás, pero vaya que lo disfrutaba. La verga de Roberto sirvió para ahogar sus gemidos cuando la dejé ir de un solo y mis huevos chocaron contra su coño, la tomé con ganas y comencé a penetrarla con más fuerza y velocidad, me volví loco con el culo adolescente que me estaba cogiendo, tremenda puta le había convertido mi hija.
"Dale, Roberto" dije, cogiendo sus caderas con más fuerza, Roberto se afianzó al mismo tiempo de sus coletas y al mismo tiempo comenzamos a penetrarla. La sujeté tanto contra mis caderas que separé sus rodillas del colchón y quedó sujeta sólo de mis manos y de los brazos del vicepresidente, se escuchaba cada golpe con eco en la sala de estar. "Joder, qué rico culito, mi nena. ¡Venga, vamos a darle por los tres agujeros!" anuncié, ayudándola a incorporarse a apenas sin dejar que mi polla saliera de su ano. La putita parecía un trapo sucio dejándose hacer y magrearse.
Duncan se sentó de piernas abiertas en el sofá donde antes estaba Sofía y la dejé caer lentamente mientras él la recibía debajo, sintiendo cómo su verga entraba en el canal vecino y nos disputábamos el estrecho espacio en el interior. Sofía comenzó a gritar al sentirse partida a la mitad, pero la polla de Roberto volvió a acallarla y ahogarla con los chorros de leche que le descargó en el interior, ésta vez ella tenía el cuello y la barbilla blancos por la cantidad bárbara que el vicepresidente le tenía reservada. Sofía se sujetaba al respaldar del Sofá cuando Daniel se colocó frente a ella y subía una pierna al sofá para penetrarle la boca con más ahínco y velocidad. Me incliné hacia el frente e introduje un par de dedos en los labios de Sofía, abriéndole la boca y usando el mismo agarre como apoyo para mis embestidas. Era un muñeca de trapo en ese momento y solo pensaba en llenarla de leche.
Sofía comenzó a gritar y agitar sus brazos sobre el abdomen de Daniel que no le daba tregua y seguía cogiéndola por la boca como si fuese una muñeca de silicona el muy cabrón, las venas del cuello y de la frente le resaltaban y tenía una mirada perdida y determinada en cogerle la garganta a mi nena. Los canales de Sofía se estrecharon y un chorro cayó sobre nuestras pollas al correrse y emitir gritos amortiguados por más polla, y mientras más rápido la penetrábamos más deliciosos jugos salían del coño de la putita.
"Te voy a dar mi lechita en tu culito, putita" gemí tomándola de los hombros para afianzarme en ella y enterrársela hasta el fondo, sintiendo los chorros calientes de semen inundar los intestinos de mi hija y llenarla con mi semilla, cuando abrí los ojos se veía la cremita blanca salir de sus dos agujeritos, Duncan también se había corrido dentro de ella y Daniel lo había vuelto a hacer en su boca. Ésta vez Sofía estaba inmóvil abrazada al respaldar del sofá, las piernas empinadas y entreabiertas con chorros de leche brotando de sus agujeros abiertos, exhausta pero satisfecha.
Cuando recobré un poco el sentido me di cuenta de que había que hacer algo para inmortalizar el momento, busqué mi celular en la sala y saqué un par de fotos de Sofía desparramada en el sofá cubierta de semen y con sus agujeros abiertos. Cuando vio la cámara frente a su rostro sonrió y sus hoyuelos aparecieron de nueva cuenta en sus mejillas. Compartir a Sofía es la mejor experiencia de todas.
"¡Madre mía! ¿Esa es Sofía?" inquirió sin podérselo creer. Mis socios y yo nos reímos intercambiando miradas, luego de unos segundos él comprendió porqué estábamos en pelotas. "¡Ah, bandidos! ¿Qué habrán hecho con mi niña, trío de pervertidos? ¡Sofía, amor, ven a saludarme!"
Mi hija obedeció de inmediato, acercándose a la mesa instalada para comer más a gusto a la sombra de un paraguas. Roberto la recibió en un abrazo efusivo hasta hacer que sus pies dejasen de tocar el suelo, ella se dejó con gusto y también se sentó en su regazo cuando ocupó su sitio en la mesa, dejé su plato de comida junto con el de él.
"¡Mira nada más! ¡Qué estupenda te ves con ése traje de baño, mi niña hermosa! ¡Uff!, me la pones dura".
"No me digas esas cosas, Roberto" rio ella, sonrojándose, aunque quizá solo era el calor de la tarde. "¿Y Martha?"
"En casa con sus amigas, planeando no-sé-qué para un evento de caridad. Pero no hablemos de ella, mejor hablemos de ti". Con una de sus manos pellizcó el costado de Sofía, haciéndola dar un brinquito sobre su regazo. Roberto se acercó a su oído pero todos podíamos escuchar. "Uff, ¿sientes mi polla entre tus nalguitas, mi niña?" Ella asintió con más rubor, tomando unas cuantas patatas de su ensalada para llevarlas a su boca y comenzar a comer. "¿Qué te han hecho estos bribones, eh?"
"Nada malo, eh" interrumpió Duncan.
"Me dieron lechita caliente" respondió ella con coquetería, tomando una salchicha asada y alzándola en el aire entre su dedo índice y pulgar, luego la llevó a sus labios y la besó con ternura antes de introducir la mitad en su boca y devorarla con glotonería, una gota de grasa le recorrió la comisura y los labios cobraron el mismo brillo y con las mejillas infladas en sus intentos de masticar consiguió la atención de los cuatro. Roberto estaba boquiabierto y visiblemente excitado, comenzaba ya a deslizar su mano dominante sobre las piernas de mi hija y con la contraria hacía un esfuerzo por disfrutar de su propio plato.
"Creo que me dará un ataque al corazón en éste momento. Eres una cosita deliciosa, mi niña, me matas si dices cosas así. Y ustedes," dirigiéndose a nosotros cuando nos comenzábamos a burlar de su estupor, "¿por qué no me invitan?"
"Y eso que no conoces la mejor parte, ¿verdad, Sofía?" inquiere Daniel. Mi hija asiente, las coletas en su cabeza se agitan con ello.
"Duncan me trajo un regalo" responde tras pasar su bocado de comida, tomando otro de inmediato y pasándolo tras unos segundos de masticar. "Lo probamos juntos".
"¿Regalo? ¿Qué regalo?"
Como respuesta, Sofía se levanta de su regazo y se inclina en la mesa, lleva sus manos hacia atrás y aparta la tanga de su culo, al tenerla de piernas abiertas frente a él e inclinada hacia el frente, Roberto puede ver a la perfección el coñito rasurado y húmedo de mi nena y el plug anal sobresaliendo de ella. Las manos callosas y de gordos dedos de Roberto no tardan en hacerse cada una de sus nalgas y masajearlas, jadeando al poder tocar el pequeño botoncito del plug y hacer círculos con él, obteniendo gemidos de Sofía.
"Sí, me dará un ataque al corazón. ¿Dejaste que ellos te lo pusieran, mi niña?"
"Sí, se sintió muy rico" responde ella, volviendo a sentarse sobre la verga de Roberto, pero este, como nosotros pocos minutos antes, comienza a sudar frío.
"Mi niña hermosa, ¿te parece si me dejas quitarme ésta ropita y así estoy más cómodo?"
"¡Sucio!" "¡Viejo pervertido!" "¡Sinvergüenza!" Le recriminamos al verlo desnudarse allí mismo, aunque las risas son de lo que todo se trata, al igual que todos, Roberto tiene la polla a media asta y Sofía se sienta sobre él en la misma posición, continuando con la comida mientras Roberto no deja de deslizarle los dedos en las piernas o en las tetitas erguidas y rellenitas, continuando con nosotros entre cervezas y conversaciones.
Serán veinte minutos o poco más que pasan cuando Roberto magreaba a manos llenas las tetas de Sofía y mi nena se llevó las manos dentro de su bikini, acariciando su chochito ella solita bajo la mesa mientras nosotros hablábamos del último juego de soccer de la Champions. Escuchamos el chapoteo de la humedad aumentar y cuando volteamos a ver a Sofía estaba completamente reclinada sobre el pecho de Roberto que miraba por sobre su hombro cómo Sofía se penetraba con dos dedos y entreabría la boca con gemidos.
"¿Estás caliente, nena?" pregunté apartándole las manos para que se tranquilizara, estaba como ida, las pupilas muy dilatadas y la respiración le agita los pechos desnudos, tenía el top abajo, ejerciéndole presión hacia arriba. Ella asintió entreabriendo los ojos. "¿Quieres que te hagamos sentir bien?"
"Si, papi, por favor, necesito correrme" gimió ella, relamiéndose los dedos con los que se estaba penetrando.
"Señores, ya escucharon" anunció Duncan, poniéndose en pie. "Vente, gatita, vamos adentro para que estés más cómoda".
Duncan inició la marcha tomándola de la mano y ella se levantó del regazo de Roberto con total dignidad, dirigiéndose hacia el diván de cuero negro más grande. Lo primero que hizo Duncan fue ponerla en cuatro patitas sobre el mismo y apoyada de codos en el respaldas, él se arrodillo en el suelo y su cara desaparecieron de inmediato entre las nalgas de mi preciosa hija, Roberto se colocó detrás del respaldar y le puso la verga al alcance en cuanto ella comenzó a gemir, apagando los sonidos con su verga de cabeza morada y morcillosa, no tardó demasiado en ponerse duro por completo.
"¡Joder! Pero qué coñito más rico tienes, gatita. ¿Entras, Eze?" preguntó él, apartándose para tomar lugar a la derecha de Sofía y usar su manita para pajearse. Enterré mi nariz en su coño tras apartarle la tanguita, olía a hembra caliente y joven, luego saqué la lengua y chupé tan fuerte como pude ese coñito rasurado, intentando succionar todo de ella. Sofía se retorció con ello y no pude resistir la tentación de meterle dos deditos en el coño y comenzar a pajearla con fuerza. Los Darin estaban a cada uno de sus lados, pajeándose y magreándole las tetas, Roberto ahogaba con su verga a mi nena y yo estaba más decidido que nunca.
"Te voy a coger por el culo, mi nena, te la voy a meter". El plug anal estaba sacudiéndose con cada contracción que mi hija realizaba como respuesta a la follada de dedos que le daba, al sacarlos estaban empapados como una babosa y los llevé al plug para comenzar a sacarlo, ella entendió y pujó despacido haciendo que el juguete saliera y su agujero se abriera como una florcita por unos segundos. Dejé el juguete caer en otro sofá y llevé mi dedo pulgar a su ano, enterrándolo suavemente, ella se alejó de la polla de Roberto para gemir y recibir mi dedo que entraba con más facilidad de lo que había sido con el plug. "Mira qué culito, listo para recibir la verga de papa". Sus nalguitas estaban brillantes por el sudor y el bloqueador solar, el coñito húmedo y caliente también, pero necesitaba más así que escupí en su anito y me volví a arrodillar para lamérselo y dejarse empapado, metiendo mi lengua lo más profundo posible al ritmo en que Roberto le metía la polla en la boca. "Ven, mójame la polla, nena", dije apartando a Duncan y a Roberto, olvidándome por completo que esa puta era mi hija le tomé de las coletas con fuerza y le metí la polla en la boca, ella escupió en ella y la humedeció. "Mírame" ordené cuando se la metía toda hasta los huesos, ella lo hizo, sus ojos estaban inyectados con sangre por el esfuerzo pero esa boca de mamadora se veía espectacular alrededor de mi polla. La separé y volví a ocupar mi lugar a su espalda, puse mi polla en su entrada.
"Respira, gatita" decía Duncan, metiendo una mano entre sus piernas para acariciar su clítoris, Sofía sostuvo la respiración cuando empujé la puntita en su anillo. "Relájate, relájate" continuaba él, Roberto se la sacudía frente a ella, tomándola de una mejilla mientras esperaba a que estuviera listo para cogerla a ritmo y Daniel le magreaba las tetas y susurraba más cosas al oído, cosas que no importaban, sólo la tensión que se cerraba alrededor de mi polla con cada milímetro que entraba en ella, hasta que pasó la cabeza y el anillo recibía ya mi tronco.
Comencé a bombear dentro de ella sujetándola de las caderas, la visión de mi nena empalada en mi verga no era algo que uno espera ver jamás, pero vaya que lo disfrutaba. La verga de Roberto sirvió para ahogar sus gemidos cuando la dejé ir de un solo y mis huevos chocaron contra su coño, la tomé con ganas y comencé a penetrarla con más fuerza y velocidad, me volví loco con el culo adolescente que me estaba cogiendo, tremenda puta le había convertido mi hija.
"Dale, Roberto" dije, cogiendo sus caderas con más fuerza, Roberto se afianzó al mismo tiempo de sus coletas y al mismo tiempo comenzamos a penetrarla. La sujeté tanto contra mis caderas que separé sus rodillas del colchón y quedó sujeta sólo de mis manos y de los brazos del vicepresidente, se escuchaba cada golpe con eco en la sala de estar. "Joder, qué rico culito, mi nena. ¡Venga, vamos a darle por los tres agujeros!" anuncié, ayudándola a incorporarse a apenas sin dejar que mi polla saliera de su ano. La putita parecía un trapo sucio dejándose hacer y magrearse.
Duncan se sentó de piernas abiertas en el sofá donde antes estaba Sofía y la dejé caer lentamente mientras él la recibía debajo, sintiendo cómo su verga entraba en el canal vecino y nos disputábamos el estrecho espacio en el interior. Sofía comenzó a gritar al sentirse partida a la mitad, pero la polla de Roberto volvió a acallarla y ahogarla con los chorros de leche que le descargó en el interior, ésta vez ella tenía el cuello y la barbilla blancos por la cantidad bárbara que el vicepresidente le tenía reservada. Sofía se sujetaba al respaldar del Sofá cuando Daniel se colocó frente a ella y subía una pierna al sofá para penetrarle la boca con más ahínco y velocidad. Me incliné hacia el frente e introduje un par de dedos en los labios de Sofía, abriéndole la boca y usando el mismo agarre como apoyo para mis embestidas. Era un muñeca de trapo en ese momento y solo pensaba en llenarla de leche.
Sofía comenzó a gritar y agitar sus brazos sobre el abdomen de Daniel que no le daba tregua y seguía cogiéndola por la boca como si fuese una muñeca de silicona el muy cabrón, las venas del cuello y de la frente le resaltaban y tenía una mirada perdida y determinada en cogerle la garganta a mi nena. Los canales de Sofía se estrecharon y un chorro cayó sobre nuestras pollas al correrse y emitir gritos amortiguados por más polla, y mientras más rápido la penetrábamos más deliciosos jugos salían del coño de la putita.
"Te voy a dar mi lechita en tu culito, putita" gemí tomándola de los hombros para afianzarme en ella y enterrársela hasta el fondo, sintiendo los chorros calientes de semen inundar los intestinos de mi hija y llenarla con mi semilla, cuando abrí los ojos se veía la cremita blanca salir de sus dos agujeritos, Duncan también se había corrido dentro de ella y Daniel lo había vuelto a hacer en su boca. Ésta vez Sofía estaba inmóvil abrazada al respaldar del sofá, las piernas empinadas y entreabiertas con chorros de leche brotando de sus agujeros abiertos, exhausta pero satisfecha.
Cuando recobré un poco el sentido me di cuenta de que había que hacer algo para inmortalizar el momento, busqué mi celular en la sala y saqué un par de fotos de Sofía desparramada en el sofá cubierta de semen y con sus agujeros abiertos. Cuando vio la cámara frente a su rostro sonrió y sus hoyuelos aparecieron de nueva cuenta en sus mejillas. Compartir a Sofía es la mejor experiencia de todas.
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