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Compartiendo a Sofía (Segunda parte)

Nunca había pasado de darle una nalgada o hacerle un agarre ocasional sobre esas tetitas jóvenes y deliciosas, incluso de un roce de mi verga cuando la sentaba en mis piernas, pero esa tarde algo cambió y Sofía comenzó a ser para mí lo que era para los demás.  También, descubrí uno de los secretos de Sofía...
"Noc, noc. ¿Ya decidiste qué vas a ponerte?" pregunté desde el otro lado de la puerta, esperé paciente a que bajara el volumen de la música, si es que se puede llamar música a ese mundana, del "pop". Abrió la puerta con un puchero pero no me permitió ver nada más que su rostro y su cabello: llevaba un labial con glitter rosa que hacía que su boquita se viese apetitosa, las pestañas más grandes de los normal, quizá algún implante o algo que se hizo durante la mañana, las mejillas rojitas, pero no por algún rubor sino por el coraje que hacía en ese momento, el cabello se caía, tan castaño y ondulado como siempre con un sencillo partido a la mitad de la cabeza. Sofía nunca necesitaba nada exuberante para ser sensual.
"No sé qué bikini usar" se quejó. "¿Tú vas a usar eso nada más?"
Cuando me señaló mostro cierto desdén que pudo haberme ofendido, pero no lo hizo, porque la conozco. Mis sandalias y mis bermudas blancas eran sencillas, junto con la camiseta blanca, debajo traía mi bañador; obviamente carecía de elegancia o estilo, para ella eso era imposible, siempre estaba perfecta. Me sonreí y empujé la puerta con la yema de mis dedos para que me dejase pasar.
"¡No! No estoy lista."
"Sofi, Duncan y Daniel no tardan en llegar, también Catrina dijo que llegarían a las once" reprendí con un tono más firme, ella hizo otro puchero, en ese momento se escuchó el abrir del portón eléctrico, el mayordomo, Jimenez, debió darles la entrada a los Daring. "Deben ser ellos. Voy a recibirlos, date prisa".
Yo bajé a recibir a mis socios y amigos, ellos traían también un look más casual que la noche anterior, y dos botellas de buena champaña que pronto puse a helar para que estuviesen a punto. Duncan traía unos caqui con una camiseta azul celeste que resaltaba el color de sus ojos, sus músculos siempre resaltaban sin importar qué usara, pero en esta ocasión se podían ver sus tatuajes cubriéndole hasta el cuello y las muñecas como una segunda capa interior, traía sus gafas de armazón negro. Daniel llevaba jeans, camisa de vestir blanca arremangada a los codos, gafas de sol negras marca Ray-Ban y cargaba los dos bolsos de mano de ambos ya que su hermano traía la champaña, siempre bien rasurado. El ama de llaves les asignó una pequeña habitación en la planta de abajo con baño para dejar sus maletas, lo primero que hicieron fue preguntar por Sofía.
"No está lista" respondí resignado. "No sabe qué ponerse".
"¡Ah, mi gatita!, pero si se ve hermosa con lo que sea" dijo Daniel, buscando algo de su bolso, una caja cubierta con terciopelo negro que cabía en sus dos manos.
"Eso le he dicho, pero no escucha. ¿Y eso?" señalé a la caja.
"Es su obsequio de París. ¿Dónde está? Vamos a verla"
"En su habitación, pero no deja entrar a nadie".
"Tonterías" terció Duncan, firme y contrayendo la mandíbula, por un momento él tenía más aspecto de padre enfadado por el retraso de su hija que yo. Los tres subimos las escaleras para llegar frente a la puerta de Sofía. Duncan y Daniel se pusieron al frente y tocaron, Sofía volvió a bajar el volumen de la música y se asomó, su carita entera se tornó roja de vergüenza.
"¡Sorpresa, gatita! A ver, ¿por qué no has salido a recibirnos, eh?"
"Déjanos entrar a darte un abrazo, princesita" secundó Duncan.
"¡No! No sé qué ponerme" insistió, reteniendo la puerta y mostrándonos sólo su cuello.
"Déjame ayudarte entonces" dijo Daniel con calma, haciendo un poco más de presión en su empuje, ella comenzó a ceder hasta que nos dejó entrar en su habitación olorosa a Channel n°5. Había al menos una docena de trajes de baño tendidos en la cama, y en el suelo el doble de faldas y blusitas y vestidos y shorts... Era un desastre. Cuando giré a verla estaba en su batita de seda color rose gold, se veía la caída de sus tetas y los pezones bien marcados, las piernas largas desnudas y sus piecitos pequeños y bien manicurados dentro de unas pantuflas de conejito. "¡Qué ricura! Por mi que te quedes así, ¿no, Duncan?"
"Sí, princesa, estás preciosa, ven acá. Dame un abrazo" secundó el hermano mayor, ella se acercó tímida y puso sus manos alrededor de su torso, pegando la mejilla en el pecho de Duncan, éste dejó un beso en su coronilla y la apartó, dejándosela a su hermano. Daniel no fue tan tímido, y la hizo rodear sus hombros en lugar del torso, la tomó de la cintura y la levantó en vilo, debió haber sentido sus tetas aprisionársele. Le abrió las piernas y se rodeó las caderas con ellas, ella comenzó a reír de nuevo.
"Te traje tu regalo, pero te lo daré después. Primero... Hay que elegir qué te vas a poner".
"Pruébate estos" dijo Duncan, que llevaba todo ese rato hurgando entre los trajes de baño, ella bajó del regazo de Daniel pero pude ver en éste la erección que contenía debajo de los pantalones. A ese punto me di cuenta que no tardaríamos los tres en estar igual. Nos pusimos cómodos en la cama, ella se iba a retirar al baño para cambiarse. "Hazlo aquí" ordenó Duncan, con voz firme y rígida que hasta a mí me dio escalofríos, se cruzó de brazos y Sofía me miró.
"Anda, cariño, rápido que tenemos hambre" dije. "Conoces a Duncan y Daniel desde hace mucho tiempo, no tengas pena. Será más rápido".
Sofía asintió y se desató el nudo de la bata de seda, ésta se abrió dejándonos ver debajo el cuerpecito apretadito y duro de adolescente, la cinturita y el abdomen firme marcado con una ligera línea al medio, las tetitas estaban libres, mostrando sus pezones rosaditos y erectos, llevaba una tanguita negra debajo . Llevó los dedos a los elásticos de la tanga y la bajó lentamente, éste se fue enrollando hasta quedar en sus tobillos, Duncan fue el primero en acercarse y ayudarla a quitárselas.
"¿Puedo quedármelas, princesa?" preguntó desenrollándolas y oliéndolas con una fuerte aspiración, Sofía asintió y Duncan volvió a su puesto, Sofía se inclinó de nuevo para colocarse la parte de abajo del bikini, sus tetas también cayeron por la gravedad. Daniel se reacomodó en la cama, yo hice lo mismo con mis entrepierna y Duncan se guardaba la tanga en el bolsillo del jean. El primer traje de baño era uno de dos piezas color mostaza, tenía unas pequeñas manguitas como revuelo en los hombros y unas cintitas en la cintura que le se ataban en la espalda y le daban el aspecto de un regalito, la parte de abajo era un bikini sencillo y aunque se entrometía en sus carnosas nalgas no las lucía muy bien.
"¿Qué tal este?" dijo ella, girando frente a los tres y al mismo tiempo se veía sí misma en un espejo de cuerpo completo con foquitos que tenía junto a la cama con dosel.
"Mmm... ven aquí." Dije, colocando mis manos en sus cinturas cuando la tuve entre mis piernas. "¿Qué dicen, muchachos?" La hice girar y deslicé los dedos debajo del bikini y lo tiré haciendo que saliera de entre sus cachetes. "No me gusta".
"A mí tampoco" secundó Daniel, extendiendo una mano que Sofía tomó, giró frente a él. "Hay que probar con uno que te resalte el culito, ¿sí, gatita?" explicó, inclinándose para darle un beso en la nalga derecha. Sofía volvió a bajarse el bikini y a quedar en pelotas para los tres, Duncan le pasó un segundo bañador de una pieza esta vez: Color vino, estilo tanga como quería Daniel, sus caderas se veían perfectas pero sus tetas quedaban escondidas. "No le va a gustar ni a Roberto ni a Catrina".
"Estoy de acuerdo. Ven aquí, princesita. Tienes que lucir estar tetitas" decía Duncan sujetándoselas con ambas manos e inclinándose para dejar un besito en la punta de los pezones que se adivinaban debajo de la tela, me pareció ver que Sofía se mordía el labio inferior. "¿Te cala el coñito?" preguntó él al ver cómo se le marcaba el camello por lo ajustada de la tela en esa zona, le pasó el dedo medio en esa línea que se marcaba y Sofía se sonrió por reflejo y se estremeció, él comenzó a rozar la palma de la mano por completo. "Sí, creo que sí, estas sensible, ¿no te parece, Eze?"
Estiré la mano y ella abrió más las piernas cuando me vio cerca, me tembló un poco la mano pero sentí su calorcito y como se le marcaban los labios en la tela, así como el clítoris durito como un chícharo, lo rocé con el pulgar y Sofía soltó un gemidito que los tres escuchamos, haciéndonos reír.
"Anda ya, el otro que tengo hambre" apremié, dándole una palmadita en el coñito, soltándola Duncan también. "Cariño, ésta vez quítatelo de espaldas" sugerí.
"Sí, gatita, date la vuelta para verte mejor desde ese ángulo también y poder ponernos de acuerdo los tres. ¿O no, señores?"
"Claro" secundamos.
Sofía se dio la vuelta y bajó los tirantes del bañador, lo bajó por su cintura y caderas, llegó a las piernas y se inclinó, abriendo para nosotros así su coñito y ese anito más obscurito y arrugado quedó a la vista de los tres, Sofía no dobló sus rodillas en ningún momento y permaneció así un segundo, subiendo lentamente hasta que volvió a estar erguida, se acomodó el pelo y tomó la parte superior del bikini. Éste era de apenas unas tiritas cuadradas de color platinado que le cubrían los pezones, y unas cintitas que se ataban a la espalda; iban de maravilla con su tono de piel. El bikini era tipo tanga como quería Daniel y se ataba a las caderas como un regalito también, así sí cumplía los requisitos de mis invitados,.
"¡Éste, este es!" dijo Daniel, alegre. "¡Ven aquí!" Sofía se acercó a él y las manos gruesas y grandes le ajustaron la tanguita y aprovecharon para introducir un dedo en su rayita, rozándola ligeramente. "Inclínate, quiero ver que no te quede ajustado", dijo Daniel, apoyándola en su hombro le subió una pierna a la cama, quedando de espalda a nosotros y abiertita. "Sí, cree que ya no te aprieta de aquí, ¿verdad?" Daniel hacía a un lado la tanga platinada y le pasaba el dedo índice por la rayita del culo hasta la vagina, haciendo pequeños círculos en el anito arrugado de Sofía.
"Sí, éste me gusta, ¿qué dices, Papi? ¿Duncan?" preguntó ella aún sobre el hombro de Daniel, éste apartó su dedo y en cambio le abrió las nalgas para nosotros, yo fui el primero el pasar mis dedos por esa rayita abierta y ese coñito expuesto, rosadito y comenzando a gotear juguitos que aromatizaban la habitación adolescente. Su anito estaba contrayéndose y relajándose".
"Traviesa" dijo Duncan, dándole una nalgada que la hizo reír y sacudirse, pronto Sofía tenía dos manos rozando sus agujeros y un par de manos abriéndole las nalgas. "Éste es".
"¿Y si abrimos tu obsequio y te lo pones? Te iría muy bien con éste bikini" sugirió Daniel, soltándola y dejándola ir, haciendo imposible para nosotros seguir explorándola. Ella se apartó pero Daniel volvió a tomarla de la cintura y la sentó en sus piernas, o mejor dicho sobre la erección tremenda que mostraba debajo de los caqui. Ella se abrió de piernas y puso la caja entre medio, Daniel no dejaba de tocar a mi nena en sus piernas o sus tetitas. Sofía abrió la caja y encontró un collar de diamantes y pequeñas perlitas que le quedaba muy adherido al cuello, los ojos le brillaron al verlo, también había algo más oculto en la caja. "Déjame ponértelo".
"¿Y esto otro?" inquirió ella mientras Daniel le ponía el collar. Abrió el otro compartimiento de la caja negra y adentró había un juguete.
"Para que juegues, gatita, con tu novio, o con quien quieras, te va a gustar, como nuestros juegos".
"¿´Nuestro juegos´?" Intervine, mirando a Sofía y a Daniel de manera intermitente, ambos se sonrojaron, pero en ningún momento mostraron vergüenza y tampoco yo llegué a sentir ni celos ni molestia. "¿Con que por eso tan cariñosa con él? A ver ese juguete entonces".
Cuando metí la mano en la caja ví que era un plug anal plateado. Como dijo Daniel, va perfectamente con el bikini.
"Pero, ¿por qué tiene que jugar con el novio o contigo nada más? ¿Por qué no lo usamos hoy?" sugirió Duncan.
Sofía me miró, sus ojitos estaban brillantes y se mordía el labio inferior, no sé si por las caricias de Daniel o porque me rogaba el permiso para ponerse un plug anal, pero sentí mi verga tan dura después de tanto verla exhibirse y ser toqueteada, que asentí. Los Daring, ni cortos ni tímidos, la hicieron acomodarse en la cama, sobre los trajes de baño aún esparcidos, le abrieron las nalguitas y le hicieron a un lado la tanga.
"Deberíamos prepararla. Cariño, haremos lo posible porque no te duela" dije desde detrás, ella estaba apoyada sobre sus codos, lo que dejaba una vista magnífica de su melocotón blanco y carnoso. Pensé que la mejor forma de hacer que se relajara sería lamiéndole el culito, así que me acomodé en la orilla de la cama, con Daniel y Duncan sujetándole cada uno una nalga, y me incliné para oler su coño húmedo y su ano por primera vez, su olor me envió una fuerte punzada a las ingles, a hembrita caliente. Saqué la lengua primero la pasé en la raya divisoria de sus nalgas, luego me fui hasta lo más al frente que pude de su coño y saqué la lengua, lamiendo lentamente, sintiendo sus labios calientes y húmedos contra mi lengua, luego el perineo y por último el culito arrugado donde me detuve a escuchar a mi nena suspirar y gemir quedito mientras hacía mi mejor esfuerzo por lamer su hoyito juvenil e introducir la lengua. Mientras más lamía, más humedad brotaba de su vagina.
"A ver, déjame a mí" pidió Daniel, aprovechando el cambio para dar una palmadita en las nalgas de mi nena. Ella sólo agitó sus caderas apropósito, haciendo un pequeño twerk para nosotros. "Hazlo otra vez", dijo él, dando otra palmada, "que tu papi vea lo que has aprendido conmigo, eh". Ella volvió a mover sus caderas.
"¿En qué momento has...?"
"Tengo mis trucos, ¿no, gatita?" continuó él mientras ella hacía su movimiento.
"Sí, Dani" ronroneo como la gatita que parecía en ese momento. Daniel se inclinó y ésta vez no tuvo piedad de su coñito lamiéndolo y moviendo su lengua los tentáculos de un pulpo, intercambiando su culito y su panochita por igual.
"¿Te unes, hermano?" dijo hacia Duncan, que no tardó en coordinarse y pronto mi Sofi tenía dos lenguas, una en cada uno de sus agujeritos. Mi nena ya gemía rico y quedito, casi como un ronroneo, rodee la cama para ver su carita: tenía las mejillas y el cuello rojo, los ojos cerrados y los labios entreabiertos, jadeaba con inquietud, me incliné hasta acercarme a su boquita y besarla por primera vez. Ella correspondió uniendo sus labios con los míos y permitiendo mi lengua entrar en ella, donde segundos antes estuvo en su ano, pude sentir el sabor a fresa de su gloss y ella el sabor de sus juguitos adolescentes.
"Te amo, papi" gimió cuando me separé.
"Está lista" dijo, Daniel, tomando el plug y lamiéndolo, Sofía me miró, agitada.
"Tranquila, te gustará" le dije, tomando sus manos y mirando su preciosas facciones cambiar poquito a poco mientras Daniel le iba insertando el juguete en su orificio, ella me gemía en la boca, me llamaba "papi" y apretaba mis manos, pero cuando estuvo todo dentro relajó sus facciones, Daniel continuó acariciándole el clítoris en esa posición. "¿Qué tal?" pregunté, ayudándola a incorporarse. Ella se removió de pie frente a los tres y asintió.
"Se siente rico. Gracias por mi regalo, Dani" dijo, acercándose para darle un beso en la mejilla.
"No hay de qué, Gatita. Ahora vamos abajo que tengo mucha hambre".
"Oh, no".
"¿Qué pasa?" Los tres nos giramos hacia Duncan que analizaba algo en su iPhone.
"Catrina tiene una emergencia de última hora, una alergia. No podrá venir".
"Es una lástima pero… ¡Hey", más Sofía para nosotros, ¿no?

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