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Mamada en un cine porno

Mamada en un cine porno
Todavía recuerdo la primera vez que le mamè la polla a un hombre. Fue poco después de mi segundo aniversario de bodas con mi mujer. Desde antes de casarme ya tenia curiosidad de cuan rico seria mamar una buena verga. Cerca de mi trabajo estaba este cine porno gay por el cual yo pasaba a diario. Un día salí temprano de mi oficina , llamé a mi esposa y le dije que tenia mucho trabajo y que llegaría más tarde esa noche.
Me fuí al cine, entré y en la obscuridad nada más ver las escenas de mamadas brutales que se veían en la película, mi polla se puso a mil, Tuve que hacer grandes esfuerzos para contenerme y no correrme directamente en los pantalones... mi objetivo era otro, que no era sino el de otear el horizonte de tíos que había a mi alrededor para meterme una buena polla en mi boca y mamarla sin parar. 
A la hora de sentarme, elegí una butaca que no estuviera muy distante de la de algunos maduros, a lo sumo una butaca de separación. Y no pude hacer mejor elección... a mi lado vi a un tío mayor, con la polla saliendo de entre sus pantalones, tocándose sin parar y con una cara de vicio que no olvidaré jamás. No pude por menos que deslizar mi mano hacia su polla, entre el miedo a que me rechazara o pasara de mi. Era mi primera experiencia en un cine y no sabía si hacía lo correcto y si estaba siendo muy atrevido. Recuerdo que mi corazón latía a mil revoluciones, fruto de la ansiedad, el morbo, la novedad y el vicio incontrolado. 
En medio de los nervios, al sentir la polla del tío entre mis manos, su reacción fue de dejarse hacer y de total receptividad por su parte ¡Qué polla tenía! Al tocársela en un primer momento la noté morcillona, pero en cuanto se la seguí tocando sentí cómo se iba poniendo dura y gorda en mi mano. No puedo describir el estado de excitación que me provocó. En especial recuerdo lo pringoso que tenía el capullo, lleno de líquido preseminal, lo cual me dejaba aún más extasiado. 
No recuerdo el tiempo durante el cual estuve magreando la polla y los huevos de aquel maduro, que calculo que tendría la edad que tengo yo actualmente. Lo que sí recuerdo es que el tío me hizo gestos para salir de la sala... entendí perfectamente dónde quería que fuéramos. Sin más dilación nos levantamos y sin hablar nos fuimos directamente a los lavabos. Nos metimos en uno de los cuartos de inodoros cerrando la puerta. Sin articular palabra, se bajó los pantalones dejando entrelucir su polla, ya bien dura, que me apresuré a tocar con mis manos. 
Casi de inmediato, me puse de rodillas para tener su pollón frente a mi boca, con la que empecé a hacerle una gran mamada, de las muchas que he mamado después a lo largo de todos estos años. Mi polla estaba a mil. Le lamí la polla y los huevos totalmente entregado mientras él empujaba con sus manos mi cabeza para meterme su polla hasta el fondo de mi garganta hasta conseguir mis primeras arcadas, de absoluto placer. Recuerdo su cipote pringoso de mi saliva y su líquido preseminal. No lo olvidaré jamás. 
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Para ese momento yo estaba en una nube, en la que lo único que deseaba era notar cómo reventaba su polla en mis labios y notar cómo se corría encima de mi. Le masturbé y le mamé su pollón mientras le acariciaba los huevos, con el único fin de notar su semen en mi boca. Y vaya si se corrió. Su verga explotó y soltó todo su esperma, espeso y abundante en mi lengua. Seguí chupándosela sin parar, pringosa, llena de leche, con mi boca empapada de su rico manjar. Tal fue mi excitacion que en el momento en que se corrió, yo me corrí a la vez. Le seguí lamiendo los huevos y la polla hasta que se le fue bajando mientras yo me terminaba de correr, con mi mano llena de mi propia leche
Al poco de corrernos, el tío salió antes que yo, igual que como habíamos entrado, sin hablar. Salí a continuación, con la boca aún con restos de esperma y con el convencimiento de que esa no iba a ser la única experiencia de ese tipo.

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