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Fui infiel a mi marido y lo gocé-el hijo del jefe

Les conté la última vez que el lujurioso del jefe de mi marido nos invitó el fin de semana a pasarla en su casa de playa, obviamente sin llevar a su mujer ni demás familiares de él, con el objetivo de volver a gozar de mi cuerpo que tanto le gustó cuando se lo di para que mi marido no quedara desempleado y hasta aumento le dio el infeliz por lo rico que se lo hice.
Soy una mujer que goza de su sexualidad, que rompió con tabúes y liberó sus impulsos, pues la vida es una y hay que disfrutarla al máximo ya que no se sabe cuándo estaremos vivos, si el virus se me pega y me mata me moriré contenta de haber gozado buenas vergas entre mis piernas, mi cuerpo bien dotado tenía que darle uso con hombres y mujeres (pues soy bisexual) que me hicieran gozar.
Mis pechos grandes, culo redondo y voluminoso, piernas gruesas, vagina tragona y mi carita de pícara (aunque me han dicho que de puta) son un imán para muchos que aunque sepan que soy casada no descuidan la oportunidad de ver si me entierran su pene y llevarse esa dicha de llenarme de semen caliente, lastimosamente mi marido, hombre muy reservado, no me daba lo que necesitaba para llegar a tener orgasmos intensos, cosa que me pareció extraño teniendo un padre, un hermano y un sobrino bien calientes, a los cuales atendí con mucho amor y sexo (ya se los he contado en relatos anteriores).
Ya siendo sábado por la tarde, el jefe de mi marido tenía día y medio disfrutando de mi cuerpo, culea rico por lo morboso que es a pesar de su edad, sin embargo, la presencia repentina de su hijo cambió las cosas, ya que con el no podía seguirme dando duro como quería, puso tan mala cara que me reí sabiendo que le sería difícil que le chupara su verga, cosa que tanto le gustaba, así que le tocó resignarse a que finalizaba su aventura conmigo durante ese fin de semana.
Como no pierdo tiempo, miré de arriba abajo a ese muñeco, joven, buen mozo, atlético y según vi en su pantalón, con una buena herramienta, el también no dudó en lujurearme disimuladamente cuando su padre nos presentó (Ricardo era su nombre), después de ver mi rostro quedó irremediablemente con sus ojos puestos en mis pechos que sobresalían de mi camisa de playa que traía, al irme a la cocina moví mi culo lo más sexy posible y al mirar hacia atrás adiviné que sus ojos estaban clavados en mi trasero, me sonreí y le guiñé un ojo, el captó la señal y sonrió mientras mi marido y su jefe hablaban de otro tema.
Mientras cocinaba, él se me acercó y conversamos:
Ricardo: Hola Sandra, ¿te puedo ayudar?
Yo: Claro bebe, en muchas cosas (le sonreí)
Ricardo: ¿Sólo dime en qué y con gusto te colaboro).
Yo: Bueno lindo, ¡párteme!
Ricardo: ¿Cómo me dijiste?
Yo: Sí cielo, párteme estos tomates para la ensalada, haré un arroz con leche de coco pues me encanta la leche.
Ricardo: ¿En serio?, ¿Te gusta mucho la leche?
Yo: Si lindo, es mi bebida favorita, me encanta de varios sabores: de coco, de vaca, de cabra, de….
En ese momento venía mi marido y su jefe y nos arruinó la entretenida conversación, Ricardo se fue afuera de la casa y al rato se dirigió a su cuarto, se me ocurrió decirle al jefe de mi marido que no había sal y faltaba comprar más carne ya que no iba a alcanzar, él me dijo que el supermercado más cercano estaba a una hora de distancia pero que mandaría a su hijo a hacer la compra, fue al cuarto de Ricardo, tocó la puerta pero no le respondía, lo llamó y nada, entonces me acerqué y le dije que mandara a mi marido a hacer esa compra pues seguro su hijo escuchaba música con audífonos o estaba dormido, el sonriendo me dijo que era buena idea y le pidió el favor a mi marido, el cual como fiel sumiso tomó las llaves del auto.
Cuando el jefe de mi marido pensaba que sin mi marido y con su hijo dormido iba a disfrutar de mi escucha que el auto de el no arrancaba, fue a ver qué pasaba y junto con mi marido observaron el motor del auto, yo estaba con incertidumbre de no saber qué sucedía así que salí a ver qué pasaba, al salir mi marido me dijo que iba a ir con su jefe a comprar aparte de lo que pedí unas correas de no se qué pues cuando me hablan de mecánica es como si me hablaran de química o una cosa así, el jefe no llevaba dinero en efectivo sino tarjetas y obviamente no le iba a dar sus datos de la tarjeta ni a mi marido y menos a su hijo, volvieron a tocar y repentinamente esta vez sí respondió Ricardo y le pidieron las llaves de su auto, las cuales dio rápidamente.
Al irse fue hacia mí y hablamos:
Yo: Bebe creo que quedamos solitos.
Ricardo: Por supuesto, le hice un trabajito al motor del carro de mi padre.
Yo: ¿En serio?, vaya que eres muy inteligente ja ja ja.
Ricardo: Es que tenia que ingeniármelas para estar a solas contigo, me ayudaste pue escuché lo de las cosas que mandaste a comprar y sabía que mi papá no me daría su tarjeta ni a tu marido, mínimo demorarán dos horas de viaje más una hora buscando lo que le rompí en el motor.
Le dije: “Bueno bebe, a aprovechar ese tiempo”, caminé a cierta distancia de él ya pisando la arena y me quité la camisa y pantalón playero, dejando a su vista un diminuto bikini que no tapaba casi nada mis tetas y mucho menos mis labios vaginales, quedó mudo al verme así y le dije: vamos a la playa papi, corrí hacia el mar sabiendo que él disfrutaría de ver mis nalgas rebotando con cada movimiento de mi carrera, me detuve y me quité el bikini para echarme al agua, no tardó el en llegar sin ropa, mostrando esos pectorales de futbolista y con ese miembro viril erecto y con ganas de usarse.
Se echó al mar buscándome, yo me sumergí para jugar con su desesperación, pero fue irremediable que me atrapara en sus brazos, me haló hacia él y me besó con desesperación, yo me dejé llevar y le tomé su miembro y empecé a masturbarlo con mi mano, su boca se dirigió hacia mis pezones y los chupó como bebe con hambre de leche materna, disfrutaba esa succión de sus labios en mis pezones y me metió dos dedos dentro de mi vagina, la cual estaba mojada del agua marina y de mis flujos vaginales, empecé a gemir como perra, las olas nos hacían algo incómodo el acto sexual, me sumergí y le hice una felación bajo el agua, su verga estaba dura y firme, con una cabeza grande, el tronco de su pene estaba venoso y grueso, no demoré mucho chupándosela por que no soy buena aguantando la respiración.
Nos fuimos hacia la arena mojada y me costé boca arriba llamándolo con un dedo hacia mí, se arrojó encima y me enterró su delicioso pene entero dentro de mi vagina, empezó a cogerme como un salvaje mientras mis piernas abrazaban su cintura, no tardó mucho en provocarme un orgasmo delicioso…
Yo: Ahhhh, ahhhh, así bebe, qué rico culeas, bombéame duro, duro papi, no la saques de allí….
Ricardo: Siiii, qué rica estás, nunca había estado con una mujer con tu cuerpo.
Yo: Si bebe, entonces disfruta todo lo que puedas, lléname de tu leche rica.
Ricardo: Por supuesto, ya me dijiste que te encanta la leche.
Yo: si bebe, me fascina, dámela donde te dé la gana.
Ricardo: ¡Ponte en cuatro que tus nalgas me provocaron comerlas!
Yo: Por supuesto, todos al final quedan dándome en esa pose…
Ricardo: mmm, ¿osea que le pones muchos cuernos a tu marido?
Yo: Amor, con este cuerpo, ¿crees que soy hembra de un solo macho?, aprovecha tu momento pues no soy de nadie, ni de mi marido.
Ricardo: si encanto, gozaré tus nalgas.
Me nalgueó y me metió su pene en mi vagina nuevamente, esta vez en 4, su verga entraba y salía de mi como un taladro, sus embestidas eran propias de un joven, fuertes e intensas, mis nalgas se mecían disfrutando semejante miembro completamente dentro de mí, provocándome otro orgasmo el cual no disimulé en gritarlo sin miedo a que nos escucharan, eso le encantaba, por más que me la hundía no se venía y eso me encantó.
Luego para que descansara lo cabalgué, se sentía delicioso estar desnuda fornicando al aire libre, sin nadie que molestara, disfrutaba ser la que controlaba la profundidad de la penetración, el suspiraba viendo mis tetas moviéndose cada vez que brincaba sobre su verga que se mantenía dura como palanca de cambios de un auto, aceleré más el meneo y me dijo que estaba a punto de venirse:
Ricardo: Oh nena ya no aguanto, me voy a venir!
Yo: ¿Hace cuánto no coges ni te masturbas?
Ricardo: Uff, ¡hace más de un mes!
Yo: Entonces debes estar bien cargado de leche…
Ricardo: Si mi cielo, ¿Dónde la deseas?
Yo: ¡Dámela en la boca!
Ricardo: ¡Si amor, como tú digas!
Dejé de montarlo y rápidamente me puse de rodillas frente a él, se levantó y puso su verga en mi boca, empecé a chupársela duro y vomitó chorros abundantes de leche, traté de tragarme toda la que podía pero a su edad tenía buen depósito de semen, tragué la que pude pero fue imposible que no me callera en la cara y en mis tetas, me hizo sentir como si estuviera en un bang gang lleno de hombres tirándome semen sin parar, saboreé la que pude y le dejé su magnífica polla limpiecita, nos volvimos a echar al agua para quitarnos la arena y regresamos a la casa.
Dentro de la casa nos fuimos al baño y nos bañamos juntos, no paraba de ver mi cuerpo, lo puse a que me lamiera el coño y me hizo sacar un rico orgasmo, toda su cara se la mojé de mis fluidos vaginales que se le escurrían en su lindo rostro joven, nos enjabonamos y tocamos al punto en que su verga volvió a ponerse dura y como fue tan bueno culeándome le dije que le daría mi rico culo, me puse en cuatro y le dije:
“Papi clávamela en mi culo, te está esperando”…
No dudó en penetrarme mi orificio anal, sentía dolor pero lo disfrutaba, empezó a bombearme, mis tetas rozaban la pared del baño, el jabón ayudó mucho en que la penetración fuera más fácil, gemíamos ambos con el coito, yo le meneaba las nalgas en círculos y él con su movimiento de adentro-afuera me abrió más el culo, me haló por el pelo, eso me hizo sentir como su perra, sus brazos me halaban hacia el con fuerza, nos fuimos hacia el inodoro y se sentó, yo le di la espalda y me volví a hundir su verga en mi culo, mientras me frotaba las tetas brinqué sobre su verga cuidando de no fracturársela y volvió a darme su rico néctar lácteo, esta vez en mi culo.
Lo dejé tan agotado que ni se levantó del inodoro, me terminé de bañar, el disfrutaba viendo mi cuerpo, pensó que yo era una simple mujer casada a la cual comerse pero se equivocó, yo era la que lo usaba como juguete sexual, me fui a su cuarto con la toalla solo puesta en mi cabeza, le abrí las piernas y le dije: “papi aún te falta por llenar un agujero”, Ricardo me dijo que estaba cansado, que yo era muy caliente e insaciable, le sonreí y le dije que no se preocupara, que en un rato volvería a tenerla dura.
El se acostó y yo lo masturbé con mis pies, suave, le escupí varias veces su pene, esa fricción poco a poco hizo que se volviera a parar, conocía que los jóvenes de su edad podían eyacular varias veces, cosa que un hombre ya bien maduro poco puede (aunque hay excepciones), lo seguí masturbando, mostrándole mi lengua jugando afuera de mi boca e irremediablemente se le volvió a parar, lo cual me hizo feliz pues quería su semilla en todos mis agujeros, me le acosté encima con su pene dentro de mi y me moví suave sobre su miembro, el ya no me embestía con fuerza pero la dureza de su pene me era suficiente, le decía cochinadas al oído al punto de que irremediablemente me volvió a regalar (o yo se la saqué mas bien) su líquido blanco, el cual mi vagina devoró con gentileza como una bebe recibiendo biberón.
Me quedé así recostada sobre él con su pene aún metido, así dormimos un rato hasta que escuchamos el ruido del auto de él llegando a la casa, sin limpiarme me puse la ropa que tenía y me fui para la cocina, no sin antes darle un beso de lengua y dándole las gracias por tan deliciosas horas de sexo, mi marido me trajo las cosas que pedí y empecé a terminar de cocinar para una deliciosa cena que tenía para todos, mientras, mi marido fue a ayudarle a su jefe a poner la pieza nueva a su auto.
Terminaron y se fueron a bañar, serví la comida, hablamos todos de cosas triviales, mirando con picardía tanto al hijo como al padre para no quedar mal con ninguno, luego cada uno se fue a dormir, yo sabía que con el hijo ya no había más nada que hacer así que a medianoche me fui hacia el cuarto del jefe de mi esposo y así dormido le chupé su pene, inmediatamente se despertó y culeamos por espacio de media hora sin hacer mucho ruido, se vino en mi vagina con restos de semen de su hijo y me fui satisfecha a la cama de mi marido, al acostarme mi marido se despertó y me preguntó que a dónde salí y sólo le dije: “Papi me levanté para ir a la cocina ya que tenía sed y probé leche”, a lo cual sin decirme más nada se volvió a dormir.
En la mañana del domingo preparé un desayuno y nos alistamos para ir de regreso al hogar, Ricardo se quiso quedar unos días más en la casa, su padre sólo le pidió que tuviera cuidado de irse a meter al mar ya que quedaría solo pero él le dijo que ya era grande y sabía cuidarse solo, aparte que invitaría a una amiga a pasar esos días con él, yo sólo le dije: “dale mucho amor” y me despedí de el con un abrazo sin poder dejarme manosear más ya que estaba mi marido.
Llegamos a casa del jefe de mi esposo y mientras mi marido pasaba las cosas nuestras a nuestro auto fui a darle una rica mamada a su jefe, la cual disfrutó mucho hasta darme su sabrosa leche, aunque la de su hijo sabía más dulce, me despedí de él prometiéndole otro encuentro, pero con la condición que le subiera un poco más el sueldo a mi marido nuevamente, él sin titubear me dijo que si, sacó dinero de un cajón y me lo regaló, me dijo que con eso comprara lencería y ropa atrevida para él, le dije que por supuesto que sí, mi marido entró y agradeció a su jefe por la gentileza con nosotros, él sólo le dijo: “tranquilo, tu eres en mi empresa el empleado que más valoro”, se dieron las manos y se despidieron, lo besé en la mejilla metiéndole la lengua discretamente en su oreja y me fui con mi marido hacia nuestro hogar, él feliz sintiéndose importante en la empresa y yo feliz de un fin de semana con bastante sexo.

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