Después de mi deliciosa experiencia con el pasajero del barco, se me despertó mi deseo sexual, deseaba sentirme codiciada por todos los de ese crucero y que mi marido se diera cuenta para así someterme y revivir la chispa de la pasión que por mucho tiempo se había apagado, a partir de ese momento, dejé de ser recatada al vestirme y me fui a una tienda de ropa del barco, compré ropa con transparencias, trajes ajustados que marcaran mis poderosas curvas y trajes de baño tipo hilo para dejar mudos a cualquiera que posara sus ojos en mis grandes y firmes nalgas y tetas.
Nuevamente salí con mi marido a la piscina, esta vez si no tuvo reparos en acompañarme, yo traía un bikini muy pequeño, mi marido me dijo: “amor, ese traje de baño te queda muy chico, ¿por qué no buscaste otro de tu talla?, yo le respondí: “hay papi, es que por andar apurada no tuve tiempo de ir a una tienda antes de subirme y me traje unos viejos que tenía en el closet (cosa que yo sabía que era falso pero que él no).
A pesar de que me tapaba la parte de abajo con un pareo, arriba se podían apreciar mis senos queriéndose salir de la parte superior del bikini, a mí eso lejos de darme pena me llenaba de una autoestima alta, mi marido solo miraba un tanto molesto porque veía que los demás hombres me miraban con malos ojos, desde ancianos hasta muy jovencitos, yo adiviné su pensamiento y le dije: “papi, no te pongas celoso, esto que ves es tuyo nada más, que miren lo que quieran pues tú eres el único que toca todo esto, recuerda que estamos en un crucero con personas de muchos países, con mentalidades liberales, quizás pienses que son de esos pervertidos de nuestro país o amigotes tuyos pero acá hay más libertad, mira, no soy la única que viste bikini”, mi marido me dijo que era cierto y se calmó, yo sabía que era así pero la que mejor le quedaba el bikini era a mi porque las demás no tenían una figura como yo.
Le pedí a mi marido traerme una piña colada y me obedeció, mientras iba por la bebida decidí tirarme a la piscina, me quité el pareo, mostrando mis caderas anchas y bien torneadas, dejando a más de uno con la boca abierta, la parte de atrás del bikini se ahogaba en la raja de mis nalgas, mostrándolas a toda su expresión, caminé muy sexy contoneando mi culo, el cual fue objeto de muchas miradas, me sonreí y me tiré a la piscina, en ella había un apuesto moreno, muy atlético, el cual era el salvavidas, estaba enseñándole a una persona a nadar, yo me le quedé viendo y él a mí, se puede decir que fue una atracción automática, el despachó a su clienta no sé con cual excusa y se acercó a mí:
Salvavidas: Hola hermosa, me llamo José, un placer conocerla.
Yo: Hola, me llamo Sandra Sofía, igualmente.
Salvavidas: Me imagino que una dama tan bella debe tener dueño.
Yo: Tengo marido pero dueño no bebe, yo me mando sola (y le sonreí)
Salvavidas: (no paraba de ver mis grandes tetas) ¿y dónde está su marido?, espero no lo haya traído al barco.
Yo: Ja ja, claro que sí vino, está buscándome una bebida, tengo sed (me asomé para ver si venía mi esposo y nada que aparecía, quizás el bar estaba lleno).
Salvavidas: Bueno, es una pena pues me hubiera gustado saciar su sed.
Yo: ¿Ah sí?, ¿y qué bebida tienes para mí?
Salvavidas: Si me acompañas te la puedo ofrecer, sígueme.
Como cordero al matadero lo seguí, mi marido no daba señales de vida, él iba delante de mí y yo lo seguí, me llevó a un camarote donde al parecer tiene sus implementos de trabajo y vestuario, ajustó la puerta y me haló hacia él, empezamos a besarnos con lujuria, él me apretaba fuerte, como animal, sus caricias eran como de un hombre desesperado por sexo, me agarraba mis nalgas y las apretaba fuerte, yo me quité la parte de arriba del bikini y él procedió a saciar su sed con mis tetas, me las chupaba, lamía, succionaba, era todo un bebe hambriento de teta.
Salvavidas: Wau, qué tetas más grandes tienes, tus pezones paraditos me alocan.
Yo: ¿y cuál era la bebida que me tenías papi?
Salvavidas: bájame la pantaloneta y sácalo de la manguera que cuelga.
Yo: (le bajé la pantaloneta y salió de inmediato un portentoso pene, grueso y cabezón, confieso que soy un afortunada con mis amantes, todos me salen bien dotados) Oh papi, qué grande, voy a ver cómo saco esa bebida sabrosa que debes tener allí.
Ma agaché y empecé a lamérsela primero, sabía que no podía demorar mucho porque mi marido a debía de estar esperándome, así que se la chupé con mis labios gruesos, se la succionaba hasta que se puso durísima, la puse entre mis tetas y la escupí para que escurriera sobre mis senos e inmediatamente empezó a follarme las tetas, su miembro se perdía entre mis senos y salía la cabeza directo a mi boca, la cual yo tenía abierta, tenía mi vagina toda húmeda de la calentura y decidí comérmela un poquito por allá abajo.
Me puse en cuatro quitándome muy sexy el bikini, inmediatamente sentí su verga taladrándome por mis nalgas, el sonido de sus huevos chocando contra mis nalgas era el sonido más excitante que me gustaba oír, empecé a gemir, era un polvazo de esos que llaman rapidines, mis nalgas se mecían con cada penetrada de ese mástil, me tenía bien agarrada por la cintura, yo le meneaba las nalgas para que se viniera más rápido, lo cual me di cuenta que estaba por pasar…
Yo: Oh guapo me estás dando qué culeada, ni mi marido me coge así.
Salvavidas: Bueno reina, ya tienes quién te dé bien rico en el crucero (yo me reí porque ya otro se le había adelantado).
Yo: Uff dale papi no dejes de meterla, se siente ricooo.
Salvavidas: Siii goza mi verga puta quemona, debe estar tu marido buscándote y tú culeando como una perra con un desconocido.
Yo: (incliné mi rostro hacia él y lejos de insultarlo por la frase que dijo lo miré con deseo y saqué mi lengua como si estuviera saboreando algo) Cógeme papi, soy tu perra ahora.
Salvavidas: Si mi perra (me tiró al piso con mi cara hacia el suelo y se acostó sobre mí, me escupió el culo y me la fue clavando en mi orificio anal, su verga entraba como cuchillo sobre mantequilla, yo tuve inmediatamente un orgasmo y él lo notó y continuó cogiéndome por detrás).
Era todo un padrote y yo su yegua para inseminar, vaya que sí sabía metérmela, su verga me llegaba hasta lo más profundo, tenía buen movimiento, me levantó y me cargó contra la pared y volvió a metérmela x el culo, esta vez, viéndonos frente a frente, mis tetas brincaban sin parar, él me las chupaba y besaba mi boca con mucho deseo, yo le correspondía muy lujuriosa y contenta por tener un nuevo macho para quitarme las ganas de un buen polvo, sus penetraciones eran tan fuertes que tumbaron unos objetos que colgaban a un lado de la pared, era todo un animal, me pregunté: ¿será que todos los machos de este barco follarán así?, me reí y olvidé a mi bobo marido por completo.
Mi padrote no aguantó más y me dijo que se iba a venir, yo no quería que mi marido ni nadie me viera chorreada de semen así que me agaché y como buena ordeñadora le mamé duro su verga hasta que litros de leche inundaban mi garganta, estaba bien cargado el cabrón, me bebí todo lo que su miembro expulsaba y se la limpié con mi lengua.
Me arreglé el bikini, sequé mi humedad con un trapo y le dije: ¡gracias papi por la deliciosa bebida, estaba deliciosa! Y le mandé un beso, él recostado en un sillón, agotado por semejante labor sólo atinó a decirme: ¡Estoy para cuando quieras probar más, ya sabes dónde buscarme!. Llegué a la piscina y mi marido inquieto me dice: “llevo más de 15 minutos esperándote, ¿dónde estabas?”, rauda y veloz le dije: “papi fui al cuarto a buscar bloqueador solar porque olvidé traerlo pero no lo hallé, tendré que comprar en la tienda aquí”, le di un beso en el cuello para que sus labios no sintieran el sabor de mi boca que sabía a verga y tomé la piña colada, recostándome sobre la silla, contenta por la rica bebida que me tocó probar.
Nuevamente salí con mi marido a la piscina, esta vez si no tuvo reparos en acompañarme, yo traía un bikini muy pequeño, mi marido me dijo: “amor, ese traje de baño te queda muy chico, ¿por qué no buscaste otro de tu talla?, yo le respondí: “hay papi, es que por andar apurada no tuve tiempo de ir a una tienda antes de subirme y me traje unos viejos que tenía en el closet (cosa que yo sabía que era falso pero que él no).
A pesar de que me tapaba la parte de abajo con un pareo, arriba se podían apreciar mis senos queriéndose salir de la parte superior del bikini, a mí eso lejos de darme pena me llenaba de una autoestima alta, mi marido solo miraba un tanto molesto porque veía que los demás hombres me miraban con malos ojos, desde ancianos hasta muy jovencitos, yo adiviné su pensamiento y le dije: “papi, no te pongas celoso, esto que ves es tuyo nada más, que miren lo que quieran pues tú eres el único que toca todo esto, recuerda que estamos en un crucero con personas de muchos países, con mentalidades liberales, quizás pienses que son de esos pervertidos de nuestro país o amigotes tuyos pero acá hay más libertad, mira, no soy la única que viste bikini”, mi marido me dijo que era cierto y se calmó, yo sabía que era así pero la que mejor le quedaba el bikini era a mi porque las demás no tenían una figura como yo.
Le pedí a mi marido traerme una piña colada y me obedeció, mientras iba por la bebida decidí tirarme a la piscina, me quité el pareo, mostrando mis caderas anchas y bien torneadas, dejando a más de uno con la boca abierta, la parte de atrás del bikini se ahogaba en la raja de mis nalgas, mostrándolas a toda su expresión, caminé muy sexy contoneando mi culo, el cual fue objeto de muchas miradas, me sonreí y me tiré a la piscina, en ella había un apuesto moreno, muy atlético, el cual era el salvavidas, estaba enseñándole a una persona a nadar, yo me le quedé viendo y él a mí, se puede decir que fue una atracción automática, el despachó a su clienta no sé con cual excusa y se acercó a mí:
Salvavidas: Hola hermosa, me llamo José, un placer conocerla.
Yo: Hola, me llamo Sandra Sofía, igualmente.
Salvavidas: Me imagino que una dama tan bella debe tener dueño.
Yo: Tengo marido pero dueño no bebe, yo me mando sola (y le sonreí)
Salvavidas: (no paraba de ver mis grandes tetas) ¿y dónde está su marido?, espero no lo haya traído al barco.
Yo: Ja ja, claro que sí vino, está buscándome una bebida, tengo sed (me asomé para ver si venía mi esposo y nada que aparecía, quizás el bar estaba lleno).
Salvavidas: Bueno, es una pena pues me hubiera gustado saciar su sed.
Yo: ¿Ah sí?, ¿y qué bebida tienes para mí?
Salvavidas: Si me acompañas te la puedo ofrecer, sígueme.
Como cordero al matadero lo seguí, mi marido no daba señales de vida, él iba delante de mí y yo lo seguí, me llevó a un camarote donde al parecer tiene sus implementos de trabajo y vestuario, ajustó la puerta y me haló hacia él, empezamos a besarnos con lujuria, él me apretaba fuerte, como animal, sus caricias eran como de un hombre desesperado por sexo, me agarraba mis nalgas y las apretaba fuerte, yo me quité la parte de arriba del bikini y él procedió a saciar su sed con mis tetas, me las chupaba, lamía, succionaba, era todo un bebe hambriento de teta.
Salvavidas: Wau, qué tetas más grandes tienes, tus pezones paraditos me alocan.
Yo: ¿y cuál era la bebida que me tenías papi?
Salvavidas: bájame la pantaloneta y sácalo de la manguera que cuelga.
Yo: (le bajé la pantaloneta y salió de inmediato un portentoso pene, grueso y cabezón, confieso que soy un afortunada con mis amantes, todos me salen bien dotados) Oh papi, qué grande, voy a ver cómo saco esa bebida sabrosa que debes tener allí.
Ma agaché y empecé a lamérsela primero, sabía que no podía demorar mucho porque mi marido a debía de estar esperándome, así que se la chupé con mis labios gruesos, se la succionaba hasta que se puso durísima, la puse entre mis tetas y la escupí para que escurriera sobre mis senos e inmediatamente empezó a follarme las tetas, su miembro se perdía entre mis senos y salía la cabeza directo a mi boca, la cual yo tenía abierta, tenía mi vagina toda húmeda de la calentura y decidí comérmela un poquito por allá abajo.
Me puse en cuatro quitándome muy sexy el bikini, inmediatamente sentí su verga taladrándome por mis nalgas, el sonido de sus huevos chocando contra mis nalgas era el sonido más excitante que me gustaba oír, empecé a gemir, era un polvazo de esos que llaman rapidines, mis nalgas se mecían con cada penetrada de ese mástil, me tenía bien agarrada por la cintura, yo le meneaba las nalgas para que se viniera más rápido, lo cual me di cuenta que estaba por pasar…
Yo: Oh guapo me estás dando qué culeada, ni mi marido me coge así.
Salvavidas: Bueno reina, ya tienes quién te dé bien rico en el crucero (yo me reí porque ya otro se le había adelantado).
Yo: Uff dale papi no dejes de meterla, se siente ricooo.
Salvavidas: Siii goza mi verga puta quemona, debe estar tu marido buscándote y tú culeando como una perra con un desconocido.
Yo: (incliné mi rostro hacia él y lejos de insultarlo por la frase que dijo lo miré con deseo y saqué mi lengua como si estuviera saboreando algo) Cógeme papi, soy tu perra ahora.
Salvavidas: Si mi perra (me tiró al piso con mi cara hacia el suelo y se acostó sobre mí, me escupió el culo y me la fue clavando en mi orificio anal, su verga entraba como cuchillo sobre mantequilla, yo tuve inmediatamente un orgasmo y él lo notó y continuó cogiéndome por detrás).
Era todo un padrote y yo su yegua para inseminar, vaya que sí sabía metérmela, su verga me llegaba hasta lo más profundo, tenía buen movimiento, me levantó y me cargó contra la pared y volvió a metérmela x el culo, esta vez, viéndonos frente a frente, mis tetas brincaban sin parar, él me las chupaba y besaba mi boca con mucho deseo, yo le correspondía muy lujuriosa y contenta por tener un nuevo macho para quitarme las ganas de un buen polvo, sus penetraciones eran tan fuertes que tumbaron unos objetos que colgaban a un lado de la pared, era todo un animal, me pregunté: ¿será que todos los machos de este barco follarán así?, me reí y olvidé a mi bobo marido por completo.
Mi padrote no aguantó más y me dijo que se iba a venir, yo no quería que mi marido ni nadie me viera chorreada de semen así que me agaché y como buena ordeñadora le mamé duro su verga hasta que litros de leche inundaban mi garganta, estaba bien cargado el cabrón, me bebí todo lo que su miembro expulsaba y se la limpié con mi lengua.
Me arreglé el bikini, sequé mi humedad con un trapo y le dije: ¡gracias papi por la deliciosa bebida, estaba deliciosa! Y le mandé un beso, él recostado en un sillón, agotado por semejante labor sólo atinó a decirme: ¡Estoy para cuando quieras probar más, ya sabes dónde buscarme!. Llegué a la piscina y mi marido inquieto me dice: “llevo más de 15 minutos esperándote, ¿dónde estabas?”, rauda y veloz le dije: “papi fui al cuarto a buscar bloqueador solar porque olvidé traerlo pero no lo hallé, tendré que comprar en la tienda aquí”, le di un beso en el cuello para que sus labios no sintieran el sabor de mi boca que sabía a verga y tomé la piña colada, recostándome sobre la silla, contenta por la rica bebida que me tocó probar.
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