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Infiel a mi marido y lo gocé: elinstructor del gym

Mi vida había cambiado, de ser una dama fiel a mi marido, me había convertido en una puta pone cuernos, lo peor era que no me dolía serle infiel a mi marido, incluso con familiares de él (ya descaradamente había probado a mi suegro y a un sobrino de parte de mi marido).
Curiosamente, tanta acividad sexual hizo cambios en mi figura, no soy una mujer delgada y observé que los músculos de mis piernas gruesas estaban duros producto de las cabalgatas encima de mis amantes, mis nalgas se habían levantado mucho más gracias al sexo anal, mis pechos se levantaron más debido a las veces en que me los chupaban, mi abdomen estaba duro gracias a los meneos que daba en la cama, mi cuca la sentía más abierta igual que mi orificio anal producto de los miembros viriles grandes que me comía, hasta mi rostro carecía de imperfecciones gracias al semen que regularmente me tiraban en la cara, en fin, no puedo comprobarlo pero siento que el sexo ha hecho efectos en mi cuerpo igual a si visitara un gimnasio.
Los cambios también habían sido en mi personalidad, me sentía como una máquina sexual echa para darle placer a los hombres, mi marido no es el peor en la cama pero ya no me saisfacía con su pene de tamaño pequeño, en mi mente morbosa tenía la imagen de un miembro grueso y cabezón enterrándose violéntamente en mis tres orificios, sentía que si tenía cuerpo de actriz porno tenía que meterme con hombres bien dotados para poder satisfacer mi lujuria.
Por esa razón le dije a mi marido que quería que me iva a inscribir en un gimnasio para ejercitarme, él me dijo que me veía bien, incluso mejor que antes (pobrecito, si supiera el motivo), pero le insistí tanto que aceptó, no tenía excusa para decirme que no ya que gracias al acostón mío con su jefe había obtenido su puesto en el cual le habían echo un aumento considerable.
Fui al gimnasio y me cambié con un atuendo compuesto por prendas echas de tela de licra, la cual se me ajustaba a mi figura, en la parte de arriba dejaba lucir parte de mis tetas bien firmes y de abajo se me notaba mi trasero grande, se me acercó un instructor con cuerpo atlético, alto y muy guapo, se llamaba Rubén:
Rubén: Buen dia, seré su instructor durante sus rutinas, me llamo Rubén, ¿cómo se llama usted hermosa dama?
Yo: Me llamo Sandra, mucho gusto (le di la mano, me gustó que me dijera hermosa aunque creo que no debía por norma del local decirme ese halago).
Rubén: Para empezar haremos una rutina de caminata en la caminadora, luego empezará a correr en ella (me graduó la caminadora y empecé a caminar).
Noté que no despegaba su mirada de mi culo, ya que a través de un espejo veía su mirada puesta en el, no pensé que en un gimnasio exclusivo para damas iva a encontrarme con un hombre que me viera como un objeto sexual, es más fue mi marido el que eligió el gimnasio para evitar que algún hombre me incitara a ponerle cachos.
Luego de la caminata configuró la máquina para correr y empezé a hacerlo, creo que elegí un brasielle que no me ajustaba mucho mis senos ya que al correr se movían mucho como queriendo salir, se colocó frente a mi y me daba consejos de mi postura al correr pero sabía que lo hacía para ver mis tetas meciéndose, noté que su miembro se le había parado y muy considerablemente, el sudor del ejercicio corría hacia mis senos y los hacía ver más voluminosos y brillantes, lo cual mi instructor no perdió de vista.
Después hice sesión en la bicicleta estática, el instructor no paraba de mirarme con deseo, eso me puso más cachonda ya que no resisto que un hombre me mire con lujuria, se daba gusto viendo el movimiento de mis nalgas y el de mis senos sudados, creo que si estuviéramos a solas me cogería allí mismo, disimuladamente se acomodaba su miembro para que no viera su erección, lo cual me hacía sonreir y noté que él se dio cuenta, finalizada la sesión fui a la ducha y me cambié de ropa, el intructor me dijo que hoy fue cardio pero mañana me tocaba pesas y al despedirse me le acerqué y lo besé coquetamente muy cerca a su boca y salí meneando mi culo para él ya que sabía que esa era una estrategia que nunca me fallaba para despertar deseo en los hombres.
En ese día al dormir no pensé en otra cosa que no fuera en él, cuando se me mete un hombre en la cabeza no pienso en más nadie, me lo imaginaba sacando su verga y follándome en una máquina, me puse tan húmeda que no aguanté las ganas de masturbarme, mi marido estaba dormido y no me daba ganas de quitarme el deseo sexual con él, ese guapo intructor tenía que ser mío.
Cambié el horario de mis rutinas ya que mi instructor me dijo que por las tardes había menos damas y muy pocas en el área de pesas, ya que les gustaba más el salón de aeróbicos y de máquinas de cardio, al llegar me esperaba mi guapo instructor, me besó en la mejilla y me ubicó en una máquina para levantar glúteos, el tocó mi trasero sin ninguna pena y me dijo: no hay que hacer mucho en esta zona, solo ponerlo más duro, yo me hice la ingenua y continué con mi rutina.
Me puso en una máquina en la que debía abrir y cerrar mis piernas, vaya que se dio gusto viendo cómo lo hacía, mi licra mostraba la silueta de mis labios vaginales sudados, cosa que él observaba con atención, luego en el banco de pesas, me puse a levantar las pesas con su ayuda, el estaba sujetándola como apoyo y yo empecé a subirla y bajarla, el tenía un amplio ángulo de mis tetas, lo cual le encantó ya que su miembro comenzó a crecerle por dentro del pantalón deportivo, al punto de conseguir una erección completa, yo me sonreía pues al levantar la pesa veía su pene erguido.
Me dio otras pesas de mano y se ubicó detrás de mi para guiarme en los movimientos que debía hacer, al hacerlo me ponía su miembro parado detrás de mis nalgas, causándome una sensación de placer inmenso, yo me recliné un poco hacia atrás y con eso él supo que yo deseba tener un encuentro más cercano con su pene.
Me dijo reiteradamente que no necesitaba adelgazar, sino tonificar mi cuerpo, yo le respondí que estaba algo gorda y él me dijo que sí pero que era una gorda muy deseable, a lo cual le sonreí, me dijo que lo disculpara pero que él es sincero y no le da temor decir las verdades, yo le dije que no se preocupara y que me mostrara el mejor ejercicio para tonificar mi figura y le toqué su miembro por fuera del pantalón, él me invitó a los vestidores de damas ya que a esa hora estaba vacío, yo caminé frente a él meneando mi culo lo más vulgar posible y él me siguió como un perrito faldero y nos encerramos en los vestidores.
Rubén: Bueno estimada dama, para empezar su rutina necesito que se incline hacia abajo a modo de sentadilla frente a mi pero sin subir, ¿me entendió?
Yo: Si instructor (me recline hacia abajo, ya sabía lo que me iva a poner a hacer).
Rubén: Ahora saque mi verga de mi pantalón y me la chupa con fuerza de adentro hacia afuera durante 5 minutos (al sacársela vi que era gruesa, venosa y cabezona, como las que me gustan).
Yo: Se la empecé a mamar, le pasaba la lengua, y la succionaba, provocando espasmos en él, ¿lo hago bien instructor?
Rubén: Lo haces excelente, veo que eres una experta en esto, escúpemela (inmediatamente se lo hice, provocando placer en el).
Yo: Este ejercicio me encanta instructor, ya se le puso dura, ¿ahora qué hago?
Rubén: Quítese las prendas de arriba y póngase a frotar mi verga sobre sus tetas.
Yo: Está bien instructor, me quité la parte superior de mi atuendo mostrándole mis tetas enormes bien sudadas, él no se aguantó las ganas y empezó a abrazarme y chupármelas, me las mordía provocando que me mojara toda, nos besamos con deseo, metiendo nuestras lenguas en la boca del otro, él me manoseaba mis nalgas y me las apretaba duro, me agaché y puse su verga entre mis tetas y empecé a masturbarlo en ellas, su verga entraba y salía de mis senos y se iva directo a mi boca, él se movía como si me estuviera penetrando con fuerza sobre mis tetas.
Rubén: Eres tremenda zorra, cómo te gustan las cochinadas…
Yo: Huy papi qué rico me hablas, pónme a hacer otro ejercicio más fuerte.
Rubén: Si perra, enséñame ese culo.
Yo: Me levanté, me puse de espalda y suavemente me bajé el pantalón junto con mi ropa interior, mostrándole mis apetitosas y voluminosas nalgas.
Rubén: Este ejercicio te va a gustar, mantente en cuatro (me la clavó de una vez, sin protección, sentí que me abría toda, que rico).
Yo: Sí papi qué rico ejercicio, me vas a poner duras mis nalgas, uff siii, húndemela toda, así, no pares (se escuchaba fuerte el choque de su verga contra mis nalgas, peo no nos importaba, la cogida estaba deliciosa, me estaba comiendo un buen trozo y él un buen filete).
Yo: Papi me tienes agotada pero quiero más, arriba de mi  rajita stá un agujero delicioso, ¿ lo quieres? 
Rubén: Claro que si perra, si desde que llegaste se notaba que venías era a buscar un macho que te diera duro por detrás (con sus manos abrió mis nalgas, me escupió el culo, me hundió dos dedos hasta dejarme bien lubricada y me enterró su grueso miembro por mi culo tragón).
Yo: Ohh papi, qué delicia, me estás partiendo en dos, no pares, mmm….
Rubén: Estás tan rica, ese marido tuyo no sabe cogerte como se debe coger a una hembra fogoza como tú (me agarró el cabello y me lo halaba como si estubiera montado en una yegua, eso me exitaba por que me sentía bien sometida y me vine delicosamente).
Nuestros cuerpos estaban bañados en sudor, mientras me la clavaba como un animal yo le lanzaba miradas y sacaba la lengua de vez en cuando para que viera que lo estaba gozando, me hizo venirme otra vez más, le pedí que acelerara más pues sabía que no podíamos demorar mucho, él ya estaba a punto de venirse.
Rubén: Perra me voy a venir, ¿dónde quieres tu leche?
Yo: Tíramela en la boca, deseo tragarme tu leche papi.
El instructor me hundió su verga en mi boca y vació su abundante leche, estaba tan rica que no dejé tirar ni una gota al suelo, se la limpié con mi lengua, vaya que si me dio de comer, fue un excelente ejercicio, me dejó bien molida, nos besamos con lengua, él me agarraba por las nalgas.
Rubén: Si deseas puedo ir a entrenarte  a tu casa.
Yo: Sería rico pero sabes que soy casada y es riesgoso, yo te aviso para vernos en algún hotel pues aquí también es peligroso hacerlo, te pueden despedir.
Rubén: Nena te lucirían unos tatuajes en ese cuerpo caliente, uno tribal arriba de tus nalgas y otro de una diablita arriba de tu vagina (él tenía varios tatuajes, dándole un aspecto rudo y de macho).
Yo: ja ja estás loco, de repente sí me haría uno pero arriba de mi vagina aunque quiera no me lo puedo poner, pero arriba de mis nalgas si veré cómo hacérmelo, te gustará verlo mientras me la clavas por detrás.
Tenía muchas ganas de volver a tener su verga metida pero ya la rutina de aeróbicos que toman casi todas las mujeres estaba por terminar asi que él salió disimuladamente y yo me fui a duchar, me vestí y me le acerqué y al oido le dije: “papi ven al estacionamiento para chupártela”, caminé lentamente contoneando mi culo en forma sexy, me metí a mi auto y él me siguió y entró, yo le bajé el pantalón y me dediqué a darle una mamada deliciosa, estaba tan rica su verga, la lamía, succionaba, me metía sus bolas en la boca, él suspiraba del placer, no despegué mi boca de la cabeza de su verga y me volvió a dar de beber su delicioso semen  nuevamente, lo besé y me metió dos dedos por dentro de mi pantalón y se dedicó a masturbarme con ellos, empecé a gemir como perra en su oído hasta que me hizo venir, el sacó sus dedos y me los metió en mi boca, yo se los lamí mirándolo sexy, como la puta caliente que soy, le di mi teléfono y nos despedimos. Esa rutina de ejercicios sexuales me encantó y puso más duro todas las partes de mi cuerpo, pobre de mi marido, otra vez le puse cuernos, pero él es el culpable por llevar leña al fogón ja ja.

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