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La enfermedad de mi madre

LA ENFERMEDAD DE MI MADRE
Había pasado algo más de un año desde qué me había instalado en casa de mi madre. Tras mi divorcio con Esther la madre de mis hijos había quedado cómo cuándo empecé, quizá hasta peor:sin nada. Pero allí estuvo siempre ella, mi madre para apoyarme y consolarme en los momentos angustiosos qué siempre trae consigo una separación.Su salud mental se deterioraba con los dias. Con 72 años cumplidos el maldito Alzheimer había aparecido en nuestra familia. Mi hermana Hortensia la acompañaba a la consulta aquélla nefasta mañana cuándo el doctor le dió la noticia.
Resolvimos qué ella regresara a Seattle en el otro extremo del pais y arreglara algunos asuntos
pendientes y qué luego regresara con mi sobrina Ellen para compartir las afanosas y tristes tareas qué nos esperaban. Cuándo mamá regresó a la casa todo aparentemente marchaba de modo natural;alguna qué otra vez me hablaba cómo si yo fuera su nieto mayor Andrés - mi hijo - y otras me tomaba por papá qué ya estaba fallecido desde mucho tiempo atrás, pero por lo demás todo iba bien dentro de su enfermedad, es decir se bañaba sola aún y se vestía sin ayuda, había aceptado el 'no más cocina' qué le impuse desde el primer dia y no salía de casa por el barrio alarmamdo a nuestros vecinos ni cosas así.
Aquélla noche de abril en qué comenzó todo habíamos llegado de una fiestecita de niños en la que se buscan huevos pintados que previamente los mayores han escondido y ella estaba radiante de felicidad mostrándome su canasta llena de huevos multicolores regalo de la anfitriona, entonces
inició una extraña conversación.
Sabes Turo qué el niño se disgustó con Carmen su noviecita y se han peleado? - dijo mirándome
a la cara fijamente. Turo era cómo ella llamaba a mi padre y 'el niño' evidentemente era yo.
Me sorprendió qué recordara a Carmencita mi primera novia del colegio dentro de su desorientación
y esperé en silencio.
Me escuchaste Turo? -
Si, mamá te escuché - atiné a decir.
Por qué me llamas mamá...por favor estoy hablándote en serio -
Eh...se han peleado?..ésas son cosas de muchachos, ya se arreglarán - le contesté para seguir
el curso de las cosas.
De pronto ella se incorporó del sofá y comenzó a quitarse la blusa cómo si nada y yo rápidamente la tomé por los brazos para impedírselo.
Qué pasa mi amor?...no te apetece?-
Qué dices mamá?-
No me llames más así qué no eres mi hijo...cumple con lo tuyo y deja de inventar evasivas -
Traté de pensar con rapidez pero su enojo ahora era evidente y definitivamente era con mi difunto padre con quién estaba enojada.
No sé exactamente por qué la dejé hacer pero en apenas unos segundos estaba desnuda ante mi ojos
en la penumbra de nuestra sala y alargó sus brazos hasta dar con mi cuello. No podía reaccionar ante todo aquéllo asi de súbito y fue cuándo me besó levemente primero pero partiendo sus labios luego y hurgando en mi boca con su lengua. Nunca había tenido pensamientos o fantasía sexuales con mi madre pero el calor del momento qué generó su beso y sus caricias era más de lo qué mi lujuria podía y debía evitar a toda costa. Habían pasados más de dos semanas desde mi último encuentro con un cuepo de mujer y saber qué ella me deseaba aunque fuera en la figura de mi padre me excitaba sobremanera. Mi boca cedió y permití qué la lengua intrusa de mi querida madre tocara la mia en un total desafuero. Mis manos cómo en un rito llegaron a sus tetas qué estaban caídas por la edad y a su vientre todo fláccido qué me excitaba sobremanera. Sus nalgas todavía eran redondas y se conducían hasta sus caderas con cierta gracia debo admitir. Si embargo lo qué más
me impresionó - 'excitó' sería más apropiado - fué su pubis nada ralo qué según pude notar se extendía hasta el interior de sus ya gastados muslos. No pude separarme de su boca o no hice todo lo posible cuándo sus huesudas manos ya invadían mis calzoncillos y mi miembro se erguía a la espera de sus ancianos dedos.
Hoy estás más excitado mi amor...y hasta más grande diría yo - y me apretó la verga con una fuerza poco usual par una mujer de sus años. Sin dejar de acariciar y pellizcar sus nalgas mi boca encontró uno de sus pezones y ella gimió suavemente. Era largo y algo inclinado hacia debajo
con algunos pequeños pelos qué para sorpresa mia hicieron latir mi erección descomunalmente. Lo chupé con delicadeza y lo recorrí una y otra vez. Mamá casi gritó con la nueva sensación para luego surrurarme que la vaciara. Mis dedos ya revoloteaban en su entrepierna y con toda la ternura qué tan sólo un hijo puede brindarle a su madre anciana estimulé su inflamado clítoris para llevarla hasta dónde ella quería y yo ansiaba con desepero.

Chúpame Turo, qué no quiero venirme sin qué tu boca cubra toda mi chocha - y rodeó mi cabeza con sus brazos para guiarme hasta su mismo centro.
Tiernamente la empujé hasta qué logré recostarla al sofá y me arrodillé ante ella para darle ésos momentos de felicidad qué tanto necesitaba...sus piernas se abrían de a poco dejando al descubierto sus enormes labios vaginales qué brillaban cómo pequeñas luces en aquél ambiente.Mi madre se había humedecido con nuestros juegos y deseaba mi lengua suave y cálida en la calidez y la suavidad qué siempre aguarda en una vagina cuándo va a ser (m)amada.
Mordí con extrema sensibilidad los abultados labios exteriores del sagrado lugar desde dónde mi hermana y yo habíamos llegado al mundo y con mis dientes halaba su bello púbico incrementando la tirada hasta qué la oí decir : ' asi...sigue asi '. Dos de mis dedos llegaron hasta su interior para iniciar cortos viajes de ida y vuelta mientras que mantenía la presión de mis labios sobre su ahora duro y amenazante clítoris. Tras varios minutos de movimientos de legua y dedos y una
tremenda dosis de mi saliva y sus secreciones llegaba el orgasmo de aquélla mujer qué aún en el ocaso de su vida iba a ser capaz de enseñarme algo totalmente desconocido para mi.
Me vengo...me vengo Turo..chupa...chupa duro...ahora... - y de pronto me separó bruscamente y eyaculó con fuerza sobre mi nariz y labios. La sorpresa de aquél incomparable hecho me hizo
mirarle a los ojos pero sus manos tomaron con ágil maniobra mi cabeza para sumergir mi cara en la entrada de su sexo una vez más. Quería más de mi boca.
Su frágil cuerpo se estremeció con gran espasmo y sus dedos herían mi sienes en un intento de no
permitir que mi boca se alejara de aquella descomunal erupción vaginal. Sus fluídos eran copiosos y aunque trataba de tragar casi sin respirar todo cuánto emanaba de mi madre algo vizcoso resbalaba abundantemente por el interior de sus muslos llegando hasta la cubierta del asiento mismo.
Permanecí frente a ella arrodillado con mi cara aún entre sus delgadas piernas mientras ella con los ojos cerrados y recuperando el ritmo normal de su respiración entretejía sus dedos en mi pelo
en una caricia maternal.
Nunca habías visto una mujer eyacular? - me dijo mientras seguía jugando con mi cabello.
Eh...para ser franco...nunca, jamás... -
Las próximas veces vas a ver un par de sorpresas, mijo -
Mijo?..soy Turo mi amor...tu querido esposo Turo...-
A Turo nunca le gustó ni tan siquiera olerme el chocho, mucho menos chupármelo cómo tu lo hiciste. No estoy tan loca como creen.-
Mamá...perdón...yo... - ella me interrumpió.
Ya sabía yo qué te gustaban las ancianas, hace años supe lo qué tuviste con mi amiga Delia...la
muy descarada me lo contó en detalle y desde entonces me había propuesto tenerte mi niño -
Yo también creo que te he deseado siempre pero temía confrontarme a mi mismo.Mi amor por ti es incondicional madre mia. -
Calla y acaríciame de nuevo qué tengo algo entre mis nalgas reservado para ti...tu padre tampoco era muy amigo de meterla en mi culo.
FIN

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