Esta es la historia de Naiara, Rocío y Valeria, tres hermanas que viven en un pueblo en el cual sus vidas van cambiando a medida que diferentes personas se involucran con ellas, ayudándolas a descubrir nuevos límites y llevándolas por diferentes caminos de placer. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
CAPITULO 1
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Capítulo 22: Cumpleaños feliz (Vale)
Las dos entramos a nuestro departamento y empezamos a saltar como locas sin poder creer lo increíble que era nuestro nuevo hogar. Vimos las habitaciones amuebladas y eran enormes, cada una con una cama doble, un escritorio para poder estudiar tranquilas y nuestras cosas personales. El comedor, con una mesa gigante y un televisor inmenso, era el lugar perfecto en el que seguramente íbamos a hacer muchísimas juntadas y fiestas. No podíamos creer la suerte que teníamos de haber convencido a nuestros padres de vivir juntas y que encima pudiéramos hacerlo en ese lugar perfecto. Nuestra nueva etapa iba a ser la mejor.
Las cosas en el pueblo cambiaron mucho luego de la noche de nuestra graduación. Naiara se marchó casi de un día para el otro confesándonos que no se sentía feliz estando allí y mis padres la apoyaron, principalmente nuestro papá. Al poco tiempo nos enteramos que se iba a ir con Cristian, su compañero de guardias, con quien estaba saliendo y a quien al parecer deseaba desde hacía mucho tiempo. En nuestra última charla, Nai me aconsejó que disfrutara de la vida, que no me hiciera complicaciones por estupideces y que intentara ser siempre lo más libre posible. Antes de marcharse y con lágrimas en los ojos me dijo que yo podía brillar mucho por mi cuenta y que podía conseguir muchas cosas si me lo proponía. Obviamente no sabía muy bien en ese momento si se refería a algo en particular o si estaba hablando en general, pero no iba a tardar en darme cuenta.
Rochi también cambió y nuestra relación dejó de ser tan tirante como antes. Estaba mucho más tranquila, alegre y a pesar de que se notaba que estaba feliz por recuperar su habitación de pintura, me di cuenta que extrañaba a nuestra hermana. No tuvimos la posibilidad de hablar y de limar nuestras asperezas, pero entendimos que éramos hermanas y me di cuenta que me apoyaba cuando defendió mi propuesta de irme a vivir a la ciudad con una amiga para poder estudiar. Noté en ella un deseo de cambiar, de mejorar nuestra relación y es por eso que le agradecí antes de irme a tomar el micro para mudarme definitivamente a la ciudad.
Con respecto a mis amigos, Gian Franco y Luciana terminaron esa relación totalmente delirante luego de que ella lo acusara de haberse acostado con otras chicas. Él automáticamente me vino a buscar a mí, creyendo que yo iba a volver a caer en sus garras. Sin embargo, por primera vez en mi vida fui fuerte y entendí las palabras de mi hermana. Le dije que no me interesaba estar con él, que la había pasado muy bien cuando estuvimos juntos, pero que quería hacer otra cosa con mi vida y dejar de acostarme con él. Lo peor de todo fue que me trató de puta y se hizo el enojado yéndose de allí.
Poco me importaba lo que Gian Franco opinara de mí, era el único de todos que no se mudaba a la ciudad. Manuel y Clara habían conseguido algo para los dos, a pesar de que todos pensábamos que era algo apresurado que se mudaran juntos. Santiago tuvo que terminar compartiendo una habitación en el departamento que ya habitaba su hermano y Gabriel se mudó a tan solo unas cuadras de la facultad de abogacía. Azul terminó yéndose a otro lado, pues la carrera que quería estudiar era bastante complicada y Luciana se alejó del grupo, al parecer no tenía ganas de seguir viéndose con nosotros. Lo más curioso fue que a los dos meses nos enteramos que Gabriel se seguía viendo con ella de vez en cuando para coger y que lo estaban haciendo desde hacía ya bastante tiempo. Y Cintia, bueno… Cintia es la chica con la que me terminé mudando a la ciudad, con la quien iba a compartir la mayoría de las cosas los siguientes años de mi vida.
Mateo me vino a visitar a la ciudad en calidad de amigo la primera semana, antes de que arranque a cursar. Fue una visita extraña, ya que fuimos a caminar y a tomar algo y me terminó contando sus planes de vida y que tenía pensado hacer algo para ayudar a los demás. El accidente verdaderamente lo había cambiado y eso me ponía contento por él, era un hombre nuevo y se lo veía feliz y tranquilo consigo mismo. También me encontré con mi primer novio, Nicolás, que era dos años mayor que yo y vivía en la ciudad desde que había terminado la secundaria. Con él fue un encuentro totalmente distinto, ya que nos vimos de casualidad en el boliche y terminamos teniendo sexo. Fue el cierre que nunca pudimos tener de chicos y nuestra primera vez ya que anteriormente yo no estaba lista para hacerlo.
- ¡Vamos de joda amiga!- Me dijo Cintia ese sábado a la noche.
Habíamos tenido nuestra primera semana de cursada y las dos nos sentíamos con más ganas de divertirnos que nunca. Era mi cumpleaños número 19 y quería disfrutar y pasarla bien. Organizamos algo con los chicos de la secundaria e invité a algunas compañeras de la facultad que había conocido durante esa semana. Tomamos y bailamos en el departamento a medida que la noche iba avanzando y terminamos en un boliche con ganas de seguir la noche hasta el amanecer. Allí todo se descontroló aún más, el alcohol empezó a correr y abusándome del hecho que era mi cumpleaños, les exigía a los chicos de la barra tragos gratis.
En un momento Cintia y yo vamos al baño y somos interceptadas por dos chicos que se nos pusieron a hablar de la nada. Eran lindos y tenían ganas de chamuyarnos, por lo que dejamos que nos sacaran conversación y nos quedamos hablando con ellos mientras bailábamos entre nosotras. Uno de ellos, el más lindo de los dos, se paró muy cerca de mí y apoyó su mano en mi cintura. Riéndome pero con voz seria, le dije que si quería tocar tenía que invitarme un trago y él rápidamente me preguntó que me gustaba tomar. Fuimos a la barra, dejando a Cintia con el otro chico y me compró algo para tomar. Me contó que se llamaba Esteban, que tenía 23 años y que su amigo era Julián.
- Fuimos juntos a la secundaria y ahora los dos estudiamos administración de empresas.- Me dijo acercándose para hablarme al oído por el volumen de la música.
Amagó a darme un beso en dos oportunidades pero yo lo esquivé y le propuse volver con nuestros amigos. El pibe estaba re bueno, pero no estaba segura si quería estar con él, por lo que volví a esquivar su boca una tercera vez y empecé a caminar en dirección hacia donde nos habíamos conocido. El problema fue que cuando llegamos, nos encontramos con que Cintia y Julián estaban bailando bien pegados y comiéndose la boca de un beso. Sin pensarlo mucho, me di vuelta y me agarré la cara a Esteban para encajarle un beso bien fogoso que él me devolvió al instante.
Nos pusimos a transar al lado de nuestros amigos que cuando se dieron cuenta lo que estábamos haciendo, se empezaron a reír. Seguimos bailando y conversando los cuatro hasta que de golpe Cintia se me acerca y me dice que le encanta Julián. “¿Querés que nos vayamos con ellos?” le pregunté viendo que Esteban estaba aún más bueno cuando sonreía. Ella dudó, pero tras unos segundos me dijo que sí. Entonces volvimos a bailar con ellos y a besarlos y franelearlos sabiendo que no dentro de mucho nos íbamos a ir de allí los cuatro juntos.
Pasadas las 4:30 de la mañana, mi amiga ya no daba más. Hacía al menos una hora que se venía toqueteando con Julián y era obvio que se morían de ganas de ir a algo más íntimo. Sin preguntarle, le propuse a los tres de volvernos a nuestro departamento y ellos aceptaron enseguida. Salimos caminando cada uno con su chico de la mano y nos subimos a un taxi que nos dejó a los pocos minutos en la puerta del edificio donde vivíamos con Cintia. Entramos y nos relajamos en los sillones mientras seguíamos con la conversación y nos preguntaban de qué pueblo éramos.
Mi amiga y el otro chico no tardaron en volver a los besos y rápidamente se pusieron bien fogosos mientras yo hablaba con Esteban. Me levanté para ir a la cocina a buscar una cerveza para tomar, pero ni bien cerré la heladera, me di cuenta que él estaba al lado mío. Me sacó la cerveza de la mano, la apoyó contra la mesada y me arrinconó contra ella para volver a besarme. “Sos muy linda” me dijo y a mí no se me ocurrió algo más que un simple “ya lo sé” que le provocó una sonrisa. ¡Estaba buenísimo! Tenía una carita divina y un cuerpo perfecto, por lo que volví a sujetarlo de la cara y a besarlo con ganas.
Empezamos a transar de manera alevosa, metiendo nuestras lenguas en la boca del otro y apretándonos cada vez más. Él me levantó de las piernas y me sentó sobre la mesada y automáticamente lo apreté con mis piernas y mis brazos. Esteban pasaba sus manos por mi espalda levantándome el top que tenía puesto y bajaba hasta mi cola para apretarla con fuerza. La cosa se estaba poniendo cada vez más calienta y me encantaba como iba. Me dediqué a desabrocharle la camisa que tenía puesta y pude ver que el físico era realmente increíble, para babearse toda. Él hizo lo mismo con mi top y ni bien lo arrojó al piso, bajó a besar mis tetas y a lamerlas como loco.
Nos estábamos poniendo demasiado calientes y me daba cosa que tanto Cintia como Julián podía entrar en cualquier momento a la cocina, pero no quería parar. Esteban siguió bajando por mi cuerpo, besándome toda hasta la cintura. Se agachó y me desabrochó el short y después me pidió que me lo sacara. “Pero… Los chicos” le dije yo señalando la puerta de la cocina con los ojos. Él me dijo que me quedara tranquila, que ellos seguramente estaban en la suya y me regaló una sonrisa que me hizo olvidarme de mi amiga y su amante. Levante un poco la cola y dejé que me quitara el short y con él la bombacha, quedando totalmente desnuda sentada sobre la mesada.
Esteban me abrió de piernas y empezó a chuparme la concha con ganas. Me gustaba como lo hacía, como movía su lengua de un lado al otro y luego la subía y la bajaba por toda mi concha. Yo apoyé una de sus manos atrás de mi cuerpo para sostenerme y la otra la enredé en los pelos de mi amante. Con sus manos me abría bien las piernas mientras que su boca seguía degustando mi cuerpo y haciéndome gozar de placer. No tardó en empezar a jugar con sus dedos y cuando me metió el primero tuve que morderme los labios para no gemir. Me lamía el clítoris con la punta de su lengua mientras que su dedo entraba y salía de mi conchita a toda velocidad. Me mojaba más y más con cada movimiento.
Se levantó y me comió la boca una vez más y sentí la humedad de mi cuerpo en sus labios. Yo ya estaba totalmente desnuda y no podía creer que iba a tener sexo con él en la cocina de mi nuevo departamento. Sin embargo, Esteban parecía no tener problema con ello y empezó a sacarse el pantalón al mismo tiempo que yo me bajaba de la mesada. Cuando se quitó el bóxer pude ver una pija bien grande y gruesa que estaba totalmente dura y la tentación fue más fuerte que yo. Sin decir nada, me arrodillé delante suyo y se la agarré con mis dos manos para empezarlo a pajear. Era tan grande, que me sobraba pija entre los dedos.
Comencé a chupársela con ganas. Al principio solo la punta, metiéndomela en la boca y sacándomela de vez en cuando para lamerla un poquito. Rápidamente pasé a todo el resto de la pija y me di cuenta que me entraba tan solo un poquito más de la mitad en la boca de lo inmensa que era. “¡Uhh dale! ¡Así pendeja!” me dijo él y comenzó a gemir con cada movimiento hacia atrás y hacia adelante que yo daba. Esteban hablaba bastante y me motivaba a seguir comiéndole esa hermosa pija que tenía. Yo lo seguía pajeando, le pasaba mi lengua por todos lados y la recorría con mis labios por un costado y después por el otro. Me encantaba esa pija y me daba un morbo inmenso estar haciendo eso en plena cocina.
- Chupame los huevos, nena.- Me dijo él y se levantó la verga con sus propias manos.
Yo me agaché un poco más, saqué mi lengua y empecé a lamerle los huevos que se pasaban por mi cara a medida que los lamía. Esteban me agarró de la nuca y me obligó a estampar mi cara contra su cuerpo y yo no dejé de chupárselos. “¡Uhh así! ¡Qué lindo!” decía él y notaba como se le quebraban cada vez más las rodillas. Con una de mis manos empecé a tocarle la cola y con la otra le agarré la pija y me aseguré de seguir majeándolo para que tuviera aún más placer. Volví a chuparle la pija y notaba que él no paraba de resoplar y gemir cada vez que su cabeza llegaba hasta lo más profundo de mi garganta.
“¡Sos tremenda, pendeja! Levantate que te quiero coger” me dijo y yo me incorporé para besarlo tal cual él había hecho después de darme sexo oral. Sin embargo le propuse ir a mi pieza, ya que no quería que Cintia o Julián pudieran aparecer de golpe y vernos. El problema fue que cuando salimos de la cocina (yo con el short y el top puestos, el con el pantalón mal abrochado y la ropa interior y la camisa en su mano) descubrimos que Cintia y Julián estaban igual que nosotros. Mi amiga estaba recostada en el sillón de dos plazas completamente desnuda y su amante estaba comiéndole la concha como loco, moviendo su cabeza a toda velocidad de un lado al otro.
- ¡Ahh tremenda orgía armamos acá!- Dijo de golpe Esteban y llamó la atención de los otros dos.
Cintia amagó a taparse pero Julián siguió con lo suyo y ella no pudo contener un gemido que pudimos oír claramente. “Sigan, sigan” dijo entonces Esteban y se paró delante de mí para comerme la boca en frente a nuestros amigos. Me dijo que la idea de la habitación le parecía un poco tonta y me sacó nuevamente el top ahí en medio del living-comedor. Tenía razón, era obvio que íbamos a coger y al parecer ninguno de ellos tres tenía problema en hacerlo frente al otro. Levantando los hombros, me volví a sacar el short mientras él se desprendía del pantalón y dejaba al descubierto esa increíble pija que tenía.
Mientras se ponía un preservativo, yo me acomodaba en el sillón de una plaza con la cola bien contra el borde y las piernas levantadas. Esteban se agachó delante de mí y empezó a meter su enorme verga en mi conchita que estaba toda mojada. Sentí como esa hermosura iba entrando y no pude aguantar un gemido mientras miraba a mi amiga gozar con los ojos cerrados y apretándose las tetas. Todo el contexto era muy excitante y me volaba la cabeza el hecho de estar cogiendo ahí en frente de ellos dos. Esteban empezó a moverse lentamente hacia adelante y hacia atrás mientras que con una de sus manos sujetaba una de mis piernas y con la otra masajeaba mis tetas.
No podía creer lo que estábamos viviendo con mi amiga. Julián no tardó en imitan a Esteban y en colocarse encima de Cintia para cogérsela bien duro. Era más sarpado que mi amante, se movía de forma más acelerada, pero a mí me encantaba lo que Esteban estaba haciendo. Su cintura iba hacia adelante y hacia atrás lentamente, y una vez que sacaba por completo su pija de mi concha, la volvía a meter suavemente bien hasta el fondo, consiguiendo que ahogara un grito cada vez que lo hacía. En cada movimiento aceleraba un poco la velocidad, pero no dejaba ser suave, intenso y preciso. Con mis manos acariciaba su cuerpo, me babeaba con esas abdominales perfectas y con esos brazos inmensos que se llenaban de venas con la fuerza que hacía.
- ¡Que lindas minas que nos conseguimos!- Le dijo a su amigo sonriendo y este esbozó una sutil risa.
- ¡Y nosotras que buenos machos!- Le respondí yo mordiéndome el labio y Cintia gimió de placer.
El sexo se puso más feroz entonces. Julián se volvió loco, elevó las piernas de mi amiga hasta sus hombros y empezó a clavarle la pija bien a fondo. Esteban, por su parte, bajó sus dos manso a mi cintura y sujetándome con firmeza, comenzó a cogerme bien duro y haciéndome sentir toda su brutalidad en mi interior. Yo me agarré de los apoyabrazos del sillón con firmeza y dejé escapar varios gemidos que se mezclaban con los de mi amiga. No lo dijeron, pero mi di cuenta que internamente competían para ver quien hacía gozar más a la otra y yo no tenía ningún problema con ello.
Le dije que se sentara él y una vez que me levanté, Esteban se acomodó en el sillón y yo me coloqué encima suyo dándole la espalda. Lentamente fui bajando para que su pija entrara toda en mi conchita. “¡Que cola que tenés!” dijo él y me pegó un chirlo una vez que la había apoyado por completo en sus piernas. Apoyando mis manos en sus rodillas, empecé a moverme hacia arriba y hacia abajo, dando pequeños saltos sobre su tremenda pija. No pude aguantarme las ganas y comencé a gemir mientras miraba en frente mío a Cintia recibir constantes pijazos de Julián que seguía cogiéndosela a lo bruto.
- ¡Así! ¡Dale!- Me decía esteban que me había agarrado de la cintura y acompañaba cada uno de mis movimientos.
Yo subía y bajaba cada vez más rápido y me clavaba toda su verga en mi conchita con más ganas. Sentía como esta me llenaba por completo, como me volvía loca de placer y como me sacaba gemidos por más que intentaba disimularla. Al ver lo que hacíamos, Julián decidió imitar a su amigo y se sentó sobre el sillón para que Cintia se colocara encima suyo dándole la espalda. Entonces nuestras miradas se cruzaron y no pudimos evitar empezarnos a reír. Era evidente que por más extraña que fuese la situación, nos sentíamos muy cómodas y podíamos disfrutar al máximo de ello. Veía como sus tetas grandes se bamboleaban en todas direcciones y como Julián intentaba agarrárselas mientras ella se lo cogía como loca.
Esteban volvió a pegarme un chirlo y me dijo que quería cogerme en cuatro, por lo que me levanté y me acomodé en el piso en esa posición. “¡Que putita hermosa que sos!” me dijo él y se agachó delante de mí y me abrió los cachetes de par en par. Sentí su lengua pasar por mi concha y subir hasta mi cola y noté como empezaba a lamerme con ganas. “La colita no” le dije yo viendo hacia donde apuntaba y él me respondió que me quedara tranquila, que solo quería hacerme gozar un ratito más. Se arrodilló nuevamente atrás mío y apuntó su pija a mi conchita que estaba toda mojada y me la metió lentamente hasta tenerla toda adentro.
Mientras mi amiga seguía cabalgando con ganas a su amante y este le tocaba todo el cuerpo, yo recibía la pija de Esteban, quien me daba cada vez más duro. Estaba tan mojada que su verga resbalaba por mi cuerpo, entrando y saliendo a toda velocidad y haciéndome sentir muchísimo placer. Cintia gemía cada vez más fuerte y Julián no podía controlar sus manos. Yo era una poco más silenciosa, pero seguía disfrutando de como mi amante me cogía con ganas, de cómo sus manos se aferraban a mi cuerpo y de cómo su pija entraba y salía por completo de mi conchita mojada.
Ellos cambiaron de posición nuevamente. Cintia se acostó de costado sobre el sillón y él se colocó detrás de ella. Le levantó una pierna y se la metió de lleno para seguir dándole duro. Yo veía a mi amiga de frente, quien tenía los ojos cerrados, la boca abierta y se aferraba al almohadón del sillón con ganas. Julián se movía aceleradamente hacia adelante y hacia atrás y se la cogía a toda velocidad, metiendo y sacando su pija de la concha de mi amiga. Con la mano que tenía hacia arriba le sujetaba la pierna y la otra la había pasado por debajo del cuello de Cintia y le agarraba las tetas. Me calentaba verlos coger frente a mis ojos.
- ¡Vení pendeja hermosa!- Me dijo Esteban y me agarró de la parte de atrás del cuello.
Fue levantando mi cuerpo hasta que mi espalda chocó su pecho y me abrazó para que no me cayera hacia adelante. Una de sus manos fue a mis tetas y la otra directo a mi entrepierna y pude sentir como uno de sus dedos se posaba sobre mi clítoris. “¡Sos una bomba, nena!” me dijo al oído y empezó a cogerme con ganas. No me pude aguantar, la satisfacción que sentía era inmenso. Empecé a gemir desesperadamente y con fuerza clavé mis uñas sobre sus brazos para descargar algo del placer que sentía. Era todo muy estimulante. Esteban me hablaba al oído, me decía cosas. “¡Sos hermosa nena! ¡Qué buena que estás! ¡Dale, así, gozala!” murmuraba mientras movía su dedo por encima de mi clítoris y con el otro me pellizcaba los pezones.
No pude aguantarme las ganas. Acabé gritando como loca y haciendo temblar mi cuerpo completo. “¡Qué lindo! ¡Acabame toda la pija!” me decía Esteban sin dejar de cogerme y yo notaba un fuego increíble recorrer todo mi cuerpo. No podía dejar de gemir, a tal punto que mi amiga abrió los ojos y empezó a ver como yo acababa en frente suyo mientras Esteban me seguía cogiendo. Noté como mis piernas se mojaron, como la mano de mi amante se mojaba y como todo mi cuerpo temblaba. Fue increíble, asombroso y no dejé de jadear hasta que Esteban se quedó quiero y me susurró al oído.
- ¡Sos increíble!- Me dijo con voz sensual y me soltó para que yo volviera a ponerme en cuatro.
Continuó cogiéndome en esa posición por un rato más, ahora de manera más suave y tranquila. Aprovechamos para ver a nuestros amigos, que seguían como locos sobre el sillón. Julián se había sentado de nuevo y Cintia lo cabalgaba de frente, mirándolo con ganas y comiéndole la boca. Desde nuestro punto de vista veíamos la espalda y la cola de ella, la cual él agarraba firmemente. Notábamos como ella se levantaba y caía sobre su pija una y otra vez, clavándosela como loca y moviéndose aceleradamente. Era obvio que la estaban pasando muy bien y que no les distraía en absoluto que nosotros estuviéramos al lado suyo.
De golpe mi amiga empezó a saltar con más ganas y sus gemidos aumentaron. Tiró la cabeza hacia atrás y Julián empezó a lamerle las tetas y le apretó aún más fuerte la cola. Ella estaba como loca, gimiendo con ganas y cabalgándolo descontrolada. Su cuerpo empezó a vibrar, sus gemidos se entrecortaban. Cayó dando un golpe seco y pegó un grito de placer puro que resonó en toda la habitación, haciéndonos saber que acababa de tener un hermoso orgasmo. Él siguió sujetándole el culo y besándole las tetas. Mientras tanto, Esteban me cogía suavemente, pero de manera constante y placentera.
- ¡Ahora nos toca a nosotros chicas!- Dijo de golpe mi amante y yo ya supe a lo que se refería.
Me la sacó de adentro, se paró y se quitó el forro para arrojarlo al piso. Yo miré a Cintia que tenía una cara de gozo increíble y esta se levantó de encima de Julián, quien rápidamente imitó a su amigo. Mi compañera de cuarto se arrodilló al lado mío y empezó a masajearse las tetas mientras ellos dos se pajeaban con ganas. Yo me pegué a ella y las dos abrimos la boca y sacamos la lengua esperando que los chicos acabaran sobre nosotras. “¡Así! ¡Qué lindas que son!” dijo Esteban que se tocaba el cuerpo con una mano y se masturbaba con la otra. Todo se había dado intuitivamente y como si de una película porno se tratase, mi amiga y yo esperábamos la lechita de nuestros amantes.
Julián fue el primero en acabar y su semen empezó a caer hacia abajo como una cascada. Mi amiga, que estaba bien en frente suyo se agachó hacia adelante y comenzó a metérselo en la boca hasta que la tuvo completa y este le cayó por el mentón. Nunca me hubiese imaginado a Cintia capaz de eso, me sorprendió su reacción. Pero me encantaba verla disfrutar del sexo de esa manera y a ellos también, pues Julián siguió acabando hasta que no pudo más y después observó como ella escupía el semen de su boca y lo dejaba caer por su cuerpo.
Esteban acabó más tarde y su leche salió disparada en todas direcciones. Yo estaba bien en frente suyo, por lo que recibí la mayoría de su descarga en mi cara y en mi boca. Sin embargo, mucha de su leche fue a parar a mis hombros, mi pecho y una parte a la cara de Cintia, quien la había puesto al lado mío. Las dos disfrutamos del semen de mi amante y yo me tragué lo que pude y el resto me lo esparcí por todo el cuerpo. “¡Uhhh! ¡Qué hermosa putita!” insistió él al ver como la leche que tenía en mi pecho la utilizaba para rozar mis pezones una y otra vez.
Con Cintia nos fuimos a bañar (por separado) y cuando lo hicimos ellos estaban sentados en los sillones conversando como si nada. Nos vestimos, nos sumamos a la charla y un rato después se fueron cuando el sol ya brillaba en el cielo. Volvimos al departamento y limpiamos todo mientras comentábamos lo ocurrido y nos regodeábamos en nuestros orgasmos. Después de ordenar un poco, nos sentamos en el sillón que ella había usado para coger con Julián y nos miramos y nos empezamos a reír como locas. Nuestra nueva vida había comenzado de una manera increíble. Ahora tenía 19 y estaba segura que de ahí en adelante iba a experimentar muchísimas cosas e iba a disfrutar de mi libertad como nunca. Cerré los ojos y me fui quedando dormida con una sonrisa por ese inicio tan perfecto.
FIN!
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