Este era el primer año que mi padre estaba en la empresa y consideró necesario que fuéramos. Mi madre no quería ir pues consideraba que no era apropiado que se mezclara con el resto de empleados en esa clase de eventos si quería llegar alto en la empresa. Ya te he dicho, no sé si recuerdas, que mi padre había entrado a trabajar en otra empresa. Trabajaba más o menos de lo mismo, en el departamento de ventas y exportación, lo que le seguía obligando a viajar mucho a ya estar mucho fuera de casa, pero ahora estaba en un puesto más bajo y menos remunerado que el que tenía en la anterior empresa.
Aquello era lo que exasperaba a mi madre y una de las razones que la habían llevado a meterse a puta para poder tener todo el dinero que ella quería (la otra razón es su gusto por la pija). A pesar de que como puta le iba bastante bien y estaba ganando bastante dinero no por ello dejaba de presionar a mi padre para que fuera más ambicioso, que hiciera más coba a los jefes y que hiciera todo lo posible por ascender y entre eso no estaba el confraternizar con los empleados más bajos de la empresa. Mi padre a pesar de no estar en un puesto muy alto si que tenía unos cuantos empleados a su cargo y mi madre no quería que se mezclara con ellos en aquel tipo de acontecimientos sino que se codeara con los jefazos. El tema provocaba muchas discusiones entre los dos y aquello de la capea fue el máximo. Mi madre no quería que fuera y él le dijo que no sólo iba a ir sino que íbamos a ir todos. Mi madre se puso echa una fiera, dijo que no, que ella no tenía que mezclarse con esa chusma, que qué iban a pensar, etc pero mi padre la obligo a ir.
Así que fuimos todos pero mi madre fue a disgusto y con un cabreo de agárrate y no te menees. Llegamos y el resto de la gente ya estaba allí, pues había ido con un autobús de la empresa. Mi padre también hubiera querido ir en el autobús, pero a eso sí que mi madre se negó en redondo, así que fuimos con nuestro coche.
En cuanto llegamos mi padre empezó a presentarle a mi madre a los demás empleados que trabajaban con él. Mi madre respondía a sus saludos pero con frialdad y cierta distancia. Entre los empleados de mi padre había dos que trabajaban directamente con él en el mismo departamento y que estaban bajo su supervisión. Uno se llamaba Fernando y el otro Juan. Los dos habían ido solos, Juan porque no estaba casado (debía tener treinta y tantos) y Fernando porque su mujer no había podido ir. En cuanto saludaron a mi madre noté que se la comían con los ojos, se notaba que la estaban desnudando con la mirada y se hubieran muerto de ganas por cogerla. Mi padre no se dio cuenta de nada pero mi madre sí.
La cosa empezó muy mal, pues durante la comida mi padre empezó a beber más de la cuenta. Hacía mucho sol y calor, y el vino y la sangría se subían rápidamente a la cabeza. Mi padre empezó a beber más de la cuenta y empezó a comportarse de una forma que mi madre consideró "poco digna para su posición". No paraba de reprenderle pero mi padre no hacía caso y seguía.
Al fin mi madre se cabreó tanto que decidió ignorarle y empezó a beber también. Entonces empezó a coquetear con Fernando y Juan, que se habían sentado, supongo que intencionadamente, al lado suyo. Supongo que se puso a coquetear con ellos para molestar a mi padre y para que éste se concentrara en ella y entonces dejara de beber y de hacer el ridículo, pero no dio resultado, no siquiera le hizo caso lo cual cabreó aún más a mi madre e hizo que coqueteara aún más con los dos hombres llegando incluso a provocarles.
Pero lo peor para mi madre estaba aún por llegar. Fue cuando, después de la comida, empezó la capea, es decir, la corrida con las vaquillas. Mi padre salto al ruedo sin que mi madre pudiera impedirlo y allí pasó lo que tenía que pasar: mi padre, que había bebido bastante y no estaba muy bien de coordinación fue volteado por una vaquilla a las primeras de cambio. No se hizo nada pero se rompió los pantalones. A pesar de ello no quiso salir sino que permaneció obstinadamente en el pequeño ruedo. Mi madre, que tampoco había dejado de beber durante todo el incidente no aguantó más y se levantó para irse de allí y, al hacerlo, se tambaleó un poco. Fernando y Juan que habían vuelto a sentarse al lado de ella se levantaron los dos en el acto y la sujetaron. Mi madre los apartó de sí y dijo que tenía que irse a hacer pis.
Aquello estaba en pleno campo y no había baños así que quien quería hacer sus necesidades no tenía más remedio que alejarse un poco entre los árboles y arbustos y hacerlo al aire libre. Mi madre se dirigió hacia la arboleda y poco después la siguieron Fernando y Juan. Yo me olí lo que iba a pasar y también les seguí.
Me cerque con cuidado y vi que mi madre estaba entre los árboles orinando en cuclillas y que Fernando y Juan se hallaban cerca mirándola.
Cuando mi madre acabó de mear sacó un pañuelo de papel de su bolso y empezó a secarse la concha. Entonces los vio.
"¿Qué hacéis ahí mirando?" les dijo. Tenía la voz tomada por el alcohol. "Venid aquí –les dijo- ¿qué pasa? ¿es que no quereis follaros a la mujer de vuestro jefe? Mirad lo que tengo para vosotros" y se levantó del todo la falda del vestido dejándoles ver completamente su concha.
No hizo falta decir más. Los dos hombres se abalanzaron sobre ella y cuando llegaron junto a ella la levantaron y, mientras uno la sobaba por debajo de la falda el otro le abría la blusa y le sacaba las tetas fuera sobándoselas. La agarraban entre los dos sin parar de sobarla y le buscaban la boca besándola y metiéndole la lengua dentro.
Mi madre se soltó de ellos y les dijo: "Venga, chicos. Sacaos la polla. Vais a ver como la chupa la mujer de vuestro jefe.
Los dos hombres se miraron riéndose como no pudiendo dar crédito a su buena suerte y entonces se abrieron los pantalones bajándoselos junto con los calzoncillos hasta la rodilla y sacándose sus pijas fuera.
Mi madre se arrodilló entre ellos y comenzó a chuparles sus pijas. Iba alternando entre uno y otro. Se metía la de uno en la boca mientras con la mano continuaba acariciando la pija del otro y, después de un rato, se sacaba la pija de la boca y empezaba a chupársela al otro hombre.
Los dos hombres estaban encantados, no paraban de gemir. Cuando mi madre se la estaba chupando a Juan, Fernando le dijo a este: "La muy puta la chupa bien ¿eh?". "Es una mamona del copón –le contestó el otro- lo hace de maravilla. Ahhhh...". Fernando la agarró de la cabeza y le dijo: "Venga, ahora me toca a mí. Trágate la polla, vamos". Mi madre le obedeció.
Juan se echó a reir. "¿Qué te pasa?", le preguntó Fernando. "Nada, –le contestó el otro- que estaba pensando que su marido es un hijo de puta en el trabajo y ahora resulta que su mujer también es una puta". "¡Es cierto!" dijo Fernando y se empezó a reír también.
Juan le dijo: "Vega, ahora cómete mi polla un rato más, anda rica". Mi madre se saco la polla de Fernando de la boca y se metió la de Juan. No decía nada, sólo chupaba y tragaba pija.
Entonces, después de estar un rato chupándosela a los dos se tumbó en el suelo con la falda toda subida y dijo: "Adelante ¿quién va ser el primero en joder con la mujer de vuestro jefe?". "¡Yo! –dijo Fernando- que para eso soy el mayor" y se echó en el suelo entre las piernas de mi madre y le metió la pija dentro. En cuanto le hubo metido la pija dentro mi madre empezó a retorcerse y a gemir: "Ahhh sí... –decía- eso es, méteme toda tu picha dentro. Fóllame, vamos fóllame".
Yo estaba detrás de ellos así que solo veía las piernas abiertas de mi madre y el culo de Fernando subiendo y bajando mientras le clavaba su pija dentro. Mi madre no paraba de gemir. Mientras tanto Juan seguía acariciándose la pija para mantenerla dura y animaba a su compañero. "¡Eso es! –le decía-¡Fóllatela bien, vamos! ¡Métesela hasta el fondo!". Mi madre no paraba de decir: "Ay, sí... ay, sí... sigue, sigue... no pares.... métemela toda....".
Al rato Fernando dejó de culearla y se levantó. Ya tenía la pija fláccida. No podía verlo bien desde donde yo estaba pero seguro que mi madre tenía su concha llena de su leche. Entonces mi madre se puso a cuatro patas y le dijo a Juan: "Venga, ahora tú métemela por el culo. Así podréis decir a vuestros compañeros que os habéis follado a la mujer de vuestro jefe por todos sus agujeros". Juan pareció sorprendido pero mi madre le animó diciendo: "¿A qué esperas? ¡Encúlame, venga! ¡Encúlame!". "¡Eso! –dijo Fernando- ¡Fóllale el culo a esta puta!".
Juan le metió la pija en el culo a mi madre y apenas la tuvo metida ahí dentro ella empezó a gritar de gusto: "Aaayyy... uuufff.. ¡Así! ¡Sí, sí...! ¡Dame por culo! ¡Dale por culo a la mujer de tu jefe!". Juan empezó a chingársela rápido por el culo pero mi madre gritaba tan fuerte que le dijo: "¡No grites tanto, so puta, qué se va a enterar el cornudo de tu marido!". Mi madre le respondió: "¿Y qué? ¡Mejor! ¡Qué se entere! ¡Así sabrá como hay que follarse a una mujer!".
Yo nunca había visto tan cabreada a mi madre. Estaba tan cabreada que me imagino que aquel día si que no le hubiera importado que mi padre la descubriera jodiendo con los dos hombres aunque sólo fuera para vengarse de la vergüenza que le había hecho pasar. Afortunadamente estaban lo bastante alejados y con el jaleo de la capea en la plaza, nadie se enteró de nada.
Juan estaba encantado de poder chingarse a mi mamá por el culo pues no paraba de culearla por ahí con ganas mientras le decía: "Esto está genial... sí... está muy bien... es fantástico... qué gusto... follarte por el culo... mira Fernando, mira como disfruta la muy puta mientras la doy por culo... qué pena que el cornudo de su marido no vea esto... me gustaría que viera como disfruta la puta de su mujercita mientras le rompo el culo ¿verdad Fernando?". "Oh, sí –le contestó Fernando- está gozando como una auténtica zorra".
Yo no veía la cara de mi madre pues estaba situado detrás de ellos, por lo que sólo veía al tal Juan arrodillado detrás de ella y chingándole el culo con movimientos rápidos de pelvis, pero a pesar de que no la veía no me cabía duda de que lo que decía Fernando era verdad y que estaba gozando como una loca..
Después de estar un buen rato culeándola por detrás Juan dijo:"¡Ostias, me viene, me viene! ¡aaaaggghhh! ¡Toma mi leche en el culo, guarra!" y se corrió.
Cuando hubieron terminado se levantaron y se subieron los pantalones mientras mi madre sacaba unos pañuelos de papel del bolso y se limpiaba los restos de leche que tenía en la concha y el culo.
Después volvieron a la capea por separado. Mi padre ya estaba más calmado y le preguntó a mi madre que dónde había estado, que la había estabdo buscando durante mucho rato y mi madre le respondió enfadada que se había ido a dar una vuelta para no ver más el ridículo que había estado haciendo en la plaza. Cuando mi madre le dijo esto mi padre ya no volvió a decir nada.
Cuando se acabó la fiesta en la plaza todo el mundo empezó a recoger y a montarse en los autobuses. Nosotros nos montamos en nuestro coche y nos fuimos. Afortunadamente, para entonces a mi padre ya se le había bajado bastante el alcohol que había bebido.
Me imagino que los dos empleados que se habían chingado a mi madre comentarían con sus compañeros lo puta que era pero si se corrió la voz por la empresa mi padre no se enteró o no se quiso dar por enterado, no lo sé. Eso sí, te puedo asegurar que mi madre no volvió a faltar a ninguna capea y aunque ahora era mi padre el que no quería ir pues más tarde le contaron el ridículo que había hecho, ahora era mi madre la que, como venganza la obligaba a ir y, por descontado, cada vez que íbamos, siempre encontraba algún momento para que se la chingase Fernando o Juan o algún otro empleado. Al final creo que se la debió chingar todo el departamento de mi padre. Así se vengó ella de todo el mal rato que la había hecho pasar aquel día, dejando que todos los tipos de su oficina se la chingaran por la cara.
Estoy muy excitado, pues contaré como volví a pillar a mi madre garchando ¡con el hijo de la vecina! Ha sido muy excitante pues el chaval sólo tiene diecinueve años. ¿Cómo ha ocurrido? Te cuento:
Hace unos días te conté en uno de mis mensajes que ahora en verano mi madre se pega todo el día tomando el sol en el jardín prácticamente desnuda e incluso algunos días totalmente en bola. Pues bien, el viernes pasado, mientras estaba espiando a mi madre desde una de las habitaciones de la casa (el jardín quedaba debajo de la ventana), se me ocurrió volver un poco la vista y ¿qué vi? Pues nada menos que el hijo de la vecina estaba agazapado en el balcón también observando a mi madre desnuda.
El chico en cuestión se llama Alberto, tiene diecinueve años recién cumplidos, es bien parecido, alto, aunque lleva el pelo un poco largo y muy deportista, por lo que está en buena forma física, pero lo que más me llamó la atención en aquel momento fue la enorme pija que estaba sosteniendo entre sus manos, frotándosela arriba y abajo en una descomunal paja.
¡Se estaba pajeando mirando a mi madre! Aquello me excitó mucho. Desde donde estaba el chaval tenía una buena vista de mi madre pues ahora vivimos en una urbanización de chaléts adosados de tres plantas. La casa de Alberto es la que está pegada a la nuestra y como su habitación queda en la tercera planta y dispone de balcón, desde allí arriba gozaba de una perfecta vista de mi madre tomando el sol abajo en el jardín.
La verdad es que me excitó mucho el ver como Alberto se pajeaba a la salud de mi madre. La pija se le había puesto muy gorda y se la estaba cascando con auténtico frenesí hasta que se corrió soltando un auténtico torrente de leche.
Al día siguiente la escena se repitió. Mi madre salió a tomar el sol y yo que estaba pendiente vi como al poco Alberto salía a su balcón y comenzaba a pajearse mirando a mi madre. Todo transcurrió como en el día anterior solo que esta vez al correrse el pobre Alberto no pudo contener un grito de gusto y mi madre lo descubrió. Miro hacia arriba y tapándose mientras se incorporaba dijo: "¿Alberto? ¿Eres tú Alberto?". Alberto se levantó muy azorado intentando disimular. "Sí... hola... yo.. acabo de salir y..." dijo. Pero por mucho que intentase disimular todavía resultaba muy evidente el bulto que formaba su pija en los pantalones de deporte, pues aún no se había acabado de destrempar y la mancha de leche que destacaba claramente en dichos pantalones de color azul oscuro. Hasta mi madre podría verlo desde ahí abajo. Yo vi que mi madre parecía interesada y, como a estas alturas ya la conozco bien, noté que también estaba muy excitada. Trató de quitarle importancia a la situación empezando una conversación intrascendente con Alberto y volvió a destaparse las tetas dejándolas otra vez a la vista. Ante aquello, la pija de Alberto volvió a hincharse otra vez con lo que el pobre chaval no tuvo más remedio que despedirse apresuradamente y volverse a meter en su casa. Supongo que iría directamente a hacerse otra paja.
Yo sabía que mi madre ya le había echado el ojo a Alberto y que no tardaría mucho en intentar algo. Mi hermano estaba fuera pasando el fin de semana en la playa con unos amigos y no volvía hasta la noche, y yo sabía que al día siguiente mi padre se iba con mi hermana y unos parientes a pasar el día a un sitio cerca de Jaca. Yo, por mi parte, había quedado con un amigo para ir al cine, así que mi madre iba a estar sola en casa. Me olí que ese día iba a pasar algo así que llamé a mi amigo y le dije que no podía ir al cine, pero no dije nada en casa para que mi madre siguiera pensando que tenía planes.
Al día siguiente, es decir, ayer domingo, mi padre y mi hermana se fueron al punto de la mañana a reunirse con nuestros parientes en Jaca. Poco después de comer me despedí de mi madre diciendo que me iba ya al cine. Di un portazo pero no salí de casa, me quedé dentro y me escondí en el garaje, que tiene una puerta que comunica con el interior de casa, al lado del recibidor.
No tuve que esperar mucho. Al poco oí como mi madre cogía el teléfono y llamaba a Alberto y le pedía que pasara un momento a casa. Al minuto llegó Alberto. Mi madre le hizo pasar y oí como subían escaleras arriba. Esperé un poco y salí con cuidado. De pronto apareció nuestro pero y temí que me descubriera pero lo metí en el garaje sin hacer ruido. Entonces subí yo también. Oí voces procedentes del dormitorio de mis padres.
Subí con cuidado y me oculté tendido en el rellano de la escalera. Como la puerta del dormitorio estaba abierta podía verlo todo a través del hueco de la escalera. Mi madre y Alberto estaban sentados en el borde de la cama.
"No seas tímido –le estaba diciendo mi madre- Ayer vi lo que estabas haciendo y no tienes por qué avergonzarte. A tu edad es natural que tengas ganas... Vi como me mirabas las tetas ¿te gustan mis tetas?". "Mucho", le contestó él. "¿Te gustaría tocármelas?" le preguntó mi madre. El dijo: "Sí, me gustaría mucho". "¡Pues aquí tienes!" dijo mi madre y se abrió la bata ofreciéndole sus tetas para que se las manoseara todo lo que quisiera.
Alberto comenzó a tocarle las tetas con agresividad, parecía haber perdido ya toda su timidez. Se las sobaba y magreaba con dureza mientras mi madre cerraba los ojos y gemía. "Oh... me las estás destrozando. Pero sigue, sigue... ¿estas caliente ya? ¿Te duele tu polla? Di, ¿te duele?". "Sí", dijo él. "Pobrecito mío –dijo mi madre- Habrá que hacer algo para remediar eso..."
La pija de él ya estaba a plena potencia y a juzgar por el bulto que formaba parecía querer escapar por sí sola del pequeño pantalón de deporte. Mi madre puso a Alberto de pie frente a ella sentada en la cama y le bajó los pantalones de deporte, palpó la pija sobre la tela de los calzoncillos y luego la sacó permitiendo que se desplegara frente a su cara en toda su extensión.
Mi madre le acarició la pija, pasándosela por las mejillas en toda su longitud. Entonces la agarró con las manos y le preguntó a Alberto: "Dime ¿te la ha mamado alguna vez?". "No", contestó Alberto. "¿Quieres que te la mame yo?" volvió a preguntarle mi madre. "Sí", contestó él y se arrimó colocándole la pija delante como deseando que pusiera ya su boca sobre su tieso tarugo. Entonces mi madre acercó sus labios y se la metió entera en la boca. Después empezó a recorrerla con sus labios de arriba abajo en toda su longitud, lentamente, como degustándola.
Alberto gemía y suspiraba. Mi madre le preguntaba "¿Te gusta? ¿te gusta como te la mamo?" y Alberto le respondía "Sí, sigue, sigue... no pares, por favor" y mi madre seguía con la mamada. No llevaba mucho tiempo con aquello cuando Alberto se corrió. Mi madre pareció sorprendida por la rapidez con que se había producido la descarga pero no apartó la boca y se tragó toda la guasca.
"Caramba -le dijo mi madre- has sido muy rápido". Alberto parecía avergonzado pero mi madre le dijo: "No te preocupes, que esto tiene remedio" y entonces empezó a chupársela otra vez hasta que volvió a ponérsela dura, lo que no tardó mucho.
Entonces mi madre le dijo: "¿Has follado ya alguna otra vez?" Alberto reconoció con vergüenza que no, que aún era virgen. Mi madre le dijo: "Bueno, no te preocupes, yo te enseñaré. Te enseñaré a gozar con mi coño".
En un abrir y cerrar de ojos mi madre se acabó de quitar la bata quedándose totalmente desnuda sobre la cama, con las piernas abiertas y la concha también abierta de par en par. "Mira –le dijo a Alberto- Mira mi coño. Lo tengo todo mojado. Está deseando que lo folles. ¿Qué? ¿Qué te parece? ¿Quieres follarme?". "¡Sí! ¡Sí, quiero follarte! ¡Quiero metértela toda en el coño!" exclamó Alberto echándose sobre ella y empezando a morderle las tetas. Me asomé un poco más y pude ver como mi madre le cogía la pija por debajo y la conducía hacia su raja caliente. "¡Empuja! –le gritó- ¡Folla, Alberto, folla!".
Se notaba que era su primera vez y que el chaval estaba que ya no podía más. Toda la pujanza de su pija entró violentamente en la raja de mi madre, hasta el fondo, y empezó a entrar y salir de su concha con precipitación. Parecía un toro con su mango entrando y saliendo en su concha. Joder, ¡Cómo achuchaba el condenado! ¿se la debía estar metiendo hasta los huevos!.
"¿Te gusta, cielo? ¿Te gusta mi coño?" le preguntaba mi madre mientras no paraba de gemir. "¡Sí, me gusta! ¡Me gusta! -exclamó el con voz ahogada- ¡Qué gusto me dá!". "¡Sigue empujando! ¡Sigue jodiéndome, Alberto!" decía mi madre.
Como se había corrido hacía poco ahora el chaval aguantó bastante más para alegría y goce de mi madre. Mi madre estaba gozando como una auténtica puta pues no todos los días tenía la oportunidad de chingarse una pija tan joven y dura como la de Alberto. Además el chico se estaba desahogando con ganas pues se trataba de su primera chingada y la culeaba como si le fuera la vida en ello.
Sentí una oleada de celos y también de envidia ¡cabrón con suerte! Allí estaba el muy cabrón, con sólo diecinueve años y chingándose a mi madre a lo grande y ella gozando como si nunca le hubieran metido una buena pija. A pesar de mis celos y envidia debo reconocer que también estaba muy excitado por la escena.
Después de un buen rato de estarla culeando a lo bestia, Alberto lanzó un ronquido ahogado y empezó a correrse y ¡Vaya corrida, tío! Su vergajo parecía una catarata de leche que empezó a desbordar por el coño de mi madre. Parecía como si su pija fuese un manantial. Mi madre lo apretó contra sus muslos, levantó el culo y se corrió dando gemidos de gusto. Entonces él se la sacó de dentro. De su pija aún salían unas gotas blancas por la punta de su capullo, y siguió soltando leche durante unos segundos.
"¿Qué? ¿Te ha gustado, Alberto?" le preguntó mi madre. "¡Ha sido fantástico!" le contestó él. "Pues si quieres, puedes follarme todas las veces que quieras. Aún tienes mucho que aprender y si quieres yo puedo enseñarte todas esas cosas. ¿Quieres?", le dijo mi madre. "¡Sí! ¡Sí quiero!" le dijo él. "Bueno –dijo mi madre- pero tendremos que tener mucho cuidado pues si se descubriera se armaría un gran follón. A mi marido no le haría ninguna gracia y creo que a tus padres tampoco, así que tendremos que tener mucho, pero que mucho cuidado ¿lo entiendes verdad?". Alberto le dijo que sí, que lo entendía y que no se preocupara, que no se lo diría a nadie y que tendría mucho cuidado. "Bien –le dijo a mi madre- Entonces vuélvete a tu casa no sea que tu madre sospeche algo. Y no te preocupes que ya te llamaré.
Corrí a esconderme antes de que Alberto me descubriera. Bajé corriendo las escaleras y volví a meterme en el garaje hasta que oí que Alberto se iba y entonces me hice una paja recordando todo lo que acababa de ver.
¡¡Y eso ocurrió sólo ayer!!
Voy a seguir contando lo de la puta de mi madre con Alberto, el hijo de la vecina. El lío entre los dos marcha que no veas. Ya los he pillado garchando dos veces pues el pobre Alberto está loco con mi madre y desde que se la cogió la primera vez estaba ansioso por volvérsela a meter. Mi madre estaba igualmente ansiosa por probar su pija pero no tuvieron suerte pues aquella semana estuvo todo el mundo en casa y no encontraban ocasión para chingar otra vez. Al fin vi como mi madre cogía a Alberto en un aparte y le decía algo. No alcancé a oír lo que decía pero no me importó pues sabía que si no le perdía ojo a mi madre no me perdería lo que pasara.
Ese mismo día, el jueves, por la tarde vi por el balcón como mi madre salía de casa y Alberto salía de la suya y juntos se iban hacía un descampado que hay cerca de nuestra casa. Yo esperé un rato y les seguí a prudente distancia. Tuve que ser muy cauto pues a menudo se volvían para ver si les seguían. Se adentraron en el descampado y vi como subían por un terraplén y luego desaparecían por el otro lado. Cuando llegué allí me asome y ví que estaban justo debajo mío al otro lado del terraplén. Alberto ya se había bajado los pantalones y mi madre ya estaba chupándole la pija.
Alberto estaba con los ojos semicerrados y no paraba de suspirar de gusto por la chupada que la mamona de mi madre le estaba propinando y no era para menos, pues si hay algo que mi madre sabe hacer de maravilla es chupar pollas. Muchas veces he pensado que si cocinara igual de bien que chupa una pija, otro gallo nos cantaría.
El caso es que mi madre se la estaba comiendo a base de bien y entonces se la sacó de la boca y le dijo a Alberto: "Vamos. No tenemos mucho tiempo... venga, fóllame..." y se puso a cuatro patas sobre el suelo y se subió la falda hasta la cintura. No llevaba bragas así que cuando se subió la falda dejó su culo y su raja al descubierto.
Cuando vio aquello Alberto se puso frenético pero estaba muy nervioso y no paraba de mirar a todos lados por temor a que le descubrieran. "Vamos tonto, no te preocupes -.le animó mi madre- ¿a qué esperas? ¿no querías follarme? Pues vamos, que no tengo todo el día... méteme la polla que estoy cachonda...".
Aquello decidió a Alberto que se colocó detrás de ella y le metió la pija dentro y la empezó a chingar con rapidez. Mi madre empezó a gemir de gusto diciéndole: "Ay, sí... así mi vida, así... sigue, sigue..." y él, que estaba como ido la chingaba cada vez más rápido. Estaban chingando como conejos.
Yo me saqué la pija y comencé a hacerme una paja allí mismo viendo los achuchones que le propinaba Alberto a mi madre. Se notaba que el pobre debía estar muy salido y con necesidad de desahogarse, pues estaba como ido y a la puta de mi madre aquello le encantaba pues decía: "Así, Alberto, así... fuerte, fuerte...".
Al poco Alberto soltó un "¡Aaaaggghhh!" y vi como se corría echando una abundante lechada en el coño de mi madre.
En cuanto vi que habían terminado corrí a ocultarme pues estábamos en un descampado y si salían demasiado pronto me verían. Corrí sin hacer ruido y me metí debajo del terraplén más cercano y desde allí vi como al poco mi madre y Alberto salían de donde habían estado ocultos. Mi madre iba alisándose la falda y sacudiéndose la tierra que le había quedado en las rodillas. Luego vi como s separaban y cada uno se dirigían hacia su casa.
Yo me quedé allí un rato más para acabar de hacerme la paja que no había tenido tiempo de terminar y en cuanto me hube corrido abundantemente a la salud de mi madre regresé a mi casa yo también. Mi madre estaba allí. Aún no se había cambiado y me excitaba un montón el saber que debajo de la falda no llevaba bragas y que seguramente aún tendría la leche de Alberto chorreándole por el coño.
Ahora Alberto se chinga a mi madre con regularidad pues cuando no pueden hacerlo en casa se van al descampado y allí chingan como descosidos sin importarles que alguien pueda descubrirles, pero supongo que eso tal vez les da más morbo y a mi madre la pone más cachonda. Yo los he vuelto a ver más veces y ahora te contaré como Alberto se chingó por primera vez a mi madre por el culo, que es como a ella más le gusta.
Este lunes pasado pudieron citarse en casa pues todos estaban fuera. Yo dije también que me iba pero me quedé escondido dentro del garaje como la otra vez esperando a que Alberto llegara. No tardó mucho y, al poco de oír como se subían para el dormitorio yo les seguí.
Me asomé por el hueco de la escalera y vi que mi madre ya estaba desnuda y que le había bajado los pantalones cortos y los calzoncillos a Alberto y que tenía su pija ya tiesa agarrada entre las manos y que se la masajeaba arriba y abajo haciéndole una paja. Entonces cuando mi madre debió considerar que él ya la tenía lo suficientemente dura le dijo: "Bueno, ¿qué quieres hacer ahora? ¿quieres que te haga una buena mamada o prefieres empezar a follar?".
Alberto parecía como dudoso y avergonzado. "Bueno, –dijo tímidamente- estaba pensando en que quizá... si tú no estás en contra... podríamos..." y se atrancó poniéndose colorado como un tomate.
"¿Qué? –le apremió mi madre- vamos dilo, no te preocupes que no me escandalizaré. Aunque no te lo creas he hecho de casi todo... vamos, ¿de qué se trata? ¿lluvia dorada, spanking, un poco de sado? Vamos, dilo, querido, ya lo he hecho casi todo...".
El pareció muy sorprendido por sus palabras, como si no pudiese creer lo puta que era mi madre. Claro que él no sabía como yo que como mi madre había trabajado de puta había pocas cosas que no hubiese probado ya.
El caso es que aquellas palabras le animaron y mientras sacudía la cabeza negando dijo: "No, no, nada de eso. –tragó saliva- Me estaba preguntando si... bueno, si podríamos practicar el sexo anal... lo vi en una revista y...".
Mi madre se echó a reír. "¿Eso era todo? –le dijo- ¿quieres darme por culo?". El asintió. "¡Pues claro que puedes darme por el culo, cariño! –le dijo mi madre- Ya lo he probado antes ¿sabes? Muchas veces. Y me encanta que me den por el culo ¡ siempre me gusta recibir una buena enculada!". Entonces mi madre se puso a cuatro patas sobre la cama con el culo mirando hacia él y le dijo: "¡Vamos cariño! ¡Métemela en el culo!".
Alberto se agitó nervioso. Tenía la polla totalmente dura y erecta. "Pero... ¿no te haré daño?" preguntó. "Tú no te preocupes y métemela" le animó mi madre. "No estoy seguro de saber lo que tengo que hacer..." dijo Alberto mientras se acercaba al trasero de mi madre con su pija en ristre.
Mi madre se giró y alargó la mano hacia atrás agarrándole la pija y colocándosela en la entrada de su culo. "Es muy fácil, ya lo verás –le dijo- Tú sólo fóllame el culo como me follas el coño. ¡Simplemente mete tu polla y empuja!".
Alberto le hizo caso y empujó con su polla metiéndosela toda dentro del culo de un solo golpe. Mi madre soltó un gemido de gusto. Alberto se agarró de las caderas de mi madre y juntó sus caderas contra las nalgas de mi madre metiéndole su pija hasta el fondo del culo. Mi madre gemía, respirando por la nariz y frunciendo los labios mientras soportaba la presión de la pija en su culo.
"¡Ya está!, –dijo él como sorprendido- ¡tengo mi polla en tu culo!". "¿Te gusta?" le preguntó mi madre. "¡Sí!", contestó él. "Bueno, pues ahora fóllamelo ¡dame por culo Alberto! ¡dame con fuerza!".
Él empezó a bombearla por el culo frenéticamente, embistiendo una y otra vez contra el culo de mi madre. Sus bombeos eran rápidos y fuertes y mi madre se estremecía y gritaba de gusto. Su pija se deslizaba dentro y fuera del culo de mi madre como un pistón a plena potencia y ella la gozaba, ya lo creo que la gozaba. "¡Cómo disfruta la muy puta! –pensé- ¡Cómo le gusta que la enculen!" y a mí también me encanta ver como se la meten a mi madre por el culo.
Alberto siguió metiéndole su dura polla, moviéndola más y más rápido dentro y fuera del ano de mi madre. Era una de esas locas y rápidas sesiones de "jódeme –el-culo" a las que mi madre era tan aficionada y que yo tantas veces había presenciado con numerosos hombres, y siempre disfrutaba como una loca.
Después de unos minutos de estarla bombeando así, Alberto empezó a gritar mientras se corría y mi madre gritó también. Seguro que se estaban corriendo al mismo tiempo. Alberto empezó a correrse dentro del culo de mi madre, pero luego, como si no aguantara más se salió de su culo y empezó a lanzar descarga tras descarga de leche sobre la espalda de mi madre. Salía despedida con tanta fuerza que algunos chorros le llegaron hasta el pelo y puso la colcha de la cama toda perdida. Lo sé porque mi madre tuvo luego que echarla a lavar.
Por fin Alberto se quedó como exhausto mientras su leche goteaba por el culo y la espalda de mi madre. "¿Qué? –le preguntó ella- ¿te ha gustado? ¿has quedado satisfecho?". Alberto le dijo que sí y le dio las gracias por haberle dejado chingarle el culo. Mi madre le preguntó si querría repetirlo alguna otra ve y Alberto le contesto que por supuesto. Entonces mi madre le dijo que podía follarla el culo todas las veces que quisiera y que cuantas más veces mejor pues a ella era como más le gustaba, por el culo.
Después de eso descansaron un rato y después volvieron a chingar una vez más pero esta vez de forma normal, por la concha y después de eso Alberto se vistió y se volvió para su casa.
Yo volví a meterme en el garaje, me hice un par de pajas y después salí de casa silenciosamente mientras mi madre se estaba duchando.
La puta de mi madre se la pasa garchando sin parar casi todos los días con mi vecinno Alberto. La mayoría de las veces se van al descampado de al lado de casa y allí se desahogan cogiendo como conejos. Yo estoy disfrutando como un loco con todo esto. A pesar de que ya se lo puta que es mi madre nunca deja de sorprenderme.
Yo me paso los días en una excitación constante y esperando que Alberto se la vuelva a coger y no suelo tener que esperar mucho para verlo.
Además, desde que mi madre le enseñó las delicias del sexo anal ahora él se la coge por el culo siempre que puede y a mi madre eso le encanta y a mi también. Me gusta ver como se enculan a mi madre y me encanta oír como gime de gusto la muy puta mientras se la meten por detrás, y el hecho de que se lo hagan al aire libre le da un morbo especial.
El otro día, por ejemplo. Habían salido a chingar al descampado, en su sitio habitual, debajo de aquel terraplén del que te hablé. Mi madre se había abierto la blusa y se había sacado las tetas para que Alberto se las toqueteara y se las chupara a placer.
A Alberto le volvían loco las tetas de mi madre, era algo que ya había podido comprobar otras veces. Se abalanzó sobre ellas como desesperado y empezó a estrujárselas y amasárselas con frenesí. Luego se las cogía con las manos y se las metía todo lo posible dentro de la boca metiéndole unos monumentales chupones. Primero en una teta y luego en la otra. Mi madre se reía y gozaba la chupada de tetas que le propinaba Alberto y pude ver que cuando Alberto se sacó las tetas de la boca mi madre tenía los pezones totalmente rígidos y duros, apuntándole hacia fuera como si quisieran salírsele. Al ver como gozaba mi madre con aquello no pude por menos que reírme ya que la muy puta no deja ni siquiera que mi padre se las toque, pues cuando lo intenta le dice que tiene los pechos y los pezones muy sensibles y que cuando se las tocan le hacen daño ¡y el cornudo de mi padre se lo cree! ¡Si supiera la de hombres que le han comido las tetas a su mujercita! ¡Ja, ja!
Aquella comida de tetas puso muy caliente a Alberto de manera que cuando mi madre le sacó la pija fuera y empezó a hacerle una mamada, Alberto estaba ya muy excitado. De hecho, ya tenía la pija totalmente dura cuando mi madre se la sacó del pantalón y empezó a propinarle unas monumentales chupadas pero, al poco, Alberto tuvo que decirle a mi madre que parara de chupársela pues si no lo hacía se iba a correr muy pronto, en su boca y él no quería echársela ahí, le dijo que estaba reservando su leche para echársela en el culo, donde a ella le gusta.
Cuando le oyó decir eso, a mi madre le brilló la mirada ante la posibilidad de recibir una buena follada anal y paró de mamársela en el acto. "Eres un pillo, Alberto. –le dijo- Pero nada, nada... si eso es lo que quieres..." y se puso a cuatro patas sobre el suelo con el culo mirando hacia él ¡La muy zorra!¡Cómo si a ella no le gustase!
Alberto se colocó detrás de ella y le metió su pija dentro del culo de un golpe y entonces empezó a chingarle el culo fuerte, sin contemplaciones, pues después de varias folladas ya sabía que así es como a ella le gusta.
El caso es que él ya llevaba un rato chingándole el culo como un loco cuando al poco se oyó un ruido cerca. Yo me sobresalté y levanté un poco la cabeza para ver quien era. Se trataba de un hombre que había sacado a pasear al perro por el descampado. Estaba bastante lejos, pero le había quitado la correa al perro para que corriera libremente y se entretenía lanzándole palos y piedras a lo lejos para que el perro fuera corriendo a recogerlas. El ruido que habíamos oído era el del palo, que había caído cerca de donde estaba mi madre con Alberto y el ruido que había hecho el perro al ir corriendo a recogerlo.
Ellos a pesar de estar absortos en la chingada también habían oído el ruido pero, a diferencia de mí, no sabían lo que era. Mi madre fue la que más se sobresaltó y quiso incorporarse pero Alberto no la dejó y la mantuvo sujeta al suelo colocándole un brazo sobre su espalda mientras seguía chingándola por el culo sin parar.
"¿Pero qué haces? –le dijo mi madre nerviosa- ¿es que no has oído? ¡Para! ¡Qué viene gente!". Pero Alberto no la hizo caso y siguió chingándola. "¡No me jodas! –le espetó- ¡Ahora no puedo parar! ¡Estoy casi a punto!".
"¿Estás loco? –le dijo mi madre- ¡Nos van a descubrir!". "¡Me importa un huevo! –volvió a decirle él muy sofocado mientras seguía manteniéndola sujeta- Te repito... que estoy casi a punto... eres una calientapollas... no puedes dejarme con la polla así... tengo que correrme en tu culo...".
Mi madre trató de volver a incorporarse pero él se echó con todo su peso sobre su espalda manteniéndola sujeta y siguió bombeándole el culo sin parar. "¡Quédate quieta! –le dijo- Cuanto más colabores, antes acabaremos".
Debo reconocer que la situación era muy excitante. El hombre aún estaba lo bastante lejos pero ellos no lo sabían, pues los ruidos que oían eran los del perro corriendo de aquí para allá. De todos modos, cada vez que arrojaba el palo, el hombre avanzaba varios metros y si mi madre y Alberto no se daban prisa en terminar su polvo entonces sí que acabaría descubriéndolos.
Mi madre dejó de resistirse y aceptó que Alberto siguiera bombeándola el culo a placer a pesar de los ruidos. Además empezó a mover el culo adelante y atrás colaborando ella también en la follada para que Alberto se corriera más deprisa. "¡Vamos, vamos! –le apremiaba- Date prisa cabrón, métemela más deprisa, venga. Dame tu leche Alberto, vamos, córrete en mi culo".
Afortunadamente, Alberto tenía razón, su pija estaba a punto. "Ya voy, puta, ya voy. Cómo me pones...–decía Alberto cada vez más sofocado- ¡Me viene! ¡Me viene! ¡Toma! ¡Toma yaaaaaghh!". El pobre Alberto soltó su carga de leche dentro del culo de mi madre tal como él quería.
Terminaron justo a tiempo, pues el hombre y su perro estaban sólo a unos metros. De todos modos aún les sobró algo de tiempo. Por un momento me hubiese gustado ver qué hubiese pasado si los hubiesen descubierto. Me hubiese gustado ver la cara de aquel hombre al descubrir a mi madre en bolas y siendo cogida por el culo en medio del descampado. Mi madre se incorporó y se bajó la falda rápidamente y se abrochó la blusa tapándose las tetas y Alberto se guardó la pija y se subió los pantalones. Después salieron del terraplén, ella primero y él un rato después, tratando de aparentar indiferencia. El hombre los miró un momento pero no pareció sospechar lo que habían estado haciendo.
Yo permanecí escondido unos minutos más, los suficientes para acabar de hacerme la paja que había empezado cuando miraba a mi madre y Alberto. El hombre ya había pasado de largo y no me había visto así que no había problema. Fue una paja muy rica y, al igual que Alberto, yo también solté una buena descarga de leche a la salud de mi madre.
Fue una situación de lo más excitante y morbosa y también se lo debió parecer a ella pues ¿Crees que a pesar de lo ocurrido han dejado de joder en el mismo sitio? ¡Qué va! La muy puta sigue acudiendo allí como perra en celo a recibir su buena ración de chingada por delante o por detrás.
Aquello era lo que exasperaba a mi madre y una de las razones que la habían llevado a meterse a puta para poder tener todo el dinero que ella quería (la otra razón es su gusto por la pija). A pesar de que como puta le iba bastante bien y estaba ganando bastante dinero no por ello dejaba de presionar a mi padre para que fuera más ambicioso, que hiciera más coba a los jefes y que hiciera todo lo posible por ascender y entre eso no estaba el confraternizar con los empleados más bajos de la empresa. Mi padre a pesar de no estar en un puesto muy alto si que tenía unos cuantos empleados a su cargo y mi madre no quería que se mezclara con ellos en aquel tipo de acontecimientos sino que se codeara con los jefazos. El tema provocaba muchas discusiones entre los dos y aquello de la capea fue el máximo. Mi madre no quería que fuera y él le dijo que no sólo iba a ir sino que íbamos a ir todos. Mi madre se puso echa una fiera, dijo que no, que ella no tenía que mezclarse con esa chusma, que qué iban a pensar, etc pero mi padre la obligo a ir.
Así que fuimos todos pero mi madre fue a disgusto y con un cabreo de agárrate y no te menees. Llegamos y el resto de la gente ya estaba allí, pues había ido con un autobús de la empresa. Mi padre también hubiera querido ir en el autobús, pero a eso sí que mi madre se negó en redondo, así que fuimos con nuestro coche.
En cuanto llegamos mi padre empezó a presentarle a mi madre a los demás empleados que trabajaban con él. Mi madre respondía a sus saludos pero con frialdad y cierta distancia. Entre los empleados de mi padre había dos que trabajaban directamente con él en el mismo departamento y que estaban bajo su supervisión. Uno se llamaba Fernando y el otro Juan. Los dos habían ido solos, Juan porque no estaba casado (debía tener treinta y tantos) y Fernando porque su mujer no había podido ir. En cuanto saludaron a mi madre noté que se la comían con los ojos, se notaba que la estaban desnudando con la mirada y se hubieran muerto de ganas por cogerla. Mi padre no se dio cuenta de nada pero mi madre sí.
La cosa empezó muy mal, pues durante la comida mi padre empezó a beber más de la cuenta. Hacía mucho sol y calor, y el vino y la sangría se subían rápidamente a la cabeza. Mi padre empezó a beber más de la cuenta y empezó a comportarse de una forma que mi madre consideró "poco digna para su posición". No paraba de reprenderle pero mi padre no hacía caso y seguía.
Al fin mi madre se cabreó tanto que decidió ignorarle y empezó a beber también. Entonces empezó a coquetear con Fernando y Juan, que se habían sentado, supongo que intencionadamente, al lado suyo. Supongo que se puso a coquetear con ellos para molestar a mi padre y para que éste se concentrara en ella y entonces dejara de beber y de hacer el ridículo, pero no dio resultado, no siquiera le hizo caso lo cual cabreó aún más a mi madre e hizo que coqueteara aún más con los dos hombres llegando incluso a provocarles.
Pero lo peor para mi madre estaba aún por llegar. Fue cuando, después de la comida, empezó la capea, es decir, la corrida con las vaquillas. Mi padre salto al ruedo sin que mi madre pudiera impedirlo y allí pasó lo que tenía que pasar: mi padre, que había bebido bastante y no estaba muy bien de coordinación fue volteado por una vaquilla a las primeras de cambio. No se hizo nada pero se rompió los pantalones. A pesar de ello no quiso salir sino que permaneció obstinadamente en el pequeño ruedo. Mi madre, que tampoco había dejado de beber durante todo el incidente no aguantó más y se levantó para irse de allí y, al hacerlo, se tambaleó un poco. Fernando y Juan que habían vuelto a sentarse al lado de ella se levantaron los dos en el acto y la sujetaron. Mi madre los apartó de sí y dijo que tenía que irse a hacer pis.
Aquello estaba en pleno campo y no había baños así que quien quería hacer sus necesidades no tenía más remedio que alejarse un poco entre los árboles y arbustos y hacerlo al aire libre. Mi madre se dirigió hacia la arboleda y poco después la siguieron Fernando y Juan. Yo me olí lo que iba a pasar y también les seguí.
Me cerque con cuidado y vi que mi madre estaba entre los árboles orinando en cuclillas y que Fernando y Juan se hallaban cerca mirándola.
Cuando mi madre acabó de mear sacó un pañuelo de papel de su bolso y empezó a secarse la concha. Entonces los vio.
"¿Qué hacéis ahí mirando?" les dijo. Tenía la voz tomada por el alcohol. "Venid aquí –les dijo- ¿qué pasa? ¿es que no quereis follaros a la mujer de vuestro jefe? Mirad lo que tengo para vosotros" y se levantó del todo la falda del vestido dejándoles ver completamente su concha.
No hizo falta decir más. Los dos hombres se abalanzaron sobre ella y cuando llegaron junto a ella la levantaron y, mientras uno la sobaba por debajo de la falda el otro le abría la blusa y le sacaba las tetas fuera sobándoselas. La agarraban entre los dos sin parar de sobarla y le buscaban la boca besándola y metiéndole la lengua dentro.
Mi madre se soltó de ellos y les dijo: "Venga, chicos. Sacaos la polla. Vais a ver como la chupa la mujer de vuestro jefe.
Los dos hombres se miraron riéndose como no pudiendo dar crédito a su buena suerte y entonces se abrieron los pantalones bajándoselos junto con los calzoncillos hasta la rodilla y sacándose sus pijas fuera.
Mi madre se arrodilló entre ellos y comenzó a chuparles sus pijas. Iba alternando entre uno y otro. Se metía la de uno en la boca mientras con la mano continuaba acariciando la pija del otro y, después de un rato, se sacaba la pija de la boca y empezaba a chupársela al otro hombre.
Los dos hombres estaban encantados, no paraban de gemir. Cuando mi madre se la estaba chupando a Juan, Fernando le dijo a este: "La muy puta la chupa bien ¿eh?". "Es una mamona del copón –le contestó el otro- lo hace de maravilla. Ahhhh...". Fernando la agarró de la cabeza y le dijo: "Venga, ahora me toca a mí. Trágate la polla, vamos". Mi madre le obedeció.
Juan se echó a reir. "¿Qué te pasa?", le preguntó Fernando. "Nada, –le contestó el otro- que estaba pensando que su marido es un hijo de puta en el trabajo y ahora resulta que su mujer también es una puta". "¡Es cierto!" dijo Fernando y se empezó a reír también.
Juan le dijo: "Vega, ahora cómete mi polla un rato más, anda rica". Mi madre se saco la polla de Fernando de la boca y se metió la de Juan. No decía nada, sólo chupaba y tragaba pija.
Entonces, después de estar un rato chupándosela a los dos se tumbó en el suelo con la falda toda subida y dijo: "Adelante ¿quién va ser el primero en joder con la mujer de vuestro jefe?". "¡Yo! –dijo Fernando- que para eso soy el mayor" y se echó en el suelo entre las piernas de mi madre y le metió la pija dentro. En cuanto le hubo metido la pija dentro mi madre empezó a retorcerse y a gemir: "Ahhh sí... –decía- eso es, méteme toda tu picha dentro. Fóllame, vamos fóllame".
Yo estaba detrás de ellos así que solo veía las piernas abiertas de mi madre y el culo de Fernando subiendo y bajando mientras le clavaba su pija dentro. Mi madre no paraba de gemir. Mientras tanto Juan seguía acariciándose la pija para mantenerla dura y animaba a su compañero. "¡Eso es! –le decía-¡Fóllatela bien, vamos! ¡Métesela hasta el fondo!". Mi madre no paraba de decir: "Ay, sí... ay, sí... sigue, sigue... no pares.... métemela toda....".
Al rato Fernando dejó de culearla y se levantó. Ya tenía la pija fláccida. No podía verlo bien desde donde yo estaba pero seguro que mi madre tenía su concha llena de su leche. Entonces mi madre se puso a cuatro patas y le dijo a Juan: "Venga, ahora tú métemela por el culo. Así podréis decir a vuestros compañeros que os habéis follado a la mujer de vuestro jefe por todos sus agujeros". Juan pareció sorprendido pero mi madre le animó diciendo: "¿A qué esperas? ¡Encúlame, venga! ¡Encúlame!". "¡Eso! –dijo Fernando- ¡Fóllale el culo a esta puta!".
Juan le metió la pija en el culo a mi madre y apenas la tuvo metida ahí dentro ella empezó a gritar de gusto: "Aaayyy... uuufff.. ¡Así! ¡Sí, sí...! ¡Dame por culo! ¡Dale por culo a la mujer de tu jefe!". Juan empezó a chingársela rápido por el culo pero mi madre gritaba tan fuerte que le dijo: "¡No grites tanto, so puta, qué se va a enterar el cornudo de tu marido!". Mi madre le respondió: "¿Y qué? ¡Mejor! ¡Qué se entere! ¡Así sabrá como hay que follarse a una mujer!".
Yo nunca había visto tan cabreada a mi madre. Estaba tan cabreada que me imagino que aquel día si que no le hubiera importado que mi padre la descubriera jodiendo con los dos hombres aunque sólo fuera para vengarse de la vergüenza que le había hecho pasar. Afortunadamente estaban lo bastante alejados y con el jaleo de la capea en la plaza, nadie se enteró de nada.
Juan estaba encantado de poder chingarse a mi mamá por el culo pues no paraba de culearla por ahí con ganas mientras le decía: "Esto está genial... sí... está muy bien... es fantástico... qué gusto... follarte por el culo... mira Fernando, mira como disfruta la muy puta mientras la doy por culo... qué pena que el cornudo de su marido no vea esto... me gustaría que viera como disfruta la puta de su mujercita mientras le rompo el culo ¿verdad Fernando?". "Oh, sí –le contestó Fernando- está gozando como una auténtica zorra".
Yo no veía la cara de mi madre pues estaba situado detrás de ellos, por lo que sólo veía al tal Juan arrodillado detrás de ella y chingándole el culo con movimientos rápidos de pelvis, pero a pesar de que no la veía no me cabía duda de que lo que decía Fernando era verdad y que estaba gozando como una loca..
Después de estar un buen rato culeándola por detrás Juan dijo:"¡Ostias, me viene, me viene! ¡aaaaggghhh! ¡Toma mi leche en el culo, guarra!" y se corrió.
Cuando hubieron terminado se levantaron y se subieron los pantalones mientras mi madre sacaba unos pañuelos de papel del bolso y se limpiaba los restos de leche que tenía en la concha y el culo.
Después volvieron a la capea por separado. Mi padre ya estaba más calmado y le preguntó a mi madre que dónde había estado, que la había estabdo buscando durante mucho rato y mi madre le respondió enfadada que se había ido a dar una vuelta para no ver más el ridículo que había estado haciendo en la plaza. Cuando mi madre le dijo esto mi padre ya no volvió a decir nada.
Cuando se acabó la fiesta en la plaza todo el mundo empezó a recoger y a montarse en los autobuses. Nosotros nos montamos en nuestro coche y nos fuimos. Afortunadamente, para entonces a mi padre ya se le había bajado bastante el alcohol que había bebido.
Me imagino que los dos empleados que se habían chingado a mi madre comentarían con sus compañeros lo puta que era pero si se corrió la voz por la empresa mi padre no se enteró o no se quiso dar por enterado, no lo sé. Eso sí, te puedo asegurar que mi madre no volvió a faltar a ninguna capea y aunque ahora era mi padre el que no quería ir pues más tarde le contaron el ridículo que había hecho, ahora era mi madre la que, como venganza la obligaba a ir y, por descontado, cada vez que íbamos, siempre encontraba algún momento para que se la chingase Fernando o Juan o algún otro empleado. Al final creo que se la debió chingar todo el departamento de mi padre. Así se vengó ella de todo el mal rato que la había hecho pasar aquel día, dejando que todos los tipos de su oficina se la chingaran por la cara.
Estoy muy excitado, pues contaré como volví a pillar a mi madre garchando ¡con el hijo de la vecina! Ha sido muy excitante pues el chaval sólo tiene diecinueve años. ¿Cómo ha ocurrido? Te cuento:
Hace unos días te conté en uno de mis mensajes que ahora en verano mi madre se pega todo el día tomando el sol en el jardín prácticamente desnuda e incluso algunos días totalmente en bola. Pues bien, el viernes pasado, mientras estaba espiando a mi madre desde una de las habitaciones de la casa (el jardín quedaba debajo de la ventana), se me ocurrió volver un poco la vista y ¿qué vi? Pues nada menos que el hijo de la vecina estaba agazapado en el balcón también observando a mi madre desnuda.
El chico en cuestión se llama Alberto, tiene diecinueve años recién cumplidos, es bien parecido, alto, aunque lleva el pelo un poco largo y muy deportista, por lo que está en buena forma física, pero lo que más me llamó la atención en aquel momento fue la enorme pija que estaba sosteniendo entre sus manos, frotándosela arriba y abajo en una descomunal paja.
¡Se estaba pajeando mirando a mi madre! Aquello me excitó mucho. Desde donde estaba el chaval tenía una buena vista de mi madre pues ahora vivimos en una urbanización de chaléts adosados de tres plantas. La casa de Alberto es la que está pegada a la nuestra y como su habitación queda en la tercera planta y dispone de balcón, desde allí arriba gozaba de una perfecta vista de mi madre tomando el sol abajo en el jardín.
La verdad es que me excitó mucho el ver como Alberto se pajeaba a la salud de mi madre. La pija se le había puesto muy gorda y se la estaba cascando con auténtico frenesí hasta que se corrió soltando un auténtico torrente de leche.
Al día siguiente la escena se repitió. Mi madre salió a tomar el sol y yo que estaba pendiente vi como al poco Alberto salía a su balcón y comenzaba a pajearse mirando a mi madre. Todo transcurrió como en el día anterior solo que esta vez al correrse el pobre Alberto no pudo contener un grito de gusto y mi madre lo descubrió. Miro hacia arriba y tapándose mientras se incorporaba dijo: "¿Alberto? ¿Eres tú Alberto?". Alberto se levantó muy azorado intentando disimular. "Sí... hola... yo.. acabo de salir y..." dijo. Pero por mucho que intentase disimular todavía resultaba muy evidente el bulto que formaba su pija en los pantalones de deporte, pues aún no se había acabado de destrempar y la mancha de leche que destacaba claramente en dichos pantalones de color azul oscuro. Hasta mi madre podría verlo desde ahí abajo. Yo vi que mi madre parecía interesada y, como a estas alturas ya la conozco bien, noté que también estaba muy excitada. Trató de quitarle importancia a la situación empezando una conversación intrascendente con Alberto y volvió a destaparse las tetas dejándolas otra vez a la vista. Ante aquello, la pija de Alberto volvió a hincharse otra vez con lo que el pobre chaval no tuvo más remedio que despedirse apresuradamente y volverse a meter en su casa. Supongo que iría directamente a hacerse otra paja.
Yo sabía que mi madre ya le había echado el ojo a Alberto y que no tardaría mucho en intentar algo. Mi hermano estaba fuera pasando el fin de semana en la playa con unos amigos y no volvía hasta la noche, y yo sabía que al día siguiente mi padre se iba con mi hermana y unos parientes a pasar el día a un sitio cerca de Jaca. Yo, por mi parte, había quedado con un amigo para ir al cine, así que mi madre iba a estar sola en casa. Me olí que ese día iba a pasar algo así que llamé a mi amigo y le dije que no podía ir al cine, pero no dije nada en casa para que mi madre siguiera pensando que tenía planes.
Al día siguiente, es decir, ayer domingo, mi padre y mi hermana se fueron al punto de la mañana a reunirse con nuestros parientes en Jaca. Poco después de comer me despedí de mi madre diciendo que me iba ya al cine. Di un portazo pero no salí de casa, me quedé dentro y me escondí en el garaje, que tiene una puerta que comunica con el interior de casa, al lado del recibidor.
No tuve que esperar mucho. Al poco oí como mi madre cogía el teléfono y llamaba a Alberto y le pedía que pasara un momento a casa. Al minuto llegó Alberto. Mi madre le hizo pasar y oí como subían escaleras arriba. Esperé un poco y salí con cuidado. De pronto apareció nuestro pero y temí que me descubriera pero lo metí en el garaje sin hacer ruido. Entonces subí yo también. Oí voces procedentes del dormitorio de mis padres.
Subí con cuidado y me oculté tendido en el rellano de la escalera. Como la puerta del dormitorio estaba abierta podía verlo todo a través del hueco de la escalera. Mi madre y Alberto estaban sentados en el borde de la cama.
"No seas tímido –le estaba diciendo mi madre- Ayer vi lo que estabas haciendo y no tienes por qué avergonzarte. A tu edad es natural que tengas ganas... Vi como me mirabas las tetas ¿te gustan mis tetas?". "Mucho", le contestó él. "¿Te gustaría tocármelas?" le preguntó mi madre. El dijo: "Sí, me gustaría mucho". "¡Pues aquí tienes!" dijo mi madre y se abrió la bata ofreciéndole sus tetas para que se las manoseara todo lo que quisiera.
Alberto comenzó a tocarle las tetas con agresividad, parecía haber perdido ya toda su timidez. Se las sobaba y magreaba con dureza mientras mi madre cerraba los ojos y gemía. "Oh... me las estás destrozando. Pero sigue, sigue... ¿estas caliente ya? ¿Te duele tu polla? Di, ¿te duele?". "Sí", dijo él. "Pobrecito mío –dijo mi madre- Habrá que hacer algo para remediar eso..."
La pija de él ya estaba a plena potencia y a juzgar por el bulto que formaba parecía querer escapar por sí sola del pequeño pantalón de deporte. Mi madre puso a Alberto de pie frente a ella sentada en la cama y le bajó los pantalones de deporte, palpó la pija sobre la tela de los calzoncillos y luego la sacó permitiendo que se desplegara frente a su cara en toda su extensión.
Mi madre le acarició la pija, pasándosela por las mejillas en toda su longitud. Entonces la agarró con las manos y le preguntó a Alberto: "Dime ¿te la ha mamado alguna vez?". "No", contestó Alberto. "¿Quieres que te la mame yo?" volvió a preguntarle mi madre. "Sí", contestó él y se arrimó colocándole la pija delante como deseando que pusiera ya su boca sobre su tieso tarugo. Entonces mi madre acercó sus labios y se la metió entera en la boca. Después empezó a recorrerla con sus labios de arriba abajo en toda su longitud, lentamente, como degustándola.
Alberto gemía y suspiraba. Mi madre le preguntaba "¿Te gusta? ¿te gusta como te la mamo?" y Alberto le respondía "Sí, sigue, sigue... no pares, por favor" y mi madre seguía con la mamada. No llevaba mucho tiempo con aquello cuando Alberto se corrió. Mi madre pareció sorprendida por la rapidez con que se había producido la descarga pero no apartó la boca y se tragó toda la guasca.
"Caramba -le dijo mi madre- has sido muy rápido". Alberto parecía avergonzado pero mi madre le dijo: "No te preocupes, que esto tiene remedio" y entonces empezó a chupársela otra vez hasta que volvió a ponérsela dura, lo que no tardó mucho.
Entonces mi madre le dijo: "¿Has follado ya alguna otra vez?" Alberto reconoció con vergüenza que no, que aún era virgen. Mi madre le dijo: "Bueno, no te preocupes, yo te enseñaré. Te enseñaré a gozar con mi coño".
En un abrir y cerrar de ojos mi madre se acabó de quitar la bata quedándose totalmente desnuda sobre la cama, con las piernas abiertas y la concha también abierta de par en par. "Mira –le dijo a Alberto- Mira mi coño. Lo tengo todo mojado. Está deseando que lo folles. ¿Qué? ¿Qué te parece? ¿Quieres follarme?". "¡Sí! ¡Sí, quiero follarte! ¡Quiero metértela toda en el coño!" exclamó Alberto echándose sobre ella y empezando a morderle las tetas. Me asomé un poco más y pude ver como mi madre le cogía la pija por debajo y la conducía hacia su raja caliente. "¡Empuja! –le gritó- ¡Folla, Alberto, folla!".
Se notaba que era su primera vez y que el chaval estaba que ya no podía más. Toda la pujanza de su pija entró violentamente en la raja de mi madre, hasta el fondo, y empezó a entrar y salir de su concha con precipitación. Parecía un toro con su mango entrando y saliendo en su concha. Joder, ¡Cómo achuchaba el condenado! ¿se la debía estar metiendo hasta los huevos!.
"¿Te gusta, cielo? ¿Te gusta mi coño?" le preguntaba mi madre mientras no paraba de gemir. "¡Sí, me gusta! ¡Me gusta! -exclamó el con voz ahogada- ¡Qué gusto me dá!". "¡Sigue empujando! ¡Sigue jodiéndome, Alberto!" decía mi madre.
Como se había corrido hacía poco ahora el chaval aguantó bastante más para alegría y goce de mi madre. Mi madre estaba gozando como una auténtica puta pues no todos los días tenía la oportunidad de chingarse una pija tan joven y dura como la de Alberto. Además el chico se estaba desahogando con ganas pues se trataba de su primera chingada y la culeaba como si le fuera la vida en ello.
Sentí una oleada de celos y también de envidia ¡cabrón con suerte! Allí estaba el muy cabrón, con sólo diecinueve años y chingándose a mi madre a lo grande y ella gozando como si nunca le hubieran metido una buena pija. A pesar de mis celos y envidia debo reconocer que también estaba muy excitado por la escena.
Después de un buen rato de estarla culeando a lo bestia, Alberto lanzó un ronquido ahogado y empezó a correrse y ¡Vaya corrida, tío! Su vergajo parecía una catarata de leche que empezó a desbordar por el coño de mi madre. Parecía como si su pija fuese un manantial. Mi madre lo apretó contra sus muslos, levantó el culo y se corrió dando gemidos de gusto. Entonces él se la sacó de dentro. De su pija aún salían unas gotas blancas por la punta de su capullo, y siguió soltando leche durante unos segundos.
"¿Qué? ¿Te ha gustado, Alberto?" le preguntó mi madre. "¡Ha sido fantástico!" le contestó él. "Pues si quieres, puedes follarme todas las veces que quieras. Aún tienes mucho que aprender y si quieres yo puedo enseñarte todas esas cosas. ¿Quieres?", le dijo mi madre. "¡Sí! ¡Sí quiero!" le dijo él. "Bueno –dijo mi madre- pero tendremos que tener mucho cuidado pues si se descubriera se armaría un gran follón. A mi marido no le haría ninguna gracia y creo que a tus padres tampoco, así que tendremos que tener mucho, pero que mucho cuidado ¿lo entiendes verdad?". Alberto le dijo que sí, que lo entendía y que no se preocupara, que no se lo diría a nadie y que tendría mucho cuidado. "Bien –le dijo a mi madre- Entonces vuélvete a tu casa no sea que tu madre sospeche algo. Y no te preocupes que ya te llamaré.
Corrí a esconderme antes de que Alberto me descubriera. Bajé corriendo las escaleras y volví a meterme en el garaje hasta que oí que Alberto se iba y entonces me hice una paja recordando todo lo que acababa de ver.
¡¡Y eso ocurrió sólo ayer!!
Voy a seguir contando lo de la puta de mi madre con Alberto, el hijo de la vecina. El lío entre los dos marcha que no veas. Ya los he pillado garchando dos veces pues el pobre Alberto está loco con mi madre y desde que se la cogió la primera vez estaba ansioso por volvérsela a meter. Mi madre estaba igualmente ansiosa por probar su pija pero no tuvieron suerte pues aquella semana estuvo todo el mundo en casa y no encontraban ocasión para chingar otra vez. Al fin vi como mi madre cogía a Alberto en un aparte y le decía algo. No alcancé a oír lo que decía pero no me importó pues sabía que si no le perdía ojo a mi madre no me perdería lo que pasara.
Ese mismo día, el jueves, por la tarde vi por el balcón como mi madre salía de casa y Alberto salía de la suya y juntos se iban hacía un descampado que hay cerca de nuestra casa. Yo esperé un rato y les seguí a prudente distancia. Tuve que ser muy cauto pues a menudo se volvían para ver si les seguían. Se adentraron en el descampado y vi como subían por un terraplén y luego desaparecían por el otro lado. Cuando llegué allí me asome y ví que estaban justo debajo mío al otro lado del terraplén. Alberto ya se había bajado los pantalones y mi madre ya estaba chupándole la pija.
Alberto estaba con los ojos semicerrados y no paraba de suspirar de gusto por la chupada que la mamona de mi madre le estaba propinando y no era para menos, pues si hay algo que mi madre sabe hacer de maravilla es chupar pollas. Muchas veces he pensado que si cocinara igual de bien que chupa una pija, otro gallo nos cantaría.
El caso es que mi madre se la estaba comiendo a base de bien y entonces se la sacó de la boca y le dijo a Alberto: "Vamos. No tenemos mucho tiempo... venga, fóllame..." y se puso a cuatro patas sobre el suelo y se subió la falda hasta la cintura. No llevaba bragas así que cuando se subió la falda dejó su culo y su raja al descubierto.
Cuando vio aquello Alberto se puso frenético pero estaba muy nervioso y no paraba de mirar a todos lados por temor a que le descubrieran. "Vamos tonto, no te preocupes -.le animó mi madre- ¿a qué esperas? ¿no querías follarme? Pues vamos, que no tengo todo el día... méteme la polla que estoy cachonda...".
Aquello decidió a Alberto que se colocó detrás de ella y le metió la pija dentro y la empezó a chingar con rapidez. Mi madre empezó a gemir de gusto diciéndole: "Ay, sí... así mi vida, así... sigue, sigue..." y él, que estaba como ido la chingaba cada vez más rápido. Estaban chingando como conejos.
Yo me saqué la pija y comencé a hacerme una paja allí mismo viendo los achuchones que le propinaba Alberto a mi madre. Se notaba que el pobre debía estar muy salido y con necesidad de desahogarse, pues estaba como ido y a la puta de mi madre aquello le encantaba pues decía: "Así, Alberto, así... fuerte, fuerte...".
Al poco Alberto soltó un "¡Aaaaggghhh!" y vi como se corría echando una abundante lechada en el coño de mi madre.
En cuanto vi que habían terminado corrí a ocultarme pues estábamos en un descampado y si salían demasiado pronto me verían. Corrí sin hacer ruido y me metí debajo del terraplén más cercano y desde allí vi como al poco mi madre y Alberto salían de donde habían estado ocultos. Mi madre iba alisándose la falda y sacudiéndose la tierra que le había quedado en las rodillas. Luego vi como s separaban y cada uno se dirigían hacia su casa.
Yo me quedé allí un rato más para acabar de hacerme la paja que no había tenido tiempo de terminar y en cuanto me hube corrido abundantemente a la salud de mi madre regresé a mi casa yo también. Mi madre estaba allí. Aún no se había cambiado y me excitaba un montón el saber que debajo de la falda no llevaba bragas y que seguramente aún tendría la leche de Alberto chorreándole por el coño.
Ahora Alberto se chinga a mi madre con regularidad pues cuando no pueden hacerlo en casa se van al descampado y allí chingan como descosidos sin importarles que alguien pueda descubrirles, pero supongo que eso tal vez les da más morbo y a mi madre la pone más cachonda. Yo los he vuelto a ver más veces y ahora te contaré como Alberto se chingó por primera vez a mi madre por el culo, que es como a ella más le gusta.
Este lunes pasado pudieron citarse en casa pues todos estaban fuera. Yo dije también que me iba pero me quedé escondido dentro del garaje como la otra vez esperando a que Alberto llegara. No tardó mucho y, al poco de oír como se subían para el dormitorio yo les seguí.
Me asomé por el hueco de la escalera y vi que mi madre ya estaba desnuda y que le había bajado los pantalones cortos y los calzoncillos a Alberto y que tenía su pija ya tiesa agarrada entre las manos y que se la masajeaba arriba y abajo haciéndole una paja. Entonces cuando mi madre debió considerar que él ya la tenía lo suficientemente dura le dijo: "Bueno, ¿qué quieres hacer ahora? ¿quieres que te haga una buena mamada o prefieres empezar a follar?".
Alberto parecía como dudoso y avergonzado. "Bueno, –dijo tímidamente- estaba pensando en que quizá... si tú no estás en contra... podríamos..." y se atrancó poniéndose colorado como un tomate.
"¿Qué? –le apremió mi madre- vamos dilo, no te preocupes que no me escandalizaré. Aunque no te lo creas he hecho de casi todo... vamos, ¿de qué se trata? ¿lluvia dorada, spanking, un poco de sado? Vamos, dilo, querido, ya lo he hecho casi todo...".
El pareció muy sorprendido por sus palabras, como si no pudiese creer lo puta que era mi madre. Claro que él no sabía como yo que como mi madre había trabajado de puta había pocas cosas que no hubiese probado ya.
El caso es que aquellas palabras le animaron y mientras sacudía la cabeza negando dijo: "No, no, nada de eso. –tragó saliva- Me estaba preguntando si... bueno, si podríamos practicar el sexo anal... lo vi en una revista y...".
Mi madre se echó a reír. "¿Eso era todo? –le dijo- ¿quieres darme por culo?". El asintió. "¡Pues claro que puedes darme por el culo, cariño! –le dijo mi madre- Ya lo he probado antes ¿sabes? Muchas veces. Y me encanta que me den por el culo ¡ siempre me gusta recibir una buena enculada!". Entonces mi madre se puso a cuatro patas sobre la cama con el culo mirando hacia él y le dijo: "¡Vamos cariño! ¡Métemela en el culo!".
Alberto se agitó nervioso. Tenía la polla totalmente dura y erecta. "Pero... ¿no te haré daño?" preguntó. "Tú no te preocupes y métemela" le animó mi madre. "No estoy seguro de saber lo que tengo que hacer..." dijo Alberto mientras se acercaba al trasero de mi madre con su pija en ristre.
Mi madre se giró y alargó la mano hacia atrás agarrándole la pija y colocándosela en la entrada de su culo. "Es muy fácil, ya lo verás –le dijo- Tú sólo fóllame el culo como me follas el coño. ¡Simplemente mete tu polla y empuja!".
Alberto le hizo caso y empujó con su polla metiéndosela toda dentro del culo de un solo golpe. Mi madre soltó un gemido de gusto. Alberto se agarró de las caderas de mi madre y juntó sus caderas contra las nalgas de mi madre metiéndole su pija hasta el fondo del culo. Mi madre gemía, respirando por la nariz y frunciendo los labios mientras soportaba la presión de la pija en su culo.
"¡Ya está!, –dijo él como sorprendido- ¡tengo mi polla en tu culo!". "¿Te gusta?" le preguntó mi madre. "¡Sí!", contestó él. "Bueno, pues ahora fóllamelo ¡dame por culo Alberto! ¡dame con fuerza!".
Él empezó a bombearla por el culo frenéticamente, embistiendo una y otra vez contra el culo de mi madre. Sus bombeos eran rápidos y fuertes y mi madre se estremecía y gritaba de gusto. Su pija se deslizaba dentro y fuera del culo de mi madre como un pistón a plena potencia y ella la gozaba, ya lo creo que la gozaba. "¡Cómo disfruta la muy puta! –pensé- ¡Cómo le gusta que la enculen!" y a mí también me encanta ver como se la meten a mi madre por el culo.
Alberto siguió metiéndole su dura polla, moviéndola más y más rápido dentro y fuera del ano de mi madre. Era una de esas locas y rápidas sesiones de "jódeme –el-culo" a las que mi madre era tan aficionada y que yo tantas veces había presenciado con numerosos hombres, y siempre disfrutaba como una loca.
Después de unos minutos de estarla bombeando así, Alberto empezó a gritar mientras se corría y mi madre gritó también. Seguro que se estaban corriendo al mismo tiempo. Alberto empezó a correrse dentro del culo de mi madre, pero luego, como si no aguantara más se salió de su culo y empezó a lanzar descarga tras descarga de leche sobre la espalda de mi madre. Salía despedida con tanta fuerza que algunos chorros le llegaron hasta el pelo y puso la colcha de la cama toda perdida. Lo sé porque mi madre tuvo luego que echarla a lavar.
Por fin Alberto se quedó como exhausto mientras su leche goteaba por el culo y la espalda de mi madre. "¿Qué? –le preguntó ella- ¿te ha gustado? ¿has quedado satisfecho?". Alberto le dijo que sí y le dio las gracias por haberle dejado chingarle el culo. Mi madre le preguntó si querría repetirlo alguna otra ve y Alberto le contesto que por supuesto. Entonces mi madre le dijo que podía follarla el culo todas las veces que quisiera y que cuantas más veces mejor pues a ella era como más le gustaba, por el culo.
Después de eso descansaron un rato y después volvieron a chingar una vez más pero esta vez de forma normal, por la concha y después de eso Alberto se vistió y se volvió para su casa.
Yo volví a meterme en el garaje, me hice un par de pajas y después salí de casa silenciosamente mientras mi madre se estaba duchando.
La puta de mi madre se la pasa garchando sin parar casi todos los días con mi vecinno Alberto. La mayoría de las veces se van al descampado de al lado de casa y allí se desahogan cogiendo como conejos. Yo estoy disfrutando como un loco con todo esto. A pesar de que ya se lo puta que es mi madre nunca deja de sorprenderme.
Yo me paso los días en una excitación constante y esperando que Alberto se la vuelva a coger y no suelo tener que esperar mucho para verlo.
Además, desde que mi madre le enseñó las delicias del sexo anal ahora él se la coge por el culo siempre que puede y a mi madre eso le encanta y a mi también. Me gusta ver como se enculan a mi madre y me encanta oír como gime de gusto la muy puta mientras se la meten por detrás, y el hecho de que se lo hagan al aire libre le da un morbo especial.
El otro día, por ejemplo. Habían salido a chingar al descampado, en su sitio habitual, debajo de aquel terraplén del que te hablé. Mi madre se había abierto la blusa y se había sacado las tetas para que Alberto se las toqueteara y se las chupara a placer.
A Alberto le volvían loco las tetas de mi madre, era algo que ya había podido comprobar otras veces. Se abalanzó sobre ellas como desesperado y empezó a estrujárselas y amasárselas con frenesí. Luego se las cogía con las manos y se las metía todo lo posible dentro de la boca metiéndole unos monumentales chupones. Primero en una teta y luego en la otra. Mi madre se reía y gozaba la chupada de tetas que le propinaba Alberto y pude ver que cuando Alberto se sacó las tetas de la boca mi madre tenía los pezones totalmente rígidos y duros, apuntándole hacia fuera como si quisieran salírsele. Al ver como gozaba mi madre con aquello no pude por menos que reírme ya que la muy puta no deja ni siquiera que mi padre se las toque, pues cuando lo intenta le dice que tiene los pechos y los pezones muy sensibles y que cuando se las tocan le hacen daño ¡y el cornudo de mi padre se lo cree! ¡Si supiera la de hombres que le han comido las tetas a su mujercita! ¡Ja, ja!
Aquella comida de tetas puso muy caliente a Alberto de manera que cuando mi madre le sacó la pija fuera y empezó a hacerle una mamada, Alberto estaba ya muy excitado. De hecho, ya tenía la pija totalmente dura cuando mi madre se la sacó del pantalón y empezó a propinarle unas monumentales chupadas pero, al poco, Alberto tuvo que decirle a mi madre que parara de chupársela pues si no lo hacía se iba a correr muy pronto, en su boca y él no quería echársela ahí, le dijo que estaba reservando su leche para echársela en el culo, donde a ella le gusta.
Cuando le oyó decir eso, a mi madre le brilló la mirada ante la posibilidad de recibir una buena follada anal y paró de mamársela en el acto. "Eres un pillo, Alberto. –le dijo- Pero nada, nada... si eso es lo que quieres..." y se puso a cuatro patas sobre el suelo con el culo mirando hacia él ¡La muy zorra!¡Cómo si a ella no le gustase!
Alberto se colocó detrás de ella y le metió su pija dentro del culo de un golpe y entonces empezó a chingarle el culo fuerte, sin contemplaciones, pues después de varias folladas ya sabía que así es como a ella le gusta.
El caso es que él ya llevaba un rato chingándole el culo como un loco cuando al poco se oyó un ruido cerca. Yo me sobresalté y levanté un poco la cabeza para ver quien era. Se trataba de un hombre que había sacado a pasear al perro por el descampado. Estaba bastante lejos, pero le había quitado la correa al perro para que corriera libremente y se entretenía lanzándole palos y piedras a lo lejos para que el perro fuera corriendo a recogerlas. El ruido que habíamos oído era el del palo, que había caído cerca de donde estaba mi madre con Alberto y el ruido que había hecho el perro al ir corriendo a recogerlo.
Ellos a pesar de estar absortos en la chingada también habían oído el ruido pero, a diferencia de mí, no sabían lo que era. Mi madre fue la que más se sobresaltó y quiso incorporarse pero Alberto no la dejó y la mantuvo sujeta al suelo colocándole un brazo sobre su espalda mientras seguía chingándola por el culo sin parar.
"¿Pero qué haces? –le dijo mi madre nerviosa- ¿es que no has oído? ¡Para! ¡Qué viene gente!". Pero Alberto no la hizo caso y siguió chingándola. "¡No me jodas! –le espetó- ¡Ahora no puedo parar! ¡Estoy casi a punto!".
"¿Estás loco? –le dijo mi madre- ¡Nos van a descubrir!". "¡Me importa un huevo! –volvió a decirle él muy sofocado mientras seguía manteniéndola sujeta- Te repito... que estoy casi a punto... eres una calientapollas... no puedes dejarme con la polla así... tengo que correrme en tu culo...".
Mi madre trató de volver a incorporarse pero él se echó con todo su peso sobre su espalda manteniéndola sujeta y siguió bombeándole el culo sin parar. "¡Quédate quieta! –le dijo- Cuanto más colabores, antes acabaremos".
Debo reconocer que la situación era muy excitante. El hombre aún estaba lo bastante lejos pero ellos no lo sabían, pues los ruidos que oían eran los del perro corriendo de aquí para allá. De todos modos, cada vez que arrojaba el palo, el hombre avanzaba varios metros y si mi madre y Alberto no se daban prisa en terminar su polvo entonces sí que acabaría descubriéndolos.
Mi madre dejó de resistirse y aceptó que Alberto siguiera bombeándola el culo a placer a pesar de los ruidos. Además empezó a mover el culo adelante y atrás colaborando ella también en la follada para que Alberto se corriera más deprisa. "¡Vamos, vamos! –le apremiaba- Date prisa cabrón, métemela más deprisa, venga. Dame tu leche Alberto, vamos, córrete en mi culo".
Afortunadamente, Alberto tenía razón, su pija estaba a punto. "Ya voy, puta, ya voy. Cómo me pones...–decía Alberto cada vez más sofocado- ¡Me viene! ¡Me viene! ¡Toma! ¡Toma yaaaaaghh!". El pobre Alberto soltó su carga de leche dentro del culo de mi madre tal como él quería.
Terminaron justo a tiempo, pues el hombre y su perro estaban sólo a unos metros. De todos modos aún les sobró algo de tiempo. Por un momento me hubiese gustado ver qué hubiese pasado si los hubiesen descubierto. Me hubiese gustado ver la cara de aquel hombre al descubrir a mi madre en bolas y siendo cogida por el culo en medio del descampado. Mi madre se incorporó y se bajó la falda rápidamente y se abrochó la blusa tapándose las tetas y Alberto se guardó la pija y se subió los pantalones. Después salieron del terraplén, ella primero y él un rato después, tratando de aparentar indiferencia. El hombre los miró un momento pero no pareció sospechar lo que habían estado haciendo.
Yo permanecí escondido unos minutos más, los suficientes para acabar de hacerme la paja que había empezado cuando miraba a mi madre y Alberto. El hombre ya había pasado de largo y no me había visto así que no había problema. Fue una paja muy rica y, al igual que Alberto, yo también solté una buena descarga de leche a la salud de mi madre.
Fue una situación de lo más excitante y morbosa y también se lo debió parecer a ella pues ¿Crees que a pesar de lo ocurrido han dejado de joder en el mismo sitio? ¡Qué va! La muy puta sigue acudiendo allí como perra en celo a recibir su buena ración de chingada por delante o por detrás.
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