10 AÑOS DESPUÉS
Un saludo a todos los lectores que sigan a este portal, lo que a continuación relataré es un hecho muy placentero, que me relaciona a mí, en especial a mi madre y las circunstancias en que pasó
Me llamo Luis y tengo 27 años y mi madre de nombre Laura tiene 47 años. Mamá es una mujer que, a su edad, conserva muy bien su físico, también su 1.65 complementa a su presencia personal y, sobre todo, su rostro que parece de una treintañera.
La historia de ella se remonta cuando tenía 19 años, edad en la que conoció al imbécil de mi padre, quien, a pesar de ser 11 años mayor, se comportaba peor que un adolescente recién enamorado. Desde que tengo uso de razón, siempre observaba como él a ella, le bajaba la moral, le prohibía salir con sus amigas, de su trabajo le ponía un horario de retorno y si se demoraba, era haciendo sus escenas de celos, que seguro tenía un amante, que no le importaba su familia y un montón de cargo montón, que terminaban por estresarla y llenarla de pena e impotencia, por el actuar de mi padre. Lo paradójico es que mi adorado papá siempre hacía lo que quería y no podía su esposa reclamarle algo, porque para eso, él era el hombre de la casa y su palabra debía ser ley.
También recuerdo y hasta ahora lo admito, que desde que era un adolescente, mamá siempre ha sido mi atrayente sexual que más cercano tenía a la casa. Ella como repito era toda una adoratriz de belleza, que supongo que el mismo Olimpo, representado por sus deidades femeninas, decidieron regalar un poco de sus dotes, en esa hembra de naturaleza mortal. Tez trigueña clara, unos ojos negros intensos, un cabello lacio perfecto, unos pechos pomposos, unas piernas bien trabajadas, una cintura que no podía envidiar una top model internacional y en especial, ese culito bien redondo, como un melón, dispuesto a ser saboreado en todas sus dimensiones. Muchas veces mis amigos, me decían que se habían hecho múltiples pajas, pensando en la figura de mi madre y algo mejor, se imaginaban llevarla a la cama y disfrutar de semejante MILF. Y yo siendo su hijo y mi naturaleza de hombre, no podía estar ajeno a esos pensamientos de los demás, cuando de una hembra se trataba.
Bueno como sigo contando, la vida de mi madre era un verdadero infierno al lado del imbécil de mi padre, mamá no sé cuánto tiempo podía seguir soportando, hasta que llegó el momento en el que las cosas se saldrían de control, observé un cambio inesperado en la conducta de ella, pues comenzó a tardar más de lo debido en su trabajo, hacía acciones algo discretas y de preferencia todo a escondidas de su marido. Aunque debo contarles que mamá, nunca dejó de atenderme y darme el cariño que me correspondía (soy hijo único de ellos) fue en una de esas ocasiones de sus tantas peleas conyugales, que mamá quiso dormir a mi lado, pensé que lo hacía por buscar un abrigo o la mano de un amigo, pero justo cuando estábamos por descansar, su móvil comenzó a vibrar y se levantó como un rayo, para irse al baño y conversar despacio. Yo como estaba somnoliento, no alcancé a escuchar, ni acercarme a espiarla, solo recuerdo que ella volvió muy contenta a la cama y dormimos cada uno a la esquina.
Al día siguiente, no tuve clases en mi escuela, debido a un mantenimiento de último momento, por lo que al volver a casa (estudiaba turno tarde), decidí ir a esperar a mi mamá a su trabajo y de paso invitarle a comer un helado, como así haciendo que un poco se relaje del ambiente de la casa, pero al llegar al lugar, de hecho justo 5 minutos antes de que saliera, observé que mamá ya estaba en la esquina del centro laboral, iba a acercármele, pero el semáforo estaba en verde y los autos van y vienen, en eso descubrí que un tipo más alto que ella, se le acercó, la saludó de una manera muy cariñosa y segundos después, comenzaron a caminar.
Yo quise ese momento gritar, correr y decir mamá que significa esto, pero me llevé la mano a la boca, para no hacerme notar que estaba presente. Los seguí aproximadamente unas cinco cuadras, cuando entraron a un local de KFC, me puse a la esquina de frente y para mi suerte, se sentaron en una mesa cerca a la ventana y que podía permitir ver lo que pasaba.
Habrían pasado como treinta minutos y la desesperación me mataba ¿Acaso mi vieja le estaba haciendo cachudo al idiota de mi padre? Y si esto era cierto ¿Lo que hacía ella, era perdonable o no? Seguía en esos pensamientos, mientras observaba como ellos comían, conversaban, hacían gestos de reírse, etc. Decidí acercarme un poco más, cuando en eso observó que el tipo ese, comenzó a besarla en los labios y ella le correspondía al beso. No soporté más y entré lleno de rabia, pero lo disimulé y pedí un helado de chocolate, después de mi pedido, pasé por el lado de los dos, cuando vi que ella al darse cuenta de mi presencia, puso una cara de que hubiese visto a un fantasma, y atinó a separarse de su acompañante.
Yo salí del local y me alejé lo más rápido que pude.
Llegué a mi casa como cerca de las diez de la noche, al ingresar, mamá estaba atendiendo a mi padre, cuando en ello, al darse cuenta de mi llegada, nuevamente se puso nerviosa. Mi padre me preguntó dónde estaba y le respondí que andaba por allí, me sirvieron la cena, pero respondí que ya había cenado y me encerré en mi cuarto. Cerca de la media noche, mamá tocó la puerta de mi cuarto, le pregunté qué quería, respondiéndome así:
_ Luis hijo, por favor quiero aclararte sobre lo que viste hoy …
_ Tranquila mamá, yo no vi absolutamente nada.
_ Claro que viste muchas cosas, no quieras hacerte de la vista gorda.
_ Escucha Laura, lo que hagas o dejes de hacer con tu vida, no me interesa. Además, creo que tú misma, debes decirle a mi padre lo que está pasando, si es que de verdad te interesa aún.
Mamá en ese momento comenzó a llorar, no sé si por la vergüenza de haberse visto descubierta, o porque ahora como se atrevería a seguir su rutina de siempre. Algunos días después el silencio seguía entre nosotros, yo no le decía nada y mi padre, de algo se enteraría que una noche los dos se dieron la bronca de su vida, que terminó con mi madre alistando sus maletas e irse de la casa. Mi padre lleno de cólera, se me acercó a decirme si es que yo sabía lo de sus encuentros a escondidas, pero no le respondí y al día siguiente me fui a vivir a casa de mi abuela, la verdad no quería saber nada de esos dos.
Tres meses después que mi mamá se separó de mi padre, me enteré que se fue a vivir con el tipo ese que la encontré. Pese a sus ruegos pidiéndome, de que me fuera a vivir a su lado, que su nueva pareja me aceptaba vivir con ellos, sin meterse en mi vida, no acepté y me alejé completamente de ella por los siguientes 10 años.
Durante esa década yo que les puedo decir lo que con mi vida. Conviví con mi abuela, hasta los 18, luego me dediqué a trabajar, ganaba mi dinero honradamente, me puse a estudiar una carrera técnica, me gradué, compré mis cosas personales, y en especial, disfrutaba de mi soltería.
Todos estos años por supuesto, sin la presencia de mis progenitores.
Hasta que una mañana, mientras regresaba a mi casa luego de un día de trabajo, una llamada de un número desconocido, entró. Contesté y supe por la voz que era mi madre, le respondí a la llamada y me pidió verme urgente, que necesitaba de mí, ahora más que nunca. Tras darme la dirección, fui a verla.
Una vez que llegué a su casa, ella salió a recibirme con el rostro muy decaído y vestida completamente de negro. Cara a cara, me abrazó como si hubiese vuelto vivo, después de una guerra y comenzó a preguntarme como estaba, que había sido de mí estos años sin responder a sus llamadas o mensajes, etc. Di unas respuestas muy serias y bastante esquivas, a pesar de todo, me sentía muy incómodo al verla y creo que, como toda madre, se dio cuenta de mi fastidio.
Pasado los saludos, ella me contó que el tipo con el que estaba viviendo, con el correr de los meses, se había convertido en su nuevo esposo, pero que hacía dos semanas que falleció víctima de una penosa enfermedad. Yo cuando escuché esa tragedia, le di el pésame correspondiente.
Ya era como las diez de la noche y le dije que me retiraba, pero me suplicó que me quedase a dormir con ella, que se sentía muy sola en esa casa y en especial, quería tenerme a su lado, recuperar esos 10 años que nos separamos, producto de la mala convivencia con mi padre y su aventura silenciosa, que tuvo con su difunto marido. Yo acepté quedarme por esa noche.
A la mañana siguiente al despertar, encontré a ella que había preparado el desayuno y para colmo, era uno de mis favoritos: Café con leche Gloria, dos panes franceses y tamal con su zarza de cebolla. Agradecí por tan esplendido manjar y mientras desayunábamos, le pregunté si durante esos años, porque no tuvo otros hijos y ella me confesó que su difunto Arturo, no podía engendrar y por eso, me recordó aquella vez que me pidió que fuese a vivir con ellos, era porqué quería demostrarme que podía ser un buen padre sustituto. Por un momento, maldije aquel día que me comporté de una forma egoísta, pero que ahora eso no venía al caso.
Terminado el desayuno, me fui a trabajar, pero ella me suplicó que regresase por la tarde y porque no, mudarme con ella. Yo como que me hice de rogar, pero miré profundamente a mi madre y a través de sus ojos lagrimosos, me estaba pidiendo a gritos, regresa a mi lado. El gesto de culpa me invadió y le respondí que aceptaba volver a vivir con ella. Me dio un abrazo y me fui a trabajar.
Así pasaron los días, poco a poco estuve trayendo mis cosas personales, mamá me alistó una habitación en el segundo piso, la cual me gustó mucho. Laura me comentó que su difunto marido, siempre la conservó, por si algún día yo tomaba la decisión de regresar con ella y ahora sabía donde poder tener mi intimidad. Abracé a mi mamá y le pedí perdón por mi ausencia egoísta, durante ese tiempo. Ella me dijo que no había disculpas, más bien ella me pidió perdón por no haber sido sincera desde un principio, pero come le dije el pasado ya está y no se puede remediar, solo mirar el futuro.
Como dije, era una casa muy grande, para que ella viviese sola, tras conocer mejor los ambientes del domicilio, comencé a trazarme algunas nuevas normas de conducta, pero otras se quedaban. Recuerdo que esa mañana, luego de volver del trabajo, me ofreció de tomar una gaseosa, pero le dije que mejor iría por unas cervezas cosa que hice, luego le ofrecí una, pero, dijo que no que hacía ya tiempo que no bebía porque, su difunto esposo era cristiano y para ellos, estaba prohibido embriagarse. Cuando terminó de hablar, le dije
_ ¡Ay mama si cuando estabas con mi padre bien que te gustaba! - y dijo
_ Pues si hijo, pero ahorita estoy mejor así sin tomar.
Primero comencé a tomar yo solo, pero al ver que no me quitaba la mirada, luego, insistí que quería que me acompañase, aunque sea un trago, hasta que terminó por aceptar, pero parece que la abstinencia le pego duro, pues se la acabó rápido, le destapé otra y ella se quiso negar, pero yo volví a insistir y ella volvió a aceptar, así estuvimos hasta que terminamos el six pack y nos sentamos a ver una película. Al terminar el filme, nos pusimos a conversar un poco.
Eran ya como las 9 de la noche y seguíamos platicando hasta que le pregunte:
_ Oye mamá, sé que no viene al caso, pero ¿Por qué decidiste serle infiel a mi padre?
Y respondió
_ Ay hijo pues porque ya él ya no era atento conmigo, todo era pleitos, gritos y pues dejé de quererlo.
_ Y ese señor que murió ¿cómo lo conociste?
_ A él lo conocí por medio de una amiga y ya pues, empezamos a conocernos, salíamos a solas en unas ocasiones, pero en especial, siempre me trató muy bien y por ese motivo decidí tener un romance, hasta que tú bueno te enteraste, luego el resto lo sabes.
Cuando mamá me contó esa parte de su vida, vi que su rostro dibujaba una tristeza profunda, pero había una duda que me consumía y entonces era el momento de que la aclarase ella, después de todo, mejor en dolor en una sola herida, a que se haga con muchas por separada.
_ Mamá, tú me dijiste que ese señor era estéril ¿por qué seguías con él?
_ Hijo, hay muchas cosas que tú no sabes, pero con el tiempo las entenderás. Además, cuando conocí a Arturo, él siempre me contó lo de su problema de fertilidad y eso no fue impedimento, para que sea un hombre maravilloso conmigo, atento, detallista y en especial, era un buen compañero en lo íntimo, no había ninguna noche que no disfrutáramos los dos a solas. Era todo un experto, en especial, siempre terminaba satisfecha sexualmente ¿Ay mi amor, si supieras cuanto lo extraño?
Cuando mamá me contó lo vivido con su difunto marido, paro ye emitió un ligero ¡HIP!, creo que el alcohol hizo efecto secundario en ella, para que me contase esas cosas calientes y ya algo excitado, le dije que acaso era tan potente sexualmente, para haberla dejado satisfecha, ella ya ebria respondió:
_ claro hijo era un experto para hacerlo pues siempre los dos llegábamos al orgasmo juntos.
En eso viéndome, la cara de sorpresa y excitación, se disculpó diciendo que no quería decir eso, a la cual le respondí que no se preocupe, que estábamos en confianza.
La plática continuaba, de pronto le pregunté, bajo que posé le gustaba ser más penetrada, ella sonrojándose, respondió diciendo que ya estábamos saliéndonos de control, a la cual le respondí que no estaba obligada en decírmelo, al final me comentó que su pose favorita era la del misionero, y que mientras era penetrada, disfrutaba que la besaran en la boca muy profundamente.
Tanto volaba mi imaginación, pensando en las maravillosas veces en que Laura era poseída por su extinto amante, tanta fue la calentura que mi pene, empezó a hincharse, por encima del pantalón, situación que vio ella y dijo
_ ¿oye que haces?
y respondí
_ Perdón mama es que esta platica me puso así
Mi pene estaba tan parado, que me metí urgente al baño y me empecé a masturbar pensando en cómo se vería mi madre abierta de piernas totalmente, cuando se abrió la puerta del baño y apenas me dio tiempo de taparme la pinga con mis manos, mamá no sabía qué hacer, cuando en eso le digo que desde que empecé a vivir con ella, había dejado mi vida de soltero y al igual que ella, llevaba un mes de abstinencia, pero que debía respetar el lugar donde estaba viviendo
Mi madre, algo cabizbaja, se fue a la cocina. La seguí, hasta que vi que tomó una botella de vino y una copa, y se servía. El mareo hizo que hiciera algo de ruido.
– ¿mamá?, digo
– …hola…precioso, me responde con una voz suave.
– ¿qué pasa? Tienes los ojos rojos.
– no nada, contesta sobándose un poco los ojos.
– ¿por qué lloras?, ¿extrañas a mi padre, aun?
– ni digas eso, tontito.
– ¿entonces?
La miro a los ojos. Mirar su rostro fue como viajar en un paraíso. La ebriedad le hacía ver a su hijo como un hombre queriendo seducirla. Ella siempre me había gustado. Párrafos antes, describí que era una verdadera MILF, y maldije al imbécil de mi padre por no haberla valorado y al otro muertito, agradecerle por los años que le hizo muy feliz a ella. Me recargue sobre la barra para evitar marcharse. Mis ojos bailaban por toda la cocina. Las sillas parecían bailar, todo se movía a nuestro alrededor.
– ¡Hey! ¡Mamá! ¡Te caerás!, le advertía
Mis manos empezaron a cubrir su cuerpo.
– Me siento un poco mareada
– Sí, se te nota.
Estaba parado frente a ella, invadiendo su espacio personal.
– estas toda despeinada, mama, pero aun así sigues estando hermosa, le decía peinándole con mi mano.
– ¡gracias, hijito! No sabes cuánto te extrañe estos 10 años sin verte.
– Sé que no tengo para justificar el abandono que te hice, quiero que entiendas que los celos de hijo, siempre me invadieron, pero ahora ya no estás sola, me tienes a mí.
Ella me abraza fuertemente. Correspondo al abrazo, siento que tocar un cuerpo femenino como el de mi madre era como saborear la ambrosía. Su buena alimentación y, sobre todo, el estar con un tipo que la respetaba, dieron sus frutos. Su pecho me hacía sentir muy protegido y querido –ese cariño que no tuve por mi alejamiento, y que justo mamá me lo daba, ahora en su momento de pesar.
– ¿qué pasa, mamá?, le pregunté.
– …Yo la verdad…
Se acercó a mi rostro y bajó a mi cuello cubriéndolo con sus ricos labios.
Levanté la cara al techo y cerré los ojos para sentir su boca.
– …Luis…
– ¿qué mamá?
– ¿no sé qué estoy haciendo?
– que es lo que parece…, le respondo con tono sexy y seductor.
Mis manos se mezclaban en su pelo. Abrazaba su cabeza. Disfrutaba de sus besos. Lamía su cuello muy rico.
– ¡hueles muy rico, mamá!
Mis manos no se despegaban de su cintura. Le agarró fuerte y la subo a la barra quedando sentada. Separé sus piernas y me pegó a ella. Nuestras caras estaban a cinco centímetros de distancia. La miraba muy sexy. Comenzamos otra vez a besarnos
Nuestros labios se combinaban. Nuestra saliva se mezclaba entre nuestras bocas. Pongo mis manos en su culo y me acercó a ella.
– que rico culo tienes, mamá.
Ríe al escuchar y contesta:
– tócalo, es tuyo, mi vida.
– si mamita, solo se la agarro y se me paró la pinga. Estaba bien al palo.
Decirle eso la excitó más de lo que ya estaba. Sentí como estaba de mojada su vagina. Estaba húmeda. Sentía como se les escurría por la ropa interior que llevaba.
Desabroché el botón y le bajé el cierre mostrándome su calzoncito blanco.
– ven, levántate un poco, le digo
Levantó el culo apoyando las manos en la barra. Jalé su falda, de forma que se lo quité por competo.
Mis ojos viajaban por sus piernas y se centraban en su calzón blanco. Le abrí las piernas.
– Dios! Estás muy rica, mamá, le decía mientras ella me tocaba la pinga dura
Se acercó dándome un suave beso. Me quitó el polo. Su brasier estaba a la vista. Se los jalé con fuerza, liberando sus ricos pechos. Sus puntas estaban paraditas. Acercó mi boca y me trago una de sus puntas. La jalé suavemente. Se la estaba ordeñando suavemente. Sentía como si estuviera amamantando.
– sigue, corazón, chúpame.
Soltó su teta y la lengüeteo.
– ¡Dios, mamita! ¡Ojalá y te pudiera salir un poco de leche!
Cubrí con mi mano, su seno derecho y se lo apretó, como si quisiera exprimirle.
Sentí riquísimo mi mano, mis dedos, entrar en su rica vagina. Le acariciaba lentamente haciendo crecer su excitación. Bajé la mano hasta la entrada de si culo y con mi dedo, fui penetrando el calzón, en su ano.
– Ahhhhhhh No hagas eso.
– ¿porque mamita? Relájate
Respiraba lentamente. Sentía el calzón dentro de su culo húmedo.
– sácalo, manchare mi calzón, mi amor.
– no creo que seas tan sucia, mamá.
Retiré mi dedo. Dobló su prendita y le froté el ano, con ese mismo dedo.
– Aaahhh!!! ¿Porque te gusta hacer eso?, me pregunta.
– porqué estás bien rica, mamita. Tienes un culo muy antojable.
– siento muy húmedo el culo.
– que rico mamita. Me gustaría lamértelo.
Aunque eran muy perversas las cosas que le decía, le gustaba que las siguiera diciendo y que deseaba que las hiciera.
Sin decirle nada, metí lentamente mi dedo en su cueva de leones.
– ¡¡Aaahhh, Dios!!
Sintió mi largo dedo bien hasta adentro, era algo que no imaginaba que fuera a hacerle su propio vástago.
– ¿que sientes, mamá? ¿te gusta?
– …siento raro, pero me agrada.
Movía circularmente mi dedo dentro de ella. Le abrí por completo mis piernas para que estuviera más cómoda.
Comencé nuevamente a lamer sus tetitas, esta vez el lado izquierdo.
– ¡¡sí, que rico!!, dice mi adorada madre a cada lengüetazo que le brindo.
– ¡¡que rico es todo lo que te hago! Tu hoyo está muy profundo, mami.
Nunca imaginé que mi madre, con solo unas cuantas copas, cayera ante mis deseos. Ahora llegaba el momento, que desde adolescente soñé y que me guardaba, ante los deseos reprimidos de mis amigos.
– ven mamá, te la voy a meter.
La baje a cierta postura, de forma que me diera la espalda.
Agarro su trasero y lo aprieto. Le doy una rica nalgada. Escupo uno de mis dedos y nuevamente en aquel culo delicioso
– ¡¡Aaahhhhhhhhhhhhhhhh!! ¡¡Qué rico!!!
– Bien que te gusta, mamá, por eso estabas feliz con ese tal Arturo.
Le penetraba rápido el culo con mi dedo. Su hoyo estaba muy lubricado, tanto de su propia agua, como de mis salivas. Se sentía rico. Se agachó. Ella misma abrió las nalgas y le lamí ese culo, tan jugosito.
– ¡¡¡Aaahhh!!! Que rico. Comete mi culo, precioso, mi amor.
Resbalo mi lengua en toda su zona. Lamo ahora su vagina bien mojadita.
– ¡Lista para que te penetre bien rico!
– ¡penétrame hijito, en serio te necesito!
Me quito desesperadamente el pantalón, junto a mi ropa interior. Mi salamandrapa ya estaba al palo buscando chucha. La tenia dura, caliente. Comencé a frotársela en toda esa conchita. Estaba muy excitado. Mamá no aguanto más y tomándola con una mano, la acercó a la entrada de su rica vagina. De un tirón, metí todo mi mástil en la zona donde me vio la luz.
– ¡¡ Que rico me la metiste!!
– ¡¡¡que sabroso, mamita!!! ¡¡¡Te entró toda!!!
– ¡¡¡si, bebé!!! ¡¡¡La tengo bien adentro!!
Le comencé a bombear más fuerte esa rica vagina. La cara de placer de mi madre era indescriptible
– ¡¡siiiiiiii!!! ¡¡¡Así!!! ¡¡¡hazle el amor a tu mamá!!!
La apoyé más en la barra de la cocina y le abrí un poco más las piernas. Sus jugos se regaban por doquier.
– Ahora mamá, vas a recuperar el tiempo que no me tuviste a tu lado.
_ ¡¡¡ sí hijito, ya es la hora!!!
Escucharla decir eso me agradó mucho. Hice lo que me pidió. Dios, pensé que no sólo a mí me gustaba disfrutar de un buen polvo, a ella también. Le apreté la cintura y la penetré hasta el fondo.
– ¡¡¡Aaahhh!!! ¡¡¡Siii!!!, jadeábamos ambos. El sexo y el alcohol combinaban muy bien.
Seguía en la misma postura, penetrando con más fuerza, ese rico sexo húmedo de mi mamá, mientras que sus gemidos hacían eco en toda la cocina. De verdad sabía que ella era una autentica MILF, buscando un macho que la montara, seguía envistiendo más fuerte, ya éramos como media hora en esa posición y sentí como dos corridas intensas en mi pene.
– ¿así te gusta?, pregunté con una voz cansada.
– sí, me encantas.
Con mis dedos, otra vez pasé a su vagina para empezar a frotar su clítoris. La lubricación se sentía tan rica en su conchita. Su vestido ya no era un estorbo para mí.
Sin duda hacerle el amor a mi madre era un sueño reprimido por una década. En el fondo comprendí la suerte que tuvo su difunto Arturo de disfrutarla todas las noches. El imbécil de mi padre, sin duda que se joda por no haber conservado semejante mujerón.
– Dime mamá ¿Arturo te hacía el amor, como ahora te lo hago yo? le decía.
– Cállate hijo y solo sigue haciéndome tuya.
Puse mis dos manos a la altura de su ombligo de modo que quedamos muy pegados. Luego subí lentamente a sus pechos y tomé ambas puntas, pellizcándoles suavemente. El bombeo era tan intenso, cuando sentí que estaba a punto de eyacular. Laura se dio cuenta y me empezó a apretar más la pinga, adivine su intención.
– dios, mamá, creo que me vendré
– si mi amor, vente dentro de tu mamá. ¡¡¡Vamos!!!
– ¿eso quieres, mamá?
– ¡¡¡sí, eso quiero, ahora!!! …
Empecé a cogerla con más rapidez, mis ganas de eyacular dentro de ella, se hacía más intensa, mis pulsaciones se contraían.
– ¡¡¡ Me vengo!! ¡¡¡Dios!!! Siii!! Siii!!
– aún no, mi amor. Espérame, dijo frotándose con rapidez el clítoris. Quería que ambos nos corriéramos.
– ¡¡¡sigue!! Sigue!!, mastúrbate mamá
– ¡¡Siii!!! ¡¡¡Aaahhh!!!! ¡¡¡Que rico!!!, sentía ella de maravilla. Sus piernas comenzaron a temblar, sus ojos vagaban por todas partes, los míos se cerraban de lo rico que me estaba corriendo.
– ¡¡¡Que rico!!! ¡¡¡ Siii!! ¡¡¡Ya!!! ¡¡¡Ya casi!! ¡¡¡Aaahhh!!!,Dijo al venirse por completo dentro de mí. – se siente caliente, mi vida. Me llenas muy rico, decía mientras se recargaba más sobre la barra.
Estaba exhausto. Cacharla me había cansado. Pero escucharla decir que mi semen le invadió todo el cuerpo por dentro, y en especial, decirme que estaba satisfecha, eran música para mis oídos
– debemos dormir, hijo, replicó mientras me daba un beso por mi mejilla.
– …ajá… Si, vamos.
– Mañana tomaremos una decisión, sobre lo que hoy pasó aquí.
Cogí mi ropa y subí a mi cuarto. Una vez en la cama, me entregué a los brazos de Morfeo, sabiendo que cuando el alba llegase, una nueva vida comenzaría para mí.
Un saludo a todos los lectores que sigan a este portal, lo que a continuación relataré es un hecho muy placentero, que me relaciona a mí, en especial a mi madre y las circunstancias en que pasó
Me llamo Luis y tengo 27 años y mi madre de nombre Laura tiene 47 años. Mamá es una mujer que, a su edad, conserva muy bien su físico, también su 1.65 complementa a su presencia personal y, sobre todo, su rostro que parece de una treintañera.
La historia de ella se remonta cuando tenía 19 años, edad en la que conoció al imbécil de mi padre, quien, a pesar de ser 11 años mayor, se comportaba peor que un adolescente recién enamorado. Desde que tengo uso de razón, siempre observaba como él a ella, le bajaba la moral, le prohibía salir con sus amigas, de su trabajo le ponía un horario de retorno y si se demoraba, era haciendo sus escenas de celos, que seguro tenía un amante, que no le importaba su familia y un montón de cargo montón, que terminaban por estresarla y llenarla de pena e impotencia, por el actuar de mi padre. Lo paradójico es que mi adorado papá siempre hacía lo que quería y no podía su esposa reclamarle algo, porque para eso, él era el hombre de la casa y su palabra debía ser ley.
También recuerdo y hasta ahora lo admito, que desde que era un adolescente, mamá siempre ha sido mi atrayente sexual que más cercano tenía a la casa. Ella como repito era toda una adoratriz de belleza, que supongo que el mismo Olimpo, representado por sus deidades femeninas, decidieron regalar un poco de sus dotes, en esa hembra de naturaleza mortal. Tez trigueña clara, unos ojos negros intensos, un cabello lacio perfecto, unos pechos pomposos, unas piernas bien trabajadas, una cintura que no podía envidiar una top model internacional y en especial, ese culito bien redondo, como un melón, dispuesto a ser saboreado en todas sus dimensiones. Muchas veces mis amigos, me decían que se habían hecho múltiples pajas, pensando en la figura de mi madre y algo mejor, se imaginaban llevarla a la cama y disfrutar de semejante MILF. Y yo siendo su hijo y mi naturaleza de hombre, no podía estar ajeno a esos pensamientos de los demás, cuando de una hembra se trataba.
Bueno como sigo contando, la vida de mi madre era un verdadero infierno al lado del imbécil de mi padre, mamá no sé cuánto tiempo podía seguir soportando, hasta que llegó el momento en el que las cosas se saldrían de control, observé un cambio inesperado en la conducta de ella, pues comenzó a tardar más de lo debido en su trabajo, hacía acciones algo discretas y de preferencia todo a escondidas de su marido. Aunque debo contarles que mamá, nunca dejó de atenderme y darme el cariño que me correspondía (soy hijo único de ellos) fue en una de esas ocasiones de sus tantas peleas conyugales, que mamá quiso dormir a mi lado, pensé que lo hacía por buscar un abrigo o la mano de un amigo, pero justo cuando estábamos por descansar, su móvil comenzó a vibrar y se levantó como un rayo, para irse al baño y conversar despacio. Yo como estaba somnoliento, no alcancé a escuchar, ni acercarme a espiarla, solo recuerdo que ella volvió muy contenta a la cama y dormimos cada uno a la esquina.
Al día siguiente, no tuve clases en mi escuela, debido a un mantenimiento de último momento, por lo que al volver a casa (estudiaba turno tarde), decidí ir a esperar a mi mamá a su trabajo y de paso invitarle a comer un helado, como así haciendo que un poco se relaje del ambiente de la casa, pero al llegar al lugar, de hecho justo 5 minutos antes de que saliera, observé que mamá ya estaba en la esquina del centro laboral, iba a acercármele, pero el semáforo estaba en verde y los autos van y vienen, en eso descubrí que un tipo más alto que ella, se le acercó, la saludó de una manera muy cariñosa y segundos después, comenzaron a caminar.
Yo quise ese momento gritar, correr y decir mamá que significa esto, pero me llevé la mano a la boca, para no hacerme notar que estaba presente. Los seguí aproximadamente unas cinco cuadras, cuando entraron a un local de KFC, me puse a la esquina de frente y para mi suerte, se sentaron en una mesa cerca a la ventana y que podía permitir ver lo que pasaba.
Habrían pasado como treinta minutos y la desesperación me mataba ¿Acaso mi vieja le estaba haciendo cachudo al idiota de mi padre? Y si esto era cierto ¿Lo que hacía ella, era perdonable o no? Seguía en esos pensamientos, mientras observaba como ellos comían, conversaban, hacían gestos de reírse, etc. Decidí acercarme un poco más, cuando en eso observó que el tipo ese, comenzó a besarla en los labios y ella le correspondía al beso. No soporté más y entré lleno de rabia, pero lo disimulé y pedí un helado de chocolate, después de mi pedido, pasé por el lado de los dos, cuando vi que ella al darse cuenta de mi presencia, puso una cara de que hubiese visto a un fantasma, y atinó a separarse de su acompañante.
Yo salí del local y me alejé lo más rápido que pude.
Llegué a mi casa como cerca de las diez de la noche, al ingresar, mamá estaba atendiendo a mi padre, cuando en ello, al darse cuenta de mi llegada, nuevamente se puso nerviosa. Mi padre me preguntó dónde estaba y le respondí que andaba por allí, me sirvieron la cena, pero respondí que ya había cenado y me encerré en mi cuarto. Cerca de la media noche, mamá tocó la puerta de mi cuarto, le pregunté qué quería, respondiéndome así:
_ Luis hijo, por favor quiero aclararte sobre lo que viste hoy …
_ Tranquila mamá, yo no vi absolutamente nada.
_ Claro que viste muchas cosas, no quieras hacerte de la vista gorda.
_ Escucha Laura, lo que hagas o dejes de hacer con tu vida, no me interesa. Además, creo que tú misma, debes decirle a mi padre lo que está pasando, si es que de verdad te interesa aún.
Mamá en ese momento comenzó a llorar, no sé si por la vergüenza de haberse visto descubierta, o porque ahora como se atrevería a seguir su rutina de siempre. Algunos días después el silencio seguía entre nosotros, yo no le decía nada y mi padre, de algo se enteraría que una noche los dos se dieron la bronca de su vida, que terminó con mi madre alistando sus maletas e irse de la casa. Mi padre lleno de cólera, se me acercó a decirme si es que yo sabía lo de sus encuentros a escondidas, pero no le respondí y al día siguiente me fui a vivir a casa de mi abuela, la verdad no quería saber nada de esos dos.
Tres meses después que mi mamá se separó de mi padre, me enteré que se fue a vivir con el tipo ese que la encontré. Pese a sus ruegos pidiéndome, de que me fuera a vivir a su lado, que su nueva pareja me aceptaba vivir con ellos, sin meterse en mi vida, no acepté y me alejé completamente de ella por los siguientes 10 años.
Durante esa década yo que les puedo decir lo que con mi vida. Conviví con mi abuela, hasta los 18, luego me dediqué a trabajar, ganaba mi dinero honradamente, me puse a estudiar una carrera técnica, me gradué, compré mis cosas personales, y en especial, disfrutaba de mi soltería.
Todos estos años por supuesto, sin la presencia de mis progenitores.
Hasta que una mañana, mientras regresaba a mi casa luego de un día de trabajo, una llamada de un número desconocido, entró. Contesté y supe por la voz que era mi madre, le respondí a la llamada y me pidió verme urgente, que necesitaba de mí, ahora más que nunca. Tras darme la dirección, fui a verla.
Una vez que llegué a su casa, ella salió a recibirme con el rostro muy decaído y vestida completamente de negro. Cara a cara, me abrazó como si hubiese vuelto vivo, después de una guerra y comenzó a preguntarme como estaba, que había sido de mí estos años sin responder a sus llamadas o mensajes, etc. Di unas respuestas muy serias y bastante esquivas, a pesar de todo, me sentía muy incómodo al verla y creo que, como toda madre, se dio cuenta de mi fastidio.
Pasado los saludos, ella me contó que el tipo con el que estaba viviendo, con el correr de los meses, se había convertido en su nuevo esposo, pero que hacía dos semanas que falleció víctima de una penosa enfermedad. Yo cuando escuché esa tragedia, le di el pésame correspondiente.
Ya era como las diez de la noche y le dije que me retiraba, pero me suplicó que me quedase a dormir con ella, que se sentía muy sola en esa casa y en especial, quería tenerme a su lado, recuperar esos 10 años que nos separamos, producto de la mala convivencia con mi padre y su aventura silenciosa, que tuvo con su difunto marido. Yo acepté quedarme por esa noche.
A la mañana siguiente al despertar, encontré a ella que había preparado el desayuno y para colmo, era uno de mis favoritos: Café con leche Gloria, dos panes franceses y tamal con su zarza de cebolla. Agradecí por tan esplendido manjar y mientras desayunábamos, le pregunté si durante esos años, porque no tuvo otros hijos y ella me confesó que su difunto Arturo, no podía engendrar y por eso, me recordó aquella vez que me pidió que fuese a vivir con ellos, era porqué quería demostrarme que podía ser un buen padre sustituto. Por un momento, maldije aquel día que me comporté de una forma egoísta, pero que ahora eso no venía al caso.
Terminado el desayuno, me fui a trabajar, pero ella me suplicó que regresase por la tarde y porque no, mudarme con ella. Yo como que me hice de rogar, pero miré profundamente a mi madre y a través de sus ojos lagrimosos, me estaba pidiendo a gritos, regresa a mi lado. El gesto de culpa me invadió y le respondí que aceptaba volver a vivir con ella. Me dio un abrazo y me fui a trabajar.
Así pasaron los días, poco a poco estuve trayendo mis cosas personales, mamá me alistó una habitación en el segundo piso, la cual me gustó mucho. Laura me comentó que su difunto marido, siempre la conservó, por si algún día yo tomaba la decisión de regresar con ella y ahora sabía donde poder tener mi intimidad. Abracé a mi mamá y le pedí perdón por mi ausencia egoísta, durante ese tiempo. Ella me dijo que no había disculpas, más bien ella me pidió perdón por no haber sido sincera desde un principio, pero come le dije el pasado ya está y no se puede remediar, solo mirar el futuro.
Como dije, era una casa muy grande, para que ella viviese sola, tras conocer mejor los ambientes del domicilio, comencé a trazarme algunas nuevas normas de conducta, pero otras se quedaban. Recuerdo que esa mañana, luego de volver del trabajo, me ofreció de tomar una gaseosa, pero le dije que mejor iría por unas cervezas cosa que hice, luego le ofrecí una, pero, dijo que no que hacía ya tiempo que no bebía porque, su difunto esposo era cristiano y para ellos, estaba prohibido embriagarse. Cuando terminó de hablar, le dije
_ ¡Ay mama si cuando estabas con mi padre bien que te gustaba! - y dijo
_ Pues si hijo, pero ahorita estoy mejor así sin tomar.
Primero comencé a tomar yo solo, pero al ver que no me quitaba la mirada, luego, insistí que quería que me acompañase, aunque sea un trago, hasta que terminó por aceptar, pero parece que la abstinencia le pego duro, pues se la acabó rápido, le destapé otra y ella se quiso negar, pero yo volví a insistir y ella volvió a aceptar, así estuvimos hasta que terminamos el six pack y nos sentamos a ver una película. Al terminar el filme, nos pusimos a conversar un poco.
Eran ya como las 9 de la noche y seguíamos platicando hasta que le pregunte:
_ Oye mamá, sé que no viene al caso, pero ¿Por qué decidiste serle infiel a mi padre?
Y respondió
_ Ay hijo pues porque ya él ya no era atento conmigo, todo era pleitos, gritos y pues dejé de quererlo.
_ Y ese señor que murió ¿cómo lo conociste?
_ A él lo conocí por medio de una amiga y ya pues, empezamos a conocernos, salíamos a solas en unas ocasiones, pero en especial, siempre me trató muy bien y por ese motivo decidí tener un romance, hasta que tú bueno te enteraste, luego el resto lo sabes.
Cuando mamá me contó esa parte de su vida, vi que su rostro dibujaba una tristeza profunda, pero había una duda que me consumía y entonces era el momento de que la aclarase ella, después de todo, mejor en dolor en una sola herida, a que se haga con muchas por separada.
_ Mamá, tú me dijiste que ese señor era estéril ¿por qué seguías con él?
_ Hijo, hay muchas cosas que tú no sabes, pero con el tiempo las entenderás. Además, cuando conocí a Arturo, él siempre me contó lo de su problema de fertilidad y eso no fue impedimento, para que sea un hombre maravilloso conmigo, atento, detallista y en especial, era un buen compañero en lo íntimo, no había ninguna noche que no disfrutáramos los dos a solas. Era todo un experto, en especial, siempre terminaba satisfecha sexualmente ¿Ay mi amor, si supieras cuanto lo extraño?
Cuando mamá me contó lo vivido con su difunto marido, paro ye emitió un ligero ¡HIP!, creo que el alcohol hizo efecto secundario en ella, para que me contase esas cosas calientes y ya algo excitado, le dije que acaso era tan potente sexualmente, para haberla dejado satisfecha, ella ya ebria respondió:
_ claro hijo era un experto para hacerlo pues siempre los dos llegábamos al orgasmo juntos.
En eso viéndome, la cara de sorpresa y excitación, se disculpó diciendo que no quería decir eso, a la cual le respondí que no se preocupe, que estábamos en confianza.
La plática continuaba, de pronto le pregunté, bajo que posé le gustaba ser más penetrada, ella sonrojándose, respondió diciendo que ya estábamos saliéndonos de control, a la cual le respondí que no estaba obligada en decírmelo, al final me comentó que su pose favorita era la del misionero, y que mientras era penetrada, disfrutaba que la besaran en la boca muy profundamente.
Tanto volaba mi imaginación, pensando en las maravillosas veces en que Laura era poseída por su extinto amante, tanta fue la calentura que mi pene, empezó a hincharse, por encima del pantalón, situación que vio ella y dijo
_ ¿oye que haces?
y respondí
_ Perdón mama es que esta platica me puso así
Mi pene estaba tan parado, que me metí urgente al baño y me empecé a masturbar pensando en cómo se vería mi madre abierta de piernas totalmente, cuando se abrió la puerta del baño y apenas me dio tiempo de taparme la pinga con mis manos, mamá no sabía qué hacer, cuando en eso le digo que desde que empecé a vivir con ella, había dejado mi vida de soltero y al igual que ella, llevaba un mes de abstinencia, pero que debía respetar el lugar donde estaba viviendo
Mi madre, algo cabizbaja, se fue a la cocina. La seguí, hasta que vi que tomó una botella de vino y una copa, y se servía. El mareo hizo que hiciera algo de ruido.
– ¿mamá?, digo
– …hola…precioso, me responde con una voz suave.
– ¿qué pasa? Tienes los ojos rojos.
– no nada, contesta sobándose un poco los ojos.
– ¿por qué lloras?, ¿extrañas a mi padre, aun?
– ni digas eso, tontito.
– ¿entonces?
La miro a los ojos. Mirar su rostro fue como viajar en un paraíso. La ebriedad le hacía ver a su hijo como un hombre queriendo seducirla. Ella siempre me había gustado. Párrafos antes, describí que era una verdadera MILF, y maldije al imbécil de mi padre por no haberla valorado y al otro muertito, agradecerle por los años que le hizo muy feliz a ella. Me recargue sobre la barra para evitar marcharse. Mis ojos bailaban por toda la cocina. Las sillas parecían bailar, todo se movía a nuestro alrededor.
– ¡Hey! ¡Mamá! ¡Te caerás!, le advertía
Mis manos empezaron a cubrir su cuerpo.
– Me siento un poco mareada
– Sí, se te nota.
Estaba parado frente a ella, invadiendo su espacio personal.
– estas toda despeinada, mama, pero aun así sigues estando hermosa, le decía peinándole con mi mano.
– ¡gracias, hijito! No sabes cuánto te extrañe estos 10 años sin verte.
– Sé que no tengo para justificar el abandono que te hice, quiero que entiendas que los celos de hijo, siempre me invadieron, pero ahora ya no estás sola, me tienes a mí.
Ella me abraza fuertemente. Correspondo al abrazo, siento que tocar un cuerpo femenino como el de mi madre era como saborear la ambrosía. Su buena alimentación y, sobre todo, el estar con un tipo que la respetaba, dieron sus frutos. Su pecho me hacía sentir muy protegido y querido –ese cariño que no tuve por mi alejamiento, y que justo mamá me lo daba, ahora en su momento de pesar.
– ¿qué pasa, mamá?, le pregunté.
– …Yo la verdad…
Se acercó a mi rostro y bajó a mi cuello cubriéndolo con sus ricos labios.
Levanté la cara al techo y cerré los ojos para sentir su boca.
– …Luis…
– ¿qué mamá?
– ¿no sé qué estoy haciendo?
– que es lo que parece…, le respondo con tono sexy y seductor.
Mis manos se mezclaban en su pelo. Abrazaba su cabeza. Disfrutaba de sus besos. Lamía su cuello muy rico.
– ¡hueles muy rico, mamá!
Mis manos no se despegaban de su cintura. Le agarró fuerte y la subo a la barra quedando sentada. Separé sus piernas y me pegó a ella. Nuestras caras estaban a cinco centímetros de distancia. La miraba muy sexy. Comenzamos otra vez a besarnos
Nuestros labios se combinaban. Nuestra saliva se mezclaba entre nuestras bocas. Pongo mis manos en su culo y me acercó a ella.
– que rico culo tienes, mamá.
Ríe al escuchar y contesta:
– tócalo, es tuyo, mi vida.
– si mamita, solo se la agarro y se me paró la pinga. Estaba bien al palo.
Decirle eso la excitó más de lo que ya estaba. Sentí como estaba de mojada su vagina. Estaba húmeda. Sentía como se les escurría por la ropa interior que llevaba.
Desabroché el botón y le bajé el cierre mostrándome su calzoncito blanco.
– ven, levántate un poco, le digo
Levantó el culo apoyando las manos en la barra. Jalé su falda, de forma que se lo quité por competo.
Mis ojos viajaban por sus piernas y se centraban en su calzón blanco. Le abrí las piernas.
– Dios! Estás muy rica, mamá, le decía mientras ella me tocaba la pinga dura
Se acercó dándome un suave beso. Me quitó el polo. Su brasier estaba a la vista. Se los jalé con fuerza, liberando sus ricos pechos. Sus puntas estaban paraditas. Acercó mi boca y me trago una de sus puntas. La jalé suavemente. Se la estaba ordeñando suavemente. Sentía como si estuviera amamantando.
– sigue, corazón, chúpame.
Soltó su teta y la lengüeteo.
– ¡Dios, mamita! ¡Ojalá y te pudiera salir un poco de leche!
Cubrí con mi mano, su seno derecho y se lo apretó, como si quisiera exprimirle.
Sentí riquísimo mi mano, mis dedos, entrar en su rica vagina. Le acariciaba lentamente haciendo crecer su excitación. Bajé la mano hasta la entrada de si culo y con mi dedo, fui penetrando el calzón, en su ano.
– Ahhhhhhh No hagas eso.
– ¿porque mamita? Relájate
Respiraba lentamente. Sentía el calzón dentro de su culo húmedo.
– sácalo, manchare mi calzón, mi amor.
– no creo que seas tan sucia, mamá.
Retiré mi dedo. Dobló su prendita y le froté el ano, con ese mismo dedo.
– Aaahhh!!! ¿Porque te gusta hacer eso?, me pregunta.
– porqué estás bien rica, mamita. Tienes un culo muy antojable.
– siento muy húmedo el culo.
– que rico mamita. Me gustaría lamértelo.
Aunque eran muy perversas las cosas que le decía, le gustaba que las siguiera diciendo y que deseaba que las hiciera.
Sin decirle nada, metí lentamente mi dedo en su cueva de leones.
– ¡¡Aaahhh, Dios!!
Sintió mi largo dedo bien hasta adentro, era algo que no imaginaba que fuera a hacerle su propio vástago.
– ¿que sientes, mamá? ¿te gusta?
– …siento raro, pero me agrada.
Movía circularmente mi dedo dentro de ella. Le abrí por completo mis piernas para que estuviera más cómoda.
Comencé nuevamente a lamer sus tetitas, esta vez el lado izquierdo.
– ¡¡sí, que rico!!, dice mi adorada madre a cada lengüetazo que le brindo.
– ¡¡que rico es todo lo que te hago! Tu hoyo está muy profundo, mami.
Nunca imaginé que mi madre, con solo unas cuantas copas, cayera ante mis deseos. Ahora llegaba el momento, que desde adolescente soñé y que me guardaba, ante los deseos reprimidos de mis amigos.
– ven mamá, te la voy a meter.
La baje a cierta postura, de forma que me diera la espalda.
Agarro su trasero y lo aprieto. Le doy una rica nalgada. Escupo uno de mis dedos y nuevamente en aquel culo delicioso
– ¡¡Aaahhhhhhhhhhhhhhhh!! ¡¡Qué rico!!!
– Bien que te gusta, mamá, por eso estabas feliz con ese tal Arturo.
Le penetraba rápido el culo con mi dedo. Su hoyo estaba muy lubricado, tanto de su propia agua, como de mis salivas. Se sentía rico. Se agachó. Ella misma abrió las nalgas y le lamí ese culo, tan jugosito.
– ¡¡¡Aaahhh!!! Que rico. Comete mi culo, precioso, mi amor.
Resbalo mi lengua en toda su zona. Lamo ahora su vagina bien mojadita.
– ¡Lista para que te penetre bien rico!
– ¡penétrame hijito, en serio te necesito!
Me quito desesperadamente el pantalón, junto a mi ropa interior. Mi salamandrapa ya estaba al palo buscando chucha. La tenia dura, caliente. Comencé a frotársela en toda esa conchita. Estaba muy excitado. Mamá no aguanto más y tomándola con una mano, la acercó a la entrada de su rica vagina. De un tirón, metí todo mi mástil en la zona donde me vio la luz.
– ¡¡ Que rico me la metiste!!
– ¡¡¡que sabroso, mamita!!! ¡¡¡Te entró toda!!!
– ¡¡¡si, bebé!!! ¡¡¡La tengo bien adentro!!
Le comencé a bombear más fuerte esa rica vagina. La cara de placer de mi madre era indescriptible
– ¡¡siiiiiiii!!! ¡¡¡Así!!! ¡¡¡hazle el amor a tu mamá!!!
La apoyé más en la barra de la cocina y le abrí un poco más las piernas. Sus jugos se regaban por doquier.
– Ahora mamá, vas a recuperar el tiempo que no me tuviste a tu lado.
_ ¡¡¡ sí hijito, ya es la hora!!!
Escucharla decir eso me agradó mucho. Hice lo que me pidió. Dios, pensé que no sólo a mí me gustaba disfrutar de un buen polvo, a ella también. Le apreté la cintura y la penetré hasta el fondo.
– ¡¡¡Aaahhh!!! ¡¡¡Siii!!!, jadeábamos ambos. El sexo y el alcohol combinaban muy bien.
Seguía en la misma postura, penetrando con más fuerza, ese rico sexo húmedo de mi mamá, mientras que sus gemidos hacían eco en toda la cocina. De verdad sabía que ella era una autentica MILF, buscando un macho que la montara, seguía envistiendo más fuerte, ya éramos como media hora en esa posición y sentí como dos corridas intensas en mi pene.
– ¿así te gusta?, pregunté con una voz cansada.
– sí, me encantas.
Con mis dedos, otra vez pasé a su vagina para empezar a frotar su clítoris. La lubricación se sentía tan rica en su conchita. Su vestido ya no era un estorbo para mí.
Sin duda hacerle el amor a mi madre era un sueño reprimido por una década. En el fondo comprendí la suerte que tuvo su difunto Arturo de disfrutarla todas las noches. El imbécil de mi padre, sin duda que se joda por no haber conservado semejante mujerón.
– Dime mamá ¿Arturo te hacía el amor, como ahora te lo hago yo? le decía.
– Cállate hijo y solo sigue haciéndome tuya.
Puse mis dos manos a la altura de su ombligo de modo que quedamos muy pegados. Luego subí lentamente a sus pechos y tomé ambas puntas, pellizcándoles suavemente. El bombeo era tan intenso, cuando sentí que estaba a punto de eyacular. Laura se dio cuenta y me empezó a apretar más la pinga, adivine su intención.
– dios, mamá, creo que me vendré
– si mi amor, vente dentro de tu mamá. ¡¡¡Vamos!!!
– ¿eso quieres, mamá?
– ¡¡¡sí, eso quiero, ahora!!! …
Empecé a cogerla con más rapidez, mis ganas de eyacular dentro de ella, se hacía más intensa, mis pulsaciones se contraían.
– ¡¡¡ Me vengo!! ¡¡¡Dios!!! Siii!! Siii!!
– aún no, mi amor. Espérame, dijo frotándose con rapidez el clítoris. Quería que ambos nos corriéramos.
– ¡¡¡sigue!! Sigue!!, mastúrbate mamá
– ¡¡Siii!!! ¡¡¡Aaahhh!!!! ¡¡¡Que rico!!!, sentía ella de maravilla. Sus piernas comenzaron a temblar, sus ojos vagaban por todas partes, los míos se cerraban de lo rico que me estaba corriendo.
– ¡¡¡Que rico!!! ¡¡¡ Siii!! ¡¡¡Ya!!! ¡¡¡Ya casi!! ¡¡¡Aaahhh!!!,Dijo al venirse por completo dentro de mí. – se siente caliente, mi vida. Me llenas muy rico, decía mientras se recargaba más sobre la barra.
Estaba exhausto. Cacharla me había cansado. Pero escucharla decir que mi semen le invadió todo el cuerpo por dentro, y en especial, decirme que estaba satisfecha, eran música para mis oídos
– debemos dormir, hijo, replicó mientras me daba un beso por mi mejilla.
– …ajá… Si, vamos.
– Mañana tomaremos una decisión, sobre lo que hoy pasó aquí.
Cogí mi ropa y subí a mi cuarto. Una vez en la cama, me entregué a los brazos de Morfeo, sabiendo que cuando el alba llegase, una nueva vida comenzaría para mí.
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