UN VERANO CON MAMÁ
Esta historia sucedió un mes antes que el gobierno declarase la alerta de pandemia en nuestro país.
Me permito presentarme, me llamo Roberto, tengo 20 años, en la actualidad vivo solo con mi madre de nombre Marleny, ya que mi padre nos abandonó cuando tenía 8 años, ya que ese infeliz se metió con una de sus primas hermanas y se fugó con ella luego de embarazarla.
El alejamiento total se da luego que mi madre comprobó que mi abuela paterna y mis tíos hermanos de mi padre, apoyaron la barbarie que nos hizo mi papá. El juicio por abandono no se hizo esperar y al final mi madre se quedó con la parte herencia que le correspondía a mi viejo, la casa y el auto de mi padre. Con ello aseguramos nuestra existencia, ya que mi mamá vendió todo lo que le quitó, nos fuimos a vivir a otra ciudad y empezamos de cero.
Con mi madre siempre tuve una buena comunicación, aunque supongo que, como todos, cada uno guardaba para sí mismo algunas cosas. Ella siempre evitaba hablar acerca de sus sentimientos, si se sentía sola, si estaba conociendo a alguien, si yo estaba con alguna chica, etc.
A pesar de ser la única mujer que tenía en la casa, nunca tuve malas intenciones con ella, por ser mi madre, aunque hoy en día, por el simple hecho de ser hombre me doy cuenta de varias cosas, por ejemplo, que tiene un cuerpo muy atractivo, mide 165. Cabello largo color negro, ojos negros intensos, senos medianos, y un par de piernas, muslos y sobre todo culo, que los ha mejorado, gracias a que desde que se separó de mi padre, el esposo de una amiga suya, le aconsejó meterse a hacer ejercicio para superar la depresión en la que había entrado. Gracias a él, yo también empecé a hacer ejercicio y por ello adquirí un cuerpo bastante firme, no atlético, pero por lo menos, ayudó a que muchas chicas se me acercasen.
Cómo era lógico, los cambios físicos que mi madre logró gracias a su constante empeño en el gimnasio, provocó que muchos tipos se le acercaron a ella, con el fin de sacarle alguna cita, algunos con la idea de llevársela a la cama y darle un buen calentado, pero ella nunca pasaba de una sonrisa coqueta, o una mirada pendeja. La razón, por supuesto mis celos bastante enfermizos por ella.
Como repito, la rutina de ella, era siempre la casa, su trabajo y el gimnasio. Pero cuando cumplí los 18 exacto, observé que mamá, empezó a comportarse de un modo más distante conmigo, se quedaba más tiempo afuera de la casa y, sobre todo, como asistíamos los dos en el mismo horario al gimnasio, de pronto, decidió cambiar de turno, en un horario que se me cruzaba con mis horas de clase en el instituto.
Mis sospechas de que alguien le estaba empezando a gustar, se confirmaron cuando por ese entonces, era época de verano y, un día al llegar de clases, mamá estaba en la sala esperándome, me pidió me sentara frente a ella y dijo que tenía algo que decirme, su cara era seria, y me pidió que pasara lo que pasara, no me enojase y si lo hacía, ella iba a saber comprenderlo.
- Sabes hijo, ¡Nos vamos a la playa!
No lo podía creer.
- No juegues con mis sentimientos, por favor mamá
- ¡Es verdad! ¡Nos vamos a la playa!
- ¡Que chévere!, ¿cuándo? ¿a qué hora?
- Dentro de tres días, mi amor. ¡TE GUSTA LA IDEA!
- Que, si me gusta, ¡ESTA DE LA PUTA MADRE! Un viaje solos tú y yo mamá
- ¡Espera hijo! Hay algo que quiero que sepas y espero sepas comprender.
Mi sonrisa se esfumó al escuchar la última proposición. Fue aquí donde ella me contó que un amigo suyo, con quien estaba ya tiempo saliendo, nos invitó a pasar unos días a la playa, como una manera de acercarnos y ver qué pasaría a futuro.
Ni bien terminó de hablar, me retiré de la sala y le dije que, si quería ir que fuera ella sola, que de mi parte no tenía interés de conocer a nadie. Mamá no quiso replicarme y se quedó a solas en la pieza mencionada. El día 21 de enero, la fecha que estaba programado el viaje, ella alistó su maleta, no sin antes insistir que la acompañe, que no quería dejarme solo, que no sea tan egoísta en mi actuar, etc. Yo no la escuché y me salí de la casa, no volviendo hasta casi las 10 de la noche. Fue cuando al ingresar que descubrí que ella no estaba y tampoco parte de su ropa.
Durante el resto de la noche, me puse a llorar de cólera, siempre había tenido a mi mamá a mi lado y no quería verla con nadie, mis celos, mi dependencia en ella, me conllevaron a comportarme así y ahora se había ido con quien sabe quién. Pensé que tal vez ella se hubiese arrepentido y hubiera querido quedarse conmigo, pero al ver lo contrario, eso me llenó de más rabia personal. Por suerte en la nevera, había unas cuantas botellas de cerveza, que mamá compró con motivos de su cumpleaños que pasó en la casa, junto a unas amigas y con esas bebidas, me abatí.
A la mañana siguiente, sentí que la puerta se abría. Salí a ver, estando completamente borracho y no podía creerlo, era mi mamá quien estaba de retorno. Al verme en ese estado, no dijo nada y solo atinó a decir.
- ¡Mírate cómo estás! No me voy ni un día y te encuentro así.
No respondí a lo que me dijo, me fui a mi cuarto y ella también al suyo. No era dada las 8 de la mañana, cuando pasaron estas cosas. Cerca de las 7 de la tarde, salí de mi recámara directo a la cocina, a tomar un poco de agua, sin embargo, la encontré a ella, sentada en la mesa y tras darme el saludo, me exigió que hablásemos, le obedecí y empecé a escuchar su historia.
Mamá me contó lo referente a su nuevo amigo. Que lo conoció en una de sus reuniones de sus amigas, que era ingeniero, soltero, de buen bien económico y que llevaba saliendo con él cerca de 6 meses, que conocía su historia de ella, de su separación y en especial, sobre mi existencia, que le había aconsejado que yo al tener ya una edad que podría entender las cosas, sobre todo, que el viaje a la playa era la excusa perfecta para poder integrarse con nosotros.
Escuché como un autómata todo lo que me decía y fue en eso cuando le pregunté qué porque se regresó, si el al final el viaje era para ellos dos, respondiéndome que no se sentía a gusto estando sola, sin mi compañía y que cuando le comentó a su pretendiente lo que había pasado entre los dos, este ingeniero le dije que se olvidará de mí y que ahora pensará ella en sí misma. Cuando le pregunté que le había respondido, me contestó que le dio una cachetada, terminaron su entendimiento y que regresaba a la casa, pero al no encontrar vuelos disponibles, pasó la noche en un hotel y ni bien amaneció, consiguió el primer viaje de la mañana.
Yo no respondí a todo lo que me contó y solo la miraba fijamente. Tras secarse sus lágrimas, nos pusimos a cocinar, en especial, a seguir con nuestra rutina. Observe que los días posteriores, mamá seguía con la pena encima, yo trataba de acercarme más y evitar que se consuma en la pena. Ella me agradecía con abrazos y besos bien cariñosos, pero al tener contacto con su piel, sentía mis hormonas revolverse, y pensando en ella más que como mamá, desearla como hembra.
Casi por terminar febrero y sabiendo que en la primera semana de marzo yo volvía a clases en el instituto, mamá me dio otra sorpresa. En su trabajo había pedido unos días de descanso y que esta vez los dos nos íbamos a la playa juntos. Yo no me emocioné tanto, pero al final cuando vi los pasajes y todo el tour a Mancora, no pude evitar mi emoción y tras encargar la casa, con un familiar nuestro, nos fuimos a disfrutar de este viaje relámpago.
Tras casi 8 horas de viaje en el bus, llegamos a Máncora y nos fuimos a registrarnos al hotel, era un sitio muy bonito, pero había un problema. Solo había una habitación disponible y con cama matrimonial. Ella me preguntó si no tenía problemas en compartir la misma cama y le dije que no, pero que se sentía algo raro, ya que yo me separé de su regazo desde los 8 años y rara vez dormíamos juntos. Habíamos acordado dormir ambos en la cama, pero dándonos la espalda y uno en cada extremo de la cama.
Al día siguiente fuimos a una tienda de trajes de baño, cada uno busco el de su gusto personal, luego regresamos al hotel a cambiarnos.
- Vamos a tomar el sol a la playa.
Después de un día relativamente normal, donde paseamos en motos acuáticas, divisamos el balneario de las tortugas, algunos bonitos lugares entre otras cosas, regresamos al hotel. La noche pasó normal con excepción de mi excitación, la imagen de mi madre, con ese biquini amarillo en todo el día. no me permitía conciliar el sueño, sus senos que, estaban a centímetros de mí, no dejaban de ser algo prohibido, una modesta imitación de la fruta del Edén.
A la mañana siguiente, después de desayunar, teníamos un recorrido casi para llegar a la frontera con el Ecuador. Mamá se metió al baño y salió con un bikini diferente, pero parecido al anterior.
- ¿Qué te parece el bikini qué llevo hoy?
- Te ves espectacular, es muy bonito.
- ¿No te molesta que me vean así en la playa?
- No, para nada, estamos en una playa, es lo más normal.
Comenzamos con nuestro circuito por todos los lugares. Conocimos algunas playas más bonitas y cerca de la una de la tarde, llegamos a la playa de Punta Sal, el lugar más visitado por los turistas y al recorrer la zona, conocimos la casa del ex presidente Toledo.
Nos echamos a descansar y a tomar del sol, en eso le preguntó a mi madre si no le gustaba echarle bronceador, debido al excesivo calor que hacía.
- Si, muy buena idea. Échame por favor.
El traje de baño de esta ocasión era más pequeño que el anterior, prácticamente solo tapaba los pezones y el monte de venus, la parte trasera parecía tanga, pero era un brasileño de nueva cuenta. Sin duda semejante atuendo, estaba dándome un calor más tórrido en las hormonas.
- Pero mamá ¿qué hermosa estas?.
- ¿En verdad te parece?
- Por supuesto que sí, lástima, que seas mi madre
-¿Por qué lástima que soy tu mamá? ¿Qué estás pensando?
- Muchas cosas que te gustarían.
Mamá me lanzó una grosería, pero luego se calmó. No hubo respuesta, después de un rato acostados, liberé una de mis manos y solté lentamente el sujetador de mamá, no se dio cuenta, continúe con el calzón del bikini, de igual manera no se dio cuenta, pero cuando iba a soltar el cordón del otro lado se dio cuenta y levanto el costado como queriendo esquivar mi mano, haciendo que callera la parte frontal del bikini tanto del calzoncito como del sujetador.
- ¿Qué haces, porque intentas quitarme el biquini?
El tono de su voz era de total intriga. Yo tomé un tono más coqueto.
- Para que estés más cómoda y más relajada.
- Si, pero ¿también la parte de abajo del biquini?
- Si
Nuevamente estábamos solos recostados uno a lado del otro, pero en esta ocasión de una vez desate su biquini y nuevamente pase mi mano por sus nalgas destapándolas, en esta ocasión volteó a verme, pero sin decir nada.
- ¿Oye y que te dio por usar esa prenda?
- Pues nada, solo que me gustaron y me parecen más cómodos para relajarme.
La verdad quería que ella me despejase de las dudas, así que era el momento de hablar de ciertas cosas que a ella siempre le fueron muy tabús.
- Ahorita que estamos en total confianza mamá, te puedo preguntar ¿durante todo este tiempo, te has sentido sola, no extrañas estar con alguien?
- ¿y ahora porque esa duda?
- No lo sé, solo me vino a la mente, en especial, lo que pasó entre mi papá y ese ingeniero de hace algunos días.
- Te soy sincera, desde que me separé, tuve muchos pretendientes, pero después de tu padre, no tuve a nadie más, hasta que llegó mi amigo, pero ya sabes lo que pasó. Y de hecho perdóname, que nunca te haya contado ciertas cosas mías y que yo también no te haya preguntado si conociste a alguna chica, si tuviste relaciones. Espero me sepas comprender y a la vez que me perdones por haber puesto una barrera intocable entre los dos.
Mamá comenzó a llorar, decidí no quitarle el biquini, la abracé y le dije que no era mi intención abrir heridas del pasado, pero me dijo que no pasaba nada, que siguiéramos divirtiéndonos que solo faltaban pocos días para que nuestro tour terminara. Yo asentí que siguiéramos con la diversión.
El día terminó y llegamos al hotel. Tras ducharme primero, Salí y no estaba ella. La busqué y vi estaba en el bar del hotel, tomando una cuba libre. Me acerqué y empezamos a brindar los dos.
La noche transcurría y en varias ocasiones, se le acercaban muchos tipos a querer sacarla a bailar, invitarles tragos, etc. Ella no les hacía caso, incluso yo me puso agresivo con uno de ellos que se puso terco con mamá. Tras casi un buen rato bebiendo, regresamos a nuestra habitación.
Al ingresar, mi madre estaba algo mareada, casi ni de pie podía mantenerse, en eso ella me decía que me quería mucho, que ya era todo un hombre y otros halagos. Yo solo sonreía y cuando se sentó en la esquina de la cama, me pidió que la besara:
- Vamos mi amor ¡Dame un beso!
Comencé a besarla de una forma muy tranquila. Si bien no había tenido muchas enamoradas, pero las que tuve y besé, ninguna llegó a quejarse de mis ósculos. Ahora era mamá quien me besaba, pero después de algunos segundos, comenzó a besarme con más fuerza, pidiéndome que no la deje sola.
- ¿Comprendes que también soy mujer? Necesito de un hombre que me haga sentir amada, deseada. Alguien con quien compartir mi lecho cada noche.
Sus palabras eran como ambrosía lujuriosa para mi cuerpo. Ella siguió hablando.
- ¿y ahora qué? Ya sabes que tu madre necesita hombre ¿y ahora que vas a hacer?
Volví a comerle la boca y a masturbarle, sus manos rodearon mi cuello, sus gemidos eran indescriptibles.
- ¡Sí mi vida, mi amor! ¡Que rico, sigue así!
De ella salieron una cantidad de fluidos y su vagina comenzaba a dilatarse a un ritmo desenfrenado, aprisionaba dos de mis dedos que estaban dentro de ella dándome a enterar de su primer orgasmo.
Rápidamente me quité la ropa de verano, al igual que a ella le quité el vestido de una sola pieza y la ropa interior, hasta dejarla completamente desnuda. Me eché entre sus piernas, le empecé a comer la vulva, a un ritmo desenfrenado.
- ¡Si mi amor!… ¡así mi vida, que rico!
Mi madre se aprisionó en un nuevo orgasmo.
- Ya no aguanto amor, ¡HAZME TUYA AHORA! ¡QUIERO QUE TÚ SEAS MI HOMBRE!, ¡QUIERO QUE TÚ ME LLENES TODAS LAS NOCHES, QUIERO QUE SEAS EL MACHO QUE BUSCABA!
Rápidamente guie mi pene con la mano a la entrada de su vagina, de un empujón le metí bien adentro. No había remordimientos, ni vuelta atrás. Después de 2 años sin tener sexo, ahora tenía penetrada a una mujer y esa era mi madre.
Estuvimos primero en la pose del misionero, sintiendo como su cálida conchita, me llenaba la pichula de sus flujos, lo que permitía entrar y salir muy rápido. Tras estar así unos minutos, me volteé espaldas encima del colchón y ella no tardó en sentarse sobre mi pene, quien comenzó a cabalgar como un jinete y yo a embestirle rápidamente. Gemía con una intensidad con cada penetración. Después de un largo rato mi respiración se volvió agitada.
- ¡NO TE CORRAS MI AMOR! RESISTE UN POCO MÁS.
De pronto sentí como los espasmos vaginales de mi madre me exprimían el pene. Fue un orgasmo tan rico, que ni siquiera una chibola de mi edad, podía superar o igualar.
Nos quedamos acostados un rato más sobre el colchón, pero esta vez desnudos y abrazados de forma entrelazadas, estuvimos platicando, sobre lo que sería nuestra vida en adelante.
Nos bañamos juntos cada que podía le tocaba las tetas, el culo o cualquier parte de su bello cuerpo. En cuanto terminamos ella salió primero y yo terminaba de enjuagarme.
Me sequé en el baño y decidí salir sin ropa y ponérmela en la habitación, total ya no tenía nada que ocultar nada entre los dos.
Una vez frente a frente, nos empezamos a besar nuevamente, con mucho más placer.
La acosté en la cama y metí dos dedos en su vagina, sus gemidos los pudiera comparar con los de una actriz porno.
- ¡¡SIII, SII, HAA, QUE RICO MI AMOR!!.
Sus gritos eran una verdadera sinfonía de placer, que estoy seguro que la mayoría de los huéspedes del hotel, lo escucharon y empezaran a fantasear.
Nuestras bocas y lengua parecían luchar una contra la otra, mis dedos parecían tratar de entrar cada vez más dentro de su rica conchita, a la vez que ella con ayuda de sus piernas elevaba sus nalgas, baje a sus tetas, comenzando a acariciarlas como si fuera una masa de pastel o parecido, mordía y succionaba la otra.
- “MAMÁ, QUIERES PONERTE EN CUATRO”.
Ordené en un tono de voz autoritario, por lo cual ella elevó las nalgas para penetrarla, pero antes de ello, le di unas nalgadas y esos golpecitos provocaba que su gemido me excitaba aún más, parecíamos filmar una escena porno.
- ¡¡OH SI PAPI!! ¡¡VAMOS DESPACIO, NUNCA ME HAN PENETRADO DE PERRITO!!
Introduje mi pichula a la vagina ya hinchada de mi madre, ver que de sus labios vaginales que aparentaban ser de una adolescente virgen, escurrían sus jugos me excito como nunca en mi vida, No podía creer que mi madre, en el fondo, despertará semejante lujuria retenida.
Tanto sería la excitación de tener penetrada a mi madre, que terminaron haciendo que me corriera rápido, llenándola de semen otra vez en su interior.
Mamá un poco respiró, pero después de algunos minutos y cuando yo quería ir al baño a limpiarme, ella me tomo del brazo diciéndome.
- ¡¡Ven aquí mi rey!!.
Agarro mi pinga, se lo metió a la boca y con la mirada clavada en mí, empezó a la mejor mamada de mi vida, mis testículos y pene recibían un masaje bucal, que jamás podría olvidar. Sinceramente por sus acciones y, sobre todo, su arrechura emitida, hicieron que creyera que llevaba mucho tiempo sin una compañía masculina. Que suerte para mí que ese ingeniero, no se me adelantó en liberar ese placer retenido de mi progenitora, un placer que ahora yo disfrutaba.
Tras casi unos minutos de intensa felación, recuperé la dureza de mi pichula. Esta vez la voltee y comencé a comerle el culo de una manera tan alocada, que la cara de ella era digna de comparar con las de Mía Khalifa o Alexis Amore.
Llevando la mezcla de sus jugos y mi esperma hasta ese hoyito virgen, le fui clavando poco a poco mi pene, hasta que di un empujón que ella recibió con un grito que confirmaba que su ano era por primera vez desvirgado. Sus gritos de dolor inundaban la habitación, dolor que poco a poco se convirtió en placer intenso.
Mientras mi madre era penetrada como una perrita por un macho, use mis manos para acariciarle las tetas. Tras 10 minutos de intenso placer, exploté llenando las entrañas de mi madre de mi esperma. Esta vez no pude mantenerme en pie y me tiré en la cama desfallecido. Mamá se tocó con un dedo el culito y al sentir mi leche, junto a sus olores anales, sonrió y echándose a mi lado, comentó:
- Te amo hijo, me acabas de hacer la mujer más feliz del mundo.
Nos volvimos a acariciar entrelazados, hasta que el sueño nos ganó. Casi en todo el día permanecimos en la habitación, a seguir disfrutando de nuestros cuerpos.
El último día de nuestro viaje, solo nos dio tiempo de desayunar y nos volvimos al aeropuerto, no sin antes tomarnos una foto desnudos en la habitación. Cuando salimos el botones y el recepcionista no dejaban de morderse la boca, mirando el jean blanco muy apretado con el que salía mamá del hotel.
Regresamos a nuestra ciudad y directo a nuestra casa. Una vez allí, volvimos a dar rienda suelta a nuestro placer.
Desde ese día las cosas cambiaron. Mamá dejó de ver un tiempo a sus amigas, yo ya no salía con algunas chicocas que conocí y en especial, el pobre ingeniero quiso reconquistar a mi madre nuevamente, pero ella le dijo que ya había conocido a otro señor y que ahora la hacía muy feliz. Por supuesto si supiera que soy yo ese susodicho hombre, el pobre idiota se cae de espaldas.
Sin duda, fueron unas vacaciones de verano, que hasta hoy ambos recordamos cada noche en nuestra cama matrimonial.
Esta historia sucedió un mes antes que el gobierno declarase la alerta de pandemia en nuestro país.
Me permito presentarme, me llamo Roberto, tengo 20 años, en la actualidad vivo solo con mi madre de nombre Marleny, ya que mi padre nos abandonó cuando tenía 8 años, ya que ese infeliz se metió con una de sus primas hermanas y se fugó con ella luego de embarazarla.
El alejamiento total se da luego que mi madre comprobó que mi abuela paterna y mis tíos hermanos de mi padre, apoyaron la barbarie que nos hizo mi papá. El juicio por abandono no se hizo esperar y al final mi madre se quedó con la parte herencia que le correspondía a mi viejo, la casa y el auto de mi padre. Con ello aseguramos nuestra existencia, ya que mi mamá vendió todo lo que le quitó, nos fuimos a vivir a otra ciudad y empezamos de cero.
Con mi madre siempre tuve una buena comunicación, aunque supongo que, como todos, cada uno guardaba para sí mismo algunas cosas. Ella siempre evitaba hablar acerca de sus sentimientos, si se sentía sola, si estaba conociendo a alguien, si yo estaba con alguna chica, etc.
A pesar de ser la única mujer que tenía en la casa, nunca tuve malas intenciones con ella, por ser mi madre, aunque hoy en día, por el simple hecho de ser hombre me doy cuenta de varias cosas, por ejemplo, que tiene un cuerpo muy atractivo, mide 165. Cabello largo color negro, ojos negros intensos, senos medianos, y un par de piernas, muslos y sobre todo culo, que los ha mejorado, gracias a que desde que se separó de mi padre, el esposo de una amiga suya, le aconsejó meterse a hacer ejercicio para superar la depresión en la que había entrado. Gracias a él, yo también empecé a hacer ejercicio y por ello adquirí un cuerpo bastante firme, no atlético, pero por lo menos, ayudó a que muchas chicas se me acercasen.
Cómo era lógico, los cambios físicos que mi madre logró gracias a su constante empeño en el gimnasio, provocó que muchos tipos se le acercaron a ella, con el fin de sacarle alguna cita, algunos con la idea de llevársela a la cama y darle un buen calentado, pero ella nunca pasaba de una sonrisa coqueta, o una mirada pendeja. La razón, por supuesto mis celos bastante enfermizos por ella.
Como repito, la rutina de ella, era siempre la casa, su trabajo y el gimnasio. Pero cuando cumplí los 18 exacto, observé que mamá, empezó a comportarse de un modo más distante conmigo, se quedaba más tiempo afuera de la casa y, sobre todo, como asistíamos los dos en el mismo horario al gimnasio, de pronto, decidió cambiar de turno, en un horario que se me cruzaba con mis horas de clase en el instituto.
Mis sospechas de que alguien le estaba empezando a gustar, se confirmaron cuando por ese entonces, era época de verano y, un día al llegar de clases, mamá estaba en la sala esperándome, me pidió me sentara frente a ella y dijo que tenía algo que decirme, su cara era seria, y me pidió que pasara lo que pasara, no me enojase y si lo hacía, ella iba a saber comprenderlo.
- Sabes hijo, ¡Nos vamos a la playa!
No lo podía creer.
- No juegues con mis sentimientos, por favor mamá
- ¡Es verdad! ¡Nos vamos a la playa!
- ¡Que chévere!, ¿cuándo? ¿a qué hora?
- Dentro de tres días, mi amor. ¡TE GUSTA LA IDEA!
- Que, si me gusta, ¡ESTA DE LA PUTA MADRE! Un viaje solos tú y yo mamá
- ¡Espera hijo! Hay algo que quiero que sepas y espero sepas comprender.
Mi sonrisa se esfumó al escuchar la última proposición. Fue aquí donde ella me contó que un amigo suyo, con quien estaba ya tiempo saliendo, nos invitó a pasar unos días a la playa, como una manera de acercarnos y ver qué pasaría a futuro.
Ni bien terminó de hablar, me retiré de la sala y le dije que, si quería ir que fuera ella sola, que de mi parte no tenía interés de conocer a nadie. Mamá no quiso replicarme y se quedó a solas en la pieza mencionada. El día 21 de enero, la fecha que estaba programado el viaje, ella alistó su maleta, no sin antes insistir que la acompañe, que no quería dejarme solo, que no sea tan egoísta en mi actuar, etc. Yo no la escuché y me salí de la casa, no volviendo hasta casi las 10 de la noche. Fue cuando al ingresar que descubrí que ella no estaba y tampoco parte de su ropa.
Durante el resto de la noche, me puse a llorar de cólera, siempre había tenido a mi mamá a mi lado y no quería verla con nadie, mis celos, mi dependencia en ella, me conllevaron a comportarme así y ahora se había ido con quien sabe quién. Pensé que tal vez ella se hubiese arrepentido y hubiera querido quedarse conmigo, pero al ver lo contrario, eso me llenó de más rabia personal. Por suerte en la nevera, había unas cuantas botellas de cerveza, que mamá compró con motivos de su cumpleaños que pasó en la casa, junto a unas amigas y con esas bebidas, me abatí.
A la mañana siguiente, sentí que la puerta se abría. Salí a ver, estando completamente borracho y no podía creerlo, era mi mamá quien estaba de retorno. Al verme en ese estado, no dijo nada y solo atinó a decir.
- ¡Mírate cómo estás! No me voy ni un día y te encuentro así.
No respondí a lo que me dijo, me fui a mi cuarto y ella también al suyo. No era dada las 8 de la mañana, cuando pasaron estas cosas. Cerca de las 7 de la tarde, salí de mi recámara directo a la cocina, a tomar un poco de agua, sin embargo, la encontré a ella, sentada en la mesa y tras darme el saludo, me exigió que hablásemos, le obedecí y empecé a escuchar su historia.
Mamá me contó lo referente a su nuevo amigo. Que lo conoció en una de sus reuniones de sus amigas, que era ingeniero, soltero, de buen bien económico y que llevaba saliendo con él cerca de 6 meses, que conocía su historia de ella, de su separación y en especial, sobre mi existencia, que le había aconsejado que yo al tener ya una edad que podría entender las cosas, sobre todo, que el viaje a la playa era la excusa perfecta para poder integrarse con nosotros.
Escuché como un autómata todo lo que me decía y fue en eso cuando le pregunté qué porque se regresó, si el al final el viaje era para ellos dos, respondiéndome que no se sentía a gusto estando sola, sin mi compañía y que cuando le comentó a su pretendiente lo que había pasado entre los dos, este ingeniero le dije que se olvidará de mí y que ahora pensará ella en sí misma. Cuando le pregunté que le había respondido, me contestó que le dio una cachetada, terminaron su entendimiento y que regresaba a la casa, pero al no encontrar vuelos disponibles, pasó la noche en un hotel y ni bien amaneció, consiguió el primer viaje de la mañana.
Yo no respondí a todo lo que me contó y solo la miraba fijamente. Tras secarse sus lágrimas, nos pusimos a cocinar, en especial, a seguir con nuestra rutina. Observe que los días posteriores, mamá seguía con la pena encima, yo trataba de acercarme más y evitar que se consuma en la pena. Ella me agradecía con abrazos y besos bien cariñosos, pero al tener contacto con su piel, sentía mis hormonas revolverse, y pensando en ella más que como mamá, desearla como hembra.
Casi por terminar febrero y sabiendo que en la primera semana de marzo yo volvía a clases en el instituto, mamá me dio otra sorpresa. En su trabajo había pedido unos días de descanso y que esta vez los dos nos íbamos a la playa juntos. Yo no me emocioné tanto, pero al final cuando vi los pasajes y todo el tour a Mancora, no pude evitar mi emoción y tras encargar la casa, con un familiar nuestro, nos fuimos a disfrutar de este viaje relámpago.
Tras casi 8 horas de viaje en el bus, llegamos a Máncora y nos fuimos a registrarnos al hotel, era un sitio muy bonito, pero había un problema. Solo había una habitación disponible y con cama matrimonial. Ella me preguntó si no tenía problemas en compartir la misma cama y le dije que no, pero que se sentía algo raro, ya que yo me separé de su regazo desde los 8 años y rara vez dormíamos juntos. Habíamos acordado dormir ambos en la cama, pero dándonos la espalda y uno en cada extremo de la cama.
Al día siguiente fuimos a una tienda de trajes de baño, cada uno busco el de su gusto personal, luego regresamos al hotel a cambiarnos.
- Vamos a tomar el sol a la playa.
Después de un día relativamente normal, donde paseamos en motos acuáticas, divisamos el balneario de las tortugas, algunos bonitos lugares entre otras cosas, regresamos al hotel. La noche pasó normal con excepción de mi excitación, la imagen de mi madre, con ese biquini amarillo en todo el día. no me permitía conciliar el sueño, sus senos que, estaban a centímetros de mí, no dejaban de ser algo prohibido, una modesta imitación de la fruta del Edén.
A la mañana siguiente, después de desayunar, teníamos un recorrido casi para llegar a la frontera con el Ecuador. Mamá se metió al baño y salió con un bikini diferente, pero parecido al anterior.
- ¿Qué te parece el bikini qué llevo hoy?
- Te ves espectacular, es muy bonito.
- ¿No te molesta que me vean así en la playa?
- No, para nada, estamos en una playa, es lo más normal.
Comenzamos con nuestro circuito por todos los lugares. Conocimos algunas playas más bonitas y cerca de la una de la tarde, llegamos a la playa de Punta Sal, el lugar más visitado por los turistas y al recorrer la zona, conocimos la casa del ex presidente Toledo.
Nos echamos a descansar y a tomar del sol, en eso le preguntó a mi madre si no le gustaba echarle bronceador, debido al excesivo calor que hacía.
- Si, muy buena idea. Échame por favor.
El traje de baño de esta ocasión era más pequeño que el anterior, prácticamente solo tapaba los pezones y el monte de venus, la parte trasera parecía tanga, pero era un brasileño de nueva cuenta. Sin duda semejante atuendo, estaba dándome un calor más tórrido en las hormonas.
- Pero mamá ¿qué hermosa estas?.
- ¿En verdad te parece?
- Por supuesto que sí, lástima, que seas mi madre
-¿Por qué lástima que soy tu mamá? ¿Qué estás pensando?
- Muchas cosas que te gustarían.
Mamá me lanzó una grosería, pero luego se calmó. No hubo respuesta, después de un rato acostados, liberé una de mis manos y solté lentamente el sujetador de mamá, no se dio cuenta, continúe con el calzón del bikini, de igual manera no se dio cuenta, pero cuando iba a soltar el cordón del otro lado se dio cuenta y levanto el costado como queriendo esquivar mi mano, haciendo que callera la parte frontal del bikini tanto del calzoncito como del sujetador.
- ¿Qué haces, porque intentas quitarme el biquini?
El tono de su voz era de total intriga. Yo tomé un tono más coqueto.
- Para que estés más cómoda y más relajada.
- Si, pero ¿también la parte de abajo del biquini?
- Si
Nuevamente estábamos solos recostados uno a lado del otro, pero en esta ocasión de una vez desate su biquini y nuevamente pase mi mano por sus nalgas destapándolas, en esta ocasión volteó a verme, pero sin decir nada.
- ¿Oye y que te dio por usar esa prenda?
- Pues nada, solo que me gustaron y me parecen más cómodos para relajarme.
La verdad quería que ella me despejase de las dudas, así que era el momento de hablar de ciertas cosas que a ella siempre le fueron muy tabús.
- Ahorita que estamos en total confianza mamá, te puedo preguntar ¿durante todo este tiempo, te has sentido sola, no extrañas estar con alguien?
- ¿y ahora porque esa duda?
- No lo sé, solo me vino a la mente, en especial, lo que pasó entre mi papá y ese ingeniero de hace algunos días.
- Te soy sincera, desde que me separé, tuve muchos pretendientes, pero después de tu padre, no tuve a nadie más, hasta que llegó mi amigo, pero ya sabes lo que pasó. Y de hecho perdóname, que nunca te haya contado ciertas cosas mías y que yo también no te haya preguntado si conociste a alguna chica, si tuviste relaciones. Espero me sepas comprender y a la vez que me perdones por haber puesto una barrera intocable entre los dos.
Mamá comenzó a llorar, decidí no quitarle el biquini, la abracé y le dije que no era mi intención abrir heridas del pasado, pero me dijo que no pasaba nada, que siguiéramos divirtiéndonos que solo faltaban pocos días para que nuestro tour terminara. Yo asentí que siguiéramos con la diversión.
El día terminó y llegamos al hotel. Tras ducharme primero, Salí y no estaba ella. La busqué y vi estaba en el bar del hotel, tomando una cuba libre. Me acerqué y empezamos a brindar los dos.
La noche transcurría y en varias ocasiones, se le acercaban muchos tipos a querer sacarla a bailar, invitarles tragos, etc. Ella no les hacía caso, incluso yo me puso agresivo con uno de ellos que se puso terco con mamá. Tras casi un buen rato bebiendo, regresamos a nuestra habitación.
Al ingresar, mi madre estaba algo mareada, casi ni de pie podía mantenerse, en eso ella me decía que me quería mucho, que ya era todo un hombre y otros halagos. Yo solo sonreía y cuando se sentó en la esquina de la cama, me pidió que la besara:
- Vamos mi amor ¡Dame un beso!
Comencé a besarla de una forma muy tranquila. Si bien no había tenido muchas enamoradas, pero las que tuve y besé, ninguna llegó a quejarse de mis ósculos. Ahora era mamá quien me besaba, pero después de algunos segundos, comenzó a besarme con más fuerza, pidiéndome que no la deje sola.
- ¿Comprendes que también soy mujer? Necesito de un hombre que me haga sentir amada, deseada. Alguien con quien compartir mi lecho cada noche.
Sus palabras eran como ambrosía lujuriosa para mi cuerpo. Ella siguió hablando.
- ¿y ahora qué? Ya sabes que tu madre necesita hombre ¿y ahora que vas a hacer?
Volví a comerle la boca y a masturbarle, sus manos rodearon mi cuello, sus gemidos eran indescriptibles.
- ¡Sí mi vida, mi amor! ¡Que rico, sigue así!
De ella salieron una cantidad de fluidos y su vagina comenzaba a dilatarse a un ritmo desenfrenado, aprisionaba dos de mis dedos que estaban dentro de ella dándome a enterar de su primer orgasmo.
Rápidamente me quité la ropa de verano, al igual que a ella le quité el vestido de una sola pieza y la ropa interior, hasta dejarla completamente desnuda. Me eché entre sus piernas, le empecé a comer la vulva, a un ritmo desenfrenado.
- ¡Si mi amor!… ¡así mi vida, que rico!
Mi madre se aprisionó en un nuevo orgasmo.
- Ya no aguanto amor, ¡HAZME TUYA AHORA! ¡QUIERO QUE TÚ SEAS MI HOMBRE!, ¡QUIERO QUE TÚ ME LLENES TODAS LAS NOCHES, QUIERO QUE SEAS EL MACHO QUE BUSCABA!
Rápidamente guie mi pene con la mano a la entrada de su vagina, de un empujón le metí bien adentro. No había remordimientos, ni vuelta atrás. Después de 2 años sin tener sexo, ahora tenía penetrada a una mujer y esa era mi madre.
Estuvimos primero en la pose del misionero, sintiendo como su cálida conchita, me llenaba la pichula de sus flujos, lo que permitía entrar y salir muy rápido. Tras estar así unos minutos, me volteé espaldas encima del colchón y ella no tardó en sentarse sobre mi pene, quien comenzó a cabalgar como un jinete y yo a embestirle rápidamente. Gemía con una intensidad con cada penetración. Después de un largo rato mi respiración se volvió agitada.
- ¡NO TE CORRAS MI AMOR! RESISTE UN POCO MÁS.
De pronto sentí como los espasmos vaginales de mi madre me exprimían el pene. Fue un orgasmo tan rico, que ni siquiera una chibola de mi edad, podía superar o igualar.
Nos quedamos acostados un rato más sobre el colchón, pero esta vez desnudos y abrazados de forma entrelazadas, estuvimos platicando, sobre lo que sería nuestra vida en adelante.
Nos bañamos juntos cada que podía le tocaba las tetas, el culo o cualquier parte de su bello cuerpo. En cuanto terminamos ella salió primero y yo terminaba de enjuagarme.
Me sequé en el baño y decidí salir sin ropa y ponérmela en la habitación, total ya no tenía nada que ocultar nada entre los dos.
Una vez frente a frente, nos empezamos a besar nuevamente, con mucho más placer.
La acosté en la cama y metí dos dedos en su vagina, sus gemidos los pudiera comparar con los de una actriz porno.
- ¡¡SIII, SII, HAA, QUE RICO MI AMOR!!.
Sus gritos eran una verdadera sinfonía de placer, que estoy seguro que la mayoría de los huéspedes del hotel, lo escucharon y empezaran a fantasear.
Nuestras bocas y lengua parecían luchar una contra la otra, mis dedos parecían tratar de entrar cada vez más dentro de su rica conchita, a la vez que ella con ayuda de sus piernas elevaba sus nalgas, baje a sus tetas, comenzando a acariciarlas como si fuera una masa de pastel o parecido, mordía y succionaba la otra.
- “MAMÁ, QUIERES PONERTE EN CUATRO”.
Ordené en un tono de voz autoritario, por lo cual ella elevó las nalgas para penetrarla, pero antes de ello, le di unas nalgadas y esos golpecitos provocaba que su gemido me excitaba aún más, parecíamos filmar una escena porno.
- ¡¡OH SI PAPI!! ¡¡VAMOS DESPACIO, NUNCA ME HAN PENETRADO DE PERRITO!!
Introduje mi pichula a la vagina ya hinchada de mi madre, ver que de sus labios vaginales que aparentaban ser de una adolescente virgen, escurrían sus jugos me excito como nunca en mi vida, No podía creer que mi madre, en el fondo, despertará semejante lujuria retenida.
Tanto sería la excitación de tener penetrada a mi madre, que terminaron haciendo que me corriera rápido, llenándola de semen otra vez en su interior.
Mamá un poco respiró, pero después de algunos minutos y cuando yo quería ir al baño a limpiarme, ella me tomo del brazo diciéndome.
- ¡¡Ven aquí mi rey!!.
Agarro mi pinga, se lo metió a la boca y con la mirada clavada en mí, empezó a la mejor mamada de mi vida, mis testículos y pene recibían un masaje bucal, que jamás podría olvidar. Sinceramente por sus acciones y, sobre todo, su arrechura emitida, hicieron que creyera que llevaba mucho tiempo sin una compañía masculina. Que suerte para mí que ese ingeniero, no se me adelantó en liberar ese placer retenido de mi progenitora, un placer que ahora yo disfrutaba.
Tras casi unos minutos de intensa felación, recuperé la dureza de mi pichula. Esta vez la voltee y comencé a comerle el culo de una manera tan alocada, que la cara de ella era digna de comparar con las de Mía Khalifa o Alexis Amore.
Llevando la mezcla de sus jugos y mi esperma hasta ese hoyito virgen, le fui clavando poco a poco mi pene, hasta que di un empujón que ella recibió con un grito que confirmaba que su ano era por primera vez desvirgado. Sus gritos de dolor inundaban la habitación, dolor que poco a poco se convirtió en placer intenso.
Mientras mi madre era penetrada como una perrita por un macho, use mis manos para acariciarle las tetas. Tras 10 minutos de intenso placer, exploté llenando las entrañas de mi madre de mi esperma. Esta vez no pude mantenerme en pie y me tiré en la cama desfallecido. Mamá se tocó con un dedo el culito y al sentir mi leche, junto a sus olores anales, sonrió y echándose a mi lado, comentó:
- Te amo hijo, me acabas de hacer la mujer más feliz del mundo.
Nos volvimos a acariciar entrelazados, hasta que el sueño nos ganó. Casi en todo el día permanecimos en la habitación, a seguir disfrutando de nuestros cuerpos.
El último día de nuestro viaje, solo nos dio tiempo de desayunar y nos volvimos al aeropuerto, no sin antes tomarnos una foto desnudos en la habitación. Cuando salimos el botones y el recepcionista no dejaban de morderse la boca, mirando el jean blanco muy apretado con el que salía mamá del hotel.
Regresamos a nuestra ciudad y directo a nuestra casa. Una vez allí, volvimos a dar rienda suelta a nuestro placer.
Desde ese día las cosas cambiaron. Mamá dejó de ver un tiempo a sus amigas, yo ya no salía con algunas chicocas que conocí y en especial, el pobre ingeniero quiso reconquistar a mi madre nuevamente, pero ella le dijo que ya había conocido a otro señor y que ahora la hacía muy feliz. Por supuesto si supiera que soy yo ese susodicho hombre, el pobre idiota se cae de espaldas.
Sin duda, fueron unas vacaciones de verano, que hasta hoy ambos recordamos cada noche en nuestra cama matrimonial.
1 comentarios - Un verano con mamá