lunes, 8 de marzo, siendo las cero y treinta minutos, no logro avanzar mucho en la lectura de En busca del tiempo perdido, estoy estancado en eso desde enero ;tampoco cumplo a cabalidad las lecturas básicas de los dos cursos que veo actualmente en la universidad. Mientras, con retraso y ya un poco de sueño, resuelvo un taller comprensivo sobre el Ariel de Rodó, pienso: quiero es hacerme una paja viendo un culo bien rico.
Desconectado por completo de la lectura y de la elaboración de las respuestas al taller, evado mis deberes con un mentiroso “me la sé pero que pereza escribir todo eso”. Me empieza a ganar la batalla el sueño y la pesadez. Somnoliento, considero que puedo hacer el taller rápido y fácilmente en cualquier otro rato, por ahora deseo acostarme. Me levanto con una reflexión sobre la relación que tiene "la juventud", entendida como el motor de los procesos evolutivos de las sociedades, con la categoría de raza. Y es que la primera se tipifica con los caracteres de un modelo de civilización, la griega, la cual se erige arquetípicamente en Latinoamérica.
Justo en ese momento estiro mi cuerpo en una contracción levantando la pelvis, y de pronto al tocarme la verga, viene a mi cabeza, tu imagen de rodillas en la cama levantando el culo y arqueando tu espalda. Tu cara de costado y tus brazos aferrados al suelo de la cama, tu ojos entre abiertos, el cabello rebrujado, y yo contemplando las curvas que dibuja tu espalda pronunciadas por el ancho de tus caderas. Me agarro fuerte de esas caderas mientras te meto el pene fuerte pero despacio, desde la punta del glande hasta el fondo, y me detengo en ese fondo como queriendo hundir los huevos. Entre tanto mi atención se desplaza más abajo, ahora me deleita tu culo enorme, perfectamente tajado, el cual abro con mis manos para enloquecer viendo tu húmeda vagina recibir mi pene; tu cerrado y pequeño ano, sugiriéndose.
Quiero airearme un poco. Me levanto, orino, camino de paseo por el jardín unos segundos para disipar el Sueño que me llega. Como estoy totalmente duro voy al baño, frente al espejo veo mi sexo, lo toco, y Kama potencia su hechizo sobre mí. Me recuesto sobre el sofá, reflexiono ahora sobre mi naturaleza caliente: un saco de pasiones. Por medio del recuerdo, en mi imaginación se apertura el éxtasis de tener un cuerpo encima, sobre mí, en pleno coito: la imagen de mi novia haciéndome el amor. Pienso en lo caliente que estoy, me pregunto por qué. Y reflexiono nuevamente sobre mi naturaleza.
Encuentro respuesta parcial en mis parientes, mi ascendencia que no linaje. Mi padre: un total empedernido del porno, pervertido en sentido lato y superficial, mirón de todo culo cuanto se le atraviesa en la calle, frecuentador de putas, cómplice de la explotación sexual femenina y sumiso servidor del dios del deseo. Mi madre: al mismo nivel aunque en su condición de mujer, gustosa del porno, del sexo diario, de chuparlo y de mirarlo abiertamente con picardía y gozo, intentando descifrar que tan grande está, o en su defecto hasta preguntando. Y ni que decir de su madre, o sea la abuela, y también sus hermanas, es decir mis tías de segundo grado . Ha! como olvidar todas esas noches que en sus reuniones familiares, solas entre hermanas, se calentaban sentadas frente a la pantalla viendo porno hasta el amanecer. Imaginando esas vergas sobre ellas y humedeciendo sus vaginas. Mis primos paternos, ¡porno nuevamente!. Porno por todas partes, los tíos también. Hoy nadie ni ninguna se salva del porno y sus modelos y arquetipos de lo que el sexo debe ser.
Vuelve la imagen aún fuerte y vivaz del hermoso culo de mi novia y sus anchas caderas. Son tan grandes sus caderas y tan apetitosa su carne. Casi logro sentirla dando saltos sobre mi delgado miembro, todo cubierto, lleno y saciado: succionado y en subsunción. La imagen se mueve a una vista de cuerpo entera, empieza desde ese tatuaje mágico místico que te corona la espalda, hacia la redondez de esas nalgas bien llenas, perfectamente tajadas; tus piernas anchas perfectamente acordes. Ahora estás parada de espaldas, inclinando levemente el culo,dispuesta a ser penetrada. Me acerco lentamente sin dejar de admirar tu cuerpo, y me deleita ese olor a naranja dulce en el fondo de tu sexo... Con ambas manos abro tu sexo, quejándote por la brusquedad gimes, y me dices que despacio, yo solo busco con mi palanca dura el ingreso a la húmeda, caliente y apretada penetración.
Ya casi termino, la cabeza y el corazón me bombean fuerte. Los labios y la boca adormecidos, casi estoy derrotado. Pero antes, me digo: como desearía a alguien que sea tan caliente como yo: que quiera pene a toda hora, en cada momento, cualquiera sea el lugar, en público, ríos, montañas, almacenes, vistieres, cines, parqueaderos... Alguien con quien pueda expresar libremente este desenfreno de mis sentidos y pasiones. Vuelve tu imagen, igual de intensa, está vez en cuatro y de cucharita, pasa por mi cabeza intermitentemente rápido, veloz, vertiginoso en cuatro, de cuchara, en cuatro. Suspiro...exhalo... pero que va, si apenas y puedo con tu enormidad.
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