Hola a todos, soy Sandra, la Zángana, algunos ya me conocen por otros relatos publicados en la web, tengo 35 años cumplidos, casada, sin hijos, 1,60 metros de estatura, 57 kilogramos, unas tetas medianas, un culo redondito y pequeño, esta vez quiero contar a ustedes, una sorpresa que me llevé en la despedida de año 2019, en un hotel campestre de la ciudad de San Gil, Colombia.
La empresa donde labora mi esposo, como estímulo a sus trabajadores alquiló y organizó para el día viernes 27 de diciembre de 2019 una fiesta, a la cual solo podían asistir los empleados y su cónyuge, solteros iban solos o con una persona invitada, nada de hijos, todos deberíamos estar esa fecha en el loby del hotel para la respectiva confirmación, registro, entrega de manillas para control de la administración y organización del evento.
Todo transcurría normal, coctel, tragos, cerveza, cena, orquesta y baile, mi esposo es poco bebedor, se embriaga con facilidad, ese aspecto lo lleva a ser un tanto precavido en ese aspecto, ese grupo de compañeros es muy especial, muy unidos, por ende, trago viene, trago va, abrazos, agradecimientos, todo según lo planeado.
A eso de las 3 de la madrugada, algunos ya se habían ido a dormir, mi esposo estaba bien tomado, casi no se le entendía lo que hablaba ni se podía sostener de pies por sí solo, opté por llevarlo a nuestra habitación asignada, la cual quedaba en un ala alejada, muy oscura, pero, muy agradable para descansar.
Con la ayuda de uno de sus compañeros llevamos a mi esposo, me lo ayudaron a recostar en la cama, esperó a que lo empijamara colocándole una pantaloneta para descansar, allí el clima es muy agradable para dormir sin nada puesto y salió de la habitación, ya solos, me quité mi minifalda negra, bien corta, blusa blanca con encajes y una chaqueta negra, eso rodó al suelo, quedando en sola tanga y brasier, los cuales también tiré a un lado, allí el clima es bien caliente, no se usan cobijas, solo una sábana, si se desea.
Mi esposo quedó o siguió dormido enseguida, me duché para dormir más relajada, me acosté a recordar los pasajes de la fiesta, a imaginar a los amigos de mi esposo, especial con aquellos a quienes tengo entre mis contactos y amigos en mis redes sociales, era un compromiso de antemano que allí todos seríamos cordiales, pero, nada de intimidades con ellos delante de mi esposo.
Apagué el televisor, me dispuse a dormir, cuando sentí que alguien abría la puerta, se acercaba a mi cama, yo no veía nada, solo escuchaba un shiiiit, no grites, no digas nada. Quedé fría y pasmada. ¿Quién sería ese desconocido y asaltante nocturno? Llegó hasta mí y me rodeó con sus brazos, los que sentí muy fuertes, no te conozco, dijo es verdad no me conoces, pero estuve pendiente de ti en la fiesta, se negaba a que prendiera la luz, tampoco hacía caso de que mi esposo estuviera tendido en la cama a mi lado, aunque borracho, podía despertar en cualquier momento.
Sabía que forcejar en esa situación sería un trabajo perdido, gritar solo formaría un escándalo y murmuraciones para toda la vida, en la empresa especialmente y obviamente mi esposo sería el centro de burlas. Qué quieres, le dije, solo besarte, nada más, que me regales un beso de esa boquita dulce y apasionada que tienes, cómo se te ocurre, eres un perfecto desconocido, vete o grito auxilio. No lo hagas, todos perderíamos algo.
En eso tenía mucha razón, bueno, ¿si te doy ese beso te vas? como pude le di un beso, como de amigos, me gritó así no, un beso de pasión, con ganas, ahora son tres besos, está bien, pero te vas, me dispuse a recibir ese beso, nuestras bocas se juntaron, los labios se movían en forma circular, nuestras lenguas jugaban a cambiar de boca, me estremecía de emoción aquel espectáculo, que rico, exclamó, dichoso tu esposo con esa delicia todos los días, volvió a besarme con igual o más pasión, yo le correspondí pues ya estaba encendida, me hizo levantar de la cama, quedamos parados de pie, ahí pude notar que era corpulento, 180 o 190 de estatura, contra 160 escasos, no tenía oportunidad de escapar.
No sé cuánto tiempo duramos besándonos, perdí la cuenta, al igual que perdí la noción del tiempo, yo estaba en pantaloneta y una camiseta delgada, sin brasier, me sacó mi camiseta y se dirigió a coger mis tetas, las que le cupieron en sus grandes manos, las apretaba con firmeza pero con suavidad, se las metía a la boca, alternándolas, mis manos solo atinaban a coger sus manos para sostenerme en esa oscuridad, me jaló hacía su cuerpo, hizo que le ayudara a quitar sus ropas, una camiseta sin mangas y una pantaloneta, me agarró una de mis manos y la puso en su vergota, se me hizo inmensa, de unos 30 centímetros, me estremecí de las sensaciones de tener ese tolete dentro de mí, mientras lo pajeaba revisaba haber tenido o haber visto una verga así, no la hay, eso me tranquilizó , pero no restó mi interés.
Ya totalmente desnudos, con una de sus manos rodeó mi cintura y con la otra cogió una de mis piernas levantándome como un muñeco, aterricé en su cintura, de una su verga se dirigió a buscar mi agujero para llenarlo con esa serpiente que estaba más dura que un trozo de palo, la fue deslizando lentamente, me mojaba de la emoción de empezar a sentir esa sensación de penetración, hasta que mis labios vaginales chocaron contra su pubis y huevas, empezó el sube y baja, por momentos se metía una de mis tetas en la boca y chupaba un poco.
Me bajó e hizo que me volteara, apoyando mis manos en la cama, ofreciéndole mis nalgas a un extraño, mientras escuchaba a mi esposo roncar y tirarse gases, eso no era óbice para que ese extraño se detuviera en su asalto contra mi humanidad, me bombeaba con firmeza, esa verga muy bien amaestrada, bien parada y firme como militar en desfile.
¿Quieres mamar mi verga? Me dijo el descarado extraño, pues ya entrados en gastos, me volteé, me agaché y empecé a disfrutar esa enorme palanca de carne, la metía y sacaba a mi antojo, trataba de que me llegara lo más profundo pero era imposible, él me tenía tomada con sus manos por la parte trasera de mi cabeza y ayudaba a impulsar su cuerpo contra mí, cada vez que esa verga iba para mi garganta, me hizo coger confianza y de repente hizo todo su esfuerzo con cuerpo y manos, me hizo tragar totalmente esa verga, la cual quedó encajonada perfectamente en mi garganta, seguramente llegó hasta mi estómago, no pude gritar ni hacer nada, no podía ni respirar, me apretaba contra su cuerpo para evitar mi escape, por fin un respiro, mis ojos brotaban lágrimas, mi nariz, echaba moco, por poco pierdo el sentido, no seas así, le dije suavemente, seguí mamando su enorme verga, de vez en cuando trataba de hacer la misma jugada, pero, yo estaba preparada y me la metía hasta donde tuviera control de mi respiración, eso sí cada vez más profundo.
Me recostó en la cama al lado de mi esposo y se me echó encima, lamió un poco mi raja con su lengua fuerte y dura como su pene, luego se dejó caer encima de mí, que pesado eres, me espichas, me ahogas le dije, entonces se apoyó con sus manos y levantó un poco su cuerpo, empezó a penetrarme en la posición favorita de mi esposo, estilo misionero que llaman, ese vaivén hacía mover la cama, mi esposo parecía estar siendo arrullado en ese momento, así me lo imaginaba, cuando se empezó a alterar su respiración supe que ese volcán se venía, que su semen iba a ser depositado en mi humanidad, le dije, rápido, sácalo, demasiado tarde, sentí entre mis piernas, pelvis, estómago, tetas y mi cara muchas gotas de leche, las cuales empecé a untar junto con mi sudor por todo mi cuerpo, él permanecía arrodillado entre mis piernas, gateó hasta mis hombros, metiéndome su verga más flácida entre mi boca, la succioné un rato, la saqué de mi boca y le dije vete, ya lograste más de lo que querías, quién eres, insistí. Un admirador tuyo, ahora soy tu fans, los seguí cuando venias con tu esposo en hombros y planee todo.
No sé cómo hizo para buscar entre la oscuridad su ropa y salir de la habitación, solo cuando atravesó la puerta pude ver una figura alta, corpulenta, de apariencia de color moreno, se volteó y me mandó un beso con su mano, lo pude ver en la contraluz de la puerta.
Prendí el televisor, mi esposo seguía privado en esa cama, toqué mi sexo y estaba inundado de jugos y semen, mi piel empezaba a estirar debido al semen seco en mí, me fui a dar un baño, eso sí aseguré con llave esa puerta, no más sorpresitas por esta noche, me acomodé al lado de mi esposo, con una de mis manos le agarré su verga que también estaba dormida. Así amanecimos, cuando abrió los ojos me dijo, ¿qué tal noche? No me lo vas a creer, llegó un tipo y me hizo el amor en la oscuridad mientras tú dormías profundo, mentirosa, sueñe, ambos soltamos la risa como niños pequeños. Nos arreglamos y salimos a buscar desayuno.
Mis ojos parecían cámaras espías, barriendo todos los alrededores, escudriñando a cada hombre que deambulaba por ahí, nada, ninguno se asemejaba al gigante que me había accedido en la oscuridad, optamos por quedarnos ese día por solicitud mía, entenderán por qué.
Nos fuimos a la piscina a disfrutar de la mañana, nada que aparecía mi violador, almorzamos y nada, perdía mis esperanzas cuando a eso de las tres de la tarde, llegó una figura que se me hizo familiar, ¿será o no será? Claro que era, se acercó a mi esposo y lo saludó muy amablemente, era uno de sus compañeros de trabajo, dijo haber llegado tarde a la reunión, se detuvo con otros amigos a charlar y departir, pero que nos había visto todo el tiempo, que supo el momento cuando nos fuimos a dormir y todo, a mí no me miraba, eso me confundía, ¿dónde está tu esposa? Vine solo, ella tenía una despedida de soltera inaplazable y se fue con sus amigotas, en la mañana fui a saludar unos familiares, a propósito, tienes una esposa muy hermosa, sensual y provocativa, cuídala mucho o te la roban, maldito, pensé, mi esposo dio las gracias.
Ese día no volvimos a charlar con ese miserable, pero de vez en cuando nuestras miradas se cruzaban como si fueran cómplices de algo, había conocido a mi violador y lo peor era que lo había disfrutado a más no poder. Mi esposo ingenuo a todo eso me dijo, lo voy a invitar a tomar unos tragos a mi casa, organizaré una reunión de amigos y un asado, para el próximo puente festivo, yo tragué saliva y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, algo me pasaba en ese momento.
Iniciando la noche regresamos para nuestra casa y ahí se terminó esa reunión. Una experiencia más, un deleite más, gracias tío Federico, hiciste un trabajo especial en mí desde niña, también pensaba qué ocurriría si mi esposo se enteraba o me sorprendía en esas andanzas, ¿me perdonaría?
Gracias por leer otro de mis relatos, otra historia verdadera, no soy escritora profesional, de ahí que disculpen los errores que encuentren. Soy Sandra, la Zángana.
Dejen sus opiniones, votos y comentarios, trataré de responder, las leeré todas.
La empresa donde labora mi esposo, como estímulo a sus trabajadores alquiló y organizó para el día viernes 27 de diciembre de 2019 una fiesta, a la cual solo podían asistir los empleados y su cónyuge, solteros iban solos o con una persona invitada, nada de hijos, todos deberíamos estar esa fecha en el loby del hotel para la respectiva confirmación, registro, entrega de manillas para control de la administración y organización del evento.
Todo transcurría normal, coctel, tragos, cerveza, cena, orquesta y baile, mi esposo es poco bebedor, se embriaga con facilidad, ese aspecto lo lleva a ser un tanto precavido en ese aspecto, ese grupo de compañeros es muy especial, muy unidos, por ende, trago viene, trago va, abrazos, agradecimientos, todo según lo planeado.
A eso de las 3 de la madrugada, algunos ya se habían ido a dormir, mi esposo estaba bien tomado, casi no se le entendía lo que hablaba ni se podía sostener de pies por sí solo, opté por llevarlo a nuestra habitación asignada, la cual quedaba en un ala alejada, muy oscura, pero, muy agradable para descansar.
Con la ayuda de uno de sus compañeros llevamos a mi esposo, me lo ayudaron a recostar en la cama, esperó a que lo empijamara colocándole una pantaloneta para descansar, allí el clima es muy agradable para dormir sin nada puesto y salió de la habitación, ya solos, me quité mi minifalda negra, bien corta, blusa blanca con encajes y una chaqueta negra, eso rodó al suelo, quedando en sola tanga y brasier, los cuales también tiré a un lado, allí el clima es bien caliente, no se usan cobijas, solo una sábana, si se desea.
Mi esposo quedó o siguió dormido enseguida, me duché para dormir más relajada, me acosté a recordar los pasajes de la fiesta, a imaginar a los amigos de mi esposo, especial con aquellos a quienes tengo entre mis contactos y amigos en mis redes sociales, era un compromiso de antemano que allí todos seríamos cordiales, pero, nada de intimidades con ellos delante de mi esposo.
Apagué el televisor, me dispuse a dormir, cuando sentí que alguien abría la puerta, se acercaba a mi cama, yo no veía nada, solo escuchaba un shiiiit, no grites, no digas nada. Quedé fría y pasmada. ¿Quién sería ese desconocido y asaltante nocturno? Llegó hasta mí y me rodeó con sus brazos, los que sentí muy fuertes, no te conozco, dijo es verdad no me conoces, pero estuve pendiente de ti en la fiesta, se negaba a que prendiera la luz, tampoco hacía caso de que mi esposo estuviera tendido en la cama a mi lado, aunque borracho, podía despertar en cualquier momento.
Sabía que forcejar en esa situación sería un trabajo perdido, gritar solo formaría un escándalo y murmuraciones para toda la vida, en la empresa especialmente y obviamente mi esposo sería el centro de burlas. Qué quieres, le dije, solo besarte, nada más, que me regales un beso de esa boquita dulce y apasionada que tienes, cómo se te ocurre, eres un perfecto desconocido, vete o grito auxilio. No lo hagas, todos perderíamos algo.
En eso tenía mucha razón, bueno, ¿si te doy ese beso te vas? como pude le di un beso, como de amigos, me gritó así no, un beso de pasión, con ganas, ahora son tres besos, está bien, pero te vas, me dispuse a recibir ese beso, nuestras bocas se juntaron, los labios se movían en forma circular, nuestras lenguas jugaban a cambiar de boca, me estremecía de emoción aquel espectáculo, que rico, exclamó, dichoso tu esposo con esa delicia todos los días, volvió a besarme con igual o más pasión, yo le correspondí pues ya estaba encendida, me hizo levantar de la cama, quedamos parados de pie, ahí pude notar que era corpulento, 180 o 190 de estatura, contra 160 escasos, no tenía oportunidad de escapar.
No sé cuánto tiempo duramos besándonos, perdí la cuenta, al igual que perdí la noción del tiempo, yo estaba en pantaloneta y una camiseta delgada, sin brasier, me sacó mi camiseta y se dirigió a coger mis tetas, las que le cupieron en sus grandes manos, las apretaba con firmeza pero con suavidad, se las metía a la boca, alternándolas, mis manos solo atinaban a coger sus manos para sostenerme en esa oscuridad, me jaló hacía su cuerpo, hizo que le ayudara a quitar sus ropas, una camiseta sin mangas y una pantaloneta, me agarró una de mis manos y la puso en su vergota, se me hizo inmensa, de unos 30 centímetros, me estremecí de las sensaciones de tener ese tolete dentro de mí, mientras lo pajeaba revisaba haber tenido o haber visto una verga así, no la hay, eso me tranquilizó , pero no restó mi interés.
Ya totalmente desnudos, con una de sus manos rodeó mi cintura y con la otra cogió una de mis piernas levantándome como un muñeco, aterricé en su cintura, de una su verga se dirigió a buscar mi agujero para llenarlo con esa serpiente que estaba más dura que un trozo de palo, la fue deslizando lentamente, me mojaba de la emoción de empezar a sentir esa sensación de penetración, hasta que mis labios vaginales chocaron contra su pubis y huevas, empezó el sube y baja, por momentos se metía una de mis tetas en la boca y chupaba un poco.
Me bajó e hizo que me volteara, apoyando mis manos en la cama, ofreciéndole mis nalgas a un extraño, mientras escuchaba a mi esposo roncar y tirarse gases, eso no era óbice para que ese extraño se detuviera en su asalto contra mi humanidad, me bombeaba con firmeza, esa verga muy bien amaestrada, bien parada y firme como militar en desfile.
¿Quieres mamar mi verga? Me dijo el descarado extraño, pues ya entrados en gastos, me volteé, me agaché y empecé a disfrutar esa enorme palanca de carne, la metía y sacaba a mi antojo, trataba de que me llegara lo más profundo pero era imposible, él me tenía tomada con sus manos por la parte trasera de mi cabeza y ayudaba a impulsar su cuerpo contra mí, cada vez que esa verga iba para mi garganta, me hizo coger confianza y de repente hizo todo su esfuerzo con cuerpo y manos, me hizo tragar totalmente esa verga, la cual quedó encajonada perfectamente en mi garganta, seguramente llegó hasta mi estómago, no pude gritar ni hacer nada, no podía ni respirar, me apretaba contra su cuerpo para evitar mi escape, por fin un respiro, mis ojos brotaban lágrimas, mi nariz, echaba moco, por poco pierdo el sentido, no seas así, le dije suavemente, seguí mamando su enorme verga, de vez en cuando trataba de hacer la misma jugada, pero, yo estaba preparada y me la metía hasta donde tuviera control de mi respiración, eso sí cada vez más profundo.
Me recostó en la cama al lado de mi esposo y se me echó encima, lamió un poco mi raja con su lengua fuerte y dura como su pene, luego se dejó caer encima de mí, que pesado eres, me espichas, me ahogas le dije, entonces se apoyó con sus manos y levantó un poco su cuerpo, empezó a penetrarme en la posición favorita de mi esposo, estilo misionero que llaman, ese vaivén hacía mover la cama, mi esposo parecía estar siendo arrullado en ese momento, así me lo imaginaba, cuando se empezó a alterar su respiración supe que ese volcán se venía, que su semen iba a ser depositado en mi humanidad, le dije, rápido, sácalo, demasiado tarde, sentí entre mis piernas, pelvis, estómago, tetas y mi cara muchas gotas de leche, las cuales empecé a untar junto con mi sudor por todo mi cuerpo, él permanecía arrodillado entre mis piernas, gateó hasta mis hombros, metiéndome su verga más flácida entre mi boca, la succioné un rato, la saqué de mi boca y le dije vete, ya lograste más de lo que querías, quién eres, insistí. Un admirador tuyo, ahora soy tu fans, los seguí cuando venias con tu esposo en hombros y planee todo.
No sé cómo hizo para buscar entre la oscuridad su ropa y salir de la habitación, solo cuando atravesó la puerta pude ver una figura alta, corpulenta, de apariencia de color moreno, se volteó y me mandó un beso con su mano, lo pude ver en la contraluz de la puerta.
Prendí el televisor, mi esposo seguía privado en esa cama, toqué mi sexo y estaba inundado de jugos y semen, mi piel empezaba a estirar debido al semen seco en mí, me fui a dar un baño, eso sí aseguré con llave esa puerta, no más sorpresitas por esta noche, me acomodé al lado de mi esposo, con una de mis manos le agarré su verga que también estaba dormida. Así amanecimos, cuando abrió los ojos me dijo, ¿qué tal noche? No me lo vas a creer, llegó un tipo y me hizo el amor en la oscuridad mientras tú dormías profundo, mentirosa, sueñe, ambos soltamos la risa como niños pequeños. Nos arreglamos y salimos a buscar desayuno.
Mis ojos parecían cámaras espías, barriendo todos los alrededores, escudriñando a cada hombre que deambulaba por ahí, nada, ninguno se asemejaba al gigante que me había accedido en la oscuridad, optamos por quedarnos ese día por solicitud mía, entenderán por qué.
Nos fuimos a la piscina a disfrutar de la mañana, nada que aparecía mi violador, almorzamos y nada, perdía mis esperanzas cuando a eso de las tres de la tarde, llegó una figura que se me hizo familiar, ¿será o no será? Claro que era, se acercó a mi esposo y lo saludó muy amablemente, era uno de sus compañeros de trabajo, dijo haber llegado tarde a la reunión, se detuvo con otros amigos a charlar y departir, pero que nos había visto todo el tiempo, que supo el momento cuando nos fuimos a dormir y todo, a mí no me miraba, eso me confundía, ¿dónde está tu esposa? Vine solo, ella tenía una despedida de soltera inaplazable y se fue con sus amigotas, en la mañana fui a saludar unos familiares, a propósito, tienes una esposa muy hermosa, sensual y provocativa, cuídala mucho o te la roban, maldito, pensé, mi esposo dio las gracias.
Ese día no volvimos a charlar con ese miserable, pero de vez en cuando nuestras miradas se cruzaban como si fueran cómplices de algo, había conocido a mi violador y lo peor era que lo había disfrutado a más no poder. Mi esposo ingenuo a todo eso me dijo, lo voy a invitar a tomar unos tragos a mi casa, organizaré una reunión de amigos y un asado, para el próximo puente festivo, yo tragué saliva y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, algo me pasaba en ese momento.
Iniciando la noche regresamos para nuestra casa y ahí se terminó esa reunión. Una experiencia más, un deleite más, gracias tío Federico, hiciste un trabajo especial en mí desde niña, también pensaba qué ocurriría si mi esposo se enteraba o me sorprendía en esas andanzas, ¿me perdonaría?
Gracias por leer otro de mis relatos, otra historia verdadera, no soy escritora profesional, de ahí que disculpen los errores que encuentren. Soy Sandra, la Zángana.
Dejen sus opiniones, votos y comentarios, trataré de responder, las leeré todas.
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