Mi nombre es Santiago. Tengo 25 años. Soy de México, pero por cuestiones de trabajo me tuve que mudar a Canadá. En cuanto a mis padres: mi madre se llama Ana, tiene 42 años y trabaja como estilista. Con respecto a mi padre, él nos abandonó cuando yo tenía 5 años.
Pero bueno, vamos a comenzar con esta real historia de incesto que sucedió el año pasado mientras mi madre y yo nos fuimos de vacaciones. Era enero del 2020 y yo todavía estaba en Canadá. Sin embargo, en unas semanas comenzaban mi vacaciones, y pues decidí regresar a México.
Así que en la noche le marqué a mi mamá para darle la noticia. Eran como las 12 de la noche cuando le hice una vídeollamada (por medio de whatsapp) a mi madre. Pero al parecer, ella ya estaba dormida. Ya que se tardó mucho en contestar.
Sin embargo, una vez que me contestó, me dijo: hola, hijo, ¿todo está bien? Si, madre. Todo está bien, no te preocupes. Sólo te llamaba para decirte que en unas semanas llego a México, le dije algo emocionado.
Entonces ella, que estaba acostada y con la luz del buró encendida, se levantó rápidamente para encender la luz del cuarto y poder platicar a gusto conmigo. Sin embargo, no se dio cuenta que la bata que traía como pijama era muy transparente, y además, se le había salido un poco el pezón derecho.
Yo lo note rápidamente, pero no le dije nada. Ya que aunque mi madre no tiene el pecho más grande del mundo, tiene unos lindos pezones. Y esto lo sé, porque en una ocasión entré a su cuarto mientras ella se cambiaba. Sin embargo, cuando sucedió ese incidente, no me causo ningún tipo de excitación.
Pero ahora que estaba hablando con ella por vídeollamada, me excito un poco verla en su bata transparente, con su pelo un poco alborotado y con un pezón salido. Y es que como mi madre es güera y su pelo es una mezcla entre rubio y negro, pues se veía muy sexy en la pantalla de mi celular.
Pero bueno, una vez que mi madre encendió la luz y se sentó en su cama a platicar conmigo, le comenté que le quería llevar algunas cosas de Canadá. Y ella, como buena madre mexicana, me dijo: tráeme unas lindas sabanas y cortinas para la casa. Y si ves unos jeans y unas botas de las que me gustan, pues tráemelas.
Cabe mencionar en este punto, que ella seguía sin darse cuenta de lo de su pezón. O a lo mejor si se dio cuenta, pero como somos madre e hijo, ella no le vio ningún problema a esa situación. Y en realidad no lo era, porque yo siempre he visto a mi madre con mucho respecto.
Pero en esta ocasión deseaba con todo mi corazón que ella se levantará de la cama para ver si se le transparentaban sus pantis. O en el mejor de lo casos, que no llevará calzón y se le notará su coñito. Me daba un poco de asco pensar así sobre mi madre, pero cada vez que meneaba la cabeza para echarse el cabello hacia atrás, mi polla se ponía súper dura.
En fin, luego de media hora de plática, me despedí de ella. Y luego le dije con mucho cariño: te veo pronto, madre. Te quiero mucho. Te mando un beso. Entonces ella puso su mano en su boca y con un hermoso gesto me regreso el beso.
Una vez que finalicé la llamada, fui al baño a orinar (para que se me bajara la erección) y tomé un poco de papel. Ya sabes, para limpiarme después de masturbarme. Y es que las chichis de mi mamá me dejaron tan excitado, que no iba dormirme sin ver un poco de porno.
Recuerdo que abrí una página de videos y busqué vídeos de madrastas con sus hijos. No quería buscar de madres con sus hijos, ya que me causaba un poco de repulsión. Y aunque sé que todos eso videos de incesto son falsos, aun así no quería verlos.
Pero bueno, al otro día fui a comprar las cosas que le prometí a mi madre. ¿Sabes que fue lo interesante de esto? Que mientras compraba las sabanas y cortinas, en la parte izquierda había una bata negra transparente que más bien parecía un babydoll.
No sabía si era buena idea comprarlo o no. Ya que no sé cómo lo tomaría mi madre a la hora de que se lo diera. Sin embargo, me armé de valor y lo compré. Y lo que más se sorprendió es que venía con un calzón cachetero de regalo.
Y es que déjame decirte que a mí me encantan las mujeres que usan este tipo de calzón. Y aunque mi madre usa pantis del tipo bikini, no paraba de imaginar cómo se vería mi mamá con este calzón cachetero negro-transparente.
Y es que no sé si ya te lo había mencionado, pero mi madre tiene un tremendo culo. Si bien es cierto que no tiene grandes pechos, su culo está de infarto. Incluso, mis amigos siempre me preguntaban que si mi madre se había operado las nalgas, yo les decía que no, que eran naturales.
Bien, una vez pasaron las semanas correspondientes, llegué a casa de mi madre. Toqué el timbre (ya que no traía las llaves de la casa). Y entonces mi madre abrió la puerta. Ella vestía con una falda de mezclilla y una blusa café con tirantes. Se veía muy sexy.
Entonces baje la mochila y abracé a mi mamá. Era un abrazo muy sincero entre madre e hijo. Sin embargo, yo hice algo que nunca había hecho. Y es que tomé la cintura de mi madre, pero con mis manos metidas debajo de su blusa, no sé por qué pero quería sentir la piel de mi mamá.
Ella notó mis manos frías tocando su piel, pero no dijo nada. Solo continuo abrazándome y diciéndome al oído que me extrañó mucho. Yo le decía lo mismo, mientras rozaba mis manos por toda su cintura. Segundo después, nos separamos del abrazo y nos quedamos de frente.
Ella me dio un beso en el cachete, luego tomó una de mis manos y me dijo: ven, siéntate, preparé una de tus comidas favoritas. A lo que yo contesté: ¡Genial! Déjame lavarme las manos y ahorita te ayudo con la mesa.
Unos minutos después, mi madre y yo nos sentamos a comer. Luego ella se paró de su silla para traer unas servilletas de la alacena. Pero como estaban en la parte de arriba, ella no las alcanza. Así que se puso una silla para alcanzarlas.
Yo no podía dejar de ver las hermosas piernas de madre. Incluso me agaché un poco para ver si podía verle un poco su culo. Y aunque realmente me daba asco toda esta situación, no podía dejar de ver a mi madre como a una mujer que me quería follar.
En fin, quité esos pensamientos de mi cabeza y seguí comiendo y platicando con mi madre. Sin embargo, una vez terminamos de comer, mi madre llevo los platos sucios al fregadero, y mientras los lavaba, yo me acerqué por detrás y la abracé fuerte.
Yo no lo hice con mala intención. Es decir, no le quería restregar mi polla en su culo. Sólo quería abrazarla y decirle que la extrañé mucho. Ella no dijo nada, solo tomo mis manos, que estaban sobre su vientre, y las llevó de manera cariñosa junto a su boca y las besó.
Ya en el transcurso de la tarde nos pusimos al día con todo lo ocurrido en mi ausencia. Luego nos sentamos en la sala y nos pusimos a ver a una película. Aunque realmente mi madre quería ver su novela.
En fin, luego llegó la noche y mi madre me dijo que ya se iba a dormir. Yo le dije que me iba quedar otro rato y luego le pregunté qué si podría usar su computadora. Ella me dijo que si, pero que no estaba funcionando bien.
Así que me acerqué a la computadora (que era de escritorio) y luego me puse debajo del mueble para desconectar y conectar algunos cables de la propia computadora. Sin embargo, como necesita un poco de ayuda, le dije a mi madre que si podría venir.
Ella vino y me preguntó que en qué me ayudaba. Yo le dije que se pusiera detrás del mueble y que agarrara un cable. Lo interesante de esto, es que mientras yo estaba en suelo, ella se paró sobre mi cabeza y por unos segundos pude ver sus pantis. Eran de color blanco.
Y aunque ese momento duró muy pocos segundos, porque ella se dio cuenta y se retiró rápidamente. Pude obtener una imagen difusa del coño de mi madre; que por cierto, me sirvió para jalarme la polla esa noche.
Al otro día, ella se levantó con un short azul y una camisa de manga larga. Yo creo que esa fue su pijama. Aunque para ser sincero, yo pensé que se iba poner la bata transparente que traía puesto el día que la llamé por whatsapp. Pero no fue así.
Ya estando en el desayuno, le comenté que me quería ir de vacaciones a una playa. Pero que no quería ir con mis amigos, sino con ella. Entonces ella se sorprendió y luego dijo: te vas a aburrir conmigo, mejor ve con tus amigos e invita algunas amigas.
Pero yo quiero ir contigo, le dije mientras tomaba su mano sobre la mesa. Quiero que te diviertas y que recuperemos el tiempo que como madre e hijo perdimos mientras me fui. Además, tú siempre has querido ir a la playa.
Si, lo sé, hijo. Pero no tengo bikinis y además ya perdí la figura de mi cuerpo - me dijo mi madre un poco decepcionada. Entonces me paré de la silla, me acerqué a ella y le dije: los de los bikinis los compramos allá, en cuanto a tu cuerpo, ¿de qué estás hablando? Tienes un cuerpazo.
No lo sé, Santi. Mejor lleva a un amigo - me dijo ella. Bueno, si no quieres ir, yo tampoco voy- le dije a mi madre. Y luego continúe diciéndole: yo lo que quiero es pasar tiempo contigo, y que mejor que pasar el tiempo divirtiéndonos juntos, ¿no lo crees?
Está bien, hijo – respondió ella. Y lo preguntó, ¿cuándo nos vamos? Ya ahorita – contesté yo – prepara tu maleta y vámonos. Cabe aclarar en este punto, que yo aún no le daba el babydoll que le compré en Canadá, así que lo eché en mi maleta para dárselo allá.
Ya estando en el aeropuerto, nos enteramos que en china se estaba esparciendo un virus. Pero como buenos mexicanos, lo ignoramos. Sin embargo, una vez llegamos a nuestro destino, nos avisan que ya no se estaban rentando cuartos de hotel y que las playas iban a estar cerradas.
Entonces le digo a mi mamá, ¿ahora qué hacemos? A lo que ella responde, déjame ver si puedo convencer a la recepcionista para que nos renté aunque sea un cuarto matrimonial o por lo menos, uno individual.
Por suerte mi madre logró conseguirlo. Así que nos dirigimos al cuarto, y una vez entramos, notamos que había una sola cama, y aunque era del tipo matrimonial, yo le dije a mi mamá, tú te duermes en ella y yo en el piso.
Mi madre dijo: estás loco. Los dos cabemos en la cama. Además, somos madre e hijo. A lo que yo contesté: de acuerdo. Y lo continúe diciéndole, ¿y qué vamos hacer aquí encerrados? No van a abrir las playas.
No te preocupes por eso, hijo. Ya veremos que hacemos – me dijo mi madre, mientras abría la ventana del cuarto. Por mi parte, yo tomé mi maleta y comencé a sacar y acomodar todo lo que traía en ella. Entonces mi madre me dijo, ¿qué te parece si vamos a la alberca?
¡Genial, vamos! Le contesté yo. A lo que ella respondió: si, pero primero vamos a comprar mis trajes de baño, porque no traigo ninguno. Entonces mi madre y yo fuimos a comprar un par de bikinis de playa para ella.
Ya estando en la tienda, mi madre escogió un par de bikinis para probárselos. Yo, por mi parte, solo me estaba imaginando cómo se vería mi madre en el babydoll que le traje. Sin embargo, un grito de ella me saco de mis pensamientos.
Oye, Santiago, ¿en qué tanto estás pensando? Te estoy gritando para que me dijeras cómo se me veían estos bikinis puestos, me dijo mi madre mientras me enseñaba los bikinis que traía en la mano. ¿Cómo? ¿Qué? Balbuce yo. Ya olvídalo, dijo mi madre.
Ya estando en el hotel, mi madre me dijo: voy al baño a ponerme uno de estos bikinis, y luego nos vamos a la alberca, ¿de acuerdo? Muy bien, mamá, contesté yo. Y luego ella desde el baño me preguntó, ¿tú que te vas a poner? Solo un short que traje de Canadá, respondí con un grito.
Unos minutos después, mientras yo estaba en la cama, revisando mi celular. Mi madre salió del baño con su traje de baño puesto. Se veía súper buena. Y aunque su cuerpo ya no era el de una adolescente, todavía se conservaba bien.
¿Qué te parece? Preguntó mi madre. Eh… ¡Wow!... Te ves súper sexy, le dije mientras mis ojos no dejaban de ver su coñito. Y es que se notaba que mi madre no se había depilado, por lo que eso a mí me excito más.
Ay, no digas eso, Santi. Soy tu madre. Sólo te estoy preguntando que si no me veo muy gorda o si mi piel no está muy arrugada. Perdón, mama – dije yo – pero en realidad te queda muy bien ese bikini azul. Solo espero que no se te vaya a desamarrar de tu cintura la parte del calzón.
Ay, no… imagínate – respondió mi madre, mientras se acomodaba su pequeños pechos en su corpiño. Que por cierto, aunque sus chichis no son muy grandes, se veía muy sabrosas en ese bikinazo.
Unos minutos después, mi madre y yo bajamos a la alberca del hotel. Sin embargo, estaba cerrada. Entonces le preguntamos la gerente que si la iban a abrir, pero el contesto que no. Ya que el virus se estaba esparciendo muy rápido, por lo que teníamos que quedarnos en el cuarto sin salir.
Mi madre se decepcionó un poco al escuchar eso. Y yo también. Aunque mi decepción no era por la alberca en sí, sino porque yo quería seguir viviendo a mi mama en su traje de baño, quería ver si cuando se mojará su bikini, se le podría notar sus pezones, o en el mejor caso, se le notará el bulto de pelos en su vagina.
Pero en fin, no se puedo hacer nada. Así que nos regresamos al cuarto. Entonces mi madre me dijo: pues me voy a quitar este traje de baño, pide algo de comer por mientras. Entonces yo le respondí rápidamente, ¿pero por qué te lo vas a quitar? Déjatelo puesto, de todos modos está haciendo un montón de calor.
Es que me pena que tú me veas así, me dijo ella un poco apenada. A lo que yo contesté, pues si soy tu hijo, no un maldito pervertido. Aunque realmente, me moría de ganas por desamarrarle ese bikini y luego meterle toda mi polla.
No me refería a eso, hijo. Solo que ya estoy vieja, y pues no quiero que me veas las estrías que se me están haciendo en mi culo, me dijo mi madre en tono triste. Entonces yo me caminé hacia ella, y luego le dije, ¿pero de qué estás hablando? Tomé su cintura, la giré tantito, y mientras veía su culo, le dije: ya quisieran las jovencitas tener este hermoso culazo. Y cuando apenas se lo iba a tocar, ella se giró rápidamente y me dijo: Santiago, por favor… deja de hablar así del cuerpo de tu madre. Eso es muy inapropiado.
Entonces me alejé de ella, luego me quité la playera que traía y me acosté en la cama. Sin embargo, me había olvidado que me hice un tatuaje en Canadá, por lo que cuando me quite la camisa, mi madre lo vio, y rápidamente ella se sentó al lado de la cama y me dijo: ¿Cuándo te hiciste ese tatuaje? Cuando estaba en Canadá, le dije mientras revisa mi celular.
Entonces ella hizo algo que me excitó mucho. Con una de sus manos tomo mi pecho, que era donde estaba el tatuaje, y lo comenzó a tocar con las yemas de sus dedos. Era como si me estuviera acariciando. Así que mi polla se comenzó a parar. Pero rápidamente la cubrí con una almohada, antes de que ella se diera cuenta.
Posteriormente ella se paró de la cama y me dijo: ¿Qué vas a querer para comer? A lo que yo contesté: una hamburguesa con piña. ¿Y tú qué te vas a pedir? A mí se antoja un pescado a la plancha, dijo ella mientras marcaba por teléfono.
Unos minutos después llegó nuestra orden, y pues nos pusimos a comer. Cabe mencionar en este punto, que mi madre seguía con su bikini puesto. Al parecer, el tema del tatuaje hizo que se olvidará cambiarse. Lo cual yo agradecí mucho. Ya que cada vez que ella me daba la espalda, yo me penetraba con mi mirada esas enormes nalgas.
Ya siendo las 8 de la noche. Mi madre se acostó del lado derecho de la cama y yo en el izquierdo. Y luego nos dispusimos a ver la tele. Mientras ella veía un programa de tv, yo estaba scrolleando en Instagram. Luego deje mi celular en el buró de al lado, y le dije mi mamá que pusiera un película.
Ella acepto la sugerencia y con control remoto se dispuso a buscar una película. Sin embargo, no había ninguna película buena. Así que ella dijo: si quieres ve tú la tele, yo me voy a meter a bañar y luego me voy a dormir.
En eso, ella se paró de la cama y mientras caminaba hacia el baño, yo no podía dejar de verle el culo. Me moría de ganas por meterme a bañar con ella y luego fallármela en la regadera. Sin embargo, quité de mi mente esos pensamientos y me dispuse a ver la tele.
Unos minutos después mi madre me gritó desde el baño, me dijo que se le olvido meter su ropa para vestirse, que si le podía pasar unas pantis de su maleta y una camisa blanca de manga larga. Yo me paré rápidamente de la cama y caminé hacia su maleta, ya estando ahí, tomé una de sus pantis, era un calzón blanco, que no sé por qué lo hice, pero lo olí rápidamente y luego tomé su camisa y pase al baño.
Ahí pude notar la silueta desnuda de mi madre. El vidrio era semitransparente por lo que se alcanzaba a notar la figura de cuerpo. Entonces le dije: aquí está la ropa. Te la dejo encima de la tolla. Si, gracias, hijo – contestó ella mientras el agua de la regadera recorría todo su cuerpo.
Luego yo regresé a la cama, apagué la tele y tomé mi celular. Entonces mi mamá salió del baño, traía puesta la camisa larga que le di, y el calzón. Sin embargo, no pude notar, ya que la camisa le tapaba todo.
Entonces ella me dijo; ¡Qué! Ya no vas a ver la tele. A lo que yo contesté: no hay nada bueno. Está mejor lo que estoy viendo ahora. Es decir, me refiero a lo que estoy viendo en mi celular. Aunque en realidad me refiera al cuerpo de ella.
Luego ella se vino a acostar, y yo me paré a bañarme. Ya estando en el baño, me quería jalar la polla. Sin embargo, no quería pensar en mi madre mientras me masturbaba, porque aunque tenía ganas de follármela, no quería tener esos pensamientos en mi cabeza.
Pero bueno, una vez salí del baño, mi madre ya estaba acostada y tapada con la sabana que tenía puesta la cama. Así que apagué la luz del baño y camine silenciosamente hacia la cama. Pero entonces mi madre dijo: tranquilo, hijo, aun no estoy dormida.
Oh, yo pensé que ya estabas en tu quinto sueño, le dije a mi madre. No, hijo. Aún es muy temprano para dormir, pero como no podemos salir y en la tele no hay nada, pues por eso ya apagué la luz, me dijo ella. Si, que mala suerte nos tocó en estás vacaciones, le dije yo, mientras me acostaba en la cama.
Ya estando los dos acostados, comenzamos a platicar un rato sobre diferentes temas. Luego ella me dijo: ya tengo sueño, ya me voy a dormir. Que descanses, hijo. Que descanse, mamá. Te quiero mucho. Luego me acerqué a su mejilla y le di un beso.
Unas horas después, yo seguía despierto. Y es que antes de dormir, siempre me gusta meterme a ver videos y masturbarme con un vídeo de lesbianas. Sin embargo, no me quería meter al baño y jalarme allí. Porque como te decía hace un momento, no quería pensar en mi mamá.
Siendo las 12 de la noche. Me levanté al baño a orinar. Y aunque lo hice sin prender la luz y de manera silenciosa para no despertar a mi madre, no lo logre. Ya que ella me dijo: ¿no puedes dormir, hijo? A lo que yo contesté: si, madre. Solo que me paré a orina. ¿Y tú por qué sigues despierta?
Es que tengo mucho calor. Hace rato que salí de bañarme estaba fresca y esta camisa de manga larga era buena opción. Sin embargo, ahora ya no lo es – dijo ella. ¿Y por qué no te la quitas? Pregunté yo. Ay no, ¿cómo crees? No traigo nada abajo, me dijo ella un poco apenada. A lo que yo solo respondí: sigues con eso, pues si soy tu hijo. Además está oscuro, no te voy a ver.
No, Santi, no te preocupes, ya me las arreglaré yo – me dijo mi madre. Entonces yo recordé que traía la pijama transparente que le compré a mi mamá en Canadá. Y aunque tenía miedo de dársela, creo que esa era la mejor oportunidad para obsequiársela.
Así que regresé a la cama y le dije mi madre: oye, mamá… cuando estaba en Canadá, te compré algo que te pueda ayudar en esta situación. ¿Qué? ¿De qué hablas? ¿Qué me compraste? Me preguntó mi madre. Bueno, es que no se si dártelo, ya que podría parecer un poco inapropiado – le dije yo con una voz nerviosa.
Entonces ella se acercó un poco al lado de mi cama y me dijo: tranquilo, cariño. A ver, ¿qué me compraste? Entonces me levanté de la cama, prendí la luz del cuarto y luego le mostré la pijama a mi madre. Ella puso cara de sorpresa y luego dijo: ¡wow! Está muy lindo, ¿pero por qué me compraste eso? No sé, te estaba comprando las sabanas y cortinas que me pediste y de repente observe esté babydoll y pensé que te lo podría regalar.
Ay, hijo. Sé que no lo hiciste con mala intención. Pero este tipo de regalos lo hace un esposo. No un hijo. Pero bueno, te agradezco el gesto. Ya me lo probaré algún día, me dijo mi madre. ¿Cómo que algún día? pues pruébatelo ahorita, es un pijama para dormir. Además es muy ligerita y te puede ayudar con tu problema del calor.
¿Pero qué dices, Santi? ¿Cómo me lo voy a probar ahorita? Se preguntó ella. A lo que yo conteste: ¿por qué no? ¿Qué tiene de malo? Además, no estoy diciendo que me enseñes cómo te queda. Solo te estoy diciendo que te lo pongas para que pueda dormir.
No lo sé, dijo ella. Ándale, insistí yo. Bueno está bien, voy ir al baño a ponerlo, pero apaga la luz. Porque ahorita que salga no quiero que me veas, dijo ella. Está bien, mamá – contesté yo. Unos minutos después, mi madre salió del baño, y aunque no se veía nada por la oscuridad, aun así intente verla.
Ya estando en la cama los dos, ella con la pijama que le regalé y yo con un short que me puse para dormir. Me dijo mi mamá: bueno, ahora si vamos a dormir. Entonces ella se volteó a su lado y yo al mío. Sin embargo, le dije a mi mama: oye, antes de dormirte te puedo hacer una pregunta.
Si, dime – contestó mi madre. ¿Te gustó cómo te quedo? – Pregunté yo. Sí, pero me quedo un poco corto. Incluso, de espaldas se me ve toda la nalga. Bueno, más bien se me ve toda la panty que traigo puesta.
Es que ese pijama va con un calzón cachetero negro, le dije yo. ¿Y tú cómo sabes? - Pregunto ella. Porque venía con uno - respondí yo. ¿Y lo traes en tu maleta? Creo que no, pero déjame ver. Entonces me levanté de la cama y encendí la luz, y aunque yo lo hice para buscar el calzón, también lo hice para ver si podía verle los pezones a mi mama. Pero no pude, ya que ella se estaba cubriendo con la sabana.
Por suerte si encontré el calzón. Así que lo enseñe a mi mamá y le pregunté si se lo quería probar. Ella se quedó pensando, pero la final accedió. Así que me dijo que volviera apagar la luz, y así lo hice. Luego ella se levantó y se fue a cambiar
Un minuto después salió del baño y sin decir nada, se metió a la cama. Entonces yo le pregunté, ¿qué tal, si te quedo? A lo que ella contestó: si, me quedo muy bien. Incluso lo traigo puesto. Cuando yo escuché eso, me excite mucho. Comencé a imaginar el culo, el coño y las tetas de mi madre en ese babydoll.
Entonces le dije a mi madre: me hubiera gustado ver cómo te queda. A lo que ella respondió un poco enojada: ¿Qué te pasa, Santiago? Soy tu madre. ¿Deja pensar en esas cosas? ¿Sabes qué? Mejor ya vamos a dormir.
Yo supe que en ese momento la había cagado, así que opté por quedarme callado y me volteé hacia mi lado para dormirme. Sin embargo, mi madre se movió de la cama y se acercó a mí. En eso, ella me dijo: perdóname, hijo. Es que me siento muy rara cuando me hablas así. Pero te agradezco mucho el regalo.
En ese momento, yo pude sentir los pechos mi madre rosando mi espalda. Quería voltear y decirle a mi madre que no se preocupará, que no tenía nada de que perdonarla; pero en lugar de eso, jugué mi carta maestra.
Le dije a mi madre: te quiero mucho, mamá. Eres la única persona que tengo en el mundo. Y sé que no debía haberte pedido eso. Pero mi papá nos abandonó hace años y solo nos tenemos a nosotros. Y pues, yo solo quería que le pudieras presumir a alguien su belleza.
Entonces ella dijo: tienes razón, hijo. ¿Qué te parece si pendres la luz de tu buró y te enseño cómo me queda? En ese momento yo me excite demasiado, pero intente tranquilizarme. Así que solo dije: de acuerdo, madre.
Entonces yo prendí la luz de mi buró y mi madre se levantó de la cama. Y fue en ese momento cuando pude ver el cuerpo de mi mamá casi desnudo. La lámpara no daba mucha luz. Sin embargo, se alcanzaba a ver los pezones de mi madre, y aunque con sus manos se cubría su vagina, aun así era muy excitante verla.
Luego ella se dio la vuelta y me dijo: mira, ve como se me ven todas las nalgas. Y eso que traigo el calzón cachetero. Si no trajera nada, se me vería todo el culo., eso dijo ella mientras los dos nos reímos. Y entonces, qué dices… ¿me veo bien? Me preguntó mi madre.
Te ves hermosa, madre. Yo no sé cómo mi padre no quiso tener una belleza como tú a su lado. A lo ella contestó un poco apenada: ay, hijo. Muchas gracias por el piropo. En cuanto a tu papá, olvídate de él. ¿Crees que todavía soy sexy, hijo? Claro que sí, mamá. Cualquier hombre tendría suerte de estar con una mujer como tú.
Ay, Santi. No digas eso. Tú sabes que el único hombre de mi vida eres tú. Eres mi hijo, y siempre te voy a cuidar. Oye, mamá, por cierto: ¿hace cuánto tiempo no estás con un hombre? A lo que ella respondí: ¿Qué clase de pregunta es esa? Por favor, mamá, ya estamos en pleno 2020, los hijos y madres pueden hablar de esta cosas. ¿Por qué tú no quieres hablar conmigo sobre sexo?
De acuerdo, vamos hacer esto, Santi. Tú y yo vamos hablar de sexo esta noche. Pero a partir de mañana toda esta plática va quedar en el olvido, ¿de acuerdo? Además - continuo diciendo mi madre - quiero que hablemos de este tema, pero con la luz apagada. No quiero que me veas a los ojos, ni yo ver lo tuyos. Se me haría muy incómodo.
Muy bien, contesté yo. ¿Qué quieres saber? Preguntó mi madre. ¿Cuánto tiempo tienes si estar con un hombre? Pregunté yo. Tiene como 4 años que no estoy con un hombre sexualmente hablando, respondió ella.
¿Y en ese tiempo solo te has masturbado? Pregunte rápidamente. Santiago, por favor – contestó mi madre. Tú dijiste que hoy íbamos hablar de sexo y la masturbación entre en ese tema, así que contesta – le dije a mi madre.
Bueno, antes de que te contesté, a ver tu dime… ¿Hace cuánto tiempo que no estás con un chica? Y cuando no estás con alguien, ¿te la pasas masturbándote? Preguntó mi madre. A lo que yo contesté si reparo alguno: llevo unos meses sin tener sexo. Y en ese tiempo, claro que me he masturbado, no lo hago siempre, porque a veces llego muy cansado del trabajo, pero si lo hago. ¿Ahora te toca a ti responder?
Ay hijo, que barbaridad. No deberíamos estar hablando de esto, pero bueno. Yo no me suelo masturbar mucho. Pero si lo he hecho - dijo mi madre un poco apenada. A lo que yo pregunté rápidamente, ¿cuándo fue la última vez que te masturbaste? Hace como un mes - contestó mi madre.
En ese momento, mi polla ya estaba toda erecta. Pero gracias a que la luz estaba pagada, mi madre no podría observarla. Entonces le hice la siguiente pregunta: ¿te has masturbarte con tus dedos o usaste algún juguete sexual? Por cierto, también quiero saber, ¿en qué o quién pensabas cuando te masturbabas?
Por favor, Santiago, ¿para qué quieres saber eso? Dijo mi madre con una voz rara. ¿Ándale ya dime? Le dije yo. Pues cuando era más joven me masturbaba con un dildo. Pero ahora que ya estoy vieja, solo uso mis manos. Y en cuanto a quién pienso cuando me estoy tocando, pues en mis exnovios.
Ahora te toca a ti responder las mismas preguntas – me dijo mi madre. Sin embargo, yo no paraba de imaginar a mi madre con la piernas abierta y metiéndose un dildo por su coño. Así que aproveche que la luz estaba apagada para sacarme mi polla y empezar a acariciarla.
Bueno, en alguna ocasión me compré una muñeca inflable, pero no me gustó la experiencia. En cuanto a quien pienso cuando me masturbo, pues también a mis exnovias. Me acuerdo cuando las penetraba. O cuando me estabas haciendo sexo oral.
Por cierto, ¿te gusta el sexo oral, mamá? Si, contestó ella. Y luego dijo: algunos chicos me dijeron que era muy buena chupando pollas. ¿Y lo eres? Cuestioné yo. Pues ninguno de mis novios se quejó. Así que yo pienso que sí - dijo mi madre.
En ese momento yo le quería decir que lo hiciera conmigo, pero no quería que ella se sintiera incomoda o que fuera arruinar la noche. Así que opté por aguantarme y seguir la conversación. Entonces yo le dije: ¡Genial, mamá!
¿Y tú, hijo? Preguntó ella. ¿Yo qué? Pregunté como si no supiera a lo que se refería. No te hagas el tonto – dijo ella - te estoy preguntando si te gusta el sexo oral. Claro que me gusta, tanto hacerlo como que me lo hagan. ¿Y qué tal bueno eres con la lengua? Preguntó sin tapujos mi madre.
Oye, tranquila – dije yo. ¡Qué! ¿Ya te dio pena? Preguntó mi madre en tono burlón. Entonces aproveché ese momento para acércame un poco a mi madre, sabía que ella no iba decir nada. Así que me puse muy cerquita de ella.
Ella solo suspiro y luego dijo: ¿entonces? Pues mira – le dije a mi madre – siempre que voy hacer sexo oral, me gusta pasar mi lengua por los pezones de la chica, luego recorro todo su cuerpo con mi lengua, y una vez llego a su vagina, abro bien su pierna y mi lengua se encarga de penetrar ese lindo coño.
En ese momento, pude sentir que la respiración de mi madre se aceleró un poco. Incluso podría asegurar que sus pezones ya estaba parados y su calzón ya estaba un poco mojado. Sin embargo, la luz seguía apagada y no podría comprobar mi teoría. Así que continúe con la plática.
Dime una cosa, mamá: ¿cuál es tu posición favorita? A lo que ella contestó sin titubear: estar arriba de la persona, pero yo dándole el culo hacia la persona. Cabe aclarar que cuando mi madre dijo eso, yo seguía con mi polla afuera y aunque ya estaba saliendo un poco de semen, intente que este no sonará cuando me la estuviera jalando.
Así que solamente le dije a mi madre: ¡Wow! parece que te gusta ser dominadora en el sexo. A lo que ella contesto: la verdad que sí, hijo. Por cierto, dije yo: ¿te gusta el sexo anal? Pues una vez tu padre intento penetrarme por ahí, pero no pudo. Así que no sé si me gusta, ya que nunca me lo han metido por ahí – dijo ella.
¿Y te gustaría experimentarlo alguna vez? – Pregunte con mucha curiosidad. No lo sé – respondió ella. Creo que ya no estoy en edad para tener sexo por ahí, concluyó mí madre. En ese momento me daban ganas de decirle que yo podría ayudarla con ese problema, pero siento que estaría rebasando los límites.
Así que opté por seguir platicando con ella. Entonces ella preguntó: ¿cuál es tu posición favorita? ¿Y te penetrar a tus chicas por el culo? Mi posición favorita es la de perrito, y fue en ese momento cuando escuché que mi madre murmuró – uy, que rico – yo ya estaba súper excitado y mi polla ya estaba a punto de explotar, pero trate de aguantar lo más posible.
Así que después de ese pequeño murmuro continúe diciéndole: el sexo anal me gusta, siempre y cuando yo vea que la chica sea limpia. En eso mi mamá dijo: como yo. Y luego corrigió rápidamente su comentario con “me refiero a que yo soy muy limpia en la casa”.
Creo que en este punto, mi mamá ya está un poco excitada. Pero no se atrevía a admitirlo. Así que pensé rápidamente en dos preguntarás que me llevaran a ese punto, en donde ella admitiera lo cachonda que estaba.
Fue entonces que ella dijo: oye, hijo… ¿prefieres las bubis grandes o el culo grande? A lo que respondí: me encantan los culos grandes, así como el tuyo. Me gusta nalguear a las chicas cuando estoy en la posición de perrito.
Una vez dicho esto, se presentó un breve silencio por parte de los dos. Sin embargo, mi nariz pudo detectar ese olor que las mujeres emiten cuando su vagina ya está mojada. Pero como te decía hace rato, no podía dar el siguiente con mi mama, sin asegurarme que ella estaba igual de excitada que yo.
Así que me atreví a preguntarle lo siguiente: oye, mamá… Si en este momento te dijera que tengo el pene de fuera y que me estoy masturbando, ¿te enojarías conmigo? A lo que ella respondió: no te creo, hijo.
En eso tomé su mano izquierda y la dirigí hacia mi polla. Ella puso un poco de resistencia, pero apliqué un poco de fuerza hasta que la tocó. En eso, ella la apretó un poco. Y luego hizo dos movimientos hacia arriba y hacia abajo que casi me hacen venir.
Entonces ella dijo: ¡Wow! Al parecer si es verdad. Luego soltó mi polla y dijo: creo que esto ya se está saliendo de control, hijo. Así que vamos a pararle aquí. Y antes de que ella dijera otra cosa le dije: de acuerdo, madre. Pero antes de terminar, ¿me podrías hacer un favor? Depende – contestó ella. A lo que yo respondí: dime si o no.
Mmm… Bueno, está bien, hijo. Pero después de este favor ya nos dormimos ¿de acuerdo? Si, lo prometo, madre. Bien, ¿dime qué quieres que haga? Lo único que quiero es me dejes prender la luz del cuarto y me dejes masturbarme mientras veo tu cuerpo completo. ¡Claro que no! - Dijo ella un poco enojada – no me voy a quitar mis pantis y que veas la vagina.
No, no, no… No quiero que te quites el pijama. Solo quiero que te quedes así acostada como estás, que cierres lo ojos y que me dejes masturbarme mientras admiro tu hermoso cuerpo en ese babydoll. Por favor, mamá… hazme ese favor, ¿sí?
De acuerdo, pero no quiero que vayas a tocar mí cuerpo, solamente se vale ver – sentencio ella. Por cierto, dijo ella: yo también me excite un poco así que vas a ver un poco mojadas mis pantis, ¿ok? Yo solamente reí leventemente, y solo dije ok.
Entonces me levanté de la cama, con la polla de fuera, y le dije a mi mamá que se tapara la cara con la almohada. O que si quería conocer mi verga, se quedara con los ojos abiertos. Ella optó por la almohada, ya no quería cruzar el límite de verle la polla a su hijo. Creo que al parecer ya no se acuerda que me la tocó. Incluso me masturbo leventemente.
En fin, ella se puso la almohada, yo prendí la luz. Y en ese momento, cuando me acerque a la cama, pude ver en todo su esplendor el cuerpo mi madre. Como la pijama era transparente, pude observar lo picudo de sus pezones y en cuanto su coño, no podía verlo bien, ya que tenía las pierna cruzadas.
En eso, le dije: no se vale, madre. ¿No se vale qué? - Contestó ella. Tienes que dejarme ver todo tu cuerpo, así que separa las piernas, le ordené yo. No puedo, hijo – respondió rápidamente. ¿Y si yo te ayuda a separarla? Le pregunté mientras que con mis manos ya estaba abriendo ese hermoso compás.
Una vez que abrí sus piernas, mi excitación llegó a su punto máximo. Quería comerme ese coño y luego meterle mi polla con todo y huevos. Sin embargo, me aguante. Así que cuando separé sus piernas, pude notar dos cosas: 1) Pude notar a través de la transparencia del calzón todos los pelos de coñito. 2) Pude apreciar mediante el olor que su calzón estaba muy mojado. Eso me súper excito. Ya que acerqué tanto mi boca y mi nariz que casi saco mi lengua y se la chupo.
Una vez que ya estaba en posición y con mi polla a punto de explotar, tome mi verga y la comencé a acariciar lentamente. Se escuchaba cada movimiento que hacía, ya que el líquido pre seminal ya había cubierto toda mi polla.
En eso mi madre dijo: apúrate, hijo. Que esto que estamos haciendo no está bien. Yo por supuesto no le iba hacer caso, me iba tardar lo máximo posible, ya no quería dejar de verle las chichis y el coño a mi hermosa madre.
Así que seguí masturbándome, pero mientras lo hacía, comencé a hablar. Le decía a mi madre: pero que ricos pezones tienes, no me cansaría de chuparlo una y otra vez. Me encantaría recorrer mi lengua por todo tu vientre y acariciar con mi boca todos esos pelitos que cubren ese hermoso coño. Luego usaría mi lengua para morder tus labios vaginales y chupar tu clítoris una y otra vez.
Mi madre estaba con sus manos en la almohada. Sin embargo, una vez que comencé a decirle todas esas cosas, una de sus manos se posó por su cuello, y entre más hablaba, más bajaba su mano hasta su pecho.
Luego yo me quede callado y dejé que el sonido de mi masturbación la excitara más. Y funciono. Ya que mientras yo me masturbaba, ella bajo sus manos hasta su vagina y comenzó a acariciarla por encima del calzón.
Era tan excitante la escena, que le dije a mi madre: ya estoy a punto de venirme. No seas mala, déjame ver tu coño. En eso, ella tomo con su mano izquierda su calzón y lo hizo hacia un lado. Y en efecto, su coño estaba lleno de pelos mojadas y sus labios vaginales ya estaban súper hinchados.
En eso, tomé una de mis manos y baje los tirantes de su babydoll. Yo pensé que ella me iba a parar, pero no. Ella sin quitarse la almohada de encima, uso la mano que tenía libre y bajó la pijama por completo. En ese momento, puede ver lo grande y picudo de sus pezones.
Yo ya estaba a punto de venirme. Así que se lo hice saber mi madre. Y cuando pensé que esto ya estaba por acabar. Ella me dijo: aguanta un poco más, hijo. Yo también estoy a punto de venirme. Entonces yo voltee a ver su coño, y ahí estaba dos dedos penetrando su vagina.
Así que hice un movimiento algo arriesgado. Solté mi polla y lentamente le quite la almohada de su cara a mi madre. Ella seguía con los ojos cerrados y gimiendo por la masturbación que se estaba haciendo. Ohhh, siii, ohhh, siii, decía mi madre sin abrir los ojos.
Entonces acerque mi polla cerca de su cara y luego la toma con una de sus manos y comencé a pasar por la boca de mi mamá. Ella la sintió rápidamente, pero en lugar de chuparla, solo dijo: no, hijo, esto es malo. Entonces usé la psicología inversa. Tranquila, madre. Solo quería comprobar si eras tan buena como decías en esto de las chupadas. Y antes de alejarme de su cara, ella abrió los ojos, tomó mi polla y se la metió toda en su boca, luego la saco y con su lengua comenzó a chuparla desde abajo.
Y mientras que con su boca me chupaba la polla y con su mano se masturbaba, me dijo: ¿quieres que me la coma toda? No creo que te quepa – dije yo. Y en microsegundos, abrió toda su boca y se la metió hasta el fondo. Yo pensé que se iba ahogar, pero tenía una garganta profunda.
Yo estaba en la gloria. No podía creer que mi madre, una señora muy recatada, me estaba dando la mejor chupada de mi vida. No podía creer que estaba con mi madre en una cama de hotel, ella con los pechos afuera, un babydoll a medio a cuerpo y con media vagina afuera. Era estúpidamente excitante ese momento.
En eso mi madre se saca la polla de la boca y me dice: eso es todo, hijo. No voy a dejar que vayamos más lejos. Así que me arme de valor, le tomé sus manos y le dije: es mi turno. Ella puso un poco de resistencia, pero cuando mi lengua tocó uno de sus pezones, dejo de resistirse.
Entonces solté sus manos y comencé a chuparle y morderle sus dos pezones. Ella tomó mi cabeza y me la hundía entre sus pechos. En eso comencé a recorrer con mi lengua todo su cuerpo, y cuando ya estaba a punto de llegar su coño, me levanto de la greña, me miro a los ojos y me dijo: hazme venir.
Entonces con mis dos manos tomé su calzón y se lo bajé de rápidamente. En ese momento, pude sentir como su coño me pedía a gritos que me lo comiera. Y eso hice. Primero le mordí sus labios vaginales, luego comencé a penetrarla con mi lengua y por ultimo absorbí toda su vagina de un solo jalón.
Ella solo se retorcía y gritaba… ohhh, siii, ¡así mi amor!, ¡dame más! Ohhh, siii, ¡no pares, hijo! Y mientras yo seguía penetrándola con mi lengua, ella se pellizcaba sus pezones. Entonces volví a subir por todo su cuerpo y cuando estaba cerca de su cara, la besé apasionadamente.
Yo creí que ella me iba a rechazar, pero estaba tan excitada que me respondió el beso. En eso ella me dice, no me vayas a penetrar con tu polla por favor, no quiero cruzar esa línea contigo. Además de que una vez pase la excitación, nos vamos a arrepentir.
Entonces yo le dije: de acuerdo, madre. Pero por lo menos me dejarías que la roce con mi glande. Ella dije que no, pero yo ya lo estaba haciendo. Y como vi que mi madre se estaba excitando más, aceleré el movimiento y comencé a meterle la punta en su vagina.
Ella decía entre gemidos que tuviera que cuidado, que ya estaba casi adentro. Y entonces la volteé para que se acomodará en posición de perrito. Y comencé a rosarle toda mi polla por su culo y su coño. Entonces le dije: ¿quieres que lo haga o no? No, hijo, por favor no lo hagas, dijo ella sin voltearme a ver.
Entonces me separé de ella y le dije: por lo menos podríamos simular que te follo en la posición que te gusta. Ella no dijo nada, solo me tumbo en la cama, se subió encima de mí, pero de espaldas, y comenzó hacer movimiento como si folláramos, pero su coño solo rozaba la punta de mi verga.
Yo ya sabía que no iba poder follar a mi madre. Pero al menos me conformaba con todo lo que hicimos hoy. Sin embargo, mientras ella rosaba sus labios vaginales contra mi polla, de su boca salieron las siguientes palabras: Ay, hijo… ya no aguanto. Y pum, se sentó en mi verga y comenzó a moverse como una verdadera experta. Yo solo podía ver como se movía sus nalgas.
Ella comenzó a gritar muy fuerte, entonces se puso la mano en la boca y mientras se venía, su cuerpo se fue doblando hacia atrás. Y entre gemidos, cansancio y sudor me dijo: muchas gracias, Santi. Fue la mejor follada de mi vida. Luego me dio un beso en los labios y se tiró al lado de la cama.
Oye, mamá… yo todavía no me venía - le dije un poco enojado. Ay, hijo, si quieres te la chupo y te vienes en mi boca, me dijo ella entre jadeos. A lo que yo contesté: no gracias. Y sin más que decir, revise mi celular y ya eran casi las 3 de la mañana.
Entonces mi madre se levantó de la cama y camino hacia el baño. Y antes de que llegará a él, yo la tomé por la espalda, y le dije: si no me puede venir dentro de tu vagina, me vendré adentro de tu culo. Así que la recargue contra la pared, le levanté un poco su enorme culo y como mi polla seguir parada, se la comencé a meter.
Ella no opuso resistencia, sin embargo, su ano no estaba muy lubricado como para la penetración. Así que le dije que me la chupará un poco. Entonces se arrodilló, y me la comenzó a chupar. Realmente era una experta en esto de la felación.
Unos segundos después, cuando ya estaba lubricada mi verga, la voltee, ella puso sus manos en la pared y me dijo: escupe mi ano y luego poco a poco ve metiendo tu polla, hijo. Así que obedecí la orden y unos segundos después, mi polla está follando el culo de mi madre.
Yo pensé que ella no lo iba a disfrutar, sin embargo, no dejaba de gemir. Incluso mientras la penetraba, ella tomó una de mis manos y comenzó a chupar mis dedos. En eso tomé mi otra mano, y comencé a nalguearla con mucha fuerza, ello grito un poco por el dolor, pero me dijo que lo hiciera otra vez.
Y cuando ya estaba a punto de venirme, ella me dijo: no te vengas en mi culo. Voltéame, cargarme de las piernas y vuelve a follarte mi vagina. Y eso hice. La cargué, la repegué en la pared y comencé a penetrarla una y otra vez… ella solo gemía y gritaba… Oh, siii, siii, mmmm, dame toda tu leche, hijo… soy toda tuya… y yo cada vez que escuchaba eso, pues más me excitaba.
Unos segundos después, mi polla explotó dentro del coño de mi madre. Ella sonrío y me dijo: acabo de sentir toda tu leche recorriendo todo mi ser. Espero que te haya gustado, porque a mí me encanto. Luego nos dimos un beso y posteriormente la baje, entonces ella, abrió un poco su vagina y mi semen comenzó a escurrir por toda su pierna. Ella agarró un poco con su mano y se lo tragó.
Nunca olvidaré ese día. Y espero que mi madre tampoco lo olvide.
Pero bueno, vamos a comenzar con esta real historia de incesto que sucedió el año pasado mientras mi madre y yo nos fuimos de vacaciones. Era enero del 2020 y yo todavía estaba en Canadá. Sin embargo, en unas semanas comenzaban mi vacaciones, y pues decidí regresar a México.
Así que en la noche le marqué a mi mamá para darle la noticia. Eran como las 12 de la noche cuando le hice una vídeollamada (por medio de whatsapp) a mi madre. Pero al parecer, ella ya estaba dormida. Ya que se tardó mucho en contestar.
Sin embargo, una vez que me contestó, me dijo: hola, hijo, ¿todo está bien? Si, madre. Todo está bien, no te preocupes. Sólo te llamaba para decirte que en unas semanas llego a México, le dije algo emocionado.
Entonces ella, que estaba acostada y con la luz del buró encendida, se levantó rápidamente para encender la luz del cuarto y poder platicar a gusto conmigo. Sin embargo, no se dio cuenta que la bata que traía como pijama era muy transparente, y además, se le había salido un poco el pezón derecho.
Yo lo note rápidamente, pero no le dije nada. Ya que aunque mi madre no tiene el pecho más grande del mundo, tiene unos lindos pezones. Y esto lo sé, porque en una ocasión entré a su cuarto mientras ella se cambiaba. Sin embargo, cuando sucedió ese incidente, no me causo ningún tipo de excitación.
Pero ahora que estaba hablando con ella por vídeollamada, me excito un poco verla en su bata transparente, con su pelo un poco alborotado y con un pezón salido. Y es que como mi madre es güera y su pelo es una mezcla entre rubio y negro, pues se veía muy sexy en la pantalla de mi celular.
Pero bueno, una vez que mi madre encendió la luz y se sentó en su cama a platicar conmigo, le comenté que le quería llevar algunas cosas de Canadá. Y ella, como buena madre mexicana, me dijo: tráeme unas lindas sabanas y cortinas para la casa. Y si ves unos jeans y unas botas de las que me gustan, pues tráemelas.
Cabe mencionar en este punto, que ella seguía sin darse cuenta de lo de su pezón. O a lo mejor si se dio cuenta, pero como somos madre e hijo, ella no le vio ningún problema a esa situación. Y en realidad no lo era, porque yo siempre he visto a mi madre con mucho respecto.
Pero en esta ocasión deseaba con todo mi corazón que ella se levantará de la cama para ver si se le transparentaban sus pantis. O en el mejor de lo casos, que no llevará calzón y se le notará su coñito. Me daba un poco de asco pensar así sobre mi madre, pero cada vez que meneaba la cabeza para echarse el cabello hacia atrás, mi polla se ponía súper dura.
En fin, luego de media hora de plática, me despedí de ella. Y luego le dije con mucho cariño: te veo pronto, madre. Te quiero mucho. Te mando un beso. Entonces ella puso su mano en su boca y con un hermoso gesto me regreso el beso.
Una vez que finalicé la llamada, fui al baño a orinar (para que se me bajara la erección) y tomé un poco de papel. Ya sabes, para limpiarme después de masturbarme. Y es que las chichis de mi mamá me dejaron tan excitado, que no iba dormirme sin ver un poco de porno.
Recuerdo que abrí una página de videos y busqué vídeos de madrastas con sus hijos. No quería buscar de madres con sus hijos, ya que me causaba un poco de repulsión. Y aunque sé que todos eso videos de incesto son falsos, aun así no quería verlos.
Pero bueno, al otro día fui a comprar las cosas que le prometí a mi madre. ¿Sabes que fue lo interesante de esto? Que mientras compraba las sabanas y cortinas, en la parte izquierda había una bata negra transparente que más bien parecía un babydoll.
No sabía si era buena idea comprarlo o no. Ya que no sé cómo lo tomaría mi madre a la hora de que se lo diera. Sin embargo, me armé de valor y lo compré. Y lo que más se sorprendió es que venía con un calzón cachetero de regalo.
Y es que déjame decirte que a mí me encantan las mujeres que usan este tipo de calzón. Y aunque mi madre usa pantis del tipo bikini, no paraba de imaginar cómo se vería mi mamá con este calzón cachetero negro-transparente.
Y es que no sé si ya te lo había mencionado, pero mi madre tiene un tremendo culo. Si bien es cierto que no tiene grandes pechos, su culo está de infarto. Incluso, mis amigos siempre me preguntaban que si mi madre se había operado las nalgas, yo les decía que no, que eran naturales.
Bien, una vez pasaron las semanas correspondientes, llegué a casa de mi madre. Toqué el timbre (ya que no traía las llaves de la casa). Y entonces mi madre abrió la puerta. Ella vestía con una falda de mezclilla y una blusa café con tirantes. Se veía muy sexy.
Entonces baje la mochila y abracé a mi mamá. Era un abrazo muy sincero entre madre e hijo. Sin embargo, yo hice algo que nunca había hecho. Y es que tomé la cintura de mi madre, pero con mis manos metidas debajo de su blusa, no sé por qué pero quería sentir la piel de mi mamá.
Ella notó mis manos frías tocando su piel, pero no dijo nada. Solo continuo abrazándome y diciéndome al oído que me extrañó mucho. Yo le decía lo mismo, mientras rozaba mis manos por toda su cintura. Segundo después, nos separamos del abrazo y nos quedamos de frente.
Ella me dio un beso en el cachete, luego tomó una de mis manos y me dijo: ven, siéntate, preparé una de tus comidas favoritas. A lo que yo contesté: ¡Genial! Déjame lavarme las manos y ahorita te ayudo con la mesa.
Unos minutos después, mi madre y yo nos sentamos a comer. Luego ella se paró de su silla para traer unas servilletas de la alacena. Pero como estaban en la parte de arriba, ella no las alcanza. Así que se puso una silla para alcanzarlas.
Yo no podía dejar de ver las hermosas piernas de madre. Incluso me agaché un poco para ver si podía verle un poco su culo. Y aunque realmente me daba asco toda esta situación, no podía dejar de ver a mi madre como a una mujer que me quería follar.
En fin, quité esos pensamientos de mi cabeza y seguí comiendo y platicando con mi madre. Sin embargo, una vez terminamos de comer, mi madre llevo los platos sucios al fregadero, y mientras los lavaba, yo me acerqué por detrás y la abracé fuerte.
Yo no lo hice con mala intención. Es decir, no le quería restregar mi polla en su culo. Sólo quería abrazarla y decirle que la extrañé mucho. Ella no dijo nada, solo tomo mis manos, que estaban sobre su vientre, y las llevó de manera cariñosa junto a su boca y las besó.
Ya en el transcurso de la tarde nos pusimos al día con todo lo ocurrido en mi ausencia. Luego nos sentamos en la sala y nos pusimos a ver a una película. Aunque realmente mi madre quería ver su novela.
En fin, luego llegó la noche y mi madre me dijo que ya se iba a dormir. Yo le dije que me iba quedar otro rato y luego le pregunté qué si podría usar su computadora. Ella me dijo que si, pero que no estaba funcionando bien.
Así que me acerqué a la computadora (que era de escritorio) y luego me puse debajo del mueble para desconectar y conectar algunos cables de la propia computadora. Sin embargo, como necesita un poco de ayuda, le dije a mi madre que si podría venir.
Ella vino y me preguntó que en qué me ayudaba. Yo le dije que se pusiera detrás del mueble y que agarrara un cable. Lo interesante de esto, es que mientras yo estaba en suelo, ella se paró sobre mi cabeza y por unos segundos pude ver sus pantis. Eran de color blanco.
Y aunque ese momento duró muy pocos segundos, porque ella se dio cuenta y se retiró rápidamente. Pude obtener una imagen difusa del coño de mi madre; que por cierto, me sirvió para jalarme la polla esa noche.
Al otro día, ella se levantó con un short azul y una camisa de manga larga. Yo creo que esa fue su pijama. Aunque para ser sincero, yo pensé que se iba poner la bata transparente que traía puesto el día que la llamé por whatsapp. Pero no fue así.
Ya estando en el desayuno, le comenté que me quería ir de vacaciones a una playa. Pero que no quería ir con mis amigos, sino con ella. Entonces ella se sorprendió y luego dijo: te vas a aburrir conmigo, mejor ve con tus amigos e invita algunas amigas.
Pero yo quiero ir contigo, le dije mientras tomaba su mano sobre la mesa. Quiero que te diviertas y que recuperemos el tiempo que como madre e hijo perdimos mientras me fui. Además, tú siempre has querido ir a la playa.
Si, lo sé, hijo. Pero no tengo bikinis y además ya perdí la figura de mi cuerpo - me dijo mi madre un poco decepcionada. Entonces me paré de la silla, me acerqué a ella y le dije: los de los bikinis los compramos allá, en cuanto a tu cuerpo, ¿de qué estás hablando? Tienes un cuerpazo.
No lo sé, Santi. Mejor lleva a un amigo - me dijo ella. Bueno, si no quieres ir, yo tampoco voy- le dije a mi madre. Y luego continúe diciéndole: yo lo que quiero es pasar tiempo contigo, y que mejor que pasar el tiempo divirtiéndonos juntos, ¿no lo crees?
Está bien, hijo – respondió ella. Y lo preguntó, ¿cuándo nos vamos? Ya ahorita – contesté yo – prepara tu maleta y vámonos. Cabe aclarar en este punto, que yo aún no le daba el babydoll que le compré en Canadá, así que lo eché en mi maleta para dárselo allá.
Ya estando en el aeropuerto, nos enteramos que en china se estaba esparciendo un virus. Pero como buenos mexicanos, lo ignoramos. Sin embargo, una vez llegamos a nuestro destino, nos avisan que ya no se estaban rentando cuartos de hotel y que las playas iban a estar cerradas.
Entonces le digo a mi mamá, ¿ahora qué hacemos? A lo que ella responde, déjame ver si puedo convencer a la recepcionista para que nos renté aunque sea un cuarto matrimonial o por lo menos, uno individual.
Por suerte mi madre logró conseguirlo. Así que nos dirigimos al cuarto, y una vez entramos, notamos que había una sola cama, y aunque era del tipo matrimonial, yo le dije a mi mamá, tú te duermes en ella y yo en el piso.
Mi madre dijo: estás loco. Los dos cabemos en la cama. Además, somos madre e hijo. A lo que yo contesté: de acuerdo. Y lo continúe diciéndole, ¿y qué vamos hacer aquí encerrados? No van a abrir las playas.
No te preocupes por eso, hijo. Ya veremos que hacemos – me dijo mi madre, mientras abría la ventana del cuarto. Por mi parte, yo tomé mi maleta y comencé a sacar y acomodar todo lo que traía en ella. Entonces mi madre me dijo, ¿qué te parece si vamos a la alberca?
¡Genial, vamos! Le contesté yo. A lo que ella respondió: si, pero primero vamos a comprar mis trajes de baño, porque no traigo ninguno. Entonces mi madre y yo fuimos a comprar un par de bikinis de playa para ella.
Ya estando en la tienda, mi madre escogió un par de bikinis para probárselos. Yo, por mi parte, solo me estaba imaginando cómo se vería mi madre en el babydoll que le traje. Sin embargo, un grito de ella me saco de mis pensamientos.
Oye, Santiago, ¿en qué tanto estás pensando? Te estoy gritando para que me dijeras cómo se me veían estos bikinis puestos, me dijo mi madre mientras me enseñaba los bikinis que traía en la mano. ¿Cómo? ¿Qué? Balbuce yo. Ya olvídalo, dijo mi madre.
Ya estando en el hotel, mi madre me dijo: voy al baño a ponerme uno de estos bikinis, y luego nos vamos a la alberca, ¿de acuerdo? Muy bien, mamá, contesté yo. Y luego ella desde el baño me preguntó, ¿tú que te vas a poner? Solo un short que traje de Canadá, respondí con un grito.
Unos minutos después, mientras yo estaba en la cama, revisando mi celular. Mi madre salió del baño con su traje de baño puesto. Se veía súper buena. Y aunque su cuerpo ya no era el de una adolescente, todavía se conservaba bien.
¿Qué te parece? Preguntó mi madre. Eh… ¡Wow!... Te ves súper sexy, le dije mientras mis ojos no dejaban de ver su coñito. Y es que se notaba que mi madre no se había depilado, por lo que eso a mí me excito más.
Ay, no digas eso, Santi. Soy tu madre. Sólo te estoy preguntando que si no me veo muy gorda o si mi piel no está muy arrugada. Perdón, mama – dije yo – pero en realidad te queda muy bien ese bikini azul. Solo espero que no se te vaya a desamarrar de tu cintura la parte del calzón.
Ay, no… imagínate – respondió mi madre, mientras se acomodaba su pequeños pechos en su corpiño. Que por cierto, aunque sus chichis no son muy grandes, se veía muy sabrosas en ese bikinazo.
Unos minutos después, mi madre y yo bajamos a la alberca del hotel. Sin embargo, estaba cerrada. Entonces le preguntamos la gerente que si la iban a abrir, pero el contesto que no. Ya que el virus se estaba esparciendo muy rápido, por lo que teníamos que quedarnos en el cuarto sin salir.
Mi madre se decepcionó un poco al escuchar eso. Y yo también. Aunque mi decepción no era por la alberca en sí, sino porque yo quería seguir viviendo a mi mama en su traje de baño, quería ver si cuando se mojará su bikini, se le podría notar sus pezones, o en el mejor caso, se le notará el bulto de pelos en su vagina.
Pero en fin, no se puedo hacer nada. Así que nos regresamos al cuarto. Entonces mi madre me dijo: pues me voy a quitar este traje de baño, pide algo de comer por mientras. Entonces yo le respondí rápidamente, ¿pero por qué te lo vas a quitar? Déjatelo puesto, de todos modos está haciendo un montón de calor.
Es que me pena que tú me veas así, me dijo ella un poco apenada. A lo que yo contesté, pues si soy tu hijo, no un maldito pervertido. Aunque realmente, me moría de ganas por desamarrarle ese bikini y luego meterle toda mi polla.
No me refería a eso, hijo. Solo que ya estoy vieja, y pues no quiero que me veas las estrías que se me están haciendo en mi culo, me dijo mi madre en tono triste. Entonces yo me caminé hacia ella, y luego le dije, ¿pero de qué estás hablando? Tomé su cintura, la giré tantito, y mientras veía su culo, le dije: ya quisieran las jovencitas tener este hermoso culazo. Y cuando apenas se lo iba a tocar, ella se giró rápidamente y me dijo: Santiago, por favor… deja de hablar así del cuerpo de tu madre. Eso es muy inapropiado.
Entonces me alejé de ella, luego me quité la playera que traía y me acosté en la cama. Sin embargo, me había olvidado que me hice un tatuaje en Canadá, por lo que cuando me quite la camisa, mi madre lo vio, y rápidamente ella se sentó al lado de la cama y me dijo: ¿Cuándo te hiciste ese tatuaje? Cuando estaba en Canadá, le dije mientras revisa mi celular.
Entonces ella hizo algo que me excitó mucho. Con una de sus manos tomo mi pecho, que era donde estaba el tatuaje, y lo comenzó a tocar con las yemas de sus dedos. Era como si me estuviera acariciando. Así que mi polla se comenzó a parar. Pero rápidamente la cubrí con una almohada, antes de que ella se diera cuenta.
Posteriormente ella se paró de la cama y me dijo: ¿Qué vas a querer para comer? A lo que yo contesté: una hamburguesa con piña. ¿Y tú qué te vas a pedir? A mí se antoja un pescado a la plancha, dijo ella mientras marcaba por teléfono.
Unos minutos después llegó nuestra orden, y pues nos pusimos a comer. Cabe mencionar en este punto, que mi madre seguía con su bikini puesto. Al parecer, el tema del tatuaje hizo que se olvidará cambiarse. Lo cual yo agradecí mucho. Ya que cada vez que ella me daba la espalda, yo me penetraba con mi mirada esas enormes nalgas.
Ya siendo las 8 de la noche. Mi madre se acostó del lado derecho de la cama y yo en el izquierdo. Y luego nos dispusimos a ver la tele. Mientras ella veía un programa de tv, yo estaba scrolleando en Instagram. Luego deje mi celular en el buró de al lado, y le dije mi mamá que pusiera un película.
Ella acepto la sugerencia y con control remoto se dispuso a buscar una película. Sin embargo, no había ninguna película buena. Así que ella dijo: si quieres ve tú la tele, yo me voy a meter a bañar y luego me voy a dormir.
En eso, ella se paró de la cama y mientras caminaba hacia el baño, yo no podía dejar de verle el culo. Me moría de ganas por meterme a bañar con ella y luego fallármela en la regadera. Sin embargo, quité de mi mente esos pensamientos y me dispuse a ver la tele.
Unos minutos después mi madre me gritó desde el baño, me dijo que se le olvido meter su ropa para vestirse, que si le podía pasar unas pantis de su maleta y una camisa blanca de manga larga. Yo me paré rápidamente de la cama y caminé hacia su maleta, ya estando ahí, tomé una de sus pantis, era un calzón blanco, que no sé por qué lo hice, pero lo olí rápidamente y luego tomé su camisa y pase al baño.
Ahí pude notar la silueta desnuda de mi madre. El vidrio era semitransparente por lo que se alcanzaba a notar la figura de cuerpo. Entonces le dije: aquí está la ropa. Te la dejo encima de la tolla. Si, gracias, hijo – contestó ella mientras el agua de la regadera recorría todo su cuerpo.
Luego yo regresé a la cama, apagué la tele y tomé mi celular. Entonces mi mamá salió del baño, traía puesta la camisa larga que le di, y el calzón. Sin embargo, no pude notar, ya que la camisa le tapaba todo.
Entonces ella me dijo; ¡Qué! Ya no vas a ver la tele. A lo que yo contesté: no hay nada bueno. Está mejor lo que estoy viendo ahora. Es decir, me refiero a lo que estoy viendo en mi celular. Aunque en realidad me refiera al cuerpo de ella.
Luego ella se vino a acostar, y yo me paré a bañarme. Ya estando en el baño, me quería jalar la polla. Sin embargo, no quería pensar en mi madre mientras me masturbaba, porque aunque tenía ganas de follármela, no quería tener esos pensamientos en mi cabeza.
Pero bueno, una vez salí del baño, mi madre ya estaba acostada y tapada con la sabana que tenía puesta la cama. Así que apagué la luz del baño y camine silenciosamente hacia la cama. Pero entonces mi madre dijo: tranquilo, hijo, aun no estoy dormida.
Oh, yo pensé que ya estabas en tu quinto sueño, le dije a mi madre. No, hijo. Aún es muy temprano para dormir, pero como no podemos salir y en la tele no hay nada, pues por eso ya apagué la luz, me dijo ella. Si, que mala suerte nos tocó en estás vacaciones, le dije yo, mientras me acostaba en la cama.
Ya estando los dos acostados, comenzamos a platicar un rato sobre diferentes temas. Luego ella me dijo: ya tengo sueño, ya me voy a dormir. Que descanses, hijo. Que descanse, mamá. Te quiero mucho. Luego me acerqué a su mejilla y le di un beso.
Unas horas después, yo seguía despierto. Y es que antes de dormir, siempre me gusta meterme a ver videos y masturbarme con un vídeo de lesbianas. Sin embargo, no me quería meter al baño y jalarme allí. Porque como te decía hace un momento, no quería pensar en mi mamá.
Siendo las 12 de la noche. Me levanté al baño a orinar. Y aunque lo hice sin prender la luz y de manera silenciosa para no despertar a mi madre, no lo logre. Ya que ella me dijo: ¿no puedes dormir, hijo? A lo que yo contesté: si, madre. Solo que me paré a orina. ¿Y tú por qué sigues despierta?
Es que tengo mucho calor. Hace rato que salí de bañarme estaba fresca y esta camisa de manga larga era buena opción. Sin embargo, ahora ya no lo es – dijo ella. ¿Y por qué no te la quitas? Pregunté yo. Ay no, ¿cómo crees? No traigo nada abajo, me dijo ella un poco apenada. A lo que yo solo respondí: sigues con eso, pues si soy tu hijo. Además está oscuro, no te voy a ver.
No, Santi, no te preocupes, ya me las arreglaré yo – me dijo mi madre. Entonces yo recordé que traía la pijama transparente que le compré a mi mamá en Canadá. Y aunque tenía miedo de dársela, creo que esa era la mejor oportunidad para obsequiársela.
Así que regresé a la cama y le dije mi madre: oye, mamá… cuando estaba en Canadá, te compré algo que te pueda ayudar en esta situación. ¿Qué? ¿De qué hablas? ¿Qué me compraste? Me preguntó mi madre. Bueno, es que no se si dártelo, ya que podría parecer un poco inapropiado – le dije yo con una voz nerviosa.
Entonces ella se acercó un poco al lado de mi cama y me dijo: tranquilo, cariño. A ver, ¿qué me compraste? Entonces me levanté de la cama, prendí la luz del cuarto y luego le mostré la pijama a mi madre. Ella puso cara de sorpresa y luego dijo: ¡wow! Está muy lindo, ¿pero por qué me compraste eso? No sé, te estaba comprando las sabanas y cortinas que me pediste y de repente observe esté babydoll y pensé que te lo podría regalar.
Ay, hijo. Sé que no lo hiciste con mala intención. Pero este tipo de regalos lo hace un esposo. No un hijo. Pero bueno, te agradezco el gesto. Ya me lo probaré algún día, me dijo mi madre. ¿Cómo que algún día? pues pruébatelo ahorita, es un pijama para dormir. Además es muy ligerita y te puede ayudar con tu problema del calor.
¿Pero qué dices, Santi? ¿Cómo me lo voy a probar ahorita? Se preguntó ella. A lo que yo conteste: ¿por qué no? ¿Qué tiene de malo? Además, no estoy diciendo que me enseñes cómo te queda. Solo te estoy diciendo que te lo pongas para que pueda dormir.
No lo sé, dijo ella. Ándale, insistí yo. Bueno está bien, voy ir al baño a ponerlo, pero apaga la luz. Porque ahorita que salga no quiero que me veas, dijo ella. Está bien, mamá – contesté yo. Unos minutos después, mi madre salió del baño, y aunque no se veía nada por la oscuridad, aun así intente verla.
Ya estando en la cama los dos, ella con la pijama que le regalé y yo con un short que me puse para dormir. Me dijo mi mamá: bueno, ahora si vamos a dormir. Entonces ella se volteó a su lado y yo al mío. Sin embargo, le dije a mi mama: oye, antes de dormirte te puedo hacer una pregunta.
Si, dime – contestó mi madre. ¿Te gustó cómo te quedo? – Pregunté yo. Sí, pero me quedo un poco corto. Incluso, de espaldas se me ve toda la nalga. Bueno, más bien se me ve toda la panty que traigo puesta.
Es que ese pijama va con un calzón cachetero negro, le dije yo. ¿Y tú cómo sabes? - Pregunto ella. Porque venía con uno - respondí yo. ¿Y lo traes en tu maleta? Creo que no, pero déjame ver. Entonces me levanté de la cama y encendí la luz, y aunque yo lo hice para buscar el calzón, también lo hice para ver si podía verle los pezones a mi mama. Pero no pude, ya que ella se estaba cubriendo con la sabana.
Por suerte si encontré el calzón. Así que lo enseñe a mi mamá y le pregunté si se lo quería probar. Ella se quedó pensando, pero la final accedió. Así que me dijo que volviera apagar la luz, y así lo hice. Luego ella se levantó y se fue a cambiar
Un minuto después salió del baño y sin decir nada, se metió a la cama. Entonces yo le pregunté, ¿qué tal, si te quedo? A lo que ella contestó: si, me quedo muy bien. Incluso lo traigo puesto. Cuando yo escuché eso, me excite mucho. Comencé a imaginar el culo, el coño y las tetas de mi madre en ese babydoll.
Entonces le dije a mi madre: me hubiera gustado ver cómo te queda. A lo que ella respondió un poco enojada: ¿Qué te pasa, Santiago? Soy tu madre. ¿Deja pensar en esas cosas? ¿Sabes qué? Mejor ya vamos a dormir.
Yo supe que en ese momento la había cagado, así que opté por quedarme callado y me volteé hacia mi lado para dormirme. Sin embargo, mi madre se movió de la cama y se acercó a mí. En eso, ella me dijo: perdóname, hijo. Es que me siento muy rara cuando me hablas así. Pero te agradezco mucho el regalo.
En ese momento, yo pude sentir los pechos mi madre rosando mi espalda. Quería voltear y decirle a mi madre que no se preocupará, que no tenía nada de que perdonarla; pero en lugar de eso, jugué mi carta maestra.
Le dije a mi madre: te quiero mucho, mamá. Eres la única persona que tengo en el mundo. Y sé que no debía haberte pedido eso. Pero mi papá nos abandonó hace años y solo nos tenemos a nosotros. Y pues, yo solo quería que le pudieras presumir a alguien su belleza.
Entonces ella dijo: tienes razón, hijo. ¿Qué te parece si pendres la luz de tu buró y te enseño cómo me queda? En ese momento yo me excite demasiado, pero intente tranquilizarme. Así que solo dije: de acuerdo, madre.
Entonces yo prendí la luz de mi buró y mi madre se levantó de la cama. Y fue en ese momento cuando pude ver el cuerpo de mi mamá casi desnudo. La lámpara no daba mucha luz. Sin embargo, se alcanzaba a ver los pezones de mi madre, y aunque con sus manos se cubría su vagina, aun así era muy excitante verla.
Luego ella se dio la vuelta y me dijo: mira, ve como se me ven todas las nalgas. Y eso que traigo el calzón cachetero. Si no trajera nada, se me vería todo el culo., eso dijo ella mientras los dos nos reímos. Y entonces, qué dices… ¿me veo bien? Me preguntó mi madre.
Te ves hermosa, madre. Yo no sé cómo mi padre no quiso tener una belleza como tú a su lado. A lo ella contestó un poco apenada: ay, hijo. Muchas gracias por el piropo. En cuanto a tu papá, olvídate de él. ¿Crees que todavía soy sexy, hijo? Claro que sí, mamá. Cualquier hombre tendría suerte de estar con una mujer como tú.
Ay, Santi. No digas eso. Tú sabes que el único hombre de mi vida eres tú. Eres mi hijo, y siempre te voy a cuidar. Oye, mamá, por cierto: ¿hace cuánto tiempo no estás con un hombre? A lo que ella respondí: ¿Qué clase de pregunta es esa? Por favor, mamá, ya estamos en pleno 2020, los hijos y madres pueden hablar de esta cosas. ¿Por qué tú no quieres hablar conmigo sobre sexo?
De acuerdo, vamos hacer esto, Santi. Tú y yo vamos hablar de sexo esta noche. Pero a partir de mañana toda esta plática va quedar en el olvido, ¿de acuerdo? Además - continuo diciendo mi madre - quiero que hablemos de este tema, pero con la luz apagada. No quiero que me veas a los ojos, ni yo ver lo tuyos. Se me haría muy incómodo.
Muy bien, contesté yo. ¿Qué quieres saber? Preguntó mi madre. ¿Cuánto tiempo tienes si estar con un hombre? Pregunté yo. Tiene como 4 años que no estoy con un hombre sexualmente hablando, respondió ella.
¿Y en ese tiempo solo te has masturbado? Pregunte rápidamente. Santiago, por favor – contestó mi madre. Tú dijiste que hoy íbamos hablar de sexo y la masturbación entre en ese tema, así que contesta – le dije a mi madre.
Bueno, antes de que te contesté, a ver tu dime… ¿Hace cuánto tiempo que no estás con un chica? Y cuando no estás con alguien, ¿te la pasas masturbándote? Preguntó mi madre. A lo que yo contesté si reparo alguno: llevo unos meses sin tener sexo. Y en ese tiempo, claro que me he masturbado, no lo hago siempre, porque a veces llego muy cansado del trabajo, pero si lo hago. ¿Ahora te toca a ti responder?
Ay hijo, que barbaridad. No deberíamos estar hablando de esto, pero bueno. Yo no me suelo masturbar mucho. Pero si lo he hecho - dijo mi madre un poco apenada. A lo que yo pregunté rápidamente, ¿cuándo fue la última vez que te masturbaste? Hace como un mes - contestó mi madre.
En ese momento, mi polla ya estaba toda erecta. Pero gracias a que la luz estaba pagada, mi madre no podría observarla. Entonces le hice la siguiente pregunta: ¿te has masturbarte con tus dedos o usaste algún juguete sexual? Por cierto, también quiero saber, ¿en qué o quién pensabas cuando te masturbabas?
Por favor, Santiago, ¿para qué quieres saber eso? Dijo mi madre con una voz rara. ¿Ándale ya dime? Le dije yo. Pues cuando era más joven me masturbaba con un dildo. Pero ahora que ya estoy vieja, solo uso mis manos. Y en cuanto a quién pienso cuando me estoy tocando, pues en mis exnovios.
Ahora te toca a ti responder las mismas preguntas – me dijo mi madre. Sin embargo, yo no paraba de imaginar a mi madre con la piernas abierta y metiéndose un dildo por su coño. Así que aproveche que la luz estaba apagada para sacarme mi polla y empezar a acariciarla.
Bueno, en alguna ocasión me compré una muñeca inflable, pero no me gustó la experiencia. En cuanto a quien pienso cuando me masturbo, pues también a mis exnovias. Me acuerdo cuando las penetraba. O cuando me estabas haciendo sexo oral.
Por cierto, ¿te gusta el sexo oral, mamá? Si, contestó ella. Y luego dijo: algunos chicos me dijeron que era muy buena chupando pollas. ¿Y lo eres? Cuestioné yo. Pues ninguno de mis novios se quejó. Así que yo pienso que sí - dijo mi madre.
En ese momento yo le quería decir que lo hiciera conmigo, pero no quería que ella se sintiera incomoda o que fuera arruinar la noche. Así que opté por aguantarme y seguir la conversación. Entonces yo le dije: ¡Genial, mamá!
¿Y tú, hijo? Preguntó ella. ¿Yo qué? Pregunté como si no supiera a lo que se refería. No te hagas el tonto – dijo ella - te estoy preguntando si te gusta el sexo oral. Claro que me gusta, tanto hacerlo como que me lo hagan. ¿Y qué tal bueno eres con la lengua? Preguntó sin tapujos mi madre.
Oye, tranquila – dije yo. ¡Qué! ¿Ya te dio pena? Preguntó mi madre en tono burlón. Entonces aproveché ese momento para acércame un poco a mi madre, sabía que ella no iba decir nada. Así que me puse muy cerquita de ella.
Ella solo suspiro y luego dijo: ¿entonces? Pues mira – le dije a mi madre – siempre que voy hacer sexo oral, me gusta pasar mi lengua por los pezones de la chica, luego recorro todo su cuerpo con mi lengua, y una vez llego a su vagina, abro bien su pierna y mi lengua se encarga de penetrar ese lindo coño.
En ese momento, pude sentir que la respiración de mi madre se aceleró un poco. Incluso podría asegurar que sus pezones ya estaba parados y su calzón ya estaba un poco mojado. Sin embargo, la luz seguía apagada y no podría comprobar mi teoría. Así que continúe con la plática.
Dime una cosa, mamá: ¿cuál es tu posición favorita? A lo que ella contestó sin titubear: estar arriba de la persona, pero yo dándole el culo hacia la persona. Cabe aclarar que cuando mi madre dijo eso, yo seguía con mi polla afuera y aunque ya estaba saliendo un poco de semen, intente que este no sonará cuando me la estuviera jalando.
Así que solamente le dije a mi madre: ¡Wow! parece que te gusta ser dominadora en el sexo. A lo que ella contesto: la verdad que sí, hijo. Por cierto, dije yo: ¿te gusta el sexo anal? Pues una vez tu padre intento penetrarme por ahí, pero no pudo. Así que no sé si me gusta, ya que nunca me lo han metido por ahí – dijo ella.
¿Y te gustaría experimentarlo alguna vez? – Pregunte con mucha curiosidad. No lo sé – respondió ella. Creo que ya no estoy en edad para tener sexo por ahí, concluyó mí madre. En ese momento me daban ganas de decirle que yo podría ayudarla con ese problema, pero siento que estaría rebasando los límites.
Así que opté por seguir platicando con ella. Entonces ella preguntó: ¿cuál es tu posición favorita? ¿Y te penetrar a tus chicas por el culo? Mi posición favorita es la de perrito, y fue en ese momento cuando escuché que mi madre murmuró – uy, que rico – yo ya estaba súper excitado y mi polla ya estaba a punto de explotar, pero trate de aguantar lo más posible.
Así que después de ese pequeño murmuro continúe diciéndole: el sexo anal me gusta, siempre y cuando yo vea que la chica sea limpia. En eso mi mamá dijo: como yo. Y luego corrigió rápidamente su comentario con “me refiero a que yo soy muy limpia en la casa”.
Creo que en este punto, mi mamá ya está un poco excitada. Pero no se atrevía a admitirlo. Así que pensé rápidamente en dos preguntarás que me llevaran a ese punto, en donde ella admitiera lo cachonda que estaba.
Fue entonces que ella dijo: oye, hijo… ¿prefieres las bubis grandes o el culo grande? A lo que respondí: me encantan los culos grandes, así como el tuyo. Me gusta nalguear a las chicas cuando estoy en la posición de perrito.
Una vez dicho esto, se presentó un breve silencio por parte de los dos. Sin embargo, mi nariz pudo detectar ese olor que las mujeres emiten cuando su vagina ya está mojada. Pero como te decía hace rato, no podía dar el siguiente con mi mama, sin asegurarme que ella estaba igual de excitada que yo.
Así que me atreví a preguntarle lo siguiente: oye, mamá… Si en este momento te dijera que tengo el pene de fuera y que me estoy masturbando, ¿te enojarías conmigo? A lo que ella respondió: no te creo, hijo.
En eso tomé su mano izquierda y la dirigí hacia mi polla. Ella puso un poco de resistencia, pero apliqué un poco de fuerza hasta que la tocó. En eso, ella la apretó un poco. Y luego hizo dos movimientos hacia arriba y hacia abajo que casi me hacen venir.
Entonces ella dijo: ¡Wow! Al parecer si es verdad. Luego soltó mi polla y dijo: creo que esto ya se está saliendo de control, hijo. Así que vamos a pararle aquí. Y antes de que ella dijera otra cosa le dije: de acuerdo, madre. Pero antes de terminar, ¿me podrías hacer un favor? Depende – contestó ella. A lo que yo respondí: dime si o no.
Mmm… Bueno, está bien, hijo. Pero después de este favor ya nos dormimos ¿de acuerdo? Si, lo prometo, madre. Bien, ¿dime qué quieres que haga? Lo único que quiero es me dejes prender la luz del cuarto y me dejes masturbarme mientras veo tu cuerpo completo. ¡Claro que no! - Dijo ella un poco enojada – no me voy a quitar mis pantis y que veas la vagina.
No, no, no… No quiero que te quites el pijama. Solo quiero que te quedes así acostada como estás, que cierres lo ojos y que me dejes masturbarme mientras admiro tu hermoso cuerpo en ese babydoll. Por favor, mamá… hazme ese favor, ¿sí?
De acuerdo, pero no quiero que vayas a tocar mí cuerpo, solamente se vale ver – sentencio ella. Por cierto, dijo ella: yo también me excite un poco así que vas a ver un poco mojadas mis pantis, ¿ok? Yo solamente reí leventemente, y solo dije ok.
Entonces me levanté de la cama, con la polla de fuera, y le dije a mi mamá que se tapara la cara con la almohada. O que si quería conocer mi verga, se quedara con los ojos abiertos. Ella optó por la almohada, ya no quería cruzar el límite de verle la polla a su hijo. Creo que al parecer ya no se acuerda que me la tocó. Incluso me masturbo leventemente.
En fin, ella se puso la almohada, yo prendí la luz. Y en ese momento, cuando me acerque a la cama, pude ver en todo su esplendor el cuerpo mi madre. Como la pijama era transparente, pude observar lo picudo de sus pezones y en cuanto su coño, no podía verlo bien, ya que tenía las pierna cruzadas.
En eso, le dije: no se vale, madre. ¿No se vale qué? - Contestó ella. Tienes que dejarme ver todo tu cuerpo, así que separa las piernas, le ordené yo. No puedo, hijo – respondió rápidamente. ¿Y si yo te ayuda a separarla? Le pregunté mientras que con mis manos ya estaba abriendo ese hermoso compás.
Una vez que abrí sus piernas, mi excitación llegó a su punto máximo. Quería comerme ese coño y luego meterle mi polla con todo y huevos. Sin embargo, me aguante. Así que cuando separé sus piernas, pude notar dos cosas: 1) Pude notar a través de la transparencia del calzón todos los pelos de coñito. 2) Pude apreciar mediante el olor que su calzón estaba muy mojado. Eso me súper excito. Ya que acerqué tanto mi boca y mi nariz que casi saco mi lengua y se la chupo.
Una vez que ya estaba en posición y con mi polla a punto de explotar, tome mi verga y la comencé a acariciar lentamente. Se escuchaba cada movimiento que hacía, ya que el líquido pre seminal ya había cubierto toda mi polla.
En eso mi madre dijo: apúrate, hijo. Que esto que estamos haciendo no está bien. Yo por supuesto no le iba hacer caso, me iba tardar lo máximo posible, ya no quería dejar de verle las chichis y el coño a mi hermosa madre.
Así que seguí masturbándome, pero mientras lo hacía, comencé a hablar. Le decía a mi madre: pero que ricos pezones tienes, no me cansaría de chuparlo una y otra vez. Me encantaría recorrer mi lengua por todo tu vientre y acariciar con mi boca todos esos pelitos que cubren ese hermoso coño. Luego usaría mi lengua para morder tus labios vaginales y chupar tu clítoris una y otra vez.
Mi madre estaba con sus manos en la almohada. Sin embargo, una vez que comencé a decirle todas esas cosas, una de sus manos se posó por su cuello, y entre más hablaba, más bajaba su mano hasta su pecho.
Luego yo me quede callado y dejé que el sonido de mi masturbación la excitara más. Y funciono. Ya que mientras yo me masturbaba, ella bajo sus manos hasta su vagina y comenzó a acariciarla por encima del calzón.
Era tan excitante la escena, que le dije a mi madre: ya estoy a punto de venirme. No seas mala, déjame ver tu coño. En eso, ella tomo con su mano izquierda su calzón y lo hizo hacia un lado. Y en efecto, su coño estaba lleno de pelos mojadas y sus labios vaginales ya estaban súper hinchados.
En eso, tomé una de mis manos y baje los tirantes de su babydoll. Yo pensé que ella me iba a parar, pero no. Ella sin quitarse la almohada de encima, uso la mano que tenía libre y bajó la pijama por completo. En ese momento, puede ver lo grande y picudo de sus pezones.
Yo ya estaba a punto de venirme. Así que se lo hice saber mi madre. Y cuando pensé que esto ya estaba por acabar. Ella me dijo: aguanta un poco más, hijo. Yo también estoy a punto de venirme. Entonces yo voltee a ver su coño, y ahí estaba dos dedos penetrando su vagina.
Así que hice un movimiento algo arriesgado. Solté mi polla y lentamente le quite la almohada de su cara a mi madre. Ella seguía con los ojos cerrados y gimiendo por la masturbación que se estaba haciendo. Ohhh, siii, ohhh, siii, decía mi madre sin abrir los ojos.
Entonces acerque mi polla cerca de su cara y luego la toma con una de sus manos y comencé a pasar por la boca de mi mamá. Ella la sintió rápidamente, pero en lugar de chuparla, solo dijo: no, hijo, esto es malo. Entonces usé la psicología inversa. Tranquila, madre. Solo quería comprobar si eras tan buena como decías en esto de las chupadas. Y antes de alejarme de su cara, ella abrió los ojos, tomó mi polla y se la metió toda en su boca, luego la saco y con su lengua comenzó a chuparla desde abajo.
Y mientras que con su boca me chupaba la polla y con su mano se masturbaba, me dijo: ¿quieres que me la coma toda? No creo que te quepa – dije yo. Y en microsegundos, abrió toda su boca y se la metió hasta el fondo. Yo pensé que se iba ahogar, pero tenía una garganta profunda.
Yo estaba en la gloria. No podía creer que mi madre, una señora muy recatada, me estaba dando la mejor chupada de mi vida. No podía creer que estaba con mi madre en una cama de hotel, ella con los pechos afuera, un babydoll a medio a cuerpo y con media vagina afuera. Era estúpidamente excitante ese momento.
En eso mi madre se saca la polla de la boca y me dice: eso es todo, hijo. No voy a dejar que vayamos más lejos. Así que me arme de valor, le tomé sus manos y le dije: es mi turno. Ella puso un poco de resistencia, pero cuando mi lengua tocó uno de sus pezones, dejo de resistirse.
Entonces solté sus manos y comencé a chuparle y morderle sus dos pezones. Ella tomó mi cabeza y me la hundía entre sus pechos. En eso comencé a recorrer con mi lengua todo su cuerpo, y cuando ya estaba a punto de llegar su coño, me levanto de la greña, me miro a los ojos y me dijo: hazme venir.
Entonces con mis dos manos tomé su calzón y se lo bajé de rápidamente. En ese momento, pude sentir como su coño me pedía a gritos que me lo comiera. Y eso hice. Primero le mordí sus labios vaginales, luego comencé a penetrarla con mi lengua y por ultimo absorbí toda su vagina de un solo jalón.
Ella solo se retorcía y gritaba… ohhh, siii, ¡así mi amor!, ¡dame más! Ohhh, siii, ¡no pares, hijo! Y mientras yo seguía penetrándola con mi lengua, ella se pellizcaba sus pezones. Entonces volví a subir por todo su cuerpo y cuando estaba cerca de su cara, la besé apasionadamente.
Yo creí que ella me iba a rechazar, pero estaba tan excitada que me respondió el beso. En eso ella me dice, no me vayas a penetrar con tu polla por favor, no quiero cruzar esa línea contigo. Además de que una vez pase la excitación, nos vamos a arrepentir.
Entonces yo le dije: de acuerdo, madre. Pero por lo menos me dejarías que la roce con mi glande. Ella dije que no, pero yo ya lo estaba haciendo. Y como vi que mi madre se estaba excitando más, aceleré el movimiento y comencé a meterle la punta en su vagina.
Ella decía entre gemidos que tuviera que cuidado, que ya estaba casi adentro. Y entonces la volteé para que se acomodará en posición de perrito. Y comencé a rosarle toda mi polla por su culo y su coño. Entonces le dije: ¿quieres que lo haga o no? No, hijo, por favor no lo hagas, dijo ella sin voltearme a ver.
Entonces me separé de ella y le dije: por lo menos podríamos simular que te follo en la posición que te gusta. Ella no dijo nada, solo me tumbo en la cama, se subió encima de mí, pero de espaldas, y comenzó hacer movimiento como si folláramos, pero su coño solo rozaba la punta de mi verga.
Yo ya sabía que no iba poder follar a mi madre. Pero al menos me conformaba con todo lo que hicimos hoy. Sin embargo, mientras ella rosaba sus labios vaginales contra mi polla, de su boca salieron las siguientes palabras: Ay, hijo… ya no aguanto. Y pum, se sentó en mi verga y comenzó a moverse como una verdadera experta. Yo solo podía ver como se movía sus nalgas.
Ella comenzó a gritar muy fuerte, entonces se puso la mano en la boca y mientras se venía, su cuerpo se fue doblando hacia atrás. Y entre gemidos, cansancio y sudor me dijo: muchas gracias, Santi. Fue la mejor follada de mi vida. Luego me dio un beso en los labios y se tiró al lado de la cama.
Oye, mamá… yo todavía no me venía - le dije un poco enojado. Ay, hijo, si quieres te la chupo y te vienes en mi boca, me dijo ella entre jadeos. A lo que yo contesté: no gracias. Y sin más que decir, revise mi celular y ya eran casi las 3 de la mañana.
Entonces mi madre se levantó de la cama y camino hacia el baño. Y antes de que llegará a él, yo la tomé por la espalda, y le dije: si no me puede venir dentro de tu vagina, me vendré adentro de tu culo. Así que la recargue contra la pared, le levanté un poco su enorme culo y como mi polla seguir parada, se la comencé a meter.
Ella no opuso resistencia, sin embargo, su ano no estaba muy lubricado como para la penetración. Así que le dije que me la chupará un poco. Entonces se arrodilló, y me la comenzó a chupar. Realmente era una experta en esto de la felación.
Unos segundos después, cuando ya estaba lubricada mi verga, la voltee, ella puso sus manos en la pared y me dijo: escupe mi ano y luego poco a poco ve metiendo tu polla, hijo. Así que obedecí la orden y unos segundos después, mi polla está follando el culo de mi madre.
Yo pensé que ella no lo iba a disfrutar, sin embargo, no dejaba de gemir. Incluso mientras la penetraba, ella tomó una de mis manos y comenzó a chupar mis dedos. En eso tomé mi otra mano, y comencé a nalguearla con mucha fuerza, ello grito un poco por el dolor, pero me dijo que lo hiciera otra vez.
Y cuando ya estaba a punto de venirme, ella me dijo: no te vengas en mi culo. Voltéame, cargarme de las piernas y vuelve a follarte mi vagina. Y eso hice. La cargué, la repegué en la pared y comencé a penetrarla una y otra vez… ella solo gemía y gritaba… Oh, siii, siii, mmmm, dame toda tu leche, hijo… soy toda tuya… y yo cada vez que escuchaba eso, pues más me excitaba.
Unos segundos después, mi polla explotó dentro del coño de mi madre. Ella sonrío y me dijo: acabo de sentir toda tu leche recorriendo todo mi ser. Espero que te haya gustado, porque a mí me encanto. Luego nos dimos un beso y posteriormente la baje, entonces ella, abrió un poco su vagina y mi semen comenzó a escurrir por toda su pierna. Ella agarró un poco con su mano y se lo tragó.
Nunca olvidaré ese día. Y espero que mi madre tampoco lo olvide.
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