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La rebelión de mi madre

El día es largo, tengo mucho trabajo acumulado, debo presentar informes y no creo llegar con el plazo, me levanto muy temprano y termino el día muy tarde, apenas como al mediodía y tomo varías tazas de café en el día.
Recibo varias llamadas perdidas de mi madre, pero no las atiendo por la urgencia de mis tareas.
A mis 25 años estoy luchando por un ascenso en una empresa de renombre internacional, que me permitirá tener un crecimiento profesional.
Al caer la noche llego a mi departamento en el centro porteño, pido delivery y aprovecho en la espera a llamar a mi madre.
Me atiende inmediatamente y a los pocos segundos se larga a llorar diciéndome que descubrió que mi papá le era infiel, que estaba manteniendo a una chica de menos edad que la mía, de 20 años aproximadamente.
Al principio no le creí, pensé que eran solo celos de mi madre, siempre los tuvo con mi padre que tenía una pequeña corralón de construcción y constantemente estaba viajando por la provincia en busca de nuevos clientes fijos.
Mi madre lloraba desconsolada y me decía que se había tomado unas pastillas para calmarse y dormirse, que al siguiente día hablaríamos más calmados.
Llega el delivery, pago y comienzo a comer. Mientras llamo a mi padre.
Me atiende y me confiesa que efectivamente era infiel, que está en ese momento en el departamento de quién era su amante. No había querido decirme nada para no preocuparme.
Yo tenía ganas de putearlo a mi padre, pero hacía unos meses que yo había engañado a quien fuera mi novia con una compañera de trabajo, no tenía mucha autoridad moral.
Pasan los días y se concreta el divorcio express. Mi madre le pide la mitad de los bienes a mi padre y llegan a un acuerdo para no llegar a instancia judicial.
Mi padre le deja las dos propiedades que teníamos, el auto que usaba ella y le paga el equivalente en dinero de la camioneta que se quedaría mi padre. Además el 75% de los ahorros que tenían en plazos fijos, dólares y cajas de ahorro, que no era poco dinero, pues era lo que estaban ahorrando para poner otro corralón en otra zona de la provincia y comenzar a ampliar el negocio.
En poco tiempo mi madre se quedó con la titularidad de esos bienes, y comenzó a pensar en que usar el dinero ahorrado, que negocio pondría ya que no contaría de ahí en más con la entrada del corralón.
Mi madre, tenía 50 años recién cumplidos. Nunca fuimos clase alta, pero nunca nos faltó nada, mi madre no necesitaba trabajar, solo lo hacía para tener una ocupación. Por ello es que daba clases de inglés en un colegio privado.
Eso le ocupaba unas 3 horas por día de lunes a viernes. Los ingresos que le daban eran simplemente por remuneración, no eran significativos. No podría vivir de eso. Si no ponía un negocio o se dedicaba a tiempo completo a la docencia no tendría como mantenerse.
Se rodea de sus amigas, muchas de ellas divorciadas, le dan todo tipo de consejos para salir adelante, la acompañan en su duelo.
Voy a comer a lo que sería su casa ahora, y la veo desmejorada, triste, ojerosa, descuidada, vestida como si fuera a hacer una limpieza general de la casa, que de hecho parecía estar haciéndolo, porque estaba remodelando los espacios de la casa, donde antes estaban las cosas de mi papa.
Me cuenta de sus planes, pidió más horas para dar clases, pero no sabe si se lo van a dar. Además dijo que puso en alquiler la casa quinta que teníamos, que esperaba sacar algo de ahí para pagar los impuestos y vivir junto con la docencia.
Aún no tenía idea de qué negocio poner, porque tenía mucho miedo al riesgo de quebrar, había sufrido mucho con las hipotecas, deudas y juicios del corralón de mi padre a lo largo de la vida.
Pasan algunas semanas, y vuelvo a visitarla un domingo.
Esta vez está distinta, tiene ropa nueva, más juvenil, se aclaró el cabello, está maquillada diferente. La casa tiene una decoración totalmente renovada, no queda nada de la casa familiar y de mi padre.
Tiene unas calzas deportivas, la primera vez que veo a mi madre con calzas, tiene unas zapatillas fosforescentes como usan las adolescentes.
Me dice que comenzó el gym, que va con una amiga. También está más tostada, dice que fue a un spa y solarium, cosas que no hacía mi madre docente.
Está usando una remera más escotada, por primera vez veo el escote desnudo de mi madre en mi vida. Resulta extraño verla revolver la salsa para la pasta y ver cómo sus pechos se juntan y se separan en el movimiento.
Mido 1.80, mi madre llega apenas al 1.65, por lo que la diferencia de altura me pone en una visión incómoda al ayudarla a cocinar y preparar las pastas.
El crucifijo que siempre estaba apoyado en un sweater, blusa completa o remera de algodón, ahora estaba descansando entre sus dos pechos. Se perdía entre ellos, que no eran pequeños, sino voluminosos, totalmente naturales.
Mientras me cuenta que con otras dos amigas quieren iniciar un negocio, una cafetería. Entusiasmada me cuenta que cada una pondría un tercio de la inversión y se dividirían las tareas. Que en poco tiempo tendrían todo listo para arrancar y que eso la emocionaba.
La comida está casi lista, así que como buena madre me manda a lavarme las manos al baño, no le importa que tenga 25 años ya, ella aún me trata como un niño pequeño.
Obedezco riéndome, y al salir con mis manos limpias al comedor veo a mi madre, estirándose para tomar unas copas de la alacena.
Al estar en punta de pie y estirando sus brazos, la remera se le sube por encima de la cola.
Eso permite tener ante mis ojos por primera vez la cola redonda y grande de mi madre cubierta por las calzas que revelan su forma y tamaño. Mi madre siempre uso jeans o pantalones holgados. En esas calzas se podía apreciar como la cola de mi madre estaba cubierta con una bombacha chica, no era tanga, porque el relieve mostraba la costura de una bombacha que iba de menos a más hasta su cintura.
No se veía nada, pero el relieve estaba ahí, para la imaginación.
Para romper con el momento me acerco ofreciéndome a tomar esas copas que estaban en un lugar alto.
Nos sentamos a almorzar, y al sentarme noto que debo acomodarme el bulto debajo de mis pantalones.
Miro a mi madre a los ojos, brindamos con vino tinto y tras una sonrisa, comenzamos a comer.
No se si es el uso de ropa elastizada o fajas, pero ahora se le puede notar una cintura, sus pechos están más erguidos y su cola que siempre estuvo cubierta por la holgura de un jean o pantalón de vestir hace su presentación cuando camina de acá para allá.
Al despedirme del almuerzo me pide que nos saquemos una foto.
Cambió su celular astillado de 5 años de antigüedad por un iphone, se ríe porque aún le cuesta entenderlo.
Nos sacamos una selfie, cachete con cachete y ella tirando un beso a la cámara.
Es la primera vez que tomamos una foto así.
Nos despedimos hasta otro momento.
Pasan los días y sigo atareado con mi trabajo, cada vez hay que hacer más cosas por la misma paga. Además debo renovar el alquiler dentro de poco tiempo con un incremento sin sentido.
Llego a casa, cocino algo simple y me acuesto a mirar una serie por una plataforma de estas de moda.
Me aburren las historias trilladas que dan ahora, me distraigo y tomo el celular y comienzo a rastrear a la "novia" de mi padre.
Era una chica de 20 años, cuerpo de modelo, sacando cola y tetas en todas las fotos, en ninguna foto aparece mi padre, pero ella sí aparece en restaurantes, boliches, piletas, playas, etc.
Tenía la boca con botox, como muchas de hoy en día, tal vez los pómulos también, se notaba que no era su cara original.
No parecía estudiar ni trabajar, evidentemente mi padre era financista de su estilo de vida. Me agarra un poco de bronca, tanto por mi madre que sufrió el divorcio, como mi padre que por un poco de calentura tira el dinero que era de la familia.
Reviso como siempre el perfil de mi ex, parecía estar con un nuevo novio desde hace un tiempo, se la veía feliz.
Veo el de la chica con la que engañe a mi ex novia y la veo también con un compañero de trabajo, evidentemente yo no era el único que estuvo con ella de la planta.
Estaba por cerrar la aplicación y veo una sugerencia, era mi madre. Se había hecho un perfil de Instagram y estaba subiendo fotos.
Jamás creí que usaría tales aplicaciones, pero ahí estaba, me puse a ver cada una de sus fotos. La mostraba alegre, fuerte, empoderada.
Tenía fotos en el gym, videos donde un profesor joven y musculoso la guiaba a hacer sentadillas, tambíen fotos tomando sol.
¿Mi madre con una bikini? ¿desde cuándo? Ahora parecía haber descubierto esas prendas, desde que era pequeño la recuerdo ir a Mar del Plata con una maya enteriza y un short, donde solo quedaba al descubierto su cuello, sus hombros, brazos y piernas, por debajo del short.
Aún se le nota flacidez en su cuerpo, recién va poco más de un mes en el gym, se notan cambios pero aún le falta bastante, pero lo más importante es que se siente segura de sí misma, segura de su cuerpo, de ninguna otra manera se mostraría así en redes sociales.
Pasan más semanas, en ese tiempo no he podido visitar a mi madre, pero si me mantuve al día con sus actualizaciones en Instagram.
Ha salido con sus amigas de noche, por primera vez desde que se casó con mi padre. Se la veía feliz posando con tragos, un vestido de noche y música de fondo. Se la ve en historias bailando, evidentemente está disfrutando su nueva soltería.
Para dormir hago zapping en el cable, paso por las mismas películas de siempre que pasan cada dos semanas en todos los canales, terminó en un canal donde pasan cine argentino.
Aburrido me pongo a ver una película que no le encontraba mucho sentido, mas que el de agotarme y prepararme para dormir hasta el siguiente día.
De la nada en la película (el bonaerense) los protagonistas comienzan a tener relaciones. Son dos policías, uno joven y ella más madura.
No esperaba encontrarme con una escena sexual en la película pero ahí estaba, no la cambie, la seguí viendo. Escenas donde no se ve mucho, solo algunas nalgas, algún pezón, mucho juego con la oscuridad y la luz tenue. Gemidos, transpiración y la idea de que ella dice que no quiere hacerlo pero termina haciéndolo todo.
No me importó cómo seguía la película, solo me dispuse a meter mi mano en mi bóxer y comenzar a tocar mis bolas y mi pene que ya estaba en crecimiento.
Lo había sacado de mi bóxer, lo tenía en mi mano y comencé a masturbarme recordando lo que acababa de ver en tal escena.
En ese momento que estoy en plena tarea masturbatoria me llama por teléfono mi madre.
En otro momento no la atendería, pero me resultaba extraño que a esa hora de la noche estuviera llamando.
La atiendo, mi mano sigue en mi miembro. Me cuenta de que se le quedó el automóvil, no sabe porque no arranca, que salió con sus amigas y que ahora está en Palermo, zona de bares de Buenos Aires, sin saber cómo volver.
Me visto rápidamente y le digo que salgo para allá a buscarla.
Al llegar al lugar, la encuentro dentro del auto con el asiento reclinado descansando.
Me abre, le hago preguntas de rigor, pruebo encender el auto y no arranca.
Ella está usando un vestido relativamente corto, medias color piel de nylon,
Cuando se agacha para señalarme donde está la llave del capot su falda se sube considerablemente quedando como una mini.
Sus piernas grandes ya se notan mas torneadas por el gym. El frente está más escotado que nunca, mucho más que la remera con la que la vi ese domingo de pastas.
Tras unos ensayos me doy cuenta que parece haberse agotado la batería, parece que se había olvidado las luces encendidas.
Mientras intento hacerlo arrancar, llega una de sus amigas también al rescate, se ve que había llamado a todo el mundo.
"qué lindo chongo te vino a ayudar Sandrita" le dice la amiga a mi madre
Ella se enoja y le dice que soy su hijo, y nos presenta.
"Disculpame, pasa que tome un poquito, no digas nada porque así tengo que llegar a casa" me confiesa graciosa su amiga que estaba muy linda, un jean apretado que marcaba su culo y una blusa escotada.
Tras confirmarle a su amiga de que estaba todo bien ella se despide diciéndole "después pasame el número de tu hijo por si se me rompe el auto..."
A lo que mi madre le grita que nunca y que no sea irrespetuosa mientras se ríen a la vez.
Arranca el vehículo luego de hacer el puente, Nos despedimos organizando algún encuentro pronto, Cada uno se vuelve a su casa.
Llego de madrugada a mi departamento, cansado, me acuesto y me duermo inmediatamente.
Duermo profundamente, en un momento siento un sonido molesto, no le presto atención y sigo durmiendo, pero el sonido sigue. Me despabilo un poco y es mi celular sonando.
Es mi madre nuevamente, aun con los ojos tratando de enfocar y de acomodarse a la luz, atiendo. Me dice que se le volvió a quedar el auto.
Pero no entiendo porqué si solo debía ir a su casa, qué habrá pasado que se le volvió a quedar. Estaría fallando la batería o el alternador que la carga.
Me levanto nuevamente rápido, vistiéndome con lo que tengo a mano y me voy hacia donde está mi madre.
Llego a una calle desierta con árboles y alguna luz de calle amarilla que no ilumina demasiado. Allí encuentro al auto de mi madre.
Le pregunto y le cuestiono de porque dejo apagar el auto y no fue directo a su casa. Intento hacer arrancar el vehículo en una zona que está linda para que nos roben porque no hay nadie circulando.
Me saco la remera para no ensuciarla porque intento sacar la batería y cambiarla por la mía, yo vendría a buscar mi auto al siguiente día.
Tampoco sirve la idea, termino con el cuerpo manchado con aceite y grasa.
Agotado nos sentamos dentro del auto llamando a una grúa que vendría en 2 horas.
Sentados en el auto con la luz tenue, veo el vestido de mi madre más arriba de lo normal por la posición, casi se puede ver su ropa interior. Su escote se ve claro con la luz de la calle.
De repente me dice que no aguanta más y se sube a horcajadas arriba mío, una pierna a cada lado y me pone su escote a la altura de mis ojos.
Se sienta sobre mi y siento el calor de sus piernas, ella siente mi bulto creciendo rápidamente. Sus manos recorren mi cuello y bajan por mi pecho.
"te gusta lo que ves?" me pregunta ronroneando
Asiento con mi cabeza sin decir nada, solo disfrutando ver esos pechos y ese crucifijo que hipnotiza al ir de uno a otro seno.
Su mano baja hasta el cierre de mi pantalón y con esa sola mano saca de mi bóxer mi miembro caliente y duro, lo masajea con suavidad, solo me mira, no nos besamos.
Mis manos recorren sus piernas maduras torneadas, llego hasta tocar ese culo de nalgas generosas.
"rompe la media" me susurra al oído.
Obedezco y se escucha el ruido de la media rota tan fuerte que parece que toda la cuadra escucharía lo que estábamos por hacer.
Ella se levanta un poco, se está corriendo la ropa interior y ubicando mi pija en la dirección precisa a su interior.
Siento la cabeza de mi pija hacer contacto con sus maduros labios vaginales.
Estoy por entrar dentro de mi madre.
Ella me mira y abre su boca y deja escapar un gemido audible que retumba dentro del auto.
Suena el despertador.
Había soñado, mi bóxer está húmedo, tuve sueño húmedo y terminé enchastrando mi ropa interior.
Anoche sí había ayudado a mi madre, si ocurrió lo de la batería, pero el segundo rescate ocurrió solo en mi mente dormida.
Me bañe con culpa, ni siquiera me animé a masturbarme, aunque estaba muy caliente.
No quería ni pensar en la perversión que había soñado.
Pero era solo un sueño, no tiene un sentido literal según la psicología, así que con ese consuelo me dispuse a vivir mi rutina.

1 comentarios - La rebelión de mi madre

ellechero469
Ig de la mamucha?
Muy buen relato quede al palo