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La cuarentena con mi sobrino (X): Final

Anteriormente: tirando cosas a la vereda, nos encontramos con la chica que le gusta a mi sobrino, eso me pone celosa y tenemos un fin de semana de distanciamiento.
El decide irse de casa y arregla todo sin avisarme, eso me enoja.
Lo confronto a la salida de la ducha y terminamos cogiendo por primera vez, de una manera bruta y delicada a la vez.
La primera vez de mi sobrino fue con su tía.
Esa noche duerme en la cama matrimonial, ambos desnudos.
Él duerme como un bebe, yo lo miro con ganas de despertarlo y que me vuelva a coger.
Por otro lado estoy preocupada porque me cogió y me acabo adentro, me lleno de leche y yo aún soy fértil.
Entre la lujuria y la preocupación me duermo muy de madrugada.
Día 22, lunes.
Me despierta mi sobrino sobresaltado porque nos quedamos dormidos, él para su clase, yo para el trabajo.
Desnudos vamos buscando la ropa tirada en el suelo y mientras uno se lava los dientes el otro va a poner agua para desayunar algo.
Ambos nos cepillamos los dientes mientras hacíamos otras cosas, nos vestimos, peinamos, encendemos las computadoras y tratamos de ganar tiempo con los mensajes de whatsapp.
Me muero de ganas de desconectar internet para tener otra sesión de sexo con mi sobrino, pero la responsabilidad pesa mas que el placer.
Casi no me puedo concentrar en mi trabajo recordando lo que pasó anoche.
Al mediodía comemos, tirándonos indirectas sexuales.
Hablamos de si quiero más carne en mi plato, que me faltaron más huevos, y sobre él, de cómo comida sin masticar, de que necesitaba más agua porque anoche parecía que quería sacar leche de la teta.
"Anoche te portaste muy mal sobrinito, me llenaste de leche y eso no se hace" le dije ronroneando.
Esa tarde iría a comprar anticonceptivos y la pastilla del día después para despejar dudas. También preservativos, extra grandes. No de los normales que usaba mi esposo.
Apenas terminé mi trabajo a la media tarde, salí con mi tapaboca a comprar todo a la farmacia.
En esta época de pandemia, sólo permiten entrar de a 2 personas, así que debo esperar afuera.
Cuando entro, siento nervios por pedir todo eso, por lo general era mi esposo quien compraba preservativos, pastilla del día después solo compre cuando éramos novios y nos asustábamos por que quedara embarazada.
La farmacia era del barrio, nos conocemos las caras, eso me perturba. Ella sabe que cada tanto yo o mi esposo venimos a comprar.
Entonces pido otros medicamentos de venta libre, antifebriles, algodón, gasa, alcohol en gel, mis anticonceptivos. Y tartamudeando pido la pastilla del día después.
Me recuerda la farmacéutica que es para tomar una vez cada 6 meses, le digo que ya lo sé, es solo para tenerla por las dudas, no quiero tener hijos en pandemia. Eso desata una conversación con ella del futuro, de los hijos, del sufrimiento, de la economía, de la política.
Mientras le pido los profilácticos, los extra grande.
"ah qué afortunada vecina" me dice la farmacéutica que ya había entrado en confianza por todo lo anteriormente hablado.
Me pongo como un tomate, no sé qué decir, solo sonrío mirando para abajo, a mi celular, que se me cae al suelo, rajando la pantalla.
En eso entra la segunda cliente, límite que permite la farmacia.
Era la vecina doña Clotilde, me saluda mientras me mira de arriba a abajo. Me dice que a la nieta también se le cae el celular todo el tiempo, no le dura nada.
Trato de ser amable y despedirme, rápido trato de pagar, la farmacéutica está en la caja pasándole el láser a los productos.
Entonces a la vista de la vecina chusma pasa la pastilla del día después, los anticonceptivos y lo más llamativo, los preservativos extra grandes.
Más roja me pongo, mientras trato de ganar tiempo nerviosa sacando mi tarjeta de crédito y mi documento.
"Estos vienen con lubricante, por el tamaño, por eso salen un poco más caros" dice la farmacéutica en tono suave y cómplice. No lo suficientemente suave para el oído entrenado de la chusma del barrio.
Pago, firmo, y me retiro saludando a ambas.
Mientras abro la puerta para irme, escucho de fondo a doña Clotilde preguntándole a la farmacéutica:
"¿que ya volvió el marido?"
Escuché clarito, retumbó en mis oídos, y en mi cabeza. Mi corazón latió con fuerza y un sudor frío cubrió todo mi cuerpo.
Me quedé inmóvil mientras la siguiente cliente pasó dejando el cupo lleno de la farmacia, ya no podría entrar para saber de que chusmeaba la vecina con la farmacéutica.
La miro desde afuera y ella desde adentro levanta la mano sonriendo mientras sigue hablando con la farmacéutica.
Me vuelvo a casa, pensando en el error que cometí al comprar en la farmacia del barrio, tampoco podía ir a pasear a buscar esos productos, la cuarentena es estricta.
Estoy muy nerviosa, toda esa conversación me puso los nervios de punta. Estarían hablando de mi. La metida de Clotilde sabe que mi esposo está de viaje, sabe que tengo a un joven acompañándome a todos lados, pero no tiene la certeza de que es mi sobrino, salvo por la nieta puta que podría saberlo, si es que mi sobrino se lo contó.
Todo cuadra para que me llamen la puta del barrio que aprovecha que el marido no está para coger con otros hombres.
Si supieran que no lo busque, que se dio así, y que solo fue una sola vez. Solo una vez cogí en 22 días. No soy la puta del barrio.
Cuando llego a casa, mi sobrino me espera en el sofá, mirándome con deseo.
"te estaba esperando tía" me dice con ansías.
"voy a darme una ducha sobrino, me esperas?" le digo tratando de ganar tiempo para calmarme. Tenía ganas de coger, pero también estaba mal por el rumor del barrio. Es decir, no estaba de humor para cogerme a mi sobrino.
Mientras me ducho trato de que se me pasen las ideas paranoicas de la cabeza. En eso ocurre lo que a las mujeres les pasa una vez por mes.
El periodo, mientras me estoy bañando, me faltaban unos días, pero se ve que se me adelantó por los nervios.
Termino de bañarme, me pongo la toallita, la bombacha ancha de los periodos.
Me visto, y salgo al living a darle la mala noticia a mi sobrino, no habría sexo por una semana.
Se desilusiona, mira con cara de no entender que a las mujeres una vez por mes no estamos disponibles.
Cada uno vuelve a su cuarto, yo respiro aliviada porque esa es señal de que la leche de mi sobrino no pudo hallar a mi ovulo.
Transcurre la semana con normalidad, yo me siento fea, con dolores menstruales, estoy hasta un poco histérica con la limpieza, me siento triste, alegre, culpable, todos los sentimientos juntos.
Con mi sobrino vemos alguna que otra película por la noche y lloro con las escenas tristes. Estoy en pleno periodo.
Cuando hablo con mi esposo lloro diciendo que lo extraño, que quiero que vuelva a casa. Parece que la culpa de la noche de sexo hace unos días me está aplastando la conciencia.
Llega el siguiente martes, luego de 8 días. Día 30
No tengo más la regla.
Ahora ya estaba disponible para volver a coger con mi sobrino.
Pero toda la semana me la pase reflexionando de si sería conveniente seguir, o dejarlo ahí, ya me había sacado las ganas.
Fue solo una noche de sexo, use a mi sobrino como consolador, no es la idea usarlo de amante, eso ya sería mucho más perverso.
No le digo nada a mi sobrino que ya estoy disponible, su ignorancia por ser tan joven y la diferencia de edad no le va a hacer preguntar si ya estoy disponible o si sigo con mi periodo.
Gano así unos días más. Llego al día viernes, día 33.
Ese día lo veo a mi sobrino salir del baño otra vez con la toalla en la cintura, los ratones empiezan a comerme la cabeza.
Parece que me está buscando, evidentemente sabe que ya estoy disponible, pasaron muchos días.
Me voy a bañar, dejo la puerta entreabierta, como queriendo que pase algo sin proponerlo abiertamente.
Mientras me baño me imagino a mi sobrino mirándome, limpio la condensación de la mampara, para ver hacia la puerta entreabierta, no veo nada.
Invento un grito, como de haberme golpeado.
Unos segundos más tarde, mi sobrino entra al baño, me pregunta si estoy bien, le digo que me resbale y me golpee contra la pared.
Mi sobrino da media vuelta y se está retirando cuando le digo:
"ya casi no queda nada de la marca de la tanga que me arrancaste sobrino..."
Eso fue suficiente como para girar, y volver. Abre la mampara mientras se saca la ropa en un instante.
En la ducha se abalanza sobre mí, me levanta como si fuera papel, sosteniéndome de las nalgas.
Me come las tetas, yo con mis brazos lo presiono para que no salga de ahí.
Sus manos me agarran con fuerza el culo y separan mis nalgas, yo lo rodeo con las piernas en su cintura.
Me empieza a dejar caer, hasta que por la gravedad mi concha se encastra en la pija enorme de mi sobrino.
Siento calor y ardor en mi conchita, el agua de la ducha nos lubrica. Me levanta y me baja con sus musculosos brazos. Nos besamos apasionadamente.
Me pone contra la pared y allí me sigue taladrando desesperado.
Grito de placer, como pocas veces, pero esta vez no exagero ni finjo, es real, estoy gozando teniendo la pija adolescente de mi sobrino dentro mio.
Mientras me la mete me acuerdo que tengo los preservativos en la mesita de luz. Jadeando le digo que tiene que ponerse la protección. Cierra el agua de la ducha, me sostiene con un solo brazo.
Salimos con mucha agua, me lleva en su pija literalmente, hasta la cama.
Allí me tira y busco el profiláctico extra grande.
Estoy en cuatro, esa posición parece gustarle porque me dice
"que buen culo tienes tía, desde siempre te lo miraba y me masturbaba cuando venias a casa, y ahora lo tengo desnudo acá"
Mientras me giro lo suficiente como para meterle el preservativo con la boca, eso lo vuelve loco. Su tía mete el preservativo mientras se la chupa.
Vuelvo en cuatro e intenta calzar su enorme falo entre mis nalgas, mostrándome lo grande que es y cómo mis dos nalgas no pueden cubrirlo.
Me abre el culo con las manos y mira mi agujerito rosado. Juega con sus dedos e intenta jugar con su enorme glande como tentando la entrada.
Le digo que no, nunca lo hice por ahí, y además su pija era enorme, me haría daño.
No es poca cosa cogerme en cuatro simulando hacerme la cola, es mucho premio para mi sobrino que recién está teniendo sus primeras experiencias sexuales.
Me la mete de una por la concha, siento la estocada y lanzo un gemido sordo.
Me la mete como un toro, entra y sale, se escucha las cachetadas de mi culo contra sus muslos. Sus bolas en cada ir y venir golpean en mis piernas y en mis labios vaginales. Eso me calienta.
Mi cabello suelto y mojado vuela para todos lados, se me queda en la cara y salta hacia adelante.
Mi sobrino lo recoge como si fueran crines y me hace hacia atrás como si quisiera domarme.
Si supiera que me tiene a su merced con esa pija.
Mientras me la está metiendo vuelve a probar con su pulgar en mi culo.
Estoy tan excitada que el dolor que me causa me da más placer, así mete su pulgar entero, me siento atascada por el culo pero gozando sabiendo que caliento a mi sobrino así.
Sigue cogiéndome en cuatro, mis piernas tiemblan, y de repente se viene, esta vez en el profiláctico, yo también al sentirlo estallar me vengo. Gozamos juntos, nos desplomamos en la cama.
Saca su pija latiendo de mi concha, se saca el profiláctico, está repleto de su leche juvenil. Verla toda junta me da impresión, con razón cada vez que acababa me rebalsaba en la boca y caía por todos lados. Evidentemente tenía mucha leche mi sobrino para entregar.
Su pija está a media asta, pero está hermosa, descansando sobre su adolescente cuerpo, las bolas se contraen buscando renovar fuerzas.
Me tiento y agarrando el preservativo lleno de leche le hago un nudo y lo tiro al costado de la cama, lo pongo boca arriba y me pongo a comerle la pija.
Me propongo aprovechar su virilidad y juventud y hacerle acabar por segunda vez sin descanso.
Mi boca y mi lengua juegan con su exhausto miembro, que intenta reponerse ante tal cogida.
Mi sobrino parece quejarse, necesita reponerse, queda sensible el glande después de eyacular tanta leche. A mi no me importa su queja, voy a hacerlo acabar de nuevo.
Le pongo el culo en la cara, lo obligo a olerme el culo y la concha. Tímido me la chupa, pero se entretiene más con mi culo, allí me manda lengua.
Aun se ve que quedó fuera de juego con la primera cogida.
"tía necesito un tiempito, necesito recuperarme" me suplica.
No le doy importancia a lo que dice. Aprieto sus bolas con mis manos mientras sigo chupándosela hasta el fondo de mi garganta.
No pasaron unos minutos más, hasta que la pija de mi sobrino hinchada explota en mi boca.
Mi sobrino hace un sonido gutural al acabar, una mezcla de disfrute con sufrimiento.
Cuando me como y limpio toda la leche, veo el glande hinchado de mi sobrino, irritado, se ve que antes de cogerme estuvo masturbándose y bastante.
Pobrecito, lo hice esperar muchos días y tuvo que recurrir a la masturbación, justo ese día que cogimos y lo hice acabar dos veces.
Me daba impresión ese glande enorme irritado, rojo, hinchado, pero me daba morbo que estuviera así por mi.
Sigo con mi mano subiendo y bajando la piel de su pija.
"tía, por favor..." me suplica mi sobrino.
Me doy vuelta y lo beso pasándole su propia leche a su boca.
Le da impresión, no le gusta nada parece, yo sigo mandando lengua, haciendo que la leche se funda con nuestra saliva. Lo noto tratando de evitar seguir besándome. Esta vez yo lo agarro del pelo con rudeza para que no vaya a cerrarme la boca.
La otra mano sigue en su pija subiendo y bajando.
Estoy encima de él, a horcajadas. Me deslizo hacia atrás, Saco la mano de su cabeza y del estuche del preservativo vacío saco el lubricante. Lubricante que uso para embadurnar su pija cansada de escupir leche. Está algo dura, no totalmente, intenta recuperarse. Debería hacerlo, no pasa los 20 años.
Me giro dándole la espalda. Le muestro mi culo completo. De cuclillas.
Obligo a su pija a ponerse erecta con mi mano, mientras le muestro mi culo abierto, apuntando a la cabeza colorada irritada de su pija.
Cuando choca mi ano con ese glande, se me llena de fluidos la concha, el corazón me late a mil.
Hago fuerza y respirando profundo empujo esa cabeza dentro de mi culo.
Mi sobrino se queja, yo sigo hasta que todo ese glande entra con mucho esfuerzo. El envoltorio del lubricante se me cae al suelo y cae cerca del profiláctico usado lleno de leche de mi sobrino, esa escena de desorden sexual me calienta más.
Me dejo caer y su pija lubricada entra en mi culo completa.
Me duele por dentro, me arde, me siento tapada, algunos movimientos me hacen doler, molestar, así que cuido en mi subir y bajar lentamente.
Mi sobrino me está cogiendo el culo y yo dándole la espalda para que pueda contemplarlo, giro mi cabeza para mirarlo con lujuria, poniéndome un dedo en la boca.
Mi sobrino mira mi culo, me mira a mi, goza pero sufre, esa pija irritada está causando dolor.
Ya es casi media noche, estuve exprimiendo leche a mi sobrino por horas.
Siento que vuelve a inflarse la pija dentro de mi culo, me duele más, esta parada completamente, se pone a sus anchas inflando las paredes de mi esfínter.
Así termina largando más leche dentro de mí, siento el calor de cómo se escurre dentro de mí.
Ahora mi sobrino me golpea las nalgas dejándome marcados sus dedos. Eso me enciende.
Yo sigo cabalgando, todavía no tuve un segundo orgasmo, mi sobrino dice que pare, que ya no puede más.
Yo necesito seguir, así que no hago caso y subo y bajo haciendo que la leche de mi sobrino haga de lubricante en mi culo, la siento caer y salir goteando por mis piernas.
De repente siento ese volcán que está por explotar dentro de mí, como nunca antes en mi vida estoy por sentir un orgasmo que viene desde lo más profundo de mí.
Comienzo a jadear intensamente, esperando el orgasmo final.
Mis uñas arañan sus muslos tratando de amplificar el placer.
Cierro los ojos y...
Abren la puerta de mi cuarto. Es mi esposo.
Aún estaba subiendo y al bajar en esos 23 centímetros de mi sobrino exploto de placer.
Se me escapa un grito fuerte incontenible, aun tapando mi boca.
Las piernas me tiemblan como nunca, mi panza tiene espasmos de placer único, la mano que araña a mi sobrino sigue clavada allí como tratando de frenar el orgasmo largo e intenso que estoy sintiendo.
Mi esposo mira enojado la situación, ni siquiera puedo dejar de cabalgar.
Mi sobrino me levanta de un solo movimiento y me tira al costado en la cama.
La escena es terrible, estoy toda mojada por la ducha y transpiración, despeinada, leche de mi sobrino en mis piernas, en mi boca, profilácticos sin usar y uno usado con leche de mi sobrino en el suelo, lubricante desparramado en el suelo.
Su esposa había hecho acabar de un solo tirón 3 veces a su sobrino.
Mi sobrino intenta cubrirse la pija que chorrea leche. Se pone a llorar aterrorizado.
Mi esposo se abalanza sobre él y lo golpea sacándolo del cuarto, él se deja golpear a pesar de que es más grande de cuerpo y más musculoso, sabe que hizo mal, además aún es adolescente.
Le dice a mi esposo:
"yo intente decirle que pare, pero ella no paraba"
No lo podía creer, encima que me cogió como nunca, me echa la culpa a mí.
Todo termino como deben terminar estas historias.
Mi sobrino abandonó la carrera, se volvió a su casa con su familia en el interior. Todo con la excusa que extrañaba a sus padres y el miedo a la pandemia.
Con mi esposo estamos separados de hecho. Pero vivimos en la misma casa, no podemos hacer ningún divorcio formal ni separar bienes porque todo está parado en la economía.
Él duerme en el cuarto de mi sobrino, yo en mi cama matrimonial.
Mi esposo logró cerrar el negocio en Europa y volvió en un vuelo de repatriación, con la idea de darme una sorpresa.
Ya van 150 días de la cuarentena, solo 33 aguante sin engañar a mi esposo. Desde ese día no volví a tener sexo. Mi esposo no me habla.
No le dijo nada a mi hermana.
Ya en el barrio cuando salgo, todas las vecinas me miran mal, doña Clotilde se encargó de que todos supieran que la puta del barrio no se aguantó la abstinencia y apenas se fue su esposo se cogió a su sobrino de 18 años.
Me arrepiento de haberlo traído a casa, pero en cuanto a lo sexual no me arrepiento de nada, lo que me hizo sentir esa pija de mi sobrino fue algo único.
Apenas se levante lo de la cuarentena, voy a divorciarme y ponerme a buscar pendejos así, pero no creo que sea lo mismo.
FIN
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2 comentarios - La cuarentena con mi sobrino (X): Final

Sincorbata +1
quiero una tia asiiiiiiiiiiiiiii
Mau_40
aplaudo de pie, excelente