El pasado fin de semana largo, hicimos una escapadita a Córdoba con mis amigas Valeria y Agustina. "Me vas a engañar mucho?", me preguntó Lucas, la última noche que estuvimos juntos antes del viaje. No era la idea salir de joda, ni andar de cacería; sino que fue un proyecto bien tranquilo para relajarnos y despejarnos las 3. "No, lindo... además, Agus me va a cuidar!", le respondí con una sonrisa. Esa frase, sin dudas, alimentó un poco los ratones de mi chico, recordando las noches que pasamos los 3.
Si bien no era la intención que pase nada, sus divagadas ideas no le erraron por mucho. La tensión sexual entre Agus y yo a veces se torna indisimulable. Si bien meses atrás terminamos confesándole a Valeria nuestros encuentros, ella no sabe "toda la historia" (que tenemos tanta reincidencia o que comparto a mi chico con ella). Por eso es que tratamos por todos los medios que la cosa no pase a mayores.
Alquilamos una casa chica, con una sola habitación, por lo que dormíamos las tres en el mismo lugar. "Si van a hacer algo, me avisan y me voy", dijo a modo de chiste (medio en serio) Vale la primera noche. Aunque sabemos bien que hay veces que no dominamos nuestros impulsos, nos manejamos todo el finde las tres juntas, así que las situaciones de tentación se reducían bastante.
Aunque... una mañana, Vale se puso a preparar el desayuno. Agus se estaba bañando, y a mi me agarraron ganas de ir al baño. Conociendo a mi amiga (que se toma su tiempo), le pedí si podía ir mientras ella seguía en la ducha. Nos pusimos a charlar un rato, pero justo antes que me fuera me dice "me alcanzás la toalla". Me detuve en seco, volví a cerrar la puerta, dispuesta a que pase lo que tenga que pasar.
Le alcanzo la toalla y cuando quiero soltarla ella me agarra. Nos empezamos a reír, sabiendo lo que iba a pasar. Agus se envolvió en la toalla y salió, mirándome fijo con ese deseo que se nota en su mirada. Toda mojada, lo que le daba un toque más sexy a su apariencia, empieza a avanzar sobre mi. Yo retrocedí mordiéndome los labios, esperando ser atrapada, hasta quedar contra la pared. Ella se frena, y pone sus manos contra la pared, cerrándome el camino. Al hacer eso, la toalla cae al piso quedando desnuda frente a mi.
Yo sonreí con una risita nerviosa, espiando de reojo hacia abajo. Su cara se acercó y sin poner resistencia nos besamos. Su cuerpo húmedo se apretó contra el mío, mojando toda la ropa (y bueno, otra cosa también se empapó). Me colgué de sus hombros mientras ella me bajaba el short dejándolo caer hasta mis tobillos. Sus manos agarraron fuerte mi cola y su lengua entraba con más lujuria en mi boca.
Agus empezó a pajearme, sin dejar de besarnos. Mis gemidos se ahogaban en la boca de mi amiga, que se volvía loca cada vez que yo le suspiraba. La paja estaba cada vez más intensa, pero un grito nos interrumpió. "Juuliiii, ayudameee", gritó Vale desde la cocina, solicitando mi presencia. De pronto volvimos del trance las dos, aunque demoramos unos segundos para recuperar la noción del lugar donde estábamos. "Te salvaste puta", susurró Agus justo antes que yo saliera cerrando la puerta con una sonrisa cómplice.
La cosa se había ido de las manos. Por suerte Vale no sospechaba de lo que había pasado, aunque nosotras no podíamos dejarlo así. A la noche salimos a cenar a un bar, y volvimos un poco tomadas. Ya en casa, nos sentamos en la mesa a seguir hablando boludeces y (como buenas borrachas) riéndonos de cualquier cosa.
"Me voy a dormir", dijo Vale con signos que el pedo le había pegado para el lado del sueño. Nosotras nos quedamos en silencio un rato. La adrenalina recordando lo que había pasado esa mañana hacía que se aceleraran mis latidos.
Cuando escuchamos la puerta de la habitación cerrarse, me levanté y me tiré en el sillón que estaba a unos metros.
- Vení conmigo - le pedí a Agus.
- Mmmm no se... - respondió ella, sin moverse de la silla
- Qué pasa, te da miedito?
- Y, si... sos rapidita vos... no se que me vas a querer hacer
- Dale, vení que no te hago nada
- Me lo prometés - decía con voz inocente. Mientras me respondía, ella se acercaba sensualmente hacia mi.
- Obvio... vení Agustina - le dije ya con voz más autoritaria. Abrí mis piernas y con las manos me acariciaba los muslos desde la rodilla hasta mi concha
- Qué hacés?
- Vení la puta madre... te pensás que me vas a dejar así de caliente desde la mañana, puta - le dije levantándome y tirándola al sillón de los pelos. Ya no pude aguantar más.
Me tiré encima y empezamos un chape intenso, caliente, donde nuestros cuerpos se franeleaban con locura. Mi boca, totalmente abierta, cubría la de ella; perdiéndose en una lucha entre nuestras lenguas para ver cuál entraba más profundo.
Nos levantamos la remera, sintiendo el calor de nuestras pancitas rozar la una con la otra. Sus manos agarraron mi culo, acercando mi cuerpo contra el suyo. Mis manos la tenían agarrada de los pelos apretando su cara contra la mía. "No me pueden poner tan loca tus besos" repetía ella antes de volver a besarme.
Una de mis manos se metió bajo su remera, agarrando sus pechos. Se sentían sus pezones duros por sobre el corpiño. "Ay si.. ay si" suspiraba Agustina mientras mis manos apretaban sus tetas. Las manos de ella ya estaban metidas dentro de mi pantalón, y se aferraban fuertemente a mis nalgas. De a poco, me fue desvistiendo. Ella bajó mi pantalón y yo le saqué la remera. Nos habíamos olvidado por completo que no estábamos solas, pero ya no nos importaba nada. Era un camino sin retorno.
Ya sin remera, y con el corpiño desabrochado, tiré mi cara entre sus tetas. Con las manos terminé de dejarla desnuda. Mi boca lamía sin pausa sus tetas. Dejé caer saliva sobre sus pezones y empecé a jugar. En la que quedaba libre, rozaba la punta de mis dedos sobre el pezón húmedo poniéndolo más duro, mientras me comía desesperada la otra. Ella no paraba de moverse, tuvo que agarrar un almohadón y morderlo, para que sus gritos no se escuchen en toda la casa. Sus manos apretaban mi cara para que no frenara.
Le bajé el pantalón y quedamos las dos en tanga. La fui besando desde los hombros hasta sus piernas, para sacarle todo y dejarla totalmente desnuda frente a mi. Ella se levantó y quedamos paradas una al lado de la otra. Me dio vuelta, y manoseando mi colita fue bajando mi tanguita hasta los tobillos. Volvimos a abrazarnos y besarnos dejándonos caer de nuevo al sillón.
Ahora yo quedé abajo. Ella se subió arriba mío, y acomodamos nuestras piernas para quedar entrelazadas. Su concha y la mía quedaron tocándose, mezclando jugos y sintiendo el calor de cada una. Empezamos a rozarnos, moviéndonos refregando nuestras conchas. Ella puso sus manos sobre mis tetas, apretándolas mientras no dejaba de mover su cuerpo sobre mi.
Yo levanté las manos para agarrar las suyas, mientras también movía hacia adelante y atrás mis caderas. La fantástica paja de conchas que nos hicimos llegó a su punto máximo cuando Agus se mordió los dedos para ahogar el grito que le provocó el orgasmo.
Se tiró sobre mi, me besó desesperada mientras me acariciaba tiernamente la cara. Las sensaciones que me provocan esas caricias no las tuve nunca con nadie. "Acabaste?" me preguntó sin dejar de besar mi cara y mi cuello. "No" respondí entre suspiros producto de sus besos.
Nos volvimos a acomodar, ahora una al lado de la otra, ella ágilmente pasó una mano por debajo, agarrándome una teta, la otra se la metió en la boca y la mano libre fue a mi concha. Me hizo una paja fenomenal, con chupada de tetas incluida. "Besame... besame" le supliqué cuando sentí que acababa. Ni bien su boca se unió a la mía, liberé toda la tensión en un grito ahogado en sus labios. Mis caderas se levantaron pero ella no frenó nunca de mover sus dedos.
Cuando mi cuerpo dejó de temblar, Agus sacó su mano de mi concha. Nos abrazamos un rato hasta que nos recuperamos ambas. Quedamos abrazadas agarradas de la mano, sin decir nada. Después de un rato, nos levantamos y nos fuimos a dormir.
Por suerte, Vale estaba desmayada y ni se enteró de nada. El resto del viaje siguió con normalidad, aunque la tensión sexual entre nosotras dos bajó un poco. La paja mutua había descargada un poco de energía. Igualmente, yo no me aguanté y mi alma de calienta verga pudo más.
Durante el viaje de regreso, le mandé un mensaje a Lucas. "Tengo que confesar que te engañé", le escribí. No se si me conocerá tanto, o me tiene tanta confianza; pero lejos de enojarse o pensar cualquiera, me respondió un "por favor contame", como ya suponiendo a qué me refería. No tenía intenciones de calentarme en el auto de Vale... así que le respondí simplemente con un "esta noche".
Por supuesto, apenas llegué, saludé a mis padres como la buena hija santa que soy y me fui de Lucas. Lo arrastré hasta la habitación, y lo tiré a la cama. Lo dejé desnudo y con desesperación empecé a comerme la verga, que ya estaba durísima. Un chorro de saliva cayó por el tronco, como un par de noches atrás había hecho en las tetas de mi amiga. Ese recuerdo me volvió loca. Suspiré profundo y me enterré la verga hasta que mi garganta dijo basta.
Me acomodé en cucharita apoyando su pija sobre mi cola. Luego de franelear la punta de la verga en la entrada de mi concha, me la clavó entera y pidiendo por favor, como un niño que espera el cuentito de las buenas noches, me suplicó que le contara. Con lujo de detalles (y un poco más), le conté todo lo que había pasado con Agustina, mientras él desesperado me garchaba sin parar, escuchando mi relato.
No aguantó al final. Acabó mucho antes, descargando toda su leche caliente en el fondo de mi concha. Sin embargo, su verga no se bajó nunca, y la dejó durísima enterrada dentro mío hasta el final de la historia.
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Si bien no era la intención que pase nada, sus divagadas ideas no le erraron por mucho. La tensión sexual entre Agus y yo a veces se torna indisimulable. Si bien meses atrás terminamos confesándole a Valeria nuestros encuentros, ella no sabe "toda la historia" (que tenemos tanta reincidencia o que comparto a mi chico con ella). Por eso es que tratamos por todos los medios que la cosa no pase a mayores.
Alquilamos una casa chica, con una sola habitación, por lo que dormíamos las tres en el mismo lugar. "Si van a hacer algo, me avisan y me voy", dijo a modo de chiste (medio en serio) Vale la primera noche. Aunque sabemos bien que hay veces que no dominamos nuestros impulsos, nos manejamos todo el finde las tres juntas, así que las situaciones de tentación se reducían bastante.
Aunque... una mañana, Vale se puso a preparar el desayuno. Agus se estaba bañando, y a mi me agarraron ganas de ir al baño. Conociendo a mi amiga (que se toma su tiempo), le pedí si podía ir mientras ella seguía en la ducha. Nos pusimos a charlar un rato, pero justo antes que me fuera me dice "me alcanzás la toalla". Me detuve en seco, volví a cerrar la puerta, dispuesta a que pase lo que tenga que pasar.
Le alcanzo la toalla y cuando quiero soltarla ella me agarra. Nos empezamos a reír, sabiendo lo que iba a pasar. Agus se envolvió en la toalla y salió, mirándome fijo con ese deseo que se nota en su mirada. Toda mojada, lo que le daba un toque más sexy a su apariencia, empieza a avanzar sobre mi. Yo retrocedí mordiéndome los labios, esperando ser atrapada, hasta quedar contra la pared. Ella se frena, y pone sus manos contra la pared, cerrándome el camino. Al hacer eso, la toalla cae al piso quedando desnuda frente a mi.
Yo sonreí con una risita nerviosa, espiando de reojo hacia abajo. Su cara se acercó y sin poner resistencia nos besamos. Su cuerpo húmedo se apretó contra el mío, mojando toda la ropa (y bueno, otra cosa también se empapó). Me colgué de sus hombros mientras ella me bajaba el short dejándolo caer hasta mis tobillos. Sus manos agarraron fuerte mi cola y su lengua entraba con más lujuria en mi boca.
Agus empezó a pajearme, sin dejar de besarnos. Mis gemidos se ahogaban en la boca de mi amiga, que se volvía loca cada vez que yo le suspiraba. La paja estaba cada vez más intensa, pero un grito nos interrumpió. "Juuliiii, ayudameee", gritó Vale desde la cocina, solicitando mi presencia. De pronto volvimos del trance las dos, aunque demoramos unos segundos para recuperar la noción del lugar donde estábamos. "Te salvaste puta", susurró Agus justo antes que yo saliera cerrando la puerta con una sonrisa cómplice.
La cosa se había ido de las manos. Por suerte Vale no sospechaba de lo que había pasado, aunque nosotras no podíamos dejarlo así. A la noche salimos a cenar a un bar, y volvimos un poco tomadas. Ya en casa, nos sentamos en la mesa a seguir hablando boludeces y (como buenas borrachas) riéndonos de cualquier cosa.
"Me voy a dormir", dijo Vale con signos que el pedo le había pegado para el lado del sueño. Nosotras nos quedamos en silencio un rato. La adrenalina recordando lo que había pasado esa mañana hacía que se aceleraran mis latidos.
Cuando escuchamos la puerta de la habitación cerrarse, me levanté y me tiré en el sillón que estaba a unos metros.
- Vení conmigo - le pedí a Agus.
- Mmmm no se... - respondió ella, sin moverse de la silla
- Qué pasa, te da miedito?
- Y, si... sos rapidita vos... no se que me vas a querer hacer
- Dale, vení que no te hago nada
- Me lo prometés - decía con voz inocente. Mientras me respondía, ella se acercaba sensualmente hacia mi.
- Obvio... vení Agustina - le dije ya con voz más autoritaria. Abrí mis piernas y con las manos me acariciaba los muslos desde la rodilla hasta mi concha
- Qué hacés?
- Vení la puta madre... te pensás que me vas a dejar así de caliente desde la mañana, puta - le dije levantándome y tirándola al sillón de los pelos. Ya no pude aguantar más.
Me tiré encima y empezamos un chape intenso, caliente, donde nuestros cuerpos se franeleaban con locura. Mi boca, totalmente abierta, cubría la de ella; perdiéndose en una lucha entre nuestras lenguas para ver cuál entraba más profundo.
Nos levantamos la remera, sintiendo el calor de nuestras pancitas rozar la una con la otra. Sus manos agarraron mi culo, acercando mi cuerpo contra el suyo. Mis manos la tenían agarrada de los pelos apretando su cara contra la mía. "No me pueden poner tan loca tus besos" repetía ella antes de volver a besarme.
Una de mis manos se metió bajo su remera, agarrando sus pechos. Se sentían sus pezones duros por sobre el corpiño. "Ay si.. ay si" suspiraba Agustina mientras mis manos apretaban sus tetas. Las manos de ella ya estaban metidas dentro de mi pantalón, y se aferraban fuertemente a mis nalgas. De a poco, me fue desvistiendo. Ella bajó mi pantalón y yo le saqué la remera. Nos habíamos olvidado por completo que no estábamos solas, pero ya no nos importaba nada. Era un camino sin retorno.
Ya sin remera, y con el corpiño desabrochado, tiré mi cara entre sus tetas. Con las manos terminé de dejarla desnuda. Mi boca lamía sin pausa sus tetas. Dejé caer saliva sobre sus pezones y empecé a jugar. En la que quedaba libre, rozaba la punta de mis dedos sobre el pezón húmedo poniéndolo más duro, mientras me comía desesperada la otra. Ella no paraba de moverse, tuvo que agarrar un almohadón y morderlo, para que sus gritos no se escuchen en toda la casa. Sus manos apretaban mi cara para que no frenara.
Le bajé el pantalón y quedamos las dos en tanga. La fui besando desde los hombros hasta sus piernas, para sacarle todo y dejarla totalmente desnuda frente a mi. Ella se levantó y quedamos paradas una al lado de la otra. Me dio vuelta, y manoseando mi colita fue bajando mi tanguita hasta los tobillos. Volvimos a abrazarnos y besarnos dejándonos caer de nuevo al sillón.
Ahora yo quedé abajo. Ella se subió arriba mío, y acomodamos nuestras piernas para quedar entrelazadas. Su concha y la mía quedaron tocándose, mezclando jugos y sintiendo el calor de cada una. Empezamos a rozarnos, moviéndonos refregando nuestras conchas. Ella puso sus manos sobre mis tetas, apretándolas mientras no dejaba de mover su cuerpo sobre mi.
Yo levanté las manos para agarrar las suyas, mientras también movía hacia adelante y atrás mis caderas. La fantástica paja de conchas que nos hicimos llegó a su punto máximo cuando Agus se mordió los dedos para ahogar el grito que le provocó el orgasmo.
Se tiró sobre mi, me besó desesperada mientras me acariciaba tiernamente la cara. Las sensaciones que me provocan esas caricias no las tuve nunca con nadie. "Acabaste?" me preguntó sin dejar de besar mi cara y mi cuello. "No" respondí entre suspiros producto de sus besos.
Nos volvimos a acomodar, ahora una al lado de la otra, ella ágilmente pasó una mano por debajo, agarrándome una teta, la otra se la metió en la boca y la mano libre fue a mi concha. Me hizo una paja fenomenal, con chupada de tetas incluida. "Besame... besame" le supliqué cuando sentí que acababa. Ni bien su boca se unió a la mía, liberé toda la tensión en un grito ahogado en sus labios. Mis caderas se levantaron pero ella no frenó nunca de mover sus dedos.
Cuando mi cuerpo dejó de temblar, Agus sacó su mano de mi concha. Nos abrazamos un rato hasta que nos recuperamos ambas. Quedamos abrazadas agarradas de la mano, sin decir nada. Después de un rato, nos levantamos y nos fuimos a dormir.
Por suerte, Vale estaba desmayada y ni se enteró de nada. El resto del viaje siguió con normalidad, aunque la tensión sexual entre nosotras dos bajó un poco. La paja mutua había descargada un poco de energía. Igualmente, yo no me aguanté y mi alma de calienta verga pudo más.
Durante el viaje de regreso, le mandé un mensaje a Lucas. "Tengo que confesar que te engañé", le escribí. No se si me conocerá tanto, o me tiene tanta confianza; pero lejos de enojarse o pensar cualquiera, me respondió un "por favor contame", como ya suponiendo a qué me refería. No tenía intenciones de calentarme en el auto de Vale... así que le respondí simplemente con un "esta noche".
Por supuesto, apenas llegué, saludé a mis padres como la buena hija santa que soy y me fui de Lucas. Lo arrastré hasta la habitación, y lo tiré a la cama. Lo dejé desnudo y con desesperación empecé a comerme la verga, que ya estaba durísima. Un chorro de saliva cayó por el tronco, como un par de noches atrás había hecho en las tetas de mi amiga. Ese recuerdo me volvió loca. Suspiré profundo y me enterré la verga hasta que mi garganta dijo basta.
Me acomodé en cucharita apoyando su pija sobre mi cola. Luego de franelear la punta de la verga en la entrada de mi concha, me la clavó entera y pidiendo por favor, como un niño que espera el cuentito de las buenas noches, me suplicó que le contara. Con lujo de detalles (y un poco más), le conté todo lo que había pasado con Agustina, mientras él desesperado me garchaba sin parar, escuchando mi relato.
No aguantó al final. Acabó mucho antes, descargando toda su leche caliente en el fondo de mi concha. Sin embargo, su verga no se bajó nunca, y la dejó durísima enterrada dentro mío hasta el final de la historia.
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23 comentarios - Mi amiga, mi tentación
Cuando cogemos con mi esposa se moja pensando en que una chica le coma la Conchita... dice que no haría nada pero se dejaría hacer... me encantaría que cumpla su fantasía...
ojala puedan cumplir la fantasia, es una experiencia hermosa. la ternura que te da otra chica no es igualable con nada 😃
ah, y que morbosito lucas!!!
van 10
gracias por comentar
Como ese estudio que salio por ahí, "tener sexo con amigos (en este caso amiga) afianza la amistad"
Van puntos
gracias!
"Las manos de ella ya estaban metidas dentro de mi pantalón, y se aferraban fuertemente a mis nalgas." que deli 😍
gracias por comentar 😉
Besotes ahijada.