Autor Bexlove
https://m.poringa.net/posts/relatos/4251183/Inocencia-caribena-Pervertida--4.html
Transcurrieron unas seis semanas después del excitante fin de semana en aquel resort de Punta Cana. Hablamos mucho de lo bien que lo habíamos pasado allí los tres, aunque claro está, que la versión de lo acontecido era diferente cuando lo comentábamos, si lo hacíamos todos juntos, a cuando lo rememorábamos Pamela y yo solos.
Aquel era un día de fuerte tormenta, y yo me encontraba solo en la capital, haciendo unas gestiones. No pude aprovechar bien el día para seguir conociendo y visitar algunos lugares más de Santo Domingo. Debido a la intensa lluvia que caía, así que bien entrada la tarde, en uno de los momentos que cesaba la tormenta, subí a un taxi para que me llevara de vuelta a la villa donde residía.
Llegué a eso de las ocho de la tarde, y entré algo empapado por la puerta de la vivienda que tenía alquilada.
- Ya llegó mi macho.- Así me saludó Lizbella desde el salón mientras ordenaba de una cubeta la ropa que contenía, recién lavada.
- Hola papi.- me saludó también Pamela, despatarrada en el sofá que había en el salón, situado al lado de la mesita donde se encontraba su madre haciendo las labores. Las dos veía una telenovela en el televisor, les di un beso de bienvenida a ambas y fui a ducharme dejándolas embobadas con su novela…
Salí de la ducha y aunque era un día húmedo de tormenta, seguía haciendo mucho calor. Solo me puse un bóxer de tela anchos y con nada más, me senté descamisado y en una punta del sofá donde estaba tendida Pam boca arriba, con una de sus piernas situada arriba del respaldo y la otra colgando del borde del asiento del sofá. Ella llevaba puesto un short muy cortito de esos de hacer deporte de color rosa, y una amplia camiseta de tirantes de un color rosa fucsia más intenso que el de su pantaloncito… Era tremendamente sexy verla así.
Ellas a veces comentaban lo que iba sucediendo en el capitulo de TV. que veían. Mientras mi interés estaba puesto en esas dos féminas de piel tostada, sin que ninguna se percatase de mi mirada a sus preciosos cuerpos y bellas caras. Absortas en lo que acontecía en su serie de telenovela típica sudamericana. No me percate hasta este momento cuando la hijita tosía de vez en cuando.
- Mi niña, tómate la medicina para la tos, que hoy has venido mala del instituto toda calada.-
- Ahora voy mami, cuando acabe la novela.-
Cambié mi lugar donde estaba sentado y me situé justo al lado donde reposaba la cabeza y gran melena negra de rizos, que ocupaba gran parte del asiento.
- Tienes algo de calentura.- Al pasarle la mano en su frente y comprobar que tenía unas décimas de fiebre. Yo mismo fui a traerle el jarabe para que se lo tomara.
- Gracias papito.- Se recostó de nuevo, esta vez posando su cabeza entre mis piernas a modo de cabecera y colocándose de lado, ocupando una postura fetal, doblando las rodillas con ambas piernas juntas acercándolas a su pecho.
- Mi preciosa nena se está poniendo mala…- le dije mientras acariciaba su denso cabello. Ella solo hizo un leve gemido como respuesta a la vez que restregaba un poco su cara entre mis muslos.
- Creo que es mejor que llame al doctor,- pues en la residencia había un servicio de medicina a domicilio. En menos de media hora transcurrida desde que hice la llamada, llegó el médico, un hombre bastante mayor para tratarla. Le tomó la temperatura y comprobó su lengua y garganta metiéndole el típico palito plano de madera en su boca abierta.
- Parece ser que está incubando un virus de gripe.- El doctor abrió su maletín y preparó una jeringuilla…
- Bájate un poco el pantalón, que te pinche en el culote.- Le soltó el hombre mayor a la pequeña Pam.
- ¡Noooooo… ¿me puede dar una medicina?, no me gustan las agujas, me duelen mucho.- Después de varias quejas y súplicas de la dulce mulatita, accedió a regañadientes, poniendo su culo en pompa y bajándose hasta la mitad del mismo el pantaloncito…. Gritó desesperada. –Ayyy! Me duele, no, noooo, no más, yaaa… Sácalaaa!.- Le sacó la aguja de la molla de su nalga y le puso un algodón. La joven aún quejosa, poniendo pucheros como si aún fuese una bebita, volvió a recostarse de lado en el sofá adoptando la misma posición que tenía antes, y haciéndose una pelota con sus piernas flexionadas abrazadas por sus brazos.
- También debe colocarle estos durante los primeros días.- Mostrando un blíster de cuatro supositorios y recogiéndolos su madre de la mano del doctor. –También estabilizará su estómago y le ayudaran a bajar la fiebre a la niña.- El doctor me dio un papel con la receta, las indicaciones y la factura. Le pagué los servicios prestados y nos despedimos agradeciéndole mientras le acompañaba a la salida.
- Ya has oído al médico.- le hablaba su madre. –Hasta que no te recuperes no saldrás de la casa ni irás al instituto.- Lizbella sacó uno de los supositorios del plástico donde se encontraban, y se dispuso a colocárselo a su nena… Agarrándola de su trasero, le bajó como pudo el short hasta el principio de su muslos, y con una mano abriéndole una de sus generosas nalgas, intentaba colocarle en la entrada de su anito el medicamento blanco con forma de bala. –Estate quieta mi amor, si te mueves tanto no me dejas ponértelo.- Le espetaba su madre, mientras Pam no dejaba de mover las caderas dificultando que pudiera introducírselo. Se le había caído de entre sus dedos ya dos veces, intentando metérselo.
- No te muevas más.- Volvió a decirle Liz…
- Es que está muy frío y se siente incómodo.-
- Es por tu bien mi niña.- Al percatarme de la situación me adelanté y senté en el borde donde ambas estaban en el sofá.
- Déjame ayudarte.- Su madre aceptó complacida a mi proposición. Puse las dos manos a cada lado de su generosa retaguardia y le abrí el culo de par en par, sujetándola con fuerza. Se que era un momento “algo natural” por la fiebre de la chica. Pero aún así, el sobar esas jugosas posaderas con mis manos y viendo totalmente abierto la raja del culo y su agujerito, con su madre a escasos centímetros de mí, me puso tan caliente, como la temperatura de Pam.
Su mamita volvió a meterle el pequeño objeto en su marroncito ojo del culo, a lo que éste reaccionaba apretándose e impidiendo su entrada.
- Como no aflojes el culo y te lo metas, no vas a volver a salir con tus amigas nunca más- le dijo ya algo enfadada su mami.
- Es que está muy frio y se siente raro.- Volvió a quejarse la hija.
- Vamos a hacer una cosa, verás como así es más fácil…- Tomé el supositorio de los dedos de su madre y le indiqué que ella mantuviera bien abierta la raja del culo con sus manos… Acerqué mi cara a la entrada para observarlo bien y con dos de mis dedos empecé a acariciar y rozarlo, dando círculos alrededor de su pequeño ano. La madre me miraba atenta mientras le hacía aquello al ojete de su nena. Pasados unos instantes y escuchando un leve y apenas perceptible gemido de Pam…, coloqué mi boca justo encima de mis dedos y dejé caer un poo de saliva en la entrada del agujerito trasero de la niña.
- Ahora ya lo tienes bien calentito, solo falta humedecértelo un poco…- Restregué toda aquella saliva un poco más, y coloqué la puta del supositorio en el, y con un simple empujón, entró con suma facilidad…, aunque había entrado por completo, yo le introduje una parte de mi dedo índie en su culo, para profundizarlo un poco más.
- ¿Ves que fácil es así?- Abalanzándome a la boca de Liz y darle un gran beso en sus entreabiertos labios. Mientras le propinaba ese beso, mi dedo aún seguía dentro del orificio anal de su hija, y movía con suavidad haciendo leves gestos circulares con él. Quitó las manos de las mollas de su hija y las puso en mi cara para besarme con más intensidad y pasión… Pam entre tanto apretó el esfínter, y con la humedad que tenía mi dedo, lo expulsó fácilmente fuera.
- Éste es mi hombre – me dijo separando su boca de la mía. –Cuidando tan bien de sus hembras.- volvió a decirme , y a continuación colocó su lengua en mis labios para introducírmela hasta el fondo de mi boca, rozándome el paladar con su punta.
- ¿Sabes una cosa mi amor?, verte haciendo de protector con mi hija y conmigo me pone como una perra en celo.- Se puso en pie y empezó a contonear su cuerpo ante mí, sus movimientos eran sensuales y hacía como si bailase una canción lenta, pasaba sus manos por su cuerpo rozándoselo con pasión y lujuria… Se levantó el camisón que llevaba y se quedó en sujetador y bragas. Normalmente Liz usaba tanga, hasta que me fijé en la parte de su entrepierna, y es que llevaba colocada una compresa con alas bajo sus braguitas, seguramente hoy le habría bajado la regla. La agarré de la cintura y atraje para besarle el ombligo y barriga. Ella continuaba con su baile y miró hacia Pam, donde seguí acurrucada de lado con los ojos cerrados con un incipiente sueño, debido a la fiebre que empezaba a padecer.
- Cariño mío, yo también tengo mucha calentura.- Me dijo la bella madre, poniéndose el exterior de su mano en la frente… -Creo que yo también voy a necesitar mi medicina- e inclinándose hacia mí, puso sus manos en mi paquete… -Quiero mi supositorio…- me dijo metiendo una de sus manos en mi pantalón y liberando mi ya dura polla.
Abrió la boca y se la introdujo suavemente sin dejar de avanzar y tragándosela casi por completo, estuvo aguantando mi miembro en su boca y garganta unos instantes, y se separó dando unos leves tosidos.
- ¿Ves cómo yo también toso por estar enfermita?- Dejó caer sobre mi glande, la saliva que había producido, y la restregó toda sobre él, desde la punta hasta la base… -Ahora ya tenemos mi medicina húmeda, sólo falta mi culito para que me entre tan bien como has hecho con Pamelita.- Se giró sobre sí misma y bajó sus braguitas hasta las rodillas, quitó la compresa de ellas y la lanzó al suelo alejándola de sí… -Voy a preparártelo mi amor.- y escupió sobre sus dedos mientras me lo dijo. Los puso en la entrada de su gran culo y restregó toda la saliva en su orificio anal, mientras con su otra mano separaba uno de los mullidos cachetes, para así ofrecerme una visión perfecta de lo que hacía…
Acerqué mi boca a su trasero y mordí la nalga que estaba libre de su mano, la besaba y recorría con la lengua la raja desde la parte superior del culo, hasta los dedos que ya mojados tapaban la entrada de su orificio. Escupí sobre ello y los humedecí aún más… Ahora ella misma introducía su dedo índice y lo sacaba del apretado agujerito, yo la acompañé, y ambos de nuestros dedos hurgaban su oscuro túnel trasero… Lizbella estirando hacia un lado su dedo introducido y yo haciendo lo mismo en dirección contraria fuimos abriéndolo y dilatándolo.
- Ya estoy preparada papito mío, dame mi supositorio…- Oírla con esa voz tan sensual pedirme meter mi miembro en su apretado culo me produjo un gran morbo. Sacamos los dedos e inclinándose más hacia mí, puso su dorado trasero en la punta de mi verga, juntó sus rodillas hasta tocárselas y empujó hacia abajo arqueando la espalda, y poniendo su culo aún más respingón.
- Me cuesta un poco… ayúdame a metérmela. - La agarré de las caderas y empujé con ganas, pero con delicadeza hacia mí ese protuberante culazo… Fue entrando hasta la mitad del miembro, notándolo sumamente apretado y placentero.
- Uffff! Que rio se siente amor mío, quiero que me la claves toda hasta el fondo… rómpeme mi culito, estoy muy cachonda, soy tu zorra culona, párteme en dos…- Finalmente sus amplias posaderas tocaron mis muslos habiéndose metido por completo mi completamente duro pene. Ahora ella hacía el vaivén muy parsimoniosamente de arriba abajo, dándome un placer indescriptible, debido a lo apretado que aún lo tenía.
- Me duele un poquito mi cielo, pero ya me voy sintiendo mejor…, mmmm, no dejes de meterla… sigue papu!- Cambió de posición sus manos y las apartó de sus glúteos para ahora posicionarlos bajo el sujetador para pellizcarse los pezones, y así aumentar su placer.
- Siii… que cosquillas me estás produciendo amor mío, fóllame, chíngame más fuerte…!- Incrementé el ritmo del movimiento de sus caderas con mis manos, y la penetraba con más intensidad y rabia. Pues mi excitación estaba casi al límite…
- Quiero que me rompas el culo, pártemelo…- jadeando más fuerte y sintiendo su ano más dilatado ahora. Empezaba a entrar y salir con más facilidad ahora… -¿Te gusta el culito tragón que tiene tu puta mujer?-
- Me encanta tanto que vas a hacer que me corra yaaa… me tienes a punto.- Ella se sentó hasta el fondo, metiéndola completamente hasta que toda la polla estaba dentro de sus entrañas. Removiéndose en movimientos circulares de su cadera sobre mí, e incluso apretando y aflojando el esfínter de su culo, me hizo correrme en una intensidad tremenda, que me provocó un orgasmo al tiempo que gritaba un gemido de altísimo placer.
- ¡Llena mi sucio culo con tu rica leche papi, la quiero toda!- sin cesar de moverse y apretándose aún mas fuerte contra mí… Solté hasta la última gota dentro del recto de Liz y dí un último suspiro de gusto.
Mirándome con ojos de satisfacción, fue suavemente sacándosela, alzando las caderas hasta que me polla cayó rendida sobre uno de mis muslos. Quiso reincorporarse, pero la agarré de los muslos y atrayéndomela le comenté…
- Empuja… cágate mi leche, que la vea chorrear.-
Resopló con la nariz y se mordió los labios, mientras su culo levantado y separado por sus manos, se esforzó a sacar mi corrida de su medio dilatado agujero… -Push, push… cariño, sácala toda.- Apretaba hacia afuera y contraía su esfínter, hasta que empezó a chorrear semen de su ano abierto. Le goteaba por su piel, resbalándose por sus muslos y cayendo sobre los míos… Empapándome con mis propios fluidos la hice girar y arrodillarse en el suelo.
- Ahora se una buena putita, y limpia lo que acabas de ensuciar… mi mujercita linda.-
Me miraba con esos ojos rasgados entrecerrados, con la lengua totalmente fuera, y poniendo los morros sacados, empezó a sorber toda la pegajosa leche que acababa de sacar de lo profundo de su culo. No me dejó ni una gota sobre mí, y mirándome con la boca abierta y relamiéndose los labios con la lengua, cerró su boca e hizo un gesto notable con la garganta acompañándolo de un movimiento de cabeza, como asintiendo, para tragárselo todo… Volvió a abrir la boca todo lo que pudo y sacó la lengua al máximo que le permitió, y moviéndola de lado a lado bien tiesa, me mostró como se la había bebido toda…
- Has visto que bien se ha portado tu puta por haberme curado la fiebre?-
- Vas a ser mi mujer perfecta.- Le contesté terminando de tumbar el respaldo, extasiado y relajado tras la tremenda corrida que me dio…
- Voy a ser tu perfecta mujercita, tu puta y guarra amante, y haré que no puedas vivir sin los placeres que te voy a regalar cada vez que lo desees…- Aún cachonda mientras me lo decía, empezó a lamerme la cara con su lengua y agarrarme fuerte del pelo, como haciéndome notar que este hombre, era solo para ella y nadie más.
Aún seguía ignorante de que a la persona que lamía y creía exclusiva de ella, también compartía más allá de lo que se imaginaba, la misma pasión o más, con la persona que menos se imaginaba. Pues no se encontraba muy lejos de allí, a tan solo unos pocos centímetros de distancia, yacía con algo de fiebre dormida, ese ser que compartiría la pasión que Lizbella creía exclusivo…
(Pasaron unos días…)
Me desperté al notar los primeros rayos de luz del sol sobre mi cara. Dormía en un viejo colchón de muelles cuando empecé a desperezarme. Me encontraba en la pequeña y humilde casita que Liz y Pam poseían en las afueras de una pequeña aldea, no muy lejos de Santo Domingo.
Habíamos decidido pasar allí unos días de vacaciones que tenían madre e hija, y me gustó salir de la zona acomodada donde vivíamos para respirar el ambiente de la naturaleza que emanaba de aquel precioso lugar. Habían pasado ya casi 6 meses desde que llegué allí. A mi lado aún seguía dormida Liz, mientras que la joven Pamela seguiría durmiendo en su habitación.
Me levanté sin hacer ruido y no despertar a mi prometida, para dirigirme a la parte trasera del patio que poseían. (pues ni siquiera tenían un wáter para hacer las necesidades), y oriné mientras me desperezaba con los primeros rayos de sol. Me sentía feliz en aquel lugar, lejos de mi país, del ajetreo de una gran ciudad como Madrid, y el estrés que producía. Escuchaba el sonido lejano del cantar de los gallos que poseía el mas cercano de los vecinos, respiraba el aire limpio y cálido de aquel lugar caribeño, y entré en la casita para prepararme un café a la vieja usanza.
Me senté en la entrada del porche de la parte delantera de aquel rústico patio, en mi silleta y disfruté del momento.
- Buenos días papito lindo. - Se desperezaba Pam con una de mis camisetas puestas, (que le venía sobradamente grande). Al hacerlo y estirar sus brazos, dejó ver unas braguitas blancas con el dibujo infantil de un “pikachu” amarillo en la zona delantera de su ropa interior… Mi nena en todo su esplendor. Llevaba su tremenda y espesa melena rizada completamente alborotada y despeinada. Vino hacia donde estaba y se sentó en mi regazo, dándome un generoso beso en la boca, hinchando sus morritos y haciéndolo sonar, con los labios pegados. Juntó su cuerpo con el mío y me abrazó aprisionándome sus enormes tetas contra mí.
- Soy tan feliz..., amo tanto tener un papi tan dulce y guapetón como tu.- Dio un súbito bocado a la punta de mi nariz y seguidamente posó su cabeza en mi hombro, apretándome bien fuerte con su abrazo.
- ¿Qué quieres hacer hoy mi princesa? -
- No sé – Se incorporó encogiéndose de hombros. –Lo que tu quieras, ya sabes que me gusta todo lo que hacemos.-
- Yo tampoco sé, me gusta estar relajado y disfrutar de tu compañía y la de tu mami… Cuando ella se despierte le preguntaremos a ver qué es lo que le apetece.-
- Vale papito, ahora voy atrás que tengo que hacer mis cositas.-
- ¿Quieres que te acompañe? …y justo al decírselo, Lizbella apareció por la entrada también desperezándose y vestida con una blusa transparente de color azul claro, donde se le notaban un poco los pezones… Tenía su pelo corto más bien arreglado y peinado que cuando se presentó su nena anteriormente…, y llevaba puesta una falda de gasa ajustada de un azul marino mas oscuro que el de la parte superior, ajustándose a su escultural cuerpo.
- Buenos días mis amores.- nos dijo con una sonrisa que delataba verdadera felicidad. Pam dio un salto y salió corriendo pasando al lado de su madre.
- Mami voy atrás, que no me aguanto más.-
En el instante que pasó junto a ella, la agarró con las manos la cara de la niña y le dio un beso en la mejilla. La chica se desembarazó rápidamente y cruzó la puerta ansiosa por dejar salir de su cuerpito lo que hinchaba su barriguita, lo que apresuraba su rápido caminar.
- Hola mi hombretón-
- Hola mi hembrota- le respondí, a la vez que ella me besaba desde arriba, mientras sujetaba mi barbilla haciéndome subir mi cara.
- ¿Qué te apetece hacer hoy?, la chiquilla no me ha respondido nada.- Se puso un dedo en la boca y empezó a pensar.
- Mmmmm… hoy iremos a la playa, me apetece bañarme en el mar, ¿me complaces en eso?-
- Está bien, también quiero ir.-
Le contó a la niña los planes que habíamos hecho, y las dos se dirigieron al dormitorio para enfundarse en sus trajes de baño. La pequeña Pam vino vestida con un short vaquero que cubría la parte inferior de su traje de baño, y una camiseta de manga corta blanca, con los labios y lengua dibujado en su pecho, típico del icono de los “Rolling Stones”. Su madre llevaba en la parte superior el bikini al descubierto de color rosa pálido, con flecos colgándole por la parte baja del pecho de la prenda, y alrededor de su cintura llevaba un pareo rosa con dibujos de margaritas blancas estampadas.
Cargando con una mochila donde llevaba las toallas y una nevera donde portaba unas rodajas de sandía que compramos el día anterior, y unos cuantos botellines de cerveza “Presidente”. Nos dirigimos al pueblo donde llamé a un taxi para que nos llevara a la playa. Pasamos de largo de la zona más turística y llegamos a una zona apartada donde había una pequeña cala rocosa y una diminuta playa. Le dije al taxista que a mitad de la tarde volviera a recogernos y aceptó gustoso, mientras le pagaba y daba una generosa propina.
- A las 6 de la tarde estaré de nuevo aquí como un reloj señor. Que disfrutéis del día familiar.- Se despidió el conductor del taxi y nos dirigimos andando yo y mis dos mulatonas, unos cuantos minutos hasta llegar a la costa.
Nos colocamos en la zona donde había menos rocas y la arena era más fina. En una punta de la cala había una familia con niños correteando, y en el otro extremo había una pareja de enamorados, dándose arrumacos, tumbados sobre una roca que había elegido.
Prácticamente estábamos solos en la zona. Coloqué las toallas en el suelo cerca de una palmera que nos ofrecía sombra, y a unos pocos metros teníamos el mar, con unas olas calmadas y ofreciendo un baño agradable.
Lizbella se despojó del pareo y mostró la parte inferior de su bikini a juego con el sujetador, con los mismos flecos colgando a sus caderas y cintura. La preciosa Pam se quitó la camiseta y pantalón, mostrando un bikini negro que tapaba por completo sus grandes tetas, aunque en la parte inferior llevaba un tanga minúsculo, que se le metía por la hendidura de su culo y mostraba todo su esplendor.
- Al agua mamiiii…!- cogieron sus manos y corriendo se chapuzaron en el agua, yo me quedé tumbado en la toalla mientras las veía jugar y chapotear en el agua cristalina del mar. Saqué una carpeta de la mochila y empecé a repasar y leer el papeleo que había llevado, debido a la inminente boda y otro cuestionario sobre propiedades.
Ya me estaba aburriendo repasando todo aquello, cuando alcé la vista y vi salir del agua a mis dos preciosas hembras. Lizbella con un cuerpo más esbelto y alto y Pamela un poquito más baja, pero más voluptuosa, que la figura de modelo que la acompañaba… Salían de la orilla, meneando sus cabezas y secándose el pelo con las manos.
Llegaron hasta mí, y empapándome con las gotas que aún desprendían de cabello y cuerpo, me dieron ambos besos en la cara a la vez. Se tumbaron a mi lado y sacaron un botellín de cerveza de la nevera para cada uno. Brindamos y nos acurrucamos bien a la sombra de la palmera.
Estuvimos hablando y jugueteando mientras nos tomábamos las cervezas, no parábamos de reír y charlar de todo lo que nos había acontecido desde que nos conocimos. Al vernos solos sin compañía, les insté a hacer topless a las chicas, y al cabo de un instante se quitaron ambos sujetadores dejándolos caer sobre las toallas.
- Lucís espectaculares las dos.- Y las dos mujeres alzaron su pecho presumiendo de su belleza. Coloqué una mano en cada uno de los pechos de ambas chicas y miré orgulloso la cara que mostraban.
- Papi, los míos son más grandes-
- Si cariño, pero los de tu madre lucen tersos y firmes como me gustan- Pamela hizo un gesto de enfado sacando sus morritos mientras que Liz, agraciada por l que dije me besó en la boca.
- Si es que tengo que amar a esta hombre por cómo me mira.- (…Realmente cualquier hombre joven o mayor le diría lo mismo). Pero ella sentía un especial orgullo que su prometido dijera esas palabras. Les dí un beso en la cara a cada una, primero a Lizbella y luego a su hija, y cuando hice esto con la chiquilla le susurré al oído sin que se percatase su madre.
- Pero los tuyos son más grandes, duros y tersos.- dándole un segundo beso en la mejilla y guiñándole un ojo, me correspondió con una amplia sonrisa. Las dos hembras se recostaron boca abajo para terminar de secarse mientras yo en medio observaba ambos traseros luciendo su esplendor hacia mí. Puse una mano en cada uno de ellos, sin saber cada una que estaban siendo sobados a la vez. Contenían sus gemidos mientras sus generosos culos eran amasados por mis manos.
Pamelita abultaba más su trasero, tenía mas molla que su madre, pero el de su mami era tierno y relativamente duro al cacto. La sensación de ambos culos en la palma de las manos era indescriptible, un gozo incomparable.
- Cariño, tu no hagas lo que tu mami, que aún hay gente alrededor.- dijo Lizbella mientras se bajaba el tanga. Se quitó el bikini hasta los pies y se quedó completamente desnuda la madre. No era una playa nudista, pero aun así, completó su desnudez.
- Cariño, porque no me das un masajito?- … Empecé a acariciar su espalda e ir bajando hasta sus nalgas descubiertas, para amasar con cierta ansia, también acaricié sus muslos masajeándolos, mientras ignoraba a Pam dándole la espalda.
- Mmmmm.., que bien se siente, apriétame más.- Después de un rápido recorrido por todo su cuerpo me volví a centrar en lo que más me gustaba toar, masajeando su amplia retaguardia. Le iba abriendo y cerrando los glúteos con fuerza, juntaba las manos y las deslizaba por toda la raja del culo, desde el inicio donde terminaba su espalda, hasta abajo, donde ya empezaba la rajita de su coño, y separaba mis manos por el interior de los muslos, para volver a repetir la operación, unas cuantas veces más… La joven tal cual envidiosa, quería también su parte.
- Yo también quiero!-
- Mmmmm…, no te preocupes hijita, ahora cuando acabe de dármelo, yo te lo haré a ti.-
Al poco dejé de sobarla, y Liz se incorporó para masajear también a la chica. Aunque no me habría importado haber continuado yo con ella… Apoyando mi cabeza sobre una mano recostado de lado y sorbiendo otro trago de cerveza, veía las caricias y masajes que la hermosa madre le proporcionaba, sobre todo, cuando las pequeñas manos de la mamita estrujaban el enorme y joven culo de la hija.
Sin dejar de contemplar aquel par de preciosidades, se me ocurrió proponerles hacer una sesión de fotos. A las dos les encantó la idea, pues eran muy presumidas, y les encantaba posar… Se arrodillaron juntas, pegando sus caras y haciendo el signo de la paz con los dedos. De pié, de espaldas, echando la mirada hacia atrás… hacían poses sexys, sujetándose el pelo, otras inclinándose y sacando sus ya de por si respingones culos. Algunas eran con el bikini puesto y otras pocas con el pecho descubierto.
Se nos pasó el día rapidísimo y pronto era la hora que había acordado con el taxista para ir a recogernos por la tarde. Cogimos todo y nos dirigimos al punto de encuentro, y allí estaba esperándonos. Nos llevó de vuelta a la casita de Lizbella… Ya en el patio con un caldero lleno de agua y unos cubos, nos fuimos quitando toda la sal y arena que se nos había pegado en la playa. Yo fue el último en entrar al interior de la humilde vivienda, pues había dejado que ellas se lavasen primero.
- Mami, tengo mucha hambre.-
- Pues ve tu solita y prepárate lo que quieras, que estoy muy agotada y no soy tu sirvienta.-
- Jooo…, se fue Pam renegando hasta la zona de la cocina, que era un mostrador al fondo del salón que separaba la estancia.
- Yo también estoy hambriento.- Terminando de secarme el pelo con la toalla en el rellano de la salita, pasando al fondo donde se encontraba la hija, tras el mostrador, preparándose algo de picoteo.
La madre se tumbó en el sillón y estirando las piernas sobre un taburete, se quedó relajada mirando hacia la zona de la cocina donde nos encontrábamos. Me puse tras la joven morenita a su lado derecho.
- Humm…, a ver que me como yo- Al tiempo que lo dije con disimulo, puse mi mano izquierda en el enorme culo de la chica. Bajé un poco el brazo y coloqué mis dedos en la zona del tanga de su chochito para apartarla hacia un lado… Pamela levantó la vista y vió que su madre miraba hacia nosotros desde el sillón, pero no podía ver nada de lo que hacía en los bajos de su hija, por el muro que hacía de mostrador que tapaba la mitad del cuerpo. Jugueteaba con mis dedos por sus labios hinchados, aún húmedos por la ducha que nos acabábamos de dar en el patio. Ella se dejaba hacer y movía un poco el trasero a modo de conseguir más placer de mis dedos exploradores… También bajó su mano para acariciarme el bulto que empezaba a aumentar de tamaño bajo mi bañador, agarrándolo y apretándolo suavemente.
- Por lo que veo…, si no me preparo yo algo, ninguno de mis amorcitos me lo va a hacer.- Estaba un poco absorto sobándole los labios del coño de la niña, cuando alcé la mirada al escuchar decir aquello a Liz, pues ya estaba a sólo un par de pasos del mostrador, pero no entró tras el, y se quedó enfrente de nosotros.
- A ver que tenéis aquí que me pueda preparar.- dijo mirando la comida que había puesta sobre el pequeño muro que hacía de mesa cocina.
Rápidamente Pam quitó su mano de mi paquete, temiendo que su madre pudiera verla desde su posición…, yo sin embargo no la aparté de entre sus muslos…, es más, intensifiqué mis caricias de mi mano tras ella, e incluso agarrándola fuertemente uno de los cachetes del culo de la joven, abriéndoselo con ganas y posando mi dedo índice en el cerrado agujero trasero, empujándolo hacia dentro, aunque sin conseguir meterlo, pues apretaba fuertemente el anito… Esto la hacía incomodarse un poco, incluso provocaba cierto movimiento de su cuerpo hacia adelante, justo donde estaba su madre.
- Mi niña, ¿Por qué te mueves asi?-
- Es que me estoy orinando mami- respondiéndola con esa ocurrencia, mientras volví a pellizcarle la mollita del culo y la chiquilla dio un respingo… -¡Ayyy!-
- Pero cariño, ¿Por qué no vas atrás a mear y dejas de aguantarte?-
- Ay si, ahora voy, espera que ya acabo.-
- Pues vaya ganas de aguantarte hija.- Liz dio unos pasos alrededor del pollete, para situarse al otro lado del mostrador, donde nos encontrábamos, y con un rápido gesto, Pamela agarró mi mano con la suya para apartármela de su prieto culo.
- Mira los dos juntitos, que parecen dos tortolitos preparándose la comida, y yo aquí solita detrás.- Nos dijo Lizbella mientras se ponía tras los dos, y nos abrazó del cuello a ambos, para así apretar y juntar las cabezas pegándolas, hasta aplastar cara con cara de los tres.
- Hala, yo ya me voy- …tomó la comida rápida que se había preparado, y salió la hermosota mulatica hasta el patio trasero, para disimular que iba a orinar, cuando realmente no tenía nada de ganas.
- ¿Y para mí que tengo para cenar?- abrazándome detrás mío, colocó sus manos debajo del pantalón de mi bañador, agarrando mi polla, ya totalmente dura.
- Cariño, es que siempre estás empalmado!- me decía al oído mientras empezaba a pajearme con una de sus manos, mientras la otra me agarraba los testículos.
- Ahí tienes tu cena preciosa…- Justo después de decírselo, fue agachándose hasta ponerse de rodillas, poniendo su cara a la altura de mi trasero, deslizó el pantalón hasta bajármelo por completo, y con sus manos haciéndome abrir un poco las piernas, introdujo su cara entre ellas.
- Me apetece huevos duros.- dijo sacando la lengua y lamiéndomelos desde atrás con su boca hacia arriba… -Mmmm…, que deliciosos están.- Se los metía por completo en la boca y los estiraba hacia abajo, para luego soltarlos, y empezar a mover su cabeza en círculos, lamiéndolos otra vez con la lengua y labios…. A todo esto Pamela volvió del patio de su fingida intención de orinar, y mientras daba un bocado de su comida, se quedó a pocos pasos, mirando con sus grandes ojos bien abiertos, lo que había su mami con mis pelotas.
A Lizbella ya no le importaba que su niña nos viera haciendo cosas sucias, había perdido ya todo reparo a que nos viese así, y continuó sin inmutarse con la cabeza entre mis piernas al percatarse de la presencia de su nena.
- Eres una pervertida mamita, puedo ver las cochinadas que haceis.- Dijo fingiendo un gesto de asombro.
- Amorcito, siéntate en la mesa y acaba tu cena, y deja que los papis hagan lo suyo.- le dijo con todo descaro mirándola desde abajo y aun rozándole mis huevos en su cara mientras se lo decía.
- Además, mami aún esta cenando, y ya sabes que no se habla con la boca llena.- Acto seguido se volvió a introducir uno de mis huevos en la boca, mientras lo acercaba a ella con una mano.
- Eres una cochina, que lo sepas.- Es lo último que dijo la niña, y se dirigió al sillón a terminarse su comida… Yo como si nada, terminaba de comer el picoteo que me había preparado, mientras Liz saboreaba el suyo bajo mi… Miraba a Pam mientras daba el ultimo bocado y observé que se despojaba por completo el bikini, quedándose completamente como su madre la trajo al mundo. Cogió una de mis camisetas que estaba apoyada en el respaldo, y se la restregó por su rajita, por su culo y por sus tetas, levantando estas con una mano y pasando la tela por debajo de estas… Lizbella se incorporó después de mamarme los testículos un buen rato.
- Cielo, ¿Por qué te has desnudado?-
- Porque tenía el traje de baño mojado –
- Pues ve y ponte unas panties, y no vayas con el culo al aire-
- No tengo ganas mami.- Su madre se alejó de mí y fue a reprender a la niña.
- Así que te gusta ir enseñando el bollo, eh!- La cogió de un brazo e hizo intención de levantarla del asiento. –Ahora te voy a llevar afuera, para que todo el mundo vea tu gordo culo.-
- Ay, déjame ya,- pegando un tirón hacia atrás y soltándose del agarre de mami. –Vosotros si podéis ir en pelotas cuando queréis, y encima tengo que ver cómo le mamas los huevos.- …Realmente eso último no le molestaba, quizás hasta le excitaba observarnos.
- Mi amor dile algo a la niña, que parece no hacerme caso y ponerse tonta cuando tú estás.-
- Cariño, déjala, si quiere estar un rato así, no te preocupes, ahora después le traeré unas panties y se las pondrá… ¿verdad que sí, mi princesa?-
- ¿Has visto?, el si me deja- se puso de rodillas sobre el sillón y le puso el culo en pompa a la cara de su madre, dándose un par de leves cachetes en el trasero, como burlándose de ella por haberse salido con la suya. Con rabia Lizbella le dio una fuerte y sonora palmetada al culo de su hija.
- Ayyy, me has hecho daño tonta, pareces una bruja- y le sacó la lengua volviendo así a burlarse de su mamita.
- Ahora verás si soy una bruja.- Intentó darle otra cachetada pero Pam la esquivó dando un salto del sillón al suelo.
- No me has dadooooo…!- Empezando a corretear por la salita completamente desnuda, mientras su madre intentaba pillarla sin conseguirlo.
- Tu corre lo que quieras, si al final acabaré cogiéndote, y verás el castigo que te voy a dar, te va a doler tanto el culo que no vas a poder sentarte en una semana.- Le dijo exagerando mientras imaginaba los azotes que le daría mirándola con los ojos entrecerrados.
- Ni que tuvieses una pinga para metérmela por el culo.- Volvió a burlarse la joven de su preciosa madre. Al ver que esta desistió de perseguirla y sentándose en el sillón, donde antes estaba su hija. Esta vino corriendo donde me encontraba ahora sentado en el pequeño sofá de enfrente, y dio un salto para aterrizar a mi lado, pegándome un fuerte abrazo, chafando sus enormes pechos sobre el mío.
- Tengo a papi que me protege, y no va a dejar que me pegues.- Miró a su madre con una mirada desafiante, pero con evidente tono de broma. Me miró hacia arriba con cara dulce y besó mi barbilla. –Abrázame fuerte papito y no permitas que nadie me haga daño.- Lo decía con un tono de voz de niña consentida. Tomó uno de mis brazos para que la rodeara con el, y colocó mi mano en su trasero junto a su cadera. La apreté hacia mí con un gesto de cariño, donde su madre solo veía un afecto fraternal, y yo una sensación de deseo, sobando su precioso culo moreno.
- Eres mi príncipe y yo tu princesita. - abrazándome más fuerte mientras lo decía. -…Mi príncipe, tócame la raja del bollo, que estoy muy caliente…- me susurró al oído.
- Puede vernos tu madre.-
- Pero si acaba de prender la tele para ver la novela, si lo haces con cuidado no se dará cuenta.- Miraba de reojo a Lizbella, que miraba la tele mientras con disimulo hurgaba con mis dedos el mullido trasero de Pamelita, metiéndolos en la raja de éste, hasta encontrarme con la humedad y calor que desprendía su coño recién pelado. Era tan suave y agradable al tacto, y el sonido de leves gemidos que hacía la chiquilla apoyada su cabeza en mi pecho. Sólo veía una enorme mata de pelo negro tapando toda la espalda de la joven niña.
Absorto en la belleza de la chica, alcé la vista de nuevo hacia la mami, para comprobar que seguía viendo la telenovela… Cuando ésta de repente lanzó una mirada hacia nosotros…, no me dio tiempo a reaccionar y se percató de mi mano hundida en la raja del culo de su niñita. Intentando disimular mi cara de asombro ante la pillada, dejé quieta la mano sin moverla, intentando aparentar cierta indiferencia y normalidad por tener allí alojada una de mis manos.
- Cariño, ¿Qué estáis haciendo?- La madre se levantó de su sillón y acercándose lentamente, se colocó a mi lado en el pequeño hueco del sofá que quedaba libre, y mirándome a la cara, me agarró de la muñeca y sacó mi mano de entre el pliegue del culo de su hija que me la tenía aprisionada.
Pamelita no decía nada y se hacía la indiferente mientras su mami acercó la punta de mis dedos a su nariz y respiró el aroma a chocho que desprendían, los tocó con sus propios dedos y notó la humedad de los jugos de la niña en ellos… No dijo nada, me dio un beso en la mejilla y se levantó para dirigirse a la cama.
- Pamela! – Gritó desde la puerta. –Ve a la ama a dormir ya, que es tarde, no hagas que me enfade.- Esta vez la hija le hizo caso sin rechistar, se levantó del sofá, y se dirigió a su habitación pasando al lado de su mamita.
- Buenas noches mami- le dijo mientras la besaba en la mejilla.
- Que descanses mi vida.- Le respondió Liz con otro beso en la cara de la nena.
- Amor, estoy cansada y quiero acostarme ya, no tardes en venir… ¿vale?-
- Así lo hare cielo, voy enseguida.- Me mandó un beso desde la distancia con la mano en sus labios y cerró la puerta tras de sí… Realmente no sabía cómo reaccionar, ni que decirle a Liz de lo que había comprobado. Tardé unos minutos y me levanté a apagar la televisión, para a continuación dirigirme al dormitorio de la hermosa Lizbella…
https://m.poringa.net/posts/relatos/4251183/Inocencia-caribena-Pervertida--4.html
Transcurrieron unas seis semanas después del excitante fin de semana en aquel resort de Punta Cana. Hablamos mucho de lo bien que lo habíamos pasado allí los tres, aunque claro está, que la versión de lo acontecido era diferente cuando lo comentábamos, si lo hacíamos todos juntos, a cuando lo rememorábamos Pamela y yo solos.
Aquel era un día de fuerte tormenta, y yo me encontraba solo en la capital, haciendo unas gestiones. No pude aprovechar bien el día para seguir conociendo y visitar algunos lugares más de Santo Domingo. Debido a la intensa lluvia que caía, así que bien entrada la tarde, en uno de los momentos que cesaba la tormenta, subí a un taxi para que me llevara de vuelta a la villa donde residía.
Llegué a eso de las ocho de la tarde, y entré algo empapado por la puerta de la vivienda que tenía alquilada.
- Ya llegó mi macho.- Así me saludó Lizbella desde el salón mientras ordenaba de una cubeta la ropa que contenía, recién lavada.
- Hola papi.- me saludó también Pamela, despatarrada en el sofá que había en el salón, situado al lado de la mesita donde se encontraba su madre haciendo las labores. Las dos veía una telenovela en el televisor, les di un beso de bienvenida a ambas y fui a ducharme dejándolas embobadas con su novela…
Salí de la ducha y aunque era un día húmedo de tormenta, seguía haciendo mucho calor. Solo me puse un bóxer de tela anchos y con nada más, me senté descamisado y en una punta del sofá donde estaba tendida Pam boca arriba, con una de sus piernas situada arriba del respaldo y la otra colgando del borde del asiento del sofá. Ella llevaba puesto un short muy cortito de esos de hacer deporte de color rosa, y una amplia camiseta de tirantes de un color rosa fucsia más intenso que el de su pantaloncito… Era tremendamente sexy verla así.
Ellas a veces comentaban lo que iba sucediendo en el capitulo de TV. que veían. Mientras mi interés estaba puesto en esas dos féminas de piel tostada, sin que ninguna se percatase de mi mirada a sus preciosos cuerpos y bellas caras. Absortas en lo que acontecía en su serie de telenovela típica sudamericana. No me percate hasta este momento cuando la hijita tosía de vez en cuando.
- Mi niña, tómate la medicina para la tos, que hoy has venido mala del instituto toda calada.-
- Ahora voy mami, cuando acabe la novela.-
Cambié mi lugar donde estaba sentado y me situé justo al lado donde reposaba la cabeza y gran melena negra de rizos, que ocupaba gran parte del asiento.
- Tienes algo de calentura.- Al pasarle la mano en su frente y comprobar que tenía unas décimas de fiebre. Yo mismo fui a traerle el jarabe para que se lo tomara.
- Gracias papito.- Se recostó de nuevo, esta vez posando su cabeza entre mis piernas a modo de cabecera y colocándose de lado, ocupando una postura fetal, doblando las rodillas con ambas piernas juntas acercándolas a su pecho.
- Mi preciosa nena se está poniendo mala…- le dije mientras acariciaba su denso cabello. Ella solo hizo un leve gemido como respuesta a la vez que restregaba un poco su cara entre mis muslos.
- Creo que es mejor que llame al doctor,- pues en la residencia había un servicio de medicina a domicilio. En menos de media hora transcurrida desde que hice la llamada, llegó el médico, un hombre bastante mayor para tratarla. Le tomó la temperatura y comprobó su lengua y garganta metiéndole el típico palito plano de madera en su boca abierta.
- Parece ser que está incubando un virus de gripe.- El doctor abrió su maletín y preparó una jeringuilla…
- Bájate un poco el pantalón, que te pinche en el culote.- Le soltó el hombre mayor a la pequeña Pam.
- ¡Noooooo… ¿me puede dar una medicina?, no me gustan las agujas, me duelen mucho.- Después de varias quejas y súplicas de la dulce mulatita, accedió a regañadientes, poniendo su culo en pompa y bajándose hasta la mitad del mismo el pantaloncito…. Gritó desesperada. –Ayyy! Me duele, no, noooo, no más, yaaa… Sácalaaa!.- Le sacó la aguja de la molla de su nalga y le puso un algodón. La joven aún quejosa, poniendo pucheros como si aún fuese una bebita, volvió a recostarse de lado en el sofá adoptando la misma posición que tenía antes, y haciéndose una pelota con sus piernas flexionadas abrazadas por sus brazos.
- También debe colocarle estos durante los primeros días.- Mostrando un blíster de cuatro supositorios y recogiéndolos su madre de la mano del doctor. –También estabilizará su estómago y le ayudaran a bajar la fiebre a la niña.- El doctor me dio un papel con la receta, las indicaciones y la factura. Le pagué los servicios prestados y nos despedimos agradeciéndole mientras le acompañaba a la salida.
- Ya has oído al médico.- le hablaba su madre. –Hasta que no te recuperes no saldrás de la casa ni irás al instituto.- Lizbella sacó uno de los supositorios del plástico donde se encontraban, y se dispuso a colocárselo a su nena… Agarrándola de su trasero, le bajó como pudo el short hasta el principio de su muslos, y con una mano abriéndole una de sus generosas nalgas, intentaba colocarle en la entrada de su anito el medicamento blanco con forma de bala. –Estate quieta mi amor, si te mueves tanto no me dejas ponértelo.- Le espetaba su madre, mientras Pam no dejaba de mover las caderas dificultando que pudiera introducírselo. Se le había caído de entre sus dedos ya dos veces, intentando metérselo.
- No te muevas más.- Volvió a decirle Liz…
- Es que está muy frío y se siente incómodo.-
- Es por tu bien mi niña.- Al percatarme de la situación me adelanté y senté en el borde donde ambas estaban en el sofá.
- Déjame ayudarte.- Su madre aceptó complacida a mi proposición. Puse las dos manos a cada lado de su generosa retaguardia y le abrí el culo de par en par, sujetándola con fuerza. Se que era un momento “algo natural” por la fiebre de la chica. Pero aún así, el sobar esas jugosas posaderas con mis manos y viendo totalmente abierto la raja del culo y su agujerito, con su madre a escasos centímetros de mí, me puso tan caliente, como la temperatura de Pam.
Su mamita volvió a meterle el pequeño objeto en su marroncito ojo del culo, a lo que éste reaccionaba apretándose e impidiendo su entrada.
- Como no aflojes el culo y te lo metas, no vas a volver a salir con tus amigas nunca más- le dijo ya algo enfadada su mami.
- Es que está muy frio y se siente raro.- Volvió a quejarse la hija.
- Vamos a hacer una cosa, verás como así es más fácil…- Tomé el supositorio de los dedos de su madre y le indiqué que ella mantuviera bien abierta la raja del culo con sus manos… Acerqué mi cara a la entrada para observarlo bien y con dos de mis dedos empecé a acariciar y rozarlo, dando círculos alrededor de su pequeño ano. La madre me miraba atenta mientras le hacía aquello al ojete de su nena. Pasados unos instantes y escuchando un leve y apenas perceptible gemido de Pam…, coloqué mi boca justo encima de mis dedos y dejé caer un poo de saliva en la entrada del agujerito trasero de la niña.
- Ahora ya lo tienes bien calentito, solo falta humedecértelo un poco…- Restregué toda aquella saliva un poco más, y coloqué la puta del supositorio en el, y con un simple empujón, entró con suma facilidad…, aunque había entrado por completo, yo le introduje una parte de mi dedo índie en su culo, para profundizarlo un poco más.
- ¿Ves que fácil es así?- Abalanzándome a la boca de Liz y darle un gran beso en sus entreabiertos labios. Mientras le propinaba ese beso, mi dedo aún seguía dentro del orificio anal de su hija, y movía con suavidad haciendo leves gestos circulares con él. Quitó las manos de las mollas de su hija y las puso en mi cara para besarme con más intensidad y pasión… Pam entre tanto apretó el esfínter, y con la humedad que tenía mi dedo, lo expulsó fácilmente fuera.
- Éste es mi hombre – me dijo separando su boca de la mía. –Cuidando tan bien de sus hembras.- volvió a decirme , y a continuación colocó su lengua en mis labios para introducírmela hasta el fondo de mi boca, rozándome el paladar con su punta.
- ¿Sabes una cosa mi amor?, verte haciendo de protector con mi hija y conmigo me pone como una perra en celo.- Se puso en pie y empezó a contonear su cuerpo ante mí, sus movimientos eran sensuales y hacía como si bailase una canción lenta, pasaba sus manos por su cuerpo rozándoselo con pasión y lujuria… Se levantó el camisón que llevaba y se quedó en sujetador y bragas. Normalmente Liz usaba tanga, hasta que me fijé en la parte de su entrepierna, y es que llevaba colocada una compresa con alas bajo sus braguitas, seguramente hoy le habría bajado la regla. La agarré de la cintura y atraje para besarle el ombligo y barriga. Ella continuaba con su baile y miró hacia Pam, donde seguí acurrucada de lado con los ojos cerrados con un incipiente sueño, debido a la fiebre que empezaba a padecer.
- Cariño mío, yo también tengo mucha calentura.- Me dijo la bella madre, poniéndose el exterior de su mano en la frente… -Creo que yo también voy a necesitar mi medicina- e inclinándose hacia mí, puso sus manos en mi paquete… -Quiero mi supositorio…- me dijo metiendo una de sus manos en mi pantalón y liberando mi ya dura polla.
Abrió la boca y se la introdujo suavemente sin dejar de avanzar y tragándosela casi por completo, estuvo aguantando mi miembro en su boca y garganta unos instantes, y se separó dando unos leves tosidos.
- ¿Ves cómo yo también toso por estar enfermita?- Dejó caer sobre mi glande, la saliva que había producido, y la restregó toda sobre él, desde la punta hasta la base… -Ahora ya tenemos mi medicina húmeda, sólo falta mi culito para que me entre tan bien como has hecho con Pamelita.- Se giró sobre sí misma y bajó sus braguitas hasta las rodillas, quitó la compresa de ellas y la lanzó al suelo alejándola de sí… -Voy a preparártelo mi amor.- y escupió sobre sus dedos mientras me lo dijo. Los puso en la entrada de su gran culo y restregó toda la saliva en su orificio anal, mientras con su otra mano separaba uno de los mullidos cachetes, para así ofrecerme una visión perfecta de lo que hacía…
Acerqué mi boca a su trasero y mordí la nalga que estaba libre de su mano, la besaba y recorría con la lengua la raja desde la parte superior del culo, hasta los dedos que ya mojados tapaban la entrada de su orificio. Escupí sobre ello y los humedecí aún más… Ahora ella misma introducía su dedo índice y lo sacaba del apretado agujerito, yo la acompañé, y ambos de nuestros dedos hurgaban su oscuro túnel trasero… Lizbella estirando hacia un lado su dedo introducido y yo haciendo lo mismo en dirección contraria fuimos abriéndolo y dilatándolo.
- Ya estoy preparada papito mío, dame mi supositorio…- Oírla con esa voz tan sensual pedirme meter mi miembro en su apretado culo me produjo un gran morbo. Sacamos los dedos e inclinándose más hacia mí, puso su dorado trasero en la punta de mi verga, juntó sus rodillas hasta tocárselas y empujó hacia abajo arqueando la espalda, y poniendo su culo aún más respingón.
- Me cuesta un poco… ayúdame a metérmela. - La agarré de las caderas y empujé con ganas, pero con delicadeza hacia mí ese protuberante culazo… Fue entrando hasta la mitad del miembro, notándolo sumamente apretado y placentero.
- Uffff! Que rio se siente amor mío, quiero que me la claves toda hasta el fondo… rómpeme mi culito, estoy muy cachonda, soy tu zorra culona, párteme en dos…- Finalmente sus amplias posaderas tocaron mis muslos habiéndose metido por completo mi completamente duro pene. Ahora ella hacía el vaivén muy parsimoniosamente de arriba abajo, dándome un placer indescriptible, debido a lo apretado que aún lo tenía.
- Me duele un poquito mi cielo, pero ya me voy sintiendo mejor…, mmmm, no dejes de meterla… sigue papu!- Cambió de posición sus manos y las apartó de sus glúteos para ahora posicionarlos bajo el sujetador para pellizcarse los pezones, y así aumentar su placer.
- Siii… que cosquillas me estás produciendo amor mío, fóllame, chíngame más fuerte…!- Incrementé el ritmo del movimiento de sus caderas con mis manos, y la penetraba con más intensidad y rabia. Pues mi excitación estaba casi al límite…
- Quiero que me rompas el culo, pártemelo…- jadeando más fuerte y sintiendo su ano más dilatado ahora. Empezaba a entrar y salir con más facilidad ahora… -¿Te gusta el culito tragón que tiene tu puta mujer?-
- Me encanta tanto que vas a hacer que me corra yaaa… me tienes a punto.- Ella se sentó hasta el fondo, metiéndola completamente hasta que toda la polla estaba dentro de sus entrañas. Removiéndose en movimientos circulares de su cadera sobre mí, e incluso apretando y aflojando el esfínter de su culo, me hizo correrme en una intensidad tremenda, que me provocó un orgasmo al tiempo que gritaba un gemido de altísimo placer.
- ¡Llena mi sucio culo con tu rica leche papi, la quiero toda!- sin cesar de moverse y apretándose aún mas fuerte contra mí… Solté hasta la última gota dentro del recto de Liz y dí un último suspiro de gusto.
Mirándome con ojos de satisfacción, fue suavemente sacándosela, alzando las caderas hasta que me polla cayó rendida sobre uno de mis muslos. Quiso reincorporarse, pero la agarré de los muslos y atrayéndomela le comenté…
- Empuja… cágate mi leche, que la vea chorrear.-
Resopló con la nariz y se mordió los labios, mientras su culo levantado y separado por sus manos, se esforzó a sacar mi corrida de su medio dilatado agujero… -Push, push… cariño, sácala toda.- Apretaba hacia afuera y contraía su esfínter, hasta que empezó a chorrear semen de su ano abierto. Le goteaba por su piel, resbalándose por sus muslos y cayendo sobre los míos… Empapándome con mis propios fluidos la hice girar y arrodillarse en el suelo.
- Ahora se una buena putita, y limpia lo que acabas de ensuciar… mi mujercita linda.-
Me miraba con esos ojos rasgados entrecerrados, con la lengua totalmente fuera, y poniendo los morros sacados, empezó a sorber toda la pegajosa leche que acababa de sacar de lo profundo de su culo. No me dejó ni una gota sobre mí, y mirándome con la boca abierta y relamiéndose los labios con la lengua, cerró su boca e hizo un gesto notable con la garganta acompañándolo de un movimiento de cabeza, como asintiendo, para tragárselo todo… Volvió a abrir la boca todo lo que pudo y sacó la lengua al máximo que le permitió, y moviéndola de lado a lado bien tiesa, me mostró como se la había bebido toda…
- Has visto que bien se ha portado tu puta por haberme curado la fiebre?-
- Vas a ser mi mujer perfecta.- Le contesté terminando de tumbar el respaldo, extasiado y relajado tras la tremenda corrida que me dio…
- Voy a ser tu perfecta mujercita, tu puta y guarra amante, y haré que no puedas vivir sin los placeres que te voy a regalar cada vez que lo desees…- Aún cachonda mientras me lo decía, empezó a lamerme la cara con su lengua y agarrarme fuerte del pelo, como haciéndome notar que este hombre, era solo para ella y nadie más.
Aún seguía ignorante de que a la persona que lamía y creía exclusiva de ella, también compartía más allá de lo que se imaginaba, la misma pasión o más, con la persona que menos se imaginaba. Pues no se encontraba muy lejos de allí, a tan solo unos pocos centímetros de distancia, yacía con algo de fiebre dormida, ese ser que compartiría la pasión que Lizbella creía exclusivo…
(Pasaron unos días…)
Me desperté al notar los primeros rayos de luz del sol sobre mi cara. Dormía en un viejo colchón de muelles cuando empecé a desperezarme. Me encontraba en la pequeña y humilde casita que Liz y Pam poseían en las afueras de una pequeña aldea, no muy lejos de Santo Domingo.
Habíamos decidido pasar allí unos días de vacaciones que tenían madre e hija, y me gustó salir de la zona acomodada donde vivíamos para respirar el ambiente de la naturaleza que emanaba de aquel precioso lugar. Habían pasado ya casi 6 meses desde que llegué allí. A mi lado aún seguía dormida Liz, mientras que la joven Pamela seguiría durmiendo en su habitación.
Me levanté sin hacer ruido y no despertar a mi prometida, para dirigirme a la parte trasera del patio que poseían. (pues ni siquiera tenían un wáter para hacer las necesidades), y oriné mientras me desperezaba con los primeros rayos de sol. Me sentía feliz en aquel lugar, lejos de mi país, del ajetreo de una gran ciudad como Madrid, y el estrés que producía. Escuchaba el sonido lejano del cantar de los gallos que poseía el mas cercano de los vecinos, respiraba el aire limpio y cálido de aquel lugar caribeño, y entré en la casita para prepararme un café a la vieja usanza.
Me senté en la entrada del porche de la parte delantera de aquel rústico patio, en mi silleta y disfruté del momento.
- Buenos días papito lindo. - Se desperezaba Pam con una de mis camisetas puestas, (que le venía sobradamente grande). Al hacerlo y estirar sus brazos, dejó ver unas braguitas blancas con el dibujo infantil de un “pikachu” amarillo en la zona delantera de su ropa interior… Mi nena en todo su esplendor. Llevaba su tremenda y espesa melena rizada completamente alborotada y despeinada. Vino hacia donde estaba y se sentó en mi regazo, dándome un generoso beso en la boca, hinchando sus morritos y haciéndolo sonar, con los labios pegados. Juntó su cuerpo con el mío y me abrazó aprisionándome sus enormes tetas contra mí.
- Soy tan feliz..., amo tanto tener un papi tan dulce y guapetón como tu.- Dio un súbito bocado a la punta de mi nariz y seguidamente posó su cabeza en mi hombro, apretándome bien fuerte con su abrazo.
- ¿Qué quieres hacer hoy mi princesa? -
- No sé – Se incorporó encogiéndose de hombros. –Lo que tu quieras, ya sabes que me gusta todo lo que hacemos.-
- Yo tampoco sé, me gusta estar relajado y disfrutar de tu compañía y la de tu mami… Cuando ella se despierte le preguntaremos a ver qué es lo que le apetece.-
- Vale papito, ahora voy atrás que tengo que hacer mis cositas.-
- ¿Quieres que te acompañe? …y justo al decírselo, Lizbella apareció por la entrada también desperezándose y vestida con una blusa transparente de color azul claro, donde se le notaban un poco los pezones… Tenía su pelo corto más bien arreglado y peinado que cuando se presentó su nena anteriormente…, y llevaba puesta una falda de gasa ajustada de un azul marino mas oscuro que el de la parte superior, ajustándose a su escultural cuerpo.
- Buenos días mis amores.- nos dijo con una sonrisa que delataba verdadera felicidad. Pam dio un salto y salió corriendo pasando al lado de su madre.
- Mami voy atrás, que no me aguanto más.-
En el instante que pasó junto a ella, la agarró con las manos la cara de la niña y le dio un beso en la mejilla. La chica se desembarazó rápidamente y cruzó la puerta ansiosa por dejar salir de su cuerpito lo que hinchaba su barriguita, lo que apresuraba su rápido caminar.
- Hola mi hombretón-
- Hola mi hembrota- le respondí, a la vez que ella me besaba desde arriba, mientras sujetaba mi barbilla haciéndome subir mi cara.
- ¿Qué te apetece hacer hoy?, la chiquilla no me ha respondido nada.- Se puso un dedo en la boca y empezó a pensar.
- Mmmmm… hoy iremos a la playa, me apetece bañarme en el mar, ¿me complaces en eso?-
- Está bien, también quiero ir.-
Le contó a la niña los planes que habíamos hecho, y las dos se dirigieron al dormitorio para enfundarse en sus trajes de baño. La pequeña Pam vino vestida con un short vaquero que cubría la parte inferior de su traje de baño, y una camiseta de manga corta blanca, con los labios y lengua dibujado en su pecho, típico del icono de los “Rolling Stones”. Su madre llevaba en la parte superior el bikini al descubierto de color rosa pálido, con flecos colgándole por la parte baja del pecho de la prenda, y alrededor de su cintura llevaba un pareo rosa con dibujos de margaritas blancas estampadas.
Cargando con una mochila donde llevaba las toallas y una nevera donde portaba unas rodajas de sandía que compramos el día anterior, y unos cuantos botellines de cerveza “Presidente”. Nos dirigimos al pueblo donde llamé a un taxi para que nos llevara a la playa. Pasamos de largo de la zona más turística y llegamos a una zona apartada donde había una pequeña cala rocosa y una diminuta playa. Le dije al taxista que a mitad de la tarde volviera a recogernos y aceptó gustoso, mientras le pagaba y daba una generosa propina.
- A las 6 de la tarde estaré de nuevo aquí como un reloj señor. Que disfrutéis del día familiar.- Se despidió el conductor del taxi y nos dirigimos andando yo y mis dos mulatonas, unos cuantos minutos hasta llegar a la costa.
Nos colocamos en la zona donde había menos rocas y la arena era más fina. En una punta de la cala había una familia con niños correteando, y en el otro extremo había una pareja de enamorados, dándose arrumacos, tumbados sobre una roca que había elegido.
Prácticamente estábamos solos en la zona. Coloqué las toallas en el suelo cerca de una palmera que nos ofrecía sombra, y a unos pocos metros teníamos el mar, con unas olas calmadas y ofreciendo un baño agradable.
Lizbella se despojó del pareo y mostró la parte inferior de su bikini a juego con el sujetador, con los mismos flecos colgando a sus caderas y cintura. La preciosa Pam se quitó la camiseta y pantalón, mostrando un bikini negro que tapaba por completo sus grandes tetas, aunque en la parte inferior llevaba un tanga minúsculo, que se le metía por la hendidura de su culo y mostraba todo su esplendor.
- Al agua mamiiii…!- cogieron sus manos y corriendo se chapuzaron en el agua, yo me quedé tumbado en la toalla mientras las veía jugar y chapotear en el agua cristalina del mar. Saqué una carpeta de la mochila y empecé a repasar y leer el papeleo que había llevado, debido a la inminente boda y otro cuestionario sobre propiedades.
Ya me estaba aburriendo repasando todo aquello, cuando alcé la vista y vi salir del agua a mis dos preciosas hembras. Lizbella con un cuerpo más esbelto y alto y Pamela un poquito más baja, pero más voluptuosa, que la figura de modelo que la acompañaba… Salían de la orilla, meneando sus cabezas y secándose el pelo con las manos.
Llegaron hasta mí, y empapándome con las gotas que aún desprendían de cabello y cuerpo, me dieron ambos besos en la cara a la vez. Se tumbaron a mi lado y sacaron un botellín de cerveza de la nevera para cada uno. Brindamos y nos acurrucamos bien a la sombra de la palmera.
Estuvimos hablando y jugueteando mientras nos tomábamos las cervezas, no parábamos de reír y charlar de todo lo que nos había acontecido desde que nos conocimos. Al vernos solos sin compañía, les insté a hacer topless a las chicas, y al cabo de un instante se quitaron ambos sujetadores dejándolos caer sobre las toallas.
- Lucís espectaculares las dos.- Y las dos mujeres alzaron su pecho presumiendo de su belleza. Coloqué una mano en cada uno de los pechos de ambas chicas y miré orgulloso la cara que mostraban.
- Papi, los míos son más grandes-
- Si cariño, pero los de tu madre lucen tersos y firmes como me gustan- Pamela hizo un gesto de enfado sacando sus morritos mientras que Liz, agraciada por l que dije me besó en la boca.
- Si es que tengo que amar a esta hombre por cómo me mira.- (…Realmente cualquier hombre joven o mayor le diría lo mismo). Pero ella sentía un especial orgullo que su prometido dijera esas palabras. Les dí un beso en la cara a cada una, primero a Lizbella y luego a su hija, y cuando hice esto con la chiquilla le susurré al oído sin que se percatase su madre.
- Pero los tuyos son más grandes, duros y tersos.- dándole un segundo beso en la mejilla y guiñándole un ojo, me correspondió con una amplia sonrisa. Las dos hembras se recostaron boca abajo para terminar de secarse mientras yo en medio observaba ambos traseros luciendo su esplendor hacia mí. Puse una mano en cada uno de ellos, sin saber cada una que estaban siendo sobados a la vez. Contenían sus gemidos mientras sus generosos culos eran amasados por mis manos.
Pamelita abultaba más su trasero, tenía mas molla que su madre, pero el de su mami era tierno y relativamente duro al cacto. La sensación de ambos culos en la palma de las manos era indescriptible, un gozo incomparable.
- Cariño, tu no hagas lo que tu mami, que aún hay gente alrededor.- dijo Lizbella mientras se bajaba el tanga. Se quitó el bikini hasta los pies y se quedó completamente desnuda la madre. No era una playa nudista, pero aun así, completó su desnudez.
- Cariño, porque no me das un masajito?- … Empecé a acariciar su espalda e ir bajando hasta sus nalgas descubiertas, para amasar con cierta ansia, también acaricié sus muslos masajeándolos, mientras ignoraba a Pam dándole la espalda.
- Mmmmm.., que bien se siente, apriétame más.- Después de un rápido recorrido por todo su cuerpo me volví a centrar en lo que más me gustaba toar, masajeando su amplia retaguardia. Le iba abriendo y cerrando los glúteos con fuerza, juntaba las manos y las deslizaba por toda la raja del culo, desde el inicio donde terminaba su espalda, hasta abajo, donde ya empezaba la rajita de su coño, y separaba mis manos por el interior de los muslos, para volver a repetir la operación, unas cuantas veces más… La joven tal cual envidiosa, quería también su parte.
- Yo también quiero!-
- Mmmmm…, no te preocupes hijita, ahora cuando acabe de dármelo, yo te lo haré a ti.-
Al poco dejé de sobarla, y Liz se incorporó para masajear también a la chica. Aunque no me habría importado haber continuado yo con ella… Apoyando mi cabeza sobre una mano recostado de lado y sorbiendo otro trago de cerveza, veía las caricias y masajes que la hermosa madre le proporcionaba, sobre todo, cuando las pequeñas manos de la mamita estrujaban el enorme y joven culo de la hija.
Sin dejar de contemplar aquel par de preciosidades, se me ocurrió proponerles hacer una sesión de fotos. A las dos les encantó la idea, pues eran muy presumidas, y les encantaba posar… Se arrodillaron juntas, pegando sus caras y haciendo el signo de la paz con los dedos. De pié, de espaldas, echando la mirada hacia atrás… hacían poses sexys, sujetándose el pelo, otras inclinándose y sacando sus ya de por si respingones culos. Algunas eran con el bikini puesto y otras pocas con el pecho descubierto.
Se nos pasó el día rapidísimo y pronto era la hora que había acordado con el taxista para ir a recogernos por la tarde. Cogimos todo y nos dirigimos al punto de encuentro, y allí estaba esperándonos. Nos llevó de vuelta a la casita de Lizbella… Ya en el patio con un caldero lleno de agua y unos cubos, nos fuimos quitando toda la sal y arena que se nos había pegado en la playa. Yo fue el último en entrar al interior de la humilde vivienda, pues había dejado que ellas se lavasen primero.
- Mami, tengo mucha hambre.-
- Pues ve tu solita y prepárate lo que quieras, que estoy muy agotada y no soy tu sirvienta.-
- Jooo…, se fue Pam renegando hasta la zona de la cocina, que era un mostrador al fondo del salón que separaba la estancia.
- Yo también estoy hambriento.- Terminando de secarme el pelo con la toalla en el rellano de la salita, pasando al fondo donde se encontraba la hija, tras el mostrador, preparándose algo de picoteo.
La madre se tumbó en el sillón y estirando las piernas sobre un taburete, se quedó relajada mirando hacia la zona de la cocina donde nos encontrábamos. Me puse tras la joven morenita a su lado derecho.
- Humm…, a ver que me como yo- Al tiempo que lo dije con disimulo, puse mi mano izquierda en el enorme culo de la chica. Bajé un poco el brazo y coloqué mis dedos en la zona del tanga de su chochito para apartarla hacia un lado… Pamela levantó la vista y vió que su madre miraba hacia nosotros desde el sillón, pero no podía ver nada de lo que hacía en los bajos de su hija, por el muro que hacía de mostrador que tapaba la mitad del cuerpo. Jugueteaba con mis dedos por sus labios hinchados, aún húmedos por la ducha que nos acabábamos de dar en el patio. Ella se dejaba hacer y movía un poco el trasero a modo de conseguir más placer de mis dedos exploradores… También bajó su mano para acariciarme el bulto que empezaba a aumentar de tamaño bajo mi bañador, agarrándolo y apretándolo suavemente.
- Por lo que veo…, si no me preparo yo algo, ninguno de mis amorcitos me lo va a hacer.- Estaba un poco absorto sobándole los labios del coño de la niña, cuando alcé la mirada al escuchar decir aquello a Liz, pues ya estaba a sólo un par de pasos del mostrador, pero no entró tras el, y se quedó enfrente de nosotros.
- A ver que tenéis aquí que me pueda preparar.- dijo mirando la comida que había puesta sobre el pequeño muro que hacía de mesa cocina.
Rápidamente Pam quitó su mano de mi paquete, temiendo que su madre pudiera verla desde su posición…, yo sin embargo no la aparté de entre sus muslos…, es más, intensifiqué mis caricias de mi mano tras ella, e incluso agarrándola fuertemente uno de los cachetes del culo de la joven, abriéndoselo con ganas y posando mi dedo índice en el cerrado agujero trasero, empujándolo hacia dentro, aunque sin conseguir meterlo, pues apretaba fuertemente el anito… Esto la hacía incomodarse un poco, incluso provocaba cierto movimiento de su cuerpo hacia adelante, justo donde estaba su madre.
- Mi niña, ¿Por qué te mueves asi?-
- Es que me estoy orinando mami- respondiéndola con esa ocurrencia, mientras volví a pellizcarle la mollita del culo y la chiquilla dio un respingo… -¡Ayyy!-
- Pero cariño, ¿Por qué no vas atrás a mear y dejas de aguantarte?-
- Ay si, ahora voy, espera que ya acabo.-
- Pues vaya ganas de aguantarte hija.- Liz dio unos pasos alrededor del pollete, para situarse al otro lado del mostrador, donde nos encontrábamos, y con un rápido gesto, Pamela agarró mi mano con la suya para apartármela de su prieto culo.
- Mira los dos juntitos, que parecen dos tortolitos preparándose la comida, y yo aquí solita detrás.- Nos dijo Lizbella mientras se ponía tras los dos, y nos abrazó del cuello a ambos, para así apretar y juntar las cabezas pegándolas, hasta aplastar cara con cara de los tres.
- Hala, yo ya me voy- …tomó la comida rápida que se había preparado, y salió la hermosota mulatica hasta el patio trasero, para disimular que iba a orinar, cuando realmente no tenía nada de ganas.
- ¿Y para mí que tengo para cenar?- abrazándome detrás mío, colocó sus manos debajo del pantalón de mi bañador, agarrando mi polla, ya totalmente dura.
- Cariño, es que siempre estás empalmado!- me decía al oído mientras empezaba a pajearme con una de sus manos, mientras la otra me agarraba los testículos.
- Ahí tienes tu cena preciosa…- Justo después de decírselo, fue agachándose hasta ponerse de rodillas, poniendo su cara a la altura de mi trasero, deslizó el pantalón hasta bajármelo por completo, y con sus manos haciéndome abrir un poco las piernas, introdujo su cara entre ellas.
- Me apetece huevos duros.- dijo sacando la lengua y lamiéndomelos desde atrás con su boca hacia arriba… -Mmmm…, que deliciosos están.- Se los metía por completo en la boca y los estiraba hacia abajo, para luego soltarlos, y empezar a mover su cabeza en círculos, lamiéndolos otra vez con la lengua y labios…. A todo esto Pamela volvió del patio de su fingida intención de orinar, y mientras daba un bocado de su comida, se quedó a pocos pasos, mirando con sus grandes ojos bien abiertos, lo que había su mami con mis pelotas.
A Lizbella ya no le importaba que su niña nos viera haciendo cosas sucias, había perdido ya todo reparo a que nos viese así, y continuó sin inmutarse con la cabeza entre mis piernas al percatarse de la presencia de su nena.
- Eres una pervertida mamita, puedo ver las cochinadas que haceis.- Dijo fingiendo un gesto de asombro.
- Amorcito, siéntate en la mesa y acaba tu cena, y deja que los papis hagan lo suyo.- le dijo con todo descaro mirándola desde abajo y aun rozándole mis huevos en su cara mientras se lo decía.
- Además, mami aún esta cenando, y ya sabes que no se habla con la boca llena.- Acto seguido se volvió a introducir uno de mis huevos en la boca, mientras lo acercaba a ella con una mano.
- Eres una cochina, que lo sepas.- Es lo último que dijo la niña, y se dirigió al sillón a terminarse su comida… Yo como si nada, terminaba de comer el picoteo que me había preparado, mientras Liz saboreaba el suyo bajo mi… Miraba a Pam mientras daba el ultimo bocado y observé que se despojaba por completo el bikini, quedándose completamente como su madre la trajo al mundo. Cogió una de mis camisetas que estaba apoyada en el respaldo, y se la restregó por su rajita, por su culo y por sus tetas, levantando estas con una mano y pasando la tela por debajo de estas… Lizbella se incorporó después de mamarme los testículos un buen rato.
- Cielo, ¿Por qué te has desnudado?-
- Porque tenía el traje de baño mojado –
- Pues ve y ponte unas panties, y no vayas con el culo al aire-
- No tengo ganas mami.- Su madre se alejó de mí y fue a reprender a la niña.
- Así que te gusta ir enseñando el bollo, eh!- La cogió de un brazo e hizo intención de levantarla del asiento. –Ahora te voy a llevar afuera, para que todo el mundo vea tu gordo culo.-
- Ay, déjame ya,- pegando un tirón hacia atrás y soltándose del agarre de mami. –Vosotros si podéis ir en pelotas cuando queréis, y encima tengo que ver cómo le mamas los huevos.- …Realmente eso último no le molestaba, quizás hasta le excitaba observarnos.
- Mi amor dile algo a la niña, que parece no hacerme caso y ponerse tonta cuando tú estás.-
- Cariño, déjala, si quiere estar un rato así, no te preocupes, ahora después le traeré unas panties y se las pondrá… ¿verdad que sí, mi princesa?-
- ¿Has visto?, el si me deja- se puso de rodillas sobre el sillón y le puso el culo en pompa a la cara de su madre, dándose un par de leves cachetes en el trasero, como burlándose de ella por haberse salido con la suya. Con rabia Lizbella le dio una fuerte y sonora palmetada al culo de su hija.
- Ayyy, me has hecho daño tonta, pareces una bruja- y le sacó la lengua volviendo así a burlarse de su mamita.
- Ahora verás si soy una bruja.- Intentó darle otra cachetada pero Pam la esquivó dando un salto del sillón al suelo.
- No me has dadooooo…!- Empezando a corretear por la salita completamente desnuda, mientras su madre intentaba pillarla sin conseguirlo.
- Tu corre lo que quieras, si al final acabaré cogiéndote, y verás el castigo que te voy a dar, te va a doler tanto el culo que no vas a poder sentarte en una semana.- Le dijo exagerando mientras imaginaba los azotes que le daría mirándola con los ojos entrecerrados.
- Ni que tuvieses una pinga para metérmela por el culo.- Volvió a burlarse la joven de su preciosa madre. Al ver que esta desistió de perseguirla y sentándose en el sillón, donde antes estaba su hija. Esta vino corriendo donde me encontraba ahora sentado en el pequeño sofá de enfrente, y dio un salto para aterrizar a mi lado, pegándome un fuerte abrazo, chafando sus enormes pechos sobre el mío.
- Tengo a papi que me protege, y no va a dejar que me pegues.- Miró a su madre con una mirada desafiante, pero con evidente tono de broma. Me miró hacia arriba con cara dulce y besó mi barbilla. –Abrázame fuerte papito y no permitas que nadie me haga daño.- Lo decía con un tono de voz de niña consentida. Tomó uno de mis brazos para que la rodeara con el, y colocó mi mano en su trasero junto a su cadera. La apreté hacia mí con un gesto de cariño, donde su madre solo veía un afecto fraternal, y yo una sensación de deseo, sobando su precioso culo moreno.
- Eres mi príncipe y yo tu princesita. - abrazándome más fuerte mientras lo decía. -…Mi príncipe, tócame la raja del bollo, que estoy muy caliente…- me susurró al oído.
- Puede vernos tu madre.-
- Pero si acaba de prender la tele para ver la novela, si lo haces con cuidado no se dará cuenta.- Miraba de reojo a Lizbella, que miraba la tele mientras con disimulo hurgaba con mis dedos el mullido trasero de Pamelita, metiéndolos en la raja de éste, hasta encontrarme con la humedad y calor que desprendía su coño recién pelado. Era tan suave y agradable al tacto, y el sonido de leves gemidos que hacía la chiquilla apoyada su cabeza en mi pecho. Sólo veía una enorme mata de pelo negro tapando toda la espalda de la joven niña.
Absorto en la belleza de la chica, alcé la vista de nuevo hacia la mami, para comprobar que seguía viendo la telenovela… Cuando ésta de repente lanzó una mirada hacia nosotros…, no me dio tiempo a reaccionar y se percató de mi mano hundida en la raja del culo de su niñita. Intentando disimular mi cara de asombro ante la pillada, dejé quieta la mano sin moverla, intentando aparentar cierta indiferencia y normalidad por tener allí alojada una de mis manos.
- Cariño, ¿Qué estáis haciendo?- La madre se levantó de su sillón y acercándose lentamente, se colocó a mi lado en el pequeño hueco del sofá que quedaba libre, y mirándome a la cara, me agarró de la muñeca y sacó mi mano de entre el pliegue del culo de su hija que me la tenía aprisionada.
Pamelita no decía nada y se hacía la indiferente mientras su mami acercó la punta de mis dedos a su nariz y respiró el aroma a chocho que desprendían, los tocó con sus propios dedos y notó la humedad de los jugos de la niña en ellos… No dijo nada, me dio un beso en la mejilla y se levantó para dirigirse a la cama.
- Pamela! – Gritó desde la puerta. –Ve a la ama a dormir ya, que es tarde, no hagas que me enfade.- Esta vez la hija le hizo caso sin rechistar, se levantó del sofá, y se dirigió a su habitación pasando al lado de su mamita.
- Buenas noches mami- le dijo mientras la besaba en la mejilla.
- Que descanses mi vida.- Le respondió Liz con otro beso en la cara de la nena.
- Amor, estoy cansada y quiero acostarme ya, no tardes en venir… ¿vale?-
- Así lo hare cielo, voy enseguida.- Me mandó un beso desde la distancia con la mano en sus labios y cerró la puerta tras de sí… Realmente no sabía cómo reaccionar, ni que decirle a Liz de lo que había comprobado. Tardé unos minutos y me levanté a apagar la televisión, para a continuación dirigirme al dormitorio de la hermosa Lizbella…
0 comentarios - Inocencia caribeña, Pervertida -5-