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En la universidad con mi mamá p2

Después del acontecimiento en el baño con mi madre, comencé a verla de un modo distinto. En mí estaba brotando un deseo hacia ella como mujer y desde ese día me obsesioné con la idea de llegar a tener un encuentro sexual realmente auténtico.
Sin embargo, ella no estaba muy dispuesta a dar ese paso o al menos eso era lo que quería aparentar. Tenía que idear un plan que surgiera de la manera más natural posible. Realmente lo tenía muy difícil después de haberme dejado claro que no volveríamos a pasarnos de los límites establecidos entre madre-hijo. Por mucha confianza que tuviéramos, tenía una personalidad de madre autoritaria.
Así que de momento tenía que sumergirme cada noche en mis fantasías al escuchar el sonido de la ducha tras la puerta de mi habitación. La escuchaba a ella duchándose y recordaba ese momento de placer que me había dado. A pesar de todo, su comportamiento conmigo no había cambiado, seguía igual de cariñosa y contándome todas sus cosas como si fuera su mejor amigo.
 Yo sabía que ella conquistaría las miradas masculinas una vez llegara a la facultad, incluso con el tiempo. Ya habíamos entrado en noviembre y el encanto que irradiaba era como el primer día. Solo bastaba con que yo me diera un paseo con mi compañero de clase por los pasillos para comprobar mi teoría, una cantidad de chicos cachondos que babeaban con ver su retaguardia bien marcada a través de su falda. Vestía muy formal cuando iba a clase y la hacía lucir tipo secretaria sexy que todos se follarían. Además, cuando iba a clase se ponía sus gafas de leer para parecer más intelectual e interesante a los chicos.
Que coqueta es...pensé para mis adentros sin dejar de contemplar su forma de caminar hacia mi. Mi compañero no supo disimular, estaba claro que le estaba clavando la mirada en su escote. Al percatarse de que me había dado cuenta, apartó su mirada de forma intermitente. Yo solo me reía orgulloso en secreto.
- ¿Qué tal chicos? - nos preguntó mi madre con su sonrisa jovial – menos mal ya es viernes.
- Viernes pero con un montón de trabajos, Maribel… - respondió mi compañero devolviéndole la sonrisa.- Pero hoy sí o sí quiero distraerme Charlie – me dijo entonces – quiero que me acompañes al salón social de la residencia, yo y otro amigo queremos jugar al Beer-pong.
- Genial! Yo me apunto a eso, Fran – dije entusiasmado.
- ¿Qué es el Beer-pong? - preguntó mi madre con curiosidad.
- ¿Enserio Maribel? - preguntó Fran sin dar crédito a lo que escuchaba – es un juego de beber, pones sobre una mesa de ping-pong 12 vasos de plástico llenos de cerveza, 6 en cada equipo, y tienes que lanzar una pelota de ping-pong hasta el final de la mesa e intentar que entre en alguno de los vasos, si lo consigues, los de el equipo contrario tienen que beberse el vaso, el que se los beba todos, pierde. ¿No te suena de nada, verdad?
- La verdad es que no Fran – respondió sorprendida- seguramente el juego existía en mi juventud pero en esa época era muy tímida y apenas socializaba.
- Entiendo…- respondió comprensivo – eso es lo bueno que tiene la residencia, que te “obligan” a socializar con la gente, ya sea a través de novatadas. Lo mejor de ser un veterano como yo, es que puedes bañar a los demás con esos cubos – rió entonces – Charlie… siento mucho si en algún momento te bañé, lo mismo digo para ti Maribel.
- Sí… esa fue una noche muy novedosa- dije yo sutilmente mirando a mi madre. Ella notó mi indirecta al instante y sonrió pícaramente desviando su mirada hacia otro lado.
- Oye Maribel – dijo Fran de forma efusiva - ¿Por qué no te apuntas al Beer-pong con nosotros? Acabo de darme cuenta que nos falta solo un jugador más.
- De acuerdo, pero solo un rato – respondió dispuesta con una sonrisa.
En ese momento se me iluminó la cara… la idea que tanto había buscado, me llegó cuando menos lo esperaba… la idea de que ella jugara y bebiera mucha cerveza daba pie para que tuviéramos un acercamiento más íntimo. Ella supongo que no se imaginaba la razón de mi felicidad en la cara, o quizá sí… no lo sé, mi madre me conoce tan bien, que asusta.
Salimos por la puerta de la facultad y mientras Fran saludaba a otros compañeros le pregunté a mi madre con la intensión de volver al presente y dejar de ilusionarme.
- ¿Qué tal la semana ma ?
- Bastante dura cariño – respondió resoplando – aunque solo tengo tres asignaturas, me está costando bastante. Hay mucha información que ya he olvidado con los años y además tengo que ponerme al día con toda la tecnología en la universidad, es un doble esfuerzo.
- Te entiendo… desde luego no es fácil retomar una carrera después de muchos años, pero se que la sacarás adelante.
- Gracias cielo – me dijo acariciándome la espalda de manera maternal.
El resto de la tarde transcurrió sin novedad y después de que cenáramos en el comedor de la residencia esa misma noche. A pesar de estar en una ciudad normalmente fría en pleno otoño, era una noche bastante calurosa. Me fui a la habitación con mi madre para ponernos ropa un poco más cómoda y porque ella quería darse un duchazo rápido y luego tenía que tomarse la pastilla anticonceptiva. ( Aunque no tenga una vida sexual activa las usa para regular su ciclo, ya que es muy irregular).
Nos reunimos en el salón social pocos minutos después, luego llegaron Fran y su amigo Jose. Yo tenía clarísimo cómo iba a crear los equipos: Quería poner a Maribel con Jose, (El chico no suele beber, lo cual mi madre se bebería la mayoría de vasos ) y yo me pondría con Fran, ya que considero que tengo muy buena puntería. Ni corto ni perezoso tomé la iniciativa y cree los equipos, que en principio estuvieron todos de acuerdo.
La primera partida duró alrededor de 35 minutos. Tal y como lo había planeado, Maribel ya se había bebido 4 vasos y Jose 1. Por mi parte me había bebido 1 vaso y Fran otro, lo cual dejaba claro que eramos muy buenos en esto. Mi madre fallaba bastante sus tiros pero yo no me centraba en eso... me quedaba embelesado mirando su escote cada vez que se inclinaba para lanzar la pelota. No fue difícil imaginar quién ganó la partida minutos después.
- ¿Una partida más? - preguntó Fran alegre de haber ganado.
- Está bien – dijo Maribel con tono competitivo – esta vez si que no te saldrás con la tuya…
Me dirigía a llenar los vasos de cerveza cuando Fran me agarró del brazo y me dijo:
- Charlie… ¿Qué te parece si cambiamos de equipo? Tu madre se pone aquí conmigo, así los equipos están más igualados.
- Como veas… - respondí no muy contento pero tampoco quería dejar en evidencia que mi intención era emborracharla.
- Maribel – dijo Fran entonces – te pones conmigo.
Ella se sorprendió ante el cambio, sin embargo aceptó sin problema. La nueva partida iba muy reñida y mas o menos a mitad de la partida, me percaté de algo… Fran estaba más concentrado en mirar el culo de mi querida madre al lanzar la pelota, que en la propia partida. Además estaba aprovechando las ocasiones en las que ella se pegaba a él para tocarle ligeramente el culo por encima de su short.
Me di cuenta entonces de la verdadera intención del colega oportunista… quería ponerse con ella para meterle mano disimuladamente. Sin hacerle saber a Fran que me había dado cuenta, continué la partida hasta que terminé ganando. Ya Maribel llevaba unos cuantos vasos encima pero no estaba borracha. Recogimos la mesa y nos despedimos de Fran y de Jose, luego salimos del salón social. De camino a nuestro bloque residencial me reclamó como si fuera una niña pequeña:
- Que malo eres cariño… permitir que yo bebiera la mayor parte. Pero hace falta más que unos vasos de cerveza para emborracharme.
- Me declaro culpable… - sonreí admitiendo mi intención que estaba bastante clara.
Cuando entramos a la habitación, yo me quité toda la ropa quedándome en boxers, tenía mucho calor. Ella hizo lo mismo y se quedó en ropa interior, esto si era de lo más común entre nosotros, incluso antes de nuestro encuentro en el baño esa noche. La contemplé como a una diosa griega y le pregunté:
- Ese es el sujetador gris que te compré verdad?
- Sí cariño y el culot gris también – me respondió agradecida – Es la primera vez que me miras así…
- ¿Así, cómo? - pregunté sin dejar de contemplarla.
- Así como lo estás haciendo… - respondió coqueta y ligeramente colorada.
Yo le guiñé un ojo de forma cómplice. Inmediatamente me tumbé en mi cama para relajarme y sin buscarlo ni nada ella, se tumbó también al lado mio, apoyando su cabeza en mi regazo.
Yo la envolví con mis brazos al poco rato. Me miró dulcemente y me plantó un fugaz pico en los labios. Era la primera vez que lo hacía, pero por muy novedoso que fuera en ese momento… para mí fue de lo más normal, incluso lo tomé como una señal positiva para avanzar con mi objetivo. Mientras ella apoyaba su cabeza en mi hombro, coloqué mi mano derecha en su pierna y comencé a acariciarla. Luego subí un poco y pasé mis dedos por su vientre. Ella saltaba ligeramente por las cosquillas que le estaban dando mis dedos. Después bajé a su entrepierna y comencé a sentir el calor que emanaba su cuerpo, yo la miré de reojo y no se inmutó… tenía sus ojos cerrados esbozando una sonrisa. Entonces metí mi mano un poco mas hacia adentro buscando su sexo. Mis movimientos eran tan lentos que no se apreciaba mi avance. Cuando me topé entonces con la tela del culot, mi madre reaccionó inmediatamente y puso su mano encima de la mía, evitando que siguiera.
- Pensé que ya habíamos aclarado todo aquella noche, Charlie – me recalcó con cierto enfado.
- Sí… pero… yo… pensé que… el beso… - balbuceaba nervioso al escuchar su reacción tan agresiva.
- ¿Lo habíamos dejado claro o no? - preguntó de nuevo con su tono autoritario.
- Sí...Lo sé mamá… - respondí vergonzoso – pero realmente me está costando, desde aquella noche en el baño siento que todo ha cambiado en mí… te veo de otra manera, actuamos como si no hubiera pasado nada pero nuestra relación sí que ha cambiado, me ha surgido el deseo por ti.
- Pero esto no es sano Charlie… -dijo de manera condescendiente – la culpa ha sido mía desde el principio por haber permitido esos actos. Te pido perdón por ello, no se qué fue lo que me pasó…
- Lo que te pasó fue que simplemente estabas excitada mamá – le respondí con la mayor naturalidad posible – y no deberías pedir perdón por eso, eres una mujer con necesidades y es normal que aprovecharas la ocasión para disfrutar.
- Quizá fue eso... – respondió con su cara colorada intentando justificarse – hacía muchos años que no tenía nada con nadie, desde que tu padre se volvió a casar. Además el trabajo y los cuidados del hogar no me han permitido rehacer mi vida con ningún hombre.
- Bueno… pero pesar de todo, no me negarás que te ha encantado que tu hijo te haya dado un orgasmo de película- dije de forma pícara.
Ella rió y me miró con ojos asombrados:
- ¡Charlie! Estás loco, hablas como si fuera lo más normal del mundo… si tienes muchas ganas de tener sexo, estás en una residencia, aquí tienes oportunidades de sobra con jovencitas que estarán dispuestas a calmarte esa libido insaciable que tienes. Pero conmigo no.
- Ahí esta el problema mamá, que no quiero tener mi primera vez con una chica que seguramente sea alguien pasajero en mi vida. Tengo claro que quiero perder mi virginidad con la persona que más confío en este mundo y que me ama de verdad… y estoy seguro que nunca jamás me arrepentiré de haberte dado mi primera vez…
Me miró con ojos incrédulos ante mis palabras, luego miró confusa hacia la pared de la habitación como pensando qué decir. En ese momento vi la expresión de comprensión que había visto en el baño aquella noche y continué:
- Además mamá… tus ojos no son capaces de mentir, se lo mucho que deseabas en ese momento estar conmigo, aquella noche en la ducha pude ver tus ojos brillantes con el deseo a flor de piel. Y ahora estás tratando de luchar contra ti misma e ignorar tus deseos más íntimos.
- Si te soy sincera mi amor...- me respondió finalmente – esa noche no pude dormir, pero de la excitación que me dejaste… y está muy mal que diga esto pero… sí… quería continuar contigo… pero paré porque esto no es propio de una madre y un hijo.
- Yo no veo nada de malo mamá, simplemente fue algo que surgió sin buscarlo entre nosotros y fue maravilloso, el tema es que ya no hay vuelta atrás…
Con esta última frase ella comprendió que desde el momento en que me comenzó a masturbar en la ducha, había abierto la caja de Pandora y ese deseo mutuo tenía que satisfacerse tarde que temprano.
Ella me miró con indecisión, notaba en sus ojos las ganas que tenía de saciar su necesidad sexual conmigo, pero temía dar ese paso… Yo me acerqué a su rostro y le susurré:
- Deja que las cosas fluyan solas, no pienses más…
- No hay nada más bello que el consentimiento de ambas partes… - me susurró armoniosamente reconociendo finalmente su deseo y de una forma enternecida sus labios se fundieron con los míos en un caluroso beso.
Yo me tumbé y ella se puso encima de mí para continuar besándome, mis manos automáticamente se dirigieron hacia a sus nalgas, era la primera vez que las apretaba de manera exacerbada. Ella se incorporó levemente para quitarse el sujetador. Me daba mucho morbo que tuviera en ese momento la lencería que yo le había comprado en verano. Al quitarse la prenda, liberó sus hermosas tetas, esas areolas oscuras me invitaban a que las chupara, me acerqué a sus pechos y comencé a devorarme sus pezones detenidamente. Esta vez podía notar su aroma natural, ya que en la ducha no pude apreciarlo. Era un aroma embriagador y notaba el sabor dulce de su pezón. Tenía que abrir bastante mi boca para abarcar toda su areola para luego acariciarla internamente con mi lengua.
Ella respiraba notoriamente sin decir nada, solo me miraba inmóvil. Ver cómo su hijo disfrutaba comiéndose sus pezones con ganas, le daban una sensación de deseo indescriptible.
Sentí como una corriente que me llegó al pene cuando me comenzó a acariciar por encima del boxer sin previo aviso. No se detuvo mucho en sus caricias, sacó mi miembro del boxer y comenzó a pajearlo con suavidad hasta el punto de desenfundarlo para dejar completamente el glande al descubierto.
Otra vez volvieron en mí esas sensaciones placenteras de aquella noche al sentir el tacto cálido de su mano. Me pajeaba de manera firme y lenta, luego alternaba con su otra mano para acariciarme los huevos. Ella no dejaba de mirar mi reacción, estaba atenta a mi mirada, en mis ojos veía el placer que me estaba dando y contemplaba por momentos mi grueso tronco completamente endurecido. Mi glande emanaba bastante líquido preseminal, ella aprovechaba para pasar su dedo pulgar por encima y lubricar todo el glande, lo que me hacía gemir notablemente.
Bajé mi mirada y notaba como el culot gris se estaba empezando a mojar en el medio, pasé mis dedos por encima y noté la cálida humedad que desprendía, mi nariz percibía su olor fuerte de la lubricación. Metí mis dedos dentro de su culot y me topé con su vello púbico rizado, bajé un poco más y comencé a acariciar en círculos su abultado clítoris. Me quedé impresionado de lo mojado y caliente que estaba su sexo, podía meter dos dedos sin problema dentro de su vagina.
Ella gemía mientras cerraba sus ojos, luego se levantó de la cama y se quitó la última prenda de su cuerpo, contemplando ahora sí, una verdadera mujer con todas las letras.
Yo me encontraba tumbado boca arriba y ella inmediatamente se montó encima de mi. Quedamos frente a frente, sus pezones mojados a causa de mi saliva acariciaban mi pecho y en su mano tenía agarrada mi polla con firmeza. Yo había soltado tanto líquido preseminal que cuando ella se sentó encima de mi vientre, mojé su entrepierna repetidas veces.
Con mi miembro aún en su mano, ella comenzó a hacer roces contra su vulva, mi glande se empapaba de sus líquidos al rozar sus labios menores y su clítoris. Yo me sentía completamente extasiado con lo que estaba haciendo. Entonces colocó mi glande en la entrada de su vagina, en ese momento sentía que mi corazón se me salía por la garganta entre los nervios y la excitación extrema.
- ¿Estás listo mi amor? - susurró mi madre mirándome en medio de su deleite.
Yo solo asentí con la cabeza repetidas veces como un virgen cachondo… y fue entonces cuando ella se acomodó y se sentó encima, mi pene entró completamente a su interior de una sola estocada, en ese momento se nos escapó a los dos un gemido alto. Ella comenzó a cabalgarme con suavidad, para que notara la textura de sus paredes y me deleitara con cada centímetro de su apretada gruta, donde hacía más de una década no entraba nadie.
En ese momento no podía describir lo que sentía al estar dentro de la vagina de mi madre, solo sabía que no quería salir de ahí jamás… era como si su vagina estuviera diseñada especialmente para mi pene, ya que mi miembro es ligeramente curvo hacia arriba, y el sexo de ella se acomodó a su forma, abrazándolo con sus paredes mientras se llevaba mi virginidad. Además, notaba como mi glande chocaba y llegaba al tope de su interior con cada bajada que ella hacía, era la medida perfecta…
Ella comenzó a gemir más seguido al mismo tiempo que apresuraba el movimiento de su cadera, ya notaba sus voluptuosas nalgas golpear mis muslos a un ritmo armonioso creando un sonido seco y ahogado en nuestras pieles. A pesar de sus años de abstinencia, conservaba su práctica a la hora de moverse. Yo comencé a darle azotes en su culo y sentí como mis huevos se elevaban deseosos de vaciarse. Sentía todo el peso de su cuerpo golpear contra mi vientre pero se movía a un ritmo tan marcado que me sentía entre nubes.
Rápido como una bala, sentí en mi cuerpo el reflejo eyaculatorio, respiré hondo para aguantar las ganas de acabar… era tarea imposible, mi pene quería correrse ya, las paredes mojadas de su vagina estaban a punto de ordeñarme. Acomodé mis manos en sus lumbares y le pedí entonces que parara un momento pero ella me dijo con voz entrecortada y entre gemidos:
-Mi vida… si tienes ganas de correrte hazlo!… recuerda que estoy tomando la píldora… podemos seguir cuando te repongas y puedes correrte las veces que…
- Mamá! Me corrooo! - la interrumpí con un grito, sumado a lo que fue el mayor orgasmo de mi vida, no me enteré de lo fuerte que gemí, pero en ese momento era lo único que escuchaba, junto con una serie de contracciones de mi polla que lanzaron bastantes chorros de semen a sus entrañas. Ella notó el abundante semen que tenía dentro por la cantidad de contracciones que le daba mi polla a sus paredes.
Detuvo entonces sus movimientos de cadera… se quedó sentada en mi polla. Luego, la abracé por la cintura, y sin salirme de ella, nos dimos la vuelta de modo que yo estuviera encima. Me abrió las piernas para facilitar la penetración. Yo había perdido dureza en el pene y lo que hice fue penetrarla con suavidad y con cariño, a pesar de mi inexperiencia y no saber cómo moverme, el instinto me fue guiando.
- Sí mi amor… me encanta… así despacio… - susurraba ella con los ojos cerrados y sus brazos rodeando mi espalda.
Estuve un par de minutos en esta posición haciendo mis torpes movimientos sin ningún tipo de ritmo o uniformidad. Noté como su vagina se humedecía más por momentos, era mi semen que estaba comenzando a salir por los lados de su vulva, bajaban largos ríos de semen aguado en medio de sus nalgas aterrizando en la sábana blanca de la cama.
Noté como mi pene recuperaba fuerzas, coloqué mis brazos sobre la cama como punto de apoyo con la cintura de mi madre en el medio y comencé a penetrarla con más fuerza y rapidez. Ella sintió como sus paredes cubrían de nuevo mi polla y se aferró a mi espalda con sus manos, levantando un poco más las piernas y aprisionándome levemente con ellas en mi cuerpo.
Pronto nuestro ritmo se fue marcando poco a poco, comencé a pillarle el tranquillo a los movimientos de mi cadera. Al chocar fuertemente contra su vulva el cuerpo de mi madre se tambaleaba de arriba a abajo como un resorte, sus tetas se movían al compás de mis embestidas. Ella gemía con la cabeza inclinada hacia arriba como poseída. Con una de sus manos, acercó sus dedos al clítoris y comenzó a masturbarse con viveza mientras yo continuaba. Sus gemidos se intensificaron y noté su vagina contraerse de forma intermitente… de pronto, explotó en un orgasmo, estrujando mi tronco sin darme ninguna tregua.
Paré entonces… notaba como el sudor de nuestros cuerpos calentaban el ambiente. Me salí de ella con suavidad y le hice una señal a mi madre con mi dedo para que se diera la vuelta, quería que se pusiera a cuatro patas.
Ella sin decir nada obedeció rápidamente, se acomodó y puso finalmente su culo en pompa a mi disposición.
Al contemplar sus hermosas nalgas separadas de par en par, vi su ano por primera vez. Al verlo me dejó tan excitado que mi primera reacción instintiva fue acercarme y darle lengüetazos de manera desordenada. Puse mis manos en cada cachete para abrir su culo un poco más y comerme su estrecho ojal. Yo hacía esfuerzo sobrehumano para que toda mi lengua entrara completamente a su orificio anal. Mi lascivia era tan grande que lo creía posible.
Mi madre no dijo nada, pero si que la notaba incómoda al sentir como su hijo se comía su ano sin escrúpulos.
Cuando sacié mi deseo al dejar su ojete bañado con mi saliva, acerqué mi polla a la entrada de la vagina y comencé a penetrarla de nuevo con fuerza. Ella se sobresaltó con un leve gemido de dolor cuando volví a entrar de golpe.
- Cariño… con cuidado… no tan duro al principio – me susurraba sin que yo dejara de dar mis embestidas firmes.
Finalmente gracias a su lubricación, se acostumbró a las embestidas fuertes que le estaba dando, sus cachetes golpeaban repetidas veces contra mi vientre. Aquello era una vista formidable, ver como mi pene se perdía en medio de sus nalgas. Ella apoyó su cabeza contra la almohada para apaciguar sus gemidos y con sus dedos se masturbaba de nuevo el clítoris para tener su segundo orgasmo.
Yo estaba a punto de correrme otra vez y quería hacerlo fuera, quería eyacular sobre su ano.
La tenía agarrada de su cadera con fuerza. Mis jadeos de cansancio se escuchaban por toda la habitación cuando de repente… mi madre tuvo su segundo orgasmo. Sus contracciones me daban un placer tan único y especial que fui incapaz de salirme de su interior para cumplir mis expectativas… su vagina me prometía en ese momento el mayor placer de este mundo si me quedaba dentro hasta el final… así fue… me corrí finalmente dentro de ella por segunda vez en medio de mis gemidos altos, me daba igual si algún residente vecino me estaba escuchando.
Sentí desvanecerme cuando mi pene dejó de bombear semen en su interior, lo dejé completamente dentro durante unos segundos. Abrazándola por sus caderas, me incliné para besar su espalda y recuperar el aliento. Nos quedamos un rato largo quietos en esta posición como si fuéramos una obra escultural de pasión. Salí luego de ella con la mayor satisfacción que había sentido en mi cuerpo, me tumbé a su lado y comencé a resoplar cansado. Mi corazón aún seguía palpitando y notaba tensión en mis músculos, unas buenas agujetas me vendrán mañana… pensé.
Mi madre me miró con sus ojos ligeramente desorbitados y resoplando me dijo:
- No tengo palabras mi amor… me siento muy afortunada que me dieras tu primera vez con mucha actitud… me corrí como una loca…
- Contigo todo es y será especial… hasta el sexo – le dije con una sonrisa sincera.
Me dio un beso cariñoso en los labios como respuesta a mis palabras y se levantó para ir a ducharse. Yo quería ducharme también con ella.
- Ahora voy mamá- le dije, pero me sentía tan relajado y extasiado que me quedé dormido en cuando mi madre abrió el grifo de la ducha.

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