- Javiera por favor ven a mi oficina cuando puedas- decía el audio que le envié a una de las empleadas de la oficina.
Cinco minutos después se asomó por la puerta una chica bastante normal en comparación a las demás secretarias que estaban a mi cargo. No tenía grandes tetas como algunas, ni buen culo como otras. Era más o menos baja y algo rellenita. Pero nada de eso me importaba, tenía algo que las demás no tenían, experiencia.
Javiera con sus 30 años era 6 o 7 años mayor que muchas de las demás empleadas. Tenía una hija y un imbécil de pareja, pero no va al caso. Javiera tenía experiencia en el trabajo y la vida, y era precisamente eso lo que necesitaba de ella.
-Permiso jefe- entró a la oficina y se quedó junto a la puerta.
- Cierra con llave- le dije dejando de lado el computador – Necesito que hagas algo por mí-.
- Lo que quiera jefe- cerró con llave y caminó hacia mí, poniéndose a mi lado.
- Necesito cogerte ahora-.
- Sí jefe- se puso de rodillas frente a mí, abrió mi pantalón y comenzó a masturbarme- ¿Qué quiere de mí esta vez jefe? -.
- Tu solo chúpala- me hice para atrás en la silla para disfrutar de la vista.
Se la metió a la boca y sin ninguna dificultad devoró cada centímetro de mi verga. Siguió lamiéndome los huevos y también metiéndose ambos a la boca. Luego volvió a lamerme el miembro, desde la base hasta la cabeza y de vuelta al fondo de su garganta.
- ¿Viniste con el juguete que te di? -.
- Sí jefe- Se bajó los pantalones dejando ver el plug rosado metido hasta el fondo de su culo- ¿Me quiere dar por el culo hoy? -.
De un cajón de mi escritorio saqué un condón y lubricante. – Pónmelo- le dije pasándole el condón. Ella obediente lo hizo. Con excelente habilidad lo tomó y de un movimiento ya lo tenía puesto. Me puse lubricante en la verga y un poco en su ano. Ella se acomodó y se sentó sobre mi miembro, tenía el culo tan dilatado y gracias al lubricante llegué hasta lo más profundo al primer intento.
Apoyada en los brazos de mi silla subía y bajaba. Su ano se expandía y se apretaba mientras mi verga se abría camino. No podía ver su cara, pero notaba en la forma en la que se aferraba a la silla, sus gemidos y como movía el culo que lo estaba disfrutando tanto como yo.
Como había dicho, lo que me encantaba de Javiera era su experiencia, sabía cuando apretar y cuándo soltar su ano para darme aún más placer. Le agarre las tetas por sobre la camisa, ella gemía despacio para que nos escucharan, pero de todas formas llegando al orgasmo no pudo contener su voz.
Mientras se corría apretó su culo, haciéndome venir también. El condón se llenó tanto que pensé que iba a explotar. Javiera se levantó y poco a poco su ano volvió a la normalidad, se subió los pantalones y entonces notamos que al correrse los había dejado empapados, me miró y sonrió con cara de preocupación y calentura.
- En el cajón hay una muda- no era la primera vez que pasaba, ya habíamos aprendido de los errores anteriores y teníamos todo cubierto.
Mientras se cambiaba guarde el plug en su caja para luego limpiarlo, estaría listo para la próxima. La caja la guarde en el cajón junto al lubricante, los condones, esposas, pinzas y varios otros juguetes. Tire el condón a la basura y también me arregle la ropa.
-Gracias Javiera- le dije después largo beso y un buen agarrón de culo- Te voy a llamar dentro de estos días para seguir con lo nuestro-.
- Sí jefe, estoy para lo que necesite-. Tomó unos papeles y salió de la oficina como si nada, tal vez algo más aliviada de no tener eso metido en el culo.
Un par de reuniones, unas cuantas entrevistas de trabajo y varios papeles que leer más tarde ya estaba exhausto y necesitaba con urgencia recargar baterías.
-Marlene por favor ven a mi oficina cuando puedas- decía el audio que envié esta vez.
Cinco minutos más tarde había entrado a mi oficina una joven de no más de 25 años, de pelo corto y rojizo, pechos grandes y trasero bien trabajado.
-Cierra con llave- le dije sacando las esposas del cajón- Necesito cogerte ahora.
Cinco minutos después se asomó por la puerta una chica bastante normal en comparación a las demás secretarias que estaban a mi cargo. No tenía grandes tetas como algunas, ni buen culo como otras. Era más o menos baja y algo rellenita. Pero nada de eso me importaba, tenía algo que las demás no tenían, experiencia.
Javiera con sus 30 años era 6 o 7 años mayor que muchas de las demás empleadas. Tenía una hija y un imbécil de pareja, pero no va al caso. Javiera tenía experiencia en el trabajo y la vida, y era precisamente eso lo que necesitaba de ella.
-Permiso jefe- entró a la oficina y se quedó junto a la puerta.
- Cierra con llave- le dije dejando de lado el computador – Necesito que hagas algo por mí-.
- Lo que quiera jefe- cerró con llave y caminó hacia mí, poniéndose a mi lado.
- Necesito cogerte ahora-.
- Sí jefe- se puso de rodillas frente a mí, abrió mi pantalón y comenzó a masturbarme- ¿Qué quiere de mí esta vez jefe? -.
- Tu solo chúpala- me hice para atrás en la silla para disfrutar de la vista.
Se la metió a la boca y sin ninguna dificultad devoró cada centímetro de mi verga. Siguió lamiéndome los huevos y también metiéndose ambos a la boca. Luego volvió a lamerme el miembro, desde la base hasta la cabeza y de vuelta al fondo de su garganta.
- ¿Viniste con el juguete que te di? -.
- Sí jefe- Se bajó los pantalones dejando ver el plug rosado metido hasta el fondo de su culo- ¿Me quiere dar por el culo hoy? -.
De un cajón de mi escritorio saqué un condón y lubricante. – Pónmelo- le dije pasándole el condón. Ella obediente lo hizo. Con excelente habilidad lo tomó y de un movimiento ya lo tenía puesto. Me puse lubricante en la verga y un poco en su ano. Ella se acomodó y se sentó sobre mi miembro, tenía el culo tan dilatado y gracias al lubricante llegué hasta lo más profundo al primer intento.
Apoyada en los brazos de mi silla subía y bajaba. Su ano se expandía y se apretaba mientras mi verga se abría camino. No podía ver su cara, pero notaba en la forma en la que se aferraba a la silla, sus gemidos y como movía el culo que lo estaba disfrutando tanto como yo.
Como había dicho, lo que me encantaba de Javiera era su experiencia, sabía cuando apretar y cuándo soltar su ano para darme aún más placer. Le agarre las tetas por sobre la camisa, ella gemía despacio para que nos escucharan, pero de todas formas llegando al orgasmo no pudo contener su voz.
Mientras se corría apretó su culo, haciéndome venir también. El condón se llenó tanto que pensé que iba a explotar. Javiera se levantó y poco a poco su ano volvió a la normalidad, se subió los pantalones y entonces notamos que al correrse los había dejado empapados, me miró y sonrió con cara de preocupación y calentura.
- En el cajón hay una muda- no era la primera vez que pasaba, ya habíamos aprendido de los errores anteriores y teníamos todo cubierto.
Mientras se cambiaba guarde el plug en su caja para luego limpiarlo, estaría listo para la próxima. La caja la guarde en el cajón junto al lubricante, los condones, esposas, pinzas y varios otros juguetes. Tire el condón a la basura y también me arregle la ropa.
-Gracias Javiera- le dije después largo beso y un buen agarrón de culo- Te voy a llamar dentro de estos días para seguir con lo nuestro-.
- Sí jefe, estoy para lo que necesite-. Tomó unos papeles y salió de la oficina como si nada, tal vez algo más aliviada de no tener eso metido en el culo.
Un par de reuniones, unas cuantas entrevistas de trabajo y varios papeles que leer más tarde ya estaba exhausto y necesitaba con urgencia recargar baterías.
-Marlene por favor ven a mi oficina cuando puedas- decía el audio que envié esta vez.
Cinco minutos más tarde había entrado a mi oficina una joven de no más de 25 años, de pelo corto y rojizo, pechos grandes y trasero bien trabajado.
-Cierra con llave- le dije sacando las esposas del cajón- Necesito cogerte ahora.
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