Mi delicada mujercita estaba trabajando demasiadas horas extras esa semana en su oficina. Esa era la cuarta noche consecutiva que se quedaba después de hora, cuando lo normal era que lo hiciera solamente una o dos veces por semana.Cuando le pregunté la razón por tanto exceso de horas, me respondió que se debía a falta de personal y además papeleo acumulado. En el estudio tenían también varios casos que seguir y era necesario que Ana estuviera a mano por las dudas; para poder supervisar o evacuar dudas a sus compañeros...Ese viernes por la noche me había llamado diciendo que otra vez debía quedarse fuera de hora. Entonces pensé en darle una sorpresa y pasar a buscarla por la oficina, para que no llegara a casa tan cansada. Además podría hacerle un poco de compañía mientras ella estaba allí.El guardia de seguridad en la planta baja fue muy amable y me indicó que Ana a esa hora seguramente estaría en el octavo piso; donde algunos albañiles estaban remodelando las oficinas de los gerentes.Tomé el ascensor, pero me detuve un piso antes de llegar, para subir por las escaleras y darle una sorpresa a Anita.Al llegar al octavo piso, me sorprendió el silencio que reinaba. No parecía que hubiera nadie trabajando en algún tipo de construcción o remodelación…Me puse a espiar a través de una puerta entreabierta y allí tuve la primera sorpresa.Mi delicada esposa estaba allí en un rincón, rodeada por tres hombres enormes.No hice notar mi presencia, sino que me escabullí en silencio para ...
presenciar lo que seguramente iba a ocurrir…Entonces pude ver que Ana ya estaba parcialmente desnuda. Solamente iba vestida con su blusa blanca y zapatos de taco alto. Pude reconocer su falda gris doblada prolijamente sobre una silla.Uno de los hombres la empujó boca abajo sobre un escritorio y enseguida otro se acercó, bajándose los pantalones y presentándole a mi esposa una enorme verga erecta; que no tardó en meter entre los labios rojos de Ana. Ella lo aceptó y comenzó a lamer y chupar esa tremenda pija que le ofrecían.El primer hombre mientras tanto, zambulló su mano por debajo de la blusa de mi esposa y comenzó a mover sus dedos dentro de la delicada vagina de Anita.Podía ver la cara de ella mientras lamia esa verga, totalmente contorsionada de placer mientras ese hombre metía y sacaba los dedos de su cuerpo.De repente Ana le pidió al tercer hombre que la cogiera. El segundo sacó entonces sus dedos de la concha de Ana y le cedió su lugar a su compañero.Entonces entendí por qué razón ese hombre era el elegido por mi esposa. Tenía una verga enorme, de casi treinta centímetros y además bastante gruesa.El tipo se acomodó entre los muslos abiertos de mi esposa y abrió en dos sus labios vaginales con la punta de su enorme verga. Entonces penetró en ellos sin nada de esfuerzo. Ana gimió y su cuerpo tembló al sentir la repentina intrusión.Terminó muy pronto con ella. En menos de dos minutos ese hombre tensó su espalda y acabó dentro de la concha de Ana. Luego entre los tres fueron ...turnándose para cogerse a mi delicada mujercita en esa misma posición de sumisión…Los tres la cogieron con dureza; sin demasiada compasión; bombeándola salvajemente mientras le tironeaban del pelo y le azotaban el culo.Los tres acabaron dentro de ella y siguieron todavía por más…Extrañamente; no la sodomizaron…De repente Ana los detuvo, diciendo que ya su concha había tenido suficiente. Se puso en cuclillas frente a los tres y le chupó la verga a cada uno, hasta dejarlos secos. Luego se incorporó, se vistió y les dijo que los esperaba en la próxima semana; para continuar con algunas tareas “extra”…Después de que los hombres salieron, mi esposa se dirigió al piso inferior, a su propia oficina y allí retomó sus actividades.Decidí escabullirme en silencio y esperar por ella en nuestra casa.Llegó pasada la medianoche, cansada pero con una débil sonrisa de placer…Me dijo que había sido una noche tranquila y aburrida; solamente había tenido que supervisar el trabajo de unos albañiles…Ana se desnudó y se metió a la cama conmigo. Su delicado cuerpo olía a sexo.Haciéndome el distraído, puse mi mano sobre su concha y hundí un par de dedos en ella. Además de humedecida y dilatada, todavía estaba dejando salir semen…“Hmmmm… estás bien mojada esta noche, mi amor…” Le susurré al oído.“De veras??... No me había dado cuenta…” Respondió sonriendo y ronroneando…La empujé boca abajo y monté sobre su espalda.Deslicé mi verga dura con mucha facilidad dentro de su castigada concha.Comencé a bombearla con suavidad, incrementando el ritmo cada vez más.Anita comenzó a reírse mientras la cogía.“Qué te causa tanta gracia…??” Le pregunté. Ella respondió solamente: “Nada”Pero ambos sabíamos lo que ese “nada” significaba.
presenciar lo que seguramente iba a ocurrir…Entonces pude ver que Ana ya estaba parcialmente desnuda. Solamente iba vestida con su blusa blanca y zapatos de taco alto. Pude reconocer su falda gris doblada prolijamente sobre una silla.Uno de los hombres la empujó boca abajo sobre un escritorio y enseguida otro se acercó, bajándose los pantalones y presentándole a mi esposa una enorme verga erecta; que no tardó en meter entre los labios rojos de Ana. Ella lo aceptó y comenzó a lamer y chupar esa tremenda pija que le ofrecían.El primer hombre mientras tanto, zambulló su mano por debajo de la blusa de mi esposa y comenzó a mover sus dedos dentro de la delicada vagina de Anita.Podía ver la cara de ella mientras lamia esa verga, totalmente contorsionada de placer mientras ese hombre metía y sacaba los dedos de su cuerpo.De repente Ana le pidió al tercer hombre que la cogiera. El segundo sacó entonces sus dedos de la concha de Ana y le cedió su lugar a su compañero.Entonces entendí por qué razón ese hombre era el elegido por mi esposa. Tenía una verga enorme, de casi treinta centímetros y además bastante gruesa.El tipo se acomodó entre los muslos abiertos de mi esposa y abrió en dos sus labios vaginales con la punta de su enorme verga. Entonces penetró en ellos sin nada de esfuerzo. Ana gimió y su cuerpo tembló al sentir la repentina intrusión.Terminó muy pronto con ella. En menos de dos minutos ese hombre tensó su espalda y acabó dentro de la concha de Ana. Luego entre los tres fueron ...turnándose para cogerse a mi delicada mujercita en esa misma posición de sumisión…Los tres la cogieron con dureza; sin demasiada compasión; bombeándola salvajemente mientras le tironeaban del pelo y le azotaban el culo.Los tres acabaron dentro de ella y siguieron todavía por más…Extrañamente; no la sodomizaron…De repente Ana los detuvo, diciendo que ya su concha había tenido suficiente. Se puso en cuclillas frente a los tres y le chupó la verga a cada uno, hasta dejarlos secos. Luego se incorporó, se vistió y les dijo que los esperaba en la próxima semana; para continuar con algunas tareas “extra”…Después de que los hombres salieron, mi esposa se dirigió al piso inferior, a su propia oficina y allí retomó sus actividades.Decidí escabullirme en silencio y esperar por ella en nuestra casa.Llegó pasada la medianoche, cansada pero con una débil sonrisa de placer…Me dijo que había sido una noche tranquila y aburrida; solamente había tenido que supervisar el trabajo de unos albañiles…Ana se desnudó y se metió a la cama conmigo. Su delicado cuerpo olía a sexo.Haciéndome el distraído, puse mi mano sobre su concha y hundí un par de dedos en ella. Además de humedecida y dilatada, todavía estaba dejando salir semen…“Hmmmm… estás bien mojada esta noche, mi amor…” Le susurré al oído.“De veras??... No me había dado cuenta…” Respondió sonriendo y ronroneando…La empujé boca abajo y monté sobre su espalda.Deslicé mi verga dura con mucha facilidad dentro de su castigada concha.Comencé a bombearla con suavidad, incrementando el ritmo cada vez más.Anita comenzó a reírse mientras la cogía.“Qué te causa tanta gracia…??” Le pregunté. Ella respondió solamente: “Nada”Pero ambos sabíamos lo que ese “nada” significaba.
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