No dejes de pasar por mi mejor post
http://www.poringa.net/posts/imagenes/4084661/Mi-amada-esposa.html
No te vas a arrepentir
BERENICE, DULCE VENGANZA
Hola, me llamo Eduardo, cuarenta y dos años, divorciado.
Trabajo en dependencias del estado, soy lo que vulgarmente se conoce como un recaudador de impuestos.
Mis jornadas pueden resumirse a vestir impecable, traje, corbata, zapatos brillantes, lentes de sol, una imagen que no pasa desapercibida. Suelo caer en negocios, de improviso, como sabueso, a hacer auditorías contables para detectar evasores del fisco.
Hasta el momento de mi divorcio llevaba una buena vida, no me podía quejarme, era un tipo bien parecido, de vestir correcto, impresionaba bien, un poco de dinero, coche, mujeres… mujeres…
Berenice era mi esposa hasta hace un par de años, una hermosa mujer que yo no supe cuidar, de la que hoy solo tengo el recuerdo.
Tenía quince cuando la conocí, ella era mayor, me llevaba un par de años, primero fuimos amigos, luego novios, tuvimos idas y venidas, nos casamos…
Me dio dos hijos, una nena y un nene que hoy ya son incipientes adolescentes.
Ella es, o era, porque para mí ya es recuerdo, una hermosa mujer, de mediana estatura, bien formada, proporciones justas, de cabellos castaños, ojos pícaros y sonrisa seductora.
Excelente esposa, complaciente en la cama y mejor compañera de vida, madre perfecta, nada que objetar…
Era docente, maestra jardinera, le encantan los niños pequeños.
Y todo mi mundo era perfecto, cada mañana dejábamos a los niños de mi madre, o de mi suegra, luego la llevaba al colegio y luego hacía mi trabajo, después improvisábamos, a veces podía pasar a buscarla, otras veces se volvía sola, a veces pasaba ella por los niños, y otras veces era mi turno, como verán, la vida que toda persona ansía vivir, sin problemas económicos, sin enfermedades, sin problemas familiares, que más podía pedir?
Pero si, yo podía pedir más, porque siempre fui un mujeriego incurable, en cada concha que se cruzaba en mi camino veía una oportunidad de terminar en la cama, y siempre me enredé en problemas de piernas…
Y Berenice siempre lo supo, sabía desde la época de nuestro noviazgo que yo le metía los cuernos, una y otra vez, solo que ella estaba tan enamorada que prefería hacer la vista gorda a perderme, una y mil veces le había jurado que sería la última, y una y mil veces había fallado, porque siempre se cruzaba en mi camino algún trasero irresistible, o unos pechos perfumados…
Y la pregunta era, cuanto tiempo toleraría mi esposa ser cornuda? cuando se hartaría de mis falsas promesas?
Y el principio del fin empezó cuando puse los ojos en Oriana, una joven profesora de cursos superiores, donde mi esposa daba clases. La conocí por casualidad, una tarde que pasé a buscarla para ir a casa, ella se cruzó en mi camino, y mi mujer no tuvo más alternativa que presentarnos.
No pude dejar de mirarla, Oriana tenía el cabello teñido a rubio furioso, corto a la nuca, engominado, ojos miel, boquita prominente y un piercing atravesando un lado de la nariz, lucía un trajecito cuadriculado de chaqueta y pollera a media pierna, ajustado, marcando sus formas, tacos altos, demasiados sensuales para dar clases.
Cuando besé su mejilla aspiré un perfume embriagante, y cuando cruzamos las miradas nos dijimos demasiadas cosas, muchas veces no es necesario hablar para comunicarse.
Y una cosa llevó a otra, su casa estaba casi de paso a la nuestra, me ofrecí a llevarla, con la doble intención de ya saber dónde vivía, y así se dio…
Yo conduje, Berenice a mi lado, Oriana en el asiento trasero, cruzados en una plática en la busqué obtener información, como, por ejemplo, que era divorciada y vivía sola.
Cuando ella se bajó, el rostro de mi esposa se transformó, perdió la sonrisa contagiosa y su luz de pronto se opacó, fue cuando me dijo
Mirá Eduardo, te conozco, con ella no…
Y era verdad, ella me conocía demasiado y ya se había adelantado a mis intenciones, y por más que tontamente intenté disuadirla, me dijo
Esa mujer es una puta calienta pijas, es como vos… le gustan todos, calienta braguetas de mierda, el esposo la dejó por puta y no quiero que te metas con ella…
A esta altura Berenice solo monologaba…
Me dí cuenta de tus intenciones, y te lo juro que si la tocas te vas a arrepentir, es una víbora, porque sabes que hace? Ella no se calla, y después de terminar con sus víctimas, cuanta sus hazañas a los cuatro vientos… me destruiría, a ella no le importaría hacerlo, tiene un ego especial y lo publicaría en todo rincón del colegio… no puedes hacerme esto! la odio!
Mi esposa estaba enfurecida por algo que hasta ahí solo eran suposiciones, así que solo traté de tranquilizarla…
Pero no se había equivocado, Oriana era mi nuevo objetivo, y fui por ella, como mi esposa había dicho, no tuve demasiados problemas en llevarla a la cama, me las arreglé para volver a cruzarla, hablamos una vez, cambiamos celulares, empezaron los WhatsApp, una cosa llevó a otra y al fin terminamos en su casa.
Oriana resultó ser más puta de lo había imaginado, como le gustaba la verga a esa mujer!
Una mujer de hermosas tetas y un culo de película, de tomar la iniciativa, de gritar como perra, una hembra sin tapujos…
Plena luz del día, se desnudó por completo sin la menor vergüenza, me besó y tomó mis manos para llevarla a sus pechos que eran duros como piedra, me dijo que quería chuparme la pija, así como así, aún estaba con mi traje y casi no me dio tiempo a desvestirme, me tiró sobre un sillón y casi me viola, parecía desesperada, solo se encargó de sacar mi pija dura entre mis ropas y empezó a mamarme, en una excelente mamada, me pidió que la filmara, porque se excitaba y calentaba cuando la filmaban.
Me dio su móvil y lo puse en modo selfie, para poder ver, para que ella pudiera ver y les juro que me dio la mejor chupada de mi vida, metiéndose mi verga hasta la garganta, comiéndosela toda por completo, le apretaba la cabeza hacia abajo, y le decía que así me gustaba, bien profundo, bien de puta, era realmente excelente…
Y ver lo que estaba filmando era muy excitante, su rostro, mi rostro, su boca, mi sexo en ella, y si no lo cortaba llegaría al final, solo que ella no quería cortarlo y yo no tenía voluntad para hacerlo…
Y me sentí acabar en lo profundo se su boca, Oriana en una forma muy porno dejo escapar el semen entre sus labios y el tronco de mi verga, lentamente, gota a gota, muy sensual, para volver a lamerlo en un juego eterno…
Cuando terminamos dejé el celular a un lado, y seguimos cogiendo como animales, enredados en una orgía eterna. Sin embargo, al despedirnos supe que no habría una segunda oportunidad, se de esas cosas, y si bien insistí porque era realmente buena, Oriana al cerrar la puerta de su casa, en verdad cerraba una corta historia, ella no quería involucrarse con nadie, para ella yo solo fui un ‘touch and go’.
Sin imaginarlo, en ese momento, había dado el paso más errado de mi vida, mi esposa me lo había advertido, yo no quise escucharla...
Días después empezó el final, al llegar a casa mi mujer me esperaba para hablar, sentada en una de las sillas del comedor, con una bolsa con hielo en su pómulo derecho, estaba inflamada, incluso su ojo estaba medio cerrado, me miró secamente, me miró con odio y se preparó para una catarata de insultos…
Oriana se había encargado de hacer circular a sus amigas el video, y contar su hazaña a los cuatro vientos, la idea era que Berenice no se enterara, pero los chismeríos corren a la velocidad de la luz, y en minutos, mi esposa tenía la filmación en su móvil, y sus oídos se llenaron de burlas.
Con el orgullo herido, fue a increparla, se tomaron a golpes de puños, la habían suspendido a ambas, y seguramente la echarían en breve…
Me sentí una mierda…
Los siguientes tres meses vivimos bajo el mismo techo, solo que, en cuartos separados, casi no hablábamos, ella definitivamente fue cesanteada del empleo, por lo que ya solo estaba en casa, yo buscaba recomponer la situación, trataba de ser condescendiente con ella, ser servicial, enamorarla nuevamente y tener una segunda oportunidad.
Un día, Berenice, al llegar del trabajo me dijo
Estuve pensando mucho en estos meses, y no podemos seguir así, como perro y gato, los chicos nos ven dormir en cuartos separados y preguntan, no entienden, y yo te necesito, si estás de acuerdo quiero empezar nuevamente, sin engaños…
Sus ojos me sonaron dulces, sus palabreas a súplicas, sabía que no aguantaría mucho tiempo sin mí, intenté besarla, pero ella puso distancia y dijo
Despacio… despacio… mira, el fin de semana mis padres pasaran a buscar a los niños, así tenemos un tiempo a solas… que te parece?
Era jueves, faltaban un par de días, podía esperar…
CONTINUARA
Si te gusto puedes escribirme con título ’BERENICE, DULCE VENGANZA’ a dulces.placeres@live.com
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No te vas a arrepentir
BERENICE, DULCE VENGANZA
Hola, me llamo Eduardo, cuarenta y dos años, divorciado.
Trabajo en dependencias del estado, soy lo que vulgarmente se conoce como un recaudador de impuestos.
Mis jornadas pueden resumirse a vestir impecable, traje, corbata, zapatos brillantes, lentes de sol, una imagen que no pasa desapercibida. Suelo caer en negocios, de improviso, como sabueso, a hacer auditorías contables para detectar evasores del fisco.
Hasta el momento de mi divorcio llevaba una buena vida, no me podía quejarme, era un tipo bien parecido, de vestir correcto, impresionaba bien, un poco de dinero, coche, mujeres… mujeres…
Berenice era mi esposa hasta hace un par de años, una hermosa mujer que yo no supe cuidar, de la que hoy solo tengo el recuerdo.
Tenía quince cuando la conocí, ella era mayor, me llevaba un par de años, primero fuimos amigos, luego novios, tuvimos idas y venidas, nos casamos…
Me dio dos hijos, una nena y un nene que hoy ya son incipientes adolescentes.
Ella es, o era, porque para mí ya es recuerdo, una hermosa mujer, de mediana estatura, bien formada, proporciones justas, de cabellos castaños, ojos pícaros y sonrisa seductora.
Excelente esposa, complaciente en la cama y mejor compañera de vida, madre perfecta, nada que objetar…
Era docente, maestra jardinera, le encantan los niños pequeños.
Y todo mi mundo era perfecto, cada mañana dejábamos a los niños de mi madre, o de mi suegra, luego la llevaba al colegio y luego hacía mi trabajo, después improvisábamos, a veces podía pasar a buscarla, otras veces se volvía sola, a veces pasaba ella por los niños, y otras veces era mi turno, como verán, la vida que toda persona ansía vivir, sin problemas económicos, sin enfermedades, sin problemas familiares, que más podía pedir?
Pero si, yo podía pedir más, porque siempre fui un mujeriego incurable, en cada concha que se cruzaba en mi camino veía una oportunidad de terminar en la cama, y siempre me enredé en problemas de piernas…
Y Berenice siempre lo supo, sabía desde la época de nuestro noviazgo que yo le metía los cuernos, una y otra vez, solo que ella estaba tan enamorada que prefería hacer la vista gorda a perderme, una y mil veces le había jurado que sería la última, y una y mil veces había fallado, porque siempre se cruzaba en mi camino algún trasero irresistible, o unos pechos perfumados…
Y la pregunta era, cuanto tiempo toleraría mi esposa ser cornuda? cuando se hartaría de mis falsas promesas?
Y el principio del fin empezó cuando puse los ojos en Oriana, una joven profesora de cursos superiores, donde mi esposa daba clases. La conocí por casualidad, una tarde que pasé a buscarla para ir a casa, ella se cruzó en mi camino, y mi mujer no tuvo más alternativa que presentarnos.
No pude dejar de mirarla, Oriana tenía el cabello teñido a rubio furioso, corto a la nuca, engominado, ojos miel, boquita prominente y un piercing atravesando un lado de la nariz, lucía un trajecito cuadriculado de chaqueta y pollera a media pierna, ajustado, marcando sus formas, tacos altos, demasiados sensuales para dar clases.
Cuando besé su mejilla aspiré un perfume embriagante, y cuando cruzamos las miradas nos dijimos demasiadas cosas, muchas veces no es necesario hablar para comunicarse.
Y una cosa llevó a otra, su casa estaba casi de paso a la nuestra, me ofrecí a llevarla, con la doble intención de ya saber dónde vivía, y así se dio…
Yo conduje, Berenice a mi lado, Oriana en el asiento trasero, cruzados en una plática en la busqué obtener información, como, por ejemplo, que era divorciada y vivía sola.
Cuando ella se bajó, el rostro de mi esposa se transformó, perdió la sonrisa contagiosa y su luz de pronto se opacó, fue cuando me dijo
Mirá Eduardo, te conozco, con ella no…
Y era verdad, ella me conocía demasiado y ya se había adelantado a mis intenciones, y por más que tontamente intenté disuadirla, me dijo
Esa mujer es una puta calienta pijas, es como vos… le gustan todos, calienta braguetas de mierda, el esposo la dejó por puta y no quiero que te metas con ella…
A esta altura Berenice solo monologaba…
Me dí cuenta de tus intenciones, y te lo juro que si la tocas te vas a arrepentir, es una víbora, porque sabes que hace? Ella no se calla, y después de terminar con sus víctimas, cuanta sus hazañas a los cuatro vientos… me destruiría, a ella no le importaría hacerlo, tiene un ego especial y lo publicaría en todo rincón del colegio… no puedes hacerme esto! la odio!
Mi esposa estaba enfurecida por algo que hasta ahí solo eran suposiciones, así que solo traté de tranquilizarla…
Pero no se había equivocado, Oriana era mi nuevo objetivo, y fui por ella, como mi esposa había dicho, no tuve demasiados problemas en llevarla a la cama, me las arreglé para volver a cruzarla, hablamos una vez, cambiamos celulares, empezaron los WhatsApp, una cosa llevó a otra y al fin terminamos en su casa.
Oriana resultó ser más puta de lo había imaginado, como le gustaba la verga a esa mujer!
Una mujer de hermosas tetas y un culo de película, de tomar la iniciativa, de gritar como perra, una hembra sin tapujos…
Plena luz del día, se desnudó por completo sin la menor vergüenza, me besó y tomó mis manos para llevarla a sus pechos que eran duros como piedra, me dijo que quería chuparme la pija, así como así, aún estaba con mi traje y casi no me dio tiempo a desvestirme, me tiró sobre un sillón y casi me viola, parecía desesperada, solo se encargó de sacar mi pija dura entre mis ropas y empezó a mamarme, en una excelente mamada, me pidió que la filmara, porque se excitaba y calentaba cuando la filmaban.
Me dio su móvil y lo puse en modo selfie, para poder ver, para que ella pudiera ver y les juro que me dio la mejor chupada de mi vida, metiéndose mi verga hasta la garganta, comiéndosela toda por completo, le apretaba la cabeza hacia abajo, y le decía que así me gustaba, bien profundo, bien de puta, era realmente excelente…
Y ver lo que estaba filmando era muy excitante, su rostro, mi rostro, su boca, mi sexo en ella, y si no lo cortaba llegaría al final, solo que ella no quería cortarlo y yo no tenía voluntad para hacerlo…
Y me sentí acabar en lo profundo se su boca, Oriana en una forma muy porno dejo escapar el semen entre sus labios y el tronco de mi verga, lentamente, gota a gota, muy sensual, para volver a lamerlo en un juego eterno…
Cuando terminamos dejé el celular a un lado, y seguimos cogiendo como animales, enredados en una orgía eterna. Sin embargo, al despedirnos supe que no habría una segunda oportunidad, se de esas cosas, y si bien insistí porque era realmente buena, Oriana al cerrar la puerta de su casa, en verdad cerraba una corta historia, ella no quería involucrarse con nadie, para ella yo solo fui un ‘touch and go’.
Sin imaginarlo, en ese momento, había dado el paso más errado de mi vida, mi esposa me lo había advertido, yo no quise escucharla...
Días después empezó el final, al llegar a casa mi mujer me esperaba para hablar, sentada en una de las sillas del comedor, con una bolsa con hielo en su pómulo derecho, estaba inflamada, incluso su ojo estaba medio cerrado, me miró secamente, me miró con odio y se preparó para una catarata de insultos…
Oriana se había encargado de hacer circular a sus amigas el video, y contar su hazaña a los cuatro vientos, la idea era que Berenice no se enterara, pero los chismeríos corren a la velocidad de la luz, y en minutos, mi esposa tenía la filmación en su móvil, y sus oídos se llenaron de burlas.
Con el orgullo herido, fue a increparla, se tomaron a golpes de puños, la habían suspendido a ambas, y seguramente la echarían en breve…
Me sentí una mierda…
Los siguientes tres meses vivimos bajo el mismo techo, solo que, en cuartos separados, casi no hablábamos, ella definitivamente fue cesanteada del empleo, por lo que ya solo estaba en casa, yo buscaba recomponer la situación, trataba de ser condescendiente con ella, ser servicial, enamorarla nuevamente y tener una segunda oportunidad.
Un día, Berenice, al llegar del trabajo me dijo
Estuve pensando mucho en estos meses, y no podemos seguir así, como perro y gato, los chicos nos ven dormir en cuartos separados y preguntan, no entienden, y yo te necesito, si estás de acuerdo quiero empezar nuevamente, sin engaños…
Sus ojos me sonaron dulces, sus palabreas a súplicas, sabía que no aguantaría mucho tiempo sin mí, intenté besarla, pero ella puso distancia y dijo
Despacio… despacio… mira, el fin de semana mis padres pasaran a buscar a los niños, así tenemos un tiempo a solas… que te parece?
Era jueves, faltaban un par de días, podía esperar…
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